Lo has intentado
Seattle, Washington
Chloe
Me desperté en mitad de la noche con los dedos enterrados entre mis muslos y sin dejar de pensar en William.
No había pasado ni un solo día en que no dominara mis fantasías, en que no me obligase a descargarme un audiolibro nuevo con un narrador británico para poder escuchar una voz profunda y sexy.
¿Por qué lo eché así?
Aparté las sábanas de una patada, salí de la cama y volqué mi papelera.
Recogí cada uno de los trocitos rotos del post-it de William y me pasé más de una hora juntándolos.
Cuando todos los números estuvieron en orden, marqué el número en mi móvil, pero entonces me detuve.
No había vuelto a recuperar su reloj; ni siquiera había enviado a otra persona, y sabía —después de haber intentado empeñarlo sin éxito— que merecía la pena volver a por él.
Llamarlo para practicar otra ronda de sexo no tenía sentido.
No está interesado en ti, Chloe.
Volví a romper el post-it y regresé a la cama.