Jairo estaba espantado.
Esta niña era algún tipo de mística.
Como se lo sugerí, fue con un doctor. Y esa mañana le habían removido el lunar de su cuello. Ahora esperaba el reporte. La biopsia.
Pero el doctor había dejado claro que el pedazo negro de piel era algo malo.
No le había dicho a nadie en el trabajo y tenía una bufanda en el cuello para cubrir el vendaje.
Miró su mano derecha y se dio cuenta de que estaba temblando.
Jairo cerró sus ojos y dijo una oración en silencio. Nunca hacía eso. Pero esto era serio.
Incluso un no creyente creería.
Ahora, mientras se acercaba a la banqueta, pudo ver que la chica había sufrido algún tipo de accidente, porque tenía una línea de puntadas entre los ojos, que estaban hinchados y enrojecidos.
Parecía que había estado llorando mucho.
Quería saber qué había sucedido.
¿Alguien la había lastimado?
Sintió que la ira se apoderaba de él. Si alguien le había hecho daño a esta chica, tendrían que lidiar con él.
La chica de doce años de poca estatura se metió a su taxi, y con un hilo de voz dijo que no tenía dinero para pagarle.
Le preguntó si podía dárselo otro día de la semana, o enviárselo por correo… lo que fuera mejor para él.
Jairo dijo que sí, claro, la llevaría a cualquier parte.
Sin cargos.
Quería ir a la Biblioteca Beale Memorial.
Estaba a pocos kilómetros de distancia, pero hacía calor y dijo que no quería caminar a ningún lado.
Jairo le preguntó si estaba bien y ella sólo asintió y cerró los ojos.
Encendió sus direccionales y regresó al carril. Se dio cuenta de que había vivido en Bakersfield durante once años y nunca había entrado a la biblioteca.
Eso estaba mal.
Era pública y estaba llena de conocimiento.
Mientras conducía, Jairo comprendió que necesitaba dejar de escuchar a tipos enloquecidos gritándose unos a otros en los programas deportivos y comenzar a pensar en algo que tuviera consecuencias que fueran reales e importantes.
Ella lo estaba guiando.
Ahora lo sabía.
Sí.
Ella era su ángel.
Mientras se acercaban a su destino, Jairo miró por el espejo retrovisor. La fantasma/profeta/inspectora/ ángel se estaba quitando algún tipo de cinta de plástico de la muñeca.
¿Una pulsera de hospital?
Eso parecía.
¿Por qué lo veía apenas ahora?
Iba a aprender a ser un mejor observador de todas las cosas.
Pero especialmente de su propia vida.
Cuando salió de su taxi, la niña le dijo que volvería a saber de ella.
Él no lo dudaba.
Y la observó mientras ella se dirigía a la biblioteca.
En el asiento trasero había una bolsa para la basura. Jairo metió la mano y sacó la pulsera de hospital.
Tenía escrito:
Willow Chance. Número de identificación 080758-7
Jugaría esos números en la lotería durante el resto de su vida.