Lewis Hamilton no se percató del verdadero impacto que su extraordinario éxito estaba teniendo en el mundo en general hasta principios de julio del 2007, durante una soleada tarde en la campiña de Northamptonshire. Había llovido a cántaros durante buena parte del incipiente verano, pero su regreso a Gran Bretaña vino acompañado incluso de una tregua a aquella especie de minimonzón, o al menos eso parecía. El sol brillaba con fuerza en Silverstone, y allá donde uno mirara no veía más que sonrisas.
El héroe victorioso volvía a casa tras sus gestas en Norteamérica. Se fue siendo un desconocido y retornaba habiéndose forjado un nombre de fama mundial como nuevo integrante del club de las celebridades. Era impresionante cómo se había transformado su estatus tras unas pocas semanas de emociones fuertes en Canadá y Estados Unidos. Lewis sabía que había triunfado cuando, al entrar al pit después de la carrera, se le acercó el hombre cuya corona como deportista británico más famoso del mundo heredaría algún día. Incluso el rey de la ostentación parecía un pelín nervioso mientras sonreía al estrecharle con calidez la mano a Lewis. Desde luego David Beckham había conocido y mantenido amistad con figuras internacionales de mayor renombre, pero seguramente nunca se había topado con una estrella tan normal, sencilla y modesta. Su mujer, Victoria, también parecía cautivada por el magnetismo de la estrella del momento al saludar a Lewis como si se tratara de un viejo amigo.
Tras departir con él brevemente y consolarle por haber terminado la carrera en tercer lugar, la pareja se despidió, pero no sin antes decirle que no dudara en acercarse a su casa si alguna vez pasaba por Los Ángeles. No pasó inadvertido a nadie que habían buscado deliberadamente a la nueva estrella del automovilismo, máxime estando en el circuito como invitados de Honda y del mítico expiloto británico Jenson Button, ¡no de Lewis y McLaren! Con todo, a la gente de Honda no pareció importarle demasiado: era, al fin y al cabo, un gran día para Hamilton. El número récord de asistentes durante el fin de semana había ido a ver a Lewis y era él quien había arrastrado a las masas que, aunque fuera indirectamente, les pagaban el sueldo.
David Beckham dijo de Lewis que era «extraordinario, una estrella y un campeón en ciernes» y reconoció haber disfrutado mucho todo el día: «El ambiente es impresionante, muy distinto del de un estadio de fútbol, donde los aficionados ocupan un espacio muy compacto». Su esposa dio la enhorabuena a Lewis por su éxito en suelo norteamericano y afirmó que eso le había «ayudado a preparar el terreno» para su inminente traslado a Los Ángeles, llegando a describir la jornada como «alucinante»: «¡Ha sido un placer para la vista y el oído! Estar en la parrilla minutos antes de que arranque la carrera, ver esos coches impolutos y a los pilotos prepararse y, luego, oír el rugido de los motores cuando se disponían a salir...».
Mientras los Beckham atendían a los medios, se iban cargando los camiones y el circo de la F1 abandonaba Silverstone en la tarde de aquel domingo. Pese a llevar nueve carreras en la categoría reina y haber sumado nueve podios que le permitían mandar en el campeonato de pilotos con 12 puntos de diferencia respecto del segundo clasificado, acabar tercero en su primera participación en el GP de Gran Bretaña se veía como un fracaso. Andrew Benson, de la BBC, resumió la decepción que podía sentirse por todo el país después de que Lewis cruzara la meta detrás de Raikkonen y Alonso: «Aunque lo niegue, parece que el GP de Gran Bretaña ha producido la primera fisura en el fenómeno que representa Lewis Hamilton».
Alan Henry, del Guardian, optó por adoptar un enfoque más comprensivo tras lo que entendía como una actuación mediocre del piloto inglés: «La carrera de Silverstone ha recordado a toda la comunidad de la F1 lo inexperto que Hamilton es en verdad. Estábamos ante el noveno gran premio de su carrera y, por lo tanto, es comprensible que tome la elección equivocada en lo concerniente a los reglajes del coche». Edward Gorman, del Times, fue mucho más severo: «En Silverstone se ha evidenciado la penalización que puede suponerle a Hamilton su falta de experiencia». Y, para colmo, terminó insinuando que Lewis estaba sufriendo como consecuencia de sus actividades lejos de la pista: «Hamilton ha empezado a dar muestras de cansancio. Quizá McLaren debería replantearse su agenda para que juegue sus cartas de la mejor forma posible. Los compromisos publicitarios para patrocinadores —cuyos logos, por cierto, ya aparecen tanto en su traje como en el coche— resultan difíciles de justificar, máxime dada la naturaleza histórica del trofeo en juego. Hamilton, además, debería replantearse si alternar con estrellas de pop entre carrera y carrera es la mejor manera de conservar la energía para futuras batallas».
El Sun también apuntó a su actividad fuera de la pista, aunque de un modo menos reprobador, con una foto de una chica en la tercera página del tabloide que remitía a la noticia de la última página con estas palabras de doble sentido: «El motivo detrás de las meteduras de pata de Lewis Hamilton en su pit en Silverstone puede que quedara al descubierto la noche anterior: la descomunal delantera de Nicole Baker. Lewis, de veintidós años, achacó a un par de errores su decepcionante tercer puesto en el GP de Gran Bretaña. Pero podemos dar fe de que la “carrocería” de Nicole fue lo último en lo que el genio del volante posó su mirada antes de la carrera».
La cobertura en la prensa resumía el nivel de expectación que en aquel momento acompañaba a Lewis Hamilton, la superestrella. Después de Silverstone, explicó algo más en detalle su sorpresa ante la grandísima masa de admiradores que ya tenía por entonces. Cada vez estaba más solicitado fuera de la pista, y salía, de un día para otro, con cantantes y modelos. Además, pilotos pasados y presentes hacían cola para rendirle pleitesía, amén de jefes de equipo, entre ellos Frank Williams, quien lo definió como «un superhombre». Aquello llevó a Lewis a decir esto: «Sigue siendo muy difícil acostumbrarse a lo que me está sucediendo. Creo que aún no lo he asimilado. Me encanta que todo en esta experiencia sea nuevo y emocionante, y espero que continúe, pero no ha sido nada fácil. Y en cuanto a los halagos de figuras como Frank Williams y tantos otros en el mundo de la F1, solo puedo decir que me siento abrumado. Cuando empecé, mi idea era hacer un trabajo solvente. Ha habido mucha presión desde el primer día, pero las críticas han sido mínimas, lo que me ha permitido mantener toda esa energía positiva. Y aunque es sin duda reconfortante oír semejantes cosas, mi vida ha dado un vuelco por completo [...]. Tengo mucha suerte de llevar una existencia equilibrada y ser consciente de cuanto sucede a mi alrededor».
El Reino Unido es un país muy dado a encumbrar a sus héroes para, luego, dejarlos caer con el mismo fervor. Y bien, ¿qué podía esperar Lewis entonces? Algunas voces expertas afirmaron sin tapujos que aquello supondría el final de la temporada para el chico maravilla, que en adelante todo iría en picado. Parecía un razonamiento crudo y destructivo, quizá producto de los celos y la envidia. Retrocedamos unos cuantos días y examinemos detenidamente cómo afrontó Lewis su primer GP de Gran Bretaña de F1.
En los prolegómenos de la carrera se puso de manifiesto que Lewis cargaba sobre sus hombros (por más trabajados que estos estuvieran) con las esperanzas de toda una nación. Los periódicos publicaban un día tras otro un sinfín de noticias sobre las muchas posibilidades que tenía de ganar en su debut en Silverstone en la categoría reina y cómo estaba sobrellevando la presión que va unida a la fama. A 24 horas de la carrera, reconoció que su vida había dado un giro de 180 grados debido a su popularidad: «El domingo por la noche me invitaron a la fiesta por la princesa Diana (tras el concierto de homenaje celebrado en Wembley en su honor), pero no regresé a tiempo. Luego, podría haber ido a la fiesta posterior, pero estaba demasiado cansado, así que cené y me acosté. El lunes me fui a Woking a jugar al golf y, en el noveno hoyo, me llamaron para decirme que P. Diddy me había invitado a una cena especial. Allí estuvimos Pharrell [Williams], Natasha [Bedingfield] y yo. Después, nos subimos al coche de Pharrell y nos llevaron a un acto que hacían después de la fiesta. Pharrell salió del coche primero; luego, yo. Y, solo por tratar de ser caballeroso —lo digo en serio—, le di la mano a Natasha para ayudarla a salir. Acto seguido alguien dijo algo y en cuestión de segundos apareció en todas partes, ¡cuando resulta que ni siquiera la conozco!».
Según contó, estaba llevando bien el estrés de la fama y se encontraba muy entusiasmado por la carrera: «El GP de Gran Bretaña será sin ninguna duda la carrera más importante del año para mí: ¡correré por primera vez ante mi público! Va a ser otra nueva experiencia, y espero que el ambiente sea increíble. Estoy impaciente por competir delante de mi gente». Le pidió, eso sí, a su cada vez más nutrido ejército de seguidores que tuviera paciencia, pero prometió darlo todo por asegurarse la victoria. «Aunque ganar en casa sería colosal, tenemos que ser realistas en cuanto a nuestras expectativas —apuntó—. Es una carrera más de 17 y, como en los otros grandes premios, haré cuanto esté en mi mano por dedicarles otro triunfo. Lo principal, independientemente del resultado, es que disfruten de todo el fin de semana.»
Lewis también explicó cómo hacía para tener los pies en el suelo, el modo en que trataba de mantener las cosas en perspectiva, y que su capacidad para alejarse de la pista lo ayudaba cuando tocaba volver al trabajo. En una reveladora entrevista con Rory Ross, el talentoso periodista del dominical del Daily Telegraph y escritor especializado en automovilismo, Lewis declaró lo siguiente: «Diría que soy un tipo bastante corriente. Me encanta estar en familia. Pero no solo con mis parientes más inmediatos, sino también con mis tías, tíos y primos. Todos los años escogemos un fin de semana para hacer un gran encuentro familiar. Paso mucho tiempo con mi hermano, a quien considero mi mejor amigo. Mi familia y amigos me aportan muchísima energía. Me cuesta confiar en la gente. Para mí, la confianza se gana. Cuento mis amigos con los dedos de una mano y procuro tenerlos lo más cerca posible».
Pero volvamos a la acción: el jueves antes de la carrera, Hamilton ya estaba instalado en Silverstone, reconociendo la pista y disfrutando del ambiente previo a la carrera con su familia y los chicos de la trastienda de McLaren antes del entrenamiento del día siguiente. A Jenson Button le preguntaron por el revuelo del jueves y qué opinaba de la lewismanía que se había disparado, a lo que respondió: «Se merece la atención que está recibiendo y el alboroto a su alrededor. Está haciendo un trabajo sensacional: le saca 14 puntos al segundo en su primera temporada. Podría decirse que pilota el mejor coche, pero es que, además, está ganando a su compañero de equipo, con lo cual el reconocimiento es merecido».
Por si todo aquello no fuera suficiente, salió a la luz el problema conocido como el «escándalo de espionaje», que sacudió al mundo de la F1 cuando Lewis se disponía a debutar ante su público. La FIA, órgano rector del automovilismo, anunció que iniciaría una investigación tras las acusaciones de que el ingeniero de Ferrari Nigel Stepney había filtrado información confidencial a Mike Coughlan, director de diseño de McLaren. Se rumoreaba que Lewis podía ser uno de los principales perjudicados si se confirmaban las sospechas. A Bernie Ecclestone le costó reconocer que eso no le afectaría, por más que le quitaran puntos a McLaren: «No tiene nada que ver con el piloto. La FIA tiene que demostrar antes que, si se les facilitó información desde Ferrari, esta fue utilizada. Y si fue utilizada, aclarar si afectó al rendimiento del coche y, en tal caso, en qué aspecto concreto. De ser así, se le descontarían puntos al equipo en la clasificación de constructores, pero de ninguna manera repercutiría al piloto».
Ron Dennis enseguida salió en defensa de la reputación de su equipo. «Mi reputación es muy importante para mí —apuntó—, pero la de mi empresa lo es más todavía. Este asunto no tiene nada que ver con nosotros. Estoy convencido de ello al cien por cien, y con el tiempo se verá que la posición de McLaren es fiel reflejo de nuestras declaraciones. Hasta donde yo sé, el equipo jamás ha utilizado propiedad intelectual de nadie. Ese es el mensaje fundamental. Estamos cooperando con la FIA y con Ferrari, y tengo plena confianza en el resultado».
Por supuesto que le afectaron aquellas revelaciones: incluso rompió a llorar al defenderse a sí mismo y a su equipo. Pero Lewis se negó a que el asunto lo turbara, al menos a simple vista: «He conseguido evadirme de todo gracias a tanta actividad como he tenido esta semana. Ni siquiera sé cuándo se destapó. Lo vi en internet en un rato libre que tuve en casa y, acto seguido, hablé con Ron sobre el tema. No estoy preocupado. Está claro que no es una buena noticia, pero McLaren cuenta con un equipo enorme y no creo que vaya a representar una gran diferencia. Además, no creo que haya afectado a nadie del equipo; todos están centrados completamente. Diría que se trata de un pequeño error que alguien ha cometido. No conozco muy bien a todos. Dudo que repercuta [en los puntos del campeonato de pilotos]. No creo que llegue a eso. He estado tan ocupado que no he tenido tiempo de pensar en ello y, desde luego, no afecta a mi labor. Yo, al fin y al cabo, vengo a pilotar y a tratar de ganar».
Catalogar el tema como intrascendente, de puertas afuera, suponía toda una demostración de confianza. Pero ¿existía la posibilidad de que afectara a Lewis de manera negativa durante la carrera? ¿Pudo aquello hacerle mella subconscientemente? Recordemos que los rumores sobre una posible retirada de puntos continuaron hasta el domingo. Un contacto en McLaren me dijo lo siguiente: «Cuando por fin llegó el domingo, el chaval tenía demasiadas cosas de las que ocuparse. Había que ser un superhombre para plantar cara a todo eso y salir indemne. Cargaba con la ilusión de un país entero, esperaban que se erigiera en salvador del futuro de Silverstone, se esperaba que ganara, se esperaba que neutralizara a dos pilotos enardecidos como Raikkonen y Alonso... Y, al margen de todo eso, se esperaba que se abstrajera por completo de toda preocupación relacionada con el escándalo de espionaje. Un escándalo que, dicho sea de paso, hizo llorar incluso al imperturbable Ron [Dennis]. ¿Cómo no le iba a afectar aquello de un modo u otro a una persona joven como Lewis? Y más con todo lo que le estaba sucediendo en aquel momento».
Finalmente, McLaren fue exculpado en una audiencia celebrada en París un mes más tarde, pero Lewis tendría que haber sido un superhéroe para que no le afectara la amenaza de perder puntos o de quedar descalificado en su temporada de debut a raíz de aquel escándalo. El tema volvió a salir a relucir el 13 de septiembre, cuando McLaren recibió una multa de 100 millones de dólares y fue descalificado del campeonato de constructores después de ser declarado culpable de un delito de posesión de información confidencial de Ferrari. En esas condiciones, el viernes por la mañana, Lewis se presentó a la primera sesión de entrenamientos de cara al fin de semana en Silverstone. Al parecer había sido capaz de sacarse de la cabeza todas las presiones de la semana. Terminó primero, con un tiempo de 1:21.100, superando a Raikkonen por solo una décima de segundo.
Lewis no perdió el ánimo pese a la decepcionante segunda sesión: «Estoy encantado de estar aquí, en mi primer gran premio en casa, y de poder pilotar este monoplaza ante mi público. La jornada ha sido muy positiva y el trabajo que hemos hecho parece llevarnos en la dirección correcta. El coche responde magníficamente en esta pista, que por cierto es una de mis preferidas. Estoy con muchas ganas de afrontar el resto del fin de semana, y confío en que nos mantengamos así de fuertes. Hemos recopilado multitud de datos útiles que analizaremos en breve para seguir con nuestro trabajo mañana».
Reconoció, además, que había sido muy emocionante rodar por Silverstone en un coche de F1 por primera vez en su vida. Había cumplido un sueño, y la experiencia real había sido tan buena como esperaba. «Es un circuito espectacular —comentaba, sonriente, casi extasiado— que, en verdad, siempre ha estado entre mis favoritos. La primera curva, el primer sector, las curvas a gran velocidad, su historia y comprobar cuánta gente asiste hoy, sobre todo en el último sector... Es una sensación increíble y, como es natural, ondean un montón de banderas británicas. Todo está siendo apasionante. No solo es un circuito muy físico, sino también extremadamente técnico, sobre todo en días así de ventosos, lo que dificulta aún más ajustar los reglajes. Afronto la clasificación con bastante confianza y tengo la sensación de que al menos en una vuelta seremos más rápidos que los Ferrari.»
El sábado, una vez más, se vio un Lewis falto de ritmo que terminó en cuarto lugar, por detrás de Raikkonen, Alonso y Massa. Pero entonces obró el milagro. Pareciera que trabaja mejor en la adversidad, cuando tiene algo que demostrar y la presión es máxima: justo entonces su instinto natural hace acto de presencia. Y eso fue lo que ocurrió en Silverstone, cuando por arte de magia le birló la pole a Raikkonen en la última vuelta rápida de la jornada. Su crono de 1:19.997 llevó al público, y a todo el país, al éxtasis, tras superar a Raikkonen por 0,102 segundos. Alonso, que había sido el más rápido en las sesiones anteriores, acabó en tercer lugar de la parrilla; Massa, en el cuarto.
Lewis sabía que estaba en una posición inmejorable para llevarse el GP de Gran Bretaña en su primer intento. «Ha sido una sesión clasificatoria al rojo vivo. Los Ferrari han sido rapidísimos, lo mismo que Fernando. Al haber perdido algo de tiempo en mi primera vuelta rápida, tuve que darlo todo y, por suerte, las cosas me salieron redondas en esa última vuelta. No lo habría conseguido sin el apoyo del equipo, que cambió los neumáticos a toda velocidad, logrando que saliera a tiempo. Tengo muchas ganas de que llegue mañana. Voy a tratar de rendir lo mejor que pueda. Es genial ver a tantos aficionados; hoy ha sido un día fabuloso. Casi me quedé afónico tras cruzar la línea de meta. He gritado con tanta fuerza como la gente en las gradas. Me han dado una verdadera inyección de confianza. Han estado de diez. ¡Me cuesta creer que haya venido tanta gente!»
Raikkonen no podía ocultar la decepción tras su propia actuación. Pero, aun así, lanzó un inquietante aviso de que el día de la carrera sería otra historia: «Cometí un error en la salida de la última curva de mi segundo intento en la última sesión. Me fui ligeramente a la hierba y perdí tracción, lo que me costó demasiado tiempo. Pero no vale la pena seguir dándole vueltas. Lo hecho, hecho está, y no hay marcha atrás. Ahora bien, aún no está dicha la última palabra: daremos el máximo para llevarnos a casa el mejor resultado posible».
Alonso también declaró sentirse confiado y con posibilidades de ganar pese a salir tercero. «Estoy muy contento con el coche —aseguró el entonces campeón—. Evidentemente, preferiría estar en la pole, pero el tercer puesto es todo lo que he podido conseguir hoy. Con suerte, mañana aprovecharé ese resultado y podré adelantar a mis adversarios. El viernes tratamos de calibrar el reglaje con vistas al ritmo de carrera, para tratar de entender cómo se comportan los neumáticos en los tramos largos. No estaba del todo satisfecho ni con el coche ni con nuestro ritmo. Pero desde ayer hemos realizado varios cambios y, gracias a eso, me he encontrado con un coche completamente distinto. Nada hace pensar que no pueda ser competitivo.»
Tanto el finlandés como el español terminarían por delante de Lewis: sus palabras no fueron simples bravatas. Raikkonen, en concreto, pareció desafiar a Hamilton con un pilotaje que rayó la perfección. Tras ganar la primera carrera de la temporada en Australia y el GP de Francia, una semana antes de Silverstone, el crack nórdico se convirtió en el primer piloto en cosechar tres victorias en lo que iba de temporada.
Lewis fue incapaz de transformar su pole position en un triunfo; de hecho, le arrebataron el primer puesto en la primera ronda de repostajes. Le sirvió de consuelo, eso sí, que la victoria de Raikkonen sirviera para que Alonso le recortara menos puntos en la tabla de pilotos. Por entonces sumaba 70 puntos, 12 más que su compañero de equipo y 18 más que Kimi; Massa, cuarto, tenía un punto menos que su compañero en Ferrari. Es cierto que resistió el envite de Raikkonen en la primera curva, pero a la postre tendría que conformarse con el tercer puesto tras una desastrosa parada en boxes en la vuelta 16.
El inglés trató de acelerar antes de haber terminado la carga de combustible; creyó que habían levantado la piruleta. Eso resume grosso modo su actuación. Después, pareció haberse resignado a no ganar, como si solo pretendiera limitar los daños. Tal vez había terminado pasándole factura el peso de aquel gran premio y las expectativas de la afición y del país entero. Y luego estaba el pilotaje casi intimidatorio de Raikkonen y Alonso, quienes seguían su estela antes del repostaje, y el hecho manifiesto de que el coche de Kimi había sido más veloz.
Dadas las circunstancias, limitar los daños al mínimo no era una mala opción. Logró conservar su ventaja en la lucha por el título y terminó solo un puesto por detrás de Alonso, su más inmediato perseguidor. Ampliaba así, además, su récord personal de podios como debutante: solo Michael Schumacher y Alonso acumulaban más podios consecutivos. Schumacher había conseguido 19 con Ferrari en la temporada 2001-2002, mientras que Alonso había logrado 15 con Renault en la campaña 2005-2006. Lewis engrosaba un grupo de varios pilotos con 9 y aspiraba a despegarse de ellos en la siguiente carrera, el GP de Europa, el 22 de julio del 2007 en Nürburgring, Alemania.
En Gran Bretaña, Hamilton se vio claramente beneficiado por el infortunio de Massa, que tuvo que salir del pit lane tras un problema con el motor y, pese a ello, consiguió un más que meritorio quinto puesto. De no haber sido por eso, y vista la rapidez de los Ferrari aquel fin de semana, seguramente habría relegado a Lewis al cuarto puesto y habría cortado su racha de podios si la carrera no hubiera sido tan accidentada. Tras la prueba, Alonso acertó al decir que Lewis «fue un chico con suerte», ya que Massa sin duda habría terminado tercero. Puede decirse que esa suerte se alió con la destreza de Hamilton para salvarle cuando se equivocó en los pits. Aunque trató de reanudar la marcha cuando aún estaba repostando, al menos tuvo la astucia de frenar y evitar una situación todavía peor. ¿Recuerdan lo mal que lo pasó su antiguo compañero de karting Nico Rosberg, hijo del excampeón de F1 Keke Rosberg, cuando casi se llevó puesta la manguera de combustible en la vuelta 40 en Indianápolis el 17 de junio del 2007? Esto es lo que dijo Lewis: «Había metido primera y estaba dispuesto a salir, cuando de pronto me pareció ver que la piruleta se había movido un poco, así que solté el embrague para tratar de adelantarme».
Raikkonen fue el primero en cruzar la meta, con un tiempo de 1:21:43.074, lo que le valió la decimosegunda victoria de su carrera en la F1, 2,459 segundos menos que Alonso y 39,373 segundos más rápido que Lewis. Hamilton vio así la carrera: «Tras un buen inicio, traté de distanciarme, pero Kimi era extremadamente rápido. Desafortunadamente, cometí un error en mi primer repostaje, lo que hizo que perdiera unos segundos muy valiosos. Aunque traté de apretar, seguí teniendo problemas de equilibro. Traté de olvidarme de todo, pero, pese a ser algo más consistente hacia el final, el equipo decidió reservar el motor para Nürburgring y asegurar el tercer lugar. Creo que la elección de neumáticos ha sido crucial en la carrera: empezamos con gomas duras, pero las blandas fueron claramente más rápidas. En cualquier caso, nos vamos con más puntos de los que teníamos. Debo decir que la afición ha estado tremenda y que, sin su apoyo, la carrera habría sido más difícil. Salir desde la pole me dio alas para pensar que podíamos sacar un mejor resultado. Sin embargo, hacer podio en tu primer gran premio en casa tras las dificultades que hemos tenido en el segundo y el último stint... Hay que mirar el lado positivo. Hemos hecho nueve podios consecutivos, y ni siquiera sé si alguien ha conseguido eso antes. Sea como sea, estoy muy contento».
Al preguntarle si tenía algún modelo particular en mente para lograr mantener la serenidad, su respuesta fue de lo más emotiva: «Tengo veintidós años, he dejado de tener modelos a seguir. Pero mi hermano me inspira porque, pase lo que pase, siempre luce una sonrisa, lo cual creo que es una gran lección. Como siempre digo, haga lo que haga —y eso que no puede jugar al fútbol ni a ningún otro deporte como el resto de nosotros— siempre se entrega al 110 por ciento por más difícil que le resulte. Esa es mi inspiración».
Ron Dennis confirmó que le habían comunicado a Lewis que bajara las revoluciones y elogió a Alonso: «Fernando ha hecho un trabajo tremendo, esforzándose por transformar en una victoria el poco combustible que teníamos en nuestro stint intermedio. En el tramo final les pedimos a ambos que reservaran sus motores a fin de contar con los mejores recursos posibles para atacar de nuevo en Alemania. No llegamos a lograr el ritmo deseado, pero aun así los dos rindieron bien y nos vamos con unos puntos muy valiosos».
Alonso, por su parte, se mostró sereno pese a haber perdido ante Raikkonen: «El segundo puesto era lo máximo a lo que podíamos aspirar hoy. Íbamos, creo, dos o tres décimas por vuelta más lentos que Ferrari en idénticas condiciones y con la misma carga de combustible. Se ha mantenido esa tónica todo el fin de semana, así que no ha habido sorpresas en la carrera. Me contento con el segundo lugar». El asturiano había liderado el tramo intermedio de carrera tras rodar con una carga ligera de gasolina después del primer repostaje, lo que le permitió rodar por delante de Lewis y Kimi. Pero la estratagema fue infructuosa, ya que Kimi rentabilizó su segundo y más largo stint para recuperar la primera posición.
Parecía como si Alonso no pudiera evitar quejarse de Lewis por ceder la ventaja de su pole cuando, después de la carrera, le preguntaron qué podría haber hecho McLaren por contener a los Ferrari: «La única forma de ganar la carrera era saliendo desde la pole y poniendo distancia entre nosotros y los Ferrari. Tarde o temprano acortaré distancias con él [Lewis], ya que en Canadá he sido más rápido. En Indianápolis no pude adelantarlo y en Magny-Cours me encontré con lo de la caja de cambios. Aquí hemos tenido una carrera normal y le he sacado 30 segundos. Se aproximan carreras favorables, como Alemania o Hungría, y el objetivo es terminar por delante de Hamilton para recortar la distancia. Siempre tengo que terminar un escalón por encima de él en el podio. Es bueno que el líder del campeonato tenga más dificultades en la pista, y sobre todo aquí, en Inglaterra, y después de haber salido desde la pole».
Lewis se mantuvo indiferente ante las burlas y las críticas de parte de la prensa. También se negó a culpar a nadie, excepto a sí mismo, por su actuación en Silverstone: «Tengo que dar un paso adelante, y eso es lo que estoy tratando de hacer. Todavía estoy aprendiendo. Tengo que crecer desde la experiencia». Luego, admitió que se había equivocado en la elección del chasis: «No hay duda de que trabajamos durísimo este fin de semana. Creo que tomamos una decisión equivocada, o, al menos, yo me equivoqué con los reglajes. Elegí un alerón distinto al de Fernando y eso me perjudicó durante la carrera. Ni siquiera durante la clasificación conseguimos el ritmo que debería haber llevado, pero ya era demasiado tarde para hacer modificaciones. Es una buena lección». Esa actitud solo podía servir para hacerse querer aún más por el personal del pit lane, sobre todo después de que se deslizara que el problema en boxes se podía achacar más a quien sostenía la piruleta.
Alan Henry, del Guardian, comparó a Lewis con Michael Schumacher por su rechazo a culpar a su equipo: «El GP de Gran Bretaña fue otra muestra de la notable madurez y entereza de Hamilton. Respecto a su primer repostaje, donde perdió 2,5 segundos, hay quienes sostienen que el mecánico encargado de la piruleta con la que debía indicarle a Lewis cuándo reincorporarse a la carrera se mostró un tanto indeciso a la hora de impedir que saliera antes de tiempo. Tal vez le había jugado una mala pasada, pero Hamilton asumió de buena gana la responsabilidad por el fallo. De manera similar, asumió toda la responsabilidad del desajuste que ralentizó su coche, un gesto que consolidará aún más su relación con los mecánicos que trabajan contrarreloj para tener su monoplaza a punto».
Alan Henry estaba en lo correcto. Tras conversar con un miembro del equipo McLaren pude saber que, efectivamente, sienten verdadera lealtad hacia Lewis y que su disposición a asumir las críticas no hizo más que afianzar ese vínculo: «Ha sido una semana de aúpa, con lo del caso Ferrari y el hecho de correr en Silverstone. Si eso mismo le hubiera ocurrido a Fernando en su pit stop, estaría echando pestes, buscando un chivo expiatorio. Lewis, como siempre, ha cargado con toda la responsabilidad. Los chicos lo respetan aún más si cabe después de eso. Es la estrella, pero actúa como si fuera uno más del equipo».
Pese al revés en Silverstone, tenía al menos un pequeño consuelo: había estrechado el lazo con su equipo y había demostrado que estaba en disposición de entrar en los puntos, aunque no estuviera fino del todo. Dos días después, dejó claro que había vuelto a ser él mismo sacudiéndose el desánimo en el circuito belga de Spa, donde terminó por delante de Raikkonen y Massa.
El relato de la temporada de debut de Hamilton está lejos de haber terminado. Muy al contrario: aún quedan muchas vueltas y rodeos, pero, antes de pasar a la siguiente etapa (las carreras de Alemania y Hungría), tal vez sea hora de examinar otro asunto a menudo debatido en su campaña de debut: ¿qué lugar ocupa Lewis Hamilton con respecto a otras leyendas británicas del motor y al piloto que él mismo considera el número uno de la era moderna, el gran Michael Schumacher?