El oficio de periodista de las carreras de motos debería convalidar alguna asignatura de medicina, al menos en el área de traumatología, porque las lesiones de todo tipo, y en especial las fracturas, están a la orden del día. Afortunadamente se relatan muchas más recuperaciones milagrosas que tragedias como las contadas en los capítulos anteriores. Se dice que los pilotos están hechos de otra pasta, como los toreros, y es una verdad irrefutable. Son distintos al resto de los mortales.
De entrada, no conocen el miedo y la mejor prueba de ello es la reacción inmediata de cualquier piloto, sea más o menos rápido, tras una caída: volver inmediatamente al lado de su moto para intentar remprender la marcha, sabiendo que antes o después volverá a caerse, porque las caídas forman parte de este juego. Yo me di un palo serio en una ocasión. Fue en el circuito del Jarama, durante un cursillo organizado por el Real Moto Club de España a finales de la década de los años noventa del siglo pasado. Mi Honda CBR 600 me sacó por orejas a la salida de la Hípica, en un vuelo considerable que a mí se me hizo eterno y al que siguió un aterrizaje forzoso de varias vueltas sobre el duro asfalto. Sentía como si estuviera dentro de una lavadora, alternando a marchas forzadas el gris del asfalto y el azul del cielo en mi mirada. En esos momentos parecía un muñeco de trapo, porque era consciente de lo que me estaba sucediendo y quería que mi cuerpo dejara de rodar, pero me era absolutamente imposible conseguirlo.
En esa misma curva, unos años antes, había visto a otro cursillista salir por orejas con una CBR 900. Yo ejercía entonces las funciones de comisario de pista, bandera amarilla en mano, en un evento similar al que luego me apunté y en el que también me compré una parcela. En ese momento no imaginaba que, años después, en ese mismo punto le cogería miedo a las caídas y más respeto todavía a la moto. Tendido en el suelo después de aquel golpetazo, yo no fui corriendo al lado de mi princesa para ponerla en pie y dar gas de nuevo. La miré, pidiéndole disculpas por haberla tirado al suelo, y salí a gatas de la pista a la espera de la llegada de la ambulancia que me llevó al hospital, donde se comprobó que solo tenía un esguince en el tobillo izquierdo y otro en la muñeca derecha. Me dolían más el amor propio y el bolsillo — porque intuía que la gracia del arreglo me saldría por una pasta— que las lesiones en sí mismas, pero también darme cuenta de que yo no estaba hecho de otra pasta y que le había cogido miedo. De hecho, la reacción posterior al arreglo fue venderla y esperar a que con el paso de los años se me pasara el susto, para volver a subirme a ellas tiempo después con bastante más cabeza, que la de un intrépido de 22 años que pensaba que la seiscientos se le había quedado pequeña y que debía ascender a las hypersport de mil. Ignorante de la vida…
Se dice que hay dos clases de moteros, los que nos hemos caído y los que se van a caer, pero eso solo sirve para el motero de a pie, los que nos cruzamos por la carretera y nos intercambiamos uves y ráfagas en señal de saludo. Los del Mundial ni se lo plantean y entienden las caídas como gajes del oficio. En ese sentido, me hizo gracia la contestación de Marc Márquez a una pregunta que le hice sobre su paso a MotoGP y el inquietante factor de las caídas que implica todo proceso de aprendizaje en la clase reina. «Van en el contrato», respondió tan pancho. Y es verdad. De hecho, hablando con su padre, Julià, sobre las posibilidades del pequeño genio en su primer año entre los mayores, me confesaba ya antes de deslumbrar en los test de pretemporada que se esperaba que lo hiciese bien, pero que sería clave que no se hiciera daño cuando llegasen las caídas. Y eso es de lo que todos pretenden escapar, de las lesiones, aunque una vez que llegan también saben enfrentarlas con una determinación difícil de imitar para el resto de los mortales.
En los últimos años hemos vivido tres fracturas de tibia y peroné con recuperaciones en tiempo récord. Valentino Rossi se rompió la pierna derecha con esa lesión en los entrenamientos de Mugello 2010 y reapareció solo 41 días después en Sachsenring, cuando se le habían diagnosticado varios meses de baja. Hubo incluso quien se atrevió a decir que aquello podría suponer su retirada, porque nunca antes se había hecho daño de verdad. Ni muchos menos. Volvió mucho antes de lo previsto y peleó por el tercer peldaño del podio a su regreso, una posición que le robó su querido Casey Stoner en la última curva de la última vuelta. En aquella misma carrera, Randy de Puniet sufría la misma lesión que el italiano en una aparatosa caída múltiple y el galo se recuperaba incluso antes que el italiano, reapareciendo solo 27 días después en Brno. Y el último caso fue el de Héctor Barberá, roto entre carreras entrenando por su cuenta para reaparecer 26 días después en el GP de Indianápolis de 2012. Suyo fue parte del protagonismo del jueves víspera de los entrenamientos, compartido con la rueda de prensa de Rossi en la que por primera vez hablaba públicamente de su salida de Ducati y de su regreso a Yamaha. Apoyado sobre unas muletas, el valenciano de Dos Aguas atendió a todo periodista que se lo solicitó. Mostraba la ilusión de un principiante, a la vez que orgullo por haber convertido en realidad el milagro de una reaparición tan temprana con lo que tenía. Viajó solo hasta allí desde España y el peor momento fue superar el control médico que le debía autorizar para tomar parte en el gran premio.
«Lo he afrontado un poco nervioso, porque no estaba para saltar o correr, pero estoy muy contento de haberlo superado ya que puedo caminar sin las muletas, hacer los movimientos del pie que me han exigido y simular gestos que hago en la moto. En cinco minutos han visto que la pierna tiene fuerza y que me pueden dejar subirme a la moto, así que le estoy muy agradecido al doctor Mir por la obra de arte que ha hecho y al fisio, Jordi Reig, con el que he dedicado horas y horas. Cuando me operaron tenía dolor y tiré un poco la toalla, pero de una semana a otra di un cambio radical, con trabajo, evolución y pesando en positivo», aseguró Barby lleno de satisfacción y con la simpatía que le caracteriza. Lo que resultó una faena fue que al día siguiente, en el primer entrenamiento libre, se fuera al suelo en la curva de entrada a meta y se golpeara con la cabeza en el asfalto, quedando de nuevo en el dique seco al verse afectadas algunas vértebras, un mal trago. A Héctor le tocó ir al mismo hospital en el que Fonsi Nieto vivió un calvario un par de años antes, el Methodist Hospital de Indianápolis, en cuya habitación 4064 el sobrino de Ángel Nieto volvió a nacer después de estar muerto durante cuarenta agónicos segundos, fruto de una reacción adversa cuando le aplicaron un calmante intravenoso, lo que propició una parada respiratoria…
Fonsi se había caído el sábado, durante la tanda de calificación, y persiguiendo su mejor puesto para la parrilla de Moto2 de toda la temporada, que hasta entonces había sido el quinto de Le Mans, se dio un golpe muy serio, fracturándose el calcáneo y el astrágalo del pie izquierdo, cada uno de esos huesos por seis sitios distintos. Tuvo que ser justamente en la curva doce más uno y fue evacuado de inmediato al hospital mencionado, donde las lesiones en el pie al final casi fueron lo menos importante…
Una concatenación de errores estuvieron a punto de costarle la vida y, de hecho, el lunes posterior Fonsi me dejó helado cuando me confesó: «El médico me dijo que estuve muerto un minuto». Vayamos por partes. Para empezar, médicos consultados aseguran que una de las claves del éxito en este tipo de intervenciones es operar cuanto antes y al madrileño, en vez de pasarle a quirófano el mismo sábado, lo hicieron al día siguiente. En vez de las dos horas que conlleva una operación de este tipo se tiraron con él seis, rematando con un error garrafal. Siempre según el doctor Ángel Villamor, que es el que estuvo en contacto permanente con Fonsi y Pablo Nieto, que además de su primo era su jefe en el equipo Holiday Gym G22, hubiera sido mucho más conveniente que, en lugar de cerrar la herida una vez reconstruidos los huesos dañados, se hubiera dejado abierta con un drenaje para evitar los males que luego surgieron y que derivaron en una parada respiratoria que a punto estuvo de llevárselo al otro barrio.
Eso ocurrió el domingo por la noche, pero yo no lo supe hasta la mañana siguiente, cuando fui a visitarle al hospital con Borja González y Jaime Olivares, antes de coger el vuelo de vuelta a casa. Había hablado con él por teléfono el domingo por la tarde, en una conversación muy extraña. Fue así porque tan pronto hablaba con absoluta tranquilidad como se apartaba el teléfono de la cara y se le oía gritar de dolor. Era media tarde y quedamos en que si podía me pasaría a verle por la noche, pero acabé el trabajo demasiado tarde y ya no eran horas de visitar a nadie en un hospital. Así que nos fuimos a cenar, porque la diferencia horaria en Estados Unidos nos obliga a los periodistas a acabar el trabajo a toda velocidad, para llegar a tiempo al cierre, y podemos cenar como personas normales. Tras acabar, coincidimos camino del hotel con Aspar, que celebraba su cumpleaños, así que hicimos la noche un poco más larga que de costumbre, sin tener la menor idea de lo que estaba pasando en esos momentos en la habitación 4064 del Methodist Hospital de Indianápolis.
De hecho, tampoco lo supimos cuando entramos a la mañana siguiente a darle un abrazo a Fonsi y desearle una pronta recuperación antes de que voláramos a casa. Intentamos animarle y hablar con él con normalidad, porque éramos completamente ajenos a lo que había vivido la noche anterior y, cuando nos despedimos, Pablete nos acompañó a la puerta y nos dijo: «Os tengo que contar una cosa que no sabéis y que pasó anoche. Mi primo estuvo muerto durante un minuto y aquí estábamos Pato (el responsable de prensa de Repsol) y yo absolutamente acojonados, pensábamos que se nos iba mientras treinta médicos y enfermeras intentaban reanimarle. No digáis nada, que no queremos que se asuste su familia en casa».
Un escalofrío recorrió mi cuerpo e imagino que el de mis compañeros también, porque nos quedamos los tres con cara de asombro y totalmente helados. Entramos de nuevo en la habitación, tan asustados como felices de que hubiera sobrevivido a semejante trance, y le abrazamos y besamos como corresponde con un amigo que acaba de volver a nacer. Él también pidió que no dijéramos nada de momento, que ya habría tiempo de hacerlo. Le dije que perfecto y que, cuando él quisiera, me diera luz verde para contarle a la gente su calvario, para que todos supieran que, por muy famoso que fuera, ante todo era piloto de motos. Lo que no me imaginaba es que me lo pidiera solo unas horas después. Estábamos en el aeropuerto de Chicago, procedentes de Indy y esperando coger otro vuelo con destino a Madrid, cuando sonó el teléfono de su tío, Ángel Nieto. Era su hijo Pablo, que le llamaba para contarle que se había vuelto a complicar todo y que le habían tenido que abrir el pie en canal porque corría el riesgo de que se lo amputaran. Al ver el médico cómo se le había hinchado, le preguntó si había comido algo, y al decirle que sí tuvo que tirar de bisturí en plena habitación, saltando la sangre por todas partes, para luego ya sí meterle de nuevo en el quirófano, dejándole la herida abierta y con un drenaje. Y eso es algo que debían haber hecho desde el principio.
Ángel no cogió ese vuelo desde Chicago de vuelta a casa y se volvió para Indianápolis. Yo tuve oportunidad de volver a hablar con Fonsi antes de subir al avión y me pidió que lo contara todo en el periódico del día siguiente, que supiera la gente lo que le estaba pasando. Llamé a la redacción desde la sala de espera y Raúl Romojaro me redactó la noticia que abría la información de motor del día siguiente bajo el título: «Fonsi sufrió una grave parada respiratoria». Aquello fue solo la antesala de una alucinante entrevista que publicamos al día siguiente, ya miércoles 1 de septiembre, en la que el protagonista relataba lo vivido con pelos y señales, a la vez que reivindicaba con toda razón su figura de piloto por encima de la de famoso. Es esta:
— Me alegro más que nunca de verle, porque casi le perdemos el domingo por la noche… ¿Qué es lo que pasó?
—La verdad es que yo no me di cuenta de mucho. Los que peor lo pasaron fueron los que estaban aquí conmigo, mi tío Ángel, mi amigo Pato y, sobre todo, mi primo Pablo, que estaba a mi lado. Recuerdo que tenía un dolor insoportable, que me metieron un pinchazo de no sé qué y que me quedé dormido mirando la jeringuilla cuando iba por la mitad. Fue como en las películas, y lo primero que recuerdo es gente gritando en inglés, muy fuerte, mientras yo estaba con los ojos cerrados. Lo siguiente fue un ruido muy fuerte, los soplidos de la máquina de reanimación con oxígeno. Y luego, nubes blancas antes de abrir los ojos y gente gritando alrededor. Me quité la máscara con las manos y ya vi como a treinta médicos con tal cara de felicidad que parecía que les había tocado la lotería. Estaba tiritando y sudando como si me hubieran tirado a una piscina, rodeado de estuches vacíos de jeringuilla por encima y me di cuenta de que había pasado algo gordo, muy gordo…
—¿Le explicó su primo Pablo lo que había ocurrido?
—Sí, pero antes vi a la doctora que me estaba tratando y cómo se fue llorando. Yo he tenido muchas operaciones y anestesias, pero nunca ha sido ni parecido a cómo me dormí el domingo. Fue muy diferente y al despertar empecé a gritar: «Where is my cousin? Where is my cousin?» (¿Dónde está mi primo?). Pablo vino llorando y me dijo que estaba vivo de milagro. El médico me dijo lo mismo, que había estado un minuto muerto.
—Oyendo esto, lo del pie es casi una anécdota, pero cuéntenos cómo se encuentra.
—Bueno, estoy mal. Es un disgusto grande porque tenía bastante ilusión puesta en las siguientes carreras y a ningún piloto le apetece hacerse daño. Pero bueno, ya llevo muchos años en esto y me ha costado bastante volver al Mundial donde me di a conocer. Esto pasa por darlo todo. Nunca he tenido igualdad de condiciones para pelear en muchos sentidos. Primero en Aprilia, cuando nos tomaron el pelo. Luego me fui a Superbike con el casco debajo del brazo y pagando para poder correr… A mí se me ha criticado mucho por ser el hijo de Ángel Nieto, el sobrino, el no sé qué… Pues aquí estoy igual que todos, en el hospital. He demostrado que esta es mi pasión y es lo que me gusta. Me fui a Superbike pagando por correr, me volví a hacer un nombre y conseguí regresar al Mundial donde quería estar y donde quería volver. A mí me gusta estar delante, ganar y medirme con los mejores, porque me veo capaz. Esto ha sido un percance, la verdad es que es la vez que más daño me he hecho, pero mi cabeza ya está pensando en recuperarme cuanto antes y volver a la pista, que es donde tengo que estar porque me ha costado mucho llegar hasta aquí y no voy a tirar la toalla.
—¿Qué lesión es?
—Pues el astrágalo está roto por seis partes y el calcáneo por otras seis, en el pie izquierdo. Me han dicho que es de los huesos más dolorosos que hay. Pero bueno, con esto se ve que a Fonsi se le critica mucho, pero que también se hace daño y que le pongo ganas como el que más. Estoy aquí por mis méritos y por las ganas que le echo.
—¿Por qué hubo una segunda operación ya el lunes por la tarde?
—Fue de urgencia. Tenía el pie tan inflamado y pegaba unos gritos tan enormes otra vez que se veía que tenía algo muy mal. Me quemaba, me dolía hasta la ingle y le dije a Pablo que iban a acabar cortándome el pie. Lo vieron tan mal que me metieron inmediatamente al quirófano por miedo a que perdiera el pie.
—¿Qué tal ha ido?
—Pues bien y duró solo una hora. Me han puesto drenajes y tengo un tubo que va sacando sangre.
—¿Fue consecuencia de un estropicio en la primera intervención?
—Perfecto no quedó y el médico ya me dijo que arreglar esta lesión es muy fastidiado, porque nunca había visto un pie tan dañado como el mío. La segunda sirvió para quitar los coágulos y poner un drenaje. Tengo una especie de aspiradora que me chupa la sangre y me van cambiando las bolsas cada cierto tiempo.
—Y queda un tercer paso por el quirófano antes de volver a España…
—Sí. Será para quitar los drenajes y cerrarlo todo, con la esperanza de poder volver a España mañana (por hoy), en un avión medicalizado que me pone la Federación y en el que vendrá un médico que me envía el doctor Ángel Villamor.
(Pablo Nieto, siempre a su lado, resopla con la esperanza de no llevarse otro susto en ese paso por el quirófano: «Me dijeron que la segunda operación tardaría dos horas, pero a la hora sonó el teléfono. Me preguntaron si yo era Pablo Nieto. Les dije que sí y el médico me respondió que no me moviera de la habitación, que tenía que hablar conmigo. Así, sin más. Así que, con el susto que tenía encima del domingo, me temí lo peor. Tardó tres minutos en venir hasta la habitación que se me hicieron eternos, pero por fin me dijo que todo había ido bien y respiré aliviado. No entiendo por qué no me pudo decir que había ido todo bien desde el primer momento»).
—¿Cómo fue la caída?
—Como he dicho en muchas ocasiones, el ciclo de este último motor no estaba yendo bien. Llevamos tres carreras en que la moto no corre nada, los tiempos están ahí y yo estoy el 40 en velocidad, estoy el penúltimo. Y por ganas, por querer hacer la machada con la moto con la que estás el penúltimo y venir a solo 0.3 de la pole… Salí por orejas. Con 31 años creo que tengo que ser más listo y no poner el corazón siempre, poner un poco la cabeza. Aunque el día que haga eso, igual dejo todo y me voy a mi casa. Mientras siga teniendo esas ganas y ese corazón, seguiré haciéndolo…
—¿Entendió rápido que se había hecho daño de verdad?
—Cuando me caí pensé que me había reventado la pierna, porque jamás en mi vida había sentido tanto dolor. Las placas y los tornillos que llevo de otra caída de 2001 no sé si me han ayudado o me han perjudicado, pero lo que está claro es que me he destrozado el pie y tengo para largo. Pero, si tengo que trabajar día y noche, lo haré, porque mi sitio está en la parrilla.
—¿Qué plazo de recuperación le marcan?
—Me han dicho que cuatro meses mínimo y tres para apoyar el pie en el suelo. Me tocará sufrir día y noche pero ya he salido de alguna como ésta.
—¿Se marca como objetivo subirse a la moto antes de que se acabe la temporada?
—Me marco como objetivo volver a subir al podio que es donde tengo que estar y donde creo que he demostrado que puedo estar.
—¿Qué sensaciones le llegan desde España?
—Mis padres están muy preocupados. La verdad es que en este hospital me están tratando tan bien que no doy crédito, una pasada. Y estoy alucinando de cómo me está tratando la gente en general y la cantidad de mensajes de ánimo que he recibido. En estos momentos difíciles se agradece y se ha acordado de mí gente con la que hacía años que no hablaba. Uno de los que no ha faltado es mi amigo Guti, desde Turquía.
—¿Ha tenido Valentino algún detalle con usted?
—Sí, me ha llamado y hemos estado hablando. Se agradece que la gente esté ahí. Cuando alguien se ha hecho daño o le pasa algo, me gusta llamar o mandar un mensaje porque me sale del corazón. Ahora, cuando me pasa a mí, también me gusta.
—Le veo con mucho ánimo, así que nadie debería pensar que esto es el final de Fonsi Nieto…
—La verdad es que sí. Me gusta correr en moto y hacerlo bien y cuando no es así, me cabreo. Es lo único que me llena. Creo que el año más difícil de mi vida fue el año pasado donde, por circunstancias, no pude correr. Se están portando genial al darme esta oportunidad, tanto desde Dorna como mi equipo Holiday Gym, Luis, mis primos… Se agradece muchísimo y no quiero defraudarles. Quiero estar otra vez ahí. Los ánimos se sacan con ganas y con amor a lo que te gusta. Me he ido tantas veces y he vuelto tantas veces que ya no digo nada.
—Pero volveremos a verle encima de una moto…
—Seguramente sí. Con lo que me ha costado llegar al Mundial… Por eso estoy yendo como estoy yendo encima de la moto. En mi vida he ido tan a saco porque me han dado una oportunidad que no quiero desaprovechar. Aunque antes tengo ganas de ver a mis padres, a mi hermana y a mi chica, que se está portando muy bien. Me gustaría estar para Aragón, pero no creo…
El eco de la entrevista fue increíble y Fonsi Nieto se convirtió en un héroe nacional, con repercusión en todos los medios habidos y por haber, al punto de que José Ramón de la Morena abrió en directo El Larguero de la Cadena SER esa noche, ya del 2 de septiembre, con el madrileño al otro lado del teléfono, en un acto deferente conmigo por el que siempre le estaré agradecido. Muchas de las cosas ya estaban contadas en el AS de ese día, pero era todo un puntazo que el oyente pudiera escuchar su voz desde la cama del hospital y que añadiera algún detalle nuevo. Además, Joserra estuvo muy cariñoso con él y en la despedida le envió «el abrazo entero de un país», dando espacio también en antena a su primo Pablo Nieto, que fue el que le pasó el teléfono después de decir cosas tan interesantes como estas: «Yo estoy un poco mejor ya después de estos días tan malos que hemos pasado, sobre todo Fonsi, porque yo solo he estado a su lado, que era lo que tenía que hacer. Han sido días muy malos, de mucho estrés en los que no hemos podido parar ni para comer, pero hoy es el día más tranquilo que hemos tenido. Aquí ahora son las seis y siete minutos de la tarde y le han dado unas medicinas y antibióticos que le hacen estar más relajado, antes de que mañana pase por tercera vez por el quirófano en cuatro días». «Ha habido dos momentos muy malos. Uno es en el que Fonsi se desmaya prácticamente en mis brazos y yo veo que no está conmigo. Y otro el lunes, cuando estaba Fonsi chillando como si le estuvieran cortando el pie y vino el médico, que le abrió en canal delante de mí, sin anestesia y sin nada, para quitar el hematoma. Fueron momentos en los que yo no sabía qué hacer y en los que me tiraba hasta de los pelos.»
Por increíble que parezca, aún quedaba otro paso por el quirófano, para quitar el drenaje y cerrar la herida, en el que también surgieron problemas ajenos a los huesos dañados. Sucedió el viernes 3 de septiembre, estando la caravana mundialista ya enrolada en la siguiente cita, la fatídica de Misano, la de la muerte de Tomizawa.
«Hubo un problema con la anestesia, se me encharcaron los pulmones y tuve un edema pulmonar y a punto estuve de pasar la noche en la UCI. También tenía la tráquea tan inflamada después de tantas intervenciones que no podía ni respirar», relató el mismo…
Afortundamente, Fonsi pudo volar el sábado en un avión medicalizado y llegar a Madrid el domingo por la mañana, para ponerse directamente en manos del doctor Ángel Villamor, que con una operación de dos horas, arregló el entuerto y comenzó un tratamiento de recuperación que incluía células madre que le acabaría permitiendo reaparecer en la cita de Aragón solo tres semanas después. Eso sí, antes de salir del infierno de Indianápolis, escribió una emotiva carta que publicó en su muro de Facebook, dando las gracias a sus familiares y amigos por la fuerza recibida. La tituló La luz al final del túnel y aquí la reproducimos tal y como fue escrita:
No quería irme sin mentar antes a la madre que me parió!!!!! Gracias mamá, gracias papá, gracias abuela (de aquí sale la fuerza de esta familia), gracias hermana… No tengo palabras de cómo me habéis tratado toda la familia… Mi hermana es la madre Teresa de Calcuta o Pocholo, jajaja, porque no ha dormido ni un día por estar ahí en todo momento!!!! No tengo palabras de cómo me ha tratado mi primo (hermano) Pablo… Sabía que me quería pero jamás imaginé que tanto (yo a él también). Pato, siento por lo que pasaste pero los amigos están ahí siempre aunque nos veamos poco… Gracias de corazón (te prometo que la próxima vez que te vea no será en un hospital o mejor dicho el más cercano estará muy lejos). Con mi tío Ángel no tengo palabras (eres grande 365 días al año). Huguito, Belin Andrea, Manolo, Maika, Pepa, Tere, Andrea, Tania, Nines (mis tíos y primos) gracias por estar ahí y sentir vuestra preocupación…
Mi médico aquí, Juli, no sé cómo expresar mi agradecimiento… No sabéis lo que es mirar a alguien a los ojos que te ha salvado la vida y lo buena persona que es… Qué rico estaba el sushi jajaja. A partir de ahora tengo dos cumpleaños… (sé a más de uno que le va a gustar mucho jajaja). Bueno gracias a la Blackberry!!! Jajaja qué risas me ha proporcionado en momentos tan duros (desde que tengo el pin de Wally vive conmigo, bueno mejor dicho en mi habitación… Gracias jajaja).
Que tus amigos te hagan los peores días de tu vida más amenos y te hagan soltar alguna carcajada es algo para lo que no tengo palabras. Gracias a toda esa panda de h… d… p… a los que les he notado preocupadísimos y dándome ánimos 24 horas al día. Isra quería venir y matar a alguien… jajaja. Javi manda un avión con todos estos para acá… Aunque yo creo que ni vuela… Jajaja. Jesús, Ros, José (rubia), Jefe, Gon, Nico rinacos (como me quieres y me entiendes… gracias), Juan P…, Nano, Andoni, Medina, Manollo, Carli, Osquitar, Broti, Orejitas (tú sabes quién eres…), Coli, Antia, Viso (te tengo un regalo preparado en Madrid muy serio jajajaja), a todos mis ibiza people… Tito Vélez, David, Pietri, Ercillas, Juanito, mis fans, Berrocales, Blanquita, Dani, Sete, Cardenales, Andy, familia Hidalgo (no hay mecánicos más grandes en el Mundial, qué pasión!!!!!!!!!!), Edu!!!!!!! Vane y Yannik, qué tranquilidad me habéis aportado… Luis, jefe, cómo me gusta que me entiendas y me conozcas. Gracias, gracias, gracias!
Adri Campos y su chica, que bien me habéis tratado, que buena gente sois de verdad, Aspaaaaaaar me llena de ilusión que te preocupes así por mí… (qué equipo más humano tienes, se nota quién es el jefe). Ari porque me quieres tanto… Valentino, que grande eres, y lo eres más aún cuando eres Valentino… grande Uccio, Mela aunque te hubiera matado mil veces o más!!!! gracias, Gadeita chime… que te quiero!!! Casper, Yusti te quiero, Curreu hermano, Dumi qué pájaro estás hecho, tenías que escribir un libro jajaja. Katy, Cris, Didi, queé tranquilas estabais, qué bien me conocéis… Suelaaaa… Bárcenas, mis incondionales del dj!!! Uva de verdad. GRACIAS a todo el mundo me lo habéis hecho todo más fácil. Y he dejado a alguien para el final….
GELE: no sé si eres mi primo, mi hermano o qué, pero qué bien estoy cuando te tengo a mi lado… Pablo y Gele, esto solo se pasa con alguno de nosotros tres al lado jajajaja. Beita, cuídamelo bien que te quiero!!!!
ALBITA: no sé que decir… sigo sin saber que decir… Consigues lo más difícil!!!! Consigues hacerme sentir bien con tan poco… solo con dos palabras tuyas de tranquilidad ya lo conseguías. Tú sabes lo difícil que es eso… Gracias, gracias y gracias, porque me has enseñado cómo se quiere a alguien y es como tú lo haces a mí… Te quiero… Abuelo, gracias desde arriba por cuidarme siempre… Ángel Villamor y Rosa, no tengo palabras, no sé qué decir, bueno sí, no sabes las ganas que tengo de veros!!!!!!
Bueno, no me enrollo más, pero veo que estamos ya saliendo de este gran problema que gracias al cariño de mi gente y de mis amigos se ha hecho de todos… Ufff qué familia más grande tengo… Gracias, gracias, gracias. Nunca me cansaré de decirlo. Seguro que hay gente que se me ha pasado nombrar, pero ellos saben que ahí están. Gracias por esos mensajes. Gracias por esos emails y también gracias a los que no los habeis mandado y no habeis estado, que también sabéis quien sois, por ahorrarme el disgusto… Nos vemos en Madrid.
Para mí fue todo un honor que me incluyera en ese recordatorio que tan bien le define, de pura pasión. Fonsi es el piloto, seguramente, con el que mayor amistad he tenido, lo que no ha impedido que nos peleáramos unas cuantas veces, pero ambos tenemos un corazón noble y siempre hicimos las paces. Por eso, pasado un año de su calvario estadounidense, y estando ya retirado de las motos, le felicité el 29 de agosto, con motivo del primer aniversario de su segundo cumpleaños, y le hice una entrevista estando yo en Indianápolis y él en algún lugar del mundo a punto de ponerse a pinchar música, su nueva faceta y en la que le va de maravilla. También contó cosas interesantes en aquella entrevista:
—Saludos desde su ciudad favorita, Indianápolis…
—(Se ríe). No creo que me vayan a volver a ver por allí. Para pinchar música, que es lo que ahora hago, desde luego que no me esperen…
—El lunes se cumplirá un año de su segundo nacimiento, tras estar casi un minuto muerto en la habitación 4064 del hospital de aquí. ¿Celebrará ese cumpleaños?
—Esas cosas es mejor olvidarlas.
—¿Pero qué recuerdos le quedan del calvario vivido aquí hace un año?
—Parece como si hubiera pasado más tiempo. He intentado no pensar mucho en ello. Me gusta mirar adelante y hacer otras cosas. Me pasó lo mismo cuando me fui de 250cc a Superbike, porque no disfrutaba. Tras el accidente, pensé en dedicarme a mi otra afición desde pequeño, que era pinchar y producir música, y ahora estoy a muerte con ello. Este año, al llegar Jerez, mi primo Pablo me habló de subirme de nuevo a la moto y le dije que no, que ya había tomado mi decisión y que no me montaba más ni loco.
—¿Cuánto le marcó aquel trago de ‘Indy’ para su retirada? Porque en un principio su reto era volver y lo hizo en Alcañiz recortando plazos…
—Mentalmente, cero, porque yo sabía a lo que me dedicaba y nadie me obligaba a hacer esto. Sabía que podían pasar estas cosas. En cambio, físicamente sí que me afectó. Me di cuenta cuando me puse a entrenarme para este año, con todo el equipo ya hecho, y ver que el pie izquierdo no me permitía hacerlo bien, cuando yo nunca he salido a pista para hacer sexto. Lo que peor me supo es que cuando me caí era cuando mejor estaba. El principio de año me costó mucho, porque venía de estar una temporada parado, pero en ese momento estaba rebajando la pole y en la carrera anterior había perdido el podio en la última vuelta. Estaba ya con los más rápidos, para intentar ganar con una moto con la que estaba lastrado por un peso excesivo. Me dolió más anunciar mi retirada que lo vivido en el hospital de Indianápolis, junto a mi primo Pablo, que fue el que se comió un marrón importante.
—¿Qué secuelas sufre?
—No solo es en el pie, me noto diferente. Lo hablaba con un médico y parece que se me hubiera roto el termostato, porque ahora tengo calor siempre y es por todo lo que pasó allí, por todo lo que me metieron en el cuerpo. Duermo mucho peor y me despierto muchas veces.
—¿Del minuto de parada cardíaca queda algún recuerdo?
—Veía como una luz a lo lejos que se iba encendiendo cada vez más y también voces lejanas que cada vez oía con más fuerza. Lo que más recuerdo es, al despertar, estar sudando como un pollo con un montón de médicos a mi alrededor. Fue un milagro volver a la vida después de una parada cardiorrespiratoria. Siempre digo que si no me fui es porque aún tengo algo que hacer por aquí y, al poco de anunciar mi retirada al principio de este año, tuve la súper noticia de que voy a ser padre de un niño a finales del mes de septiembre. Se llamará Lucas.
—¿Y le dejará ser piloto de motos si se lo pide?
—Si le pone las ganas y la ilusión que yo le puse… Yo no dormía por las motos, devoraba las revistas, me escapaba del cole para ir a montar y mi madre tenía que esconder la moto en casa de la vecina.
—¿Le veremos de comentarista de Telecinco en 2012?
—Me gustaría y algo hemos hablado. Lo que más echo de menos es el ambiente del paddock. Estaría bien seguir el camino de mi tío. Ya veremos.
Lo de Telecinco me tocó hacerlo a mí al año siguiente, pero esa es otra historia. Lo importante de esta es que Fonsi Nieto salió con vida de aquel calvario y sigue dando mucha guerra, ahora en la música, pero habiendo dejado tras de sí una importante estela como piloto que adorna con un subcampeonato de 250cc, cinco victorias en grandes premios y una más durante su estancia en las SBK. Y por si a alguno le queda alguna duda, un espíritu de piloto por encima de cualquier otra cosa, como demostró volviendo a la competición en tan poco tiempo, aunque no fuera aquella de Alcañiz la mejor de sus carreras… Lo importante es que él pudo contarlo.