Seattle, Washington
Tyler
Kristin: ¿Tienes secuestrada a Chloe?
Madison: ¿Por qué no te has pasado por mi heladería esta semana para probar «Todo tuyo»?
Kristin: Podemos ver que has leído los mensajes, Tyler. O_O
Madison: Te hemos «permitido» entrar en este chat en grupo y hemos dejado muy claras las normas… Ahora eres parte de nuestra familia, pero no eres tan bueno como para no poder echarte en cualquier momento.
Kristin: Amigas antes que tíos.
Me reí, dejé el teléfono y decidí responder a sus mensajes más tarde, esa misma noche, a propósito. Hice a un lado una pila de manuscritos, me levanté de mi escritorio y descorrí las cortinas.
Incluso bajo una densa lluvia, la prensa seguía esperando abajo, al pie del cañón, con la esperanza de poder captar una imagen de nuestros hijos, de encontrar cualquier cosa que pudiera servir de inicio para un nuevo e interminable ciclo de noticias.
Por lo que a mí respectaba, nunca más iban a conseguir nada de nosotros.
Caminé por el pasillo y coloqué bien el marco que contenía la foto de mi boda privada con Chloe.
—Tus amigas me están amenazando de nuevo. —Entré en nuestro dormitorio—. Creo que están intentando decir que quieren que lleves a los bebés a hacerles una visita.
Chloe sostenía una luna de juguete por encima de William y Tyler, y sonreía mientras ellos trataban de agarrarla.
—¿Chloe?
—Los llevaremos mañana —dijo con ternura—. Estuvimos allí el viernes.
Ya se me había olvidado. Los primeros meses con los gemelos habían pasado en un aluvión de visitas de mi familia, las amigas de Chloe y la gente de Editorial Canalla, que había llegado a respetar.
—¿Sabes si tienen planeada una búsqueda del tesoro para tu cumpleaños?
—Les dije que no la prepararan porque mencionaste que ibas a planearla tú. —Cogió a William y le puso un chupete en la boca a Tyler—. ¿Por qué?
—Solo tenía curiosidad.
—Quiero que hagan algo distinto este año —dijo—. No sé cómo explicarlo.
—Deja que hable yo con ellas. —Le acaricié la mejilla—. Creo que, entre todos, podremos averiguar lo que es…