DOCE

Ochenta y ocho muertos. Ningún sobreviviente. Este pensamiento amenazaba con hundir completamente a Joshua.

De alguna manera se las arregló para mantener su cerebro de ingeniero educado en ITM (Instituto Tecnológico de Massachusetts) concentrado en la tarea que tenía por delante. Falla en el análisis. ¿Por qué falló el sistemaDR en el vuelo 199?

Por otro lado, su cerebro también tenía su lado de piloto de combate, nunca acomodaticio, necesitando tener el mando y el control total, no le satisfacía algo que no fuera una misión completamente exitosa.

Pero la misión había fallado. Terriblemente. Tan terriblemente que mientras Joshua estudiaba la información que se encontraba en la pantalla de la computadora debía obligarse a no pensar en los familiares de esas ochenta y ocho personas, los entristecidos esposos, esposas, hijos, nietos. ¿Cuántos de ellos? ¿Y qué si cada pasajero tenía solo dos familiares? Eso nos dejaría con ciento noventa vidas destrozadas, con el corazón roto y lamentándose. ¿Y qué si cada uno tenía tres … y de nuevo, qué diferencia haría el juego de números ante esta tragedia tan espantosa? Como militar, Joshua estaba acostumbrado al concepto de las bajas. Las vio muertas en misiones y por causa de cosas que no salieron bien mientras se ponían a prueba aparatos aéreos en el desierto.

Pero esto era distinto. Estas víctimas eran civiles. Cuando fueron a comprar sus boletos no acordaron formar parte de los riesgos de la guerra. Frenó su mente. Debía concentrarse en la tarea que tenía entre manos.

Eran pasadas las cuatro de la mañana y Joshua no había dejado su estudio desde la llamada de Ted. Su equipo le envió muchísima información y Joshua la revisó para encontrar las anomalías. No notó nada extraño. Realizó pruebas integrales de compatibilidad, un programa de su invención para controlar todas las unidades de DR, pero no descubrió nada. Comenzó a investigar hasta los detalles más mínimos de cada una de las unidades de defensa láserDR de vuelos comerciales que él y su equipo adaptaron para que se pudiesen instalar en aviones civiles.

En ese momento Ted y Carolyn, la jefa de física de armamento, se unieron a la investigación de Joshua por una llamada en conferencia. Revisaron dos veces, punto por punto, todo el protocolo de producción final. Los circuitos digitales, en el caso que hubiese habido una falla eléctrica. El diseño lógico digital. Incluso el esquema de la red de diodos dentro del láser. Luego los ajustes de la computadora de a bordo. Los datos de captura de dirección dentro del láser, que dirigían el rayo láser a copiar la señal dentro del sistema guía del misil. Y el comando espejo, que instantáneamente cargaba la dirección contraria en el sistema guía del enemigo. Todas las funciones diseñadas para operar sobre el misil que se acercaba a más de 1500 kilómetros por hora. Se verificaron todos esos sistemas sin encontrar falta alguna. Todos y cada uno de ellos debió haber funcionado.

Luego de varias horas en el teléfono, habló Carolyn. Aparte de Joshua, ella era una de las más responsables de los principios con los que operaba el dr. Era conocida por su franqueza.

—Estamos dando vueltas sin sentido.

Joshua no coincidió.

—No, estamos pasando algo por alto. Debemos quedarnos aquí hasta encontrarlo.

Carolyn no cambió de opinión.

—Josh, escúchame. Estamos trabajando solo con la mitad del panorama total hasta que consigamos lo que nos diga la caja negra y lo que la grabadora recogió momentos antes de la explosión. Mientras tanto, estamos avanzando a ciegas.

El diplomático Ted intervino.

—Creo que lo que ella está diciendo es que no es lógico comenzar con la premicia de que falló el DR, que fue un defecto de producción o de debilidad en el diseño. Tal vez sea algo más …

Joshua interrumpió.

—¿Cómo qué cosa? ¿Tal vez como que una bandada de pájaros golpeó el motor?

—Entra en razón, Josh —dijo Carolyn.

—No, entra tú en razón. Ambos. No podemos simplemente tomar el camino fácil. Ochenta y ocho personas murieron, ese es el número. Debemos descubrir el porqué. ¿Dicen que fue un error del piloto al activar el DR? ¿Es eso lo que están diciendo? No creo que sea así …

—No es eso lo que estamos diciendo —rebatió Ted—. Yo estaba contigo, ¿recuerdas? En el campo de prueba de misiles en White Sands cuando probamos elDR para aviones comerciales. Diez de diez. Resultados perfectos. Luego, las pruebas de la Agencia de Investigación Avanzada de Defensa y el Centro de Inteligencia de Misiles y Espacio. Ningún fallo en el sistema. ElDR pasó todas las pruebas a las que el Pentágono lo sometía.

Carolyn interrumpió de nuevo.

—¿Saben lo que va a ocurrir ahora, verdad? Las otras compañías de defensa con sus láseres, los tradicionales que simplemente actúan como armas de fuerza, explotando cosas en el aire, le van a decir al Pentágono que abandonen nuestro producto y que comiencen a operar con sus láseres. Les dirán que elDR conlleva demasiadas riesgos. Y la política detrás de todo esto … tienes que admitirlo, Josh, desde lo que ocurrió en Corea del Norte hemos estado trabajando en medio de un ciclón político. Por supuesto, elDR funcionó durante la crisis del año pasado, salvó a Nueva York de las armas nucleares de Corea del Norte. Pero el Congreso y la prensa nos han tratado como si fuéramos nazis, por el amor de Dios.

—Nos estamos desviando del camino —dijo Joshua.

Pero Ted quería agregar algo más.

—Escucha, Carolyn, sobre tu teoría de los láseres que solo actúan con fuerza brutal … todos sabemos que no funcionan bien: son demasiado pesados, demasiado voluminosos. Necesitan un rango muy corto de distancia para interceptarlo. Y si fallan al blanco, harán explotar a un avión inocente. Los láseres de estado sólido aún tienen fallas, y los láseres de energía química son como elefantes. Pero elDR es como una chita, excepto que tiene el coeficiente intelectual de Einstein. Joshua, sigamos recordando lo que nuestro láser de defensaDR ha logrado. No hace explotar los misiles en el cielo, algo que todavía es muy difícil de lograr. En cambio, toma información del sistema guía del misil y lo recalibra a la velocidad de la luz. Eso es algo revolucionario. De cualquier manera, mantengamos nuestras mentes abiertas … quizás es como dice Carolyn, y todas nuestras suposiciones están mal. Es posible que no se instalara correctamente.

—Nuestro equipo supervisó la instalación en los aviones comerciales.

—¿Será entonces otro factor?

—Oigan, —dijo Joshua con voz cansada— tenemos que enfrentar la posibilidad de que lo hayamos arruinado. Y ahora lidiamos con un grupo de víctimas mortales.

—No estoy dispuesta a asumir responsabilidad por eso —argumentó Carolyn— no hasta que conozcamos todos los hechos, de los cuales nos faltan muchos por conocer. Y una cosa más …

—¿Qué cosa? —preguntó Joshua.

—Como dijo Ted, elDR es la mejor tecnología que tenemos para proteger a los ciudadanos de misiles enemigos. La mejor. Y punto. Si comenzamos a desconfiar de ella, morirán más personas.

Alguien golpeó la puerta del estudio. Joshua puso a Ted y a Carolyn en espera. Del otro lado de la puerta se encontraba Abigail en pijamas.

—Solo quería saber cómo estabas.

—Nada bien. Deberías estar durmiendo.

—¿Estas bromeando? Ted me dijo algunas cosas cuando llamó, así que tengo una idea de lo que está ocurriendo y de lo que te está pasando por la cabeza en este momento.

Joshua se recuperó rápidamente y reaccionó con más sarcasmo del aconsejable.

—Abby, ¿acaso lees mentes ahora?

—En esta ocasión sí. Estás cargando con la responsabilidad de las muertes de todas esas personas del vuelo de Chicago. Fue una cosa horrible, pero no puedes culparte por eso.

—¿Y por qué no?

—Porque todavía no se sabe lo suficiente como para que te sientas responsable.

—¿Por qué todo el mundo trata que yo esquive la responsabilidad de este asunto?

—Nadie está haciendo eso.

—Tú lo estas haciendo. Y también Ted y Carolyn. Yo soy el único dispuesto a admitir nuestro error.

—O tal vez … — comenzó a decir Abigail.

—¿Qué?

Abigail abrió muy grandes los ojos.

—Tal vez es tu locura por el perfeccionismo, Josh, esa obsesión tuya. Si no es por el misil de defensa, son tus hijos, o …

—Esto no se trata de mí.

—Yo creo que sí. Siempre echas toda la culpa sobre ti. Eres masoquista en lo que respecta a esta cosa delDR

Joshua movió la cabeza. Abigail inclinó la suya.

—Lo siento. Fue un comentario un poco rudo.

Luego de unos minutos de silencio, Joshua dijo:

—Necesito volver a la llamada en conferencia. Salgo mañana temprano hacia la oficina. El avión ya esta listo.

—Cal se va a desilusionar. Llega mañana por la tarde.

—Él entenderá.

—Dijo que tenía algo para contarte.

—Sea lo que sea, tendrá que esperar —dijo Joshua suavizando su tono—. Oye, dile que vamos a hablar. Lo aseguro, ¿esta bien?

Joshua recordó algo.

—¿Se quedó a dormir Ethan March?

—Sí. Lo puse en el ala para huéspedes. ¿Está bien?

—Bien.

—Ya que hablamos de Nueva York, no te dije que …

—¿Qué?

—Recibí una carta del Pastor Campbell. Nos agradece el obsequio que le enviamos, el que era para el proyecto en barrios marginados de la iglesia Eternity. También dijo que esperaba volver a jugar contigo al golf, ya sabes, cuando vuelvas a la ciudad.

Joshua no respondió. En esos momentos un partido de golf le parecía absolutamente irrelevante.

—De acuerdo, te dejaré tranquilo —cuando se estaba yendo, agregó—: Estoy agradecida de poder tener a nuestra hija con nosotros, considerando lo que ha pasado.

Joshua asintió. Le avergonzaba pensar que estaba más concentrado en la investigación delDR que en el hecho de que Deborah se encontrara sana y salva … gracias a Ethan.

Pero cuando Joshua se volvió a Abigail, ella ya no estaba, y la puerta se había cerrado.