«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente», y: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10.27).
Steven Komanapalli pesaba más de 145 kilos (320 libras) cuando comenzó El plan Daniel mediante la iglesia Saddleback. Tenía alto el colesterol. Sus triglicéridos estaban cerca de los 400 mg/dL (lo normal es en torno a 150 mg/dL). Era prediabético y tomaba distintos medicamentos.
Como cuenta Steven: «Mi viaje por El plan Daniel comenzó cuando mi esposa y yo comenzamos a hablar acerca de la llegada de nuestro primer hijo, y los planes y las decisiones que debíamos tomar como padres y como pareja. Una de las cosas que planteamos fue nuestra longevidad. Ella me dijo: “Cariño, si te mueres pronto, te voy a echar de menos. Pero si te mueres por algo que se podía haber prevenido, estaré verdaderamente defraudada porque no hiciste todo lo posible para estar aquí conmigo y con tu hija”. Bueno, solo tuvo que decírmelo una vez para captar mi atención».
Steven se lo tomó en serio, y todo lo que recomendaban los doctores de El plan Daniel y el pastor Warren, Steven lo hacía. Examinó su fe. Pidió a su grupo de hombres que le apoyasen. Comenzó a planificar sus días en torno a alimentos sanos. Encontró juegos activos que le gustaban para mover su cuerpo. Más de dos años después, Steven ha bajado 36 kilos (80 libras), y sus cifras en cuanto a la salud han mejorado. Está tomando incluso menos medicamentos. Aún sigue «haciendo» El plan Daniel porque ha cambiado su vida.
Espero que la historia de Steven te inspire. Ya te hemos dicho por qué la salud es tan importante, y te hemos contado parte de la historia de Steven para mostrarte que se puede hacer. Ahora queremos mostrarte cinco áreas de tu vida que actúan juntas para afectar a tu salud, para bien o para mal. El plan Daniel está basado en cinco Esenciales: Fe, Alimentación, Ejercicio, Enfoque y Amistades.
Estos Esenciales son un camino hacia mucho más que mejorar la salud física. Cada uno de estos Esenciales sustenta tu vida, aviva tu cuerpo, enriquece tu mente y llena tu corazón. Integrarlos puede llevarte a una vida saludable e integral que te ayudará a amar plenamente, servir alegremente y finalmente vivir tu llamado en su máxima expresión. Queremos despertar y poder dar nuestros más altos dones, y también queremos eso para ti.
El pastor Warren profundiza en tu salud espiritual y camina contigo mientras edificas ese fundamento. El doctor Hyman te habla acerca de todo lo que necesitas saber acera del poder de la alimentación para afectar a tu mente y a tu cuerpo. Cuando veas lo buena que la comida apropiada puede ser para ti, esperamos que te inspire a crear nuevos hábitos alimenticios que disfrutes.
El fisiólogo especializado en ejercicio, Sean Foy, quita los bloqueos que te impiden hacer ejercicio. Te enseña lo divertido que es mover tu cuerpo y todos los beneficios derivados de ello. El doctor Amen te ayuda a convertir tu cerebro en la poderosa herramienta que Dios creó enseñándote cómo estimular tu salud física, renovar tu mente y cumplir tu propósito.
La poderosa sinergia de estos Esenciales con el apoyo de amistades te aporta más que cualquiera de estos esenciales por sí solo. El profeta Daniel no decidió simplemente comer más sano; él tomó esa decisión basado en su fe, con un enfoque claro y el apoyo de sus amigos. Así que no es de extrañar que estuviera más en forma y tuviera mejor salud que los demás que había en el corte del rey.
Esta es una pregunta muy sincera: ¿te apartas de tu fe cada vez que te estrellas? ¿Dices: «Olvídalo, Dios. No puedo hacer esto el cien por ciento de las veces, así que ¿de qué sirve?»? ¡No! Sabemos que nuestra fe confía en Dios. Él es quien la edifica y sostiene.
Dios nos da la gracia y el poder para tener una relación con él. Su Palabra nos enseña acerca de correr esta carrera de la fe. El poder de Dios es la clave para cualquier cambio transformador en nuestra vida, incluyendo nuestra salud. Él quiere que nos conectemos a ese poder para que podamos vivir y movernos como él quiere.
Si realmente creyeras que el poder de Dios te respalda, vigoriza y sostiene, ¿qué te retendría?
El plan Daniel comienza con la fe, porque la salud espiritual te da un cimiento para edificar hábitos y perspectivas para la salud en cualquier área. Como mencionó Rick en el capítulo uno, la fe es parte del secreto de El plan Daniel. Quizá hayas probado una decena de dietas y una decena de programas de ejercicio. Pero la salud es algo más que un programa. La salud llega al reconocer y usar el poder de Dios en tu vida y tratar tu cuerpo y tu mente con el cuidado que él quiere.
Donde Dios guía, él provee. Lo que él te llamó a hacer, te equipará para hacerlo. Él no necesita tu fortaleza y fuerza de voluntad, pero sí necesita tu compromiso. Quiere que vivas una vida abundante que incluya una fe vibrante, un cuerpo vibrante y una mente vibrante. Pero debes confiar en Jesús.
«Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús»
(Filipenses 1.6)
A muchos de nosotros, las decisiones poco saludables nos han dejado sin la energía mental, física o espiritual para recibir lo que Dios nos ha puesto a hacer en este planeta. Algunos piensan: «Es demasiado tarde para mí. Lo haría si fuera más joven, pero he desperdiciado mi oportunidad. Ahora no tengo la condición física necesaria. Nunca llegaré donde debería estar». Pero nunca es demasiado tarde.
Reflexiona en tu fe: está siempre cambiando, siempre creciendo, siempre siendo desafiada. A veces avanzas hacia delante, y a veces hacia atrás. Pero tú sabes que la fe es una carrera de por vida. Hebreos 12.1–2 dice: «Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe».
Tienes que creer que puedes estar saludable aunque no puedas verlo aún. Hebreos 11.1 dice: «Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve». La fe es visualizar el futuro con antelación. Es ver el futuro en el presente. Cada gran logro comenzó cuando alguien lo vio con antelación. Cuando el presidente John F. Kennedy lanzó el desafío de enviar un hombre a la luna, la tecnología aún no se había inventado para poder hacerlo.
Lo mismo ocurre cuando se trata de estar saludable. Mírate en el espejo y cree que, con la ayuda de Dios, llegarás a estar saludable aunque la persona que se refleja mirándote fijamente está agotada, estresada, en baja forma o con sobrepeso.
Un gran regalo
«Con fe, acepté el reto [del estilo de vida de El plan Daniel] y me metí de cabeza. No sabía dónde aterrizaría espiritualmente, pero sabía que tenía que estar cerca de Dios. Recuerdo el día que sentí al Espíritu diciéndome que el vaso que Dios hizo de mí ya no tenía que seguir bajo mi control. Él lo estaba rompiendo en contra de mi terca voluntad, para mi propio bien. Estaba a punto de hacer una nueva creación, algo adornado a su estilo, que de alguna manera inspiraría a otros. Tenía que recibirlo, y sabía dentro de mí que esto impactaría mi vida en más formas de lo que podía imaginar».
— Matthew Burstein
Tienes que continuar incluso cuando quieras abandonar. La superviviente del holocausto Corrie Ten Boom dijo: «Si miras el mundo, te angustiarás. Si miras dentro de ti, te deprimirás. Pero si miras a Cristo, encontrarás descanso». Todo depende de dónde esté el enfoque; el lugar hacia el que dirijas la atención de tu mente determina cómo te sientes.
Habrá días difíciles en este viaje hacia una vida sana. Si comienzas a implementar el hábito de acudir a Dios en los momentos difíciles, cuando afrontes desafíos en la alimentación, el ejercicio o el enfoque, tendrás el hábito de acudir a pedirle ayuda. La gracia de Dios está siempre ahí, incluso cuando estés cansado o bajo tentación.
Tienes que creer que Dios tiene en su mente lo mejor para ti aun cuando no puedes ver lo que él está haciendo. A lo largo de El plan Daniel intentamos explicar lo mejor que sabemos por qué, tanto bíblicamente como científicamente, estamos haciendo ciertas recomendaciones. Pero al final, todo se reducirá a tu relación con Dios y la salud de tu fe.
Abraham es un clásico ejemplo de obedecer sin entender. Tenía unos setenta y cinco años de edad, y Dios le pidió que dejara toda su seguridad (Hebreos 11.8). Acuérdate de la fe de Abraham cuando empieces a preguntarte cosas como:
• «¿Cuán saludable estaré con este plan?».
• «¿Cuánto tardaré?».
• «¿Cómo sabré cuándo lo he conseguido?».
Tienes que confiar en Dios aunque no consigas lo que quieres. Todos sabemos por experiencia propia que la fe no nos exime de los problemas. Es fácil confiar en Dios cuando la vida va bien y nos sentimos fuertes. Pero la fe se desarrolla en los valles. Cuando nuestros sueños se hacen añicos y nos sentimos sin esperanza, es cuando tenemos que creer en el poder y la presencia de Dios. Si alguna vez has estado en un valle y tu fe ha sido probada, entonces sabrás exactamente cómo hacer frente a los bajos en el viaje de la salud: confiar en Dios.
La fe puede literalmente considerarse un verbo. Es algo activo y no pasivo. Es algo que haces. La toma de decisiones es una actividad que edifica la fe. Usa tus músculos de la fe para edificar tus músculos físicos.
Dios te ha dado una misión en la vida, y solo tú puedes cumplirla. ¿Vas a dejar que tu salud se interponga en el camino? ¿Vas a ser capaz de mirar a tu Salvador al final de tu vida y decir: «Terminé la carrera. Hice lo que TÚ me pusiste a hacer en la tierra. No me cansé ni me quemé. Le entregué todo a Jesús, incluyendo mi salud física»? Eso es lo que esperamos que puedas decir. Así que queremos ayudarte a edificar tu fe al conectarte al poder de Dios y pedirle que abra tus ojos para ver su visión de tu vida. Esto te transformará desde dentro hacia fuera.
¿Qué sabes realmente sobre alimentación? Sabes lo que te gusta, lo que no te gusta; lo que hace que tus hijos se emocionen al comer. Lo creas o no, la comida es mucho más que el tiempo de comer para el sustento. La comida puede revigorizar tu salud, reconectar familias, restaurar comunidades vibrantes, mejorar la economía, mejorar la salud del entorno, reducir la polución e incluso ayudar a nuestros hijos a obtener mejores calificaciones y evitar trastornos alimentarios, obesidad y consumo de drogas.
¿Cuántos hemos considerado alguna vez que la comida pueda sanar? Este es el mayor descubrimiento científico desde la teoría del germen de la enfermedad y los antibióticos: la comida es medicina. La comida es la medicina más poderosa del planeta. Puede mejorar la expresión de miles de genes, equilibrar docenas de hormonas y optimizar decenas de miles de redes de proteínas. Puede curar la mayoría de las enfermedades crónicas, y funciona más rápido, mejor y más barato que cualquier medicina; y todos los efectos secundarios son buenos.
«En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios»
(1 Corintios 10.31).
Los alimentos contienen mensajes, instrucciones e información que le dicen a tu cuerpo lo que debe hacer en cada momento para aumentar la vitalidad o crear una enfermedad. Cada bocado que das es una poderosa oportunidad de crear sanidad o enfermedad. La verdadera comida, la integral que viene de la tierra —los alimentos que Dios creó— sana, mientras que la comida industrial procesada creada en fábricas a manos de hombres daña.
¿Cuán mala es?
Uno de cada dos estadounidenses sufre alguna enfermedad crónica.1 Enfermedades del corazón; diabetes; cáncer; demencia; enfermedades autoinmunes; alergias; reflujo ácido; intestinos irritables; problemas neurológicos; depresión; trastorno de la hiperactividad y déficit de atención; problemas de tiroides, hormonales y menstruales; problemas cutáneos que incluyen eczemas, soriasis, acné y otras. Gastamos casi tres billones de dólares al año en nuestro sistema de cuidado de la salud, y casi el 80% es para enfermedades crónicas evitables y reversibles, debido al estilo de vida.2
Desgraciadamente, muchos ya no comemos alimentos. Comemos sustancias con apariencia de alimentos fabricados y producidos industrialmente. Esto debería hacernos detener y pensar. ¿Realmente debemos introducir eso en nuestro cuerpo?
Tira la basura
Los Institutos Nacionales de la Salud gastan 800 millones de dólares al año intentando descubrir la causa de la obesidad.3 ¿Podría ser los 13 kilos (29 libras) de patatas fritas, los 10 kilos (23 libras) de pizza, los 11 kilos (24 libras) de helado, los 200 litros (53 galones) de refresco, los 11 kilos (24 libras) de edulcorantes artificiales, el kilo y medio de sal, los 90.000 miligramos de cafeína que el estadounidense promedio consume al año?4
Vemos estos alimentos como alimentos «precocinados». Durante mucho tiempo, la invención de alimentos en frasco, en lata y en caja nos ha parecido una gran idea para cocinar de manera más fácil y conveniente para poder llevarla. Pero ahora hemos descubierto que estos alimentos preparados han conducido a depresión, obesidad, fatiga y la oleada de personas que toman múltiples medicamentos para enfermedades derivadas de un estilo de vida, como afección cardiaca, depresión y reflujo ácido. ¿Es esto algo conveniente?
La buena noticia es que una vida de abundancia y vitalidad está a la vuelta de la esquina. De hecho, está en nuestra propia cocina. Es momento de regresar a nuestras cocinas y recuperar nuestra salud. Nos han convencido de que para comer bien se necesita mucho tiempo, es caro y difícil. Estamos aquí para decirte que disfrutar de comida verdadera, fresca y natural es fácil y barato, y más importante aun, es algo delicioso.
Nuestra filosofía es que si creció en una planta, cómelo. Si se fabricó en una planta, déjalo en la estantería.
El plan Daniel está arraigado en un principio muy simple: saca la basura y deja entrar la abundancia. La decisión es tuya. No queremos centrarnos en lo que no puedes comer (aunque te informaremos y prevendremos acerca de varias sustancias alimenticias) sino más bien en lo que puedes incluir, es decir, comida natural deliciosa llena de un sabor extraordinario, texturas agradables y sorpresas escondidas. Nuestra filosofía es que si creció en una planta, cómelo. Si se fabricó en una planta, déjalo en la estantería.
Sí, animamos a comer mucha, mucha verdura y hortalizas. Nuestra teoría acerca de las verduras es esta: si las aborreces, es que nunca te las han preparado correctamente. Estaban enlatadas, demasiado cocinadas, hervidas, muy fritas o muy procesadas y muy sosas. Solo piensa en unas coles de Bruselas pasadas o judías verdes en lata muy blandas. Verdaderamente no resultan muy apetecibles.
Como dice el Dr. Hyman: «Cocinar es un acto revolucionario». Desgraciadamente, hemos abdicado del acto esencial de cocinar, el acto peculiar que nos hace humanos, ante la industria alimenticia. Nos hemos convertido en consumidores de alimentos, no en productores o preparadores de alimentos. Hemos delegado el cocinar a las fábricas, pero necesitamos volver a llevar el cocinar a nuestras casas. Cocinar puede ser divertido, liberador y sencillo.
El plan Daniel está diseñado para acabar con el ansia, satisfacer tu apetito y enseñarte a escuchar a tu cuerpo. Quizá no lo creas aún, pero tu cuerpo comenzará de manera natural a rechazar la basura —los alimentos azucarados, procesados y refinados— y comenzarás a anhelar la verdadera comida.
Te invitará a comer alimentos naturales que aportan vitalidad y energía a tu cuerpo y tu mente. Según vayas introduciendo lentamente alimentos naturales frescos, tu cuerpo responderá automáticamente y sanará, y los síntomas crónicos se desvanecerán en el recuerdo. El plan Daniel te presenta un mundo totalmente nuevo de fruta fresca y verdura, frijoles, cereales integrales, frutos secos, semillas, huevos, pollo, pescado, productos animales magros o criados de manera natural, y especias. El plan Daniel te da un plan claro y libre de necedades.
Nos preocupa profundamente nuestra nación obesa y enferma, el futuro de nuestros hijos y los tuyos. La mejor medicina para este mal es algo muy simple, muy fácil, muy sano, muy asequible y muy accesible para casi todos: cocinar alimentos frescos naturales, en tu casa con tu familia y amigos.
Sé sincero: ¿Qué piensas cuando oyes la palabra ejercicio?
La mayoría pensamos que para tener una vida en forma, sana, vigorosa y abundante tenemos que hacer ejercicio. Pero la realidad es que la mayoría no lo hacemos. De hecho, más del 70% no hacemos suficiente ejercicio de manera regular para mantener nuestra salud. No es por falta de información o educación. Durante años los médicos, los profesionales del deporte y las agencias gubernamentales nos han animado, empujado y concienciado de que para tener una vida en forma y sana debemos hacer ejercicio.
Al igual que ocurre con la alimentación, el ejercicio funciona mejor que la medicina. Entonces ¿qué es lo que nos impide tomarnos nuestra dosis regular? Si somos sinceros, para muchos de nosotros el ejercicio no es algo que deseemos hacer. No está en los primeros puestos de nuestra lista de quehaceres.
Quizá estos sentimientos te resultan familiares:
«¿Quién tiene el tiempo o la energía para hacer ejercicio regularmente?».
«He intentado en varias ocasiones hacer ejercicio, pero no consigo hacer de ello un hábito».
«El ejercicio no es algo muy divertido; ¡realmente es mucho esfuerzo!».
«Cuando hago ejercicio, lo único que siento es ¡dolor!».
La mayoría estamos dispuestos a admitir que hacer ejercicio regularmente es difícil cuando tenemos un horario apretado, ocupado y frenético. Y para los que comenzamos a movernos, lo dejaremos tras unas cuantas semanas. Si te encuentras entre estas estadísticas, no estás solo; pero más importante aun, tenemos buenas noticias para ti.
A sus cincuenta y tantos años, Patti Kaminski nunca había soñado que se convertiría en una fanática del ejercicio. «He pasado de apenas poder caminar hasta la puerta de mi casa [cuando pesaba 50 kilos (110 libras) más de lo que peso hoy] a caminar 10 kilómetros por el monte todos los sábados. Una vez al mes camino 12 kilómetros» Ella incluso ha encontrado un entrenador personal y le encanta ir al gimnasio «Ahora mi entrenador es mi compañero de entrenamiento y mi nuevo hijo adoptado no oficial. ¡Disfruto cada minuto! Tengo energía como nunca antes, mejor memoria (foto-radar) y un cambio total en mi actitud ante la vida».
Nos gustaría compartir contigo un enfoque diferente del ejercicio, uno que te ayudará a querer hacer ejercicio en vez de tenerle miedo. Es un método comprobado para mover tu cuerpo, ayudarte a conocer el propósito, agrado y plan de Dios para tu estado físico y salud.
A diferencia de los programas de ejercicio que ofrecen los libros populares sobre salud y ejercicio, publirreportajes, DVD o clases de gimnasios, el fisiólogo experto en ejercicio Foy te enseñará a maximizar y disfrutar del ejercicio para que puedas convertirte en lo que llamamos Daniel el fuerte.
El profeta Daniel era un hombre fuerte. En cuerpo, mente, corazón y espíritu, encontró su poder, propósito y fortaleza en la devoción a Dios. Sin importar dónde se encontraba o qué estaba haciendo, vivió con pasión y un enfoque singular: honrar a Dios en todo lo que hacía. Ya sea que se encontrara en la comodidad de la corte del rey o en el oscuro foso de leones, Daniel estaba listo y dispuesto a seguir a Dios con un compromiso, una devoción y una fortaleza poco frecuentes. Estaba en forma para servir, cuando fuera, donde fuera, bajo una dificultad extrema y en cualquier circunstancia. Era Daniel el fuerte. Pero como todos nosotros, él no nació con esta fortaleza. En cambio, la cultivó siguiendo el plan y el diseño de Dios para su vida.
Daniel fue reconocido enseguida por su potencial y fue elegido siendo un joven para servir al rey de Babilonia. Con diligencia se entrenaba física, intelectual, relacional y espiritualmente con el propósito de ser lo mejor que pudiera llegar a ser. Con un cuerpo fuerte, una mente fuerte, una integridad fuerte y por encima de todo una fe fuerte, Daniel honraba a Dios en todo lo que hacía; y tú también puedes hacerlo.
Medicina del ejercicio
El ejercicio es la mejor estrategia para:
• Aumentar la energía
• Mejorar la fuerza, el tono y la resistencia muscular
• Hacerte más feliz, reducir el estrés, la ansiedad y la depresión
• Hacerte parecer y sentir más joven
• Manejar el peso y disminuir la grasa corporal
• Aumentar la productividad
• Estimular la creatividad
• Aclarar el enfoque
• Producir un sueño reparador
• Mejorar la intimidad y las relaciones
• Fortalecer los huesos
• Hacerte más inteligente
• Mejorar la función inmunológica
• Aumentar la movilidad articular
• Mejorar la postura
• Tratar y prevenir más de cuarenta enfermedades crónicas
¿Tenemos que seguir diciendo cosas?
Otro Daniel el fuerte fue Eric Liddell, un hombre celebrado y recordado en la historia olímpica por una carrera que nunca corrió. Era la carrera clasificatoria de 100 metros planos de los Juegos Olímpicos de 1924 celebrados en París, Francia. Liddell era el favorito en el evento y se esperaba que se llevase la medalla de oro olímpica para su país. Pero su carrera se programó para un domingo, el día que él guardaba como día de reposo. Para asombro y consternación de la prensa y el mundo de las carreras, Liddell, un cristiano devoto, se retiró de la carrera, queriendo honrar a Dios por encima de las expectativas de los demás, la gran oposición y su propia ganancia personal.
Pocos días después, Liddell centró su atención en una carrera que no era una de sus principales especialidades: los 400 metros planos. Como corría contra varios competidores con marcas mundiales, se esperaba muy poco de Liddell en esta prueba. Sin embargo, no solo ganó la carrera de 400 metros, sino que además batió el record mundial existente con un tiempo de 47,6 segundos, un record que duraría años.
A Liddell se le conoce por decir: «Cuando corro, siento que Dios se agrada». Esta cita personifica al hombre, siervo y atleta Eric Liddell. También engloba la esencia misma de lo que se trata el ejercicio en El plan Daniel.
Pero no tenemos que ser atletas olímpicos, ni tan siquiera entrenar como uno de ellos, para entender la profunda lección que demostró la vida de Eric Liddell. Liddell descubrió que su amor por las carreras, el entrenamiento y el ejercicio no solo hacía su cuerpo fuerte y sano, sino que también le daba una gran satisfacción y gozo y le preparaba para estar en la mejor forma posible para el resto de su vida.
Las principales organizaciones de salud y bienestar, como la American College of Sports Medicine [Universidad Estadounidense de Medicina Deportiva] han descubierto que mover tu cuerpo tan solo un poco de manera regular influencia no solo tu salud física, sino también tu salud intelectual, emocional, social, económica y espiritual.
Así como Daniel y Eric Liddell, estamos diseñados para movernos. Cuando estamos en forma, nuestro cuerpo, mente y relaciones funcionan mejor y tenemos el potencial, la resistencia y la fortaleza para ser todo aquello para lo que fuimos diseñados.
Dondequiera que estés con el ejercicio, incluso aunque nunca hayas hecho ejercicio de forma regular, El plan Daniel te ayudará a encontrar una estrategia personal para estar en forma que disfrutes. Te ayudaremos a descubrir lo que te motiva para que puedas edificar y fortalecer el cuerpo que Dios te dio.
Puedes tener una fe sólida, buenas decisiones en la alimentación y mucho ejercicio, y aun así sabotear tu salud. ¿El posible saboteador? Tu cerebro. Tu salud mental es vital para tu salud global. Los pensamientos negativos, pensamientos positivos o falta de pensamientos pueden consumirte. Dependiendo de cuál consuma más tu mente, puedes conseguir o estropear tu salud incluso ante de comenzar. Lo que más consiga la atención de tu mente dirigirá muchas otras áreas de tu vida.
Cuando tu cerebro funciona bien, trabajas bien. Cuando tu cerebro está sano, tu capacidad para enfocarte aumenta y tomas mejores decisiones. Muchas distracciones compiten por tu atención, así que es importante renovar tu mente y enfocarte en el plan y las prioridades de Dios para tu vida.
Cambia tu mente
«Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza» (Filipenses 4.8, NTV). Parte de permanecer enfocado es poder desarrollar maestría sobre la calidad de tus pensamientos. Los pensamientos mienten, y mienten mucho. Son a menudo los pensamientos que no has investigado y que llevan a la depresión, la ansiedad, el temor o comer en exceso los que estropean el progreso hacia una mejor salud.
En definitiva, la salud de tu cerebro influye mucho en la calidad de tus decisiones y tu capacidad para mantener el enfoque. Tu cerebro participa en todo lo que haces. La neurociencia moderna nos dice claramente que cuando tu cerebro funciona bien, tiendes a estar más feliz, físicamente más saludable y más concienzudo, porque tomas mejores decisiones. (La toma de decisiones es una función del cerebro.)
Un paciente que era luchador de artes marciales mezcladas (MMA por sus siglas en inglés) fue a ver al doctor Amen. Uno se puede imaginar que el MMA no es bueno para el cerebro. Este paciente había estado luchando de manera competitiva durante más de cinco años y lidiaba con su enfoque, genio y humor. Usando los Esenciales de El plan Daniel — que incluían conectar de manera más profunda con su propósito, cambiar su dieta, hacer ejercicio que no dañe el cerebro, usar algunos suplementos sencillos para mejorar la función cerebral y conectar con amigos—, este paciente pudo conseguir una mejora sustancial.
Una de las partes más importantes del Esencial del Enfoque es conocer tu motivación, o por qué tienes que estar sano. Sin una subyacente y clara sensación de motivación, es mucho más difícil seguir haciéndolo en los buenos y en los malos momentos. Pero una vez que sabes por qué lo haces, por qué debes estar sano, tu motivación literalmente te aporta el combustible necesario para permanecer enfocado. Pregúntate por qué debes estar sano. ¿Es para vivir en la voluntad de Dios? ¿Para tener una mejor salud y claridad mental? ¿O para ser un gran modelo a seguir para alguien a quien amas?
Cada vez que tienes un pensamiento, tu cerebro libera sustancias químicas. Los pensamientos negativos, de enojo y desesperación producen sustancias químicas negativas que hacen que tu cuerpo y tu mente se sientan mal; por el contrario, los pensamientos positivos, felices y esperanzados producen un conjunto de sustancias químicas totalmente distintas que te ayudan a sentirte relajado, feliz y en control de tus impulsos. Explicaremos varias formas en que tu mente distorsiona la verdad. Saber cómo responder a tus pensamientos negativos es vital para poder enfocarte en la verdad de la Palabra de Dios y ayudarte a vivir en la plenitud de salud física y mental que Dios quiere para ti.
Perder algo más que kilos
Laura, una directora de proyectos de cincuenta y tres años, había luchado con su peso durante muchos años. Probó muchas dietas distintas sin conseguir ningún éxito duradero. Aprender a enfocarse en la gratitud, corregir sus patrones de pensamientos negativos y aprender de los errores en vez de culparse, todo esto junto con los elementos de fe, alimentación, ejercicio y amistades logró marcar una enorme diferencia a largo plazo para ella. Perdió veinte kilos (43 libras) en seis meses y comenzó a dedicarse a una nueva forma de vivir en vez de a una dieta de moda.
De forma similar a disciplinar tu mente para tener pensamientos precisos y honestos, también es importante prestar atención cada día a esas cosas por las que estás agradecido. Las investigaciones médicas modernas revelan que cuando te enfocas constantemente en tus bendiciones y en aquello por lo que estás agradecido cada día, eso tiene efectos positivos sobre tu salud física y mental. Por ejemplo, el psicólogo Martin Seligman de la Universidad de Pensilvania descubrió que cuando las personas escribían tres cosas por las que estaban agradecidos cada día, en el plazo de tres semanas aumentaba de manera significativa su nivel de felicidad.5 Como verás, la gratitud incluso ayuda a que tu cerebro funcione mejor.
A menudo, los intentos por mejorar tu salud o tu vida fracasan o terminan demasiado pronto porque la fuerza de voluntad es difícil de fortalecer. Sabes que tu fuerza de voluntad debe descansar en el poder de Dios, pero también se hace más fuerte con una mente clara y dominio propio. Piensa en la frecuencia con la que intentas evitar algo malo para ti, pero fracasas porque no puedes controlar tus impulsos. Es frustrante, ¿verdad? Entonces, ¿qué ocurriría si pudieras aprender las dos palabras más importantes del idioma español en lo referente a la salud: entonces qué.
• ¿Entonces qué ocurrirá si me como esto?
• ¿Entonces qué ocurrirá si le digo esta cosa impulsiva a mi esposa?
• ¿Entonces qué ocurrirá si me quedo despierto toda la noche en la computadora y no duermo bien para mañana?
Tener estas dos palabras frescas en tu mente e implementar los hábitos adecuados, como dormir bien y comer bien, marcará una gran diferencia en tu salud mental y física, lo cual a cambio te ayudará con tus amistades y tu conexión con Dios.
Un enfoque claro y una mente sana no descarta que falles en este viaje. El fallo es una parte del viaje de cada uno, pero es tu actitud con respecto al fallo lo que determinará tu éxito final. El enfoque y una mente clara pueden ayudarte a tener la actitud correcta hacia el fracaso. Ahora te estamos diciendo que estés preparado para tener altos y bajos en tu viaje hacia una mejor salud. Habrá puntos álgidos y contratiempos.
El fallo no tiene por qué derrotarte o apartarte. De hecho, puede aumentar tus oportunidades de un éxito final. El plan Daniel te anima a convertir tus días malos en buena información y a estudiar tus fallos. Aprender de los errores ayuda a impedir que vuelvan a producirse en el futuro.
Uno de los ejercicios favoritos del doctor Amen para ayudar a las personas a estar y permanecer sanas para toda una vida se llama La bifurcación en la carretera:
Imagínate gráficamente una bifurcación en la carretera con dos caminos:
A la izquierda, imagínate un futuro de dolor. Si no cuidas tu cerebro y tu cuerpo y sigues haciendo lo que siempre has hecho, ¿cómo será tu vida dentro de un año… cinco años… diez años? Imagínate tu cuerpo que sigue envejeciendo y con todo lo que eso supone… neblina mental, cansancio, depresión, pérdida de memoria y enfermedad física.
A la derecha, imagínate un futuro de salud. Si cuidas de tu cuerpo, que es un regalo de Dios, y haces El plan Daniel, ¿cómo será tu vida dentro de cuarenta días, de un año… cinco años… diez años? Imagínate tu cuerpo y tu espíritu siendo más sanos y todo lo que acompaña a eso… claridad mental, mejor energía, mejor humor, buena memoria, un cuerpo más sano y esbelto, una piel más saludable y un cerebro más sano.
Incrementa la salud de tu cerebro, e incrementarás todos los demás esfuerzos por tener una vida más sana.
Para muchos de ustedes, esta no es la primera vez que han intentado controlar su salud. La salsa secreta —las amistades— une todas las demás cosas.
Cuando se trata de tu salud, cada cuerpo necesita un amigo. A fin de cuentas, Dios creó el universo de tal forma que nos necesitásemos los unos a los otros. De hecho, el Nuevo Testamento usa la frase unos a otros una y otra vez. Dice que nos amemos unos a otros, animemos unos a otros, sirvamos unos a otros, ayudemos unos a otros. La palabra «ayudar» literalmente significa aumentar el potencial del otro.
¿No es eso algo que tú quieres? Ya lo tienes de alguna forma. Quizá tienes un círculo de oración que te ayuda con tu caminar espiritual. Quizá te reúnes con un grupo de cocina en el que a todos les encanta cocinar. Quizá eres parte de un grupo de mamás o papás en el que todos hablan de los desafíos diarios de educar a los hijos. Tienes amigos que te ayudan.
Ahora piensa en lo que sería tu viaje hacia la salud si lo hicieras en comunidad. Los estudios revelan que las personas que intentan estar saludables juntas pierden el doble de peso de los que lo hacen solos.6 Ese éxito aumenta drásticamente cuando estás conectado con otros, recibiendo un ánimo constante para estar enfocado y motivado para conseguir tus objetivos.
Descubre más consejos prácticos acerca de estar sano mediante los cinco Esenciales. Invita a algunos amigos a hacer contigo un grupo de estudio de El plan Daniel durante seis semanas. Entra en www.elplandaniel.com para registrar tu grupo y comenzar.
Los amigos y la fe diferencian El plan Daniel como un estilo de vida que es alcanzable y sostenible. Los libros de dieta y nutrición pueden darte las bases, pero solo la ayuda mutua de otros puede aumentar tus resultados y sostenerlos.
El hombre más sabio del mundo, el rey Salomón, lo sabía: «Más valen dos que uno» (Eclesiastés 4.9).
El profeta Daniel también entendió este principio. Él no hizo su compromiso con los caminos de Dios y las decisiones saludables por sí solo. Lo hizo con tres amigos. Los cuatro, juntos, fueron mucho más fuertes de lo que cualquiera de ellos en solitario podría haber sido.
Dios nunca quiso que fueras solo por la vida, y eso incluye tu viaje hacia una salud mejor. Ya sea que te juntes con unos cuantos vecinos, preguntes a los padres de los amigos de tus hijos, comiences un grupo en la oficina, te inscribas en una célula de la iglesia o te juntes con tu familia, encuentra a algunos otros que quieran comenzar El plan Daniel contigo. Las conexiones sociales son vitales. Cuando estás rodeado de personas que tienen los mismos valores, metas y hábitos de salud, progresarás más de lo que lo harías en solitario.
Por ejemplo, cuando te encuentras en una situación difícil, ¿a quién acudes? Tus amigos o familiares, los que mejor te conocen, los que orarán por ti. Esas personas se disponen a ayudarte, preguntándote y sirviéndote. Los amigos te inspiran y motivan.
Quizá no te apetece comer alimentos sanos hoy, pero si el amigo con el que has quedado para comer pide un plato saludable, alentará tu decisión de pedir lo mismo. Quizá no te apetezca meditar en la Palabra de Dios, pero si vas a la iglesia o a una célula esta noche, ellos te llevarán a la presencia de Dios. El sentimiento de comunidad es la razón por la que las clases de ejercicio y grupos de actividades son tan populares, porque proporcionan la motivación para conseguir cambios duraderos.
Un buen grupo de amigos es también un lugar donde Dios promete estar contigo. Jesucristo hizo una promesa increíble al respecto: «Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos» (Mateo 18.20, NTV).
Un equipo de amigos te mantendrá en el camino para la carrera que Dios te ha llamado a correr. Y tú harás lo mismo por otros. Este es el secreto de El plan Daniel: incluye a los amigos con todos los demás Esenciales, y verás lo lejos que puedes llegar. Lleguemos a estar sanos juntos.
Reflexiona y da un paso…
Ahora es el momento de evaluar dónde estás. Todos tienen un punto de inicio distinto, así que haz esto de manera muy personal. ¿Cómo es tu salud en general? ¿Con qué cambios quieres empezar? Usando la página web de El plan Daniel, el diario o la aplicación (solamente disponible en inglés), toma algunas notas en cuanto a dónde estás con cada uno de los cinco Esenciales que acabas de leer. Después, durante los siguientes cuarenta días, comprueba cómo tus decisiones y cambios comienzan a restaurar tu cuerpo y tu mente.