China, desde los tiempos antiguos, ha sostenido que el valor del arte es igual al de la filosofía... que no es una afirmación pequeña, dada nuestra relación con el taoísmo y el confucianismo. El arte tiene una tradición fuerte y polivalente, ya hablemos en términos de la corte imperial o de cualquier ama de casa sin educación. Y eso es muy distinto del papel del arte en occidente.
AI WEIWEI, artista
Es muy grande China...
NOEL COWARD, dramaturgo, Vidas privadas
Cuarenta minutos después de deshacer las maletas en mi habitación del hotel de Beijing, y caminar una manzana para estirar las piernas después de un largo vuelo, me interceptó un hombre de veintitantos años. Después del obligatorio: «¿De qué país viene?», empezó a decir: «Por favor, soy artista y expongo mis obras aquí cerca. ¿Me haría el honor de venir conmigo a verlas?».
Aunque no se perciba a primera vista, se trata de un engaño del que ya me habían advertido. Hay una exposición, sí, pero ese hombre no es el artista, sino que más bien es un gancho que va a comisión. Dicen que las obras de arte son de buena calidad, técnicamente, pero la exposición se compone de copias producidas en serie de cuadros ya existentes. Exposiciones similares con las mismas obras se encuentran en otros lugares de la ciudad, todos con un precio cinco (o incluso 15) veces mayor que obras similares expuestas en cooperativas de artistas. Es el equivalente local de «venga a ver las preciosas alfombras de la tienda de mi primo» en Estambul o Nueva Delhi. ¿Dónde, si no es en Beijing o quizás en Shanghai, el truco más común para embaucar a los turistas se puede centrar en el arte contemporáneo? «Hágame el honor de venir» era una buena invitación al mercado del arte contemporáneo chino.
Más tarde, un marchante me contó que cuando se te acerque un «estudiante de arte» como aquel, puedes hacerle la siguiente pregunta: «¿Dónde estudiaste arte, y cuál es el profesor más famoso allí?». Si no hay una respuesta inmediata, sal corriendo. Si se da la rara casualidad de que la respuesta es: «Academia Central de Bellas Artes, y Xu Bing», entonces igual vale la pena ir con el estudiante.
Xu es artista y vicepresidente de la Academia Central, una de las mejores escuelas de arte del mundo. La Academia Central era, hasta hace unos pocos años, una escuela controlada por el partido; hoy en día parece que ha evolucionado y se ha convertido en una de las escuelas de arte más liberales de toda China. Fueron los alumnos de Xu los que construyeron la icónica estatua Diosa de la Democracia, un homenaje de poliestireno a la Estatua de la Libertad, erigida en la plaza de Tiananmen durante las protestas estudiantiles de 1989. La Diosa fue aplastada por un tanque durante el subsiguiente desalojo militar de la plaza.
Beijing es el epicentro de la escena del arte contemporáneo del país, donde se reúnen los principales artistas, galerías y casas de subastas. La zona más conocida es el distrito de arte Dashanzi 798, de trece años de antigüedad, conocido por todos los taxistas como 7-9-8, a 30 minutos en coche del centro, hacia el nordeste. Es un laberinto de fábricas abandonadas, de ladrillo, al estilo Bauhaus, y una antigua fábrica de munición de construcción alemana oriental, que ahora alberga un montón de tiendas, cafés y 250 galerías que van desde las más creativas e innovadoras al arte en serie. En el periodo previo a los Juegos Olímpicos de 2008, el municipio de Beijing pavimentó las calles con adoquines e instaló una nueva iluminación, embelleciendo la zona y haciendo que subieran los alquileres de las casas de ocupación privada. Las visitas obligadas incluyen la galería Long March, con pintura y escultura, el 798 Space, con pintura, multimedia y performance, la Beijing Commune, con artistas tanto establecidos como emergentes, y la Chinese Contemporary, que se centra en el arte político y el realismo.
En 798 están representadas diversas galerías occidentales, sobre todo Pace, en un local impresionante de 2.200 metros cuadrados, en un edificio diseñado por Richard Gluckman. El fundador de Pace, Arne Glimcher, describe la escena de Beijing como «el acontecimiento artístico más emocionante que he visto desde los años sesenta». Decía que su estrategia era atraer a los mejores artistas siendo el actor principal en la ciudad.
A 15 minutos andando hacia el nordeste desde 798, se encuentra el Distrito de Arte Caochangdi, una extensión de carreteras sin pavimentar con enormes galerías que exponen a artistas menos integrados. Las galerías allí están separadas unas de otras; es mejor alquilar un coche con conductor que nos vaya esperando en cada sitio. Las galerías que hay que ver incluyen la F2 (solo con cita previa), Boers-Li, Galería Urs Meile, Cheng Ling Hui Espacio Contemporáneo y Platform China.
Como lo de «hágame el honor de venir a mi exposición», el mercado chino del arte no siempre es lo que parece. Empieza con las subastas. Se estima que hay unas 1.600 casas de subastas en el continente, un 80 por ciento de las cuales no tienen licencia del gobierno. Los coleccionistas chinos parecen más cómodos tratando con las casas de subastas, que han existido allí desde 1994, que con las galerías, que son un fenómeno mucho más nuevo. Los precios de las subastas son más transparentes, y los postores parecen sentirse más seguros por la presencia de otros postores. Muchos artistas, incluso los que están representados por alguna galería, prefieren vender arte primario en subastas, debido a que la comisión es mucho menor que a través de un marchante, y el pago es mucho más rápido.
Subastas Poly de Beijing es la casa de subastas dominante en el mercado de arte chino. Subastas Poly alcanzó su punto álgido en 2011 con ventas por valor de 1.200 millones, y luego en 2012 tuvo unas ventas un tercio inferiores, de 800 millones (los motivos los veremos más tarde).
Poly es una empresa privada dentro del Grupo China Poly. El Grupo Poly es la empresa pública de mayor tamaño del país, controlada por el Ejército y la Marina de Liberación del Pueblo; sus otras divisiones operativas manufacturan tanques militares y aviones. Poly en chino mandarín significa «defender la victoria». Las relaciones de la empresa de subastas con su casa madre son opacas. Sin embargo, Subastas Poly es respetada y temida por sus competidores por su capacidad de valerse de los recursos del grupo madre.
Subastas Poly puede representar el capitalismo estatal, pero es conocida por su disposición a ofrecer tratos para atraer consignaciones. Ha ofrecido a los consignadores adelantos de hasta un 80 por ciento, y compradores hasta un cien por cien para financiar compras. Su empresa hermana, Cultura y Artes Poly, actúa como agencia cultural estatal. Poly Cultura tiene su propio museo y la responsabilidad de coleccionar artículos importantes de la herencia china, algunos de los cuales vienen a través de Subastas Poly. El Ejército/Marina de Liberación del Pueblo también compra arte para su propio museo.
China Guardian es la casa de subastas número dos con 1.200 millones de dólares en ventas. Asegura que toma modelo de Sotheby’s para sus operaciones. La fundadora y presidenta de Guardian es Wang Yunnan, hija del antiguo líder del Partido Comunista Zhao Ziyang, que fue purgado después de las protestas de la plaza de Tiananmen en 1989.
Poly y Guardian, entre las dos, tienen alrededor de un 60 por ciento del mercado de la China continental para el arte contemporáneo de primera fila. Acabando de completar las cuatro primeras casas chinas están Beijing Council y Subastas de Arte Hanhai, ambas en Beijing.
Christie’s y Sotheby’s sufrieron múltiples retrasos en su intento de asegurarse el permiso del gobierno para celebrar subastas en el continente. Durante años, solo ofrecieron subastas en sus locales de Hong Kong. En septiembre de 2012, Sotheby’s invirtió 1,2 millones para una cuota de un 80 por ciento de una empresa conjunta con propiedad estatal, GeHua Arte. La empresa madre de GeHua, GeHua Grupo Cultural y de Desarrollo, está construyendo la zona de comercio libre de Tianzhu, junto al aeropuerto de Beijing. Sotheby’s llevará a cabo subastas y exposiciones con venta dentro de esa zona. El arte estará exento de pagar derechos de aduana, mientras permanezca en la zona; los que compren para invertir, podrán almacenarlo allí mismo para después revenderlo.
Para celebrar su empresa conjunta en 2012, se permitió a Sotheby’s que fuera la primera casa de subastas internacional en llevar a cabo una subasta en la China continental desde el establecimiento de la República Popular en 1949. Subastaron una sola obra de arte, una escultura de Wang Huaiqing, Self and Self Shadow (Yo y sombra del yo), por 1,4 millones de RMB (220.000 dólares) con tres postores.
Siete meses más tarde, en abril de 2013, y sin el requisito de una empresa conjunta, Christie’s obtuvo la licencia de celebrar subastas en Shanghái, y presumiblemente, en cualquier otro lugar del continente. Christie’s puede operar con su propio nombre, y por tanto ha ganado por la mano a Sotheby’s a la hora de construir una marca con buena reputación en ese mercado importante. Cada casa de subastas sostuvo su primera subasta regular en China en otoño de 2013.
Los marchantes de arte operan de forma distinta en China. Pocos artistas muy conocidos tienen contratos en «exclusiva» con hasta tres galerías distintas en la misma ciudad. Las galerías compiten por las mejores obras de cada artista; los coleccionistas visitan varias galerías para negociar precios más bajos «por esa obra de la otra galería». La galería F2, en el distrito de Caochangdi, tiene a varios artistas con múltiples representaciones. Los esfuerzos de las galerías primarias van a promocionar su obra a través de la galería F2 de Los Ángeles, donde realmente hay una exclusiva.
Algunos artistas contemporáneos chinos bien reconocidos están representados por un marchante extranjero, pero tienen poca representación doméstica. En los mercados occidentales, Liu Xiaodong está representado por Mary Boone, Zeng Fanzhi por Acquavella, y Zhang Huan por Pace. Xu Zhen está con James Cohan, Liu Ye con Sperone Westwater, Huang Yong con Gladstone, y Yang Fudong con Marian Goodman. Ninguno de esos artistas tiene representación en todas las ciudades importantes chinas. Algunas ventas domésticas de sus nuevas obras se han hecho en subastas, en parte porque las tarifas son más bajas, pero sobre todo porque a menudo consiguen precios mayores que en las galerías (ya hablaremos de esto más adelante).
Los coleccionistas chinos cada vez se ven más expuestos al arte mediante viajes a ultramar, por experiencia de primera mano y por internet. También se educan con las cadenas chinas de televisión CCTV y Phoenix, que producen programas sobre arte y subastas. Coleccionar arte se ha convertido en algo aceptable, debido al cambio de la actitud social hacia la exhibición abierta de riqueza.
En el continente hay un sector de compradores que va en aumento lentamente para el arte occidental de primera categoría, sobre todo de coleccionistas de Shanghái y Beijing. La mayoría del arte occidental se compra en subastas en Hong Kong. Casi la mitad del valor de este arte implica a Picasso, Warhol, Koons y Murakami. En mayo de 2010, un comprador de Hong Kong dio nueva energía al mercado del arte con una compra récord de 106,5 millones de dólares de Desnudo, hojas verdes y busto de Picasso, de 1932. En 2007, el multimillonario de Hong Kong Joseph Lau estableció un récord en subasta de 72 millones para un Andy Warhol con su compra de Green Car Crash (Accidente de coche verde).
El arte contemporáneo chino más buscado en Occidente es de la década posterior a 1985, quizá reflejando la creencia de que las mejores obras de arte vienen de periodos de grandes cambios. Durante largo tiempo el más popular fue «el arte de los heridos», que examinaba el daño hecho por la Revolución cultural, y el «realismo cínico» que refleja la colisión del capitalismo con el comunismo. Sin embargo, el arte de la Revolución cultural se ha vuelto ubicuo. El más valorado es el arte contemporáneo de gran impacto para colgar en la pared, en el mismo sentido que Warhol, Hirst o Rothko. Las obras derivativas, de las cuales hay muchas, y las que imitan el arte contemporáneo occidental, no se han vendido bien.
Igual que en Occidente, existe un estatus considerable que puede ser unido a la compra de arte de primer nivel. El coleccionista chino se ve implicado en una transacción social, así como económica. Anuncia su posición mediante su capacidad de pagar un precio récord. El marchante de arte Andrew Kahane dice: «Los compradores chinos quieren que los vean gastando mucho dinero, quieren establecer récords mundiales». Algunos supercoleccionistas chinos se presentan como repatriadores de obras de valor cultural e histórico de propietarios occidentales. Los coleccionistas pueden anunciar que están gastando por el bien de la nación, como forma de conseguir estatus cultural.
La mayoría de las ventas tienen lugar en casas de subastas del continente. Un coleccionista chino vendiendo (pero no comprando) a través de una casa de subastas está expuesto a las críticas por una actividad poco patriótica. Si ese individuo también tiene tratos con el gobierno, podría afectar a su posición.
Los artistas parecen cómodos ocupándose de casi todos los temas sociales o políticos, aunque las obras que explícitamente critican a líderes del partido o símbolos nacionales se consideran prohibidas, en general. El Distrito 798 de las Artes de Beijing tiene lo que se ha llamado una «oficina de dirección», y una de sus funciones es controlar y eliminar las obras de arte que podrían ser perjudiciales para el bien del público.
El mercado del arte chino vio cuatro años de fuerte elevación de los precios y después una fuerte corrección, tras la conmoción de la crisis económica occidental de los años 2007-2008. El declive duró 15 meses, antes de que volviera la confianza y los precios subieran de nuevo. Durante las horas bajas, las casas de subastas importantes y los marchantes sobrevivieron, pero desapareció alrededor de un 20 por ciento de las galerías. En el distrito 798, muchos marchantes se convirtieron en cafeterías u outlets de ropa, y luego volvieron a emerger como galerías en 2010. A principios de 2011, los precios del mercado estaban cerca de los niveles anteriores a 2008.
La confirmación de la recuperación vino con la venta de 104 lotes de la famosa Colección Ullens, de Sotheby’s, en Hong Kong, en abril de 2011. El barón Guy Ullens es hijo de un diplomático belga; su riqueza procede de la industria de la alimentación. En 1984, Ullens y su mujer, Myriam, empezaron a coleccionar arte contemporáneo chino en profundidad. Reunieron la que probablemente era una de las dos mejores colecciones privadas, lo que Sotheby’s llamaba una «visualización de la historia [reciente] de la nación china... con valor de museo en su calidad y amplitud». La subasta de los Ullens produjo un total de 48,7 millones, tres veces la estimación previa a la subasta, que era de 16 millones. Los medios de comunicación chinos informaron de que justo un poco más de la mitad de los compradores eran chinos; los demás eran occidentales, de Japón, Malasia, Indonesia y Tailandia.
El lote estrella era el tríptico de Zhang Xiaogang Forever Lasting Love (Amor eterno) (1998), que obtuvo 10 millones de dólares, el triple de su estimación, y más de seis veces los 1,4 millones que había conseguido en Christie’s de Hong Kong en 2007. El día después de la venta de Ullens, Sotheby’s de Hong Kong ofreció otro Zhang, esta vez de la serie Bloodline: Big Family (Líneas de sangre: gran familia) (obra similar ilustrada). La serie de Bloodline está basada en unos retratos familiares taciturnos tomados durante la Revolución cultural. Esta versión obtuvo 6,4 millones, el segundo mejor resultado del artista en subasta. Hace poco, en 2006 (justo antes del crash), el Comrade n.º 120 (Camarada n.º 120) de Zhang, vendido en una subasta de arte contemporáneo asiático de Sotheby’s en Nueva York por 979.000 dólares, y ese fue el precio más alto de subasta.
En 2007, un estudio de Artprice concluyó que China había ocupado el tercer lugar en el mercado mundial del arte, desplazando a Francia y a la zaga del Reino Unido y Estados Unidos. En marzo de 2011, un estudio de la Federación Británica del Mercado del Arte concluía que China había superado al Reino Unido al convertirse en el segundo mercado más grande del mundo. En mayo de 2011, Artprice anunciaba que China había subido ya al número uno, representando el 33 por ciento del total de ventas de obras de arte, con Estados Unidos en el 30 por ciento, Reino Unido en el 19 por ciento, y Francia el 5 por ciento.
¿Es realmente China el número uno, o es otro de esos hechos engañosos que «no son lo que parecen»? El cálculo de Artprice estaba limitado a las ventas de bellas artes y subastas públicas, rechazando las cifras de las galerías y de los marchantes privados como opacas (que lo son, ciertamente). En Occidente, las ventas de marchantes privados y de galerías suben más que las de subastas.
Más del 50 por ciento de las ventas en subasta en China son obras de arte primarias recién hechas, que en Occidente se venderían a través de marchantes. En casas de subastas más pequeñas, la cifra podría ser de un 80 a un 90 por ciento. Algunas casas de subastas no borran de las cifras de ventas las obras que se han quedado sin vender (en algunos casos, hasta el 50 por ciento de las ofrecidas), o no se han pagado, o resulta que son falsas.
Los precios conseguidos son sospechosos también por una serie de prácticas que en Occidente se considerarían cuestionables. Algunas casas de subastas han aceptado una obra primaria en consignación cuando el artista accede a presentar un postor. El postor y el artista acuerdan de antemano un precio de compra. El postor sube lo necesario para ganar, y el artista reembolsa al comprador la cantidad que quede por encima del precio acordado.
El marchante puede traer compradores a la subasta para que suban el precio en las pujas y establecer un récord mundial para ese artista. El comprador obtiene un reembolso. Los coleccionistas que visitan la galería pueden obtener grandes descuentos a partir del precio de subasta. Me dijeron que un posible arreglo también era «compra una obra en subasta, y el marchante te regala una o dos más».
En 2010, el comisario independiente chino Zhu Qi dijo por la Radio Nacional Pública que durante el periodo de 2008-2009 de corrección de los precios del arte en China, hasta un 80 por ciento de las transacciones de las que se había tenido noticia eran «falsas o hinchadas». En septiembre de 2012, Legal Daily, la publicación del Comité de Asuntos Políticos y Legislativos chinos, informó de que Beijing tomaría enérgicas medidas contra las «tres falsedades» del mercado del arte: obras falsas, ventas falsas y subastas falsas, todas las cuales dañan la reputación de China en el mercado del arte internacional.
Algunos aumentos de precio verificables rivalizan con cualquiera de los vistos en Occidente. Los marchantes cuentan la historia de un cuadro de 1993 de Yue Minjun, famoso por sus retratos de hombres muy sonrientes. Gweong Gweong, de Yue, de 1993 (ilustrado), un cuadro de la ofensiva de la plaza de Tiananmen en 1989 con bombas sonrientes que caen sobre Beijing, se vendió en Christie’s de Hong Kong en 2008 por un récord para el artista de 54,1 millones de dólares de Hong Kong. Se vendió originalmente a un marchante de Hong Kong en 1994 por 5.000 dólares, y fue revendido en subasta en noviembre de 2005 por 4,9 millones de dólares de Hong Kong.
Algunos de los precios conseguidos por obras de arte chino son realmente impresionantes. Los artistas chinos copaban 33 de los 100 precios más elevados en subasta de los artistas contemporáneos vivos en 2011. Cuatro de los diez artistas más importantes en 2011, en términos de ventas anuales totales en subasta, eran chinos: Qui Baishi (segundo, detrás de Picasso y por delante de Warhol); Zhang Daqian (cuarto, por delante de Giacometti); Xu Beihong (sexto, por delante de Matisse); y Fu Baoshi (noveno, por delante de Lichtenstein). La posición de Qui Baishi quizá sea exagerada; incluye la venta de un cuadro de tinta en subasta por 65,4 millones de dólares, de la cual se ha hablado mucho, pero que se cree que no se acabó de formalizar.
El récord de venta en subasta de una obra china contemporánea se estableció en octubre de 2013 en Sotheby’s de Hong Kong. La obra The Last Supper (La última cena) de Zeng Fanzhi (2011) se remató por 23 millones de dólares. Se trata de una reelaboración de la obra de Leonardo, donde los apóstoles llevan uniformes de Jóvenes Pioneros comunistas y unas máscaras inexpresivas. La obra fue comprada por Qatar.
¿Cuál es el verdadero lugar de China en el mundo del arte, por tanto? Ciertamente, el tercero, por delante de Francia. Si incluimos las ventas en Hong Kong, la ciudad de subastas más importante después de Nueva York y Londres, China probablemente será segunda. Todavía le queda un largo trecho para ser la primera.
Dado lo rápido que han subido los precios del arte contemporáneo chino, ¿qué posibilidades hay de una súbita corrección de precios? La demanda de arte contemporáneo chino todavía es escasa. En el puesto más alto del mercado, unos pocos supercoleccionistas del continente se dice que son responsables de la mitad de las obras de arte contemporáneo más caras en subasta, a lo largo de un periodo de tres años. Entre ellos se encuentran Yu Mingfang, de Belle International Holdings; Liu Yiqian, con su esposa Wang Wei, que abrirán su propio Museo del Dragón en el distrito de Pudong, en Shanghái; Li Guochang, de China Forestry Holdings y su esposa Su Yan, que han fundado el Wall Art Museum, y el propietario de concesionarios de automóviles Yan Bin y su esposa Yan Qing, que también son propietarios de la Galería Aye. Si esos u otros coleccionistas importantes deciden que el arte contemporáneo chino ya no es la mejor forma de conseguir lo que quieren, o si, sencillamente, encuentran una nueva pasión, ¿les sucederán otros que llenen el hueco que ellos dejen?
El mercado occidental para obras contemporáneas chinas también es escaso. Gran parte del arte chino parece interesante pero «ajeno» a los ojos occidentales; no tiene el atractivo universal de Richter, Warhol o Koons. ¿Se abrirá camino una gama mucho más amplia de obras de artistas chinos hacia el patrimonio artístico de los países occidentales? ¿Las exhibirán permanentemente los principales museos occidentales?
Varios bancos importantes chinos, incluyendo el China Minsheng Bank, China Construction Bank y China Merchants Bank, están promocionando fondos de inversión en arte. Sus compras representan un porcentaje más elevado del mercado contemporáneo chino de lo que se predica de los fondos de arte en cualquier país occidental. Una sucesión de reembolsos correría el riesgo de una venta forzada de muchas obras de arte.
Siendo optimistas, el aumento de la riqueza individual sugiere que el mercado del arte tiene el apoyo necesario para seguir siendo alcista. En 2010 China se convirtió en la segunda economía más importante del mundo, por detrás solo de Estados Unidos. El Hurun Report, informe chino equivalente al Forbes, dice que hay casi un millón de millonarios en China y 115 multimillonarios, la segunda cifra en importancia después de Estados Unidos. Por supuesto, si se repite la conducta del coleccionista temprano, la nueva riqueza puede que se use inicialmente para pujar y adquirir arte tradicional chino, o arte occidental moderno e impresionista, en lugar de arte chino contemporáneo.
La economía china misma puede ser una burbuja que corra el riesgo de estallar. Consideremos una estadística. Se dice que hay 62 millones de edificios de pisos acabados pero no vendidos en el país, cuyo número no hará más que aumentar en los próximos cuatro años. El economista Nouriel Roubini, famoso por predecir correctamente la crisis económica occidental de 2007-2008, predice ahora que la economía china puede hacer implosión, y advierte a los inversores en activos chinos que los vendan enseguida.
Las iniciativas de los gobiernos pueden o bien hinchar o deprimir el mercado del arte a corto plazo. Un movimiento estimulante fue la declaración en 2011 del Congreso Nacional del Pueblo de que el objetivo para los cinco años próximos es una «China feliz»... con lo cual se supone que quieren decir que habrá más dinero del gobierno disponible para alojamientos públicos, museos, deportes y arte. China planea erigir cien nuevos museos al año durante diez años, y el dinero nuevo puede ayudar a asegurar esas infraestructuras y la consiguiente demanda de obras artísticas.
Luego, en marzo de 2012, el ciudadano alemán Nils Jennrich y su colega china Lydia Chu, empleados de la compañía de envío de arte Integrated Fine Art Solutions, fueron arrestados en Beijing por subvalorar supuestamente importaciones de obras artísticas al continente, y evadir impuestos de aduanas (hasta nada menos que un 34 por ciento de importaciones de arte). Fueron detenidos también varios coleccionistas importantes. Algunos comentaristas pensaban que posiblemente hubiera una motivación política detrás de esas detenciones, porque Integrated Fine Art se encargaba de los envíos de obras de Ai Wei Wei.
El gobierno chino pidió a Christie’s y Sotheby’s que les entregaran listas de postores, compradores y precios de ventas de sus subastas de Hong Kong. Se dice que las casas de subastas dieron los precios, pero no las listas de clientes.
Un marchante de Beijing, según sus clientes, dijo: «no es momento de comprar arte». En la siguiente ronda de subastas tanto en Beijing como en Hong Kong, el total de ventas bajó hasta casi la mitad del año anterior. Las ventas de arte contemporáneo de las que informaron tanto Subastas Poly como China Guardian habían bajado un tercio para el año 2012, comparado con 2011, y un 50 por ciento más en los tres primeros meses de 2013. De repente, Poly y China Guardian se encontraron respondiendo al mismo deterioro de las ventas que sufrieron Christie’s y Sotheby’s en 2008 y 2009.
Estas cifras de ventas menguantes, sin embargo, son difíciles de interpretar. En 2012, el gobierno chino empezó a controlar los informes de ventas en subasta individuales, para comprobar que los compradores estaban pagando los impuestos correspondientes, haciendo así menos probable que se dieran unas cifras de ventas fantasmas.
Mi anécdota favorita del mundo del arte chino hace referencia a la actitud del país hacia las falsificaciones, e implica al artista contemporáneo y superestrella Zhang Daqian. En 1967, Zhang estaba visitando la galería de arte de la Universidad de Michigan para ver la exposición de una obra del pintor chino del siglo XVII Shitao. Después de ver toda la exposición, Zhang señaló algunas de las obras, diciendo: «yo pinté esa, y también esa».
¿Hablaba en serio? Zhang ciertamente había pintado muchas obras al estilo de Shitao en el pasado. Copiar la obra de Shitao no era una falsificación, sino una manera de rendir homenaje. Ser considerado tan bueno como el maestro era un cumplido extraordinario. ¿Decía la verdad Zhang al atribuirse aquellas obras? Algunos de la galería de arte Michigan creen que sí.
Cuando uno va paseando por el distrito de arte 798, se encuentra con ejemplos de la línea sutil que existe entre expresiones políticas y no políticas. Varios años atrás, como respuesta a una oleada de producción de imágenes estilo Warhol de Mao, el ministerio de cultura emitió la noticia de que los artistas debían evitar usar la cabeza del antiguo presidente en sus obras. La respuesta fue una estatua de Mao sin cabeza situada en el extremo norte del 798 (ilustrada).
En lugar de denunciar la obra y eliminarla, como creían que iban a hacer los galeristas del 798, el Ministerio de las artes compró otro ejemplar de la edición para la colección nacional. El comunicado de prensa explicaba que el cuerpo sin cabeza simbolizaba que el gobierno representa igualmente a todos sus ciudadanos.
La naturaleza cuestionable de muchas de las estadísticas que se citan no debería restar méritos al increíble mercado de arte contemporáneo que se ha desarrollado en China. La calidad técnica y la innovación artística rivalizan con las de cualquier otro país. Resulta tanto asombroso como vagamente incómodo ver el dinamismo y diversidad que florecen en una sociedad que controla tan estrictamente muchos otros aspectos de la expresión cultural.