EL PUNTO LASCIVO DE LA CARNE

El corazón y el deseo, no caben en la misma mirada. Muchas veces la sangre se deja arrastrar hacia agujeros oscuros. Necesita más noche para construir su propia oscuridad, y busca hilar antorchas para que ardan todas las arañas que conforman sus dudas.

Hoy es una mañana de viento. No es un día distinto al de ayer. En realidad, el gris del día es un gris como el de cualquier otro día. Me pica un brazo.

Observo el cielo lleno de nubes. Los árboles me observan de reojo.

Hambriento como soy sacudo telarañas y busco al escorpión, la cola de un planeta primitivo y voraz. Es la estación del año más carnosa, la primavera es redonda e ingenua, atolondrada y lúbrica, su destino es posarse en el punto lascivo de la carne.

Me inquieta esta presión. Este fósforo verde que me somete a la sutil elipse de las formas. Me está asustando ser feliz. Mis manos solo buscan el lóbulo carnoso de la primavera, la tenue suavidad de la piel y la carne conmovida.