En los diez años que duró la cruenta guerra por la independencia, hubo muchas mujeres que no dudaron en tomar las armas y pelear, resistiendo las mismas penurias que los hombres e incluso vistiendo como ellos. Hubo mujeres que empuñaron los cuchillos, los sables y los machetes; mujeres que aprendieron a disparar las escopetas y las pistolas y también algunas que dirigieron batallones y se pusieron al frente de las acciones de guerra y, sin ningún temor, dieron y recibieron la muerte en defensa de sus ideales.