LA SEDA REGRESA A SUS ORÍGENES.

Se apagan los lenguajes.

Los latidos proclaman

un tacto sin palabras.

En el penúltimo tiempo

mis ojos buscaban los jazmines

desprendidos de sus desiertos,

la noche encendida

apagó todas las soledades

y estranguló el hastío de la luz.

Sobre sábanas revueltas

acoso de los dientes a la carne:

¡murmullos incendiados

silbaban en el aire!

Herida la serpiente

la seda regresa a sus orígenes.