Cuando Pharrell Williams aceptó ir como invitado vip de Lewis Hamilton en el GP de Estados Unidos, todo el mundo habló inevitablemente del efecto que el joven piloto estaba teniendo en la comunidad negra. Parecía evidente que, además de haber abierto la F1 a un público más joven y entusiasta, el éxito de Lewis al convertirse en el primer piloto de raza negra en ganar un gran premio había animado a otros negros a empezar a seguir el automovilismo y, en algunos casos, a soñar con llegar tan lejos como él. Como se ha comentado, por entonces se le solía comparar con Tiger Woods. Lewis, al igual que el golfista estadounidense, ascendió a la fama rápidamente, en su caso tras encadenar nueve podios consecutivos. Woods ganó su primer torneo profesional y alcanzó el número uno apenas 42 semanas después de debutar como golfista profesional. También se dijo que, del mismo modo que Tiger había llevado el golf a un público más amplio, Lewis sería capaz de acercar el automovilismo a mucha gente.
Pero ¿era esa una visión demasiado simplista? ¿Acaso Lewis provocaría que miles de negros intentaran seguir sus pasos en un deporte hasta entonces vedado para ellos? De esa comparación, el propio Hamilton comentó: «No soy Tiger Woods, sino Lewis Hamilton, pero eso no quita para que lo considere un deportista sensacional. Ojalá pueda tener en la F1 el mismo impacto que él ha tenido en el golf».
El mismo impacto... Ya antes de que se produjeran sus extraordinarias victorias en Norteamérica, hubo expertos que desacreditaron sus logros aduciendo que, aunque llegara al nivel de Tiger Woods, no era nada de lo que vanagloriarse, pues, a fin de cuentas, ¿qué había hecho el famoso golfista negro por las minorías étnicas?
Matthew Syed se puso al frente de los escépticos en el Times, sosteniendo que se podía afirmar, sin reservas y con el aval de los datos, que Woods no había cambiado el golf ni un ápice en lo relativo a la integración racial: «Lo cierto es que Tiger Woods no ha tenido en absoluto la influencia sobre la conciencia negra que sugieren sus partidarios. No ha habido un solo jugador negro que haya engrosado la PGA desde que en 1996 Woods empezara su carrera profesional y, desde el 2000, no compite ninguna golfista negra en el circuito femenino de la LPGA. En la actualidad, no hay ningún golfista profesional británico perteneciente a una minoría étnica y, de los 60 adolescentes que integran el programa de élite de la Asociación Inglesa de Golf, solo dos proceden de grupos étnicos minoritarios».
Dicho argumento parecía estar bastante fundado y, en principio, resultaba difícil de refutar. Así pues, me decidí a preguntarle a Ash Hussain qué opinaba sobre las afirmaciones de Syed. Ash, nacido en el este de Londres hacía por entonces treinta y seis años, era la persona ideal para opinar sobre el tema. De ascendencia asiática y jefe de fotografía en un periódico de difusión nacional, me contó cómo él mismo tuvo que luchar por romper «las barreras tradicionales dentro de la industria periodística» para llegar a la cima, y reconoció que tuvo que superar trabas incluso dentro de su propia comunidad: «Cuando empecé hace quince años, la comunidad asiática quería médicos, ingenieros y abogados, ¡no fotógrafos! Pero desde entonces varios jóvenes asiáticos han visto lo que he conseguido y eso les ha motivado a tratar de hacer carrera en los medios de comunicación».
Hussain discrepa rotundamente de la opinión de que Tiger no ha hecho nada para romper esas mismas barreras en el golf, alegando que solo porque no haya surgido ningún jugador de su nivel no significa que haya fracasado como modelo a seguir para los negros. «Diría que es demasiado riguroso en su opinión, sobre todo porque hay mucha gente, en particular de grupos étnicos, que ve el golf por Tiger, quien ha animado de manera activa a las minorías étnicas a que sigan su deporte. Sé de mucha gente que antes no lo hacía y ahora, sí, y también sé de muchos otros que han empezado a jugar al golf por Tiger Woods. Puede que no hayan llegado a la élite, pero ha abierto la puerta a un público y unos participantes totalmente nuevos. Un público que antes veía el golf como un deporte de gente rica, pero que se ha sentido seducido por el éxito y la personalidad de Tiger. Él fue el primer golfista negro en ganar el Masters de Augusta, el primero en recibir la chaqueta verde. Si eso no es inspirador para los jóvenes, entonces, ¿qué puede serlo? De manera idéntica, Lewis ha abierto a las minorías étnicas las puertas del automovilismo, un deporte que, al igual que el golf, muchos consideraban cosa exclusivamente de ricos.»
Ash creía que la repercusión de Lewis Hamilton y del joven y enérgico boxeador de ascendencia pakistaní Amir Khan acercaron ambos deportes a minorías que, de lo contrario, no se habrían sentido atraídas. «Tengo la impresión de que Amir Khan es otro Lewis Hamilton en el sentido de que simboliza una inspiración para las minorías étnicas. Amir, un ejemplo para los boxeadores negros en ciernes del Reino Unido, ha continuado el camino trazado por Prince Naseem, y estoy firmemente convencido de que Lewis inspirará del mismo modo a niños de origen étnico para que se interesen por el automovilismo. De hecho, lo que ha logrado en los últimos meses ha alentado a toda una generación de pilotos étnicos en potencia a lanzarse de lleno al automovilismo.»
Syed también sostuvo que Lewis seguramente no hará nada por ayudar a tantos niños negros desfavorecidos como hay y que, inevitablemente, se convertirá en un lacayo de las grandes empresas que le pagan el sueldo en vez de utilizar su posición privilegiada para tratar de mejorar la suerte de esas minorías. Citaba el ejemplo de Michael Jordan como aviso de lo que podía suceder con Hamilton. Contaba que la estrella del baloncesto mostró una «reticencia estremecedora» a entrar en el debate político para no enojar a los patrocinadores que le pagaban indirectamente su descomunal salario. Según Syed, Jordan podría haberse valido de su popularidad en Carolina del Norte, su estado natal, para hacer campaña en 1990 contra el senador republicano Jesse Helms. Se habría considerado una causa más que noble después de que, en su día, Helms usara un eslogan que rezaba: «Blancos, despertad antes de que sea demasiado tarde. ¿Acaso queréis ver a negros en las fábricas trabajando con vosotros, vuestras mujeres y vuestras hijas?».
En lugar de eso, como recordó Syed en su artículo, la respuesta de Jordan cuando le preguntaron fue: «Los republicanos también compran zapatillas deportivas». Aquello llevaba al periodista del Times a concluir lo siguiente: «Hamilton no tardará en familiarizarse con las reglas de este deprimente deporte. Incluso ahora, con veintidós años, ya lo están aleccionando en el arte de no decir nada. Sus adiestradores tienen claro que si presentan a su cliente como un lienzo en blanco será mucho más fácil persuadir a las multinacionales de que estampen en él sus logos. Como con Jordan, es solo cuestión de tiempo que se convierta en una valla publicitaria andante».
Hussain discrepaba de ese punto de vista, argumentando que la apreciación que Syed hace de Jordan es particularmente dura: «No coincido con la idea de que Jordan no tuvo un efecto positivo: hizo muchísimo por niños de minorías étnicas marginadas, actos que jamás se han publicado en la prensa. Además, contribuye habitualmente con organizaciones benéficas infantiles y no hay que olvidar que rodó una película, Space Jam, para el mercado infantil, y muchos niños se sintieron inspirados por su temática. La pregunta entonces debería ser: ¿en qué aspecto exactamente Jordan no supone una inspiración para los niños de color?, porque buena parte de lo que hace en su vida privada va encaminado precisamente a ayudar y alentar a los más pequeños».
Syed también vaticinaba en su artículo que, al igual que Woods, Hamilton se vería obligado a hacer declaraciones en favor de sus patrocinadores: «Sería sorprendente que Hamilton —un chaval de Hertfordshire que ya ha estampado su firma en acuerdos lucrativos con Vodafone o el fabricante de relojes Tag Heuer— no siguiera el ejemplo del hombre que está llamado a convertirse en el primer deportista milmillonario de la historia. Enseguida se acostumbrará a tener uno o dos asesores a su lado durante las entrevistas, prestos a desviar cualquier pregunta que pueda repercutir en la inmaculada imagen de sus clientes corporativos».
Hussain, por su parte, creía que Hamilton no era portavoz de nadie, sino un joven de principios que siempre hablará de acuerdo a lo que considere justo. Es más, si se pasara de la raya, para Ash, su padre, Anthony, estaría allí para ayudarlo: «Entiendo que Lewis es una persona que puede hablar por sí misma y así lo hará siempre. La única persona que estará a su lado en todo momento será su padre, no un asesor de imagen. Este hará todo lo posible para que continúe por el buen camino. Así ha sido hasta la fecha, ¿por qué tendría que ser de otra manera? Ejerce de padre cariñoso, sin pecar de dominante y pendiente de que su hijo no cometa errores».
Amir Khan también creía que Lewis es lo bastante maduro, fuerte y sabio como para cuidar de sí mismo, y que en absoluto caerá en manos de ningún asesor de pacotilla, ni por supuesto de patrocinadores que pretendan manipularlo. El boxeador, natural de Bolton (Lancashire), también estaba convencido de que tanto él como Lewis estaban abriendo un nuevo horizonte para los chicos de minorías étnicas y de cualquier credo. Amir, que además de ser un apasionado de los coches desde pequeño se planteó ser piloto antes de decantarse por el boxeo, comentó: «Creo firmemente que Lewis y yo somos el futuro del deporte británico. Los dos estamos traspasando fronteras y manteniendo viva la tradición deportiva de nuestro país. Deseo que sigamos inspirando a los jóvenes británicos a que apuesten por el deporte. Y no solo hablo del boxeo y el automovilismo, los críos pueden practicar muchos otros deportes. Somos ganadores natos y cuando los chicos se fijen en nosotros dirán: “Yo también puedo conseguirlo, puedo ser un campeón como Amir y Lewis”».
Hussain también tenía un mensaje para quienes pensaban que Hamilton estaba dejándose arrastrar por el estrellato y la fama, y que la aparición en escena de Pharrell Williams y la presencia cada vez mayor de otros famosos en el entorno de Lewis (como P. Diddy o Beyoncé) era una mala señal: «La gente se pregunta por qué Lewis se rodea de personas así, como si fueran mala gente. P. Diddy financia un colegio para niños marginados en Nueva York y Pharrell es muy buena persona. No son tan superficiales como uno podría pensar. Tienen una faceta altruista, y me consta que a Lewis le agradan por eso y por su compañía. Me niego a ser tan cínico como otros con respecto a Lewis y sus amistades. En el Goodwood Festival of Speed, Lewis salió a firmar autógrafos lloviendo a cántaros como estaba. Podría haberse largado a casa, pero prefirió tirarse todo el día allí. Eso define su naturaleza: es un embajador del deporte; no solo compite por el dinero o la fama. Y, por si fuera poco, es también un embajador —fantástico, por cierto— de las minorías étnicas».
Otro famoso que se rindió a los encantos de Lewis Hamilton fue Maxi Jazz, cantante de Faithless y gran aficionado al mundo del motor, quien reconoció con estas palabras que el piloto se había convertido en su héroe: «Jamás pensé que un hombre de cincuenta años como yo tendría un ídolo de veintidós. Cuando le conocí el año pasado, me estrechó la mano con tal fuerza que me crujió. Es maná caído del cielo. Quiero que nuestros hijos adoren a otras personas aparte de 50 Cent. Tiene mucho mérito el esfuerzo de Lewis y su padre por salir adelante. El Gobierno debería subsidiar el karting en vez de lanzar órdenes de conducta antisocial. Ningún chaval tendrá ganas de robar un coche y darse una vuelta en él después de haberse pasado el día en la pista. No hay ningún circuito de karting asequible. Gran Bretaña es la cuna del automovilismo, pero no hacemos lo suficiente por asegurar el futuro de este deporte».
En un artículo publicado en el Observer antes del GP de Gran Bretaña del 2007, Anna Kessel expresó la opinión generalizada de que los invitados vip de Hamilton no eran más que un signo del notable cambio de panorama que el piloto inglés estaba trasladando a la F1. «Hace solo dos semanas apareció en el canal de música MTV Base y pudo verse junto a su familia en los pits del circuito de Indianápolis al influyente rapero Pharrell Williams y a la cantante Beyoncé. En apenas cuatro meses, la F1 ha pasado de ser un sofisticado patio de recreo de superricos a congregar a artistas de hip hop, y todo apunta a que la nómina de invitados de Hamilton seguirá creciendo.»
Dos reporteros de periódicos rivales dirigidos a la comunidad negra no tardaron en respaldar la opinión de que Hamilton era lo mejor que le había pasado a la F1 en años. «Lewis será más popular que Tiger Woods —aseguraba Michael Eboda, director del NewNation, diario orientado a un público afrocaribeño—. Está logrando aficionar a toda la comunidad a la F1. Ahora todos están pegados a la pantalla, cuando antes jamás se les habría pasado por la cabeza ver una carrera. Tengo un amigo que ni siquiera conduce y me llama para hablar de Lewis.» Rodney Hinds, editor de deportes de Voice, comentaba: «Recibo emails y llamadas después de cada carrera. Lewis está causando furor: hay gente que no distingue un poste de una farola y habla de él. Está uniendo y estimulando a la gente. Todos se identifican con él y se motivan gracias a él. Conozco personalmente a Richard Williams [padre de Venus y Serena], y sé que vendrá al GP de Gran Bretaña. No me sorprendería que se acercaran a conocer a Lewis».
El periodista me comentó que Voice había solicitado por primera vez en su historia una acreditación de prensa para la F1 tras anunciarse que Lewis correría. No obstante, Hinds reconoció que algunos de sus amigos tenían reservas sobre acudir a los circuitos: «Esta semana recibí la llamada de dos hermanas que llevan años siguiendo la F1. Han ido a todos los circuitos europeos, pero, según dicen, nunca han visto a otros aficionados negros. Somos los que ven el deporte desde casa. Nos gustaría ver algún grupo de aficionados negros para sentirnos arropados, pero lo cierto es que muchos se preguntarán si se sentirían cómodos en esta clase de eventos. Me gustaría ir a Silverstone y ver una multitud de nuestra gente apoyando a Lewis Hamilton».
Tres exfutbolistas ingleses —John Barnes, Luther Blissett y Les Ferdinand— se sintieron inspirados hasta tal punto por Lewis que pusieron en marcha un proyecto para promover el automovilismo entre jóvenes marginados de entornos étnicos. Luther dijo en declaraciones al Observer: «Lewis es alguien con quien me identifico de verdad como hombre. Inglaterra tiene una sociedad multicultural, pero eso no se aprecia en el automovilismo: un deporte elitista y reducido en cuanto a diversidad. La presencia de negros es ínfima, desde los pilotos hasta los mecánicos. En el fútbol fue exactamente igual hasta que aparecimos Cyrille Regis y yo».
Por su parte, Les Ferdinand afirmó que «los chavales negros buscan constantemente un modelo a seguir, algo que nos ha costado ofrecerles más allá del contexto del fútbol. Hoy en día, los chicos podrán oír cómo fueron los inicios de Lewis y es posible que eso anime a algunos padres a llevar a sus hijos a montar en kart los fines de semana». Entretanto, a Michael Eboda se le ocurrió una idea que, si llegara a aplicarse a gran escala, podría tener muchísima repercusión y posiblemente sería el más destacado de los aspectos positivos asociados al ascenso de Hamilton: «Lo más importante que quizá resulte de esto es la relación de Lewis con su padre. Muchos de nuestros jóvenes negros no cuentan con ese apoyo y tal vez eso haga que muchos padres se replanteen las cosas».
Otros miembros de la comunidad negra se apresuraron a aplaudir el modo en que Lewis había abierto puertas que hasta entonces se les habían cerrado. Ron Shillingford, de Operation Black Vote (Operación Voto Negro; OBV, por sus siglas en inglés), comentó esto tras la primera carrera en la F1 de Lewis, en Australia: «Nos llena de orgullo el extraordinario debut el pasado domingo de Lewis Hamilton, la nueva sensación de la F1 [...]. Para tratarse de un chaval negro de origen humilde, supone todo un logro el mero hecho de haber conseguido la codiciada plaza de piloto. Aun así, no me sorprende, ya que la primera vez que hablamos de Lewis en Voice fue hace catorce años, cuando sacaba los colores a chicos mucho mayores que él, a los que ganaba de calle en las carreras de karts [...]. Anthony [su padre] me dijo en una ocasión que cuando Lewis tenía ocho años era tal el grado de asombro de los adultos a los que ganaba que estos pensaban que Lewis era un enano. No se podían creer que alguien tan pequeño pudiera ser tan bueno». Simon Woolley, director de OBV, añadió que como por lo general se contaban noticias negativas de la comunidad, resultaba todo un estímulo para OBV elogiar los logros de un talentoso joven negro. «Lewis es realmente digno de elogio.»
Voice también se hizo eco de su hazaña con un comentario muy especial justo antes del GP de Gran Bretaña, en julio del 2007: «Voice celebra este año su 25.º aniversario y, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que nunca ha habido un deportista, hombre o mujer, que nos haya conquistado tan rápido como Lewis Carl Hamilton. Que nadie se olvide de ese nombre: al parecer, este joven debutante va directo a convertirse en una leyenda de la F1. Es cierto que su carrera no ha hecho más que empezar y que tiene mucho que aprender, tanto dentro como fuera de la pista. Pero en estos tiempos que vivimos, en que cada vez que se habla de un negro en las noticias es por algo negativo, resulta esperanzador ver a alguien que destaca simple y llanamente por ser joven, talentoso y negro [...]. Vaya nuestra felicitación, también, a la familia de Lewis y, en particular, a Anthony, su padre, quien ha demostrado ser un perfecto modelo a seguir para su propio hijo».
Pero la última palabra sobre este tema debería tenerla, precisamente, el propio Lewis: «Aunque todo esto de la fama vaya a ser un incordio, tengo la suficiente entereza para afrontarlo. Cuando estoy pilotando no pienso: “¡Vaya por Dios, soy el único negro aquí!”. Lo noté más incluso en el karting. El día que murió Senna había otra familia negra en la pista. No podían progresar porque no contaban con los medios. En el karting, cada tanto se palpaba el racismo por la inmadurez de los chavales. Ahora bien, una de mis grandes virtudes es haber sabido canalizar esas agresiones. También me enseñaron que el lugar donde hay que ganarles es la pista».
Sin duda, una actitud encomiable para alguien de su edad. Lewis Hamilton ha sido un verdadero precursor y un modelo para la gente de color. Por haber encandilado a un grupo de nuevos aficionados de minorías étnicas que en circunstancias normales no se habrían fijado en este deporte, amén de los miles de otros entusiastas que habían dejado de seguir la F1 porque se había convertido en algo aburrido y predecible. El mundo del motor, en definitiva, siempre estará en deuda con Lewis Hamilton. Volvamos la mirada ahora a su emocionante temporada de debut y a su primera aparición en Silverstone ante 85 000 de esos incondicionales aficionados que le arroparían en el gran premio en el que corría como local.