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A pesar de tener atributos positivos, parece que hacemos las cosas sin rima ni razón aparente. Observamos el auto nuevo del vecino; le imponemos nuestros puntos de vista a nuestra familia; juzgamos a los demás con los mismos estándares que nosotros establecimos arbitrariamente para nosotros mismos, y no podemos tener suficientes reality shows. Todos estos factores del perfil humano están más conectados de lo que pensamos.
Hacemos estas cosas porque la especie humana está inextricablemente conectada a un nivel muy profundo, y la forma en que esto se manifiesta es por la curiosidad de nuestros semejantes. A nuestra manera, todos somos dotados, pero, la mayoría de las veces, no sabemos cómo entender nuestros dones o cómo utilizarlos de manera que den resultados espectaculares.
No sabemos cómo ser nuestro propio Elon Musk, ni nuestro propio Bill Gates, Steve Jobs o Jeff Bezos. Todos estos hombres (sólo son una pequeña muestra de algunos de los triunfadores) son extremadamente exitosos en lo que hacen, sin embargo, entre ellos, no hay duplicados. Bezos logró tener un gran éxito haciendo algo muy diferente a lo que hizo Steve Jobs. Bill Gates contribuyó con algo muy diferente, y lo hizo de forma muy diferente a comparación de Elon Musk. Pero todos contribuyeron significativamente y en varias áreas de la vida que nuestra especie experimenta.
No estamos buscando y, realmente, no deberíamos estar buscando hacer lo que ellos hicieron. Buscamos comprendernos a nosotros mismos en la forma en que ellos se entendieron a sí mismos y explotaron sus mejores atributos.
Déjame ilustrar.
Al escribir este libro sobre Bezos, aprendí muchas cosas sobre él, pero, lo más importante es que aprendí algo muy importante sobre mi hijo más pequeño, quien se comporta de forma muy similar a lo que hacía Bezos cuando era un niño. Mientras investigaba sobre su vida, la avalancha de anécdotas que reconstruí en mi investigación –aunque supuestamente tenía que dibujar una imagen de Bezos en mi cabeza para poder narrarla con todos ustedes–, terminé dibujando la imagen de mi hijo menor. Y eso cambió mi punto de vista sobre él porque me enseñó a entender mejor a mi hijo más pequeño, quien siempre ha sido un skosh diferente a comparación de los niños ordinarios. No espero que hagas eso con tus hijos, pero podría ayudarte a explicar algo sobre ti y, si lo desarrollas, quién sabe a dónde pueda llevarte.
Lo diré aquí y lo diré de nuevo, las biografías nunca hablan sobre el tema y sólo se enfocan en el chisme. Las biografías de los grandes triunfadores son sobre nosotros mismos. Si lo ves desde esa perspectiva, entonces estás obligado a ver lo bueno en las demás personas para poder encontrar el poder y la fuerza en ti mismo.
Es bueno que Bezos esté en las noticias y que haya creado un llamado hacia él, porque las lecciones que nos puede enseñar, con tan solo disecar su experiencia y observar su trayectoria, serán de gran beneficio para grandes hileras de personas, aunque no para todos. Algunos de ustedes pueden beneficiarse con Jack Ma; otros pueden aprender más de Albert Einstein. Solo espero que mi humilde intento de reconstruir una pequeña muestra de su vida y sus interesantes logros desempeñe un papel que toque tu vida y la mejore.
Todos tenemos una pequeña voz en nuestra cabeza que puede provocar el éxito o el caos. Si sincronizamos esa voz, nos enviará alertas sobre las cosas que nos catapultarán hacia el reino de nuestras necesidades y deseos. Si nos tropezamos y comenzamos a prestarle atención a la voz equivocada, entonces comenzaremos a actuar bajo nuestros temores y prejuicios. Este libro no trata sobre qué voz escoger, sino de un hombre que ha ajustado finamente sus sentidos para saber exactamente cuál voz le está diciendo qué y cuándo debe escucharla. No es algo que provenga de una meticulosa y articulada definición, sino que proviene de errores, reflexiones, más errores, aprendizaje, y más errores, y luego, después de superar todos los retos, resolver todos los problemas, y escalar todas las montañas, encontramos logros en el horizonte y éxito en el amanecer.