Cuando en el año 2000 el diario El País me pidió un cuento para su edición de verano estuve a punto de negarme. Nunca había escrito uno, aun cuando había publicado para entonces varias novelas. Es probable que sintiera ese género como algo esquivo y un poco inasible. Acepté el pedido como un desafío y allí nació «2 de julio», un cuento que cumplió el cometido de El País y que más tarde, junto a «Sin Dios ni ley» conformaron una pequeña publicación llamada Un mundo raro (dos relatos mexicanos).
«Dulce enemiga mía» (que entonces se llamó «La dulce mi enemiga») lo escribí en 2004 para una edición de lujo española donde varios autores rendían homenaje al Quijote.
Todos los cuentos restantes son inéditos y han sido escritos en diversos lugares a través de estos años (en Argentina, en México, en Chile, en la Toscana, en los Balcanes, en cualquier parte). Algunos fueron terminados, casi literalmente, el día de ayer.
Este libro no habría sido posible sin el aliento constante de mi agente literario, Willie Schavelzon, y sin María Fasce, de Alfaguara España, quien, con su ojo casi clínico en lo que a letras se refiere, es capaz de transformar cualquier texto con sus sugerencias y su tenacidad. Vaya para ellos todo mi agradecimiento.
Santiago de Chile, septiembre de 2012