Capítulo 36

Estoy exhausta.

Ayudé a transformar el departamento de un ermitaño acumulador, soltero y perezoso, en un espacio familiar.

Y lo hicimos en tiempo récord.

Ahora, mientras el vaporizador de bambú enciende, y Pattie me tiene picando cebollas verdes, suena el timbre.

Es Lenore Cole.

Una vez a la semana, desde el accidente, voy a Jamison.

Ya me hicieron un examen médico completo. Tuve tres sesiones con un psiquiatra (el Dr. Ron McDevitt) y vi a Lenore Cole dos veces.

Se discutió la posibilidad de enviarme a un albergue para niños en adopción, pero no es fácil encontarle lugar a los chicos de más edad.

Durante mi última visita, el jueves pasado, conocí a una chica en el baño que me dijo que cuando se te caen los dientes de leche, nadie te quiere adoptar.

También me dijo que los padres adoptivos prefieren a los chicos rubios.

Y no creo que lo haya dicho para molestarme.

Las dos tenemos el cabello del color de la tinta.

La trabajadora social no se queda con nosotros mucho tiempo.

Afortunadamente.

Supongo que pasamos la prueba.

Pattie no está intentando ser una madre adoptiva, pero de todos modos hay requisitos, incluso para quienes están a cargo de la custodia temporal.

En el pasillo, Lenore Cole dice:

—Encontraremos el lugar adecuado para ti, ésa es nuestra misión.

Yo no respondo.

Quiero que esta mujer salga por la puerta, entre a su auto, salga del pueblo y luego del condado y luego del estado entero y que, al final, sea reubicada en ese lugar llamado Tornado Alley, en Kansas.

Pero no es su culpa.

Yo soy el problema.

Quizás hay muchos albergues infantiles en Kansas.

Estoy en la sombra del zaguán viendo cómo la trabajadora social se sube a su auto y se aleja.

Pasa junto a Mai.

Tan sólo ver a la graciosa adolescente cambia todo para mí.

Cuando le digo que tenemos un cuarto con literas Semper Fi gira en su caparazón.

No tiene un caparazón de verdad, por supuesto, pero lo que sea que la protege de la vida, literalmente gira frente a mí.

Parece que desde hace mucho deseaba subir una escalera de metal antes de dormir.

Quizás es el resultado de años de dormir en el suelo.

No quiero desilusionarla diciendo que todo esto es sólo un truco para evitar que me llevaran.

Ya en el departamento, le agradezco a Pattie por todo lo que ha hecho hoy.

Por fin se sienta, lo que es un gran alivio.

La mujer más práctica del mundo sólo encoge los hombros y dice:

Nhûng gì mình mong ít khi nào nó xây ra. Nhûng gì mình không muôn thì nó lai cú dên.

Que significa:

—Lo que esperamos rara vez sucede; sucede lo que nunca esperamos.

Tomo la mano de Pattie. Me sorprendo cuando lo hago. Soy demasiado mayor para estar haciendo esto, pero no puedo evitarlo. Logro decir:

—No es una manera científica de verlo, pero por lo que está pasando en mi vida lo entiendo por completo.

Es lo más extenso que he logrado comunicar en mucho tiempo.

Y no estoy segura si es el cansancio, o si algo ha cambiado, pero cuando la miro, con mi mano sobre la suya, sonrío.

Mis dientes no se pegan a mis labios.

Y Pattie no se voltea.

Todos tienen mucha hambre, incluso yo, y eso que yo ya no tengo apetito nunca.

Pattie intenta localizar a Dell pero no contesta su celular.

Así que cenamos sin él.

Y lo que se siente muy raro es que, de repente, parece que en realidad todos vivimos en los Jardines de Glenwood.

Comemos en la mesa de formica y tiramos nuestros platos desechables (Dell no tiene otros) en la basura.

Pattie manda a Quang-ha a tirar la basura inmediatamente, porque ahora la cocina es una zona libre de basura.

Todos ayudamos a limpiar y a guardar las sobras, y luego nos ponemos cómodos en los nuevos muebles usados.

No puedo creer que aún le queden energías, pero Pattie comienza a doblar la enorme montaña de calzones de Dell.

Quedan como nuevos.

Así de precisa es.

Quang-ha está enamorado de la enorme pantalla de Dell, y pronto encuentra un programa en donde jugadores de futbol japoneses usan su cabeza para romper vasijas de barro.

Todos miramos.

Es extrañamente adictivo.

Sé que muchos de estos golpes en el cráneo, a largo plazo pueden causar problemas de salud.

Pero en este momento parece la última cosa de la que debería preocuparme. Así que me dejo ir.

Durante un breve momento, ya que todo en este cuarto es tan distinto, me olvido de que no tengo madre, padre o un lugar al que llamar hogar.

Me recargo en el sillón.

Y siento un dolor agudo en mi costado derecho.

Cuando me toco me doy cuenta de que estoy sentada sobre una bellota pequeña, verde. No tengo idea de cómo llegó hasta ahí.

Las manzanas crecen en los manzanos. Y las cerezas en los cerezos. Pero nunca decimos que las bellotas crecen en un árbol de bellotas.

Ese tipo de cosas son interesantes.

Al menos para algunas personas.

Sostengo la pequeña bellota (que por definición es una fruta) en la palma de mi mano. Mai está junto a mí, sonríe y dice:

—Tal vez es una bellota de la suerte.

La meto en mi bolsillo porque quizás tiene razón.

Después de todo es una semilla y, por definición, las semillas son el comienzo de algo.

Descanso mi cabeza en el respaldo del sillón, y aunque mis ojos están llorosos, puedo ver la luna llena como una paleta verde con ámbar a través del tragaluz.

Y no está nada mal.