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Entre el antisemitismo y el sionismo

El antisemitismo está inscrito en el ADN de la derecha española más reaccionaria y rezuma en muchas de sus manifestaciones, aunque a veces no lo haga de manera explícita y otras se reprima por razones de conveniencia. En las denuncias de Vox contra lo que denomina la «élite globalista» resuena el eco del «contubernio judeomasónico» con el que Franco etiquetaba a la oposición liberal y democrática a su régimen; es decir, a toda la que no era comunista. Y en los ataques contra George Soros subyace (aunque no se mencione) su condición de judío. Abascal llevó al paroxismo su obsesión con el magnate de origen húngaro durante el debate de la moción de censura de octubre de 2020, cuando lo tachó de «especulador financiero y conspirador antinacional, enemigo declarado de las fronteras europeas, del presidente norteamericano y del Estado de Israel» y «especulador multimillonario enriquecido con el sufrimiento de millones de personas». 1 Por si fuera poco, el vicepresidente de Vox, Jorge Buxadé, 2 le acusó de apoyar al separatismo catalán. 3 También tiene reminiscencias antisemitas el insulto «coletas rata» con el que la diputada Macarena Olona tituló un tuit en abril de 2021, tras justificar en nombre de la «libertad de expresión» una pintada con ese texto contra el entonces líder de Podemos Pablo Iglesias, 4 recordando a la propaganda nazi que retrataba a los judíos como ratas que infectaban y contaminaban la pureza de la raza aria.

En su particular visión de la historia de España, Abascal no oculta su admiración por Isabel la Católica; 5 y una de las propuestas estelares de su programa en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 fue trasladar la fiesta de la comunidad del 28 de febrero (aniversario del referéndum de autonomía de 1980) al 2 de enero (conmemoración de la toma de Granada en 1492). La reivindicación de los Reyes Católicos es coherente con una idea de nación basada en la uniformidad y la homogeneidad, bajo el monopolio moral y religioso de la Iglesia católica, aunque en pleno siglo XXI resulta imposible obviar que esos monarcas fueron artífices de la expulsión o conversión forzada de judíos y musulmanes, en lo que constituyó una expresión precoz de lo que hoy se calificaría como limpieza étnica. Más allá de consideraciones éticas, estos hechos históricos supusieron un dramático empobrecimiento cultural y económico de los reinos peninsulares. 6

Además, Vox ha abierto sus puertas a una ultraderecha abiertamente antisemita, como el grupúsculo neonazi MSR (Movimiento Social Republicano), del que era dirigente Jordi de la Fuente, secretario de Organización del partido en Barcelona tras la purga de la anterior dirección provincial. 7 Quizá por eso, el portavoz adjunto del partido en la Asamblea madrileña, Íñigo Henríquez de Luna, se mostró tan comprensivo con la marcha fascista celebrada en febrero de 2021 en Madrid, en la que una joven ataviada con la camisa azul de Falange clamó contra «el judío, enemigo y culpable» de todos los males, con una retórica propia de la Alemania de Hitler. «Nosotros respetamos el derecho de manifestación. Si hay ciudadanos que quieren recordar a la División Azul, no tenemos nada que decir. Me parece muy legítimo», declaró Henríquez de Luna. 8 Su jefa, Rocío Monasterio, tuvo que corregirlo de inmediato a través de Twitter: «La comunidad judía tiene todo nuestro apoyo en la denuncia y condena del antisemitismo. Esperamos que la justicia actúe y estos delitos de odio sean castigados de manera contundente». 9

N EGACIONISTAS DEL H OLOCAUSTO

Henríquez de Luna debió tomar nota de que incluso para los líderes de Vox, que alardean de «incorrección política» y no se muerden la lengua a la hora de arremeter contra feministas, musulmanes o el movimiento LGTBIQ+, hay un tema que es tabú: el pueblo judío. En abril de 2019, Fernando Paz, cabeza de lista al Congreso por Albacete, tuvo que presentar su «renuncia irrevocable» al puesto. El vicesecretario de Comunicación de Vox, Manuel Mariscal, elogió su «gesto patriótico» y denunció el «linchamiento mediático» del que supuestamente había sido objeto. Paz no era un candidato cualquiera. Había formado parte del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Vox elegido en marzo de 2014, el primero bajo el liderazgo de Abascal (de quien, además, es amigo personal), y ha dirigido su propio programa en Intereconomía, la televisión oficiosa de Vox. Conocido por sus exabruptos contra los homosexuales —dijo que muchas lesbianas «no lo son porque les atraigan las mujeres, sino porque desprecian al hombre»—, 10 no fue su homofobia lo que le apeó de la lista electoral. Su salida vino forzada por la difusión de la conferencia que había pronunciado tres años atrás, en 2016, en la sede de Falange, donde cuestionó los juicios de Núremberg contra los jerarcas nazis y el propio Holocausto. Aseguró que la verdad de lo que pasó en los campos de concentración «está lejos de haberse fijado con precisión», que la mayoría de los judíos no murieron en las cámaras de gas sino por disparos de la población de Europa del Este y que su exterminio no se debió a motivos racistas, sino a «razones militares e ideológicas».

La Federación de Comunidades Judías de España reaccionó con indignación, calificando de «inadmisible e inaceptable» que Vox pretendiera sentar en el Congreso a un negacionista de la Shoah. 11 Vox tuvo que dar marcha atrás: su responsable de relaciones internacionales, Iván Espinosa de los Monteros, acababa de realizar una gira por Estados Unidos con el objetivo de recaudar fondos y estrechar relaciones con el ala más conservadora del Partido Republicano y la negación del Holocausto era una línea roja que no se podía permitir sobrepasar. Lo comprobó también de primera mano el abogado José María Ruiz Puerta, tertuliano de Intereconomía en representación de Vox, de quien el partido ultra se desvinculó tras salir a la luz que había sido vicepresidente del Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE), la organización neonazi disuelta en 1993 que calificaba de «fábula» el Holocausto. 12

No fueron las únicas veces que el partido de Abascal tuvo que rectificar: cuando en marzo de 2021, su grupo parlamentario propuso eliminar la expresión «motivos racistas y antisemitas» de la tipificación del delito de odio, que figuraba desde hacía más de un cuarto de siglo en el Código Penal. Su diputado José María Figaredo insistió en que la mención era innecesaria y redundante, obviando que respondía a compromisos internacionales asumidos por España, pero acabó retirando la enmienda para «no dar la más mínima excusa con este asunto tan sensible para la comunidad judía y para Vox», según sus palabras. 13

P OPULISTAS Y SIONISTAS

Aunque algunos de sus socios europeos hacían gala de un antisemitismo apenas disimulado, como el polaco Ley y Justicia (PiS), que criminalizó la expresión «campos de concentración polacos» y la investigación sobre la complicidad de la población local con la persecución de los judíos, la ultraderecha israelí se reveló pronto como el mejor aliado de la nueva derecha populista en su común combate contra el islam. Uno de los protagonistas de la cumbre conservadora de febrero de 2020 en Roma —aquella en la que Abascal había conocido a Orbán— 14 fue el escritor israelí Yoram Hazony, autor de La virtud del nacionalismo , un ensayo galardonado con el premio al libro conservador del año 2018 que pretende reivindicar un supuesto nacionalismo virtuoso frente al denostado imperialismo que devastó Europa en el siglo XX . Y en los estatutos de The Movement, 15 la plataforma de la que se valió Bannon para aterrizar en Europa, figuraba como uno de sus objetivos «la defensa de Israel como un Estado soberano en su territorio histórico»; es decir, la anexión de Cisjordania. 16

Entre los defensores de Vox en esta comunidad destaca el empresario David Hatchwell —hijo y heredero del magnate sefardí Mauricio Hatchwell—, quien, en abril de 2019, salía al paso de las críticas al antisemitismo de Vox de dos destacados judíos, Henrique Cymerman —periodista israelí de origen portugués que trabaja como corresponsal de varios medios españoles en Oriente Medio— y Alejandro Baer —profesor de Sociología y director del Centro de Estudios del Holocausto y el Genocidio en la Universidad de Minnesota (Estados Unidos)—. «Tengo el gusto de conocer personalmente a Santiago Abascal, Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio y quiero decir alto y claro como judío español que Vox no es una formación antisemita», afirmaba el inversor y presidente de la Fundación Hispanojudía. 17 Hatchwell difundió su artículo en la web de Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM), una asociación de la que fue fundador y que tiende a confundir las críticas al Gobierno israelí con el antisemitismo. En 2018 difundió un informe en el que negaba que Gaza estuviera sometida al bloqueo israelí o fuera escenario de una crisis humanitaria (alegando, entre otros argumentos, su alto crecimiento demográfico); por el contrario, aseguraba que los bombardeos sobre la Franja eran proporcionales y estaban amparados por el derecho internacional, incluso cuando se trataba de represalias o tenían carácter preventivo. 18

Más allá de su conocimiento personal de los tres dirigentes de Vox, Hatchwell alegaba que dicho partido «admira la lucha del pueblo de Israel por su seguridad» y comparaba las críticas a la formación española con las que recibe el partido derechista israelí Likud. Ese mismo mes, el 27 de abril de 2019, «en nombre del Likud», su responsable de relaciones internacionales, Eli Hazan, deseaba a través de las redes sociales «un gran resultado a Vox y a su presidente», Santiago Abascal, en las elecciones generales que tendrían lugar al día siguiente. Ante el alud de críticas, Hazan se vio forzado a pedir disculpas por hablar en nombre de su organización cuando debería haberlo hecho a título personal, y se limitó a expresar su apoyo «a todos los partidos españoles que apoyan a Israel». 19 El polémico tuit resultó ser, en todo caso, un respaldo prematuro, pero no erróneo: tras las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de ese mismo año, Vox se integró en el Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés – European Conservatives and Reformists Party), con el que mantiene relaciones privilegiadas el Likud.

Sin embargo, el primer vínculo entre Vox e Israel no llegó a través de la entente internacional conservadora sino de Bardají. El amigo español de Steve Bannon y admirador confeso de Netanyahu es director ejecutivo de Friends of Israel, una iniciativa impulsada en 2010 por Aznar para contrarrestar la mala imagen internacional del Estado de Israel, de la que formaban parte, entre otros, el ex primer ministro canadiense Stephen Harper, el premio Nobel de la Paz David Trimble o el exconsejero de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton. La filial en Miami de la iniciativa recibió entre 2012 y 2016 dos millones de dólares de la fundación de Sheldon Adelson, magnate estadounidense conocido como el «rey de los casinos» que intentó desembarcar en España de la mano de Hatchwell con el frustrado proyecto de Eurovegas. 20 «No debemos disculpar o excusar las tendencias genuinamente racistas, xenófobas y antisemitas, o los excesos antiliberales, de algunos de estos partidos», escribía Bardají en 2017, en un estudio sobre la «nueva derecha alternativa» en Europa, editado por Friends of Israel. «Es difícil creer, por ejemplo, en una renovación real del partido de Le Pen [...], pero esto no debe hacernos perder de vista lo esencial: la aparición de estos movimientos, incluso con sus defectos, ya ha revolucionado la forma en que hacemos política en una Europa esclerótica, no solo incapaz de resolver problemas, sino ni siquiera de enmarcarlos [...]. Puede resultar difícil descubrir lo que los líderes de estos movimientos de derechas piensan realmente sobre Israel y más difícil aún lo que piensan sus seguidores. Pero el hecho es que mientras más hablan sobre Israel más parece que deberían gustarles a Israel.» 21

En marzo de 2018, Bardají se incorpora a Vox como miembro de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Aunque venía colaborando desde la creación del partido, no se afilia hasta que pierde su empleo como director de política internacional en FAES, la fundación de Aznar que, tras desvincularse formalmente del PP, ve cómo se cierra el grifo de la financiación pública y se ve forzada a recortar plantilla. Cuando en 2019 los principales dirigentes de Vox tomen posiciones en las listas al Congreso, al Senado o al Parlamento Europeo, Bardají será una excepción: saldrá de la dirección y no ocupará ningún cargo institucional. Se mantendrá como un cerebro en la sombra, lo que alimenta aún más su leyenda. Al contrario que sus compañeros de partido, él no necesita un sueldo del Estado. En septiembre de ese año será nombrado consejero de EXPAL Systems, una de las mayores firmas españolas de armamento y munición, en representación del fondo de inversión Rhône Group, dirigido por el multimillonario Robert Agostinelli, uno de los fundadores de Friends of Israel. 22