Yo nací en Oaxaca, no pudo ser en otro lado. Siempre me he sentido orgullosa de mi tierra y de mis raíces. Tengo sangre mixteca y estadounidense, y eso me llena de energía cada vez que salgo al escenario.
Permíteme saludarte. Soy Lila Downs. Desde que tenía 8 años supe a qué me quería dedicar el resto de mi vida. A mí lo que me gustaba era cantar rancheras y canciones tradicionales que me enseñaba mi familia. Desde muy chiquita aprendí muchas de las costumbres de Oaxaca, y nunca se me han olvidado.
A los 14 años me fui a vivir a los Estados Unidos (mi papá es de allá). Ahí tomé clases de vocalización y canto. Pero dos años después mi mamá enfermó y murió, de modo que regresé a México.
Me dolió mucho ver todas las injusticias que se cometían contra los indígenas, y por eso siempre los he apoyado. Ellos necesitan una voz, y a veces yo les presto la mía para que sepan que no están solos y que encontrarán la justicia.
Cuando persigues un sueño, debes trazar un plan. Yo lo hice.
Por eso continué mis estudios de antropología y canto. Estuve en algunos grupos musicales, interpretando canciones típicas de la comunidad zapoteca. A veces nos contrataban en bares o restaurantes de Oaxaca. Trataba de darme a conocer poco a poco, hasta que… ¡tuve una oportunidad!
Grabé mi primer disco; lo llamé Ofrenda. No vendió mucho, pero me permitió grabar otro: Sandunga. Mi tercer álbum se tituló El árbol de la vida, y el cuarto, Línea. Me gustaba aprenderme todas las canciones mexicanas que podía y cantarlas para darlas a conocer por todo el mundo.
El éxito llegó en 1999, cuando cambié de disquera. Mi música comenzó a escucharse en otros países y me pedían que hiciera conciertos cada vez más grandes. Yo no quería perder mis tradiciones, así que me presentaba con los vestidos típicos de Oaxaca. Vestía, por ejemplo, faldas largas llenas de flores bordadas; blusas blancas como las que se usan en Tehuantepec, además de tocados, coronas y listones en la cabeza. Quería que todos supieran que estaba orgullosa de mi nacionalidad.
En los siguientes discos no me olvidé de México: usé instrumentos prehispánicos e incluí canciones tradicionales. He llevado la música mexicana a los mejores escenarios internacionales. He escrito canciones dedicadas a Emiliano Zapata, al mole, al chocolate y a la tierra.
También he cantado con importantes intérpretes de varios lugares del mundo, como Chavela Vargas, Eugenia León, Susana Harp, Niña Pastori y Soledad Pastorutti. Grandes mujeres que también han llevado su música por todo el globo.
Decidí hacer realidad mis sueños y llegar más lejos de lo que podía imaginar. Hasta al cine fui a dar: salí en películas como Frida y Fados, por ejemplo. Y para quienes dicen que la música mexicana no es actual, les tengo una noticia: en todos los años que llevo de carrera, he ganado premios musicales muy importantes, como el Grammy.
La música de mi país está viva en la voz de todas las mexicanas que la cantan y la enseñan a sus hijas y hermanas. De eso estoy segura.
Por supuesto, no he olvidado a los que más me necesitan. He cantado para juntar dinero y apoyar a indígenas, migrantes y a las mujeres que lo necesitan; para que la gente sepa que hay que cuidar el agua, y para que México encuentre la paz. Por eso uso mi voz y grabo discos. Creo que eso se debe a todo lo que aprendí con las tradiciones que me inculcaron y a la ciudad donde nací. Y es que yo nací en Oaxaca. De verdad, no pudo ser en otro lado.
LILA DOWNS HA LLEVADO LA MÚSICA TRADICIONAL DE OAXACA POR TODOS LADOS, RESCATANDO LAS TRADICIONES DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS (VESTIDOS, COLORES, CANCIONES Y LEYENDAS) PARA PRESENTARLAS EN LOS MEJORES ESCENARIOS. HA CANTADO EN MIXTECO, ZAPOTECO, MAYA Y NÁHUATL.
SUS DISCOS HAN SIDO ÉXITOS. HA GANADO LOS PREMIOS GRAMMY, GRAMMY LATINO Y LUNAS DEL AUDITORIO, ENTRE OTROS. SE LE CONSIDERA UNA DE LAS ARTISTAS MÁS INFLUYENTES DEL MUNDO.