11

Lo has intentado

Seattle, Washington

Chloe

Me desperté en mitad de la noche con los dedos enterrados entre mis muslos y sin dejar de pensar en William.

No había pasado ni un solo día en que no dominara mis fantasías, en que no me obligase a descargarme un audiolibro nuevo con un narrador británico para poder escuchar una voz profunda y sexy.

¿Por qué lo eché así?

Aparté las sábanas de una patada, salí de la cama y volqué mi papelera.

Recogí cada uno de los trocitos rotos del post-it de William y me pasé más de una hora juntándolos.

Cuando todos los números estuvieron en orden, marqué el número en mi móvil, pero entonces me detuve.

No había vuelto a recuperar su reloj; ni siquiera había enviado a otra persona, y sabía —después de haber intentado empeñarlo sin éxito— que merecía la pena volver a por él.

Llamarlo para practicar otra ronda de sexo no tenía sentido.

No está interesado en ti, Chloe.

Volví a romper el post-it y regresé a la cama.