EL FUEGO DE LA EXISTENCIA      

El discurso poético niega la posibilidad de decapitar la pasión. Por el contrario, es fuerza que transita por los poros -como arma de protección- ante la insensibilidad del vivir. Eros ata y desata la búsqueda de la perpetuidad. El verbo nos enfrasca en el mito de Narciso y cantamos cómo nos descubrimos en el otro: “Somos océanos etéreos/ nos sobran los espacios/ de la risa y la luz/ porque no estamos solos, / tenemos los desiertos que nutren nuestros sueños/ y un vuelo que tirita/ como un pez tembloroso al filo de un abismo”. (No estamos solos) El apasionamiento reaviva el fuego de la existencia y lustra a la palabra poética con estancias de indagación, entrega, desolación y revelación.


El poeta afirma su renacimiento desde la entrega amorosa. Se despoja de las células muertas y su ser saborea una metamorfosis: “El amor es la dicha, / esa insólita patria que te mece/ con todos los sonidos/ de la carne y tu cuerpo”. (Esa insólita patria que te mece) La palabra poética encarna la llama que aclama por el ardor de las pasiones como acto de liberación del ser.


Mayra R. Encarnación

Profesora. Poeta. Carolina. Puerto Rico

(Pon tu anillo, Mayra, delante de un espejo, y verás mil pétalos arder en la ventana donde transitan poros, con el blanco rubor de una flor ardiendo en ese fuego que nos nace y a veces, calladamente, nos muere.)