CAPÍTULO 15

SCHUEY Y LAS LEYENDAS BRITÁNICAS DEL AUTOMOVILISMO

Los días previos a Silverstone se generó un debate entre entendidos en torno al nivel de Hamilton y hasta dónde podía llegar, para luego compararlo, desde una perspectiva global, con grandes figuras británicas del automovilismo como Jackie Stewart, Nigel Mansell, Mike Hawthorn, James Hunt, Jim Clark y Graham y Damon Hill. Y, por supuesto, tratar de dilucidar a qué altura se encontraba con respecto a su héroe, el siete veces campeón del mundo Michael Schumacher, quien encadenó una racha de varias victorias consecutivas en Silverstone durante su impresionante carrera.

Ya antes de su primer triunfo en la F1, en Canadá, Lewis tenía argumentos para perfilarse como un gran piloto. Tras auparse al segundo puesto en Mónaco, sumaba un total de 38 puntos en el campeonato de pilotos. En el mismo punto de sus respectivas carreras, el tres veces campeón del mundo Jackie Stewart había acumulado 19 puntos; Nigel Mansell, ninguno; James Hunt, 8; Graham Hill, ninguno; su hijo, Damon, 12; Jim Clark, 8; y el primer campeón del mundo británico, Mike Hawthorn, 10.

En el contexto internacional, también salía bien parado: Michael Schumacher en esa etapa tenía 4 puntos; Ayrton Senna, 5; Niki Lauda, ninguno; Alain Prost, 3; Jack Brabham, ninguno; y Juan Manuel Fangio, 26. Respecto al GP de Gran Bretaña, Lewis tendría que esperar a que se produjera su primera victoria en casa y hubo de conformarse con aquel tercer puesto en su debut en Silverstone. Stirling Moss consiguió su primer triunfo en el GP de Gran Bretaña de 1955, disputado en Aintree, donde se impuso al gran Juan Manuel Fangio por dos décimas de segundo. Jackie Stewart venció en Silverstone en 1969 por más de una vuelta de diferencia tras un fascinante duelo con el austríaco Jochen Rindt, y James Hunt conquistó la gloria en Brands Hatch en 1976, aunque a la postre terminaría descalificado. Su coche quedó seriamente dañado tras un accidente en la primera curva, y por miedo a que el público se amotinara ante su posible exclusión en el gran premio de su país se le permitió correr pese a que habían reparado su coche de manera ilegal. La victoria recaería en Niki Lauda, que había terminado segundo.

En 1987, Nigel Mansell finalmente conquistó el corazón de la afición británica cuando ganó un espectacular duelo con su compañero de equipo, Nelson Piquet. Mansell había liderado la carrera, pero a falta de 20 vueltas para el final se vio obligado a entrar en boxes debido a la vibración de una rueda. Cuando se reincorporó, iba 20 segundos por detrás del brasileño, pero al cabo de 15 vueltas logró recortar la diferencia y terminó ganando de manera magistral tras adelantar a Piquet a 320 km/h en la recta de Hangar. Siete años después, Damon Hill se coronó en Silverstone y acabó con el maleficio familiar: su padre, Graham, jamás ganó en casa, pero Damon se resarció en su nombre en 1994.

La comparación entre Hamilton y sus predecesores británicos ofrece una lectura muy interesante. Mike Hawthorn encandiló a los aficionados tras convertirse en el primer británico de la historia en subir al Olimpo de la F1. En 1950 comenzó a competir y en 1952 debutó en un gran premio. Mientras que Lewis ganó su primer grand prix en su sexta participación, Hawthorn hizo lo propio en la novena a mandos del Ferrari en Francia, en 1953. Después de aquello, ganó 3 carreras de 45 posibles, firmando en el camino 4 poles y 6 vueltas rápidas. En 1958 ganó el título mundial con el Ferrari 246 Dino, pero el 22 de enero de 1959, a solo tres días de cumplir treinta años, perdió la vida trágicamente en un accidente de tráfico en las cercanías de Guildford.

Graham Hill ganó su primer gran premio en su trigésima tercera tentativa. Lejos de empezar a temprana edad, participó en su primera carrera de F3 en Brands Hatch en 1953, a los veinticuatro años. A pesar de ello, consiguió el título mundial en 1962 y en 1968. De 176 participaciones en grandes premios, se impuso cinco veces en Mónaco, acumulando un total de 14 triunfos en su palmarés. Obtuvo 13 poles y 10 vueltas rápidas. Hill es el único piloto de la historia con la Triple Corona en su haber: el Campeonato del Mundo, las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans. El 29 de noviembre de 1975, a los cuarenta y cinco años, murió en el norte de Londres tras estrellarse debido a la niebla la avioneta en la que viajaba junto a otros cinco miembros del equipo Embassy Hill, entre ellos el prometedor piloto Tony Brise.

Jim Clark fue otro magnífico piloto británico, ganador de dos coronas mundiales y de las 500 Millas de Indianápolis. El escocés corrió en Lotus durante casi toda su carrera y levantó dichos títulos en 1963 y 1965. Fue, con 25 victorias en grandes premios y 33 poles de 72 posibles, el mejor piloto de su época. Sin embargo, tampoco supera a Lewis en el número de grandes premios que necesitó para conseguir su primer triunfo: en su caso fueron 17. Jim falleció el 17 de abril de 1968, con treinta y dos años, después de que su Lotus se saliera de la pista y se estrellara contra un árbol durante una carrera de F2 en Hockenheim.

John Surtees ganó con Ferrari el título mundial de F1 en 1964 y firmó su primer triunfo en un gran premio en su vigesimosexta carrera. Surtees también ganó siete mundiales de motociclismo entre 1956 y 1960, y sigue siendo el único piloto de la historia que ha ganado mundiales sobre dos y cuatro ruedas. En 1996 fue incluido en el Salón Internacional de la Fama de los Deportes a Motor. La Federación Internacional de Motociclismo (FIM) le rindió homenaje en el 2003 y hasta unos pocos años antes de fallecer, en el 2017, siguió vinculado al automovilismo como presidente de A1 Team Great Britain. Su hijo Henry compite para Carlin Motorsport en la Formula BMW del Reino Unido.

Jackie Stewart se sitúa muy cerca de Lewis en esta particular clasificación: logró su primer triunfo en un gran premio en su octava carrera. El tricampeón del mundo (1969, 1971 y 1973) debutó en 1960 y terminó con un excelso palmarés: 27 victorias en 99 grandes premios. Al igual que Lewis, ya antes había ganado la corona en la F3 y se había curtido en la F2. El palmarés de Stewart en la F1 con Tyrrell también incluyó 17 poles y 15 vueltas rápidas. Se retiró en 1973 y, más de dos décadas después, fundó Stewart Grand Prix, su propia escudería.

James Hunt ganó su primer gran premio al decimotercer intento. Participó en 92 grands prix y venció en 10 de ellos; se hizo con la pole en 13 carreras y firmó la vuelta rápida en 8. Entró en la F1 de la mano del aristócrata lord Hesketh, con quien ganó en 1975 el GP de los Países Bajos celebrado en Zandvoort. En 1976 pasó a las filas de McLaren como sucesor de Emerson Fittipaldi, donde consiguió la corona mundial después de que Niki Lauda se descolgara de la lucha por el título tras sufrir un aparatoso accidente en Nürburgring. Tras su retirada, Hunt se convirtió en comentarista de televisión hasta que el 15 de junio de 1993, a los cuarenta y cinco años, murió prematuramente de un ataque al corazón.

Nigel Mansell necesitó ni más ni menos que 72 participaciones en grandes premios para hacerse con el preciado botín, en Brands Hatch. Pese a ello, terminó logrando 31 triunfos, 32 poles y 30 vueltas rápidas en un total de 187 carreras. También se inició tarde en la F1, y le costó ganarse al público británico. Aunque parecía demasiado seguro de sí mismo, en verdad era una persona bastante introvertida. Debutó en F1 con Lotus en 1980, se retiró tras correr en Austria y los Países Bajos, ya que no pudo clasificarse para el GP de Italia. Aun así, sus 31 triunfos en grandes premios lo sitúan solo por detrás de sus archirrivales Alain Prost y Ayrton Senna en los rankings históricos hasta su retirada, tras lograr el título mundial para Williams en 1992. Desde entonces, solo Michael Schumacher ha superado el número de victorias en grandes premios de Mansell.

Un año después de su retirada de la F1, el de Upton-on-Severn sumó a su palmarés el título de la Indycar, antes de poner fin a su carrera deportiva en 1998, tras acabar 14.º y 11.º en el Campeonato Británico de Turismos disputado en Silverstone.

Damon Hill siguió los pasos de su famoso padre en la F1, convirtiéndose en el primer hijo de un campeón del mundo en ganar el título tras su sensacional temporada con Williams en 1996. Logró su primera victoria en un grand prix al decimoprimer intento (en Hungría), y participó en un total de 116 carreras, de las cuales se impuso en 22, consiguió la pole 20 veces y marcó la vuelta rápida en 19. Debutó en F1 con Brabham en 1992 y, luego, fichó por Williams, después de que a finales de 1992 Mansell discutiera con Frank Williams por la inminente llegada del francés Alain Prost al equipo asociado a Renault. Al parecer, Williams rehusó decirle a Mansell que Prost había fichado para la temporada 1993. El inglés se enteró en la segunda carrera de la campaña 1992, en México, tras lo cual decidió marcharse al equipo Newman/Haas CART la temporada siguiente.

De entrada, Hill fue segundo de Alain Prost y, luego, de Senna. Tras la muerte de Senna en Imola, se le presentó una oportunidad sin pretenderlo y cumplió ganando el título. Después, desembarcó en el equipo Arrows y, finalmente, corrió para Jordan, donde logró la que suponía la primera victoria del equipo en un gran premio, en Spa (Bélgica), en 1998. Este fue su último triunfo en la F1. El año siguiente se retiró.

Otros británicos dignos de mención son David Coulthard, Johnny Herbert, Jenson Button y Eddie Irvine. Coulthard ganó en Silverstone en dos ocasiones, en 1999 y el 2000, y logró su primer gran premio al vigesimoprimer intento. Johnny Herbert, ganador en Silverstone en 1995, se anotó su primer gran premio en su septuagésima primera participación, mientras que Jenson Button lo logró al decimoprimer intento: en Hungría, en agosto del 2006. Eddie Irvine dio la campanada en su octogésima segunda carrera.

Hagamos un punto y seguido para hablar del ídolo de Lewis en la F1. Hasta la llegada del piloto inglés, la primera temporada completa de Michael Schumacher en la categoría reina había estado considerada la mejor en la historia de este deporte, cuando el joven alemán consiguió sumar 53 puntos a las órdenes de Benetton. Terminó tercero en el campeonato de pilotos. Schuey ganó su primer gran premio al decimoctavo intento; también había competido en parte de la temporada anterior. Como Lewis, Schumacher se bregó en el karting y fue progresando en carreras de fórmulas de promoción antes de hacerse un nombre en la F1.

Le pedí al experto en F1 Darren Simpson que hiciera un análisis exhaustivo sobre el progreso de Lewis en comparación con el campeón alemán. De sus conclusiones se extrae una lectura muy interesante: en cierto sentido, los dos tienen similitudes manifiestas, pero, por otro lado, se aprecian notables diferencias fruto de su personalidad. Darren me comentó esto: «Las actuaciones de Hamilton en su primera temporada no son un golpe de suerte, y su honestidad en la lucha por el título permite diferenciarle de grandes talentos previos, en especial de Michael Schumacher. Las comparaciones entre la entrada en escena del inglés y el impacto inicial de Schumacher son frecuentes. Pero, tanto si iguala el nivel de Schuey como si no, Lewis tiene algo que el siete veces campeón no poseía: la capacidad de batallar de un modo menos agresivo que igualmente le sirve para imponerse. Schumacher recurría a tácticas muy arriesgadas que a menudo propiciaban colisiones. Su inexpugnable confianza en sí mismo le impedía contemplar la derrota, lo que, a sus ojos, legitimaba cualquier táctica, algo que, a su vez, infundía miedo e intimidaba a sus oponentes. Ojalá Hamilton pueda mantener a sus adversarios a raya sin que estos tengan que mimetizarse con el paisaje. Ya ha dado muestras de agresividad. Ver si Hamilton resistiría o no al invencible Schumacher es algo que, por desgracia, ya nunca será posible, pero no hay duda de que el inglés aceptaría el reto.

»Al preguntarle a qué leyendas del automovilismo le gustaría enfrentarse, Hamilton respondió: “A Juan Manuel Fangio, Alain Prost, Ayrton Senna y Michael Schumacher, porque siempre he soñado con competir con ellos”. Luego bromeó comentando que cuando empezó en la F1 no tenía claro que tuviera nada que ver con ellos. En el impredecible mundo de la F1, donde la publicidad puede impulsar o destrozar la carrera de un piloto (que le pregunten a Jenson Button), muchos se preguntan si Lewis Hamilton será la próxima estrella o si se quedará en el intento. Es un hecho que en la F1 quienes terminan triunfando anuncian su llegada con ímpetu en vez de ir escalando poco a poco. Basta con remontarse al primer año de Schumacher: en su debut, en Spa, se clasificó en séptimo lugar y, por lo general, aprovechaba la más mínima oportunidad para enseñar los colmillos a su legendario compañero de equipo, Nelson Piquet, dejándole claro que no estaba dispuesto a sentarse pacientemente a esperar su turno.

»El magnífico Ayrton Senna y el tetracampeón del mundo Alain Prost también echaron abajo la puerta en su primera temporada, antes de destruirse el uno al otro. Hamilton reúne todos los ingredientes para unirse al club de los más grandes. Es un tipo sereno, metódico y trabajador, pero no por ello carente de agudeza. Eso se observa en la manera que tiene de conducir pegado al muro, lo que le permite mantener una velocidad increíble al trazar una curva, igual que en la táctica que empleó en el GP de Estados Unidos frente a Fernando Alonso, cuando utilizó una maniobra defensiva de adelantamiento, pasando del centro a la derecha y, luego, ligeramente de la derecha al centro, con la que evitó por poco ser penalizado.

»En cambio, Schumacher, siempre sigiloso, como un ninja, era mucho más preciso e incisivo. Sus metódicas cualidades las desarrolló durante muchos años sobre la pista, mientras que Hamilton ha sido minuciosamente creado y perfeccionado desde temprana edad por un hombre —Ron Dennis— para ser un depredador el mismo instante en que pilotara un coche de eficacia probada. Compararlos en sus respectivas temporadas de debut no llevaría a nada, ya que Schumacher empezó cuando los coches estaban mucho menos informatizados y, además, no tenían suspensión activa ni control de tracción, por poner algún ejemplo; mientras que Hamilton llegó a la F1 cuando los monoplazas eran prácticamente artefactos teledirigidos. Esto, pese a todo, no resta valor al coraje ni a la agresividad innata que se observa en cualquier campeón.

»Ahora bien, hay un hecho ineludible: Hamilton conduce como un piloto de karting. Le encanta circular por el borde de la pista y disfruta entrando tarde en las curvas cerradas y apurando la frenada en los vértices. Su conducción es, en definitiva, un reflejo de la de Schuey en sus inicios, con muchos giros bruscos y recurriendo al bloqueo de las ruedas. Hamilton hace gala de su arrebatadora juventud arriesgando al máximo y llevando el coche al límite. Conducir pegado al muro es una táctica sobrecogedora que sale a cuenta, aunque habrá que rezar para que no se estrelle contra él como le ocurrió a Senna. El muro solo supuso un problema para Schumacher en una ocasión: cuando en 1999 se fracturó una pierna en Silverstone. El resto del tiempo, el problema era la implacable mentalidad de “ganar a cualquier precio” del alemán, que a veces tenía como consecuencia que la F1 fuera un deporte de contacto. Y, si no, que se lo pregunten a Damon Hill.

»Hace poco hablé con alguien que me insinuó que, precisamente por su brillantez, Lewis ya corre el riesgo de volverse aburrido. El problema, según él, era que su éxito podía ir asociado a una consistencia tal, que podría decidir no mostrar en ningún momento la excepcional capacidad de pilotaje que ya atesora o que podría llegar a desarrollar. Si no fuera inglés, en Inglaterra se diría que es igual de aburrido que Sampras. Y, bien, ¿qué problema hay en eso si te permite ganar carreras? Es una forma muy eficaz de obtener el triunfo, sobre todo si los demás son todo lo contrario y se empeñan en salirse de la pista. No resulta fácil compararle con Schumacher: antes será preciso ver su rendimiento como mínimo dentro de cinco temporadas y, entonces, se podrá decir algo. Hamilton está teniendo un inicio de carrera meteórico, pero no ha sido un serio contendiente al título en 12 de 14 temporadas, ni ha hecho campeón del mundo a equipos de segunda clase.

»Cuando se comparan pilotos, hay que tomarlo todo en consideración: cómo rinden con diferentes coches, en diferentes circuitos, en diferentes situaciones, contra diferentes adversarios. Puede que Hamilton sea un crack, pero hasta la fecha prácticamente solo le hemos visto colocarse cómodamente al frente del pelotón. Es cierto que no pierde la calma bajo presión, pero ¿sería capaz de pilotar con lluvia como Schuey? ¿Podrá firmar una remontada espectacular tras una pésima parada en boxes o un trompo? O, si tuviera que empezar la carrera desde la última posición por algún problema técnico o por alguna sanción, ¿sería capaz de escalar puestos y terminar en el podio?

»Schuey demostró que podía hacer todo eso. Solo dentro de diez años podremos comparar a Hamilton con Schumacher como corresponde, una vez puedan valorarse todos esos factores. La única forma de zanjar este debate sería que se enfrentaran en un mano a mano en coches clonados y en la misma pista».

Por desgracia, a día de hoy, eso es algo imposible, dado el desgraciado accidente de esquí que sufrió el campeón alemán. Así pues, volvamos ahora a esa emocionante temporada de debut. Nuestra siguiente parada es un lluvioso fin de semana en Alemania, donde Lewis se examinó bajo condiciones extremas, con todos los obstáculos que Darren Simpson sugería que tal vez algún día tendría que afrontar y superar, incluidos un trompo y tener que empezar desde el final de la parrilla.