A la llegada de Lewis Hamilton a Brickyard en junio del 2007, la pregunta que todo el mundo se hacía era si su éxito sería flor de un día o si, por el contrario, perduraría aprovechando su creciente impulso. Lógicamente, la victoria en Montreal le había dado mucha confianza, pero también lo había situado en primer plano: ya no podría escudarse tras el cartel de debutante carente de presión. Las expectativas se habían disparado y, en los prolegómenos del séptimo gran premio de F1 de su incipiente carrera, ya era una de las figuras del momento. El secreto había dejado de serlo. Un secreto que cualquiera que hubiera estado relacionado con su carrera en los diez años previos podría haber adivinado, o que cualquiera que hubiera seguido su victoriosa temporada en la GP2 el año anterior habría deducido: Lewis tenía un increíble talento natural y, sin duda, causaría sensación en la F1.
Llegó a Estados Unidos el jueves previo a la carrera, para aclimatarse tras su triunfo en Canadá. Lo cierto es que no dispuso de tanto tiempo como habría deseado, máxime tratándose de otro circuito en el que jamás había corrido y que ni siquiera había visitado. Pero, tras el primer puesto en Montreal, se vio muy solicitado. Así explicó su llegada tardía: «Estuve un par de días en Nueva York por exigencias de Mercedes-Benz. Ayer estuve en Washington atendiendo otro compromiso publicitario, en esta ocasión con Exxon-Mobil, y cuando me disponía a regresar mi vuelo se reprogramó de las 16.00 a las 20.00, para terminar cancelándose a las 21.00. Al final, tuve que hacer noche en un hotel y, por suerte, pude viajar esta mañana».
No era la situación ideal para un deportista que, como es sabido, está muy pendiente de los detalles y se afana por prepararse al máximo, física y mentalmente, antes de cada carrera. Pero también tenía la suficiente madurez para aceptar que su vida no volvería a ser igual después de su deslumbrante paso por Canadá: «Me consta que tras la carrera de la semana pasada ocupé la portada de muchos periódicos británicos, lo cual es fantástico. Me han llegado unos 200 mensajes de amigos y, aunque estoy en ello, me es imposible responder a todos. Es un paso muy importante en mi carrera y en mi vida. Lograr mi primera victoria fue una sensación genial y en absoluto esperada tratándose de mi sexto gran premio, y más en Canadá, que no era uno de mis circuitos predilectos. Fernando fue seguramente más rápido que yo, pero supe ser consistente. Obviamente, es algo muy positivo para el equipo: hemos ampliado nuestra ventaja en el campeonato de constructores [...]. Los puntos me vienen muy bien en lo personal y ahora toca mantener la misma línea en este circuito».
Su primera impresión del Indianapolis Motor Speedway (o Brickyard, como también se le conoce) fue buena. Reconoció que, mientras recorría por primera vez la pista, sintió un escalofrío de emoción por la espina doral: un circuito ovalado de alta velocidad, con curvas y giros estrechos y una larga recta pensados para pisar a fondo el acelerador. La cuna de la NASCAR y de las famosas 500 Millas de Indianápolis resplandecía bajo el sol en el momento en que se puso el casco para el entrenamiento del viernes previo a la gran carrera. Incluso entonces reconoció tener el presentimiento de que podía ganar aquella carrera. Era un hecho que, una vez completadas las 73 vueltas del domingo, podía ser el nuevo rey de América.
También sabía que, si lograba la victoria, pasaría a la historia junto a Graham Hill y Dan Wheldon, hasta entonces los únicos ganadores británicos en esta pista. El mítico Hill había ganado la Indy 500 en su temporada de debut, en 1966, y Wheldon emuló su gloriosa carrera en el 2005, convirtiéndose en el primer británico en imponerse en Brickyard treinta y nueve años después de la gesta de Hill. «Me hace mucha ilusión esta carrera—comentaba—. Es una oportunidad increíble para cualquier piloto poder competir aquí. Llevo años disfrutando con la Indy 500: una carrera alucinante a la que siempre he querido asistir. Pero estar aquí para pilotar en este circuito es único. La pista está en un complejo muy bonito, y con solo sobrevolarla me hice una idea de cómo es.»
Pero ¿y si el nuevo nivel de expectativas pesaba demasiado sobre sus hombros? ¿Podría eso tener un efecto adverso sobre su rendimiento? «A decir verdad, procuro no prestarle atención a eso —aseguró mientras se rascaba la cabeza—. He empezado la temporada con una mentalidad muy abierta, tratando de ser realista en cuanto al hecho de que soy un debutante y tengo mucho que aprender. La curva de aprendizaje sigue estando muy pronunciada. Es innegable que estoy ante una gran oportunidad: corro en el mejor equipo y tengo como espejo en el que compararme a uno de los mejores pilotos del campeonato. Como es natural, en la temporada habrá altibajos, pero en cualquier caso considero que es muy pronto para hablar del campeonato. Tenemos 11 carreras por delante y lo que debo hacer es afrontar cada una de la misma manera que vengo haciendo.
»Cada vez que me subo al coche aprendo algo nuevo. Y cada vez me siento más cómodo no solo con el coche y el equipo, sino con los controles, el reglamento y todo cuanto tiene que ver con la F1. Voy aprendiendo gradualmente y así seguirá siendo durante el resto de la temporada.»
Esa sensatez fue lo que convenció a muchos de que hasta el último suspiro podría disputarle el título de pilotos a Alonso y Raikkonen. Puede que sonara a cliché, pero pese a ser tan joven tenía la cabeza muy bien amueblada.
El primer día de entrenamiento en Indianápolis lo dedicó a estudiar la pista para conocer al dedillo sus baches y curvas. Fernando Alonso firmó la vuelta rápida en la primera sesión, con Lewis siete décimas de segundo detrás de él. El asturiano también brilló en la sesión vespertina tras hacer el mejor tiempo: 1:12.156. Sin embargo, la figura de Hamilton iba volviéndose cada vez más inquietante y, a medida que dominaba el circuito, estrechaba más el cerco sobre su compañero de equipo. Al final de la jornada, la distancia entre ambos era de poco más de una décima de segundo.
Sabía que volvía a estar a las puertas de algo grande: «Como era la primera vez que pilotaba aquí, dediqué bastante tiempo a conocer el circuito. La parte más complicada se localiza en el sector intermedio, por ser muy estrecho y sinuoso. Nos tomamos nuestro tiempo ajustando los reglajes y evaluando las dos opciones de neumáticos que Bridgestone nos proporcionaba para el fin de semana. En la primera parte de la segunda sesión me salí ligeramente de la pista y dañé las parrillas de “barbacoa”, cuya reparación llevó algo de tiempo a los chicos. Tenemos una idea bastante formada sobre a dónde queremos ir y todo apunta a que deberíamos ser competitivos. Pero, como siempre, el viernes solo marca el inicio del fin de semana: aún tenemos un buen trecho por delante».
Alonso volvió a ser el más rápido el sábado por la mañana, con Lewis tercero. Pero al final de la jornada las tornas habían cambiado radicalmente: fue Lewis quien se hizo con la pole, su segunda consecutiva, tras marcar un crono de 1:12.331, 0,169 segundos menos que Alonso. Los Ferrari de Felipe Massa y Kimi Raikkonen coparon la segunda fila. Era un magnífico resultado para Lewis, que admitía no haber dormido bien la noche anterior. Hubo quienes creyeron que podía haberse debido a la fiebre del heno, pero el inglés se encargó de despejar cualquier duda: «No, no creo que se trate de eso. Últimamente no he dormido mucho, quizá porque estoy disfrutando demasiado de lo que sucede a mi alrededor. Pero, efectivamente, no me sentía bien del todo». Era un hecho que no podía ocultar su felicidad por el resultado de la clasificación: «Francamente, estoy bastante sorprendido. Antes de la sesión no habíamos sido capaces de dar con un reglaje óptimo y sabía que Fernando sería más rápido aquí. Sumar otra pole en una semana es fantástico: ¡me encanta Norteamérica! Los aficionados aquí han demostrado su entusiasmo y apoyo al equipo, y espero que hoy hayan disfrutado mucho. Cuando supe que la pole era mía, di un grito dentro del casco. Supone todo un desafío venir a un circuito por primera vez y tener que aprender cosas nuevas en cada curva, en cada vuelta. Sabía que tenía que apretar en mi segunda ronda de la última sesión clasificatoria. El coche está rindiendo bien y el equipo ha hecho un trabajo estupendo».
El día de la carrera las cosas se le pusieron aún más de cara tras cruzar la meta primero con un tiempo de 1:31:09.965, su segunda victoria consecutiva y una ventaja de diez puntos respecto a Alonso. También fue su séptimo podio en siete participaciones en la categoría reina. Y lo hizo con estilo, dominando la carrera de principio a fin y tras repeler fríamente dos intentos de adelantamiento de Alonso. El asturiano, segundo finalmente, trató de rebasar al inglés tras la salida sin conseguirlo.
Tuvieron un nuevo tira y afloja tras su respectiva primera entrada a boxes con una vuelta de diferencia. Ambos pilotos trazaron la recta principal pegados el uno al otro, pero una vez más fue Lewis quien salió por delante tras la primera curva. Después, la carrera transcurrió sin sobresaltos, y logró mantenerse líder hasta que ondeó la bandera a cuadros. Gracias a este triunfo pasaba a la historia como el cuarto debutante, junto a Jacques Villeneuve, Nino Farina y Juan Manuel Fangio, en ganar al menos dos carreras en su primera temporada en la F1.
Después, se sintió aliviado de no tener que seguir padeciendo el calor abrasador que hizo aquel día. Reconoció que le había alentado el apoyo de la estruendosa afición local y la presencia en su pit lane del rapero estadounidense Pharrell Williams, su invitado vip. Algo aturdido, Lewis reaccionó así tras la carrera: «Todo va mejorando constantemente. ¡Qué semana tan alucinante ha sido! Me cuesta creer que haya ganado. Es impresionante venir a dos circuitos que no conocía, rodar a este ritmo y ver que el equipo sigue progresando. Las últimas 15 vueltas se me hicieron eternas, pero iba primero. Lo he conseguido y, desde luego, es muy emotivo. Todo salió a pedir de boca: el inicio, las paradas en el pit, la estrategia... Estoy sumamente feliz. Fernando me ha presionado desde el principio, y los dos hemos forzado al máximo. Aunque hice una buena salida para tratar de mantener la ventaja, Fernando siempre estuvo ahí. En el segundo stint, logró acercarse mucho debido a la degradación de mis gomas, y, aunque tuvo una buena oportunidad al final de la recta, fui capaz de mantenerlo a raya. Ha sido un día muy largo y caluroso, pero he disfrutado mucho de esta carrera y del apoyo de los aficionados».
Ron Dennis mostró su lado más diplomático al felicitar a ambos pilotos por el doblete, pero también señaló que en esta ocasión les había pedido a los dos que bajaran las revoluciones. «En el stint, Fernando apretó y alcanzó a Lewis, lo que generó en el pitwall sensaciones positivas y, al mismo tiempo, algo de tensión. Aunque queríamos que compitieran, debíamos estar atentos a que esa competencia no amenazara nuestro doblete. A 15 vueltas del final, los dos dejaron caer las revoluciones para reservar los motores para el GP de Francia, pero no por ello dejaron de competir. Su deportividad, en la pista y sobre todo durante las celebraciones en el podio, hace que el equipo se enorgullezca de contar con dos pilotos de su categoría.»
Tras comentarle a Lewis que era el Día del Padre, le preguntaron si tenía algún mensaje especial para Anthony. «Ni siquiera sabía que era hoy —respondió—. Estaba concentrado al cien por cien. Recuerdo que alguien me lo había dicho, pero no sabía si era el Día del Padre aquí o en el Reino Unido. Nunca sé muy bien en qué día cae, pero sabiendo que es hoy solo puedo decir que es un motivo de celebración aún mayor. La última victoria se la había dedicado a él, pero no sé muy bien qué hacer con esta. Creo o, mejor dicho, espero que haya muchas más victorias en el futuro. No puedo dedicarle cada triunfo a un pariente diferente, ¡porque en mi familia somos un montón! Como siempre digo, les estoy muy agradecido a todos. Espero que esté muy feliz y, luego, cuando lo vea, lo felicitaré por el Día del Padre.»
Hasta su regreso al Reino Unido no fue del todo consciente de la dimensión que estaba adquiriendo su fama. Se había convertido en el tema de conversación en los pubs y en los lugares de trabajo. Era una celebridad en toda regla y motivo de orgullo de sus conciudadanos. Los aficionados estaban deseosos de hacerle llegar sus mensajes de enhorabuena. Joe Neill, de Londres, dijo: «¡Muy bien hecho, Lewis! Tus triunfos en Canadá y Estados Unidos le vienen de maravilla a la F1. Vaya mi reconocimiento a McLaren por darle una oportunidad a un piloto británico y, también, a Alonso por ser un oponente difícil de ganar. ¡No creo que uno esté por encima del otro! Me parece muy bien que apuesten por los jóvenes talentos. Ojalá mantenga el nivel lo que resta de temporada y termine ganando el título».
Otro apasionado del automovilismo, Tim Leach, de Burnley, comentó que ya iba siendo hora de que Alonso reconociera un poco el mérito como era debido: «Tengo el máximo respeto por cualquiera que pilote un monoplaza, pero después de siete carreras Hamilton le lleva diez puntos. Compiten en igualdad de condiciones, es decir, tienen el mismo apoyo y recursos, lo que significa que su destreza pilotando es el principal criterio que separa al uno del otro. Alonso tiene que aceptar que la clasificación manda y que negarlo es inútil. Tiene mucho trabajo por delante para poder alcanzar a Hamilton».
Tom Bray, de Dublín, se rindió al estilo imperturbable del inglés: «Ha sido una satisfacción ver ganar a Lewis las dos carreras celebradas en Norteamérica. Sus dos victorias desde la pole han sido inapelables, ha demostrado tener suma calidad y nervios de acero pese al caos a menudo a su alrededor. Me alegra saber que, si termina conquistando el campeonato este año, incluirá en su haber varias victorias de nivel. Por un momento me preocupaba que, debido al actual sistema de puntuación, pudiéramos tener un campeón que no hubiera ganado una sola carrera. Pero el que vale termina demostrándolo. ¡Siempre ha sido así!». Por su parte, Bill Lowe, de Banbury, expresó un entusiasmo similar respecto a las dotes de Hamilton: «¿Hasta qué punto se debe al talento de Hamilton la actual brecha existente entre McLaren y Ferrari? La carrera de Indianápolis fue una demostración magistral de pilotaje».
También hubo quien se acordó de Ron Dennis y McLaren por catapultar al joven piloto al estrellato en tan breve período de tiempo. Alan Davies, de Chester, dejó este comentario: «Primero gana la pole, luego defiende tu posición, después pisa a fondo el acelerador y, si no cometes errores, ¡cruzarás primero la línea de meta! Cinco aspectos clave en cualquier piloto de nivel, algo de lo que Lewis dio buena cuenta ayer en Brickyard. A Fernando no le quedará más remedio que reajustar su estrategia y estilo de pilotaje si desea aspirar al título. No está mal que optara por no arriesgar para sacar el máximo de puntos posible. No obstante, el ganador de esta carrera no solo ha sido Lewis, sino también McLaren. El equipo ha pasado de estar relegado a un segundo plano durante los últimos años a apabullar a Ferrari con cinco victorias de siete posibles, tres dobletes y un buen puñado de podios. Están logrando una ventaja insalvable en el título de constructores y, en lo que al de pilotos se refiere, puede que en el 2008 McLaren tenga dos campeones del mundo bajo un mismo techo».
Y Jody Smith, de Ipswich, afirmó que tras sus dos triunfos en Norteamérica Lewis se lanzaría de lleno a tratar de arrebatarle el título a Alonso: «Ha sido muy regular: ha sumado podios, poles y dos victorias. Ha demostrado a sus detractores que es un piloto de verdad y el nuevo dominador de la F1. Las maniobras de adelantamiento arriesgadas al inicio de las carreras le están costando muy caro: más vale que Alonso se acostumbre a la velocidad y la consistencia de Hamilton o el doble campeón del mundo las pasará canutas. Diría que a estas alturas Alonso lo tiene muy difícil para alcanzarle: Lewis está siendo muy consistente y seguramente va a hacerse con el título».
Jonathan McEvoy, del Daily Mail, también se deshizo en elogios tras la exhibición de Lewis en América. Destacó particularmente su madurez y serenidad a la hora de lidiar con cuanto salía a su paso: «Nada parece perturbar a la nueva estrella. Llegó a una pista desconocida para él tras un viaje de pesadilla [...]. Cautivó a la afición con sus saludos, firmando autógrafos y diciendo lo correcto cada vez que le arrimaban un micrófono. A Hamilton todo le sale de manera natural. Y ese mismo aplomo lo demostró al volante. Es cierto que Alonso lideró los entrenamientos y las dos primeras sesiones clasificatorias, pero, cuando llegó la hora de la verdad, Hamilton firmó el mejor tiempo el sábado por la tarde, y eso pese a las altas temperaturas y no encontrarse en un estado óptimo. Fue una clase magistral sobre cómo se debe afrontar un fin de semana en la F1».
Como colofón, el Daily Telegraph publicó un mensaje de felicitación que debió ser la guinda del pastel para Lewis. Lo firmaba su prima Michelle y decía lo siguiente: «¡Hola, Lewis! Ahí va un mensaje de tu prima Michelle Hamilton, hija de Randolph Hamilton, hijo del hermano de tu abuelo (el tío Davidson), a quien conoces como el tío Fleet. ¡Solo quería felicitarte por tu gran victoria! Hemos visto la carrera en Estados Unidos y estamos muy orgullosos de ti. La tía Irva está aquí para pasar el verano con nosotros y no ha parado de animarte ni un solo instante. Espero que el periódico te haga llegar este mensaje. Si no, contactaremos a tu tía Vanessa. Lo dicho, ¡enhorabuena y que disfrutes de esa fantástica victoria!».
Innumerables elogios se sucedieron durante toda la semana. Pero Lewis sabía que tenía que dejar todo aquello a un lado; no iba con él lo de ponerse en plan estrella. Además, se acercaba otra fecha importante: quedaban menos de dos semanas para el 1 de julio, cuando iba a disputarse el GP de Francia.
El calor de Estados Unidos había quedado atrás. Y a su vuelta a Europa los esperaban unas lluvias intensas que alcanzarían su punto máximo cuando el Gran Circo finalmente llegó a Magny-Cours para la nueva cita de una trepidante temporada que no daba tregua. Alonso estaba enervado después de haber quedado por detrás de su teórico escudero en Norteamérica y estaba decidido a tomarse la revancha en Europa. Lewis sabía que tendría que emplear todos los medios una vez más para mantener a raya a quien, a fin de cuentas, era el vigente campeón.
Conforme fueron desarrollándose los acontecimientos en Magny-Cours, iba quedando claro que Lewis tendría que afrontar un nuevo problema sumado a Alonso, y que, al igual que su compañero de equipo, no iba a desaparecer sin más. Hablamos ni más ni menos que del resurgimiento de Ferrari, un viejo conocido que, tras superar sus problemas iniciales, se reivindicó con una espectacular demostración de pilotaje con la que arrebató el protagonismo a Lewis y Fernando.
Los aficionados británicos que ansiaban una tercera victoria consecutiva de Hamilton se llevaron una desilusión cuando se enfrentó en vano a los rejuvenecidos Ferrari. Kimi Raikkonen había llegado al circuito francés con el colmillo bien afilado: fue el más rápido en la primera sesión de entrenamientos del viernes y su dominio se prolongó hasta el final de la carrera del domingo por la tarde. Ya a su llegada a Francia, Lewis parecía algo desorientado. Afirmó que le gustaba bastante la pista y que había tenido experiencias muy interesantes en ella, antes de añadir que siempre le había gustado correr allí y que cuando oía a la gente hablar de circuitos muy técnicos, enseguida le venía a la mente Magny-Cours.
«Es importante mantener un buen ritmo en las curvas lentas, ya que tienden a preceder a rectas muy largas. Hay que contar con muy buenos reglajes mecánicos para las curvas y con buena tracción para las salidas. Mis secciones preferidas son las dos rápidas chicanes situadas al final del circuito. Son muy especiales, no tienen igual en la F1: se toman a más de 200 km/h, que es una velocidad muy alta para una chicane.»
Me quedé desconcertado cuando dijo que le gustaba la pista, sobre todo a la vista de sus participaciones en la F3 y la GP2. Tal vez solo era una faceta de aquel Lewis Hamilton cada vez más maduro que trataba de ser diplomático con sus anfitriones franceses. Pero lo cierto es que su palmarés en aquel circuito no invitaba al optimismo: salió accidentado en la F3 y tuvo una experiencia no menos traumática en la temporada 2006-2007, cuando disputaba el título de la GP2.
«No guardo un buen recuerdo de la carrera en Francia del Campeonato de GP2 la temporada pasada —reconocía—, ya que debido a una colisión en la primera carrera me vi obligado a salir desde el puesto 19. Remonté hasta la quinta posición y entré en los puntos, lo que demuestra que se puede adelantar aquí. Aunque uno siempre quiera la pole, lo cierto es que Magny-Cours propicia los adelantamientos y, al haber un pit lane bastante corto, las opciones de estrategia son múltiples.»
El gafe parecía perseguirle de nuevo en los primeros entrenamientos, donde fue el sexto más rápido. Aun así, el sábado por la tarde su suerte parecía haber cambiado: le había ido lo bastante bien como para salir desde el segundo lugar de la parrilla. A Lewis, que había marcado un crono de 1:15.104, se le escapó su tercera pole consecutiva por apenas siete centésimas de segundo. La habría logrado de no haber sido por un error en la frenada en la última sección de la clasificación. «No se puede ser perfecto en todo —apuntaba—. En la última vuelta me pasé de frenada en la curva 15 y me salí de la pista. De no haber sido por ese error, tal vez habría conseguido la pole. La he acariciado con la punta de los dedos.»
¿Acaso le estaba pasando factura la presión de liderar el campeonato y tener a Alonso pisándole los talones? «No siento presión añadida —afirmó el inglés—, afronto cada fin de semana con la misma mentalidad. Ser líder es fantástico, pero todavía quedan diez carreras por disputarse y es muy pronto para plantearse ganar el campeonato. No deja de ser mi primera temporada. Muchos pilotos me ven como un principiante, aunque a medida que avanza la temporada vayan reparando en que estoy trabajando bien o que estoy luchando con ellos de tú a tú, algo fundamental para que empiecen a respetarte. Pese a todo, sigo pensando que todos esperan que en algún momento cometa algún error...»
Massa firmó la pole y Raikkonen terminó tercero. Alonso tuvo problemas con la caja de cambios en la última sección de la sesión clasificatoria, lo que lo mandó hasta un desastroso décimo puesto. Pese a estar frustrado y de mal humor, un poco más tarde esbozó una sonrisa al afirmar que solo podía esperar que ocurriera un milagro: «Rezaré para que llueva mañana. Ya sabemos que con la pista mojada puede pasar cualquier cosa. Si eres rápido sin lluvia, puedes ser dos o tres décimas de segundo más rápido que el que tengas delante. Con lluvia, esa diferencia puede llegar a ser de dos segundos, lo que permite avanzar posiciones mucho más rápido. Eso espero para mañana: que llueva para poder beneficiarme del caos que se suele generar con la pista mojada. Saliendo décimo lo tengo muy cuesta arriba para recortar la diferencia de puntos respecto a Lewis. Necesito sumar, pero también soy consciente de que tal vez no sea posible terminar por encima del quinto puesto. Eso sí, al menos lo intentaré».
También sonrió con gesto adusto cuando oyó hablar de los Ferrari. Él en ningún momento los había descartado en la lucha por el título: «Tras las victorias en Mónaco, Canadá e Indianápolis, parecía que todo el mundo se había olvidado de Ferrari. Yo no, porque sé lo rápidos que son; pueden hacer un trabajo sensacional y son muy fuertes. Siempre cuesta ganar a Ferrari, y así seguirá siendo hasta la última carrera».
Al menos por una vez, este hombre enigmático y a menudo difícil daba en el clavo. En Magny-Cours, Ferrari revirtió su temporada con el primer y segundo puesto de Kimi Raikkonen y Felipe Massa, respectivamente, lo que ponía fin a la racha de victorias de Hamilton. Sin embargo, el de Stevengage seguía dando batalla: al haber terminado tercero (lo que suponía su octavo podio consecutivo), ampliaba su ventaja hasta los 14 puntos respecto al segundo.
Raikkonen, que terminó con un tiempo de 1:30:54.200, se puso primero en la vuelta 47, tras adelantar a Lewis en la primera curva del trazado (era la primera vez que alguien le rebasaba en su carrera en la F1). El finlandés cruzó la meta 2,414 m por delante de Massa y 32 segundos antes que Hamilton. Alonso, muy batallador en todo momento, terminó séptimo, fuera de los puntos.
Hamilton trató de poner buena cara tras el GP de Francia: «Estoy absolutamente convencido de que podemos recuperarnos en la próxima carrera. Una de las mayores satisfacciones para un piloto es correr su primer GP de Gran Bretaña con el equipo de sus amores y hacerlo liderando el Mundial. Seguiremos estando en condiciones de optar a la victoria siempre y cuando logremos mantener el nivel de fiabilidad y consistencia. Al inicio de la temporada algo así era impensable, del mismo modo que, como ya he dicho, no me esperaba hacer podio en mi primera carrera; mucho menos subir al cajón en ocho carreras consecutivas hasta la fecha. Estoy contentísimo con el trabajo que hemos hecho. No estoy decepcionado, aunque me hayan adelantado por primera vez en una carrera. A nadie le gusta que lo adelanten, pero es algo que iba a ocurrir antes o después. Lo principal es que hemos vuelto a subir al podio. Somos el equipo más regular y, para mí, el que mejor está haciendo las cosas. Es una obviedad que no se pueden ganar todas las carreras, pero he logrado ampliar mi ventaja en el campeonato y, sin duda, no podría estar más feliz».
Ron Dennis reconoció haber modificado la estrategia de Lewis para tratar de asegurar la tercera plaza, a sabiendas de que sería imposible superar a los Ferrari. También trató de restar importancia al contrataque de la escudería italiana: «Estamos encantados de que Kimi haya ganado a Massa» (de haber vencido este último, habría quedado solo un punto por detrás de Alonso). «Este fin de semana han hecho un trabajo formidable y probablemente habrán mejorado un poco su coche, pero lo cierto es que les hemos hecho parecer mejores de lo que son. Con suerte, seremos capaces de demostrarlo en Silverstone».
¡Ay!, Silverstone... No había tregua en lo que empezaba a convertirse en una severa prueba de resistencia. Lewis estaba ansioso por presentarse a la siguiente parte de su examen. Aunque jugaba como local, sentía la presión de saber que Ferrari había vuelto. Raikkonen y Massa lo habían demostrado sobradamente con un fin de semana de dominio total en los páramos de Francia.
A su regreso a Inglaterra, Lewis descubriría la dimensión de su fama, pero, antes de cruzar el canal de La Mancha, analicemos el efecto que Lewis Hamilton estaba teniendo como primer piloto negro de la historia.