Los cuatro evangelistas
eran tres:
Teófilo y Arnovio
(Primus Arnovius)
Estos son los nombres de los exploradores
que Moisés envió a reconocer la tierra.
(Números, 13, 16)
Subid luego a la montaña y observad cómo
es la tierra, qué pueblo la habita, si es
fuerte o débil, numeroso o reducido, cómo
es la tierra habitada, buena o mala, cómo
están sus ciudades, abiertas o amuralladas,
cómo es el suelo, fértil o pobre, con árboles
o sin ellos.
(Números, 13, 18-20)
Dagua: el tren, el camino, los abismos cortados a machetazos sin terminar, la selva húmeda cada vez más dentro de las narices penetrando como una intrusa hasta los últimos vericuetos de los pulmones, lentitud agazapada solapada tartufa, olor a piñuela, a carbón de piedra, a ortiga, a café excelso tipo Armenia, EL CAFÉ REPRESENTÓ EL 85% DE LAS EXPORTACIONES NACIONALES EN EL AÑO DE 1958, canal que conduce la sangre aromática hacia la gran boca desdentada, isla, vena por donde se exprime el jugo, herida hiriente, EL 80% DEL CAFÉ SALIÓ POR EL PUERTO DE BUENAVENTURA HACIA EL MERCADO NORTEAMERICANO, chorreaduras de aceite inútil en los piolines, tapas de cerveza Bavaria aplastadas por las ruedas del tren, juego de niños juguetones sin juguetes, Dagua, mitad del camino, paradero, fonda mecanizada, herrumbrosa, válvula, bomba de agua y carbón, punto, límite, EL VOLUMEN DE LAS EXPORTACIONES NACIONALES DE CAFÉ SE INCREMENTÓ EN UN 15% DURANTE LOS DOS ÚLTIMOS AÑOS, estación campana, talleres Diesel, gasolineras Diesel, grúas Diesel, hardware general store, teléfonos Bell, alumbrado General Electric, PERO EL VALOR DE LAS EXPORTACIONES SE HA MANTENIDO CONSTANTE DEBIDO A UN EMPEORAMIENTO EN LOS TÉRMINOS DE INTERCAMBIO, la Superintendencia, la Súper, casa del ingeniero de vías de los Ferrocarriles Nacionales División Pacífico, la piscina de cemento, los ocho cuartos altos, las margaritas enanas, la piscina, las guías rosadas y verdes ensartadas en el alambre brillante, el Sagrado Corazón color frambuesa, la foto del señor presidente, los descarrilamientos a medianoche, la lluvia sólida, sin respiraderos, sin poros, sorda, los derrumbes sin rumbo, los pantalones caqui, la camisa caqui, las botas, el corcho caqui del ingeniero Canales, LAS AMAS DE CASA NORTEAMERICANAS PRESENTARON UNA ENÉRGICA PROTESTA POR EL AUMENTO DEL PRECIO DEL CAFÉ DE LAS PROCESADORAS HILLS BROS., FOLGERS, DECAF, MAXWELL, FRENCH MARKET, BRIM, MAXIMS, los blancos maquinistas, los mulatos freneros, los cuarterones conductores, los mestizos fogoneros, los saltatrás aseadores, los negros lungos, transportando la savia granulosa del país hacia el muelle Rengifo, COMO CONSECUENCIA EL PRECIO DEL CAFÉ BAJÓ VEINTE CENTAVOS POR LIBRA EN EL MERCADO DE NUEVA YORK, LO QUE REPRESENTA UNA PÉRDIDA DEL 15% EN EL VALOR DE LAS EXPORTACIONES DEL GRANO, la iglesia blanca y morada, techo de tres aguas, la banca en el alero de la casa cural, el padre Falla fallando, la asociación de Santa Zita, las confesiones a domicilio, la procesión de todos los santos, el señor alcalde, los piñales de los Arrechea-Tafur, la crema y nata, el inspector de policía y su ayudante Arnovio Filigrana en la estación esperando una nutrida remesa de Buga, ataviadas con sonrisas angulosas, alicaídas las alas, blanqueadas las caras, faces o rostros con polvo Paramí, ellas, rutilantes de rubís plásticos, ellas.
“Doncella casta y hermosa
que el servicio humilde honraste”.
(Novena a Santa Zita)
Los señores y señoras de la sociedad de Dagua han respondido muy generosamente con sus dádivas para cubrir los costos del encuentro. La alimentación sobria pero suficiente como corresponde a hijas de Dios, cama sacrificada pero honesta, algún aliciente económico para atraer las fámulas renuentes, las interesadas, las dubitativas, qué extraños son los caminos del Señor. Algunas señoras principales han ofrecido algo de su precioso tiempo y se han comprometido a contribuir con pláticas espirituales para ayudar al perfeccionamiento de estas pobres almas que han recibido de Dios la humilde misión de hacer más llevadera la vida de las familias bien. Lo más difícil de organizar ha sido la vivienda para las asistentes al encuentro.
Son muy pocos los hogares en que no hay muchachos que puedan distraerlas y dar al traste con los esfuerzos para crear aunque sea un grano de mostaza de recogimiento y preparar esa tierra hirsuta para que reciba la Palabra de Dios. Afortunadamente cuento con la ayuda de Santa Zita y de las congregaciones piadosas. Las hijas de María, capitaneadas por doña Inocencia Tafur de Arrechea. La cofradía de la Virgen del Carmen y su presidenta doña Prudencia Arrechea de Tafur. Las jóvenes de la Asociación Católica. Los devotos de San Martín de Porres que siempre me barren gratis la iglesia por riguroso turno. Las cófrades de San Ramón Nonato. El alcalde y demás autoridades municipales. El jefe de la policía, que finalmente ha facilitado los salones del casino para el alojamiento de las domésticas. Pero sobre todo tengo que agradecer especialmente los desvelos y el interés del señor Arnovio Filigrana, subjefe de policía y la eficaz ayuda personal del seminarista Teófilo Falla. Su participación en estas labores ha sido invaluable.
Esta es una obra muy hermosa que cuenta con la aprobación oficiosa de Santa Zita y con el apoyo diligente de toda la sociedad de Dagua. Hacía rato que no conseguía tan amplio consenso. Alabado sea Dios.
Y llegaron en grupitos gárrulos al casino de la policía discutiendo por la ubicación de las camas, por el color de las cobijas, por los zapatos más taconudos y los anillos de más falsas vistosidades, por los policías de bigotes más tropicales, oliendo a musgo y a pachulí, a cadmia y a manteca La Sevillana, no te dejes pasar por manteca, rojos, verdes, azules, ocres, amarillos, tímidas y desafiantes, llenas de palabras. Llegaron con la boca redonda de conversaciones, de amantes de patillas largas y crespas, que huelen a piñuela, de recetas, pintadas de rojo oscuro, boquitas pintadas, treboladas, flordelisadas, plenas, bocas sin oídos. Por la noche ya estaban vacías como mochilas después del mercado dominical, conocidas, sabidas de memoria, recorridas por todos los vericuetos, buscando novedades en las líneas apenas perceptibles de las bocas pálidas, repletos los oídos de gritos a Santa Zita, de prédicas y conferencias, de humildad, de respeto, de castidad, de oración, pero todavía oliendo a manteca La Sevillana, con la cabeza como una vejiga de cerdo llena de piedritas, como un tambor por dentro.
El lema del concilio está sacado de la magnífica novena en honor de Santa Zita que nos servirá también de guía para las meditaciones de estos días:
Fue en el mundo una mísera huella
Fue en el mundo una mísera huella
de las huellas divinas en pos;
y su excelsa humildad la hizo estrella
que fulgura en la Iglesia de Dios.
“En la población de Mosagradia, no muy distante de la ciudad de Luca en Italia, hacia comienzos del siglo XIII, en 1202, nació Zita de una familia modesta pero muy religiosa. Después de haber recibido no tanto grandes conocimientos como una educación fervorosa y cristiana de su humilde madre, fue ella colocada a servir en casa de una distinguida familia de Luca. Hechizaba a todos la dulzura de su genio y su modestia, hablaba poco, trabajaba mucho y solo interrumpía la labor para entregarse a la oración. Desde su niñez, le bastaba oír algo que fuese ofensa de Dios para recibirlo con horror y era su decir constante: Haré esto porque Dios lo quiere, dejaré de hacerlo porque Dios lo prohíbe. Para alcanzar más fácilmente el progreso espiritual se abrazó a la cruz de Jesucristo ingresando en la Tercera Orden Franciscana, verdadera escuela de perfección. Qué hermosas fueron, pues, la niñez y la juventud de Santa Zita. ¡Oh, si las personas del servicio fuesen como ella, suaves en el trato, modestas, no entrometidas, laboriosas, fervorosas, y constantes en la oración! Sí, pidamos a la gloriosa Santa Zita que nos alcance a todos estas virtudes y de nuestra parte trabajemos con todo empeño por conseguirlas, pues nunca es tarde para empezar a ser mejores y para alcanzar la perfección. Tres Avemarías y una Salve en honor de la Santa. Se hace la petición”.
Me acuso padre, cinco veces padre. El niño Teófilo, padre. Un santo. Lo hacía por obediencia, porque la madre del ingeniero Canales le mandó bañarlo. Las cosas que le toca hacer a una muchacha del servicio. Estaba en la pileta del agua. Ni más faltaba que se fuera a mojar la ropa. Y le fue gustando. Era como irle sacando la cascarita a un palo de guayaba. Quedaba el tronquito liso. Tanta mugre tenía. Y se fue encariñando con el descubrimiento como mi papá cuando hacía zurriagos en Bitaco. Hay que sobar para que embarnezcan y den brillo. Ese brillo duro tan bonito de los zurriagos de verdad.
“La devoción que tuvo desde su infancia a la Santísima Virgen le inspiró un gran amor a la pureza y le alcanzó el don de esta virtud. Fue tan modesta que jamás miró hombre alguno a la cara y para conservar su pureza ayunaba todo el año y todos los días a pan y agua. Andaba con los pies descalzos, dormía sobre la pura tierra, y algunas veces sobre sarmientos o chamizas. No se sabía cómo podía vivir con tan poco alimento y con una vida tan penitente. Pero la admiración llegó al colmo cuando al morir, encontraron que tenía la cintura ceñida con una cuerda que se le había metido profundamente dentro de la carne. Dos cosas dicen los biógrafos de Santa Zita que, como en el Seráfico Padre, contribuyeron en la santa a que conservara su pureza, tan difícil de guardar en el desempeño de los oficios domésticos: el amor y devoción a la Santísima Virgen María y la penitencia y continua mortificación. Meterse con los criados jóvenes de la casa en juegos y chanzas, la intemperancia de comer y beber a cada paso, el no acudir a la oración con frecuencia, he ahí el escollo de las personas que están trabajando en la casa para ganarse el sustento. Imitemos a Santa Zita en cuanto podamos, seamos mortificados en los ojos, en el gusto, en los entretenimientos, cuidando que estos sean moderados, honestos y sin algazara. Guiados por nuestro confesor, ayunemos cuando él nos lo permita, para domar nuestra carne, así mismo tengamos entendido que amar a la Santísima Virgen y rezarle su santo rosario diariamente es señal de predestinación a la gloria”.
Figúrate todos los sacrificios que tuve que hacer para que María pudiera asistir al encuentro de sirvientas. Las manos, sobre todo las manos. Te figuras, mis uñas van a quedar hechas un pegote. La lavadera de platos, qué manera de ensuciar platos. El trapeador, con este polvero. Los pañales. La cocina. Y de seguro que ni siquiera agradece. Así son esas gentes. Se están volviendo tan groseras y mandonas. Ya no quieren trabajar. Quieren andar bien vestidas a todas horas. Vestirse como las señoras. Pintarse las uñas. Empegotarse la boca con toneladas de lápiz de labios. Indias gediondas. Y no hacen sino comer todo el día que parece que tuvieran tramojo. No es que yo sea amarreta, las cosas son para comérselas, pero también y todo se gastan un hambre del carajo. Y se comen lo mejor. Termina uno tratando de llenar un pozo séptico con pastelitos de lengua de faisán. Además si fueran ellas solas, pero andan con cola, los hermanitos, la mamacita, los primitos, los hijitos y se llevan las cosas debajo del jollao, haciéndose las pendejas, que ni trabajo les cuesta. Indias cochinas, le tienen miedo al agua. Creen que se van a gastar. Y cobran una fortuna. No te figuras lo que me hacen sufrir. Desobedientes ni hablar. Y quieren que se les dé libre los domingos. ¿Y quién hace los oficios del domingo? Sí, hablando todas las noches con el novio o quién sabe qué será. Esas gentes no tienen ni idea de lo que es el respeto del cuerpo. Si uno las trata bien se les sube la ralea a la cabeza y quieren empezar a mandar y se llenan de humo como los globos de navidad, se hinchan y empiezan a subirse. Ahora todas quieren irse a las fábricas. Claro que como no hay muchas fábricas… Pero ya no quieren trabajar en casas de familia. Hay que irlas a buscar a pueblitos lejanos, cogerlas chiquitas cuando todavía están sin resabios y andarles duro.
La mía está insoportable. Puede ser que ese tal encuentro le sirva de algo y aprenda a ser buena sirvienta. Que sirva para algo en la vida. La vaciada que les voy a pegar cuando les hable. Y los pecados que les hará confesar el padre Falla. Tan buen confesor que es. Tiene una voz que le pone a uno la carne de gallina. Como galán de radionovela, querida.
“Habíanle permitido sus amos que en el curso del año hiciera algunas peregrinaciones devotas a ciertos santuarios de la vecindad, sin embargo bastante distantes y dificultosos. Un día que no pudo salir durante la mañana salió por la tarde al santuario del Santo Ángel, dos horas distante de Luca. Bastole emprender el camino, para verse ya en el lugar de su deseo. Ciertamente es esta una gran enseñanza. Cuando tengamos que atender a las obligaciones de las cofradías y a los deberes religiosos, pongámonos de acuerdo con nuestros superiores para que estas obras buenas sean bendecidas por Dios y lleven el sello de su adorable voluntad. No es conveniente que por acudir al templo a satisfacer devociones que no son de necesidad se atrasen los oficios, se disguste a los señores de la casa y se introduzca el desorden donde deben reinar la paz y la gracia de Dios”.
“La tranquilidad de las calles de Dagua se vio interrumpida en la madrugada de ayer cuando cerca de 500 muchachas del servicio doméstico portando carteles en medio de cánticos y vivas a Santa Zita recorrieron las calles céntricas luego de una gran alborada, como preámbulo al primer concilio municipal de fámulas bajo la organización del padre Falla. La idea es agrupar a las sirvientas en torno a Santa Zita. Serán tres días de oración, de reflexión y de sana alegría que culminarán con la fiesta de Santa Zita. Un gran movimiento espiritual sacude actualmente a las muchachas del servicio doméstico y las invita a entregarse a Santa Zita. A las diez de la mañana se cumplió la solemne aclamación a Santa Zita con himnos y palmas. Todas las asistentes salieron con palmas en procesión por la plaza de Dagua, recorrieron los principales barrios que están engalanados con banderas y carteles alusivos al concilio, regresando al templo parroquial donde se cumplió la celebración eucarística. La misma fue celebrada por el dignísimo párroco de Dagua. Y acompañada por los coros gregorianos de las Hijas de María y por los gritos de Santa Zita me salva, Santa Zita vive, viva Santa Zita, que insistentemente cruzaban el aire”.
“Correspondían en perfección su humildad y obediencia a las demás virtudes. Tenía tan bajo concepto de sí misma que se admiraba de que los demás no la despreciaran según creía ella merecerlo y cómo podía retenerle la tierra sobre sí. Respetaba y obedecía a los demás criados como si todos fueran sus amos y no le habían mandado nada que no fuera al punto obedecido sin réplica y sin dificultad; conformábase en un todo en el ejercicio de estas dos virtudes con lo que había aprendido del humilde y seráfico Padre San Francisco. Su simplicidad sosegaba los ánimos más irritados. Cuando su amo se enfadaba bastaba que Zita se dejara ver y le dijera una palabrita para que ya se calmara. A veces se echaba a sus pies para interceder por los demás. ¿Somos tan prontos en obedecer a nuestros superiores como Santa Zita? ¿Somos tan humildes que creemos en nuestra miseria y bajeza como nuestra ilustre santa? ¿Somos tan amables, tan suaves, somos tan comedidos en nuestras respuestas, que antes que incendiarias, sean dulces, tranquilas, y amortiguadas por la caridad? Sí, debe relucir en nosotros el brillo de estas virtudes: la humildad, la obediencia, la simplicidad. Y deben ser como los rayos de un foco de luz suave, que no ofusquen, no produzcan molestias a nadie, antes bien, que como el aceite, todo lo suavicen, hermoseen y abrillanten”.
Desde que empezó el encuentro de Santa Zita, el padre Falla se ha dedicado a ponerle chirinola a las mujeres. Siempre regañando por los vestidos inmodestos, por las faldas más arriba del tobillo, por los escotes altos, por las mangas más arriba de las muñecas, por los demasiados adornos. ¿No habéis visto hijas cómo las plumas vistosas son llamamiento a la reproducción entre las aves? ¿No habéis pensado que los colores de las flores son el imán para que los insectos vengan a chuparles la miel cargados de polen? Todo respira sensualidad e impureza. Los hombres solamente piensan en eso cuando os ven. Debéis esconder vuestra belleza, hacerla íntima. Lo demás es pecaminoso. Cumplís la función de demonio tentador. Le ha dado por eso al padre Falla. Antes no era así. Ayer me sacó de la misa porque fui con un vestido de manga sisa. Usted está profanando la santidad de la casa de Dios. Fuera del templo, pecadora inmodesta, vulgar. Es que el padre Falla me tiene cargadilla. Se la va a llevar el Viruñas a lo más profundo del Averno. Ni alcancé a prenderle sus lamparitas a la Virgen y a Santa Zita. Tuve que apagar el palito encerado y salir como perro con la cola entre las piernas.
“Oh Dios, nuestra salud y remedio, escucha nuestra oración y que, así como nos alegramos en la festividad de tu gloriosa Virgen Santa Zita, por su piadosa intercesión crezca en nosotros el amor a la verdadera devoción y a la práctica de la virtud del trabajo humilde y resignado, por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos, amén”.
Le canta al oído mientras bailan con una voz ribeteada de trémolos e insinuaciones:
Se me quema la piel cuando estás a mi lado
yo no sé lo que es vivir si te alejas de mí
¿por qué sin tus ojos verde mar y sin tu boca sensual
tengo que vivir?
¿Por qué encendiste esta pasión y me besaste hasta morir de felicidad?
Te vienes conmigo, María. Ya tengo arreglada en la casita esa saraviada que relumbra allá, una piecita solo para ti, con su armarito y su sillón de peluche y su nochero café. Te espero a la hora de la exposición del Santísimo, en la esquina del matadero público.
DÍCTELO AL TELÉFONO 81-11-81
Familia pocas personas solicita muchacha servicio, tenga recomendaciones, buen genio y gusto para trabajar, edad madura, sin hijos, acendrada moralidad, devota Santa Zita, quiera encontrar un hogar para toda la vida, buena remuneración.
(Lento piadoso)
Oh Jesús manso y humilde de corazón,
haced mi corazón como el vuestro,
Unid mi corazón con el vuestro,
Guardad mi corazón con el vuestro,
No esté mi corazón sin el vuestro,
Cambiad mi corazón por el vuestro. (Bis)
No entiendo qué son estas cosas. Parecen listas de mercado. Nombres extraños llenos de crucecitas. Chan Li Po veintitrés crucecitas, Capitán Marvel quince crucecitas, Rafael Núñez diecisiete, Aquiliano Gómez trece, Valeriano López, Clark Kent. Guare lleva meses guardando listas. Las va ensartando en un clavo de hierro que enterró en la pared para colgar de allí un Sagrado Corazón que al fin no compró. Cómo lo iba a comprar si la plata no le alcanza ni para reponer los helados. Qué pena. Yo no sé de dónde me salió así mi hijo. Tan buen hijo. Todo puede faltar menos las hojas de eucalipto para los sahumerios. Sin mis sahumerios no puedo dormir. Los ahogos no me dejan, el sofoco. A ver si puedo espantar ese demonio que se ha apoderado de mi Guare. Pero él sigue con sus listas llenas de crucecitas que parecen un camposanto. Por eso dejó su negocio tan bonito de embolador. Yo le dije que no vendiera el banco de embolar tan adornadito que tenía, con bocelitos y pinturas y su asiento labrado y sus cojines. Pero estaba terco como una mula en comprar el carrito ese de vender helados. En la emboladera solamente se trata con viejos secos. En cambio con el carrito se puede vender en los colegios elegantes cuando salen y entran los niños a clase. No hubo poder humano. Vendió mal vendido el banquito. Compró el carrito ese que lo habría de llenar de cruces y de sinsabores. Sacó estas dos piecitas en el barrio obrero porque no le gustaba el olor de los sahumerios. Para que duerma tranquila. Desde entonces le dio por hablar dormido de sus amigos. Teófilo es muy blanquito y tiene la mirada tiernita como de Sagrado Corazón. Cree que me engaña diciendo que se llama Chan Li Po no más para no pagarme los helados. Teófilo siempre anda con su banda anchota, blanca y amarilla y su escudo de oro de un copón con la hostia blanca y su letrero negro: CONQUISTAR, de la Cruzada Eucarística, tan buenecito, le encanta la crema de vainilla en cono de miel de abejas y con cucharada doble. Por más que le doy conos nunca ha querido venir a la casa. El que vino fue Valeriano López, se comió dos helados y luego se fue. Qué pena. No ha querido darme nuera ni nietos. Pero es muy bueno este hijo mío. Sale tan contento todas las mañanas con su delantal blanco de la higiene municipal y su carrito de helados. Y siempre vuelve por las noches con su montón de eucalipto y sus listas llenas de crucecitas a conversarme de los vestidos que llevaban sus amigos del colegio San Luis y de cómo habían prometido venir a visitarlo. Hasta que un día empezó a llenar la pared con estampitas de santos con caras de niños. Le quitaba la cara a los santos y les pegaba las de sus amiguitos del colegio, hasta poner la pieza como altar de semana santa. Las fotos las sacaba de un anuario del colegio que le dieron los muchachos. Yo no entiendo esto. Una noche no pude dormir. Por primera vez no me trajo el eucalipto del sahumerio. Llegó todo triste, como atembado y empezó a prender veladoras a todos los santos con caras de niños que tiene en la pared. Después de lo que le pasó cuando lo llevaron a San Isidro, andaba muy contento. Siempre sonriendo con sus cachetes colorados de tanto ejercicio. El carrito se ha vuelto muy pesado y con eso de cambiarse para el San Luis de la Loma donde están los de bachillerato le tocaba subir tempranito para no perderse la entrada y los recreos de la mañana. Quédate con la primaria, le aconsejé. Pero siempre me miraba con su mirada de arcángel que ha tenido desde chiquito. Los grandes compran más y además me tienen apego. Lo saludaban con alborozo, Guare, le hacían corrillo, lo empujaban, es que lo quieren mucho. Todos quieren mucho a mi Guare. Todos le presentaban sus amigos. Hasta lo llevaron al hospital el día que le dio la pálida. El doctor le dijo que era el corazón. De puro grande y bueno que lo tiene ha de ser. Que no lo dejara hacer ejercicio. Pero siguió yendo a la Loma hasta que un día bajó gritando y regalando cremas dobles y diciendo que le había sido concedida la gracia de que su corazón de hombre le fuera cambiando por el Sagrado Corazón. Amo a los niños como él los ama. Dejad que los niños vengan a mí. Yo les daré sus cremitas y llevaré mi vida llena de cruces, como Él. Hasta que lo llevaron a San Isidro. De eso hace ya varios meses. Ahora ni quién me traiga mis sahumerios. Aquí le llevo las letanías del Arcángel San Rafael que me pidió. Solo que tengo que apurarme porque únicamente lo dejan visitar cada cuarto domingo por la tarde:
Custodio de los jóvenes,
Sembrador de los castos deseos,
Centinela del amor inocente,
Delicia del corazón amante,
Hermano de las almas limpias,
Lirio de los hogares blancos,
Amigo fidelísimo de los hombres...
Ruega por nosotros.
En una esquina de la plaza el hombrecito sin piernas en su carrito con ruedas de patín zarandea el letrero cuadrado como quien eleva cometas: “Se arreglan candelas”, y después cantándola a su modo acomodándola modosamente: “de colores”, moviendo rítmicamente la cabeza cana para sacarle ese árido chas chas a la pandereta mantecosa, “de colores son los pajaritos”, mirando con las últimas chispas chisporroteantes de su luz las piernas grises verdes embluyinadas torneadas enterlenkadas rollizas chuecas de los peatones, soplando la armónica desdentada, “de colores son los pajaritos en la primavera”, pensando en las cremas de vainilla, en su caja de embolar toda labrada, en su revólver de suboficial de la policía municipal de Dagua, qué tiempos Guare, en la cera hirviente de la fábrica de velas, mientras charanguea un brioso chiringuischinguis en su guitarra de cuarta mano, “de colores son los pajaritos en la primavera de colores”, oye el tin tas de las monedas en su tarrito de leche Klim, todavía queda una luz en el corazón de las gentes, cor cordis, corazonada corazoneril, calculando tirando números gastando enjundia para ver si le alcanza para levantarse un cojín que las tablas prusianas del carrito le matasesinan las posaderas, la vida es bellahermosa mirada desde abajo, vidrioso termina: “de colores es el arcoíris que vemos salir”, saca del falso fondo del carrito un cartel de cartulina roja con letras blancas tembleques y la enarbola en la mano derecha como lanza ensangrentada mientras en la izquierda exhibe el librobiblia, las memorias del bardo más alto y grita roncamente metálicamente: hago mías sus palabritas entrecortadas: “con fie soque he vivido”, la gente le rodea cariñosamente y sigue mirando cómo sus células se aflojan, se desamarran, se desmoronan como castillo de naipes.
DAGUA A TUS PIES, SEÑOR.
Baldosines EI Zipa, mosaicos, verdes, amarillos mida, rojos sangría, ribeteados, al por mayor y al detal. El señor embolándose los zapatos todos los días antes de almuerzo. Entrega a domicilio sin sobrecargo. A dos pesos la embolada. Con su cachucha azul ladeada hacia la derecha. Los dedos embadurnados de betún como si pertenecieran a otro cuerpo, rugosos. La mueca del cachete partiéndole la cara como una chamba luctuosa. El negro, el café, el neutro, el uva. La caja de betún El Águila. Los cepillos, los trapos de sacar brillo, el frasquito de plástico lleno de agua.
DAGUA A TUS PIES, SEÑOR.
Como símbolo de humildad el obispo le lavó los pies a doce ancianos en las solemnes ceremonias de Semana Santa. El banquito brilloso obnubilante churrigueresco. A sus inferiores, a los pobres ancianos. Los brazos fofos. La camisa abierta hasta el segundo botón superior: el pecho lampiño, gelatina Royal, natilla, tembloroso. El otro zapato, doctor. Pero limpiarle los pies al gerente todos los días de todos los años. A todos los superiores, los doctores, los directores, los jefes, los capitanes, los curas párrocos, los señores, los dones, los fulanos de tal, todos los días. Las manos y los pies. MIS DEDOS DE TORTUGA CORRONCHOS, NEBLINOSOS Y SUS PIES LUMINOSOS, POR DOS PESOS.
DAGUA A TUS PIES, SEÑOR
Todos los días mirando hacia abajo, per asper ad astra, Señor y esa enfermedad profesional encima de uno, acuchillándolo sobre el banquito de madera. Sentándose de medio lado, en media. La penicilina, los betunes, los zapatos nuevos, los gastados y boquinetos, mocasines, de ceremonia, puntudos, cafés, altos, ágiles, embarrados, zapatos. El camino que lleva al cielo es angosto y lleno de privaciones, los caminos amplios y placenteros conducen al …, y la risa mierdita de los que usan Croydon, de los que gastan zapatos de gamuza.
DAGUA A TUS PIES, SEÑOR.
Sedentarios de gerente, pateperros de vendedor, tanques de policía, respingados de cocacolo, reverendos de eclesiástico, zapatos. Conocer al cliente, mirar al mundo por los zapatos.
DAGUA A TUS PIES, SEÑOR
Prohibido fijar avisos. A dos pesos la embolada, Los últimos serán los primeros. Ferretería Torres y Torres. Everfit, se venden sufragios de lujo.
–¿Terminaste las ganzúas, Robertmitchum?
–Aquí están todas contaditas. Chucho Pardo me ayudó, él tiene más tiempo.
–Tenga los quince.
–Chalupines, nos vemos las carátulas, me voy a gastar.
Cuando recibas esta carta sin razón Teófilo ya sabrás que entre nosotros todo terminó, te devuelvo tus palabras, te las vuelvo sin mirarlas y que conste en esta carta que acabamos de un jalón, de empezar, claro, ¿te la sabes? Era la favorita en el Pakemás y a propó de rancheras, eso me hace recordar, remembrar, una futura noche de bohemia en el Pakemás (lugar común de lugar común de lugar) en que andaba por aquí de judío errante, no de caballos sino de itinerar, un seudomariachi sombrerón al que el ingenebrio Canales le tiró un chiste sonda, sonar. Una vez un cuate le preguntó a otro cuate, ¿quién escribió La Ilíada?
–Pos Homero
–¿ Y quién escribió La Odisea?
–Pos Homero.
–¿Dos Homeros?
–No, uno mero.
Pero ya está bien de vainas, querido primocordio. Vos me pedís que te cuente del padre Falla y yo te salgo con borracheras y seudojuegos sobre seudojuegos de juegos, basta ya, detente Satanás. Paso a lo tuyo, a tu petición, pero te contaré no lo que yo pienso sino lo que el mismísimo padre Falla cogitaba (y escribía en su diarioálbum sacerdotal) con sus palabritas de cura recién estrenado, hace años cuando apenas desempacado del seminario lo depositaron, pusieron o colocaron en Dagua. Como me lo contaron te lo invento:
El seudomariachi, figura de paja, no entendió, no inteligenció y entonces el ingenebrio empezó a medirlo, a cuantificarlo, a teodolitarlo, a sacarle brillo, lo sopesó de frente, de perfil, livianito, algodonosito no más, cómo saldrá viruta, culebritas, gazapitos, cambio de piel, polvito, y pasó a lo de los turcos, sabes mariachito, había una vez un turco que se burlaba de sus antebasados bor brutos, borque en vez de hacer una torre de biedra la hicieron de babel y de su tío al que la bíspera de la bremier de su hija en el Teatro Municipal alguien le breguntó, ¿debuta?, y él, no de bianista y el seudomariachi en la luna, en ayunas, perdido en la región más transparente, en ascuas, ni chicha ni limonada, puro y casto, virginal, con su bigotazo a lo Jorge Negrito, oiga mano como México no hay dos. No me escribiste y mis cartas no sé si las recibiste, tú me olvidaste, tú me olvidaste y mataron mis amores el silencio que me diste y el ingenebrio afilando la barbera en las barbas del mariachito, pos aguanta mano no más no, que en tiempos de mariacastaña había una vez un pastuso que no quiso ir a una fiesta de 15 años porque era muy larga y que tampoco fue a una fiesta de un grado porque era muy fría y que cuando llegó a gerente mandó hacer sobres redondos para enviar las circulares y que por fin se despabiló e hizo su tesis de medicina sobre las posibles causas del embarazo en la mujer y que un día juró quitarse el complejo de pastuso de encima y se fue a la plaza de Caycedo en Cali y empezó a gritar: yo soy de Pasto, yo soy de Pasto y llegó una vaca y se lo comió y que perdió su puesto de jardinero por llamarse Tolomeo y que lo envió mi cabo a averiguar si los dos soldados que venían eran amigos o enemigos y dijo amigos porque vienen conversando.
Pero también mariachito había los otros, los pastenses y en cierto bus urbano un pastense se topaba con cruel frecuencia con su vecino que lo mantenía asoleado llamándolo bruto, imbécil, babaslargas, zopenco, zombi, etc., por gusto, porque sí y el pastense callado asimilando hasta que un día le empezó a responder, con malicia pastense, descalcificado, caleño descalcificado, no te han salido los cuernos, ya llevo un año fertilizando a tu mujer y tú nada que echas cuernos.
Y el ingeniero procedió a darle la estocada final, a fondo, clara y precisa como una ecuación, lo citó y le dijo: el arte mío es cruzar las tierras pródigas acosado por los relámpagos de agosto cuando José Trigo vaga por el llano en llamas buscando los albañiles para que le reparen el laberinto de la soledad que le han dañado tantas desconsideraciones de los de abajo y entonces sí mano, hasta no verte Jesús mío porque ahí viene el rey viejo corriendo como alma que lleva el diablo para que no los sorprenda la noche de Tlatelolco, amén, así sea. Y el mariachito abrió la boca despacito como boquiando, como quien no quiere la cosa y la cosa queriendo y le dice cómo dice que decía que había dicho, le tengo un acertijo, ingeniero, un poeta cuyo nombre no recuerdo que me trae evocaciones muy sombrías y usted dice si es capaz de adivinarlo mientras libo yo este vaso de cerveza y mientras piensa en soluciones, pues las pistas son muy claras, lo saludo atentamente y le quedo como amigo su afectísimo y atento y muy seguro servidor. El ingeniero Canales le dio la mano, le dijo mano qué hay mano y se dejó el bigote a lo Cantinflas y por allí andan en esas.
Ya sé que con tu lógica escolástica dirás que es incoherente hablar de libros que todavía no han sido escritos, pero si así piensas estás pifiado, fuera de onda, lo que hago es recordar al revés y si no crees hazle una entrevista a la reina de corazones, contraparte hipotética del Sagrado Corazón, ¿ consorte al revés?
Y así van las vainas y vienen, sabrá Mandrake, pero ya, porque esto de perorar es mi talón de Aquileo, aquiescribo, y a lo mejor estás como una ostra de tanta filigrana mental o bucal, hacer gárgaras de astringosol, ¿no? A ver si a esta sí les das contestación Teófilo, del amor pa qué te escribo y aquí queda como amigo tu afectísimo y atento y muy seguro servidor.
Arsenio Filigrana y Fuentes Mendes
Armadillo, caracol, concha, ostra, acorazado para el mundo exterior, blandito y jugoso por dentro en sus pantalones de dril Armada de Coltejer, caquis, aprovechando todos los minutos posibles de soledad, seguridad, paseando con las manos atrás en medio de las margaritas enanas llenas de cucarrones voladores, mirando a las estrellas jugar al escondido con las nubes, descubriendo ninfas y glorietas romanas en los presagios de tempestad, oyendo al estrépito de los trenes asesinar el canto de los pájaros, sintiendo que el pecho de adentro le queda grande a la camisa Primavera que no está sanforizada, insultando al mundo con el trémolo del Ave María de Schubert mientras sus mejillas se enlodan con un llanto raro como de felicidad ácida.
Teófilo mira los ojos de Blanca Moreno saltando entre los dedos infantiles, jugando a la pisingaña, no la tienes en este ni en este sino en este, su cara de café pintando haciéndolos reír a mandíbula batiente, no corto de aquí ni de aquí sino de acá, el primero amar a Dios sobre todas las cosas, el segundo no jurar su santo nombre en vano, Blanca mulata, el salmo gregoriano del viento dominical en sus piernas de guadua, en sus brazos de cañabrava, aspira el olor a piña de su pelo churco, el cuarto honrar a padre y madre, el quinto no matar, presiente sus manos de pringamosa urticándole la espalda, el sexto no fornicar, sale de la iglesia con el pecho inflado como un pez tambor y se va al jardín de las margaritas enanas a hacer ejercicios de renunciación, a contar las nubes hasta que descubre que las trenzas de Blanca andan cabalgando en un cúmulus nimbus y que la tarde empieza a oler a piñuela fermentada.
Solo, hechizando los totumos del patio de la Súper, verdes, amarillos, amariverdes, por debajo blancuzcos, desteñidos del sol, cortándolos con un cuchillo carnicero, traicionero, disectando sus músculos amarillos, anatomizando sus nervios vivos, sus huesos redondos y planitos, negros, clasificándolos por tamaños, esqueleto desvertebrado, huesos, nervios y carne blandita, el sol pinchándole la espalda, recorderis del trópico, redondos los totumos, tensos, rasposos, suaves, acariciando su piel musgosa, deseosos los dedos, cortando el bejuco, dos largos y dos cortos, brazos y piernas, amputando la cáscara, para que nazca la boca jugosa, los ojos melindrosos, la nariz mulata, la falda de hoja de totumo, breve y plisada... Blanquita, olor de totumo maduro.
Tres, tres, tres, caviloso, carrileriando los durmientes cada tres distintas distancias, sin saltarse más de dos, ni menos, ajustando los músculos a la precisión cambiante, tensión, atención, autocastigo por fallar, devolverse diez pasos largos, recaminar lo caminado, rayuela, cielo, infierno, purgatorio, tres, tres, tres, las voces púberes ensartándole los oídos, jalándole los ojos hacia el lado derecho de la carrilera, no perder la atención, la cuenta, la lleva Esperanza, el piolín engrasado, cuidado, la lleva Consuelo, los guijarros puntudos, el cascajo, la lleva Clemencia, el enredajo de piernas brillantes, promisorias, imposibles, no ceder, los rieles, la carbonera ya, la casa de la Súper ya, las falditas arriba en las volteretas, la lleva Blanca, un descansito, una pausita, el vértigo de las piernas entre los árboles, bielas, el gato por dentro arañándole las entrañas, enredándole la madeja en la garganta, nudo gordiano, la sonrisa sin gato, alisuna, puercoespinosa, tres, tres, tres, la culpa, el arrepentimiento, la tentación triunfadora, las malas miradas, el regreso caviloso por los durmientes de la carrilera, tres veces derrotado tres, por la caída, tres por la mala mirada, tres por la vergüenza, tres.
Rezándole, cantándole, quejándosele, virgencita mía, este desleimiento por dentro, estas aguas que se transvasan en mis pulmones, este aire pesado que borbotea en mis venas, este deslumbramiento de piedralumbre en mis dedos, dolor dulce, virgencita mía de las Lajas, este viento que me hincha las piernas como bombas de navidad, virgencita mía de Chiquinquirá, estas olas que me tempestean en las pantorrillas, virgencita mía de la Soledad, estos ramalazos que me quiebran los huesos, esta sal en las axilas que me eterniza las noches, virgencita mía de la Leche, esta temblorina que me llena de agua las rodillas, que me vuelve los muslos de plastilina, virgencita linda, por tu manto sagrado de pringamosa, por tus ojos de adormidera, por tu carita de papayuela, por tus bracitos de mango maduro, por tus manos de panela caliente, diciéndole, te quiero mucho, rogándole, quiéreme tú también, implorándole, guárdame dentro de tu manto, mírame con tus ojitos, sonríeme con tu carita, abrázame con tus brazos suaves, acaríciame con tus manos dulces, apágame, sécame, cálmame, apacíguame con tu amor, negrita linda.
Teófilo Blanquita cogiendo papayuelas en el jardín de la Súper, la medialuna filosa, cayendo pesadas, rebotando densas, esquivando Blanquita las ortigas, destripando Teófilo los totumos, atolondrado, tembo, pasándole la chuspa, los mangos, subiéndose Blanquita y Teófilo al mango, desgajando mangos, atinándole a la chuspa en el suelo, llenándola, desbordándola, bajándose Teófilo, expectante, presintiente, esperanzante, recibiéndola al bajarse del mango, abrazándola abrazadamente, besándole la boquita, Blanquita asustada, turbada, corriendo por los árboles, llamándola encalamucado, enzarzándose las piernas llorosa, alcanzándola apachichado, consolándola, abrazándola, abrazándolo, entre las papayuelas y los mangos y el grito homicida del tren.
–Teo feo.
–Blanca potranca.
–Filo pabilo.
–Anca banca tranca.
–Eof feof.
–Blanquita bonita.
–Teofilón bobón.
–Blancota pelota.
–Teofilán galán.
–Blanquinomás nos quedamos.
– Teofilante un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía fue a llamar un camarada, dos elefantes...
–Uno: uno vive lleno de esperanzas.
–Dos: dos almas que en el mundo... dos gardenias para ti que tendrán todo el calor de un beso...
–Tres: tres corazones heridos puestos en una balanza, uno que pide clemencia, otro que clama venganza y el mío... tres días sin verte mujer... tres días... corrientes, tres, cuatro, ocho...
–Cuatro: cuatro milpas tan solo han quedado del ranchito que era mío... corrientes, tres, cuatro, ocho...
–Cinco: si naciste sin corazón en el pecho tú no tienes la culpa de ser así... sin conocerte siquiera te adiviné... (tramposa)
–Seis: seis y bon, se cayó del camión...
–Siete: siete leguas el caballo que Villa más estimaba... siete dicen que he llorado por ti...
–Ocho: ochichornia, qué bochorno... ochole mío... corrientes tres cuatro ocho, segundo piso ascensor...
–Nueve: no he venido a traerte nuevas ansiedades... no he besado otras bocas buscando nuevas ansiedades... no he venido a decirte que me quieras…
–Diez: dicen que ya no me quieres... Diez que no me quieres porque soy humilde, porque nada valgo, porque nada tengo...
–Once: on semáforo en la esquina. . .
–Doce: doce cascabeles lleva mi caballo por la carretera. . .
–Trece: el trece de mayo la Virgen María... tre seguiré hasta el fin de este mundo.
–Catorce: cators enfant de la patrie...
–Quince: quin será la que me quiere a mí, quién será. . .
–Dieciséis: dieciséis toneladas de carbón saqué...
–Diecisiete: Carmen tenía diecisiete años... (se quitaba los años) (tramposa).
–Dieciocho: Carmen tenía dieciocho años…
–Diecinueve: aquel diecinueve será el recuerdo que en mí vivirá... el jefe...
–Veinte y veintiuno: Después que uno vive veinte desengaños, ¡qué importa uno más!
PLANTEAMIENTO:
Sana que sana
culito de rana,
si no sana hoy,
sanará mañana.
Amén
RESPUESTA:
Esta era
la vieja Ester-a
que tenía patas de cera
y las ponía de cabecera
para que nadie le viera
su cojera,
su renquera.
Amén.
RESULTADO:
El beso de la victoria
Hijo mío, tú ya estás avanzando en el Seminario Menor y debes tener mucho cuidado con tus amistades. No debes descuidarte porque cuando menos pienses se te entra el demonio en el alma. No me parece conveniente la atracción que sientes por Blanca, ni la forma en que estás llevando tu relación con ella. Juegos peligrosos en que te puedes quemar y contigo tu vocación sacerdotal. Ya sabes el castigo para los que traicionan su vocación. No te dejes llevar por liviandades. Ya sabes que el sistema nervioso debe mantenerse equilibrado, impidiéndole que caiga en sensibilidad excesiva y mórbida excitabilidad. Por lo tanto es necesario no dar alimento a la emotividad peligrosa y a la sensibilidad dudosa, con ocupaciones, lecturas, relaciones particulares, etc. (días de vacaciones durante la época de formación), especialmente, hijo, porque estas emociones son como narcóticos para el sistema nervioso que pronto despierta y vuelve a sentir la necesidad de la excitación y con mayor intensidad. El ocio es la más peligrosa. Es de tal importancia este punto que la juventud moderna se ha definido como época del desarrollo humano en que hábilmente se ingenia los medios y maneras de producir emociones, cada vez más mórbidas y sensuales. Si todas las fuerzas vivas son absorbidas por el sentimentalismo en sensaciones y emociones, ¿qué le queda a Jesús? A las horas de emoción siguen horas interminables de cansancio y abatimiento y por ello es necesario prevenir la excitabilidad morbosa, aun en la oración, evitando el lado emotivo. No quiero que pierdas tu vocación en mi parroquia. Dagua es la sucursal del infierno. No debes volver a ver a Blanca a solas, eso te pone en peligro inminente de pecar. Y cuando la veas en público, controla tus miradas. Cierra tu alma a los deseos de la carne.
Carta
Carta del ingeniero Canales, jefe de la primera sección, Ferrocarriles Nacionales, División Pacífico, al jefe municipal de policía.
Señor Don
NAPOLEÓN PAZ
Jefe Municipal de Policía
E. S. D.
Muy apreciado señor Paz:
Me refiero a su amable carta del 5 de los corrientes en que Ud. me solicita muy comedidamente información sobre la conducta y habilidades del señor Filigrana durante el tiempo en que estuvo a mi servicio. Entiendo también que tales informes le son necesarios para solicitar su ascenso a cabo de Policía y segundo suyo en el municipio.
Paso pues a referirle muy gustosamente mi concepto.
Conozco al señor Arnovio Filigrana desde su juventud. Nació en Andagoya, corregimiento del municipio de Buenaventura, de padre negro y madre blanca. Proviene de un hogar respetable y honrado aun dadas las circunstancias. De su madre heredó una acendrada piedad religiosa y práctica constante de sus deberes morales. De su padre el interés por el trabajo y un sentido estricto del cumplimiento del deber. Su padre se dedicaba en ese lugar a la fabricación de velas de sebo, oficio que ejercía con maestría y pericia. Con la entrada de la luz eléctrica hubo de abandonar su habitual profesión y pasó a desempeñar un cargo en la aduana del puerto de Buenaventura, empleo que ejerció hasta el fin de sus días y donde llegó a ser un connotado dirigente sindical de esa importante empresa. Gracias a los esfuerzos de su padre, Arnovio cursó los cinco años de educación primaria y posteriormente, con la ayuda de su párroco, ingresó al Seminario Menor de Bitaco donde adelantó estudios hasta el tercer año de bachillerato. Del Seminario se retiró por motivos personales.
A su salida del Seminario desempeñó oficios varios, como maestro de escuela, tendero, trapecista de circo, distinguiéndose siempre por su honradez y tesón en el trabajo. Posteriormente se vinculó a los Ferrocarriles Nacionales como cadenero. Durante el tiempo que estuvo allí a mi servicio pude observar su espíritu de superación y su especial inteligencia, razón por la que lo hice promover al cargo de cadenero jefe y de maquinista de la gasolinera del ingeniero director de la Sección Primera de los Ferrocarriles Nacionales, División Pacífico, cargo que desempeñó hasta el año pasado, cuando entró a prestar sus servicios a la Policía Municipal de Dagua. El señor Filigrana es de estado civil soltero y actualmente frisa en los veinte años.
Espero señor Paz que para sus consideraciones en cuanto se refiere al ascenso del señor Filigrana dentro de esa loable institución, no sea óbice el hecho de que él es pariente lejano mío por ser sobrino político de una hermana de su servidor. De Ud. muy cordialmente.
RIGOBERTO CANALES
Ingeniero Jefe
“El joven a quien Dios quiere llamar al sacerdocio tiene que ser considerado en su realidad total cual aparece, en concreto, ante la mirada del Todopoderoso, como cualquier otra criatura sometida a su dominio: realidad constituida no solamente por él, sino también por el complejo de las cosas y personas entre las cuales ha vivido, vive y tendrá que vivir. La primera circunstancia es, evidentemente, la familia y el ambiente natal completo. El fruto se parece a la planta que lo produjo. El atavismo se graba profundamente en el temperamento del hijo y, aunque la libertad de espíritu permita corregir y borrar taras negativas, el tronco viciado puede dejar taras capaces de volver a salir a flote después de una educación óptima en el seminario”.
Currículum vítae que presentó el señor Arnovio Filigrana al jefe municipal de policía para optar al puesto de subjefe de policía.
Nombre: Arnovio Filigrana
Lugar de nacimiento: Buenaventura (Valle)
Fecha de nacimiento: 28 de diciembre de 1940 (Capricornio).
Estudios:
Primaria completa. Escuela Francisco de Paula Santander. Buenaventura. Lema de la escuela: Dios y Patria. Promedio de calificaciones, 3.8 (tres, ocho). Materias preferidas: Educación física, Canto, Literatura. Secundaria: tres años. Seminario conciliar, Bitaco. Materias preferidas: Análisis gramatical, Latín, Análisis lógico, Literatura.
Experiencia Ocupacional
Primer oficio: Técnico agrícola: especialista en plagas.
Segundo oficio: Producción industrial de velas, cirios, veladoras votivas, aprendida durante mi feliz niñez bajo la dirección de mi señor padre.
Tercer oficio: agente vendedor. Durante las vacaciones despachaba diligentemente en los prósperos negocios de esta y otras ciudades. Buena experiencia en relaciones públicas. Monté posteriormente mi propio negocio en la ciudad capital vendiendo miscelánea, trabajo que fui después transformando en el de “vidente”. En esa oportunidad escribí mis afamados documentos futuristas, y hoy por hoy proféticos, bajo el seudónimo de Stella Karta.
Cuarto oficio: Librero. Regenté mi propia librería en la capital del departamento.
Quinto oficio: Ayudante de contabilidad en empresa importante.
Oficio actual: Cadenero: ascendido posteriormente a cadenero jefe y conductor de la gasolinera del jefe de los Ferrocarriles Nacionales, División Pacífico, del cual recibirá referencias de mucho valer.
Distinciones honoríficas:
Jura de bandera en la sesión de clausura de la escuela Francisco de Paula Santander al terminar mi primaria por ser el alumno con más espíritu cívico.
Beca de la parroquia de Buenaventura para estudios en el Seminario.
Ofrecimiento de un puesto de profesor en el colegio de bachillerato Pascual Andagoya de la ciudad de Buenaventura para regentar la cátedra de Latín, puesto que me permití no aceptar por tener al tiempo la oferta de los Ferrocarriles Nacionales.
Publicaciones:
“La Constitución del 86”, artículo publicado en la revista Ecos del Seminario, también examen premiado en el concurso de historia patria. Esa constituye mi principal distinción académica y es causa de mi justificado orgullo.
“El temperamento mental, por lo que se refiere a la docilidad o carencia de la misma, al amor a la tradición o al deseo de novedades, tiene también un profundo significado en la manifestación. El indócil, el proclive a la autonomía de la razón en el pensamiento, no es apto para ser maestro en la enseñanza de la fe, que se basa en la revelación inmutable y en el infalible magisterio de la Iglesia”.
No resisto la tentación de ponerle unos comentarios de cola al currículum que me pediste. Nunca me has dicho para qué es pero sospecho que con la manía esa que tenés del tal álbum, para eso será. Para disecarle la vida a uno, como los pichapichas esos que tenés coleccionados, grosero vilipendioso. Pero anotá que las cosas que uno tiene que decir en los currículums vítaes (nótese la corrección del lenguaje) es porque le toca, la vaina esa de escribir con retintín y tirando prosodia, no es que uno sea así, con el cuerpo almidonado y la lengua relamida, como los amarillos de oficina.
Después de este introito anotá lo bien usado del genitivo que le chanté al título. Mi jefe quedó asoleado con ese detalle. Como podés captar, puse Buenaventura como cuna de este gallo fino, no Andagoya, que es de inferior calidad. Lo del capricornio no es pura vaciladera, es que don Napo Paz también sabe de eso y lo del zodíaco me favorecería. Lo de las notas de primaria sufrió un leve movimiento ascendente, una pleamar, como se debe, en realidad era de 3.5. ¡A que no le pegás a lo de las materias preferidas! Educación física y Canto. Deberá leerse: Educación, Física y Canto. Pero una comita no es nada y ayuda al ascenso, subida o arrancón. Claro que para otros marranos la vaina habría que hacerla al revés. Lo del seminario es mejor cubrirlo con una enorme sábana blanca: morti sunt qui non resollant. Solo había que desempolvar lo del análisis gramatical y el análisis lógico y las letras, pues al segundo le toca hacer informes o reportes para las oficinas departamentales y don Napo de letras sí nanay. Puntos ganados. También echarás de ver el uso de adjetivos que no son empleados así a lo currulao y sambero sino con propiedad dentro del lenguaje escrito. ¿Recordás? Babosadas. Se siente uno como los magos que se sacan tiras interminables de trapo de la boca. Pero hay que levantar chanfa y ahí vamos con las miquingadas. Pues sí, hermanetas, la poesía de Fernando Baena todavía la memorio de corrido, sin respirar y tiesito y no miento sino que digo la verdad con aquello del trabajo de historia. Me parece verraquísimo, ahí sí como decía el padrecito Afanador, écheme ese trompo a la uña, se pasa por el forro a más de veinte, ¿o no? Creo que debí ser abogado, o por lo menos voceador, o palabrero en algún pueblo del Chocó. Hablar es como bailar o como hacer el amor. Por algo se te andaba pegando a ti tan seriecito lo de los dichos y las rebambarambas, las cuchufletas y demás readornaciones. Que por algo se llama uno Filigrana. (Rima interna imperfecta, si mal no recuerdo). Eso sí, ten cuidado de que te descubran este sartal de babosadas, imbecilidades o sandeces, porque te echan, expulsan o deportan del seminario, para bien tuyo y de tu pipicito, querido primito.
Toca terminar esto como carta, qué jartera, no más dejate venir por Dagua en las vacaciones para que sepás lo que es candela. Esta, primocordio, es mi palabrita entrecortada pero neblinosa.
Un abrazote bien apretadote de tu primote enamoradote y hablantinosote (predestinado por punta y punta, desde que mi padre y el cura me acristianaron).
Arnovio Filigrana, Ph. D
“Otra fuente de prudentes preocupaciones viene dada por el impedimento de ‘ilegitimidad’ de nacimiento, no solo para la ordenación, sino para la misma estancia en el Seminario. Lo dicho vale para cualquier otra tara paterna: alcoholismo, locura, etc. El ambiente familiar representa una indicación contra el sacerdocio, no solamente en cuanto es menguado por taras morales, sino también en cuanto puede ser propenso a favorecer modos de vida opuestos al nivel de vida del sacerdocio. Así, ciertos ambientes de tradición mercantil pueden dejar en el futuro sacerdote una impronta de negociante que está en contraste con el espíritu genuino del sacerdocio. Ciertas familias proletarias, en las que el padre o algún otro miembro está inficionado por ideologías de clases y, en consecuencia, pone habitualmente en sus conversaciones, en sus apreciaciones de carácter social una nota ácida, demagógica y contra el evangelio, puede dejar en los hijos seminaristas, sacerdotes el día de mañana, un reflejo casi inconsciente de esta concepción errónea de la sociedad, que puede hacer sentir su influjo malsano en las iniciativas personales y en sus relaciones con la jerarquía”.
Blanca Moreno, catorce años oliendo a piña todos los días, llevando el cuaderno con rayas y la regla debajo del brazo a la escuela, la pluma, el empate, el tintero, todas la mañanas, mirando crecer los plátanos, jugando a los corozos con los muchachos del vecindario, ensartando chumbimbas en hilo calabrés, recogiendo jangas y lágrimas de cocodrilo, apostando carreras, subiendo la primera a la vara de premio de la fiesta, tirándose en la yerba, mostrando sus piernas mulatas y brillantes, templadas como arcos, todas las tardes, presintiendo que le crece un nido de golondrinas en el vientre, ganándose siempre el premio de religión en la escuela, hasta que el padre Falla la hace catequista.
El hombre trabaja en la estación de Ferrocarril. Se llama Ricaurte Nates. Es blanco. Mira por debajo de su cachucha de oficinista como quien está acostumbrado a ver pasar la vida por la ventanilla. Siete trenes al día, dos de pasajeros. Clasifica metódicamente los tiquetes, los de primera clase, los de tercera clase, verdes y rosados, los maneja con habilidad de cajero. No usa cubrepolvos en las mangas. Luce mancornas con insignias chibchas que relumbran cuando cruzan el cono de luz de su lámpara de mesa. Solo mueve las manos y los ojos cuando atiende al público. Blanca lo ve por primera vez en la retreta del sábado, fiesta de los santos inocentes. Le gustan sus mancornas, su peinado a lo Elvis Presley y su manera de pagar las Cocacolas con aire de prestidigitador. No tiene tiempo de preparar nada. Se casan tres días después vestidos de rosado como los tiquetes de tercera.
Ocho días después de su matrimonio Ricaurte Nates decide ampliar su visión del mundo. La ventanilla de la estación es un marco muy estrecho. Dormir hasta las doce. Desayunar huevos pericos. Sentarse en la banca del parque donde el paisaje es infinito. Repasar su colección de tiquetes de tren, recibos de carga, guías, horarios, informes de tráfico, que empezó a coleccionar desde que entró a trabajar en los Ferrocarriles Nacionales hace seis años. Fumarse un Pielroja cada media hora.
Blanca abandona las calles pavimentadas, con alumbrado de mercurio y camina con la cabeza agachada oyendo el semicastellano de la gringuita Sally. Aquí violaron a Susan los gamines, allá lo vieron. Camina con cuidado por los barrancos de lajas como cuchillos de carnicero. Oye a lo lejos el ladrido aburrido de los perros, deben ser muy flacos. Se da cuenta de que Sally ha desaparecido y de que la niña va a horcajadas sobre sus hombros, es muy liviana, como una pluma de ganso. Empieza a dar vueltas entre las casuchas desordenadas, busca al padre. Choca contra un tonel con agua lluvia y contra una piedra lisa, inclinada, con manchas de jabón. Huele a fríjoles sin condimentos. Detrás de una puerta de zinc una mujer gorda se deja colgar de un banco de madera y la mira como si no existiera. Su boca se abre pero no dice una palabra. ¿Han visto al padre? Dos hombres con barbas duras y ralas de tres días juegan a los dados en una toalla extendida de flores grises. No la miran. La vela de sebo amenaza apagarse. Las chorreaduras cubren la piedra filosa. La niña empieza a adquirir peso y volumen en sus hombros. La calle tiene tantas vueltas como un intestino. Una mujer joven con el pelo enchamizado mira el resplandor borroso de la ciudad como si presenciara un milagro. El caño apesta a aguas negras. Brinca las piedras cubiertas de lama verde. Las manos de la niña le aprietan la nuca. Recortados por la luz de una lámpara Coleman de gasolina un grupo escucha a los evangélicos que hablan de Job como si vendieran pan fresco. Una familia, la mujer, el hombre y tres niños, devoran una paila de papas cocidas con sal en la calle. La miran con curiosidad sorprendida y recelosa. ¿Han visto al padre? La mujer lava con indiferencia las cucharas de palo. Empieza a sentir el peso de la niña en la espalda y en la cintura. Los eucaliptos tapan la luz que viene de la ciudad y de pronto se encuentra en medio de una noche cerrada. Siente subir por sus pies el vaho malsano de la miseria y el pantano podrido adherido a sus zapatos de charol rojo. Varios hombres pasan rompiendo la oscuridad con una linterna. Arrastran un costal que deja un surco desigual en la tierra húmeda. La niña inmóvil deja sentir pesadamente su cuerpo de plomo en sus costillas. Adivina que se hunde.
Llenando la maletica crema con alma de madera, la falda gris plisada, los zapatos de charol rojo, la blusita blanca de pepas negras, la escarcela verde biche con flores amarillas, la Imitación de Cristo, las Florecillas de San Francisco, el Catecismo del padre Astete, la novena de Santa Zita. Las monjitas del seminario le darán la ropa que necesite, los uniformes de las muchachas del servicio. Antes de partir Blanca sale al patio a oler los piñales por última vez, llena los pulmones hasta que le duelen, cierra la boca con violencia, aprieta los puños, llora a borbotones un llanto trenzadito, furiosamente enredado como el pelo de su muñeca de trapo.
Blanca la noche como una sábana, limpia de estrellas con una pureza total, dolorosa. Ve al hombre de los avioncitos construyendo hélices, abriéndoles alas, rompiendo su tensión atormentadora. Se para frente a la noche sin estrellas, profunda y misteriosa, y siente que la va llenando lentamente, ocupando todos los vacíos, forzándola a pensar en el arrayán retorcido del patio, la adivina creciendo por sus venas, enredándose en sus costillas, enrollándose en los nudos de su columna vertebral, floreciendo en su cabeza, brotando en hojitas tiernas por sus axilas fermentadas, ahuesándose en sus brazos, volviéndolos palancas, ramificándose en sus dedos, caucheras múltiples que estiran sus cauchos hasta lo imposible; empieza a saborear, Blanca, el gusto metálico de los jugos alimenticios de la tierra que suben por sus raíces en tensión, respira la fotosíntesis de su pelo en el aire brillante, percibe el olor de los lirios que cultivan las monjitas para la capilla. Se siente árbol, tiembla con la brisa seca, dócilmente se deja cubrir por la soledad húmeda del amanecer en el patio.