En la mesa de los inconquistables, la partida comienza a echar llamas.
EL MONO
(Superexcitado.) ¡Tres y cuatro, siete, jajajá! ¿O sea que yo era un salmuera, José? Pónganse de rodillas y récenme, huevas tristes. Cuándo en su perra vida han visto algo así: siete manos al hilo, sin fallar. Ahí queda toda la plata, para los valientes. ¿Quién es quién?
JOSEFINO
(Sacando unos billetes.) Yo soy quien. ¿Crees que me asustas? A ver, cuánto hay. Doscientos, trescientos. Aquí están los trescientos. Tira los dados, mangache.
JOSÉ
Qué platudo, Josefino. (Bajando la voz.) ¿No será que ya la has puesto a trabajar a Mechita?
JOSEFINO
Calla, si te oye se me va a poner saltona. ¿Qué esperas, Mono?
EL MONO
(Se pasa los dados por los ojos, por los labios, los acuna, los exorciza.) Que sufras un poco, gallinazo. Y ahora sí se van, fufufuuuú... (Todos miran correr los dados, extáticos.) ¡Once! Muévanse, señores, que se la emboqué otra vez hasta el guargüero. Ocho al hilo. ¡Chúpenmela, carajo! Más cervezas, Chunga, para regar este milagro.
JOSEFINO
(Atajando al Mono cuando éste va a recoger el dinero que ha ganado.) El pozo se queda en la mesa.
Los tres inconquistables lo miran, sorprendidos.
EL MONO
¿Quieres seguir perdiendo? Yo encantado, mi hermano. Ahí está, para que te hagas rico. Seiscientos soles. ¿Los vas a parar tú solito?
JOSEFINO
Yo solito, sí señor. (Saca más billetes del bolsillo y los cuenta, aparatosamente. Los coloca en el pozo, despacio, con aire teatral.) Ahí están. Seiscientos. La Gallinacera contra la Mangachería.
LITUMA
Puta, éste ha robado un banco o qué cosa.
JOSEFINO
Robar es cosa de mangaches, no de gallinazos. Los de la Gallinacera seremos cabrones, pero no ladrones.
JOSÉ
La Gallinacera es el peor barrio de Piura, Josefino, convéncete.
LITUMA
Trata de ocultar que eres gallinazo, hombre. Del barrio del Camal, de los cadáveres, de las moscas, de los buitres.
JOSEFINO
Pero tenemos calles asfaltadas y excusados. La Mangachería ni siquiera eso. Barrio de burros y mendigos. Y todo el mundo caga en el suelo, junto a la cama. Yo no sé por qué me junto con mangaches como ustedes, cualquier día me van a pegar su olor a caca. Espera, Mono, no tires esos dados. ¡Mechita! Ven, tráeme suerte. (Meche se acerca a la mesa, al mismo tiempo que la Chunga, quien trae otras dos cervezas; Josefino rodea con su brazo el talle de Meche y la obliga a bajar la cara. La besa en la boca con fruición, exhibiéndose. Los inconquistables ríen y festejan. La Chunga mira, con los ojos brillantes.) Ahora sí, Mono, tira esos dados.
JOSÉ
(A Josefino.) ¿No conoces el refrán? Afortunado en el amor, desgraciado en el juego.
EL MONO
(Lanzando los dados.) ¡Se fueron y este inconquistable se hizo rico!
JOSEFINO
(Feliz, exuberante.) Uno y uno. ¡A cavar tu tumba, Mono! (A José.) No es ése el refrán, mi hermano. Sino: afortunado en el amor, dichoso en el juego. Salud, por Mechita, que me trajo la suerte. Gracias, amor. (La obliga a bajar la cabeza de nuevo y la besa, mirando de reojo a la Chunga como burlándose de ella.) Salud, Chunguita.
La Chunga, sin contestarle, regresa hacia el mostrador.
EL MONO
(Estirándole la mano a Josefino.) Te felicito. Había que ser valiente para apostar todo el pozo después de ocho manos sin fallar. Serás de la Gallinacera, pero mereces ser un inconquistable.
JOSÉ
(Malicioso.) ¿Viste la cara de la Chunga cuando Josefino te besaba, Mechita? Se le salían los ojos.
LITUMA
Se moría de envidia.
JOSEFINO
(Alzando la voz.) ¿Oyes lo que estos mangaches maricones andan diciendo de ti, Chunga?
LA CHUNGA
Qué.
JOSEFINO
Que cuando yo la besaba a Meche se te salían los ojos. Que te morías de envidia.
LA CHUNGA
A lo mejor es verdad. ¿Quién no sentiría envidia de una mujer así?
Risas y exclamaciones de los inconquistables.
JOSEFINO
Y eso que no la has visto calatita, Chunga. Su cuerpo es todavía mejor que su cara. ¿No es cierto, Meche?
MECHE
Calla, Josefino.
LA CHUNGA
Estoy segura que, por una vez en tu vida, no estás mintiendo.
JOSEFINO
Claro que no estoy mintiendo. Álzate la falda, amor. Muéstrale tus piernas, para que se haga una idea.
MECHE
(Simulando más embarazo del que siente.) Josefino, qué cosas se te ocurren.
JOSEFINO
(Subiendo un poco la voz. Con una firmeza que no quiere ser brusca, pero que disimula apenas la prepotencia. Ufanándose de su poder ante sus amigos.) Hazme caso. Para que tú y yo llevemos siempre la fiesta en paz, tienes que hacer lo que te pida. Muéstrale tus piernas a la Chunguita.
MECHE
(Haciéndose la molesta, pero, en el fondo, atraída por el juego.) Qué caprichoso y qué mandón eres, Josefino.
Se levanta la falda y muestra sus piernas. Los inconquistables aplauden.
JOSEFINO
(Riéndose.) ¿Qué te parecen, Chunga?
LA CHUNGA
Lindas.
JOSEFINO
(Chisporroteando arrogancia.) A los inconquistables y a la Chunga, que son mis hermanos del alma, yo les puedo mostrar a mi mujer calata y no pasa nada. (Comienza a guardarse el dinero del pozo, que acaba de ganar.)
EL MONO
Alto ahí, mi hermano. Sólo los cobardes retiran la plata que han ganado si hay alguien dispuesto a parar el macho.
JOSEFINO
¿Quieres apostar el pozo? Son mil doscientos soles, Mono. ¿Tienes con qué?
EL MONO
(Se rebusca los bolsillos, saca todos los soles que tiene, los cuenta.) Tengo quinientos. Te debo los setecientos.
JOSEFINO
A la hora de jugar no se presta plata, trae mala suerte. (Cogiéndole la mano, donde lleva el reloj.) Espera. Para eso tienes un reloj. Te lo acepto por los setecientos.
LITUMA
Tu reloj vale más que eso.
EL MONO
(Quitándose el reloj y poniéndolo junto con sus quinientos soles sobre el pozo.) Pero si voy a ganar, hombre. Okay, Josefino, tira esos dados y, por favor, pierde.
JOSEFINO
(Empuja a Meche hacia el mostrador.) Acompaña a la Chunga mientras yo gano estos solcitos y el reloj. Cuando tengo los dados, no necesito que me traigan suerte, me la fabrico yo solo.
JOSÉ
Ten cuidado que la Chunga trate de seducirte, Mechita. La has puesto como loca.
MECHE
(Transparentando una curiosidad algo morbosa, en voz baja.) ¿Es una de ésas?
LITUMA
Hasta ahora no se sabía que lo fuera. Más bien parecía sin sexo.
JOSÉ
Pero desde que te vio ha perdido la compostura. Se ha delatado: es marimacho.
MECHE
¿Será, de veras?
JOSEFINO
¿No te arden las orejas, Chunga? Si supieras lo que están diciendo, les darías de botellazos y les prohibirías volver a poner los pies en tu casa.
LA CHUNGA
Qué dicen.
JOSEFINO
José dice que te has puesto como loca desde que viste a Mechita, que te has delatado como marimacho y Meche quiere saber si de veras lo eres.
MECHE
Mentira, Chunga, no le creas. Qué perro, Josefino.
LA CHUNGA
Que venga a preguntarme a mí. Se lo diré a ella solita.
Risas y bromas de los inconquistables.
JOSEFINO
(A Meche.) Anda, amor. Coquetéale un poco, que se haga ilusiones.
EL MONO
¿Vas a tirar esos dados, Josefino?
Meche avanza hacia el mostrador, donde está la Chunga.