CADA VERANO, PADRE y yo solíamos visitar el santuario de Kheer Bhawani cerca de Ganderbal. El templo fue construido (¿o reconstruido?) alrededor del siglo XII d.C. y fue considerado el templo más importante de la comunidad de los Pandit Kashmiri.
Había un enorme árbol de chinar en medio del complejo del santuario y a menudo veía peregrinos descansando bajo el gigante árbol.
El templo fue construido sobre un manantial sagrado que se creía que cambiaba de color para predecir la naturaleza de los eventos por venir. Padre me dijo una vez que cada vez que invadían Kashmir, el color del manantial se volvía negro.
El negro significaba que Kashmir estaba a punto de atravesar por momentos muy difíciles.
Como cualquier otra historia, la encontré fascinante, pero realmente no creía tanto en ella.
Era un día soleado y cálido. Rendimos reverencias en el complejo del santuario principal y dimos una vuelta por el manantial. De repente, mis ojos se posaron en las aguas.
Se veía... ¿turbia?, o ¿negra?, ¿Estamos en problemas? No, no, no... no puede ser. Debo estar imaginando cosas.
En ese momento, escuché algo de conmoción. Un hombre se puso histérico. Estaba claro que yo no era el único que había notado el color negro del manantial.
-Este es un mal presagio. Algo malo va a suceder. Por favor diosa, no te enojes con nosotros, imploró un hombre con una kurta café postrándose en el suelo.
Las palabras enviaron un escalofrío a través de mi columna. Nunca creí en las supersticiones, pero todo el incidente fue demasiado inquietante.
***
PARA JUNIO DE 1989 en adelante, comenzamos a experimentar algo extraño. Noté una bandera pintada en una colina sobre en el acantonamiento de Badami Bagh. Era una bandera extraña con un triángulo blanco en el lado izquierdo. La mitad superior de la bandera era verde y la mitad inferior era roja con las palabras “JKLF” escritas en negrita justo encima de la bandera.
¿JKLF?, ¿Qué diablos es eso?, ¿Qué significan esas letras?
Volví a casa. Padre, como de costumbre, estaba leyendo su periódico. Parecía un intelectual típico con sus anteojos de montura, barba blanca recortada y cabello plateado.
Padre me miró. ¿Qué tal tu día? Esa era su forma típica de iniciar una conversación.
-Padre, ¿Qué es JKLF? Pregunté sin molestarme en responder a su pregunta.
El parpadeó como si fuera una pregunta extraña.
- ¿Dónde escuchaste esa palabra?
-Vi las letras pintadas en rojo intenso sobre una colina en Badami Bagh.
Padre me miró como si no supiera que decir o por dónde empezar.
-He escuchado algunos rumores sobre la organización. Aparentemente, es una organización que quiere la independencia de Kashmir. Me temo que no sé nada más que eso.
Padre sonó vago. La Independencia de Kashmir me pareció extraña. Éramos felices en nuestro mundo. Vivíamos en un país libre. ¿Por qué algún idiota quería ser “liberado” ?, ¿Para qué?, ¿Y de qué?
***
PRONTO COMENCÉ A ENCONTRAR folletos. Miles de ellos, en cada calle de Sinagar pidiéndole a las mujeres musulmanas cumplir con la Shariah o las leyes islámicas. Curiosamente, también les pidieron a las mujeres hindúes que usaran una tilak en la frente para que pudieran ser reconocidas como hindúes desde la distancia.
Mis familiares comenzaron a informar sobre una serie de incidentes extraños. Mi primo informó que vio a un grupo de hombres que subían y bajaban corriendo las 300 escaleras del templo Shankaracharya como si estuvieran haciendo ejercicio. Otro pariente escuchó a un comerciante decir, “Insha’Allah nuestra próxima ración vendrá de Islamabad.”
Nosotros, los Kashmiris, hindúes o musulmanes, generalmente tenemos una actitud relajada ante la vida. Entonces ¿por qué algunos hombres se han interesado de repente en el ejercicio físico?, ¿Por qué algunos comerciantes esperan que pronto sean parte de Pakistán? Estas preguntas seguían atormentándome.
Los periódicos informaron que la policía había capturado un camión cargado de explosivos y armas de fuego. El tipo de armas de fuego sofisticadas que nunca habían visto. El informe agregó que la policía pensó que había capturado un juego de rifles Kalash.
¿Rifles Kalash?, ¿Qué diablos era eso?
Años más tarde, me di cuenta de que en realidad eran rifles Kalashnikov. Los mismos rifles que usaron los afganos contra los Rusos y viceversa.
Los policías en Kashmir, al igual que los policías de cualquier otra parte de India, carecían en gran parte de armas. La mayoría de ellos llevaban un bastón. Cuando era necesario, fueron entrenados para usar el rifle .303 de la era británica, la cual era tan difícil de cargar y disparar. Las armas Sten se fueron introduciendo gradualmente, pero en los ejercicios de control de disturbios a menudo se atascaban. En cuanto a las pistolas, solo los oficiales tenían derecho a portarlas.
Las armas semiautomáticas estilo Kalashnikov estaban más allá de su comprensión. ¿Significaba la perdición para mi Kashmir?
***
ÉRAMOS VISITANTES FRECUENTES de un templo Shiva a orillas del rio Jhelum. Su ladrillo era negro atestiguando su vieja herencia. El sacerdote estaba recitando himnos que parecían liberar un tipo especial de energía en la atmósfera. El Shiv ligam se veía enorme y majestuoso y tan lleno de poder divino que los devotos se postraban inmediatamente en reverencia.
En ese momento, vi a una niña entrando al templo con sus padres. Su cabello estaba suelto, y a la luz del sol, parecía tener un tinte marrón rojizo brillante. Su sonrisa irradiaba energía ilimitada. Estaba entusiasta con la vida, y su elección de Salwaar Kameez de color amarillo brillante lo indicaba.
Reshma! Tenía que ser ella.
Por unos momentos, seguí mirándola. Y ella siguió mirándome. Ella arqueó las cejas preguntándose por qué la estaba mirando. E hice lo mismo, curiosamente. El sacerdote siguió cantando y sentí que los dioses estaban derramando sus bendiciones sobre nosotros. Mis manos estaban juntas en oración y también las de ella.
Olí algo extraño. Como queroseno o gasolina, no estaba seguro. Pensé que mi mente estaba imaginando cosas. Así que, ignoré el olor y me concentré en la hermosa atmósfera en la que estaba inmerso.
Era casi finales de septiembre. El verano se alejaba lentamente. La brisa fresca que nos recibió anunció el comienzo del otoño. Mi estación favorita. Algunos álamos habían comenzado a ponerse amarillos, y esperaba con ansias el momento en que todos los árboles se volvieran de color naranja, amarillo o rojo brillante.
El sacerdote seguía cantando. En ese momento, pensé que había escuchado algunos ruidos extraños. Como si alguien estuviera gritando eslóganes. ¿Escuché Allahu Akbar? No estaba seguro. Tal vez solo estaba imaginando cosas.
Entonces escuché los ruidos de nuevo.
Allahu Akbar
Allahu Akbar
Allahu Akbar
Los gritos se hacían cada vez más fuertes. El sacerdote dejó de cantar. Escuché algunos ruidos extraños como botellas de vidrio volando y rompiéndose. De repente, por el rabillo del ojo, vi una llama en erupción. Entré en pánico. La llama se estaba extendiendo como fuego salvaje. Todos empezaron a gritar y correr.
Cuando todos salimos corriendo, vimos las llamas envolviendo todo el complejo del templo. El sonido del fuego, mientras consumía las puertas y ventanas de madera, era como el de una enorme cascada. Me aferré a Sheerin mi hermana, y mi padre.
En ese momento, me di cuenta de que faltaba algo más. Miré alrededor. ¿Qué era?
Dios mío, ¿dónde está Reshma? Pensé.
- ¿Dónde está Reshma, padre? Dije en pánico.
-Ella debe de estar con su familia. Ellos las cuidaran. La voz de padre crepitaba, como si estuviera irritado.
- ¡No! ¡Algo está mal! No sé cómo supe que algo no estaba bien, pero ahora creo que confié en mi intuición en ese momento.
Le entregué a Shireen a mi madre y me apresuré a regresar al templo.
- Hijo, ¿a dónde vas? Gritó padre, pero no le presté atención.
De alguna manera, mi mente sabía que Reshma estaba en problemas.
Subí las escleras, empujé y choqué con las personas que bajaban corriendo.
Cuando llegué al complejo del templo, no pude reconocer el lugar por un segundo.
Todo el complejo estaba ennegrecido y había llamas grandes y pequeñas por todas partes. El lugar se veía tan diferente. Tan irreconocible. No podía creer que un lugar antiguo pudiera cambiar su apariencia así, en cuestión de minutos.
El humo entraba en mis pulmones; sentí que me ahogaría. Sin embargo, continúe.
El lugar estaba ardiendo, y sentí el sudor en la frente, el pecho y las axilas.
Entré en pánico y comencé a gritar,
- ¿Reshma? ¿Reshma? ¿Dónde estás?
El crujir del fuego ahogaba mi voz. Tuve que gritar de nuevo para que mi voz se hiciera audible.
Miré alrededor. En todas partes. No había nadie. Pensé que estaba entrando en pánico innecesariamente. Quizá Reshma no estaba allí. Quizá ella estaba bien. Entonces, comencé a dar marcha atrás.
Por el rabillo del ojo, pensé haber visto algo. Entonces, me di la vuelta y miré de nuevo.
¡Horrores! ¡Horrores!
Vi un cuerpo tirado en el suelo. Como el de una niña. Cuando me acerqué, vi que llevaba un Salwar Kameez amarillo brillante. Su cabello tenía un tinte marrón rojizo.
Oh, Dios mío, ¿es esa Reshma? Murmuré en voz baja.
- ¡Reshma! ¡Reshma! Sal rápido, grité.
Pero Reshma no se movió.
Dios mío, está inconsciente.
Me acerqué. Escuché un estruendo como si todo el techo se estuviera cayendo. Un pedazo de madera ardiendo cayó del techo y la esquivé, por poco. Me di cuenta de que no podía dejar a Reshma así y salir a buscar ayuda. Entonces, continúe acercándome, y salté sobre algunas llamas para alcanzarla.
No era atlético por naturaleza...al menos eso pensaba, pero no sé cómo lo hice.
Llegué a Reshma. Ella estaba tendida en el suelo ennegrecido. Sin vida.
La tomé en mis brazos. Tenía los ojos cerrados. Sus mejillas se habían vuelto negras debido a las cenizas que caían. Hubo muy poco tiempo para intentar despertarla. Entonces, la cargué en mis brazos, salté sobre las llamas y bajé un tramo de escaleras para llegar a mis padres.
Padre y madre se sorprendieron al verme llevar a Reshma en brazos.
-Oh, Dios mío, ¿Reshma, Reshma?, por favor abre los ojos, dijo padre. Inmediatamente la puso en el suelo y comenzó a sentir su respiración y pulso.
Mientras tanto, agarré una botella de agua y le rocié algunas gotas en la cara.
De repente noté un movimiento. El rostro de Reshma se contrajo, sus labios se torcieron y sus párpados se movieron. Y luego sus ojos se abrieron lentamente. Sus expresiones estaban en blanco, como si no me hubiera reconocido a mí ni a mis padres.
- ¿Reshma? ¿Estás bien, querida?, dijo padre con mucha compasión en su voz.
Reshma tosió.
-Está bien, Reshma. Sólo tomate tu tiempo. Todo estará bien ahora, dije.
Reshma me miró a mí y luego a padre. – ¿Cómo pasó esto? Su voz era débil.
-El templo se encendió en fuego y tu caíste inconsciente, le dije.
Reshma no dijo nada. Parecía demasiado débil para decir algo. Mientras tanto, padre le hizo una señal a alguien.
Escuché pasos acercándose a mi mientras miraba a Reshma.
-Oh, Dios mío, ¡Reshma! Reshma, hija mía, exclamó la madre de Reshma. Su madre abrazó a Reshma y luego me miró.
- ¡Muchas gracias por salvar a mi bebe! Dijo su padre. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Su voz sonaba como si estuviera a punto de romper en llanto.
-Oh, eso no fue nada. Reshma es una amiga después de todo, murmuré sintiéndome un poco avergonzado.
Su padre la tomó del brazo y le pidió a Reshma que se levantara lentamente. Reshma lo hizo. Le tomó un poco de esfuerzo sentarse y luego levantarse lentamente. Luego comenzó a caminar torpemente sosteniendo las manos de su padre.
Mientras todo eso sucedía, escuché a las multitudes gritando a lo lejos. Hombres, mujeres e incluso niños agitaban banderas islámicas verdes con una media luna y una estrella y gritaban, “Pakistán Zindaad” y “Allahu Akbar.”
Se sentía como si la multitud se hubiera vuelto loca. Una tragedia acababa de ocurrir. Afortunadamente nadie salió herido. Pero no podía entender que había de ser celebrado o aplaudido.
El cielo se había vuelto negro por el humo. Fue desgarrador ver un lugar que había visitado desde mi niñez, un lugar asociado con tantos recuerdos cálidos, completamente en ruinas.
Mas tarde, supe que este no fue un incidente aislado. A lo largo de Kashmir, muchos templos e incluso santuarios Sufíes, lugares considerados impuros por los extremistas islámicos, habían sido derribados.
***
TODOS ACTUARON DE MANERA extraña, incluidos mis compañeros de clase. Todos los viernes, jugábamos al cricket. El equipo de Arshad todavía se llamaba Pakistán y el mío India.
El equipo de Arshad solía ganar la mayor parte del tiempo. Pero este día, fue diferente. Mi equipo necesitaba seis carreras para ganar con la última bola. Yo estaba en el pliegue y Salim, el boleador, lanzó la pelota. La bola vino hacia mí a la velocidad de un rayo. Me balanceé salvajemente, conecté con la bola y voló sobre el límite. ¡Había anotado un seis!
Mi equipo había ganado.
Estaba celebrando con mis compañeros del equipo cuando Arshad se acercó.
- ¡Oye, felicitaciones por tu victoria! Arshad me estrechó la mano.
-Gracias, dije con una sonrisa.
- ¿Puedo hablar contigo, en privado? La voz de Arshad sonó como si algo no estuviera bien. Había una sonrisa forzada en su rostro, y una locura en sus ojos de la que no me di cuenta entonces.
-Claro, le dije y me fui con él.
Arshad me llevó al otro lado del edificio de la escuela. Lejos de mis amigos. Inmediatamente vi a tres chicos más emergiendo de la nada. Salim, Arshraf y Ahmed, los amigos de Arshad me rodearon por todos lados.
Arshad sonrió. – ¡Veamos como los hindúes come-dal lidian con esto!
Me quedé sorprendido. – ¿Que estas dicien...?
Antes de que pudiera completar la oración, sentí un puñetazo en la espalda. Grité y caí al suelo.
Los cuatro se rieron.
- ¿En realidad, crees que los perros Indios pueden derrotarnos a nosotros los leones pakistaníes? Dijo Arshad. Sonaba demasiado confiado, como si ser pakistaní (aunque no lo era) fuera un regalo de Dios.
-Arshad, ¿Por qué te tomas estos partidos tan en serio? Es solo un juego...
Arshad me dio una patada en el estómago. Eso dolió, y me doblé sosteniendo mi vientre.
-Puede que sea un juego para ti. Pero para nosotros, esto es la guerra. Estamos hartos de vivir bajo el dominio opresivo de tu país, la India. Eso terminará muy pronto, Insha’Allah.
Arshad intentó patearme de nuevo, pero esta vez agarré su pierna con ambas manos. En ese momento, sentí una patada en mi trasero. Salim se había unido a la pelea. El impacto me hizo soltar la pierna de Arshad.
Deseé haber sido un héroe de película hindi que pudiera vencer a cuatro tipos fácilmente. Pero me pregunto por qué nunca tuve ese tipo de fuerza. Tropezaba como un debilucho.
- ¿Qué sucede contigo, Arsh...?
Esta vez me dieron un puñetazo en la cara. Saboreé un poco la sangre caliente de mis labios cortados.
-Los mujahids vienen por ti. Muy pronto nos desharemos de todos ustedes kafirs. Entonces arderán en el infierno en sus agujeros de mierda.
¿Los mujahids? Abuelo solía mencionar mucho esa palabra, especialmente cuando hablaba de su fuga de Baramulla en 1947. Los mujahids habían masacrado a los parientes de mi abuelo.
- ¿Qué ganarás matándome, Arshad? Mi voz sonaba débil.
-Entrada al paraíso, dijo sin hesitar.
- ¿Paraíso? ¿Cómo el matarme te ayudará a alcanzar el paraíso? Mi voz sonaba confusa.
-Porque eres un maldito kafir, un infiel. Y Alá nos ha elegido a los musulmanes para castigarte con estas manos. Una vez que te matemos, ganaremos entrada al Paraíso donde me estarán esperando setenta y dos hoories o vírgenes.
Arshad sonaba demente.
- ¿Setenta y dos vírgenes? ¿Cómo recompensa por matarme? ¿Es esto una especie de broma enfermiza...?
- ¡Cállate! Gritó Arshad.
Y todos empezaron a patearme. Caí al suelo, sintiendo nuevamente la sangre caliente saliendo de mis fosas nasales y mi boca.
Me golpeaban sin piedad y se reían como si disfrutaran torturándome.
Y luego, se detuvieron repentinamente. Escuché pasos alejándose de mi a toda velocidad. ¿Están huyendo? ¿Sin matarme?
Miré hacia arriba. Mi visión se había vuelto borrosa. Vi a un hombre calvo con traje mirándome. Reconocí esos bigotes en punta hacia arriba de inmediato. Definitivamente era el Señor Dar, el director de nuestra escuela, pero no podía ver con claridad. Lo acompañaba una chica de cabello rojizo. Tenía que ser Reshma.
Ese fue mi último recuerdo del incidente. Después de lo cual todo se oscureció. Arshad y sus amigos desaparecieron. No sé a dónde fueron.
***
ESCUCHÉ MURMULLOS. Personas hablando. Los sonidos rebotaron por todo mi cerebro aturdido. El lugar olía a alcohol y toda clase de medicinas.
Abrí los ojos y vi que estaba mirando hacia el techo que era blanco. Las paredes también no tenían color. Un hombre me observaba atentamente. Tenía bigote negro, cabello ondulado, y llevaba una bata blanca.
Padre también estaba allí. Sus ojos mostraban preocupación y mucho sentimiento. Nunca había visto a padre así antes.
Me quedé mirando y no dije nada. Quería hablar, pero no tenía energías para hacerlo.
Me enteré de que había sufrido múltiples fracturas. Mi pierna estaba enyesada. Y mi brazo izquierdo estaba atado con un lazo que rodeaba mi cuello. Mi frente también estaba vendada. Parecía que estaba completamente cubierto de vendajes. Era como mi nueva ropa. Fue toda una escena.
El doctor dijo que nunca había visto un caso de paliza como este. Bueno, eso me hacia un caso especial.
Durante unos días me quedé en el hospital. Estaba mejorando bastante. Padre venía a verme todos los días.
Hasta que una hermosa mañana, el ortopedista entró apresuradamente luciendo perturbado.
Miró a padre. – Lamento decirle esto Doctor Tickoo, pero no podemos seguir tratando a su hijo aquí.
Se sintió como si nos hubieran golpeado con una tonelada de ladrillos y no supimos cómo reaccionar.
- ¿Y por qué es eso?
El doctor miró al suelo durante unos segundos, suspiró, y luego miró a padre.
-Hemos recibido amenazas de muerte de militantes del JKLF. Nos han pedido que no tratemos a ningún Pandit Kashmiri.
La voz del doctor sonaba fría. Y sin emociones.
-Entonces llama a la policía, maldita sea. ¿Por qué negarle el tratamiento a mi hijo? Doctor Beg, creo que ha olvidado sus obligaciones como médico. Así que déjeme recordárselos. A los ojos de un doctor, todos sus pacientes son iguales. No hay pacientes hindúes, musulmanes o cristianos. Un paciente es un paciente...
-Docto Tickoo, me temo que no puedo hacer mucho al respecto. Justo antes de ayer, un soldado del CRPF fue asesinado a tiros, a solo cien metros de distancia. Si la policía, y también la poderosa Fuerza de la Reserva de la Policía Central, no pueden protegerse a sí mismos, ¿cómo espera que nos protejan a nosotros? Considérese afortunado de que su hijo este en el camino correcto hacia la recuperación. Me temo que la recuperación de su hijo tendrá que seguir en casa.
Padre parecía indefenso. Lo que el doctor dijo me recordó a muchos libros que había leído sobre el Holocausto que describían como los Nazis habían aprobado leyes pidiendo a los doctores que no trataran a judíos en los hospitales. El episodio sonó similar, excepto que este no era territorio nazi.
Esto era democracia, la democracia más grande del mundo, como a nuestros líderes les gustaba repetir. Y, sin embargo, todo el mundo se sentía indefenso ante estos llamados militantes del JKLF cuya agenda era la llamada “liberación” de Kashmir.
¿Pero cómo podría ser liberada Kashmir echándonos a nosotros, los Pandits Kashmiri? Nadie tenía una respuesta clara, pero era obvio que los militantes del JKLF creían en aterrorizar y no en la igualdad, la libertad, o la democracia. Para nada.
Entonces, ¿cuál era su agenda?
***
EN CASA, PADRE ME CUIDÓ mucho. Me ayudó a levantarme de la cama. Me llevó al baño. Durante las comidas, traía comida a mi habitación y me alimentaba con una cuchara.
Nunca había visto ese lado de padre.
La escena se repetía en mi cabeza una y otra vez. La sonrisa amistosa de Arshad y los partidos que habíamos jugado juntos. Los momentos felices que habíamos compartido.
Luego las palizas. El dolor. El sonido de su risa cruel. La mención de los mujahids y esas setenta y dos vírgenes. El doctor revelando que los militantes del JKLF amenazaron con matar a los doctores que nos atendieran. Las cosas eran demasiado confusas.
¿Que habíamos hecho para merecer ese trato? ¿Por qué nuestros hermanos musulmanes Kashmiri nos odiaban tanto?
Quizás padre tenía la respuesta.
Miré a padre pensando si debería preguntarle. El chirrido de los grillos en la noche era como si me incitaran a satisfacer mi curiosidad.
Entonces, simplemente lo solté.
-Padre, Arshad era un buen amigo. Hemos sido amigos desde la infancia. ¿Entonces por qué me odia tanto?, ¿Por qué sus amigos también me desprecian?, ¿por qué?, ¿es porque él va a una mezquita y yo a un templo?, Pero por los demás los dos vamos a la misma escuela, jugamos los mismos juegos, comemos la misma comida, y vamos a los mismos mercados... ¿entonces por qué nuestros hermanos musulmanes Kashmiri nos odian tanto?
La pregunta, o preguntas, sonaron tan tontas. Me pregunté como esas palabras salieron de mi boca.
La expresión de padre se volvió seria como si estuviera buscando una explicación. Y como se tomó un tiempo para ordenar sus pensamientos, me di cuenta de que la respuesta no era tan obvia.
Padre suspiró y luego comenzó a hablar.
-Verás, hijo, existe demasiada injusticia en el sistema. La corrupción esta desenfrenada. Necesitas conocer alguien para poder obtener algo a cambio. Si necesitas la admisión en una universidad, debes pagarle alguien. Si necesitas conseguir un trabajo en el gobierno, es la misma historia. Para todo, lo que debería ser tuyo por derecho, necesitas tener contactos dentro del gobierno. El sistema no es justo. Nadie triunfa a causa del mérito. Y además de eso, no hay elecciones libres y justas. Mira como Farooq Abdullah manipuló las elecciones hace dos años en 1987. Si era tan popular, ¿entonces por qué necesitaba hacer eso? Existe también la sensación general de que el gobierno de la India tampoco ha hecho mucho por los musulmanes Kashmiri.
Escuché en silencio. No tenía idea de este lado del “Problema de Kashmir.”
Padre continuó. – Es muy fácil frustrarse con el sistema...que es lo que han estado experimentando tus hermanos musulmanes Kashmiri. Expresar tu opinión en contra del sistema es natural. La parte triste es que nuestra comunidad se ha convertido en el proceso en el saco de boxeo.
La voz de padre se volvió emotiva. Escuché en silencio. Su énfasis en las palabras “nuestra comunidad” significo que se nos han culpado de todo desde tiempos inmemorables.
-Nuestros antepasados fueron intelectuales, maestros y sacerdotes. Éramos de los pocos que sabíamos leer y escribir. Los reyes nos contrataban como asesores. Dado que éramos la única clase alfabetizada, era más fácil para nosotros tener éxito en los negocios o convertirnos en profesionales. Demonios, nosotros incluso enseñamos el sagrado Corán a los niños musulmanes. Lamentablemente, muchos de nuestros hermanos musulmanes Kashmiri nos vieron como parte del sistema que oprimía a los musulmanes Kashmiri. Expresarnos contra la injusticia se convirtió en levantar la voz en contra de nuestra comunidad. Me temo, hijo, que no tengo una mejor explicación.
Y la conversación terminó ahí. Padre me besó en la frente.
-Gracias a Dios, Reshma pudo ver desde la ventana del primer piso de su escuela que te estaban golpeando. Y afortunadamente, pudo llegar a tu director a tiempo.
Padre se levantó, - Buenas noches, hijo. Duerme bien.
- ¡Buenas noches, padre!
Las luces se apagaron, y me acosté en mi cama, tratando de digerir lo que padre acababa de decir.
La explicación de padre tenía lógica. Y todo parecía convincente excepto por la parte en la que Arshad había dicho sobre ganarse el Paraíso y ser recompensado con setenta y dos vírgenes por matarnos a nosotros los “infieles.”
¿Por qué padre no había tocado ese tema?