A medida que el Gran Circo encaraba el tramo final de una de las temporadas más emocionantes y apasionantes de su historia, había una cosa que estaba clara: Lewis Hamilton —ganara el título o no— había firmado la mejor temporada de debut desde que se celebraba el campeonato, desafiando a detractores y escépticos. Todos querían al maestro de McLaren: en septiembre del 2007, alguien del mundo de la F1 me dijo que no solo a Fernando Alonso le habían ofrecido una vía de escape de la escudería de Woking.
En verano, cada semana se especulaba con una opción de futuro distinta para el asturiano: podía regresar a Renault, que estaba desesperado por tenerlo de nuevo en sus filas; podía tomarse un año sabático; o incluso podía rescindir su contrato. Pero ¿qué había del futuro de Lewis? Era innegable que tanto él como Anthony habían estado disgustados en diferentes momentos de la temporada a raíz de la controversia con Alonso y lo que muchos veían como la falta de apoyo de Big Ron. Sin embargo, mi fuente me dijo que había habido otros movimientos entre bambalinas, como, por ejemplo, que Ferrari había hecho llegar al entorno de Hamilton una oferta de más de 20 millones de libras por tres temporadas, en caso de que se cansara de esa rivalidad cada vez más explosiva.
Que Lewis corriera para Ferrari era un escenario improbable, pero el solo hecho de que se hubiera sabido que estaban en conversaciones, aun siendo todo muy informal, había aumentado la presión sobre Ron Dennis cuando la temporada alcanzaba su clímax. Podía decirse que había sido la mejor campaña que podía haber vaticinado para su protegido. Pero las constantes especulaciones de los medios respecto a las políticas internas, unidas a los efectos de la disputa con Ferrari, en cierto sentido habían deslucido la temporada.
En la víspera del GP de Turquía, Lewis contribuyó a los rumores sobre su futuro al admitir que había recibido ofertas para abandonar el Reino Unido y empezar una nueva vida en Suiza. «Cada vez que voy a Londres —comentaba—, salen cámaras de cualquier sitio imaginable. No puedo negar que estoy contemplando la opción de residir fuera del país. Siempre he soñado con vivir en Londres, pero cada vez me resulta más difícil. Mi cara salió en los periódicos durante todas mis recientes vacaciones [en el sur de Francia]. La idea era relajarme, pero ni siquiera pude darme un chapuzón, porque los paparazzi estaban esperando con sus cámaras para embolsarse 10 000 libras por las fotos. Si no puedo llevar una vida normal y disfrutar sin verme constantemente en los tabloides, tendré que esperar y tomar una decisión. En verdad, la última palabra la tienen los medios.»
En cierto sentido, no fueron sus comentarios más brillantes o más acertados y, de hecho, desataron las primeras críticas de la prensa hacia el chico maravilla. Desde los medios se entendió que, si quería ser vecino de Michael Schumacher y Kimi Raikkonen en Suiza, solo tenía que dar el paso. Pero, ante todo, que no empezara a quejarse, pues, como se dice coloquialmente, si no soportas el calor, mejor que salgas de la cocina. Siempre atenta al interés de la opinión pública, la prensa, tradicionalmente, ha reprendido a todo aquel famoso que osara poner reparos a ser fotografiado o a que le hagan preguntas, sosteniendo que atraer la atención de la prensa es parte del precio que uno paga por ser una figura pública.
Durante aquellas vacaciones en el sur de Francia, Lewis había sido fotografiado en el mar con Sara Ojjeh, hija de Mansour Ojjeh, copropietario de McLaren. El piloto negó que mantuvieran una relación; era ese tipo de especulaciones de la prensa sensacionalista lo que más le enfurecía. Además de asegurar que la joven, de dieciocho años, estaba prometida, dejó claro lo siguiente: «No soy un playboy. Aunque haya quienes crean que lo normal es que salga con una de las Ojjeh, no es así. Y el otro día fue al cine con mi mejor amigo, su prometido Mohammed. En la prensa decían que estaba viendo a esta chica, dando a entender que estaba engañando a otra persona. Nada más lejos de la realidad: yo no soy así».
Sin embargo, los rumores de su supuesta relación con Sara terminaron sacando a la luz lo que muchos llevaban un tiempo sospechando: que había roto con Jodia Ma, su novia de adolescencia. Un portavoz de Lewis comentó que, efectivamente, habían roto, pero que seguían siendo amigos. No obstante, mis contactos en Hong Kong me aseguraron que Jodia estaba destrozada tras la ruptura. Según mi fuente, «no había forma de consolarla: estaba convencida de que tenían futuro como pareja». El mes anterior habían visto a Lewis acompañado de la cantante pop Natasha Bedingfield en el asiento trasero de un taxi, y también lo relacionaron con la glamurosa modelo y concursante de Celebrity Big Brother Danielle Lloyd, aunque Lewis lo negó.
Todo parecía indicar que empezaban a asediar al joven que había llegado a la F1 como un torbellino cuando se disponía a afrontar el 12.º gran premio de la temporada, celebrado al este de Estambul. El jueves previo a la carrera, bajo un sol de justicia, Lewis reconoció el circuito de casi 5,5 km diseñado por el arquitecto Hermann Tilke, el también creador de las flamantes pistas de Malasia, Baréin y China. Tras sus primeras impresiones, afirmó que le gustó lo que había visto y que se sentía capaz de ampliar su ventaja de siete puntos respecto a Alonso en la lucha por la corona. Su optimismo estaba basado en su magnífico pilotaje en la GP2 en el 2006. En aquella ocasión, Lewis había ido como un tiro en el circuito de Istanbul Park, donde terminó segundo gracias a varias maniobras inverosímiles tras haber hecho un trompo en la segunda vuelta.
En la rueda de prensa posterior a los entrenamientos, Felipe Massa también reconoció sentir predilección por esta pista: «Es un circuito muy especial para mí. El año pasado conseguí aquí mi primera pole position y mi primera victoria, así que guardo muy buen recuerdo. Me encantan el país, la ciudad y, sobre todo, el circuito, ya que supone todo un desafío para los pilotos. Ojalá me lleve un buen resultado el domingo».
El joven piloto brasileño había logrado su primer triunfo en un gran premio en ese preciso circuito un año antes, y cosechar un resultado similar aquel domingo del 2007 le habría metido en la pelea por el campeonato. Era el tapado que podía desbaratar los planes de McLaren. El brasileño, probablemente el mejor amigo de Lewis en la F1, vivía circunstancias similares: a él también se lo veía como el número dos de una estrella consolidada (en su caso, Raikkonen) y él también era lo suficientemente bueno como para eclipsar al piloto más veterano y reconocido, con el respaldo del mejor mentor posible en la F1: Michael Schumacher. El domingo por la noche en Estambul, Lewis sabría con certeza que no solo tenía que preocuparse de Alonso, sino también de Massa, quien una vez más estuvo a la altura de las expectativas.
Y hablando de Alonso, en la rueda de prensa posterior al GP, a Massa le preguntaron si creía que los «problemas entre los pilotos de McLaren podrían terminar beneficiándoles tanto a él como a Raikkonen», a lo que respondió: «Eso espero, pero no sabría decirte. No sabemos qué habrá pasado exactamente. Lo que sí sabemos es que hay una tremenda competencia entre los dos, pero eso es algo que se da entre todos los pilotos».
De hecho, antes de la cita en Estambul, debido a la insistencia de Big Ron, McLaren forzó una reunión de Alonso y Lewis para intentar mejorar el clima en el equipo. «Lo siento, pero somos demasiado competitivos como para poder ser amigos —explicó luego Lewis—. Me disculpé, se disculpó y acordamos dejar las cosas estar para concentrarnos en lo que queda de temporada. Después de la carrera, el ambiente era pésimo. Ahora bien, esto no es la guerra. Nos reunimos y hablamos las cosas.» Lewis afirmó que había sido una reunión «muy constructiva». Y, luego, cada piloto comentó por separado que no tenía ningún problema con el otro.
Al preguntarle a Alonso por la reunión, este se limitó a decir: «Tengo un contrato de varios años con McLaren y en este momento no tengo prisa por cambiar de aires».
Ron, que no había estado presente, se expresó en estos términos: «Aunque encabezamos ambos campeonatos, no es grato vivir una situación así de compleja. Tenemos que cumplir con nuestro trabajo. Lo principal es que cada uno de nosotros reconozca en qué contribuyó a las difíciles circunstancias que nos encontramos en Hungría y que se comprometa a impedir que se repita en carreras futuras. El propietario de McLaren es el primero en reconocer que son dos personas muy competitivas, pero esta competitividad no debe trascender más allá de la pista. Debemos exigir ceñirnos al principio de equidad cada vez que surja cualquier disparidad».
David Coulthard, piloto de McLaren durante nueve temporadas, manifestó públicamente que si había alguien capaz de mediar entre ambos ese era Ron Dennis: «Ron tiene sobrada experiencia para gestionar lo sucedido. Ya vimos en su día a Prost y Senna, y seguramente ya había ocurrido antes de ellos con otros pilotos de McLaren».
Niki Lauda, tricampeón del mundo, se mostró muy crítico con Alonso en declaraciones a BBC Radio 5 Live: «Alonso tiene que dejar de quejarse. Está usando toda clase de excusas. En lugar de quejarse y refunfuñar, debería esforzarse en ser más rápido. Saldrá perdiendo si sigue tratando de culpar a otros en vez de a sí mismo, porque Hamilton lo está clavando: es muy rápido y se está concentrando exclusivamente en pilotar, que es precisamente lo que debería hacer Alonso».
Al día siguiente, en la primera sesión de entrenamientos en Estambul, parecía que Alonso había tomado nota de esas palabras: acabó tercero, un puesto por delante de Lewis, aunque detrás de Massa y de Raikkonen, que había mandado de principio a fin. Lewis consiguió cambiar las tornas tras una magnífica demostración al final de la sofocante segunda sesión vespertina: acabó primero, por delante de Raikkonen, seguido de Massa, tercero, y Alonso, que cayó hasta la sexta posición. «He tenido algún problema con el estado de la pista —señalaba el asturiano—. Por la mañana, cuando rodamos por primera vez, la pista estaba resbaladiza. Pero tras hacer algunos ajustes, hemos revertido la situación. Luego, por la tarde, hizo mucho viento, lo que provocó un poco de subviraje. Ahora toca seguir trabajando. Sin duda, estamos entre los más fuertes, pero como ya sabíamos nos espera una lucha muy dura contra Kimi y Felipe.»
Lewis, por su parte, se mostró optimista: «Hasta ahora estoy satisfecho con mi actuación, sobre todo dado que hoy las condiciones no eran ideales. Aunque lamentamos que hayan interrumpido ambas sesiones, el trabajo que hemos hecho ha sido productivo y nos ha permitido progresar».
Al final del entrenamiento del sábado por la mañana, el de Stevenage seguía primero, por delante de Massa, Raikkonen y Alonso, en ese orden. Lewis marcó el crono más rápido, 1:27.325, con el que superaba a Massa en 0,041 segundos, a Raikkonen en una décima y a Alonso en cuatro. Finalmente, el brasileño, siempre al acecho, terminó arrebatándole la pole a Lewis tras firmar el mejor tiempo: 1:27.329. Lewis, con 1:27.373, quedó relegado al segundo puesto de la parrilla, seguido por Raikkonen y Alonso, tercero y cuarto respectivamente.
Llamativamente, durante la clasificación, McLaren había asignado tanto a Lewis como a Alonso un espacio separado en la zona de pits, cada uno con su equipo, para así evitar que se repitieran los problemas acontecidos en Hungría cuando el coche de Alonso impidió el paso a Lewis en el pit lane. Según Lewis, «habían decidido que era más fácil tener dos equipos en boxes, y lo cierto es que funcionó bastante bien». Esa era una de las ventajas de correr en un circuito moderno como el de Estambul: el pit lane y los garajes son mucho más amplios que en las pistas más antiguas, lo que permite albergar dos equipos de mecánicos si la situación lo requiere.
Tras asegurarse la pole, Massa dijo: «Este año hemos tenido sesiones clasificatorias muy ajustadas. La pole siempre se vende cara. He sido muy competitivo todo el fin de semana, y alcanzar el equilibrio adecuado me ha permitido marcar la diferencia cuando contaba de verdad. Es muy difícil estar concentrado al cien por cien y hacerlo todo bien. Tenemos un coche fantástico, pero ellos [McLaren] también van a ser muy competitivos».
Lewis también estaba muy contento con su propio resultado: «Al principio de la clasificatoria, sabía que rodaba a buen ritmo. Me sentía con confianza. Obviamente, también es un aspecto positivo haber terminado por delante de Fernando, que poco a poco ha ido a más». Pese a faltarle ritmo de entrada, se lo veía feliz de haber terminado superando a Alonso. Su experiencia en la GP2 y saber dónde y cómo adelantar claramente jugaron a su favor. «Hay pistas en las que no hay forma de acercarse lo suficiente. Aquí, aun siendo difícil, es posible adelantar. Tenemos un buen coche, una buena estrategia y estoy con muchas ganas de que me salga una buena carrera con mi gente.» Como de costumbre, Lewis atribuía sus logros a su diligente equipo; no en vano, varios integrantes del mismo no se habían tomado vacaciones por preparar el coche para Turquía.
Alonso también estaba satisfecho pese a haber acabado cuarto: «Estoy contento con mi clasificación de hoy. En mi última vuelta rápida decidí salir con neumáticos Bridgestone Potenza duros, y no creo que fuera una decisión equivocada. Esa última vuelta fue en verdad bastante estresante, ya que según los tiempos que manejábamos estaba previsto que cruzara la línea de meta a falta de dos segundos para el final de la sesión».
Terminó afectándole el tráfico y seguramente esos factores repercutieron en que no mejorara su propia marca y acabara cuarto. Más tarde, se evidenció su buen humor tras recibir de manos de Big Ron un regalo muy especial con motivo de su participación número cien en un gran premio. Al español le entregaron un enorme modelo a escala de un bólido Mercedes-Benz de 1954 y sonrió después de que Dennis bromeara al respecto: «¡Ahora ya tiene algo para tirarnos a la cabeza!».
Las bromas se acabaron a la mañana siguiente. La tensión era tan alta como la temperatura a pie de pista. Al final de una difícil carrera para Lewis, su ventaja en el campeonato sobre Alonso se había reducido en cinco puntos. El inglés había pilotado bien y todo apuntaba a que terminaría en un meritorio tercer puesto cuando, de pronto, sufrió un pinchazo en la vuelta 43, a falta de 15 vueltas. Fue un verdadero mazazo, máxime al ver que Alonso lo adelantaba a toda velocidad cuando se dirigía a boxes para que le reemplazaran la rueda frontal derecha. Hay que reconocer que Lewis hizo bien en llevar el coche a los pits, pues se encontraba a un tercio de vuelta. Desgraciadamente, también se había dañado el alerón delantero de su McLaren. Terminó quinto, Alonso tercero y Nicklaus Heidfeld, cuarto.
Alonso acabó a 26,1 segundos del ganador, Massa, quien lideró el doblete de Ferrari por delante de Kimi Raikkonen; el Hombre de Hielo rebasó la meta 2,2 segundos detrás de su compañero. Era la tercera victoria del brasileño en lo que iba de temporada y la quinta de su carrera, y con ella se aupó al tercer puesto de la clasificación, por delante del finlandés. Asimismo, como consecuencia del resultado, Ferrari estrechaba el cerco a McLaren, cuya ventaja en el campeonato de constructores pasaba a ser de 11 puntos.
Lewis se mostró desafiante tras la carrera: «Solo ha sido un pequeño imprevisto. Siempre surgen contratiempos. Aunque sigo siendo líder, con cinco puntos de ventaja, esto aún no ha terminado». Respecto al pinchazo, añadió: «El equipo estuvo de maravilla todo el fin de semana. Rodamos al ritmo de los Ferrari, pero cuando vas detrás se pierde un poco de downforce; estuvimos en tiempos similares durante casi toda la carrera. Vi que salieron unos trocitos disparados del neumático e hice un extraño al frenar en la curva n.º 9. Tuve suerte de no irme a la grava y poder regresar a los pits, ya que, gracias a eso, al final solo perdí dos puestos».
Norbert Haug, director deportivo de Mercedes, fue elocuente en su análisis de la carrera: «Es una lástima. Aunque el pinchazo ha impedido que Lewis suba al cajón, al menos ha salvado cuatro puntos muy importantes en circunstancias dificilísimas; unos puntos que al final podrían resultar decisivos».
Alonso también tuvo suerte. Hasta que se produjo el problema con el neumático, Lewis había vuelto a ir por delante del bicampeón del mundo. «Que te adelanten dos coches y verte en sexto puesto en la primera curva no es el mejor escenario —comentó—. Ahí, solo te queda esperar un milagro, y es lo que sucedió con Hamilton. Si en la segunda vuelta me hubieran dicho que terminaría en el podio, me habría costado creerlo.»
Tras la carrera, llegó a oídos de Lewis que las esperanzas de Nigel Mansell de ganar el Campeonato Mundial en 1986 se frustraron tras pinchar un neumático en Adelaida, lo que benefició a Alain Prost, su principal adversario, del mismo modo que a Alonso en Turquía. ¿Sintió Lewis escalofríos cuando se lo comentaron? En absoluto: «No lo recuerdo; ¡entonces solo tenía un año!».
El nuevo fenómeno de la F1 tenía una voluntad inquebrantable. Todavía tenía mucho por hacer si quería poner el colofón a sus proezas con la consecución del campeonato, pero lo cierto es que había cambiado radicalmente como persona. Era más duro y fuerte, y tras meses restando importancia a sus logros, había empezado a creer en sus posibilidades. Sabía que tendría que dar el do de pecho después de que Alonso recortara su ventaja de cinco a tres puntos tras acabar segundo en Monza. Y, además, había manifestado su preocupación por las tres últimas carreras, en Japón, China y Brasil, puesto que nunca antes había corrido en ninguno de esos circuitos. Con todo, no estaba dispuesto a bajar los brazos: «Aunque es posible que todo se decida en la última carrera, en Brasil, espero conseguirlo antes; lo importante, al fin y al cabo, es conseguir el título, ya sea antes o en la última carrera».
Pese a su aparente tranquilidad, la presión era enorme cuando Hamilton se disponía a afrontar en Japón la primera de las tres últimas pruebas decisivas en su temporada de debut en la F1. La prueba, en el Fuji Speedway, estaba programada para el domingo 30 de septiembre y para entonces habían pasado casi dos meses desde su último triunfo en un gran premio. El 5 de agosto, Lewis había subido a lo más alto del podio en Hungría después del varapalo del GP de Europa, en Nürburgring, dos semanas antes, cuando tuvo que conformarse con un pírrico noveno puesto. Después de Hungría, acabó quinto en Turquía, segundo en Monza y cuarto en Bélgica.
A su llegada a Japón el jueves previo a la carrera, estaba entre la espada y la pared. Lo que debería haber sido un sueño cumplido a medida que la temporada avanzaba, se había convertido en un intrigante espectáculo para el joven inglés que ahora parecía un piloto completamente distinto, más maduro, en comparación con el chaval que había firmado un emocionante debut en la F1, sumando nueve podios consecutivos en sus nueve primeras carreras.
¿Qué podía haberse torcido? ¿Por qué el claro favorito se había desinflado en los últimos grandes premios? Era una pregunta muy pertinente. ¿Dónde había ido aquel espíritu desbocado y ambicioso del inicio de la temporada? ¿Por qué de pronto había empezado a cometer fallos y errores? Tal vez la inexperiencia y la presión finalmente le estaban pasando factura, unidas a la fatiga de tener que luchar en varios frentes distintos durante una temporada frenética. Y, por supuesto, el escándalo del Spygate seguramente había pesado también.
El consabido escándalo del espionaje había traído cola y se había convertido en una gran preocupación para Hamilton. Aunque en público lo consideraba un tema irrelevante, por lo que pude saber, temía que pudiera suponer una traba a su sueño de ganar la corona mundial y que, de un modo u otro, terminaran descalificándole. Lewis asistió a la reunión extraordinaria de la FIA convocada en París el 13 de septiembre.
Tanto él como Alonso se libraron de ser penalizados, pero al equipo le impusieron una multa récord de 50 millones de libras, además de privarlo de todos los puntos que había sumado durante la temporada en el campeonato de constructores.
Dennis estaba tan disgustado y furioso que apenas podía pronunciar palabra tras la reunión; sin embargo, esto dijo, con lágrimas en los ojos: «Lo principal es que vamos a competir este fin de semana, el resto de la temporada y cada año. Ahora bien, no puedo aceptar que seamos penalizados ni que se dañe nuestra reputación de este modo. Las pruebas que nuestros pilotos, ingenieros y demás personal han presentado ante la FIA demuestran con claridad que no hemos utilizado información filtrada para sacar ventaja en la competición. Jamás hemos negado que la información de Ferrari estuviera en poder, a título personal, de uno de nuestros empleados. Todo se reduce a una pregunta: ¿McLaren ha utilizado dicha información? La respuesta es no, y en modo alguno se ha demostrado hoy que así sea».
A pesar de tanto problema y decepción de última hora, en Japón, al menos, Lewis Hamilton podía dejar todo a un lado para concentrarse en la carrera. Como ya hemos apuntado, ante la adversidad, Lewis siempre responde. En el país asiático selló su cuarta y última victoria de una sensacional temporada de debut logrando así, al menos sobre el papel, que las dos últimas carreras del campeonato fueran un mero trámite.
El sábado por la tarde Lewis se había llevado su quinta pole del año en el monte Fuji, con un crono de 1:25.368. Alonso, con 1:25.438, lo siguió en la parrilla. Raikkonen fue tercero (1:25.516) y Massa (1:25.765), cuarto. Una vez más volvían a citarse los cuatro grandes a medida que se acercaban las tres últimas carreras de la temporada. En la rueda de prensa tras la clasificatoria volvió el Lewis más eufórico: «Hemos empezado con buen pie. Durante todo el fin de semana hemos ido un poquito mejor que otros, y hoy el coche ha rendido bien. Las condiciones han sido bastante difíciles: no sabemos cómo será la pista con lluvia, y puesto que esta mañana no pudimos entrenar, podemos sentirnos afortunados de que el equipo haya podido hacer un trabajo fantástico con los reglajes. Cuando estás en la pista pierdes la noción del espacio y el tiempo: lo único que tienes realmente es el control en el pit; ni siquiera sabes cuánto tiempo queda. La sincronización ha sido perfecta, y yo lo he aprovechado lo mejor posible».
Cuando le preguntaron si había sentido presión, respondió: «La verdad es que estoy muy tranquilo. Visto cómo ha transcurrido el fin de semana, espero estar aún más relajado. Estoy en una posición inmejorable, aunque, claro está, tengo a estos dos [Alonso y Raikkonen] respirándome en el cuello. Pero, vaya, que no estoy especialmente preocupado. El coche vuelve a ser una garantía. Mañana asistiremos a una lucha muy reñida; todos estamos rodando en cronos similares. La clave va a estar en salir airoso de la primera curva para intentar distanciarme».
También resultarían clave las condiciones atmosféricas y la gestión de la lluvia por parte de cada equipo. Lewis impresionó incluso a los aficionados más veteranos con la serenidad con que afrontó tanta presión. Fue también su primer triunfo con lluvia y, tras una exhibición de dos horas sin apenas errores en un circuito durísimo, recibió la felicitación unánime del mundo de la F1. Raikkonen y Massa se vieron en clara desventaja desde los primeros compases de carrera por haber optado por neumáticos intermedios en vez de por las gomas de lluvia extrema que había decretado Charlie Whiting, el director de carrera. A Ferrari se le ordenó parar en boxes tras solo dos vueltas, y tanto Raikkonen como Massa sufrieron mucho desde entonces. Luego, en la vuelta 41, Alonso perdió el control de su monoplaza y colisionó contra el muro.
A 8,377 segundos de Hamilton entró Heikki Kovalainen, mientras que Raikkonen acabó tercero. A Lewis y Fernando les habría venido bien ver el vídeo de la carrera y observar cómo Massa ayudaba a Raikkonen. A diferencia de los pilotos de McLaren, que seguían luchando por la supremacía, a falta de 10 vueltas, Felipe entró en el pit lane y dejó que Kimi ocupara su tercer puesto: un gesto que, además de magnánimo, fue decisivo, pues el campeonato terminó decidiéndose por un punto de diferencia.
Lewis estaba pletórico tras su primera victoria en casi dos meses, aunque reconoció que no había sido fácil pilotar con lluvia: «En multitud de ocasiones pensé que debían parar la carrera. Por momentos era dificilísimo, aunque cuando se secaba un poco era más fácil mantener el control. Al principio, cuando íbamos detrás del safety car, estaba con muchas ganas de seguir. Al no notar especialmente la presión de Fernando, pude ahorrar combustible y pisar a fondo. Después de repostar, me enteré de que se había salido de la pista y, aunque se reincorporó, había perdido varias posiciones. La pista estaba en un estado espantoso y, al final, tuve suerte de poder acabar la carrera tras tocarme [en la vuelta 34] con Robert Kubica. Cuando vas por detrás, sobre todo en esas condiciones, es responsabilidad tuya extremar la cautela. Creo que Robert corrió un riesgo innecesario, aunque terminé sin mayores complicaciones. Siento que ha sido la carrera más larga de mi vida, quizá por la salida del safety car en dos ocasiones y por las condiciones tan difíciles en que corrimos. Pero lo principal es que conseguí la victoria; no podría estar más feliz».
Tras la carrera, Hamilton aventajaba a Alonso en 12 puntos y a Raikkonen en 17, a falta de solo 20 por disputarse en las dos últimas citas del campeonato: China y Brasil. Las cosas tenían que ponérsele muy mal para no ganar el título. A mi modo de ver, su conducción en Japón, donde tuvo que hacer frente a gran presión y a muchas adversidades, estuvo a la par de su debut en Montreal a principios de temporada. Sin embargo, aquel momento de brillantez quedó empañado con su decepcionante actuación en la siguiente carrera, en China, donde se produjo su primer abandono en la F1.
Lewis había llegado a Shanghái rebosante de confianza: era la hora de la verdad, podía ganar matemáticamente el título. Aquello por lo que había trabajado durante tantos años estaba al alcance de su mano. Solo tenía que ir, recogerlo y llevárselo a casa.
El sábado todo salió según lo previsto: se llevó sin despeinarse su sexta pole con una marca de 1:35.908. Inmediatamente detrás de él estaban Raikkonen, Massa y Alonso, pero aquello no parecía revestir importancia. La victoria y la corona estaban en su mano, tal como declaró aquel día tras la clasificatoria: «Ha sido una muy buena sesión para mí y el equipo. Estaba convencido de que íbamos lo bastante rápido como para imponernos a los Ferrari aquí; y, sin embargo, parecían muy fuertes, sobre todo en las curvas rápidas. Hice mi primera tanda con neumáticos compuestos Bridgestone Potenza duros, que hasta la fecha habían sido los más consistentes. En cambio, para la última, optamos por gomas blandas y nos salió la jugada. Mañana veremos una carrera muy disputada, pero tenemos una buena estrategia y soy muy optimista».
Raikkonen, pese a estar 17 puntos por debajo en la clasificación, también sonaba sorprendentemente seguro de sí mismo, aunque muy pocos repararon en ello, pues la mayoría de los expertos lo descartaban de la lucha por el título: «Claro que habría sido mejor estar en primera posición, pero, dadas las circunstancias, la segunda plaza es un buen resultado, más si tenemos en cuenta la incertidumbre de cuánto combustible llevarán los diez primeros en la parrilla. Estoy muy contento con el rendimiento del coche este fin de semana: hemos demostrado ser competitivos en todas las condiciones y creo que debería ser lo mismo incluso si llueve, lo cual es probable. Tengo plena confianza. Sabemos que el campeonato está complicado, pero voy a darlo todo por tratar de ganar».
Y, efectivamente, así fue: 24 horas más tarde, el Hombre de Hielo había firmado su quinto triunfo de la temporada y el 14.º de su carrera. La ventaja de Hamilton sobre el finlandés era entonces de solo siete puntos, después de que el inglés tuviera que abandonar tras salirse de la pista en la vuelta 30. Alonso fue segundo, y quedó a solo cuatro puntos de Lewis; Massa, tercero. Era un panorama que pocos habían previsto. Lewis había dominado el inicio de la carrera sobre mojado, pero rodó durante demasiado tiempo y terminó desgastando sus gomas de lluvia. También cometió el error de luchar contra Raikkonen, cuando, desde un punto de vista estratégico, no tenía necesidad de ello, lo que añadió mayor presión sobre sus ya maltrechos neumáticos, y en la vuelta 30 lo pagó caro: con el neumático trasero derecho completamente degradado, trató de entrar en los pits, pero se fue hacia la grava y tuvo que retirarse por primera vez en la temporada; los comisarios trataron en vano de empujarlo para que regresara al circuito.
Tras la carrera, el director de McLaren trató de desviar cualquier crítica hacia Lewis: «Visto en perspectiva, dejamos que siguiera una vuelta de más. Sus gomas estaban muy desgastadas, y la decisión fue nuestra. Nos llegaban constantemente datos meteorológicos contradictorios. No queríamos que entrara y le pusiéramos las gomas equivocadas».
Lewis trató de ocultar su decepción señalando que aún quedaba una carrera para rematar la faena. También dejó claro que aquel revés no había sido culpa del equipo: «Los neumáticos estaban destrozados. Son cosas que pasan. Lo lamento por el equipo, pero aún tenemos posibilidades; que no se preocupen. Estábamos haciendo una carrera fantástica, pese a no saber si iba a llover o no. Las gomas fueron degradándose cada vez más, y cuando me dirigía a boxes parecía como si fuera sobre hielo: perdí el control irremediablemente. No veía nada por los retrovisores porque estaban completamente sucios. El coche no tenía agarre. Es una faena, pero todavía queda una carrera. Cuando salí del coche estaba muy disgustado porque no había cometido un solo error en todo el año, y hacerlo precisamente antes de llegar al pit lane... Digamos que no es la clase de error que suelo cometer».
Antes de marcharse de China, Raikkonen dejó unas declaraciones de lo más agoreras: «¡Estoy exultante! Es un magnífico resultado para mí y para todo el equipo, que ha hecho un trabajo excelente. Necesitábamos este triunfo y lo hemos conseguido. Al principio, tuve mucho subviraje, pero luego la situación mejoró. Fui uno de los últimos en cambiar a gomas de seco, pero eso me ayudó, ya que pasado un rato empezó a llover otra vez. Incluso después de la segunda parada seguía teniendo un poco de subviraje, pero la situación mejoró en el tramo final. Sabía que Alonso estaba rodando muy rápido, pero tenía la situación totalmente bajo control. El coche estaba funcionando bien, en general, tanto sobre mojado como en seco. La semana previa, en Fuji, tuvimos mala suerte. Pero hoy nos fue de maravilla. Hemos vuelto a ver que en este deporte todo es posible. El título de pilotos sigue estando muy difícil, pero en Brasil pondré toda la carne en el asador para ganar, aun cuando el resultado final no solo dependa de nosotros. Va a ser una excelente pelea, muy interesante y difícil de pronosticar».
Fue todo eso y mucho más, pues la que estaba siendo una de las mejores temporadas en la historia de la F1 estaba a punto de llegar a su desenlace, en Brasil, el 21 de octubre del 2007. Lewis Hamilton había sido el catalizador de un espectacular repunte de la F1 y también sería el protagonista del acto final de aquella obra. Pero, por desgracia y tristemente, la fortuna no le sonrió a él, sino al hombre que había llegado furtivamente para hacerse con el título en el último segundo: Kimi Raikkonen, el discreto, ocurrente y algo extravagante fenómeno nacido en Finlandia.
El desembarco de Lewis en São Paulo también marcó un importante capítulo de su propia vida; era casi como si él mismo hubiera cerrado un círculo. Se encontraba en la ciudad natal del legendario piloto que lo había inspirado desde niño, el hombre que había dejado su impronta en toda su carrera, el gran Ayrton Senna. Lewis había telefoneado previamente a Viviane, hermana de Ayrton, para preguntarle si le importaba si visitaba la tumba de su hermano. Le dio su visto bueno, pero la visita jamás se produjo, ya que Lewis, siguiendo el consejo de la dirección de su equipo, decidió que sería inapropiado porque atraería a una multitud de paparazzi.
Le dijo a Viviane que se acercaría al cementerio de Morumbi en otra ocasión, cuando fuera más indicado. La mujer, de cincuenta años, que se había visto con Lewis, habló para el Sun: «Me llamó para preguntarme si tenía inconveniente en que visitara la tumba de Ayrton. Y solo pudimos sentirnos halagados de que piense en Ayrton durante un evento tan importante. Sé que mi hermano admiraría a Lewis, tanto por sus dotes al volante como por su personalidad. Si estuviera aquí, le diría: “Sé tú mismo, porque eres un verdadero campeón, tanto si ganas ahora o más adelante”. Me recuerda a él en muchas cosas. Ayrton nunca quiso ser una leyenda, y no le importaba ni el dinero ni la fama. Solo quería ganar y ser el mejor, igual que Lewis. Lewis tiene muchísimo talento y está esforzándose por hacer realidad su sueño. Es, como Ayrton, una persona sencilla e íntegra, pude verlo en su mirada cuando lo conocí. Es difícil compararlos como pilotos, pero en Lewis veo un talento extraordinario».
No obstante, ese talento no bastaría para levantar el título en el circuito de Interlagos aquel fin de semana. Lewis tropezó en el obstáculo final. En la clasificatoria del sábado había terminado segundo, detrás de Massa. Raikkonen fue tercero y Alonso, cuarto. Pero fue incapaz de repetir resultado en la carrera. Al preguntarle cómo se sentía la noche previa al día más importante de su vida, respondió: «Estoy con mucho ánimo, muy entusiasmado y, al mismo tiempo, relajado. Corro con un coche estupendo, me encanta el circuito y hasta la comida está riquísima. Los aficionados viven el deporte con mucha pasión. He visto, además, unas cuantas banderas británicas por ahí, así que, sí, estoy muy contento de ver que se nos apoya».
Hamilton acabó en un decepcionante séptimo puesto, mientras que Raikkonen, que fue de tapado desde el inicio, cosechó una espectacular victoria y, con ella, su primer Mundial de F1. Massa fue segundo; Alonso, tercero; con ese resultado, Kimi terminaba la temporada con 110 puntos, uno más que Lewis y Alonso. (El inglés fue subcampeón por haber sumado más segundos puestos que el asturiano a lo largo de la campaña.)
Lewis lo pasó mal desde el principio. En la parrilla solo estaba un puesto por delante de un beligerante Raikkonen que, ya antes de la primera curva, le había comido la tostada al inglés. Una soberbia maniobra del finlandés permitió a Alonso colarse por dentro, y fue entonces cuando quedaron en evidencia la inexperiencia y el criterio de Hamilton. Iba cuarto, detrás de Massa, Raikkonen y Alonso, pero cuando intentó reaccionar, tratando de adelantar a Alonso por fuera, terminó saliéndose de la pista. Se había descolgado hasta el octavo puesto y, por si fuera poco, en la octava vuelta empezó a tener problemas con la caja de cambios. Aunque Lewis volvió a la refriega, había perdido 40 segundos e iba 18.º. Había sido un desastroso tropiezo del que no se recuperaría, aunque hay que reconocerle el mérito de que terminara la carrera en séptimo lugar.
Raikkonen se puso a la cabeza de la carrera y del campeonato después de que Massa lo dejara pasar tras su segunda parada. El maravilloso y osado periplo de Hamilton en su temporada de debut acabó con un final frustrante. Pero ¿podía hablarse de fracaso? Seamos realistas: había superado a su compañero de equipo, el bicampeón del mundo, llegando a arrebatarle el subcampeonato, y había quedado a un solo punto del título en una sensacional campaña. Había sido una temporada de aúpa, en gran medida gracias a las proezas del chaval de Stevenage. Al final hubo incluso una dosis de intriga cuando se supo que los comisarios estaban investigando el tipo de combustible utilizado por los Williams y los BMW Sauber, cuyos pilotos acabaron en cuarto, quinto y sexto puesto. Si los hubieran descalificado, Lewis se habría llevado la corona, aunque afirmó que no quería ganar en los despachos. El triunfo terminó siendo de Raikkonen: «Aunque no estábamos en la mejor posición, siempre creímos que podíamos reponernos y mejorar. Incluso en los momentos más difíciles, todos hicimos piña y no tiramos la toalla. Trabajamos a tope y la situación mejoró». Había vencido en seis carreras y se merecía el título. Incluso Alonso fue elegante en la derrota: «Todos tenemos altibajos, momentos mejores y peores. No es ningún secreto que tuve problemas con el equipo. Tratamos de trabajar juntos de la mejor manera posible y terminamos terceros en el campeonato de pilotos. Guardo muy buenos recuerdos de esta temporada».
Ahora bien, seguramente Lewis debía atesorar mejores recuerdos que nadie: el joven piloto, que había aparecido de la nada para encaramarse en la cima de la F1, había ofrecido los mejores momentos de la temporada. Y, por más dolido que estuviera después de Interlagos, lo cierto es que demostró saber estar: «Como es natural, estoy muy decepcionado por el resultado de hoy. Había liderado la clasificación casi toda la temporada, pero al final no ha podido ser. No obstante, tengo que ver el resultado en perspectiva: este es mi primer año y, en general, ha sido fenomenal. Soy muy joven y tengo muchos años por delante para cumplir mi sueño de coronarme campeón del mundo».
Fenomenal. Así podría resumirse su temporada de debut. Eso sí, tanto a sus admiradores como a sus detractores se les agotaron los adjetivos para definir lo que lograría al año siguiente.