Como un lamento

El Coronel se aficionó a la fotografía y comenzó a hacer retratos sociales. Abrimos una casa de revelados. En breve, lo más granado de la esfera militar desfiló bajo su lente.

Recuerdo a un capitán gigantesco de mujer diminuta. Domingo hizo poner en primer plano a la señora para mentir su tamaño. Ya no parecía un bebé sobre un almohadón de raso, sino una fruta furiosa.

Armábamos bellísimas escenografías desenrollables en la pared del fondo.

Por Aire, Tierra y Mar, las familias castrenses inmortalizaban su mejor perfil. Algunas, incluso, salieron en el diario. ManFredo ayudaba con el ventilador. Así, la cubierta de un falso buque parecía más viva.

Yo confeccioné un amanecer en paño lenci con sol guerrero en victorioso trance, que fue bastante requerido.

Me acuerdo del día en que decidimos sacarnos la foto de familia. La única que hicimos en todos estos años. El Coronel salió fuera de foco. Yo, con el ceño fruncido. ManFredo era el único sonriente. Sus dos partes se pusieron de acuerdo para ser felices frente al obturador. Posaron con las cabezas inclinadas. Parecían una balanza descompensada.

Al ver aquella imagen, lloré durante horas con desesperación. Y empecé a coquetear con la idea de separarlos. Eran chicos todavía.

En nuestra clase social, el disimulo es un valor inestimable. Un capitán no puede lucir un hijo mogólico en público, ni siquiera uno asmático. Cualquier suboficial es capaz de sacrificar a su prole si no le hace juego con el birrete. Hay mucho celo en la reputación y en la estética. Una mujer sin discernimiento es admitida, siempre que vista con elegancia y no se babee.

Aunque Domingo se había retirado, yo me seguí tratando con las mujeres de las armas. Señoras bien, con tendencia al vampirismo o a la indulgencia. Mis deformes alentaban sus murmuraciones malsanas.

«Para ascender de rango hay que hacerse querer por sus inferiores y desear por sus superiores.» Así decía el Decálogo del buen cadete. Qué manera de sufrir junto al folleto.

Siempre quise tener uno. Un cadete alto y sonrosado, en composé.