Cóndor lejano

Pensé que se venía conmigo. Pero no. Sigue respirando. La herida sólo complicó su axila izquierda. La recuestan en la cama de Manfredo.

Creo que lo único que me retiene acá es la curiosidad. Mi familia se confunde con otros recuerdos, pero siempre se impone por cantidad de asuntos. Toda mi vida es puro atrás, salvo ellos. Seres llenos de urgencia. No me dejan hacer la famosa revisión. Quédense quietos.

Abro la puerta del patio con dificultad y recuerdo el barco que nos trajo. Un barco es un sonido de fiebre que avanza. Veo a mi papá, lo miro a los ojos. Pupilas viejas, más jóvenes que mi muerte. Un hombre con la angustia tallada en cada arruga. Una cara con apuro por desaparecer.

Me hubiera gustado seguirlo por los vericuetos del centro, desde Retiro hasta su vida sin nosotras. Ese hombre no fue feliz. Pero quién.

Mi vida se ensancha hacia todos lados. Puedo instalarme en cada rincón a evocarme. Estoy en esta casa como en un cuerpo. Soy la temperatura ambiente.