Capítulo 43

Me puedo concentrar de nuevo.

Aunque sea un poco.

Una rutina no tarda mucho en encontrar su lugar.

Todos nos subimos al auto de Dell cada mañana.

Dejamos a Mai y Quang-ha en la preparatoria y luego Dell nos lleva a Pattie y a mí al salón.

Casi todos los días Mai camina hasta ahí después de la escuela, y luego tomamos juntas el autobús hacia los Jardines de Glenwood.

Pattie se queda más tiempo, pero llega a casa para la cena.

Mai y yo vamos preparando cosas para la comida. Ahora Pattie no puede sólo cruzar el callejón para cocinar, y sus platillos toman mucho tiempo.

Esto significa que por la tarde estamos en la cocina, que da hacia la sala.

No puedo evitar observar a Quang-ha, y luego a Dell, cuando llega del trabajo y se sienta junto a Quang-ha a ver la televisión.

Los dos se entienden, de alguna manera.

Quizás es porque los dos están fuera de algo.

Para ellos soy invisible, salvo cuando se trata de hacer la tarea de Quang-ha.

Todo comenzó cuando lo ayudé con un problema de matemáticas.

Puedo hacer su tarea en un par de minutos, pero me tardo un poco más para que no se sienta mal.

Sé que hacerle la tarea está moralmente mal, así que le explico un par de conceptos antes de entregarle el material.

No puedo decir que sea bueno escuchando.

Su única actividad seria, además de ver televisión, es hacer dibujitos.

Dibuja personajes de caricatura con cabezas enormes.

Quang-ha tiene una cabeza un poco grande.

No estoy segura de que exista alguna conexión.

Todos los días, Dell me pregunta cuándo pienso regresar a la secundaria.

Quiero decir:

—¿Qué tal nunca?

Pero no lo hago.

En su lugar, suelo hacer como que no escucho o murmuro un par de sílabas indistinguibles.

Hoy, Dell añade:

—Te estás perdiendo de mucho.

No puedo evitarlo. Digo:

—Di una sola cosa.

Dell parece confundido.

Pero no es una pregunta capciosa. De verdad quiero saber.

Puedo notar que mientras cambia los canales, Quang-ha nos pone atención. Él no soporta la preparatoria. Finalmente, Dell dice:

—No tienes educación física.

Me le quedo viendo.

La barriga de Dell parece una pelota de basquetbol debajo de su camisa.

Sí, ha perdido algo de peso en este mes, pero le falta mucho antes de volverse un espécimen atlético.

Como si fuera algún tipo de psíquico, me dice:

—Yo voy a empezar a correr. Mañana es mi primer día.

Quang-ha le lanza una mirada de completa incredulidad, pero soy yo quien dice:

—¿De verdad?

Dell asiente. Digo:

—¿Estás entrenando para algo?

Dell dice:

—Me voy a unir a algunos equipos en la primavera y quiero estar en forma.

Quang-ha se está riendo ahora. No riendo. Soltando unas risitas. Es distinto. Es contenida y aguda, con un elemento de incredulidad.

Nunca había escuchado reír a Quang-ha.

Debe ser un sonido muy inusual, porque al siguiente segundo Mai está parada en el pasillo.

—¿Qué sucede?

Quang-ha quiere contestar, pero no puede. Es un desastre de risitas.

De alguna manera, esta forma de risa aguda es contagiosa porque ahora Mai se está riendo. Está mirando a su hermano, y lo que sea que esté haciendo, se está extendiendo.

Dell ha tenido suficiente.

Se levanta del sillón y va hacia la cocina.

Lo sigo.

Nos quedamos parados. Aún puedo escuchar las risitas. Digo:

—¿De verdad planeas correr?

Dell murmura algo como un sí. Y después agrega:

—Pero no me voy a unir a ningún equipo. Eso lo inventé. Sólo voy a correr por mí mismo.

Eso no me parece extraño porque prácticamente todo lo que yo hago es para mi propio aprendizaje o entretenimiento.

Creo que tener una audiencia corrompe naturalmente cualquier actuación.

Quizás me estoy justificando.

Pero digo:

—Creo que es una gran idea.

Dell dice:

—Vamos a regar los girasoles.

La tarde siguiente, Dell sí corre.

Arma todo un espectáculo. Llega vestido con algo que parece un disfraz, no un atuendo deportivo.

Logro decir:

—Buena suerte.

Pero él ya no está.

Regresa en mal estado.

Está empapado en sudor y tan rojo como se puede.

Y sólo se fue once minutos.

No llevo el cálculo del tiempo y ya no cuento, pero vi el reloj de la estufa cuando salió.

Y resultó que justo estaba mirando en esa dirección cuando volvió.

—¿Cómo te fue?

Dell está respirando muy, muy pesadamente. Levanta una mano. Es la señal internacional de detente.

Le doy tiempo para que recupere un ritmo de respiración más o menos regular.

Al final dice:

—Muy duro. Creo que me falta un poco de condición.

Escucho que las risas regresan desde el sillón.

Durante el fin de semana escribo un ensayo de cinco páginas sobre Mark Twain, es para Quang-ha.

Es muy resistente a algunos aspectos del aprendizaje.

Creo que comprende buena parte de lo que le enseñan, pero no tiene mucho interés en hacer el trabajo que eso involucra.

Tal vez sólo está muy cansado por sus sesiones de televisión a media noche.

No creo que Pattie se dé cuenta de que, cuando ella se duerme, él la prende de nuevo.

Se las arregló para conseguir unos audífonos, así que el sonido no sale de ahí.

Lo sé porque paso la mayor parte de la noche despierta.

Quang-ha es lo suficientemente listo como para, antes de imprimirlo, borrar el primer párrafo del ensayo sobre Mark Twain y revisar todo el archivo para poner faltas de ortografía en varias palabras.

Pero no fue suficiente porque llega a casa de muy mal humor.

Lo van a cambiar de su clase de inglés a algún tipo de programa de honores.

Eso no es mi culpa.