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El arte y la magia de arreglarse
Por desgracia, Peter, mi estilista parisino de los últimos veinticinco años, un auténtico mago, acaba de jubilarse. Era una de mis armas secretas para combatir el envejecimiento. Sin duda, cada vez que acudía a él me quitaba cinco años de encima.
Seguramente, no debía de haber persona en el mundo que cortara el pelo más despacio que Peter. Antes de hacer nada, se concentraba... estudiaba tu cabello, tu cara, tu perfil, la forma de tu cabeza. Se fijaba en cómo hablabas, vestías, te movías... cualquier detalle que le permitiera realzar tu estilo. En la jerga profesional, es lo que se llama «el arte de la consulta» y signo de un buen estilista. Jamás hizo el mismo corte a dos personas, y a lo largo del tiempo nunca llevé el mismo corte exacto. Unas veces, los cambios que introducía eran sutiles; otras, drásticos, pero no de una forma disparatada ni según la última moda. Siempre que salía de su salón de belleza me sentía estupenda.
Peter tardaba una hora solo en cortarme el pelo. Lo hacía tres veces. En cada ocasión, yo creía que había terminado, pero él me miraba fijamente, con expresión de estar muy concentrado (apenas hablaba), y empezaba de nuevo. Sus cortes eran tan perfectos técnicamente que duraban tres o cuatro meses, y seguían causando admiración en la calle. No era un gran hombre de negocios, pero sí un verdadero y apasionado artista.
¿Tienes un buen estilista? Si no es así, ¿por qué? ¿Llevas un peinado espléndido? En caso contrario, ha llegado el momento de llevarlo. ¿Llevas un peinado que contribuye a definir tu marca personal y es adecuado para tu edad? ¿Qué dice el espejo?
Pero ¿cómo encontrar un buen estilista? Siempre me ha hecho gracia que, poco después de cortarme el pelo, algún desconocido me comente lo mucho que le gusta mi corte. Y mucha gente me pregunta a menudo: «¿Te importaría decirme quién te corta el pelo?» Halagador, desde luego, y cuando respondo que me lo corto en París, comentan algo así como «Claro» o «Tendría que habérmelo figurado». De todos modos, preguntar a alguien quién es el responsable de ese peinado que tanto te gusta es una forma de encontrar un buen estilista. Preguntar a las amigas es una buena opción, y es así como yo encontré a Peter, pero no siempre sale bien a la primera, de modo que prepárate a cometer algunos errores. Y no olvides cortarte el pelo un día, y volver a hacerlo dos días después para corregir los posibles errores.
Eso siempre me recuerda que la gente se fija primero en tu pelo, después en tus ojos y tu sonrisa, y a continuación en tus zapatos. De alguna forma estas son las zonas en las que nos concentramos y que utilizamos para formarnos nuestra primera y a menudo duradera impresión sobre el aspecto general de una persona. Cuando te encuentras con alguien con quien hace tiempo que no coincides y te comenta que te ve bien, ¿en qué se basa para hacer semejante afirmación? En mucho de lo anterior y, seguramente, en el estado de tu cutis y en el diámetro de tu cintura.
Conozco a una mujer de Nueva York que tiene noventa años y que lleva dos años padeciendo una demencia que va en aumento. Una pena, desde luego. Era muy de la vieja escuela en lo que a su aspecto se refiere: se vestía cuidadosamente, con estilo, y cuidaba mucho su maquillaje, su piel y su peinado. Durante toda su vida adulta ha ido una vez a la semana al salón de belleza, y todavía lo hace. Si te la encuentras después de una de estas sesiones, la ves como si el tiempo se hubiese detenido. Es la mujer que conocías hace diez años.
Me imagino que su salón de belleza tiene mucha experiencia en los cuidados de los cabellos de las «señoras mayores». Tal vez tendría que haber una rama de la gerontología dedicada al cuidado del cabello... y, por supuesto, una cadena de salones de belleza para mujeres mayores de cincuenta.
Hay que admitirlo, con los años se nos cae más el pelo, este se vuelve más fino y nuestras facciones cambian.
CÓMO ENCONTRAR EL MEJOR ESTILO PARA TU CARA
Espejito, espejito, ¿qué forma tiene mi cara? ¿Ovalada, redonda, cuadrada, alargada, rectangular, triangular, romboidal, de corazón? Ah, pero ¿es el peinado que has elegido el adecuado para la forma de tu cara? ¿Ha cambiado la forma de tu cara con la edad? La gravedad se impone. ¿Tu piel ha perdido elasticidad y cede (está bien, cuelga) en algunas partes de la cara, con lo que tu forma oval se ha vuelto más redonda o más cuadrada, especialmente si has ganado algo más que un poquito de peso? ¿Qué ocurre entonces?
Existen algunas reglas generales evidentes en relación con el peinado y la forma del rostro, como por ejemplo: si tienes la cara redonda, que el corte de pelo te enmarque las orejas y los ojos. Si tienes la cara alargada, no lleves el pelo largo y liso, pues te la alargará todavía más. Pero estos aspectos básicos son solo detalles. ¿Tienes el pelo rizado, ondulado o liso natural? ¿Tienes el pelo con cuerpo, normal o fino? ¿Es la densidad de tu pelo elevada o se ha reducido tanto que se ve el cuero cabelludo? ¿De qué color tienes el pelo?
Me gustaría estar en condiciones de darte respuestas y consejos específicos, pero si multiplicamos nueve formas faciales por cuarenta peinados habituales y alrededor de centenares de cortes no tan frecuentes, disponemos de material suficiente para llenar otro libro. Vale la pena gastarse el dinero en ir a un buen estilista de vez en cuando para que te aconseje sobre el mejor peinado para ti. Y existen muchos sitios web, artículos y libros que puedes consultar. Las cosas suelen complicarse si se lo permites. Y mi mantra es evitar que las cosas se compliquen, especialmente con la edad. Cuidarte el pelo es mucho más que una sesión de estilismo virtual (¡viva la informática!) o, si tienes suerte, un secado a mano una o dos veces a la semana. La salud del cuerpo y el cuidado del cabello son especialmente importantes (y están relacionados entre sí)
Tu cabello refleja tu actitud ante el envejecimiento.
Pero tu peinado no tiene por qué cambiar con la moda y las tendencias, de modo que intenta encontrar uno que no sea demasiado extremado y vaya bien con tus facciones, personalidad y estilo de vida; uno que puedas modificar ligeramente a lo largo de los años. Piensa, tal vez, en un peinado comparable al vestido negro intemporal. Si te fijas en iconos de belleza clásicos, como Grace Kelly, Audrey Hepburn, Jacqueline Kennedy o Catherine Deneuve, advertirás que a lo largo de los años apenas si han modificado ligeramente su peinado, aunque han jugado un poco con la longitud del cabello. Después de todo, como ocurre con la ropa, los peinados vienen y van.
El pelo, como la piel, necesita unos cuidados sencillos pero enérgicos. Aunque la genética interviene, con la edad el cabello pierde proteínas y en ocasiones las hormonas causan estragos, de modo que debemos prestarle mucha atención.
Recuerdo el corte al estilo carré o bob, a lo Louise Brooks, que empecé a llevar a los seis años, y me veo ahora, décadas después, llevando todavía una especie de corte carré, tras numerosas variaciones sobre el mismo tema (y de un par de años con el pelo largo y liso, por supuesto, durante el paréntesis que va desde los quince hasta los veinticinco años): desde la raya en medio hasta la raya a un lado, con o sin flequillo, más corto o más largo, un corte recto o plongeant (es decir, corto por detrás y más largo a los lados, escalado a capas en la parte superior para darle volumen natural, algo que va muy bien a cualquier tipo de pelo), pero el corte carré sigue siendo el que mi estilista parisino de tantos años afirmaba que me favorecía más. De vez en cuando, si me apetecía un cambio y le enseñaba alguna foto, Peter rechazaba el pelo supercorto o superlargo. Cada vez que insistía en el cambio o el corte, no pasaba demasiado tiempo antes de que me aburriera o no me sintiera bien en mi propia piel y regresara a mi estilo familiar. Es un peinado clásico y, como tal, jamás pasa de moda. Ciertamente, el corte carré es uno de los más intemporales que existen.