Nota de la autora

Hace varios años estuve en un acto literario con If a Tree Falls, mi autobiografía sobre cómo fue la crianza de mis dos hijas sordas en un mundo que oye y habla. Una mujer del público me contó una experiencia de su infancia durante la Segunda Guerra Mundial: estuvo escondida con su madre en una buhardilla, donde tenía que estar en silencio prácticamente todo el tiempo. Me imaginé lo que pasó esa madre para intentar mantener en silencio a una niña pequeña, un esfuerzo que era justo el opuesto al mío, que estaba centrado en animar a mis hijas a vocalizar todo lo posible.

Después me reuní más veces con esa mujer, «una niña escondida» como se denominaba ella, y, gracias a sus contactos, conocí a varias más. Pronto me encontré inmersa en un nuevo proyecto que tenía que ver con el silencio, la separación, la pérdida y, sobre todo, el amor.

Algunos de los niños escondidos que conocí estuvieron ocultos separados de sus familias. Me abrumó ver el dolor que les produjo esa separación, que aún persiste (a pesar de saber que todo fue para asegurar su supervivencia). A algunos les dieron nuevos nombres y los llevaron a lugares cristianos; después de la guerra muchos tuvieron dificultades para recuperar un sentido de su comunidad y su identidad.

En el U.S. Holocaust Memorial Museum hay carteleos con fotos de niños y el texto: «¿Te acuerdas de mí?». Y la pregunta es literal: si te acuerdas de mí es que hay alguien ahí que me reconoce y que puede contarme cosas de mi familia, decirme mi nombre, y así yo podré descubrir mi historia, mis raíces: mi ser. Para los refugiados de las guerras y los conflictos actuales, los niños alejados y arrancados de sus familias, esas preguntas siguen resonando.

Mi infancia quedó marcada, a diario, por el sonido de los ensayos del violín de mi padre. Durante la escritura de este libro tuve la oportunidad de conocer a un lutier israelí al que le pidieron que reconstruyera un violín recuperado de uno de los campos de la muerte nazis, que aún tenía cenizas en su interior. Escuché allí los sonidos de otros violines rescatados de la guerra y me sentí como si oyera claramente las voces de los músicos perdidos que los tocaban. Supe entonces que la niña de mi historia sería muy musical y que la música sería algo que compartiría con su familia, cuando estaban juntos y también separados.

Un canto al silencio es una historia sobre la nostalgia: la nostalgia de una niña y una madre por estar conectadas, oírse y encontrar su camino de vuelta a casa. Se lo dedico a mis padres.