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Jade

Susan y Jade miraron boquiabiertas a Mark mientras esperaban alguna explicación.

—¿A qué te refieres con eso de que eres mi Pareja ideal? —preguntó Jade, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué dices semejante cosa?

—¿Mark? —preguntó Susan, desconcertada—. ¿Qué es lo que está ocurriendo?

El chico bajó la cabeza y cerró los ojos. Inspiró hondo antes de volver a hablar:

—Kev y yo hicimos el test al mismo tiempo, y los resultados llegaron el mismo día, cuando él estaba en el hospital para una de las primeras sesiones de quimio —explicó en voz baja—. Abrí mi correo electrónico y supe que era Compatible contigo, Jade. Sin embargo, Kev no tenía a nadie. Mamá, ¿te acuerdas de lo desesperado que estaba por encontrar a su Pareja ideal después del diagnóstico?

Susan asintió con la cabeza.

—Pues borré su correo y le dije que él la tenía, pero yo no. Solo quería que fuera feliz. Pagué para obtener tus datos de contacto, Jade, y se los envié al móvil. No llegó a ver el email. Tendrías que haber visto la cara que puso al saber que existías, aunque estuvieras a miles de kilómetros de distancia. Entonces todavía parecía el antiguo Kev, ¿te acuerdas, mamá? Hasta les suplicó a los médicos que le dejaran ir a visitarte a Inglaterra, pero no se lo permitieron y no pudo contratar ningún seguro que cubriera el viaje.

Jade vio que Susan asentía con la cabeza, recordando cuándo había sucedido.

—Cuando el tratamiento se intensificó, fue horrible verle perder el pelo, adelgazar y convertirse en alguien a quien me costaba reconocer. Pero yo sabía que había hecho bien cada vez que le veía sonreír y recuperar el ánimo al recibir tus mensajes de texto y tus llamadas.

Jade pensó en el día en que había recibido confirmación de una Compatibilidad. La notificación le había llegado durante la hora del almuerzo en el trabajo, y se ilusionó tanto que pagó para obtener los datos sin prestar demasiada atención al nombre. Enseguida recibió un mensaje de texto de Kevin y, desde la primera conversación, simplemente dio por sentado que era su Pareja ideal. Le gustó su calidez y su entusiasmo, y muy pronto le tomó cariño. Era un claro contraste con sus sentimientos de fracaso por tener un empleo que detestaba y vivir con sus padres.

—Empezamos a hablar y conectamos —dijo Jade en voz baja—. Creo que no comprobé que fuese el nombre correcto.

Jade notó que la decepción de su suegra desaparecía. Sin embargo, su propia rabia iba en aumento.

—Lo siento mucho, Jade —dijo Mark—. Pero, créeme, sé lo difíciles que han sido para ti las últimas semanas. Desde el momento en que te abrí la puerta, sentí esas explosiones de las que hablan. Y no soporto pensar que le he hecho daño a la única chica del mundo a la que quiero.

—No tienes ni idea del tremendo daño que me has hecho —respondió Jade con solemnidad, y se clavó las uñas en las palmas de las manos para contener un arrebato de mal genio.

—Lo sé, en serio... oír a Kev hablando contigo por teléfono cada noche y verle en el salón sonriendo cada vez que llegaba un mensaje tuyo, a sabiendas de que debería haber sido yo quien los leyera y no él... fue una pesadilla. Me preguntaba qué os decíais y qué sentías por él, pero no podía decir nada de nada. Nunca esperé que llegaras a presentarte en casa. Y, cuando lo hiciste, fue al mismo tiempo lo peor y lo mejor que me había sucedido jamás. De pronto, estaba aquí la chica con la que debía estar, en mi puerta y durmiendo bajo mi techo, pero habías venido a ver a mi hermano, y él estaba totalmente colado por ti.

Jade notó que los ojos se le anegaban y parpadeó para contener las lágrimas mientras trataba de dominar sus emociones. Una parte de ella tenía ganas de abofetear a Mark, pero la otra parte ansiaba abrazarle con todas sus fuerzas.

—Me mentiste y mentiste a Kevin... Mentiste a las personas a las que supuestamente querías. ¿Cómo pudiste? Llevo semanas atrapada en una situación horrorosa, sintiéndome mal por no haberme enamorado de Kevin y creyendo que era una mala pécora, egoísta y desalmada. Has visto lo mal que lo estaba pasando, pero no has dicho ni una sola palabra. Ni siquiera has insinuado que las cosas no eran lo que parecían; has dejado que lo afrontara todo sola. Si me hubieras dado alguna pista, al menos podría haber decidido si quería tomar parte en ello o no. Pero me has quitado la posibilidad de elegir. Me has utilizado, Mark, y eso es lo que más me duele.

—Por favor, intenta comprender por qué lo hice.

—Lo intento, y eso es lo único que me impide darte un puñetazo ahora mismo. Entiendo que tuviste que anteponer a Kevin. Pero me cuesta mucho confiar en alguien. Independientemente de lo que mi cuerpo sienta por ti, no creo que mi cabeza o mi corazón vuelvan a confiar en ti nunca más.

—No digas eso, por favor —suplicó Mark—. Danos una oportunidad.

—Lo siento, no creo que pueda.

Jade abandonó el salón a toda prisa, volvió a la casita de invitados y cerró la puerta de su dormitorio de un portazo, dejando atrás todos los sentimientos que alguna vez tuvo hacia su Pareja ideal.