Y vivieron muchos años
y fueron infelices.
(El Gran Desarnoviador)
Pero el rey Salomón amó, además de la hija del Faraón, a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edonitas, sidonias y jeteas, esto es de las naciones de que había mandado Yavé a los hijos de Israel: “No os lleguéis a ellas ni ellas se lleguen a vosotros; pues seguramente inclinarán vuestro corazón hacia sus dioses”. A estas se apegó Salomón con amor; y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas. Sus mujeres, en efecto, le pervirtieron el corazón, de modo que a la vejez de Salomón sus mujeres le inclinaron hacia dioses extraños el corazón, el cual no fue entero para Yavé, como el corazón de David, su padre.
(I Reyes, 11, 1-4)
Parece un ánima sola sentada en la banca de madera. No mira para ninguna parte. O posiblemente mira para adentro introspecta fabrica lagaña. Aunque a lo mejor lo que hace es mirar para atrás. Como las películas del Gordo y el Flaco que se proyectan al revés y las cosas comienzan a pasar de atrás para adelante reculando. Se devuelve hasta el principio retrechero viaja hacia el óvulo. Como las ánimas cuando se están muriendo las gentes y empiezan a recoger los pasos todas acalamucadas amoscadas amorradas y a recorrer todos los sitios lugares o parajes donde han estado en vida. Así luce lacio mientras su mente se resbala jabonosa por pendientes güaicos y despeñaderos. Estos Fabio ay dolor que ves ahora campos de Dagua tristes y en eriales fueron hermosos aquella tarde en que Blanquita me miró con ojos de santidad a la salida del Teatro Municipal, a mí solamente a mí, porque tú te habías ido para Loboguerrero con tus ganzúas. Fui a pedirle permiso a su mamá y nos vinimos cogidos de la mano. Compramos chancaca. Le pasé el brazo por el hombro en medio de la película y le di un beso tierno. Ella me miró asustada pero llena de amor. A la salida la invité a ver mi colección de piedras brillosas y nos vinimos por detrás de la casa cural. Entramos por el jardín. Nos sentamos en el sofá verde de mi pieza. Cuando le acaricié con suavidad el cabello caoba empezó a temblar como un pajarito que ha caído sin darse cuenta en la trampa de un cazador. Eso sí, eso, la trampa cagatinta, la imprenta esa de mierda de los degenerados descreídos materialistas comecuras endemoniados comunistas vomitando propaganda pecaminosa sacrílega burlándose de los santos, opio de los pueblos, desacralización, contradicciones del capitalismo, desgreñándole el redil, cardándole insidiosamente la lana hirsutándola arpiándola, modo de producción, pendejadas, ideología burguesa, babosadas, desantificación, calumnias, destronamiento de santos inexistentes, tantos siglos rezándole las beatas lambeladrillo chupacuras comecirios a fantasmas, engaño a la opinión pública, imbecilidades, estafa y ahora con que no existieron eran fábula cuento chisme marandúa,
San Toral de viento ora pronobis,
San Cocho ora pronobis,
San Cudo ora pronobis,
San Itario ora pronobis,
San Páselo ora pronobis,
San Cadilla ora pronobis.
Solo revive cuando pasa el tren o cuando siente al ingeniero Canales. Pero no se inmuta o mosquea cuando pasan alborotando los negros del sindicato ferrocarrilero. Él los ha excomulgado por comunistas herejes masones espiritistas pajarones machones atronados y los ha maldecido en el púlpito por andar enredando huelgas, relajos y alborotos. Esas no son cosas de cristianos. A las tres de la tarde Blanquita estaba jugando a la oa-sin- moverse-sin-reírse-con la pelota de letras al frente de su casa cuando yo pasaba rezando el breviario y me quedé mirando su agilidad de venado y la pelusa tierna de sus piernas. Seguimos jugando hasta que la invité a un helado de vainilla en Las Vitaminas, querido Teófilo, y después a la manga de las higuerillas. Nos sentamos nerviosos y empecé a decirle que quería contar cuántas pelusitas había en su pierna izquierda. El calor nos sofocó.
Y dale con San Jon ora pronobis,
San Gano ora pronobis,
San Atorio ora pronobis,
San Seacabó ora pronobis,
San Alotodo ora pronobis,
San Dalio ora pronobis,
San Día ora pronobis,
San Dunguero ora pronobis.
Cuando hace mucho calor empieza a cabecear y los mocosos guámbitos escuincles de la escuela se acercan pisaquedito chingaquedito y le ladran en los oídos y él se despierta eléctrico como si hubiera escuchado las trompetas del juicio final. Generalmente habla de cosas de tren, de cuando echaba humo porque quemaba carbón. Acaba predicando que un día de estos va a coger el tren y no se va a bajar nunca hasta que se gaste el eje del mundo esfera mapamundi de tanto dar vueltas y revueltas sin ninguna utilidad. Blanca estaba prendiendo el fogón a las tres de la tarde para calentar el café y yo fui, amado Arnovio, a llevarle leña seca del bosque de la china y con disimulo empecé a apretarle las piernas cobrizas que parecían untadas de aceite de linaza y yo que sí y ella que no, inflando los cachetes rojos, sudando perlitas saladas, dando pataditas y al cabo fuimos de una opinión.
San Dwich ora pronobis,
San Edrin ora pronobis,
San Gripesado ora pronobis,
San Guijuela ora pronobis,
San Guinario ora pronobis,
San Son ora pronobis,
San Tero ora pronobis,
San Tiamén ora pronobis,
San Tucho ora pronobis.
Empieza a dirconfun las cosas y dice que va a pedirle el álbum a la madre Angelina para devolverle sus fotos a Blanca Blanca y que se acabe así la trifulca pelea o garrotera, que va a desbautizar a Filigrana por haberle tejido tal baba de araña, que va a inorganizar la tal cofradía de Santa Zita que se ha convertido en una casa de citas. Pero antes, mi teniente Paz, doña Blanca andaba preparando las reuniones de Santa Zita en la Sacristía y con el calor empezamos a quitarnos casullas y sobrepellices, a cerrar puertas y a meter aldabas, a extender albas en los mosaicos rojos hasta que de pronto y sin previo aviso el pergüétano del sacristán comenzó a repicar para la meditación de las tres de la tarde.
San Turrón ora pronobis,
San Ahorio ora pronobis,
San Goloteo ora pronobis,
San Quilargo ora pronobis
San Bullido ora pronobis.
En eso ha venido a parar el padre Falla. Algunas veces yo me siento en su banca siniestro a su siniestra para tratar de oír lo que dice cuando duerme pero habla de puntillas y como si fuera una solapalabramuylarga ta sa jea da a pe da ci tos. Entonces me entra la murria o desespero y me voy a poner el pantalón de baño y a dezambullirme un rato del aire caliente pegachento aguapaneloso y me tiro en la piscina de la Súper. Y repentinamente, queridos Teófilo y Arnovio, Blanquita estaba recogiendo madroños en el bosque y la traje a preparar el catecismo del domingo, con su batica plisada de satín blanco y para qué creó Dios al hombre, Blanquita, en mi celda de asceta y cómo lo creó, para servirlo y amarlo, el fondito corto y rosado de percal burdo, en esta vida y después, rosaditos, y verlo y gozarlo, los zapatos de charol rojo, cuando tú llegas para avisarme que la señora quería confesarse, domingo por la tarde, así no más, mi negrita chicharrona y empezó el santo sacrificio.
San Tacita ora pronobis.
Día octavo: aquí principia el octavo día del Daguamerón en que bajo la dirección de Pánfilo se cuenta la historia de los trucos que un fraile jugó a un abate y a una mujer y sobre los trucos que a su vez el abate jugó al fraile.
Damas y caballeros: quiero contaros una historia acerca de aquellos que so pretexto de servirnos nos ofenden pues han declarado guerra al amor a nuestras esposas y piensan que por ello deben ser no solamente perdonados sino alabados y tenidos por grandes servidores de Dios y de la sociedad, con el agravante de que nosotros los cristianos comunes no podemos tomar igual revancha, aunque sí deberíamos declarar la misma guerra a sus hermanas, madres e hijas, me refiero a los frailes. Sin embargo a veces Dios no castiga con palo ni con rejo sino que deja a los pérfidos hacerse justicia por su propia mano con lo que, como veréis en seguida, se prueba como falso aquel popular adagio que dice que fraile no come fraile y de donde aprenderéis de una vez por todas que a los frailes no se les puede creer nada.
En Dagua, una población campesina que no queda lejos de aquí y que tuvo mejores días, vivía hace unos años en un monasterio un joven fraile que ponía su ardiente corazón más al servicio de las mujeres que de Dios. Valiéndose de un continente recogido y piadoso se había ganado la buena voluntad del abate Hipolitúrgico de la Filigrana y conseguido la posición de capellán de la capilla de las monjas donde oían la santa misa también las muchachas del servicio del convento. En mirarlas y en admirar su santidad y la belleza de sus formas estaba toda su felicidad.
Y pasó que una mañana de mayo llegó a prestar sus servicios al citado convento una joven esposa llamada Biancamorena de Dagua, de pobre cuna pero de noble talante. Con solo verla Theophilus de la Falla, que así se llamaba el fraile, se enamoró violentamente de ella y en su impaciencia no se detuvo hasta encontrar la manera de hacerle saber su pasión. Pero su propósito se vio obstaculizado por la estricta prohibición que había impuesto el abad de hablar y mirar las jóvenes del servicio y por el especial afecto que el abad mostraba por Biancamorena, lo que hizo entrar al fraile en sospechas, situación que decidió utilizar para su beneficio.
Así pasaron varias semanas hasta que fray Theophilus, que no pensaba en otra cosa, encontró la forma de burlar la prohibición del abate y se dio a esperar una ocasión propicia para llevar a cabo sus planes. Un sábado por la tarde el abate salió a un pueblo cercano a confesar y decir la misa el día siguiente, cosa que hacía de vez en cuando para bienestar espiritual de los pobladores y para distracción propia. Fray Theophilus vio que había llegado el momento y se preparó a probar suerte. Primero se dio a escribir un mensaje amoroso en el papel amarillo con dibujos de grandes pájaros de hierro, que usaba regularmente el abad, en que cantaba con bellas frases la hermosura de su amada y sus ardientes deseos de verla esa noche cuando todos estuvieran durmiendo y le pedía dejar abierta la puerta de su cuarto y recibirlo en silencio y en la oscuridad puesto que estaba en retiros espirituales, situación que no le permitía perder el recogimiento con palabras no piadosas ni faltar a la modestia de sus ojos. Hecho esto firmó la misiva con el nombre del abate Hipolitúrgico. En seguida, pretextando la preparación del altar para los servicios religiosos del domingo, se las arregló para entregar la misiva a Biancamorena sin ser visto por nadie y sin hablarle ni mirarla.
De esa manera procedió y por la noche fray Theophilus llenó de besos y de dulces caricias a Biancamorena y la gozó plenamente hasta el amanecer.
Al día siguiente cuando el abad Hipolitúrgico de la Filigrana regresó de su gira piadosa fue inmediatamente a dar consuelo espiritual a Biancamorena y se sorprendió mucho de las alusiones que ella le hacía y del amor que le mostraba. Con mucha discreción la interrogó, viendo que podía sacar ganancia de la pérdida y una vez que hubo averiguado lo ocurrido y teniendo en sus manos la carta se dirigió a la celda de fray Theophilus y le pidió que lo oyera en confesión. Padre, le dijo, debo acusarme de un pecado de soberbia pues habiendo llegado a mi conocimiento las faltas contra la castidad de un fraile de mi convento y teniendo esta carta como prueba, he creído que para salvaguardar el buen nombre del convento, del fraile y mío, es mi deber emplear la autoridad de que estoy investido y expulsar inmediatamente al dicho fraile; quisiera sin embargo oír antes vuestra sabia opinión sobre mi falta. Fray Theophilus entendiendo lo que pasaba y adivinando para dónde iba el abate, que lo que buscaba era salir de él y al tiempo evitar una explicación pública que lo comprometería ante los otros frailes, obligarlo a guardar el secreto de la confesión y así poder cosechar lo que otro había sembrado, replicó al abate: no hallo padre pecado alguno en los santos sentimientos de ira que tal conducta provoca en vuestro corazón fervoroso pues es gran pecado el que ha cometido el fraile; ya veis que Jesús también montó en santa cólera ante los mercaderes que profanaron el templo. Mas creo que para salvar la santidad del convento debéis pensar que el fraile no os desobedeció puesto que ni habló ni miró a la mujer según vuestra orden y que la santidad del dicho fraile no ha disminuido ya que la santidad reside en el alma y el pecado fue del cuerpo. Pienso pues que debéis perdonarlo y así se salvará la santidad del lugar, la del fraile y la vuestra. Cuando el abate hubo oído esto, le supo a chantaje, montó en cólera y respondió: bien lo habéis dicho padre Theophilus y de acuerdo con vuestro consejo decido como abate que soy de este convento que ya que el alma del fraile es santa permanezca aquí y se siga santificando, pero dado que su cuerpo pecó, el cuerpo de tal fraile debe abandonar inmediatamente el convento para que la santidad del convento no sufra mengua. En cuanto a mi santidad, como mi pecado es de orgullo, debe ejercitarme en la humildad y no mencionar siquiera mi actitud que puede ser causa de vanagloria y así convertirse en ofensa a Dios.
Con lo que se quedó el fraile sin amor y sin convento y el abate con un fraile menos, con el dolor de haber perdido la primera escaramuza pero con la alegría anticipada de las batallas venideras.
Elegante matrimonio en Dagua. El próximo sábado a las 8:00 p.m., unirán sus vidas con el vínculo matrimonial en la iglesia parroquial de Dagua el Señor Doctor Justino Arrechea Tafur y la Señorita Inocencia Tafur Arrechea. Justino es hijo de Cástulo Arrechea y de Prudencia Tafur de Arrechea. Inocencia es hija de Prudencio Tafur y de Inocencia Arrechea de Tafur, dignísimos miembros de la más alta sociedad de Dagua. Inocencia hizo sus estudios de bachillerato clásico en el colegio del Sagrado Corazón. Justino estudió en la capital de la República y se recibió de Doctor en Ciencias Económicas, Jurídicas, Políticas, Antropológicas, Psicológicas, Teológicas y Sociales en la Pontificia Universidad Javeriana.
Ha sido muy comentada y muy bien recibida en los círculos intelectuales capitalinos la tesis del doctor Arrechea sobre “La trascendencia de lo superorgánico en el mantenimiento de las instituciones económicas, jurídicas, políticas y sociales: las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado”. La linda novia entrará a la Iglesia parroquial bellamente ataviada para tan importante ocasión y bajo los acordes de la marcha nupcial, del brazo de su honorable padre, luciendo un hermosísimo modelo de organza con incrustaciones de encajes de Chantilly de corte moderno que realza su clásica y estilizada silueta, complementando su atavío nupcial un precioso ramo de lindísimas orquídeas importadas especialmente para tan solemne ocasión. Su corte de honor estará formada por la dama de honor Señorita Cástula Tafur Arrechea, quien lucirá un elegante vestido de organza color aguamarina y como damitas las encantadoras niñas Prudencia y Justina Arrechea Tafur, quienes lucirán preciosos vestidos de organza rosa pálido. Portará las arras matrimoniales el niño Inocencio Arrechea Tafur. Asistirán a la ceremonia en calidad de padrinos por parte de la novia todos los miembros de la familia Arrechea Tafur y por parte del novio todos los miembros de la familia Tafur Arrechea. Después de la ceremonia religiosa los padres de la novia ofrecerán una elegante recepción de corbata negra y traje largo en los amplios salones del Club Dagua que será amenizada por la orquesta local de Carabalí y su Combo. La ceremonia religiosa será presidida por el presbítero Falla, digno párroco de Dagua. De esta manera tan lucida boda se convertirá en el acontecimiento social de la semana y reunirá a lo más granado de la sociedad del mencionado municipio.
Aparece primero el consueta disfrazado de maestro de ceremonias y anuncia con voz roja, casi morada, señoras y señores en cumplimiento de esta kermesse parroquial organizada por el muy reverendo párroco de la localidad para recolectar fondos para la cofradía de Santa Zita, se presenta ahora el gran drama, sainete o auto sacramental alegórico intitulado El Gran Mercado de Dagua del grande escritor español don Pedro Calderón de la Falla, con fondo musical ofrecido gratuitamente y como una colaboración graciosa por el Bar Pakemás, apropiadamente ubicado en la esquina de la casa cural. Señoras y señores, Telón. Una cruz abacial santigua en cuatro el vitral de la capilla doméstica, oscura neblinosa persignación se transforma transubstancia en límite frontera.
El Sagrado Corazón que pende de la cruz da una orden y la cruz procesional se empendona empingorotea de bullas garrulería garulla y se establecen con la marcha ritual las cuatro comarcas, aurículas ventrículos, demarcadas por los cuatro arcones que se abren como caja de pan Blanca y el Cristo en Majestad asoma en el centro con las cuatro potencias en la frente lacerada de luz:
PRIMER ARCÓN: de un cofre de madera con taracea de carey sale La Pureza, pálida, con estribos de cantoneras de plata triste, se sienta en un sillón peluquero, ojerosa, calza cacles brillantes, llorosa, viste dalmática, sobrepelliz, hostiario en la mano izquierda y cubrecáliz en la derecha, saudadienta con voz de alacena consistorial de clausura conjura (música de matraca de semana santa).
(Sale La Pureza y camina lentamente con ademanes devotos mientras canta piadosamente con voz recogida. Los cantos de La Pureza son escogidos de la Colección de Cantos Religiosos editada por la Colección Champagnat, sin lugar ni fecha de edición. A medida que canta La Pureza va enarbolando carteles con pensamientos edificantes extraídos del prólogo de Los Cantos Religiosos. Los carteles se colocan aquí en nota a pie de página).
La Pureza:
Con lazo amigo
con lazo estrecho,
tu amable pecho
vengo a buscar.
Por él suspiro.
Ábreme el seno (bis)
que en él cuán bueno
es habitar.
SEGUNDO ARCÓN: de un bargueño con eslabón de mascarones, ornada de resplandores, casulla, gremial, plato petitorio, arquilla con crismera y angarilla para vinajeras, pomposa, rodeada de chirimías, la exposición de los brazos nocturnos, las piernas lustrosas de arrebol, sale y predica La Tentación, sentada ahora en una consola con faldones. (Música de chirimías caucanas). (Sale La Tentación y dice melodiosa, sugestiva, tentadosa).
La Tentación:
Ansiedad de tenerte en mis brazos
musitando palabras de amor.
Ansiedad de tener tus encantos
y en la boca volverte a besar.
La Pureza:
Nuestro amado es blanco y rubio
elegido entre un millar,
es blanco por LA PUREZA
y rubio por LA CARIDAD.
La Tentación:
Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con sus labios dulcemente
en el febril insomnio del amor.
La Pureza:
Para consuelo
de tus ovejas
patente dejas
tu corazón;
y les ofreces
en su abertura
puerta segura de salvación.
La Tentación:
Yo soy aquel
que cada noche te persigue
yo soy aquel
que por quererte ya no vive,
el que te espera, el que te sueña,
el que quisiera ser dueño de tu amor.
TERCER ARCÓN: de una credencia vetusta cajonera, manípulo dorado en mano, arandelas, hisopos, sacras, capa pluvial fluctuante de frufrús, agitando un misal con guarniciones de plata, sentada en una arquilla con marquetería morisca, boca redonda de alabanzas y salmos elegíacos, voz de soprano de coloratura, lisonjea La Lisonja.
(Música de violines melosos y címbalos lúdicos, trompeta, tambor africano, batería, saxo).
(Silba La Lisonja).
La Lisonja:
Rosa María
eres morena cual la flor de junco
que crece a orillas
del Magdalena.
La Pureza:
Oh hermosa María
humilde cual pura,
al ver tu hermosura
se inflaman de amor
los bellos querubes
que habitan el cielo
y con santo anhelo
te rinden honor.
La Lisonja:
Como en la santa soledad del templo
sin ver a Dios se siente su presencia,
yo presentía en el mundo tu existencia
y como a Dios, sin verte te adoré.
CUARTO ARCÓN: de un parón adusto con olor añejo a cava de Villafranca del Panadés, custodia, copón, naveta, estola colgando del cinturón cilicio, esclavina negrotoda, patena verdosa por la pátina del tiempo, cirio pascual en la derecha y jigra de cabuya pesada de piedras en la izquierda, mirada chorreada y dudosa de San Esteban mártir, voz de tango arrabalero y apache, manos moluscosas, nadadoras aletas, coturnos grecoeclesiásticos, procesionea El Levita tonsurado.
(Música de armonio).
(Voz de sermón de las sietepalabras).
El Levita:
A cantar a una niña
yo le enseñaba
y un beso por cada nota
siempre me daba,
y aprendió tanto
y aprendió tanto
que aprendió muchas cosas
menos el canto.
La Pureza:
Vuestro cuerpo sacrosanto
es suavísima morada
donde el alma atribulada
goza libre a su amador.
La Tentación:
Pero esta vez
quiero entregarme a ti en forma total
no con un beso nada más.
La Lisonja:
Tengo una traga loca que me devora,
un amor de esos raros con desespero,
quisiera estar pensándola a toda hora
y gritar a la gente
que yo la quiero.
La Tentación:
Es la pringamosa
rasca rasquillosa.
La Lisonja:
Arriba la vida, arriba el amor
abajo las penas, abajo el dolor.
La Levita:
Si yo fuera rico
dubi, dubi, dubi, dubi, dubi dubi, duo.
La Pureza:
Venid Jesús mío,
por la vez primera
a mi pobre alma
que ardiente os desea.
La Lisonja:
Tú eres mi destino.
La Pureza:
No tardes más mi dulce bien amado,
con santo ardor
deseo unirme a ti.
El Levita:
Así empezaron papá y mamá
y ya somos catorce y esperan más.
La Pureza:
Si tú lo quieres mi amor
me voy de ti para siempre
dejando un beso en la frente
como postrer bendición.
El Levita:
Porque ocultar nuestro amor
será tapar con un dedo
la luz inmensa del sol,
negar la gracia de Dios,
mirar que lo blanco es negro.
Todos (cogidos de la mano y bailando en círculo, con la música del Tantum ergo y ritmo de currulao). Entran los cuatro conjuntos instrumentales. Gran clímax sonoro:
Cuándo estaremos bien mío
como los pies del Señor
el uno encima del otro
y un clavito entre los dos. (bis)
La Lisonja:
Y a veces escucho
un eco divino
que envuelto en la brisa
parece decir:
yo te quiero mucho,
tanto como entonces,
siempre hasta morir.
El Levita:
El amor es un bicho que cuando pica
no se encuentra remedio
ni en la botica
porque sus males
si no los cura el cura
son incurables.
La Pureza: (Acto de ofrecimiento).
A ti me doy Jesús Sacramentado,
mi corazón, mi entera libertad,
he consagrado
a tu bondad.
Dame Señor tu gracia y tu amistad,
y de tu amor me sienta yo abrazada.
El Levita:
Y Blanca le decía
pero que empiece Manuel,
agarre la perinola
y empecemos de una vez.
La Pureza:
Oh buen pastor amable y fino amante,
mi corazón se abrasa en santo ardor,
si te olvidé hoy juro que constante
he de vivir tan solo de tu amor.
Se baja el telón. Pero no un telón rojo como el de todos los teatros de pueblo sino un telón negro como muestra de luto por la seducción de la Pureza. Música terrible del dies irae dies illa y ventorreras de humo pecaminoso, lúbrico, lascivo, impuro que salen detrás del telón negro. Lentamente sube el telón negro y baja el telón blanco. Cesa el dies irae y el humo. Con solemnidad benedictina el Levita se dirige o encamina hacia el ara central, abre con mano trémula el sagrario para preparar la exposición hebdomadaria del Santísimo. Simultáneamente se halla por un cuotidiano milagro de ubicuidad y atemporalidad en un templo muisca y la sacerdotisa se desprende del poporo áureo y eleva su pectoral mamiforme a los dioses mientras él con ojos de ternero huérfano consagra su caracolero portapene en la mano derecha y su tinculpa en la izquierda. La frente cuadriculada suda un sudor sudoroso propiciatorio y horrorizado.
La Pureza:
Dulce maná y celestial comida,
gozo y salud de quien te come bien,
ven sin tardar, mi dios, mi luz, mi vida,
desciende a mí, hasta mi pecho ven.
El Levita:
Alcánzame la botella
antes de que llegue el día,
tomémonos una copa
y dale otra al policía.
La Lisonja:
Yo les pido, yo les pido
un gran favor,
yo les pido un favor
a las muchachas.
No me dejen que pase
al panteón
me ha picado, me ha picado la machaca.
La Tentación:
María Antonia es la ventera
más linda que he conocido,
tiene una tienda de besos
al otro lado del río
y toditas las mañanas
antes de que salga el sol
yo le compro a María Antonia
todos sus besos de amor.
El Levita:
Cuando yo me vaya
pa tierra lejana
tú comprenderás
que yo te quise con el alma.
La Pureza:
Palabras, palabras, palabras,
(escúchame)
palabras, palabras, palabras,
(te lo ruego)
palabras, palabras, palabras,
(te lo juro)
palabras, palabras, palabras,
tan solo palabras hay entre los dos.
El Levita:
Por haberte amado tanto
hoy lamento mis desvelos.
La Pureza:
Tendrán término mis males
oh dulcísimo consuelo.
Mas, ¿cuándo alzaré mi vuelo?
Ay, son siglos eternales
los instantes que transcurren
sin ver oh Dios tu beldad.
El Levita:
Te vas porque yo quiero que te vayas
a la hora que yo quiero te detengo
yo sé que mi cariño te hace falta
porque quieras o no yo soy tu dueño.
La Tentación:
Por qué sin tus ojos verde mar
y sin tu boca sensual tengo que vivir,
por qué encendiste esta pasión
y me besaste hasta morir de felicidad.
Se me quema la piel cuando estás a mi lado,
ya no sé lo que es vivir si te alejas de mí.
El Levita:
Así como una rosa
deshecha por el viento,
así como una hoja reseca por el sol...
así, como se arroja
de costado un papel viejo,
así mi alma a tu imagen arrojó.
La Tentación:
Palabras, palabras, palabras.
La Lisonja:
Como un rayito de luna
entre la senda dormido
así la luz de tus ojos
va iluminando mi pobre vida.
La Pureza:
Dicen que ya no me quieres,
quiero saberlo de ti…
La Tentación:
Palabras, palabras, palabras.
La Lisonja:
Palabras, palabras, palabras...
La Pureza:
Dicen que en tu cara morena
tiemblan otros besos de amor.
El Levita:
Tú eres mi destino
y no te imaginas…
La Lisonja, La Tentación y La Pureza, en coro, abrazadas, mejilla contra mejilla:
Palabras, palabras, palabras.
Palabras, palabras, palabras.
Palabras tan solo hay entre los dos.
La Lisonja:
Ódiame por piedad yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia,
odio quiero más que indiferencia
porque el rencor hiere menos que el olvido.
El Levita: (desesperado, gritando)
En cofre de vulgar hipocresía
entre la gente oculto mi derrota.
Payaso con careta de alegría,
pero tengo por dentro el alma rota.
La Lisonja, La Tentación y La Pureza, en coro, bailando:
Palabras, palabras, palabras.
El Levita:
En la pista final de mi destino
una mala mujer cruzó el camino,
soy comparsa que juega con la vida
porque siento que mi alma está perdida.
La Pureza:
Hipócrita, sencillamente hipócrita,
perverso, te burlaste de mí,
con tu savia fatal me envenenaste,
y sé que inútilmente me enamoré de ti.
Todos, bailando con ritmo de mambo:
Palabras, palabras, palabras,
palabras, palabras, palabras,
palabras, palabras, palabras,
palabras tan solo hay entre los dos.
Se casan Sacerdote y Pureza y a los otros dos se los tragan las llamas por malos, pervertidos, herejes, cismáticos, excomulgados y comunistas.
TELÓN
Para esta nueva entrega de la serie “Municipios Olvidados” los periodistas de La Prensa se trasladaron a Dagua, municipio vallecaucano ubicado a mitad de camino entre la capital y el importante puerto de Buenaventura.
Es un pueblo apacible, tostado por el sol tropical que lo sume en un vaho de leyenda. Las gentes sanas que lo habitan no han aprendido aún los trucos del maquiavelismo político y sus únicas peleas se libran contra la naturaleza hostil que les da los frutos de la supervivencia con cuentagotas y contra el espíritu del mal que batalla en cada alma. La pelea por la vida no deja tiempo para nada más. Bajo el sol calcinante del mediodía solamente puede el viajero encontrar al adormilado oficinista de la estación y bandadas de perros famélicos que merodean cerca de la casa cural en espera de los mendrugos que caritativamente reparte el cura párroco. Las únicas voces permanentes en el pueblo son las campanas de la estación y de la iglesia.
Dagua es habitada por dos grupos humanos predominantes: morenos de la costa Pacífica y blancos inmigrantes de la zona antioqueña. Ambos grupos viven en perfecta armonía y complementación y sin roces raciales discriminatorios de ninguna naturaleza. La vida del pueblo es regida por el cura párroco, digno pastor de tan noble grey. El señor cura de Dagua es el personaje inolvidable de este municipio olvidado. Con él sostuvo La Prensa la siguiente entrevista:
La Prensa: ¿Cuántos años hace que ejerce su ministerio sacerdotal en Dagua?
El párroco: Cuando a los 27 años fui ordenado sacerdote en la capilla del seminario conciliar de Cali me fue encomendada por el señor Obispo de la diócesis esta parroquia, primero en calidad de cura coadjutor y posteriormente, a la muerte del padre Clavijo, en la de cura párroco. Ya han pasado treintaitrés años, todos al servicio de los habitantes de Dagua.
La Prensa: ¿Cómo llegó a ser párroco de Dagua?
El párroco: Es una historia muy larga que quiero evitarle. De todas formas, cuando estaba terminando mi seminario Menor, en el momento de decidir mi vida, en la encrucijada entre el oropel del mundo y el servicio silencioso de Dios, llegó a mis manos un documento que le mostraré posteriormente y que es parte de mi álbum de recuerdos sacerdotales. Este documento cambió mi vida.
Por medio de él pude ver toda la injusticia social a que mis antepasados sometieron a los hombres de raza negra. Fue un golpe fulminante de la gracia de Dios que me llamó rudamente, como a Pablo, y me llevó por sus caminos inescrutables a consumir mi vida con los hombres de esa raza explotada y escarnecida. Ellos son otros tantos Cristos que siguen redimiendo al mundo. Yo he dedicado mi vida a sufrir con ellos, a consumirme con ellos como una antorcha dando luz a los humildes de corazón. Por eso solicité al señor Obispo que me enviase a una parroquia con población de color. Por eso no he querido irme de Dagua. Esa es la razón primordial de mi ejercicio sacerdotal, la salvación de las almas de los negros, de los negros de Dagua, sin olvidar, claro está, el resto de la feligresía, ya que todas las almas son iguales a los ojos de Dios.
He aquí el texto del documento histórico:
“ESCLAVITUD. Está apoyada por los Textos Sagrados. Éxodo, cap. 21. Verso 2,4,20,21. San Pablo en su epístola a los efesios dice en el cap. 6. ‘Siervos, obedeced a vuestros señores temporales en sencillez de vuestro corazón como a Cristo’.
Los textos que anteceden y muchos otros de que están llenas las Sagradas Escrituras, comprueban que la dominación sobre los esclavos no es un ROBO como atrevidamente dijo Sismondi citado por el periódico Libertad y Orden. Acaso, ¿aconsejaría San Pablo a los esclavos que obedecieran a sus señores temporales con amor y respeto como a Cristo si fueran ladrones? ¿No levantarían su voz, por el contrario, el Santo Apóstol y los demás autores sagrados contra esa numerosa clase de malvados? ¿Por qué no hablaron? ¿Por qué guardaron silencio profundo sobre negocio tan importante? Provocamos a que se nos conteste. Cítese un solo texto, una sola doctrina de un santo padre o de algún moralista ilustrado que apoye la temeraria e injusta opinión de que la dominación sobre los esclavos es un robo. Estamos seguros de que no se aducirá uno solo. Y confiamos en que el editor del ilustrado periódico Libertad y Orden reconocerá la temeridad, el agravio manifiesto que irrogó a un crecido número de ciudadanos honrados dueños de esclavos y a naciones enteras ilustradas que se sirven de ellos, cuando profirió que no tienen religión ni piedad, ni pueden ser buenos cristianos los dueños de esclavos. Entre estas naciones contamos a los ilustrados norteamericanos que tienen más de un millón de esclavos, y a las repúblicas de México, Perú, Chile y Buenos Aires que, respetando el derecho de propiedad sobre los esclavos, no han seguido el ruinoso y precipitado ejemplo de los legisladores colombianos que decretaron la libertad de partos sin ninguna indemnización.
Los que suscribimos somos dueños de esclavos, tenemos religión, piedad y podemos ser buenos cristianos”.
La Prensa: ¿Un momento emocionante de su vida en Dagua?
El párroco: Muchos, pero entre tantos entresaco uno con especial cariño: el discurso que un notable intelectual católico y conservador declamó en la coronación de la reina de la piña hace ya varios años. Estaba reunido para tan solemne ocasión lo más granado de la sociedad de Dagua en el club del mismo nombre, todo el salón ornado con olorosas frutas de piña, las luces resplandecían en la noche tropical como luciérnagas fantásticas todas llenas de murmullos, las hermosas candidatas contenían la respiración anhelosa, súbitamente el maestro de ceremonia ordenó al bardo que dejara caer sus palabras como cascada de música. Todos los corazones se pararon y todos los ojos románticos vertieron lágrimas de profunda emoción patriótica cuando el vate terminó con estas sublimes palabras (puede copiarlas de este recorte):
“Quisiera agrupar en un bambú toda la savia de la selva caída para ofreceros el bambú, o cazar un ave del paraíso para acercarme a vos protegido por el delicioso plumaje, o pescar perlas en Coromandel para vestiros con su inefable oriente. Nada de eso logro, nada de ello puedo. Pero hay un regalo digno de vos y a la patria le pido permiso para hacéroslo: yo os regalo los ríos de Colombia, hermosa Cástula Arrechea”.
Es una página digna del mejor Cervantes que en buena hora ha sido recogida por el gran maestro y pedagogo ilustre Evangelista Quintana en su hermoso libro Símbolos de la Nacionalidad Colombiana.
La Prensa: ¿Un momento amargo o triste de su ministerio en Dagua?
El párroco: Realmente no son muchos porque todo lo que hace un sacerdote en cumplimiento de su sagrado ministerio lo hace por amor a Dios. Y su yugo siempre es dulce. Sin embargo hay cosas que espinan al hombre, ciertos malentendidos, tropezones en el calvario sacerdotal que en realidad son pruebas, ocasiones de merecimiento, bellas oportunidades para aumentar el haber de la contabilidad espiritual. Tal fue lo sucedido en esa calurosa semana santa. Fue una declaración un poco precipitada, hija del celo espiritual por salvaguardar el nombre de la Iglesia en una época de agudo anticlericalismo. Completamente comprensible y hasta justificada a pesar de la pena que causó a los distinguidos promotores de la idea, a los donantes desinteresados y llenos de buena voluntad y sobre todo, a los grupos de color que embellecen y adornan tan sublimes actos con su presencia y su acendrada fe. Afortunadamente la noticia no salió en primera página aunque cubrió tres columnas, con foto y todo del obispo. Puede copiar del álbum algunos apartes que tengo subrayados (Perdone usted, pero quien tuvo la gentileza de regalarme el recorte de prensa no tuvo la precaución de anotar el nombre del periódico, la fecha y el nombre del reportero, fue de todas formas en 1973, usted puede comprobar):
“Obispo se opone a rifa para financiar semana santa. La iniciativa de hacer una rifa de un caballo de paso para arbitrar recursos con qué atender a los gastos que demandan las procesiones nace de la natural angustia frente a las dificultades para lograr oportunos y suficientes auxilios nacionales... No debe olvidarse que al defender la tradición religiosa no tratamos de ofrecer un simple espectáculo turístico, por más que algunos creen erróneamente que de eso se trata. Las procesiones son espléndidas manifestaciones de la fe del pueblo cristiano, son actos esencialmente religiosos que están reñidos, por lo mismo, con todo lo que no está a la altura de sus nobilísimos propósitos... Dagua no puede rebajar sus tradiciones gloriosas, condicionándolas al éxito de expedientes menos nobles. La indiscutida alcurnia espiritual de la ciudad la inhibe para vulgares aprovechamientos”.
La Prensa: ¿Cuáles son las principales necesidades de la parroquia?
El párroco: Ante todo una gran campaña evangelizadora. Eso que audazmente llaman el progreso y que debería ser un elemento de gracia y salvación está llevando cada vez con más atropello a las almas por la pendiente del descreimiento.
Los negros ya no creen como antes, han perdido su respeto por la dignidad sacerdotal, han descuidado las funciones litúrgicas del culto, los hogares se parten cada día en mil pedazos como si estuvieran pegados con babas, los hombres no salen de los burdeles y las mujeres se han dado a una carrera desenfrenada de infidelidades, los trabajadores no obedecen ya más a los patronos, andan como perros rabiosos metiendo bulla, se han vuelto lenguaraces, vomitan improperios a los administradores de los bienes de Dios que ahora se han reblandecido, gaznápiros, aceptan hablar de igual a igual rompiendo así el orden establecido por el Creador, pergüétanos, aceptan sindicatos y demás frutos de la civilización laica, acuzcambados, se dejan engañar por los silbos de la disolución social y viven llorando lágrimas de cocodrilo, andan como trompos zarandetas, escondidos detrás del cura y el jefe de la policía, zurumbáticos, mientras los chambones comunistas se envalentonan y gritan más por si pelecha, cuaja o pega, me tinca que esto va a terminar como sopa de icacos y calambombos, zopencos, como miel en estercolero, como cholado en patio de escuela, no han podido vislumbrar, descubrir, entrever, el poder de la no violencia siquiera, el poder del amor para resolver los problemas del hombre, creer que todo es a palo y rejo, el amor cristiano es la solución, la violencia es condenable y perniciosa, se abusa del poder de las armas, por ahí no es la cosa.
La Prensa: Y en medio de esos problemas, ¿cómo concibe usted el sentido y la función de su sacerdocio?
El párroco: Ante todo como una misión de paz y amor. Hay que chuparle el veneno a las almas, desintoxicarlas de ideas foráneas y exóticas a nuestra sociedad y a nuestro cristianismo, inyectarles por medio de los sacramentos y la predicación la convivencia perdida. El sacerdote es un lábaro de paz, un estandarte de amor, una bandera de entendimiento, un cirio que se consume para que reinen la concordia y la fe, si mi muerte contribuye a que cesen los odios y se consolide la paz cristiana yo bajaré tranquilo al sepulcro. Para lograrlo yo bautizo, confieso, uno con el vínculo matrimonial a los que se aman, predico hasta que se me acaba la voz, organizo a los poderosos para que traten bien a los oprimidos, para que sean cristianamente justos, enseño la resignación como una forma sublime de amor a los que se rebelan, doy la extremaunción a los moribundos, ayuno, me convierto en dechado y modelo para los iracundos e incontinentes, no prendes una vela para ponerla debajo del celemín sino para que alumbre. El sacerdote es el amor, el sacerdote, en esta época de confusión, es la verdad.
La Prensa: ¿Podría usted resumirnos en una frase lo que para usted en la experiencia de toda una larga vida al servicio de la feligresía constituye una definición del sacerdocio?
El párroco: La misma que adopté en mis días de seminarista y que tendré hasta el fin de mis días: el sacerdote es la cristalización del amor de Dios.
Y así se queda en Dagua este personaje inolvidable con su batalla por el amor y la paz, batalla omnipresente en todo ser humano, haciendo el bien y sin mirar a quién, con el solo afán de glorificar a Dios y mejorar su parroquia. En estos servidores silenciosos de la patria se basan los cimientos de la sociedad.
Me he puesto a pensar qué es lo que me pasa porque tengo la impresión de que he estado muy embebido con la vaina del álbum de fotos y de recortes, pegándolos todas las noches sin ton ni son y creo que por estar pensando si es mi deber quedarme o salirme del seminario no he recapacitado bien en los problemas reales, porque esa vaina de la obediencia se complica y le salen ramitas nuevas todos los días, florece, espiga, se reproduce, se riega como verdolaga y eso de renunciar a ser uno mismo, pensar lo que piensa la Iglesia sin derecho a pataleo me recuerda una de las fotos que tenía el padre Falla en que estaba una momia del Museo Británico, una de esas momias egipcias que tienen allí disecada y toda envuelta en trapos para que la gente la vea y se horrorice, con tanto movimiento de gentes y la pobre allí quieta momia momiando, momificadamente momificada, momiúncula momierda, momiatada de pies y patas, asfixiada, que ni patadas de ahogado puede dar, así me parece esa vaina de la obediencia, solo que acá es peor porque de todos modos la momia está muerta y ya qué, y eso de que lo manden a uno a cualquier pueblo ruñido por treintaitrés años, a Dagua, a Piendamó, a Silvia, a Mondomo, qué es sino mondomificación, especialmente cuando los otros siguen pasando y lo empiezan a mirar a uno como pieza de museo, a sacarle fotos, a hacerle entrevistas sobre lo que ha significado haber vivido así, pero sobre todo, por encima de eso, como haberse comido a mordiscos una botella y hacer una digestión lenta de los vidrios es la vaina esa de la castidad, pensar que nunca en la vida se podrá sentir una mujer, que habrá que seguir caminando con ese dolor en medio de las piernas, esa, esa vaina es para desconchinflar a cualquiera, claro que lo que pasa es que cuando uno está florecido se le olvida que la castidad, es, una, ofrenda, voluntaria, a, Dios, que, debe, renovarse, todos, los días, de, la, vida, y que es tanto más valiosa cuanto más difícil, pero empieza uno a preguntarse por qué no se puede querer a Dios y al mismo tiempo a una mujer, si es que Dios es exclusivista o egoísta o misógino o qué, y las cosas se complican porque uno quiere querer una cosa pero quiere otra y más bien provoca salir a trotar en el patio por horas y horas hasta que le dé la pálida a uno y ya no tenga ganas de nada ni de empanadas, porque qué más queda, querer lo que uno quiere o querer lo que uno quiere querer, que no es lo mismo y que no se van bien juntos, como el agua y el aceite y empieza uno a interrogarse por qué será así, hasta que abre los ojos y se da uno cuenta de que las cosas se han puesto ahora sí color de hormiga culona con esa vaina de que uno se descubre con ganas de enseñarle latín a los seminaristas nuevos y de ensayarles la poesía para la reunión del Centro Literario Miguel Antonio Caro, de guiarlos en su vocación sacerdotal llevándolos del brazo, del brazo redondo y suave, para que no se extravíen, de enseñarles sobre el amor de Dios y del prójimo, de caminar juntos por la vida como jugando al equilibrio por la carrilera del tren, líneas paralelas que jamás se encuentran pero jamás se separan, jugando jueguitos juguetones cogidos de la mano tibia, practicando las declinaciones con margaritas silvestres, sin salirse de los rieles, sin descarrilarse, recogiendo pajitas secas para jugar a los aguinaldos, pajita en boca, boca en pajita, pajita en pajita, boca en boca, y allí viene entonces ese golpe seco de piedra que cae en el terraplén, esa sensación de tener la boca llena de arena y los pulmones taquiados de estropajo, carajo, y entonces más vale apretarse duro, exprimirse, vaciarse, autovomitarse, hasta quedar como bagazo, livianito como madera balsa y salirse, salirse ya, para antier es tarde, se salió, pasado, pretérito, antes de que se acabe el aire y es allí cuando uno empieza a decir que le cambió la voz, que llegaron los gallitos, que le sudan los ojos y que debe ver al médico y que qué es lo que ha estado haciendo, a interrogarse; a abrirse las carnes a pellizquitos, a darse cuenta, de eso y del ardor del limón con sal en las raspaduras, qué es lo que he estado haciendo con tanta miradera y arregladera de fotos en este álbum del carajo, la vaina esa de Dagua qué es, y uno se responde ya más tranquilo después del trote castrador de tres horas en el patio de cemento acuchillado por el sol, lo que he estado haciendo es soñar a Dagua, claro que eso no es exacto porque de todas maneras Dagua está allí y es como la he soñado, igualita, ni más ni menos, casi sin un pelo de diferencia, tampoco he realmente soñado a Filigrana, ni a Blanca, ni a Ricaurte Nates, ni al ingeniero Canales, ni a la señora y a su hija y sus nietas, ni a María Íquira, ni a doña Inocencia Arrechea de Tafur, ni a nadie, ellos también están allí y si no vaya y pregúnteles, lo que pasa es que Filigrana es el que me ha soplado muchas cosas sobre ellos, él se mete por rendijas y espía en los corazones, cocuyo de noches negras, periscopio, búho, telescopio, tiene mirada de rayos X, puede verlos en pelota, es chévere, legal el desgraciado, no como yo que tengo cara de yonohesido, él es así y punto, es el primo que más quiero, o tal vez el primo que quisiera tener y no tengo, lo que quisiera ser y no soy, lo que soy y no puedo ser, el yo del que debo renegar para seguir en el seminario y ser el que tal vez quiero ser, sí, porque Filigrana y yo llevamos una vida siendo uno solo y debemos ser separados, castrados el uno del otro. Filigrana, espejismo, miraje, fantasma, que yo soñé y vestí, insuflé, amé al son de mambos y guarachas y que aprendió a ser, amar y crear él mismo, Filigrana es la mejor parte de mí mismo, al que debo renunciar si quiero seguir los dictados de la agronomía del semillero: si tu mano izquierda es ocasión de escándalo a tu mano derecha córtala y arrójala al basurero, partenogénesis del yo para que uno se vaya a la aridez del mundo y el otro se quede en la orfandad del seminario. Dios mío, todo este berenjenal es una tentación del demonio, el mundo, la carne, visiones demoníacas, entrecortadas pero neblinosas, Señor, pero tal vez al que he soñado es al padre Falla, eso sí, aunque él también esté allí presente y de carne y hueso, carne fofa y descolgada ya, flojita, lo que pasa es que no lo he soñado realmente sino imaginado o pensado o visto a través del trompo del tiempo, o proyectado su vida por adelantado como quien ve lo que va a vivir y luego le parece aburrido y quiere cambiar de película, pero eso todavía no es totalmente cierto porque no es al padre Falla al que he visto en estos enredijos de imágenes, lo que realmente pasa, creo, es que he visto al mismísimo Teófilo, un Teófilo sin Arnovio, aunque tampoco en película porque el cine está prohibido en el seminario por pecaminoso o será que el Señor me ha favorecido con el don de la profecía que les es dado solamente a los escogidos o tal vez lo que dicen de la reencarnación es cierto y estas cosas pasaron en mi vida anterior que todavía está fresquita en la que yo fui el padre Falla, pero eso no puede ser porque es herejía o será que estoy enamorado de Blanquita y todo lo demás es una gran disculpa, el gran teatro de la vida o será castigo de Dios por mi soberbia, por querer andar solo, pensar solo, decidir solo, que me he condenado por salirme del camino recto a andareguiar como el judío errante y perdido, todo embabelado como los cucarrones de invierno o serán los cómics, y si no ¿por qué mi amor por Arnovio que es un mujeriego, libertino, truculento, extremista exagerado, que es lo contrario de la regla de oro del justo medio? ¿O será cierto lo que dice Filigrana, que la regla de oro es que las reglas las hacen los que tienen el oro? O tal vez que he visto todo esto en el álbum de fotos del padre Falla, el que me mostró Filigrana al fin, lo que pasa es que no me daba mucha cuenta de que así era, y si no basta echarle una mirada a mi álbum de fotografías que aunque es mucho más pequeño que el del padre Falla tiene la misma carátula, lo que no es gran coincidencia porque quién más fotogénico en este país que el Sagrado Corazón y el mismito letrero de plástico: Álbum Secreto del Sagrado Corazón, pertenece a Teófilo Falla, seminarista.