Tenía en mente haber escrito un capítulo sobre Ángel Nieto, pero el maestro merece un libro entero por sí solo que aún está por escribirse. Estaban incluso redactadas las primeras líneas, que partían de una anécdota personal, acerca de un comentario capcioso que le dejé caer una vez. «Maestro, debes ser uno de los tíos que más mujeres ha conocido en toda España», le solté un día. Y contestó con deje castizo, al más puro estilo mente fría, el famoso personaje de la tele, el de la frase «¿qué somos, leones o huevones?», de esta manera aplastante: «Chaval, en ese terreno yo al mejor le saco vuelta». Genio y figura. Un lujo de personaje y de persona. Un héroe de la historia de nuestro deporte y todo un pionero en el motociclismo, como lo fueron Severiano Ballesteros para el golf o Manolo Santana para el tenis. A finales de la década de los 60 era toda una aventura hacer el Mundial, pero sus gestas fueron el germen de los grandes frutos que vinieron después y que, entre otras cosas, nos llevan a poder disfrutar de 23 españoles fijos repartidos entre las tres parrillas en la temporada 2012 + 1, dicho así en homenaje al supersticioso maestro Nieto. Son seis en MotoGP, nueve en Moto2 y ocho en Moto3. Así los veo yo en esta relación por estricto orden alfabético, para evitar celos:
HÉCTOR BARBERÁ. Es un crimen que, con su talento, no haya sido al menos campeón de 125cc. Nadie me quitará la idea de que, de haber seguido enrolado en el equipo de Aspar, lo hubiera conseguido, como más tarde lo hicieron otros pilotos con menos talento que él, pero con más y mejor método de trabajo. Nacido el 2 de noviembre de 1986, natural de Dos Aguas, Valencia, es un chaval estupendo que la víspera de su primera victoria, en Donington 2003, con solo 16 años me contó con una seguridad impropia para su edad los problemas que tenía en el equipo de Aspar. Aseguraba que no se sentía valorado, que se hacía más caso a su compañero Pablo Nieto que a él en el plano técnico, porque le veían como un niño, y que al día siguiente iba a ganar la carrera y luego le diría a todo el mundo que estaba harto.
Intenté tranquilizarle y no publiqué ni una línea de aquello, comprobando al día siguiente alucinado que había cumplido su palabra y se había llevado la victoria. Fui a darle un abrazo y a felicitarle al pit lane y, cuando iba camino del podio, me preguntó si debía decir todo lo que quería decir en la rueda de prensa que le aguardaba. Le sugerí que no, que disfrutara de un momento tan grande como era el de su primera victoria mundialista y que ya tendría tiempo de mostrar su disconformidad con el equipo. Así lo hizo y al acabar la temporada optó por cambiar de aires, al equipo de Seedorf. Su palmarés hoy presenta dos subcampeonatos, uno en 125cc y otro en 250cc, 10 victorias y 32 podios. Ha militado en todas las categorías y su próximo desafío es intentar convertirse en la mejor CRT de la clase reina dentro de la escudería Avintia Blusens, con una BQR que incorpora chasis FTR y motor Kawasaki.
ÁLVARO BAUTISTA. Es un piloto que, después de haber perdido la fe en él, me ganó para la causa con su temporada mágica de 2006. Nacido en Talavera de la Reina, Toledo, el 21 de noviembre de 1984, pocos daban ya un duro por él tras verle naufragar las dos temporadas anteriores en un equipo con muchos medios, como era el Seedorf, y en el que se le concedió incluso el cambio de moto, de Aprilia a Honda, que tanto quería. Fue un fiasco total aquel 2005, pero Aspar, que había intentado ficharle varias veces con antelación, le dio la que podía considerarse como la última oportunidad importante de su carrera y la aprovechó de la mejor manera posible. Se proclamó campeón del mundo batiendo el récord de puntos, logrando ocho victorias, cuatro segundos y dos terceros. Su dominio fue tal que sus peores resultados fueron dos cuartos puestos, en Le Mans y Valencia, demostrando que muchas veces todo está en la cabeza, porque la confianza le transformó en otro piloto. Hasta Rossi, al que le quitó el récord de puntos, quedó asombrado de su poderío y dijo alegrarse por él, porque la temporada anterior parecía más un piloto desahuciado que un futuro campeón.
Luego vino su salto a dos y medio, donde Simoncelli le superó en la pelea por el título un año y otro, el de Aoyama, la mala suerte le apartó de él. Hubo una acción que lo cambió todo, la de la caída de Assen, cuando Álvaro se comió a Hiroshi en la chicane de entrada a meta. Uno se fue al suelo y el otro salvó la caída de manera milagrosa, como si en ese instante le hubiera traspasado toda su suerte al japonés. Ya en MotoGP, Bati las ha visto de todos los colores, siendo el azul Suzuki un máster acelerado en tirar del carro en solitario, con la esperanza de evolucionar una moto con menos posibilidades que las de sus rivales. Y como satélite Honda ha pisado podio, lo que ha supuesto toda una alegría para sus numerosos incondicionales, porque Bautista, en la pista un artista, es de los más carismáticos y de los que más tirón tiene entre la afición.
ALEIX ESPARGARÓ. Un buscavidas de las carreras, que ha pasado por un montón de equipos y categorías, cambiando de cilindrada incluso dentro de la misma temporada. Ni el aval de ser campeón de España de 125cc le abrió con facilidad las puertas del Mundial, pero consiguió recalar en una buena escudería para su debut, otra vez hablamos del Seedorf, y dejar el sello con un prometedor séptimo en China 2005, en la que suponía su tercera comparecencia mundialista. El mayor premio a su tenacidad fue celebrar su primer podio justamente en casa, en Montmeló, con un tercero en 250cc a muy pocos kilómetros de su casa, en Granollers (Barcelona). Nacido el 30 de julio de 1989, lleva dentro de él un periodista nato, por la facilidad de palabra que le caracteriza, lo suelto que se maneja ante las cámaras y también por su afición a la escritura. Entró en el campeonato como un elefante en una cacharrería, haciendo mucho ruido, y con un desparpajo que le llevó a presentarse ante Nicky Hayden en Sachsenring, para decirle que era el día del cumpleaños de ambos y que quería celebrarlo con una foto a su lado. Es tan célebre por su trabajo en la pista como por la intensidad con la que vive en el box las carreras de su hermano Pol, sin importarle lo más mínimo que el palmarés del pequeño sea más lustroso que el suyo. Eso sí, le pudo restregar cuando subió a MotoGP que a él le hacían viajar en business mientras que a Pol le tocaba hacerlo en cutre class. Su mayor éxito deportivo, hasta la fecha, lo firmó en 2012 al acabar el campeonato como el mejor piloto CRT de la parrilla, para lo que debió superar en un interesante duelo a su compañero de box en el Power Electronics, un Randy de Puniet al que todos daban como favorito al empezar el curso.
JORGE LORENZO. Poco se puede decir de sus méritos deportivos que ya no se sepa del tetracamepón del mundo. Le gusta que se refieran así a él y no exclusivamente como bicampeón de MotoGP, porque también le da el valor que merecen sus dos entorchados de 250cc. Guardo en casa con cariño el casco que me regaló de su primera victoria en dos y medio, en Jerez 2006, el pistoletazo de salida hacia su primer título. Puede que sea el piloto al que más entrevistas le haya hecho y también el periodista que más veces le haya entrevistado, deparando momentos interesantísimos. Recuerdo que siendo todavía un crío a punto de cumplir los dieciséis años, en Suráfrica, que era el escenario de la segunda carrera de la temporada, le pregunté por qué decía a veces las cosas que decía, sin importarle las consecuencias que tuviera y contestó que él no iba a ser como los demás y que prefería decir lo que de verdad le pasaba por la cabeza.
Eso era un chollo para un periodista y, a medida que crecía su peso en el campeonato, sus declaraciones tenían más repercusión. En algún lío le ayudó un servidor a meterse, como cuando soltó, camino de su primer título de 250cc, que si Rossi bajase de categoría él le ganaría seguro. En sus primeros años era una especie de Muhammad Ali, capaz de gritar a los cuatro vientos que tumbaría al rival de turno, y cómo lo haría, para luego cumplir con lo dicho. O de sentenciar, como hizo en una entrevista en los estudios de Onda Cero, que él era chulo porque su padre era chulo. Con el paso de los años, la madurez le ha relajado en ese sentido y es bastante mejor persona que cuando llegó al Mundial. Es realmente educado, más atento con los que le rodean, cariñoso con los fans y un gran profesional dentro y fuera de la pista. Quizás, con permiso de Nieto, el piloto español más grande de la historia. Bendito 4 de mayo de 1987 y bendita Palma de Mallorca.
MARC MÁRQUEZ. Es para adoptarle. Y no solo ahora que tiene una prometedora carrera en MotoGP con muchos ceros asegurados en su cuenta bancaria. El pequeño genio, como me gusta llamarle, lo tiene todo para ser un piloto de época, pero sobre todo tiene carisma. Es el hijo que todas las madres querrían tener o el novio al que el padre de turno no vería con malos ojos a la hora de cortejar a su adorada hija. Y a eso ha ayudado, además de su esencia, lo que ha vivido en casa. Entendí bien un día la razón de lo fantástico, por normal, que es este chaval, natural de Cervera (Lleida) el 17 de febrero de 1993 (razón por la que luce en su moto el dorsal 93). Fue nada más acabar la carrera de Moto2 del GP de Australia 11. El pupilo de Alzamora había sido sancionado a salir el último de la parrilla, por arrollar a Wilairot en los entrenamientos previos, y había firmado la remontada más grande jamás vista en ese momento, al acabar tercero y quitarse de en medio a 35 pilotos. Una gesta superior a la que había firmado en 125cc el año anterior, pero aún menos importante que la que haría al siguiente, cuando ganó en Valencia desde la última posición de la parrilla.
El caso es que a esa carrera no pude acudir, porque me habían operado de urgencia el día antes de viajar a Australia, y la disfruté por la tele de madrugada como cualquier otro aficionado. Aún estaba alucinando con el espectáculo que acababa de presenciar cuando sonó el teléfono. No esperaba a nadie a esas horas salvo que llamaran de la radio y mi sorpresa fue mayúscula cuando al otro lado del hilo telefónico reconocí la voz de Julià, el padre de Marc, para preguntarme qué tal me encontraba de la operación, para decirme que le disculpara por no haberme llamado antes y que se había enterado de mi baja porque se lo había comentado Marc desde Australia. Es decir, que su hijo acababa de firmar una de las carreras de la historia y él se interesaba solo cinco minutos después por el estado de mi culo (un forúnculo tuvo la culpa de que no viajara, pero más cerca de la rabadilla que de cualquier otra cosa, que conste).
A eso le llamo yo grandeza y, sobre todo, ser buena gente. Hay pilotos a los que se les nota un brillo diferente en la mirada y el de Márquez se apreciaba desde el mismo día que nos saludamos por primera vez. Fue en el pasillo de los pit box que las empresas alquilan para adular a sus invitados durante las carreras. Iba con Alzamora, que fue quien me lo presentó como un crack del futuro, y el chaval tendría doce o trece años, pero aparentaba mucho menos por lo diminuto que era. Cómo sería que le hablé con el tono cariñoso que se pone a veces cuando se habla con los críos y, tras despedirnos, Borja González se partía de la risa a la vez que me preguntaba por qué le había hablado a Marc como si fuera un niño de seis años. Me salió solo y ha sido un privilegio vivir de cerca su transformación de niño a gigante, un gigante ya con dos títulos (de 125cc y Moto2) y que amenaza con ganar más.
DANI PEDROSA. Durante varios años he tenido menos complicidad con Dani (Castellar del Vallés, 29 de septiembre de 1985) que con otros y por eso quizá me sepa mejor ahora disfrutar de una relación cordial con él. No hace falta ser amigos para ser respetuosos unos con otros, y desde 2010 da gusto también trabajar con él, lo que no quita que siempre haya sido un gran piloto, con o sin tiranteces entre nosotros. La primera impresión que da al encontrarte con Dani frente a frente es que, si no supieras quién es y le vieras fuera del ámbito de las carreras, te resultaría imposible creer que se trata de un piloto de motos, de la clase reina y de los buenos. Cada vez que se juega el bigote al manillar de su Honda de MotoGP desafía las leyes de la física. Sus 160 centímetros de estatura y sus 52 kilos de peso no son las mejores armas para lidiar con estos artefactos de dos ruedas que le triplican en peso, que están dotadas de casi 240 caballos de potencia y que le hacen volar a 349,288 kilómetros por hora. Esa cifra fue la que alcanzó con su Honda en un gran premio aciago para sus intereses, el de Italia 2009, y que supone hasta el momento el récord de velocidad punta sobre una MotoGP.
La frase no es mía, es de Nieto, pero estoy absolutamente de acuerdo con el maestro cuando dice que Pedrosa, con un palmo más de estatura, sería invencible. Por eso el tricampeón necesita que la moto esté perfectamente puesta a punto, porque su envergadura no le permite pelearse con ella. Su pilotaje es de tiralíneas, súper fino, con una habilidad increíble para levantar la moto antes que nadie a la salida de las curvas y no de poner con su cuerpo lo que le falte a la moto. Aun así, en ocasiones se disfraza de gigante, como en Brno 2012, cuando le vimos ganar un cuerpo a cuerpo de última vuelta, o en Sepang del mismo año, cuando aprobó definitivamente su asignatura pendiente de ser bueno también en agua. Su carrera merece ser rematada con un título de MotoGP, algo que las lesiones quizá le hayan arrebatado antes, y para lo que aún tiene algo de tiempo.
RICKY CARDÚS. Es el mejor amigo de Lorenzo en las carreras y fuera de ellas, porque han compartido casa mucho tiempo, y tal vez la cualidad que mejor le defina sea el ser un currante al que no le han dolido prendas, siendo ya piloto de carreras, a la hora de despachar mesas en el negocio familiar. El sobrino del Tiriti Cardús tiene la cabeza bien amueblada y se acuesta cada noche con la esperanza de que su mejor resultado está por llegar. Nacido el 18 de marzo de 1988, en Barcelona, confía en sacar todavía lo mejor de sí mismo.
TONI ELÍAS. Hubo una temporada, la del año 2001, en la que las únicas esperanzas españolas de título pasaron por sus actuaciones en 125cc, con carreras que levantaron a los aficionados de sus asientos. Le llamaba «el niño de la eterna sonrisa» y Toni solía decir «ostras» en lugar de un taco llegado el caso. Antes de empezar a despuntar, vivió en el 2000 su primera temporada completa, un año de esos que curten, porque estaba casi dejado de la mano de Dios en el Chupa Chups Matteoni Racing, al punto de tener que moverse solo a sus diecisiete añitos por el complicado Japón. Una de esas noches niponas coincidimos en el autobús de regreso a la ciudad de Mito, donde nos hospedábamos, desde el circuito de Motegi y nos reímos de lo lindo como dos inmaduros haciendo un ránking de las chicas más guapas que había en la caravana mundialista. Patético, cierto, pero sirva como atenuante que él solo contaba diecisiete años entonces (26 de marzo de 1983, Manresa) y tenía por delante un espectacular futuro cuyo punto álgido fue el título de Moto2 de 2010. Eso sí, como mejor carrera, su única victoria en MotoGP, en Portugal 06, batiendo al mismísimo Rossi por solo dos milésimas de segundo en una de las mejores carreras de la historia.
POL ESPARGARÓ. Nunca es agradable perder un título, pero si hay una manera ideal de sacrificarlo es como lo hizo él en Australia con el de Moto2 en 2012. Polyccio ganó la carrera con un margen de 17 segundos sobre el siguiente clasificado y dio a entender en la pista que había hecho todo cuanto estaba en su mano. Es un auténtico peleón, sin amedrentarle los latigazos que le pega su mecánica, con un estilo tan contagioso que me ha incitado a llamarle más de una vez Pol Stoner, lo que él me devuelve llamándome cariñosamente hooligan. También es un figura cuando se baja de la moto, con una simpatía natural que le hace ganar muchos adeptos. Lo bueno de su carrera es que ha vivido muchos momentos de gloria, pero también malos, como fue su desembarco en Moto2, con una primera mitad de temporada en la que no se parecía en absoluto al piloto que había ganado carreras en 125cc. Está convencido en su fuero interno de que es mejor que Márquez, lo que es mucho, y aunque no haya podido ganarle un título todavía no descarta hacerlo algún día en MotoGP. De hecho, hay un ejemplo que tiene presente: Lorenzo no batió nunca a Pedrosa en la pelea por el título cuando coincidieron en las categorías pequeñas y en MotoGP la historia hasta ahora ha sido al revés.
ALBERTO MONCAYO. Pasará a los anales de la historia por haberse convertido en el primer piloto andaluz capaz de subir al podio.
ÁXEL PONS. Ser hijo de apellido ilustre te abre puertas, pero también te pone en el punto de mira del aficionado y el periodista desde el primer día, máxime si tu padre ha sido en su día crítico con otros hijos de apellido ilustre. A Áxel me lo presentó Sito un día por los viales de Jerez. Era un chavalín que iba de paquete en el scooter junto a su padre y Sito me dijo que me acodara de él, que lo mismo algún día lo tenía que entrevistar. No le faltaba razón porque ese chaval, nacido el 9 de abril de 1991 en Barcelona, llegó a piloto mundialista y, aunque sus resultados no han sido nunca espectaculares, sí que ha demostrado tener alma de piloto. Pocos se han caído tanto como Áxel y, al menos en un par de ocasiones, de severa gravedad. Siendo piloto del CEV resultó arrollado, con fracturas múltiples, y ya en el Mundial de Moto2 tuvo otro durísimo accidente en Sepang. Cuenta Pablo Nieto que, si él fuera Axel, probaría a correr en otro equipo que no fuera el de su padre, porque seguro que lo haría mejor. Quizá sea cierto, pero también lo es que la escudería nació para que Áxel pudiera correr. En la presentación del equipo para la temporada 2012, me confesó que, si al acabar el año no había sentido que lo había hecho bien, colgaría el mono y se dedicaría a los estudios, algo en lo que destaca por encima de cualquier otro piloto del Mundial. Continúa en activo y hace bien en seguir estudiando. Después de las motos hay vida y él es de los que lo sabe. Es una buena persona de esas con las que da gusto echar un rato en el paddock.
JULIÁN SIMÓN. Es una de las debilidades para muchos de los que cubrimos la información del Mundial, por buena gente. No lo ha tenido nada fácil en la vida y pese a ello tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Conocido como «Julito», por un tío suyo, su nombre real es Julián, así que no vale llamarle Julio, como se hace a veces para no querer referirse a él por el apodo. Como si estuviera mal. Así que Julito o Julián, nada de Julio. Jamás olvidaré el abrazo que nos dimos en el paddock de Phillip Island al acabar la carrera de 2003 de 125cc. Me fui a buscarle con más interés que al ganador de la carrera porque, tras penar toda la temporada con una frágil, lenta y odiosa Malaguti, logró puntuar por vez primera en todo el año. Fue gracias a un meritorio duodécimo puesto que le supo a gloria bendita. Apostaría a que aún hoy está más orgulloso de aquel resultado que de algunos podios que vinieron después, porque el de Villacañas (Toledo), nacido el 3 de abril de 1987, es piloto de palmarés lucido, con título mundialista. Lo alcanzó barriendo en 2009 a sus rivales de 125cc, en otro acierto de Aspar al ficharle, sabiendo perdonar que años antes le dejara colgado con un contrato firmado. Y es que esa es otra de las virtudes de Simón, saber pedir perdón de corazón si debe hacerlo, por no hablar de lo agradecido que es.
NICO TEROL. Hubo un tiempo en el que llamaba más la atención por ser el más educado del paddock que por su pilotaje pero, a fuerza de trabajar, y sin perder ese agradable talante heredado de los suyos, su potencial derivó en campeón del mundo. No conozco a una sola persona que no se alegrara del título de 125cc que el valenciano conquistó en 2011 (Alcoy, 27 de septiembre de 1988). Bueno, quizá Zarco, que fue con quien lo peleó y el que le hizo sufrir hasta la última carrera. Su título fue la constatación absoluta de que no hay Mundial fácil. Parecía que iba disparado como un tiro a ocupar el trono que había dejado vacante Márquez y los problemas surgieron cuando menos se lo imaginaba nadie. Lo peor fue la lesión en un dedo sufrida durante los entrenamientos de Assen, que le impidió tomar parte en la carrera y tuvo que volar a España para ser intervenido. Antes de marcharse a casa, traté de animarle y le dije que si existía justicia ese Mundial debía ser suyo, así que no debía preocuparse por perderse una carrera. No era la primera vez que Nico pasaba por un trago así. El año anterior, peleando por mantener el liderato del octavo de litro contra dos bichos del nivel de Márquez y Pol, se pegó un palo de aúpa en Montmeló que le dejó las vértebras tocadas y llegó hecho polvo a la siguiente cita, en Alemania. Quiso salir a probarse el viernes por la mañana, pero no podía ni subirse a la moto y tuvo que ver los entrenamientos desde la Clinica Mobile antes de volverse a casa. Me pasé a verle y garantizo que más que la espalda, que le dolía, lo que le atormentaba era la impotencia de verse en aquella camilla sin poder salir a la pista. Es un lujo trabajar con personas como él, con la cabeza tan bien amueblada sin que eso le reste un ápice de tesón encima de la moto.
JORDI TORRES. Le llamo cariñosamente el zorruno, por su gran afición a los personajes de La hora chanante y Muchachada nui. Es un show escuchar sus declaraciones tras bajarse de la moto cuando emplea expresiones cómicas. De hecho, el día que habla más serio, le pido luego una versión zorruna de lo sucedido, y te dice cosas con las que te partes de la risa. Y tiene más mérito todavía su gran sentido del humor con lo que le ha tocado sufrir, porque su hermano Rubén perdió la vida en la misma carrera en la que él subía al podio. Fue más que emocionante verle ganar años después el título del CEV de Moto2 y dedicar el triunfo al cielo, a la memoria de su querido hermano. Sin duda, su llegada al Mundial en los últimos años a mí me ha supuesto todo un descubrimiento a nivel personal. Y en el plano deportivo, pese a lo que ha ganado ya en el CEV y el Europeo, lo mejor aún está por llegar para este chaval de Rubí (Barcelona), nacido el 27 de agosto de 1987.
ANA CARRASCO. He aquí una valiente de solo 16 años en el momento de escribir estas líneas que quiere hacerse un nombre en un mundo tradicionalmente de hombres. Esta murciana de Cehegín, nacida el 10 de marzo de 1997, debuta en el Mundial en la temporada 2013 y desembarca avalada por las buenas maneras que ha mostrado en categorías de formación, donde han creído en ella mecánicos de la talla de Juan Llansá, hombre de confianza siempre en el box de Lorenzo o Valeriano Rodríguez, que también como mecánico de Lorenzo fue dos veces campeón de 250cc y una más con Aoyama. La ha guiado en sus primeros pasos todo un campeón de Europa como David García y ahora en el box se empapa de cada consejo que le da Pablo Nieto, como director deportivo de la escuadra LaGlisse, que pone a su disposición una KTM oficial. Cuenta Pablete de ella que es encantadora, que se empapa de todo y que es muy lista, porque las capta al vuelo. No se corta a la hora de decir que le recuerda al Lorenzo de sus primeros días mundialistas. Y encima va rápida.
JUANFRAN GUEVARA. También se enfrenta en 2013 a su primera temporada completa y mi relación con él hasta el momento se limita a haberle visto en acción por la tele (ganó la carrera del CEV de Albacete y fue subcampeón de Europa) y saludar un cartel suyo anunciando unas barritas de cereales que hay en la gasolinera donde suelo repostar. A este murciano de Lorca, nacido el 19 de agosto de 1995, le guía sus pasos Juan Bautista Borja, un veterano mundialista que habla maravillas de él y parece que con razón, por lo visto en algún ensayo de pretemporada. Habrá que seguirle la pista.
ÁLEX RINS. Es la penúltima joya de la inagotable cantera española. Nació en Barcelona el 8 de diciembre de 1995 y en 2012 debutó en el Mundial, logrando ser el mejor novato de la temporada con un meritorio quinto puesto. No le hizo falta mucho tiempo para conocer el sabor del podio ni tampoco el de la pole, algo que le llegó al ser tercero en Le Mans y el primero de la parrilla para la carrera de Jerez. Tímido y reservado como es, tiene pinta de no haber roto un plato en su vida, pero cuando se baja la visera del casco un auténtico purasangre de carreras. En la forma de ser, y hasta en el aspecto, me recuerda al Crivillé de sus orígenes, algo en lo que de alguna manera también está de acuerdo el propio Crivi.
LUIS SALOM. El mexicano cabalga mucho más veloz en la pista que el caballo de carreras por el que este mallorquín emplea ese sobrenombre. Nacido el 7 de agosto de 1991, en Palma de Mallorca, le entrevisté por vez primera siendo piloto de la Red Bull Rookies Cup que tantos y tan buenos pilotos ha dado últimamente al Mundial. Es un chaval muy seguro de sí mismo y de los que se crece en carrera, como se vio en su primera victoria mundialista, conquistada a pulso en Indianápolis 12. Ha sabido despuntar con material inferior al deseado en ocasiones y está llamado a dar grandes días de gloria.
ÁLEX MÁRQUEZ. Es mucho más que el hermano de Marc Márquez, lo que demuestra su título de campeón de España conquistado en 2012, los buenos destellos que evidenció desde sus primeras apariciones mundialistas y la valentía marca de la casa. Nacido el 23 de abril de 1996 (Cervera, Lleida), es un chaval de risa fácil y siempre recordaré cómo se tronchaba el día que, sin saber que Miguel Serrano estaba en directo, le boicoteé una conexión con el Telediario… Estábamos viendo el trascendental partido España-Chile del Mundial de Suráfrica en el hospitality de Repsol, la casa del añorado Ginés Guirado al que tantos llevamos en el corazón y echamos en falta. Estábamos en la tradicional barbacoa de Assen que organizaba con cariño el fiera de Ginés y, llegado el descanso, unos compañeros de Miguel me sugirieron que le gastara la broma de chafarle la toma. No me lo pensé y, vestido con una camiseta de la Selección, me puse a saltar a su alrededor gritando España, España pensando que estaba grabando. Cuando vi las caras de su equipo tras la cámara, me di cuenta de que debía estar en directo, me aparté y quise que la tierra me tragara ante semejante metedura de pata. Le pedí mil disculpas a Miguel, que no me mató porque es buen tío y recuerda con cariño la época en la que trabajamos juntos en AS. Al otro lado de la cristalera, el que no perdió detalle de lo sucedido fue Álex, que al volver me abrazó llorando de la risa. Siempre se había mostrado simpático conmigo, pero desde ese día no puede evitar que se le escape una sonrisa cada vez que nos vemos, porque se sigue acordando, y tronchando, de aquello.
EFRÉN VÁZQUEZ. Tiene mérito ser de Rekalde (Bilbao) y llegar hasta el Mundial, porque hay mucha menos tradición de pilotos allí que en otras regiones. Ayudó en su aventura que se cruzara un día en su camino Herri Torrontegui, con cuya ayuda contó durante varios años. Al podio mundialista se puede llegar por muchos caminos y él lo ha conseguido más por trabajo que por talento, aunque sin algo de lo segundo con lo primero solo no vale. Y en esas está de nuevo este piloto nacido el 2 de septiembre de 1986, trabajando para hacer crecer un proyecto como el de Mahindra, el gigante indio que desde 2011 está presente en las carreras. Un veterano de la parrilla para las edades que se gastan en Moto3, con la esperanza de que sus mejores días estén aún por llegar.
ISAAC VIÑALES. Su primera temporada completa fue la de 2012 y buena parte de ella estuvo condicionada por la lesión en el peroné de la pierna derecha, que finalmente requirió una intervención, a causa de una caída durante la pretemporada. Es el primo de Maverick y ejerció como tal cuando a finales de 2012 surgieron problemas entre Mack y su equipo, haciéndole hueco para que durmiera con él. Nacido el 6 de noviembre de 1993 y natural de Llançà (Girona), en el pueblo los amigos le llaman Makenlow, un dibujo animado que incorpora en la parte trasera de su casco. Tiene muy buen gusto para el diseño y en Indy llevó uno muy original que simulaba ser un casco de fútbol americano. Ser el primo de todo un crack no le perjudica y más de un consejo ha recibido de él.
MAVERICK VIÑALES. Hay madera de campeón en este piloto, pero nadie mejor que él sabe que los títulos no se regalan ni se presuponen, porque en 2012 todo el mundo le daba como campeón antes de arrancar la temporada y al final fue Cortese el que se acabó llevando el título. Su fea ruptura con el equipo que le llevó al Mundial y del que tan mal habló fue un bombazo que a nadie dejó indiferente. Su espantada de Sepang, aún con el título en juego, será una cruz perenne si no acaba siendo campeón algún día, pero lo tiene todo para terminar siéndolo. Su carácter reservado le supone tener que hacer un esfuerzo extra para hablar ante los periodistas, pero entiende que eso también forma parte de la profesión de piloto y cada día se defiende mejor. Probablemente, haber tenido a Paris Hilton como madrina de equipo durante una temporada le ayudará a curtirse en ese sentido, porque le preguntamos en su momento hasta la saciedad por la diva y él ahí no se cortaba. El palmarés de este catalán, nacido en Figueres (Girona) el 12 de enero de 1995 y residente en Roses, apunta para piloto grande, tal como evidenció el mismo día de su primera victoria en Le Mans 11, con un adelantamiento a Terol en la última curva de la última vuelta. Inolvidable.