LVII

 

 

 

El ímpetu crüel de mi destino

¡cómo me arroja miserablemente

de tierra en tierra, de una en otra gente,

cerrando a mi quietud siempre el camino!

¡Oh, si tras tanto mal, grave y contino,

roto su velo mísero y doliente,

el alma, con un vuelo diligente,

volviese a la región de donde vino!

Iríame por el cielo en compañía

del alma de algún caro y dulce amigo,

con quien hice común acá mi suerte.

¡Oh, qué montón de cosas le diría,

cuáles y cuántas, sin temer castigo

de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

 

Francisco de Aldana