CAPÍTULO 6

RON, EL GRAN JEFE

Tal vez no sea el tipo más querido del pit lane, pero lo cierto es que a Ron Dennis —Big Ron (el Gran Ron), como se le conoce universalmente en el Gran Circo— eso no podría importarle menos. Y prueba de ello es su carácter impetuoso, tan seguro de sí mismo que parece el dueño de la F1. Por supuesto, no es así: esa definición sería más apropiada para Bernie Ecclestone, presidente de este gran espectáculo. No obstante, como director de uno de los dos equipos de F1 más potentes (junto a Ferrari), es una figura muy influyente y, en lo que a esta obra concierne, el principal responsable del imparable ascenso de Lewis Hamilton.

Lewis es, de hecho, el primero en reconocer que está en deuda con Dennis: «Ron y mi padre han sido las mayores influencias en mi carrera. De no haber sido por ellos, hoy no estaría donde estoy. A ambos les debo mucho por su fe en mí. Ron me dio mi primera gran oportunidad y siempre le tendré una infinita gratitud por ello. Es, además, mi amigo, alguien con quien puedo hablar de cualquier cosa y que siempre tiene tiempo para mí. Es una persona maravillosa».

Pero, como segundo padre y mentor, Dennis dirige la carrera de Lewis de un modo muy similar al trato que daba el exentrenador de fútbol Alex Ferguson a un joven Ryan Giggs a su llegada al Manchester United; ahondaremos más en ello al final de este capítulo. Antes, prestemos atención a Dennis como persona, a su experiencia, y a cómo resucitó McLaren tras sufrir mucho para mantenerse en la élite durante los años ochenta.

Kimi Raikkonen, antiguo número uno de McLaren, reflejó la opinión de muchos en el paddock cuando, a principios del 2007, tildó a su exjefe de «maniático controlador». Pero, Dennis, con su habitual forma de volver las tornas, se limitó a declarar que así era, que Kimi tenía toda la razón: «Sonreí al oír que me había llamado eso, porque lo cierto es que lo soy: no me importa que se preste mucha atención a los detalles».

Efectivamente, se lo conoce por su naturaleza perfeccionista y por tomarse muy en serio su trabajo. Hay quienes piensan que carece de sentido del humor, pero eso no es más que una media verdad: en las distancias cortas destaca por su ironía y no tiene problema en reírse de sí mismo. No en vano, llegó a admitir, como el entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, que estaba esforzándose ligeramente por ser más cercano en público. No es que no le gustara la gente; más bien, su compromiso con su trabajo le hacía mostrarse como alguien arisco e introvertido.

Basta observar la vuelta de tuerca que el propio Dennis dio tanto al equipo como a sí mismo para ver los cambios en McLaren desde la temporada 2006: se deshizo del sublime pero apático Raikkonen y trajo como sustituto al joven e irreverente bicampeón del mundo Fernando Alonso, para luego sacarse otro conejo de la chistera al catapultar a un principiante relativamente desconocido como Lewis Hamilton. A su marcha de McLaren, Raikkonen, apodado Iceman (Hombre de Hielo), demostró su consabida adustez con esta inexpresiva declaración: «He estado cinco años en McLaren, pero quería algo distinto». Tampoco contribuyó a su causa el hecho incontestable de que en su última temporada el equipo fuera incapaz de ganar una sola carrera, algo insólito en los diez años anteriores. Esa contundente realidad llevó a que Dennis se empeñara aún más en devolver la escudería a la cúspide de la F1 y conseguir el primer título desde que Mika Hakkinen lo levantara en 1999.

A medida que los vientos de cambio iban llegando al equipo, Dennis decidió que McLaren empezara la temporada 2007 firmando con nuevo patrocinador: el gigante de las comunicaciones Vodafone, el tercero en los treinta años previos. Y, como colofón, encargó todo un despliegue publicitario en España para la presentación de su nuevo monoplaza, el MP4-22. Alonso y Hamilton se echaron a las calles de Valencia en un circuito creado para la ocasión frente a 100 000 aficionados para dar unas cuantas vueltas de exhibición. La organización del evento, al parecer, superó los cuatro millones de libras. Dennis quería demostrar que podía hacer una presentación por todo lo alto y convencer así a algunos medios escépticos de que aspirar al título era posible. Sus posteriores estallidos contra la prensa por sus «intromisiones» en la vida privada de Hamilton les haría pensárselo dos veces. Pero no quedaba prácticamente ninguna duda de que al principio de la temporada Ron Dennis estaba esforzándose por sacudirse la etiqueta de tipo aburrido y tedioso que le habían endosado. Y una buena demostración de ello fue que, durante el espectáculo de Valencia, declaró lo siguiente: «Antes de firmar con Vodafone, hace más de un año, encargamos una encuesta para saber cómo se nos percibía como equipo. Hubo aspectos positivos (integridad, honestidad, deportividad, vanguardismo, modernidad...), pero, también, negativos (frialdad, distancia respecto a la afición...), lo cual nos sorprendió, máxime si se tiene en cuenta que en los circuitos organizamos jornadas de puertas abiertas y, además, siempre tratamos de cooperar con los medios. Sin embargo, fuera como fuese que los medios nos percibieran, esa imagen no coincidía con la del público, de modo que decidimos hacer algo al respecto. Queríamos ser más humanos».

También habló de su compromiso por revitalizar la Fórmula 1, pues había perdido tirón entre los aficionados durante los años de absoluta hegemonía de Schumacher: «Hoy no es un día para presumir de coches y pilotos, sino para escenificar nuestro compromiso con la F1. Que no se vea como una forma ostentosa de presentar un coche. La gente quería una F1 dinámica, que llegara a todos; pues bien, esta es nuestra forma de satisfacer esa necesidad».

Aun así, durante su estancia en Valencia, no pudo reprimir el lado más pragmático de su naturaleza, que afloró al hablar de sus esperanzas para la nueva campaña, aunque también mostraría su entusiasmo acerca de Lewis Hamilton, el chico que llevaba nueve años tutelando: «Es importante no caer en el optimismo ni en el pesimismo, sino ser realistas. Hasta ahora, todo apunta a que este año vamos a tener un mejor coche, aunque solo el tiempo dirá si seremos competitivos. Muchos creen que Lewis debería estar en un equipo menos competitivo para que se rebajen las expectativas. Pero está sabiendo llevarlo. Los últimos cinco meses hemos trabajado incansablemente para que esté a la altura, que sea el piloto más en forma y que conozca bien las reglas. Controla aspectos del monoplaza que contados pilotos se han tomado la molestia de aprender. No será el piloto más curtido esta temporada, pero tendrá mucho más conocimiento que la mayoría de ellos, además de un estado físico envidiable».

Con esas palabras, Ron Dennis expresaba por qué los británicos estaban orgullosos de contar con él en la batalla de la F1. Más allá de la opinión de cada cual, parezca más o menos aburrido, es indudable que sabe de lo que habla y que la decisión de llevar a Lewis Hamilton a la F1, cuando casi nadie habría apostado por él, dice mucho de su persona.

Ron Dennis nació el 1 de junio de 1947 en Woking, la localidad de Surrey en la que también creció y donde, con el tiempo, terminaría ejerciendo como director de McLaren. A los dieciséis dejó los estudios para ser aprendiz de mecánico en el taller Thomson & Taylor de Weybridge, cerca del circuito de Brooklands, hoy en desuso, aunque realizó un curso a tiempo parcial en tecnología automotriz en el Guildford Technical College. Cuando Thomson & Taylor fue absorbido por el Chipstead Motor Group, Dennis fue transferido a otra área del negocio: la empresa automovilística Cooper Car Company. Fue su primera gran oportunidad, ya que se dedicaban a la fabricación de coches de carreras. En 1966, a los diecinueve años, se convirtió en mecánico del equipo de F1 Cooper, cuyo piloto estrella era Jochen Rindt. En 1968, el alemán fichó por Brabham y, prueba del buen hacer de Dennis, insistió en llevarse al inglés con él. Un año después, Rindt se marchó a otro equipo, a Lotus. Dennis consideró que se debía a Brabham, donde le nombraron jefe de mecánicos. Posteriormente, en 1970, Rindt —con quien Dennis mantenía una estrecha relación— murió trágicamente durante un entrenamiento del GP de Italia en Monza.

Fue un duro golpe para Dennis, lo mismo que cuando, en 1971, Jack Brabham decidió abandonar la F1. El legendario australiano, que entonces contaba cuarenta y cuatro años, estaba empatado aquella temporada en el quinto puesto con Jackie Stewart. Al retirarse, explicó que dejaba definitivamente el automovilismo y, antes de regresar a Australia, vendió a Ron Tauranac su participación en la escudería.

Sin embargo, tras cerrársele una puerta, a Ron Dennis se le abrió otra. Y con veinticinco años, aquel mismo año, fundó su propia escudería con el mecánico y antiguo compañero Neil Trundle. La llamaron Rondel y establecieron su sede en el territorio de Ron: Woking. Consiguieron el patrocinio de la empresa petrolera francesa Motul y compraron a Tauranac dos chasis del BT38 de Brabham. El equipo hizo su primera aparición en Hockenheim, con Graham Hill y Tim Schenken como pilotos. Hill se impuso en una de las dos mangas, pero en el cómputo global terminó derrotado por el Tecno de François Cevert. Una semana después, el lunes de Pascua, Hill dio al equipo su primera victoria absoluta en Thruxton. Ese mismo año, Bob Wollek se incorporó como tercer piloto. Aquel invierno, el trío viajó a Sudamérica, donde Schenken cosechó la segunda victoria del equipo en Córdoba (Argentina).

Pero los problemas aparecieron nuevamente: Ron estaba trabajando a destajo, y una noche, de camino a casa, se vio implicado en un grave accidente de tráfico, lo que lo obligó a replantearse las cosas. Decidió entonces que dejaría de probar los coches para gestionar y planificar los monoplazas. Ese era su destino, y pronto desarrollaría su propio chasis. Al cabo de un año, encargó a Ray Jessop el diseño de un coche de F2 para la temporada 1973. Lo llamaron Motul, como el principal sponsor del equipo, y su chasis se utilizó a principios de aquel año. Henri Pescarolo ganó la segunda carrera de F2 de la temporada y Tim Schenken sumó su segunda victoria en otoño. Llegado a ese punto, Dennis ya estaba planificando el programa de Rondel en la F1, pero su primera incursión en la categoría reina se debió a circunstancias externas.

En octubre de 1973, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidió subir el precio del crudo y provocó una crisis económica mundial que terminó dando al traste con el patrocinio de Motul. Dennis y Trundle tuvieron que abandonar su sueño y vender el proyecto a los empresarios Tony Vlassopoulo y Ken Grob, fundadores del equipo de F1 Token. Durante el resto de aquella década, Ron Dennis se concentró en la F2, imponiendo enseguida a su equipo la férrea disciplina que sigue exigiendo en la actualidad. En una ocasión, explicó que esperaba limpieza y orden en el entorno tradicionalmente caótico del taller y el paddock, amén de absoluta entrega y compromiso con el trabajo para que los coches estuvieran en condiciones óptimas.

En 1975 puso en marcha el equipo Project Three y pronto se vio formando a campeones, afinando los coches de F2 del BMW Junior Team. A finales de esa década creó otro equipo, al que llamó Project Four. Los triunfos en F2 y F3 no se hicieron esperar: en 1979 y 1980 se alzó con el título inglés gracias al respaldo de Philip Morris (Marlboro) y, en 1980, además, ganó el título Procar con Niki Lauda como piloto.

Ese mismo año, Dennis ascendió al puesto al que estaba destinado: jefe de McLaren. Los patrocinadores del equipo, que también habían colaborado con Project Four a través de Philip Morris, decidieron la fusión de ambos y convinieron que la nueva escudería resultante se llamara McLaren International.

Una de sus primeras decisiones de calado para reflotar el agotado emporio de McLaren fue incorporar al diseñador John Barnard, que empezó a trabajar en el revolucionario nuevo coche del equipo: el MP4/1. Se utilizó en las temporadas 1981, 1982 y 1983, y fue el primer monoplaza de F1 en emplear un monocasco de fibra de carbono. En 1982 dio otro golpe maestro al conseguir una enorme financiación del patrocinador de Williams, Mansour Ojjeh. Este empresario saudí, nacido en Siria, sentía verdadera pasión por el automovilismo, por lo que persuadirlo no fue particularmente difícil. Dennis pudo disponer de cinco millones de dólares para el desarrollo de un nuevo motor fabricado por Porsche. La nueva era de McLaren se prometía esplendorosa. Ojjeh y Dennis crearon TAG Turbo Engines y, en septiembre de 1982, anunciaron la fabricación de su primer motor, que se presentó en la Feria del Automóvil de Ginebra a principios de 1983 y compitió por primera vez en el GP de los Países Bajos en agosto de ese mismo año.

Al año siguiente, los pilotos de McLaren-TAG Niki Lauda y Alain Prost dominaron el Campeonato Mundial, logrando 12 victorias en un total de 16 carreras. Lauda había conquistado el título por medio punto de diferencia sobre Prost, y entre ambos habían conseguido más del doble de puntos que Elio de Angelis, tercer clasificado. Sin embargo, al año siguiente cambiaron las tornas y Prost venció a Lauda en el Mundial de pilotos, quedando McLaren ocho puntos por delante del subcampeón, Ferrari, en el de escuderías.

En cinco años, Dennis había logrado que McLaren pasara de segundón a dominador: un logro más que notable. A finales de 1984, Ojjeh se convirtió en el accionista mayoritario de McLaren, aunque el acuerdo no vio la luz hasta marzo de 1985. Fue una justa recompensa por haber efectuado una inversión que, sin duda, revitalizó una empresa que luchaba por mantenerse en la cima del automovilismo.

El imperio de TAG/McLaren siguió creciendo de forma constante a finales de los años ochenta, gracias a la consecución de más éxitos tras la incorporación de motores Honda y la diversificación de TAG Electronics y TAG/McLaren Marketing y McLaren Cars. Dennis, que había empezado su carrera como humilde aprendiz de mecánico en Woking, estaba literalmente en la cúspide del automovilismo. En 1988, su equipo McLaren consiguió ambos títulos tras vencer en 15 de las 16 carreras disputadas. Pero tenía un gran problema interno: impedir que Prost y Senna se estrangularan el uno al otro. Hizo un buen trabajo manejando el inmenso ego de ambos, pero, a mediados de 1989, ni siquiera él pudo poner freno a su enemistad. Tras una polémica colisión entre ambos en el GP de Japón, que tuvo como desenlace que el título fuera a manos de Prost, el francés decidió marcharse a Ferrari y, la temporada siguiente, Gerhard Berger ocupó su lugar.

Senna continuó solo por la senda de la victoria: ganó el título en 1990 y 1991, lo que, sumado al campeonato de 1988, también en McLaren, lo convertía en tricampeón. Sin embargo, en 1993, el brasileño también decidió abandonar el equipo, y habrían de pasar cinco años para que la escudería inglesa volviera a saborear las mieles del éxito. Sería de la mano de Mika Hakkinen y David Coulthard, en 1998, cuando el finlandés consiguió el título.

Tal como había hecho desde que tomara las riendas en 1980, Dennis analizó en detalle la situación del equipo durante aquella época de sequía a mediados de los noventa. Consideró que lo que hacía falta era una inyección de sangre nueva y sabía quién era la persona que podía proporcionarla. En 1996 contactó al formidable diseñador de Williams Adrian Newey para ofrecerle el puesto de director técnico de McLaren. Newey aceptó la propuesta y, en 1998, McLaren volvió a hacerse tanto con el título de pilotos como con el de constructores, a los que seguiría un segundo campeonato de pilotos en 1999.

Dennis, que hoy reside en Surrey con su mujer y sus tres hijos, tuvo también el honor, a título personal, de ser nombrado doctor honoris causa por la Universidad De Montford en 1996 y por la City University de Londres en 1997. Posteriormente, el hombre que volvió a poner en pie a McLaren entró en el nuevo milenio por la puerta grande tras ser investido caballero de la Orden del Imperio Británico en el año 2000. Desde que se puso al mando del equipo en 1980, McLaren ha conseguido 11 campeonatos de pilotos y 8 de constructores. También guio a la escudería a la victoria en su primera participación en las 24 Horas de Le Mans. A finales del 2000 recibió otro galardón destacado: el doctorado honoris causa por la Universidad de Surrey por «su importante contribución a la industria de la ingeniería automotriz y por haberse erigido en un magnífico embajador del Reino Unido y de Surrey. Gracias a los resultados del equipo de F1 de McLaren, del cual es director desde la década de 1980, ha logrado consolidar a una empresa de talla mundial que sigue rebasando las fronteras del diseño técnico y su aplicación en muchos campos».

Al preguntarle cómo se sentía tras recibir ese reconocimiento, Dennis reconoció considerarse «una persona extremadamente privilegiada y afortunada, un sentimiento que con toda probabilidad invade a cualquiera que recibe un título, pues estos constituyen un valioso reconocimiento a los logros conseguidos».

TAG McLaren Group está muy unido a Surrey en general y a Woking en particular. Muchos de sus empleados, incluido el propio Dennis, son de la zona y, como es natural, comparten un vínculo muy estrecho. «Tengo total convencimiento de que el entorno laboral es crucial para obtener el máximo rendimiento y los empleados de TAG McLaren sin duda trabajan muy bien en Surrey», asegura Dennis.

También ahondó en su creencia fundamental de que la pasión es la clave del éxito, del primer al último peldaño de la pirámide jerárquica: «Para tener éxito en este sector hay que preocuparse verdaderamente por lo que haces, sentir auténtica pasión por ello. Esta actitud ha de calar en todos cuantos integran la empresa en su conjunto y, al mismo tiempo, hay que asegurarse de que todo el mundo dé el máximo para garantizar que la propia empresa cumpla su objetivo». En el 2001 también recibió la medalla de oro del Club Británico de Pilotos de Carreras (BRDC, en sus siglas en inglés) en reconocimiento a su aportación al mundo del automovilismo.

Por otro lado, en junio del 2007, tras las notorias victorias que siguieron al debut de Lewis Hamilton, muchos se preguntaron por qué Dennis aún no había sido investido sir, un reconocimiento que, a su modo de ver, era merecido tras descubrir semejante talento. El experto en F1 Steve Robson lo expresó así: «Estoy convencido de que en breve se anunciarán las distinciones otorgadas con motivo del cumpleaños de la reina Isabel II. Y, si observamos todo lo que Ron Dennis ha conseguido, seguramente coincidiremos en que lo merece. Otros, como Frank Williams, pareciera que ostentan el título de sir desde hace una eternidad».

Pese a todo, el período del 2000 al 2006 no había ido según lo planeado, aunque al menos Dennis tuvo la satisfacción de ver a su protegido crecer y progresar durante esa época sin victorias. Es cierto que su relación con Lewis Hamilton había sido cercana desde el momento en que se conocieron, pero, con los años, se convirtió en algo especial. Muchos se refieren a él como el segundo padre de Hamilton, y es fácil comprender por qué. Sé positivamente que ve a Lewis como el mayor hallazgo y el principal logro de su carrera; hay un vínculo muy especial entre ellos, que con toda certeza durará para siempre. Ron ha manifestado que «uno espera toda una vida a que surja alguien como Lewis. Me honra y hace que me sienta afortunado haber sido yo quien le acompañara durante sus años de formación».

Es innegable que se ha convertido en su mentor profesional. En una ocasión llegó a describir a Lewis como «su experimento al más puro estilo My Fair Lady», un comentario que a simple vista podría parecer frívolo y paternalista. Aun así, cualquiera que haya visto la película, sabrá que la protegida excede todas las expectativas y que la relación entre discípula y mentor termina desarrollándose en el terreno de la igualdad. Eso, tal como me asegura un allegado de Ron, es lo que realmente quería decir con esa observación. Lewis, a su vez, no esconde el hecho de que su maravillosa historia no habría sido posible de no haber sido por la fe que su mentor depositó en él: «Conocí a Ron con diez años, en la ceremonia de los Premios Autosport. Me resulta muy especial oírle recordar cómo nos conocimos, algo que sin duda se debe a la fe, la confianza y la lealtad que me ha demostrado durante años. Creo que es una bonita historia, o, cuando menos, el fin de una historia y el principio de un nuevo capítulo».

Dennis pasó horas y horas con Lewis durante casi una década, enseñándole, persuadiéndole y, en última instancia, permitiéndole correr en un circuito de F1 cuando casi todo el mundo cuestionaba esa decisión. Hay quienes piensan que debería haber recurrido a pilotos más experimentados, como Gary Paffett o Pedro de la Rosa. Pero Dennis, que prefirió no decantarse por ninguno de estos, lo argumentó así: «Lewis es, desde 1998, una pieza muy importante de nuestra estrategia a largo plazo, y nos complace poder ayudarlo a dar otro paso para hacer realidad su sueño de ser piloto de F1. Pedro ha realizado una labor extraordinaria para el equipo esta temporada, pero consideramos que es el momento adecuado para brindar a Lewis esta oportunidad. Obviamente, va a ser el mayor reto en la carrera de Lewis hasta la fecha, pero tenemos pleno convencimiento de que va a afrontarlo con garantías. Va a salir al paddock por primera vez como piloto de F1 y tendrá que familiarizarse con la presión que va unida a un gran premio. De nuestra decisión se desprende, en cualquier caso, que confiamos al cien por cien en la capacidad y el talento de Lewis».

Para concluir, Dennis tiró de ironía: «No me ha impresionado en absoluto la mayoría de los pilotos de F1, lo que nos lleva a pensar que Lewis está preparado para enfrentarse a ellos. Claro que tenernos reservas: Lewis es un activo aún por probar, pero tener al campeón del mundo al volante de uno de nuestros coches nos permite darnos el lujo de ser menos conservadores y poder ofrecer a Lewis una oportunidad».

Era una situación parecida a dejar debutar a un chaval de diecisiete años en un partido de fútbol de primera división, como sucedió con Ryan Giggs cuando saltó al terreno de juego desde el banquillo en un Manchester United-Everton disputado en Old Trafford el 2 de marzo de 1991. Yo estaba en el estadio aquel día y aún recuerdo a ese jugador desgarbado y flacucho, de aspecto tan frágil que parecía que se iba a romper si le hacían una entrada. Hasta que, como terminó ocurriendo, bailó sin miramientos al lateral izquierdo del equipo visitante...

Como ya he mencionado con anterioridad, existen grandes semejanzas entre la forma en que Alex Ferguson mimó a Giggs y la manera en que Dennis ha cuidado de Hamilton. Ambos jóvenes eran prodigios, genios en potencia. Y ambos tenían la cabeza fría y una firme determinación por triunfar. Eso, de por sí, ha facilitado mucho las cosas a sus respectivos jefes. Ambos se destacan por su sensatez y modestia, un aspecto muy importante de su atractivo, sobre todo en el caso de Lewis, puesto que compite en un deporte con fama de ostentoso, opulento y poco humilde. Lewis, como ya he comentado, se parece en su frialdad a uno de sus ídolos, Michael Schumacher, pero, por suerte, no posee ni la arrogancia ni la displicencia del piloto alemán.

Lewis se formó durante casi una década en la academia de pilotos de McLaren. Ron Dennis no dudaba en recordárselo a quienes insinuaban que el chaval era un advenedizo al que habían metido en un coche de carreras. También recalcaba, más bien modestamente, que había trabajado codo con codo con el padre de Lewis, Anthony, para ayudarlo a seguir bien encaminado: «El carácter de Lewis le viene dado por sus valores familiares, y lo único que hemos hecho nosotros ha sido complementarlos. Estamos hablando de un joven íntegro, que aprecia tanto lo que McLaren-Mercedes ha hecho por él como el sacrificio realizado por su familia».

El célebre piloto británico Nigel Mansell afirmó estar convencido de que Lewis no habría tenido un impacto tan inmediato de no haber sido por el trato preferencial de Dennis y los recursos que este puso a su disposición. Para Mansell lo fundamental era «estar en el lugar indicado en el momento indicado», e insistía en que sus circunstancias fueron mucho más adversas.

Tras su preocupación inicial de que Lewis no aguantara toda la temporada, Damon Hill se muestra hoy convencido de que el chico lo tenía todo para ganar y que ello dependió tanto de él como de Dennis. Hamilton cuenta con la facultad de asimilar todo lo que se le dice, tiene un don especial para escuchar y aprender. Asimismo, el campeón del mundo británico (1996) manifestó que estaba claro que también lo había ayudado disponer de un excelente coche McLaren. A eso había que sumar haber demostrado sistemáticamente una madurez impropia de su edad para mantener la calma en condiciones durísimas: «Nadie debería subestimar lo que ha logrado en un espacio de tiempo increíblemente corto —puntualizó Hill tras la victoria de Lewis en Canadá—. No cabe duda de que cuenta con un buen equipo y un buen coche, pero para ganar grandes premios y rendir como él una carrera tras otra hace falta tener algo muy especial. Aunque sea joven y esta sea su temporada de debut, lo que está haciendo es una realidad. Si eres lo bastante bueno en este deporte, tienes edad suficiente para que te tomen en serio».

En su momento, Martin Whitmarsh, director ejecutivo de McLaren, coincidió en que Lewis era digno de elogio por haber escuchado a Dennis. Confirmó que posee el talento y la perseverancia que le diferencian del piloto de carreras medio: «Desde mi llegada a McLaren, en 1989, he trabajado con multitud de grandes pilotos, entre ellos Alain Prost, Ayrton Senna, Mika Hakkinen y, ahora, Fernando Alonso y Lewis. Salta a la vista que Lewis es un piloto muy completo. No solo nos propusimos que su desembarco en la F1 se produjera en un equipo competitivo, sino que estuviera lo más preparado posible. Lewis ha firmado un magnífico inicio en su carrera, y nuestra labor ahora consiste en ayudarlo a sobrellevar la enorme atención que despierta en los medios británicos. Estamos seguros de que no le afectará negativamente, pero hemos de asegurarnos de que en la primera etapa de su carrera nada lo distraiga de su objetivo principal, que es cumplir con su cometido».

Aquel año de su debut, el expiloto de F1 Martin Brundle consideró que era bastante improbable que a Lewis le fuera a pesar tanta responsabilidad: «Claro que tiene un largo camino que recorrer y por supuesto que tendrá que plantar cara a una serie de cuestiones como, por ejemplo, su primera gran salida de pista, o todos los viajes, que pueden ser bastante agotadores. Pero tiene todos los ingredientes. Me ilusiona. ¿Terminará comiendo en la misma mesa que Prost, Senna y Schumacher? Sin duda se le presenta la oportunidad».

La decisión de Ron Dennis de no exponer a su protegido a las hordas de la prensa, como en su día hiciera Ferguson con Giggs, fue también una medida calculada que buscaba quitarle presión añadida. De este modo podía continuar con su prometedora carrera y concentrarse en mejorar su pilotaje y conocimientos. Solo cuando, al fin, debutó en la categoría reina —y para entonces contaba veintidós años— Dennis le dio el visto bueno para ofrecer entrevistas. Había pasado nueve años en la versión de McLaren de la casa de Gran hermano y era perfectamente consciente de sus expectativas y de cómo manejarse en ese mundo. Sabía cómo evitar preguntas tendenciosas y ceñirse al guion, una táctica que le valió la admiración de muchos blogueros. Adam Spurr, periodista especializado en deportes de motor, resumió así el éxito de la medida de protegerle hasta que estuviera realmente preparado para la inevitable exposición mediática: «A la nueva estrella de la F1 la están manteniendo a distancia de los medios y de las agencias publicitarias, lo que con suerte permitirá que el joven de veintidós años se centre exclusivamente en ganar carreras... Una vez más, el deporte británico parece haber encontrado una figura a la que rendir culto. Tim Henman (el niño bueno del tenis), Greg Rusedski (aquella superestrella canadiense; perdón, ¡británica!) y Jenson Button (hoy, relegado al ostracismo) no han dado la talla en los deportes individuales de mayor tradición británica. Hamilton, en cambio, llegó sigilosamente a McLaren y está causando furor. Creo que es una parte muy importante de su éxito. Ha estado al abrigo de Ron Dennis y a resguardo del impacto mediático en torno a su persona, con lo que puede concentrarse en su pilotaje. Incluso ITV F1, canal de referencia de las entrevistas a pilotos, ha respetado la petición del señor Dennis con respecto a su intimidad. Pareciera que ITV F1 al completo está deseoso de que Lewis gane y, por eso, hace cuanto está en su mano por no causarle la más mínima distracción».

Es obligado conceder la última palabra en este capítulo a Ron Dennis, el hombre que forjó la leyenda de McLaren convirtiéndola en una historia de éxito de la que el joven Lewis Hamilton quería ser partícipe, el hombre que tuvo la fe necesaria en Lewis para impulsarlo hacia el umbral de la grandeza. En palabras de Dennis: «Lewis ha hecho suficientes méritos como para poder permitirse algún desliz sin recibir duras críticas por ello. Confianza y arrogancia suelen ir de la mano, pero en Lewis no se percibe una pizca de engreimiento. Ha sabido escuchar, algo que con frecuencia los jóvenes no hacen, y así ha ido afianzando progresivamente su carrera...».