Nota de la autora

 

 

 

 

 

Esta historia no gira alrededor de la famosa «Carga de la brigada ligera», acción que se llevó a cabo el 25 de octubre de 1854 durante el transcurso de la batalla de Balaclava (Guerra de Crimea, 1853-1856), pero sí tiene su origen en ella.

Siempre me ha desconcertado ese episodio, del que se ha escrito mucho y no se ha llegado a un acuerdo sobre el motivo que lo desencadenó. ¿Una fatal equivocación, una insensatez, una rencilla entre los mandos británicos que emitieron aquella nefasta orden de cargar contra un enemigo muy superior en número y armamento, atrincherado y ayudado por la orografía del lugar? Lo que nadie duda es que fue un acto de valor, y penosamente suicida, por parte de los soldados que no tuvieron otra opción que acatar dicha orden.

Una hazaña inútil, ya que nada cambió para ningún bando, y con un trágico resultado para la Brigada Ligera, compuesta por cinco regimientos entre dragones ligeros, lanceros y húsares. Murieron 113 de los 673 jinetes que la formaban, otros 247 fueron heridos, la mayoría de gravedad, y solo un tercio de los caballos sobrevivieron; todo ello ocasionó que la Brigada Ligera quedara inoperativa.

Si queréis saber más sobre este sorprendente hecho histórico, encontraréis gran cantidad de información de todo tipo, entre ella algunas buenas películas, como la titulada The Charge of the Light Brigade —renombrada en España como La última carga—, dirigida por Tony Richardson en 1968, con un gran elenco de actores y magníficas interpretaciones. Incluso el grupo musical Iron Maiden les dedica su canción The Trooper.

Pero el homenaje más famoso y sentido es el que Alfred Tennyson, el gran poeta y dramaturgo británico, le dedicó en un poema, que escribió pocas semanas después de que la hazaña hubiese sucedido, y que resulta muy inspirador.

 

La Carga de la Brigada Ligera,
Alfred Tennyson.

I

Media legua, media legua,

media legua por adelante.

Por el valle de la Muerte

cabalgaron los seiscientos.

«Adelante, ¡Brigada Ligera!

¡Cargad sobre los cañones!» dijo.

En el valle de la muerte

cabalgaron los seiscientos.

II

«¡Adelante, Brigada Ligera!»

¿Algún hombre desfallecido?

No, aunque los soldados supieran

que alguien había cometido un error.

No estaban allí para replicar.

No estaban allí para razonar.

No estaban sino para vencer o morir.

En el valle de la Muerte

cabalgaron los seiscientos.

 

III

Cañones a su derecha,

cañones a su izquierda,

cañones ante sí

descargaron y tronaron.

Azotados por balas y metralla,

cabalgaron con audacia

hacia las fauces de la Muerte,

hacia la boca del Infierno

cabalgaron los seiscientos.

 

IV

Brillaron sus sables desnudos,

destellaron al girar en el aire

para golpear a los artilleros,

cargando contra un ejército,

que asombró al mundo entero.

Sumergiéndose en el humo de las baterías

cruzaron las líneas.

Cosacos y rusos

retrocedieron ante el golpe de los sables

Destrozados se dispersaron.

Entonces cabalgaron de regreso, pero no,

no los seiscientos.

 

V

Cañones a su derecha,

cañones a su izquierda,

cañones detrás de sí

descargaron y tronaron.

Azotados por balas y metralla,

mientras caballo y héroe caían.

Los que tan bien habían luchado

entre las fauces de la Muerte,

de regreso de la boca del infierno,

todo lo que quedó de ellos,

lo que quedó de los seiscientos.

VI

¿Cuándo se desvanecerá su gloria?

¡Oh, la valiente carga que hicieron!

Todo el mundo se maravilló.

¡Honrad la carga que hicieron!

¡Honrad a la Brigada Ligera,

a los nobles seiscientos!