Después de tanto bombo y expectación, finalmente había llegado la hora de la verdad. O, para ser más precisos, la hora de pilotar. Había pasado casi diez años bajo la supervisión de Ron Dennis y de McLaren en Woking, y ahora todo el mundo se disponía a comprobar si Lewis realmente estaba a la altura o si, por el contrario, era un mero piloto de F1 «de diseño», que fracasó porque no pasó de ser un simple experimento sin talento propio.
Por supuesto, quienes habían seguido su progresión con interés e ilusión durante aquella década de aprendizaje, sabían de antemano que tenía todo lo necesario para triunfar. Y tras el 18 de marzo del 2007, el secreto se compartió con el mundo entero. Lewis Hamilton llegó a Melbourne el jueves previo a su primera carrera, y el equipo McLaren notó lo tranquilo y sereno que estaba. Un mecánico señaló: «Nos constaba que era un chaval con seguridad y confianza en sí mismo, pero lo que nunca habíamos visto antes era ese nivel de tranquilidad. Parecía no tener nervios; era completamente distinto de Fernando Alonso, un tipo inquieto que no paraba de preguntarnos si todo iba bien, si el coche estaba preparado. Lewis actuaba como si estuviera en una carrera de karts un domingo cualquiera. Nadie habría sospechado que era su debut en la F1».
El circuito de Albert Park, en la ciudad australiana de Melbourne, dista de ser el más emocionante del campeonato. Si acaso, invita a una jornada de automovilismo tirando a aburrida. Hay contadas oportunidades para adelantar e incluso David Coulthard reconoció en una ocasión que estaba lejos de ser un trazado desafiante. El autódromo, que forma parte del calendario de la F1 desde 1996, se sitúa en un parque urbano y su trazado es liso y fluido, sin curvas cerradas que obliguen a reducir la velocidad. Se circula en sentido horario, alrededor de un lago, y tanto el paisaje como el ambiente destacan por su serenidad, de ahí que sea del gusto de los pilotos. Lewis Hamilton difícilmente podría haber tenido un marco más propicio para su debut.
Otro de los rasgos que caracteriza Albert Park es la intimidad que ofrece, de la que los pilotos suelen aprovecharse para sentarse a charlar entre ellos en el paddock. Tal vez por tratarse de la primera parada de la temporada, reina una cordialidad y una empatía que rápidamente se evaporan con la llegada del Gran Circo a Europa tres meses después, una vez las rivalidades se han definido y todo el asunto se vuelve mucho más despiadado.
En la cita inaugural del campeonato no es el fin del mundo no ganar, pues restan otras 16 carreras para reivindicarse. Es una buena oportunidad para medir fuerzas, pero no deja de ser un anticipo de lo que está por llegar. Para el joven inglés suponía un plus añadido: al ser principiante podía sentirse ajeno a la presión de tener que ganar. Pero, además, podía relajarse con su padre Anthony, charlar un rato y tomar un refresco entre las sesiones de entrenamientos y las clasificatorias.
Eso le iba a Lewis como anillo al dedo. Todo el protagonismo lo acaparaba su compañero, Fernando Alonso, bicampeón del mundo y centro de todas las miradas antes de estrenarse en su nuevo equipo. Había ganado en Melbourne la temporada anterior y tenía todas las papeletas para repetir.
Era, desde luego, un escenario atípico: dos pilotos se disponían a debutar en un mismo equipo. Lo habitual era que al menos uno de ellos fuera un corredor experimentado dentro de la escudería, que conociera el equipo y su funcionamiento y que fuera consciente de su exigencia y su idiosincrasia. Ron Dennis no era precisamente alguien que improvisara o tomara decisiones erráticas; de hecho, como luego afirmaría, no había dejado nada al azar. Sabía perfectamente de lo que Lewis era capaz, y Alonso, a fin de cuentas, era el campeón del mundo: no debería costarle integrarse.
Como de costumbre, tenía razón en ambos temas, aunque las continuas preguntas de Alonso sorprendieron al equipo. Se calmó tras un par de sesiones de entrenamientos, una vez comprobó que el coche rendía bien y supo que todo estaba correcto. Dennis comentó que los nervios y dudas iniciales del español eran una buena señal: Alonso era también perfeccionista y no había nada de malo en ello; más bien al contrario, pues demostraba la profesionalidad del hombre al que estaba dispuesto a pagar 11,5 millones de euros anuales para que fuera su piloto estrella.
En los prolegómenos de la carrera, Ron dio permiso a Lewis para que hablara brevemente ante la prensa, para que se abriera un poco y se presentara en sociedad. Estos son algunos de los aspectos más interesantes de aquella fugaz comparecencia.
Al preguntarle qué le animaba a seguir adelante, Lewis respondió: «Me motiva tratar de ser el mejor en cualquier cosa a la que me dedique. Una vez he decidido afrontar un reto, hay algo en mi interior que me impide rendirme a menos que haya logrado mi objetivo. Me apasiona el automovilismo desde que vi mi primera carrera por televisión cuando tenía cinco años. Lo principal en todo esto es que no estoy aquí para participar, sino para ganar. Y a su debido tiempo haré lo que sea necesario física y mentalmente por conseguirlo. No voy a desperdiciar esta oportunidad».
En las preguntas sobre Alonso recurrió a la diplomacia: «Es un verdadero honor poder trabajar junto a Fernando en mi primer año en la F1. Siento gran respeto por lo que ha conseguido. La envergadura del desafío de trabajar a su lado y competir contra él es lo que más me estimula. Todos mis anteriores compañeros de equipo han sido tremendamente competitivos, y el reto y la emoción son fruto de tener que dar con la respuesta a la pregunta más importante: “¿Cuánto tengo que esforzarme para derrotar a esa persona y dónde está mi límite?”. Ante un bicampeón como Fernando, sé que tendré que sacrificarme más que nunca, y eso es lo que más me fascina de esta profesión».
Asimismo, reconoció que debutar con McLaren era un sueño hecho realidad: «Es una sensación indescriptible. Desde siempre he soñado con correr para McLaren y hoy por fin voy a poder hacerlo. El hecho de competir y trabajar con mis compañeros de equipo es algo maravilloso, y pilotar un Vodafone McLaren Mercedes es literalmente alucinante». Siempre agradecido a su familia, sin cuyo apoyo no estaría donde está, Lewis también elogió a su familia profesional —muy especialmente a Ron Dennis, a Martin Whitmarsh y a Norbert Haug— por guiarlo y apoyarlo, y, por supuesto, por confiar en él.
También recordó lo mucho que le atraía la historia de McLaren: «Como cualquier chaval, estoy seguro de haber soñado con competir con Ayrton Senna y Alain Prost. Ese sueño hoy se ha hecho realidad, y no solo estoy pilotando un coche de F1, sino corriendo para el mismo equipo que lo hicieron Ayrton y Alain. Me he esforzado mucho por llegar aquí, pero nunca imaginé que sería en un equipo como McLaren y menos ¡en mi primer año!».
Al preguntarle si se veía emulando en la F1 su éxito en la GP2 el año anterior, su respuesta fue previsiblemente modesta: «2006 fue un año increíble, un año en el que pude aplicar a la GP2 todo cuanto había aprendido en el karting, la Fórmula Renault y la F3. Aprendí muchísimo en la GP2, y fue gracias a Frederic Vasseur y a todo el equipo de ART. Al final de cada temporada, me sentaba con el director para repasar y evaluar cómo había ido el año, antes de planificar el siguiente. El 2007 no será distinto de cualquier otro: tan pronto como tenga un plan me ceñiré a él hasta el final. Sé que tengo que trabajar con ahínco para ser más fuerte, mental y físicamente, y para prepararme ante cualquier circunstancia. Estoy listo y empiezo a disfrutar del desafío».
También le preguntaron cuál era su ambición una vez había conseguido llegar a la F1, a lo que respondió: «En cualquier profesión, para ser el mejor tienes que competir con los mejores. Y la F1 es la cúspide del automovilismo. Desde el inicio de mi carrera como piloto en la categoría cadete de karting en 1994 hasta la GP2, pasando por la Fórmula Renault y la F3, he dedicado mi vida entera a alcanzar mi meta, que no es otra que ser campeón del mundo de F1. Ahora estoy un paso más cerca de hacer ese sueño realidad».
Tampoco tuvo reparo en reconocer que, aunque su objetivo fuese siempre la victoria, era consciente de que estaba en su temporada de debut, recalcando que tenía mucho trabajo por delante para aprender lo máximo posible de Alonso y del resto del equipo: «Mi meta es aportar al equipo mi trabajo constante y contribuir de cara al Mundial de constructores y de pilotos».
Luego, desveló algunos aspectos de su vida privada, sus ambiciones, sus pasiones e ilusiones en una sesión de preguntas y respuestas con el equipo de la web Formula One Complete. Empezaron preguntándole qué pediría si le concedieran tres deseos: «Primero —respondió—, pediría más éxitos; luego, salud y estabilidad para mi familia; y, para terminar, poder hacer algo por otras personas menos afortunadas. Aún no sé exactamente qué o cómo, pero estoy seguro de que el tiempo me dará la respuesta».
A continuación, el periodista le preguntó qué se llevaría a una isla desierta. Su respuesta fue: «Mi reproductor de MP3, ya que no puedo vivir sin música; mi novia; y un medio de transporte superrápido: una lancha con el depósito lleno me valdría».
De no haber sido piloto de carreras, a Lewis le habría gustado trabajar en la industria musical: toca la guitarra y cuando era más joven intentó formar su propio grupo. Además, muchos de sus amigos se dedican a la música, de modo que es un aspecto muy importante de su vida. En caso contrario, seguramente se habría dedicado a otro deporte.
Las preguntas enseguida volvieron a centrarse en la F1, dando a Lewis la oportunidad de hablar acerca de lo que más le gustaba de su trabajo: «Lo que se siente cuando conduces al límite y tratas de ir más allá. La excitación, la sensación de velocidad y la presión que esta ejerce sobre tu cuerpo. Todo eso combinado te da una descarga de adrenalina que es imposible experimentar en ningún otro sitio».
Durante la entrevista, Lewis iba al volante de un Smart Forfour Brabus, que, según sus palabras, «era muy divertido de conducir». Pero la prioridad más inmediata de cara a ampliar su colección de automóviles era hacerse con un Mercedes-Benz. Eso sí, su máximo sueño era tener el flamante McLaren F1 LM naranja exhibido en el Centro Tecnológico de McLaren.
Su destino predilecto para unas vacaciones previsiblemente sería algún lugar en el Caribe. Tener familia en Granada había hecho que se encariñara de la isla. «Quizá algún día visite otras de las preciosas islas del Caribe, pero por ahora no hay mejor destino que Granada», aseveró.
«Sigo un programa de entrenamiento bastante exhaustivo que ocupa buena parte de mi tiempo fuera del circuito. Cuando tengo un descanso —apuntaba—, me gusta relajarme con mi familia y mis amigos, en especial con mi hermano pequeño, Nicolas.» Dos deportes que practica para mantenerse en forma son el golf y el baloncesto.
Finalmente, le preguntaron cuál era su circuito preferido (la respuesta fue Mónaco) y si tenía algún héroe: «Diría que no he vuelto a tener un héroe desde la infancia, pues por héroe nos referimos a alguien que parece invencible. Sí, hay mucha gente que admiro enormemente. En la F1, Ayrton Senna fue una gran fuente de inspiración para mí. Y aunque nunca habría dicho que Michael Schumacher pudiera ser considerado un héroe, lo cierto es que lo respeto mucho por sus logros y por lo que ha hecho por este deporte». Fuera del mundo del motor, la persona más influyente en su vida es su padre, seguido del famoso cantante de hip hop P. Diddy, a quien Lewis cita como inspiración y referencia por su manera de progresar en la vida. «En último lugar, Martin Luther King, una gran persona que sigue inspirando a mucha gente, entre la que me incluyo.»
Tras la entrevista, el discreto y agradable joven acudió a los entrenamientos preparatorios para el primer gran premio de su vida. Durante las sesiones primera y segunda, tanto él como Alonso rodaron muy bien, demostrando que McLaren estaba en plena forma y que el equipo estaba trabajando de manera adecuada. Tras ellas, Lewis estaba pletórico. Su primera impresión en la F1 lo había dejado con ganas de más: «Estaba tan entusiasmado cuando salí del garaje esta mañana por primera vez... —aseguraba—. Ha sido una sensación increíble. Llevaba queriendo pilotar un monoplaza desde que empecé a correr en kart, y ahora estoy disfrutando cada segundo. La pista está en muy buen estado. Me encantan los circuitos urbanos y el ambiente es sensacional. En el Centro Tecnológico de McLaren hemos hecho muchas horas de simulación con vistas a este fin de semana, pero no es comparable con rodar en el circuito de verdad. El coche está entonado y las dos sesiones de hoy han sido muy productivas».
También haría un buen papel en las sesiones clasificatorias del primer gran premio de su carrera, terminando en cuarto puesto de la parrilla. Kimi Raikkonen, a la postre ganador al volante de su Ferrari, consiguió la pole con un crono de 1:26.072. Alonso logró el segundo puesto con 1:26.493 y Nick Heidfeld (BMW), el tercero, con 1:26.556. Lewis firmó un tiempo de 1:26.755.
Tras la clasificación, afirmó: «Estoy contentísimo de haber entrado en la segunda fila, y más tratándose de mi primer grand prix. Vaya mi agradecimiento a todo el equipo por haber trabajado tan duro, tanto aquí en la pista como en la sede. Llevo trece años preparándome para este fin de semana y no podría estar más satisfecho. Estamos en una buena posición para la carrera. Fundamentalmente, quiero hacer un buen inicio y luego, darlo todo para entrar en los puntos, para el equipo y también para mí. No voy a vaticinar nada, porque todo es posible, pero ha sido un buen comienzo».
La carrera terminó en el mismo orden para los cuatro primeros que habían liderado la parrilla, con la salvedad de que Lewis y Heidfeld intercambiaron posiciones. Cerca de 105 000 personas abarrotaron Albert Park para la primera cita de la temporada, la primera carrera de la era post-Schumacher. La última participación del alemán se había producido el 22 de octubre del 2006, en el GP de Brasil.
Previamente, un nervioso Ron Dennis había pedido a las televisiones que se abstuvieran de entrevistar al debutante antes de la carrera. En vez de eso, lo que mostraron fue a Lewis y Ron, discípulo y mentor, durante los vitales instantes previos a que se abriera el semáforo. Lewis escuchaba con atención las últimas indicaciones de Big Ron, un último aliento según se acercaba el momento por el que habían trabajado durante tanto tiempo.
Fue un momento muy emotivo. Y, posiblemente, también, el instante en que Fernando Alonso se planteó por primera vez si había hecho bien en fichar por McLaren. El joven asturiano, al que tanto le gustaba ser el centro de todas las miradas y que su equipo le prestara una atención minuciosa, veía cómo su jefe pasaba con un novato esos últimos minutos clave antes de lo que, a fin de cuentas, también era su gran debut. El principiante que, a su modo de ver, sería un dócil número dos que no osaría interponerse en su camino hacia su tercera corona.
Después, Big Ron manifestaría que había empleado esos últimos minutos para insistir a su protegido en que el inicio era la clave para la carrera y el éxito en general: «Le dije que mantuviera su posición inicial y no hiciera ninguna estupidez». Lewis no solo siguió el consejo, sino que mejoró su posición tras realizar una precisa maniobra para rebasar a Alonso y ocupar el tercer puesto en los primeros compases de la carrera. Paul Kelso, del Guardian, lo explicó así: «Lo que hizo Hamilton no fue sino un anticipo de la naturaleza de su prodigioso talento; en definitiva, una declaración de intenciones y una demostración de talento difíciles de igualar».
El joven no perdió consistencia en ningún momento de la carrera. Frío, incisivo y genial, llegó incluso a igualar el brutal ritmo del Ferrari de Raikkonen, demostrando un excelente criterio y madurez para mantener a Alonso a raya durante buena parte de las 58 vueltas de carrera. Solo quedó relegado al tercer puesto después de que Alonso lograra una breve segunda parada en boxes que le permitió rebasar a Lewis después de que este perdiera tiempo en la vuelta de entrada a los pits.
Para Raikkonen fue un inicio de película en su papel como sustituto de Schumacher. El finlandés lideró la carrera de principio a fin y cumplió con el cartel de favorito que le habían colgado durante la pretemporada: «No fuimos todo lo rápido que podíamos haber ido —afirmó Kimi—. Mi mayor problema fue la radio, ya que se averió justo antes del inicio. Es un momento muy especial: tengo un nuevo equipo, todo es nuevo, y tras haber ganado en la primera carrera, solo puedo expresar mi alegría con el equipo y por la manera en que están yendo las cosas. La situación es inmejorable».
Sin embargo, esa alegría no duraría mucho, pues su triunfo quedó eclipsado por la actuación de Lewis Hamilton: la prensa de todo el mundo enseguida se percató de que la F1 finalmente había encontrado un nuevo ídolo, un nuevo fenómeno tras la era Schumacher. En pocas palabras, había sido increíble que Lewis hiciera podio en su debut.
Damon Hill lo sintetizó así: «Lewis hizo una buena clasificación y una carrera excelente. Estuvo luchando por las primeras posiciones en su primer gran premio y fue capaz de competir con su propio compañero de equipo, lo cual es digno de elogio». Hill era por entonces el último campeón mundial británico de F1 y reconoció haber visto buenas maneras en Lewis, de un nivel suficiente como para convencerse a sí mismo de que el chaval tenía lo que había que tener para ser su sucesor. Lo que más lo sorprendió fue su excelente salida: «Aunque la expectación era tremenda, Lewis no mostró ningún signo de debilidad y mantuvo la concentración en todo momento. Su salida fue para enmarcar, gracias a una soberbia maniobra en la primera curva: un adelantamiento osado pero calculado —explicó—. Es muy fácil que alguien que corre su primer gran premio la pifie. Pero jamás dio la sensación de estar nervioso por lo que estaba haciendo: se atrevió y le salió. Y cuando iba por delante de Fernando, se podía apreciar que estaba usando toda la pista. Se pegó al muro antes de tomar la curva y, al salir, utilizó toda la pista. Luchó, se mostró seguro de sí mismo, y nunca dio muestras de cansancio. Estuvo muy bien e irradiaba felicidad en el podio. Sabía que había hecho un trabajo fantástico, peleando por los puestos de arriba en su estreno. ¡Fue tremendo!».
La antigua promesa británica Jenson Button vivió un fin de semana frustrante en Melbourne con su Honda: acabó en 15.º lugar, pero al menos tuvo ocasión de felicitar al joven que lo había reemplazado como nuevo ídolo británico de la F1: «Hizo un trabajo formidable. Corrió una muy buena carrera y tuvo la suerte de contar con un buen coche, aunque por encima de todo hizo las cosas bien».
Lewis estaba más que satisfecho con su papel en Australia, y el resultado le dio una confianza renovada: entonces sí se sentía capaz de predecir que algún día sería campeón del mundo, aunque la modestia le impedía decir que sería en su primera temporada. Reconoció haber disfrutado al máximo su debut: «La F1 es el mayor desafío al que me he enfrentado. Soy muy competitivo y siempre quiero ganar. Mi sueño es vencer para ser campeón del mundo. Tres años es margen suficiente para verme levantando el Mundial».
Su debut con un tercer puesto era el mejor resultado que lograba un piloto británico en su primer gran premio en cuarenta y un años, desde que Mike Parkes acabara en segundo lugar del podio en el GP de Francia. Lewis terminó 11,3 segundos por detrás de Alonso, quien a su vez cruzó la meta 7,2 segundos detrás del velocísimo finlandés. El resultado lo convertía también en el primer debutante en subir al podio desde que Jacques Villeneuve hiciera lo propio en 1996. No hay que olvidar, eso sí, que el canadiense ya se había fogueado previamente en la IndyCar Series estadounidense. Y, para ser justos, Raikkonen también logró un récord al convertirse en el primer piloto de Ferrari en ganar en la primera carrera del campeonato desde Nigel Mansell en 1989. Era, además, la primera vez en la historia del Mundial de F1 (obviamente, a excepción del primer GP de la historia, celebrado en 1950) que los tres pilotos que subían al podio debutaban con sus respectivos equipos.
El finlandés se llevó los diez puntos que entonces se otorgaban al ganador, situándose primero en la clasificación, seguido de cerca por Alonso, con ocho puntos. Lewis había entrado en los puntos en su primera carrera de GP, pero muy pocos se aventuraron a decir que esos seis puntos le darían alas en la carrera por el campeonato.
Mark Sharman, director de ITV Sport, lógicamente también estaba contento por la actuación de Hamilton en Melbourne. Sabedor de que si Lewis prorrogaba su excelente arranque podía suponer un aumento de los índices de audiencia, aseguró estar convencido de que el joven de Stevenage estaba llamado a ser el próximo icono del deporte británico: «Si Lewis empieza a ganar carreras, enseguida se convertirá en la mayor estrella deportiva del país. Pertenece a una nueva generación de jóvenes deportistas que, como Theo Walcott o Amir Khan, representan un soplo de aire fresco. Es realmente emocionante».
El expiloto de F1 Mark Blundell, principal analista de ITV, coincidía con Sharman y, además, sostenía que Lewis iba camino de convertirse en una superestrella con McLaren: «Estamos hablando de un equipo multimillonario. Todo su trabajo y las esperanzas de sus patrocinadores están puestas en él. Es el primer piloto negro, ha generado mucha expectación tras su victoria en la GP2 el año pasado, pero ahora todo se reduce a que es un magnífico piloto recién llegado. La F1 perdió una superestrella el año pasado con la retirada de Michael Schumacher, y la gente se pregunta si habrá encontrado su reemplazo».
Lewis aseguró haber disfrutado mucho de la carrera y valoró el esfuerzo de sus mecánicos y la asistencia técnica: «Estoy exultante. El resultado de hoy supera con creces el debut que había soñado. Muchas gracias al equipo por haber trabajado tan duro durante el invierno para asegurarse de que llegara en las mejores condiciones posibles. Hice una buena salida, pero los BMW empezaron muy fuertes y Kubica se puso por delante. No había espacio por dentro, así que me fui hacia la izquierda y conseguí rebasar tanto a Kubica como a Fernando para ocupar el tercer puesto al apurar la frenada. La carrera estaba al rojo vivo y yo estaba dándolo todo. Cometí varios errores, pero ninguno de gravedad, de modo que disfruté mucho. Fue genial poder liderar la carrera durante unas cuantas vueltas, aunque sabía que era algo provisional. Fernando me adelantó en la segunda parada en boxes, ya que fue capaz de estirar más su permanencia en la pista, mientras que yo perdí algo de tiempo con los doblados. Tenemos mucho trabajo por delante, tanto en los test de Malasia como para el resto de la temporada, pero es indudable que podemos construir algo a partir de lo que hemos logrado hoy».
Fernando Alonso afirmó estar encantado con el debut de su McLaren: «Ha sido un fantástico inicio de temporada y en mi carrera como piloto de McLaren Mercedes. Claro que siempre es mejor ganar, pero Raikkonen hoy ha sido un poco más rápido que nosotros. De todos modos, estoy más que satisfecho. Mi salida ha sido algo extraña: los dos BMW iban muy rápido de inicio y yo estaba tan pendiente de defender la entrada de Heidfeld por fuera que me fue imposible quedar por delante. Luego, estuve un tiempo detrás de Lewis y me concentré en seguirle el ritmo, descolgándome cada tanto para que se enfriara el coche. Recuperé el segundo puesto tras la segunda entrada en boxes, ya que pude hacer dos vueltas más. En un principio iba a ser una vuelta, pero al ir a rebufo de Lewis logré ahorrar suficiente combustible para una vuelta más. Ahora toca seguir trabajando duro para estar en las mejores condiciones posibles para vencer a Ferrari en el GP de Malasia».
Ron Dennis expresó su satisfacción por el rendimiento de sus dos pilotos. Pero, como era de esperar en alguien tan perfeccionista como él, estaba decepcionado por no haber ganado: «Como siempre, vinimos a Australia a ganar, pero la estrategia adoptada por BMW, en cierto modo inesperada, fue muy perjudicial para nuestras aspiraciones. Tras el primer repostaje de Heidfeld, la diferencia era demasiado grande como para tratar de salvarla de manera realista y, en consecuencia, nuestra estrategia terminó fracasando. Ambos pilotos han firmado una magnífica actuación que nos permite encabezar el campeonato de constructores por un estrecho margen. Quisiera dar las gracias al equipo de pruebas y a todo el personal del Centro Tecnológico de McLaren, que han trabajado con ahínco durante el invierno, contribuyendo sobremanera a la intachable fiabilidad que hemos visto en nuestros monoplazas durante el fin de semana. Los próximos test en Malasia nos permitirán mejorar la competitividad de nuestros coches».
Norbert Haug, por entonces director deportivo de Mercedes-Benz en McLaren, dio un voto de confianza tanto a Alonso como a Lewis: «Hemos empezado la temporada con buen pie: Fernando y Lewis han sumado 14 puntos en su carrera de debut. Fernando demostró con su actuación por qué es bicampeón del mundo, mientras que Lewis ha tenido un inicio perfecto en la máxima categoría, demostrando ser digno merecedor de la confianza que hemos depositado en él los últimos diez años».
Otro aspecto interesante del GP de Australia del 2007 es que sirvió para que otros dos pilotos, Heikki Kovalainen y Adrian Sutil, debutaran en la F1. De este último se decía que, de fichar por una escudería potente, podría haber desplazado a Lewis. Fue 17.º en Melbourne y, con el tiempo, su carrera en la F1 ha sido bastante mediocre. Por otro lado, la experiencia de Kovalainen en Australia resume el buen hacer de Lewis para poder terminar tercero y cuán competitiva e implacable puede ser la F1 si se comete un solo fallo, por pequeño que este sea.
El finlandés, de veinticinco años, había ascendido, pasando de probador a sustituto de Fernando Alonso en Renault, después de la marcha del asturiano a McLaren. Pero en la vuelta 40 hizo un trompo en la chicane Jones y perdió su posición ante Felipe Massa. Además, se salió de pista en varias ocasiones y, finalmente, terminó en 10.º lugar, lo que le valió la reprimenda pública del jefe de Renault, el italiano Flavio Briatore, que definió su debut como «un bodrio».
Mientras, Lewis protagonizaba los programas deportivos del Reino Unido tras su brillante debut. La BBC dio pie a una avalancha de comentarios en la web del programa 606 tras proclamar lo siguiente: «Dado que McLaren fue holgadamente el segundo coche más rápido en Melbourne —y puesto que solo uno de los más rápidos Ferrari tuvo ocasión de ganar tras los problemas de Felipe Massa en la clasificación—, es justo que Hamilton haya terminado tercero. Su actuación fue mucho más destacable en comparación con la de su compañero de equipo, Fernando Alonso. Estamos hablando del mejor piloto del mundo, un bicampeón de F1, alguien que el año pasado peleó de tú a tú y venció a Michael Schumacher, al que muchos consideran el mejor piloto de la historia y quien sin duda es el más grande de su generación. Y, pese a todo, Hamilton tuvo la temeridad de adelantar al ilustre español por fuera, al inicio de la carrera, obligándolo así a desfondarse durante el resto del GP. Se podría contar con los dedos de la mano el número de pilotos que podría hacerle eso a Alonso con el mismo coche, no digamos ya tratándose de su debut en la F1. Lewis dejó su impronta sin titubear, y es indudable que tanto Alonso como el resto de los pilotos habrán tomado nota».
Los comentarios desataron la reacción de muchos aficionados, entre ellos Graham Parkin: «Tuve la suerte de ver correr a Lewis en la GP2 en Silverstone el año pasado, y recuerdo una maniobra increíblemente parecida a la que hizo en el inicio de la carrera de Melbourne para adelantar a Alonso. La única diferencia fue que en Silverstone logró adelantar a tres coches en una curva en la que supuestamente no se puede adelantar. Durante el resto de la carrera se llevó una ovación cada vez que completaba una vuelta. Todo el mundo hablaba de Hamilton y del desperdicio de talento que sería si en dos años no estuviera al volante de un monoplaza de F1. Es la mayor esperanza británica para volver a tener un campeón del mundo».
Alan Dove, aficionado al karting, declaró que ya iba siendo hora de que Lewis fuera elogiado como se merecía: «¡Me alegro de que todo el mundo haya visto al fin lo bueno que es Lewis Hamilton! En el Reino Unido, el mundo del karting lleva diez años alabándolo. Yo corrí contra él cuando tenía diez años, y era un verdadero genio. Es más, me atrevería a decir que desde entonces no ha mejorado tanto en realidad. ¡Siempre ha sido así de bueno!».
La excelente web grandprix.com resumió el desempeño de Lewis con gran fineza al hacer un símil con el mundo del celuloide: «El debut de Lewis Hamilton parecía sacado de una película de Hollywood. Se pegó a la línea exterior de la pista sabiendo que Robert Kubica, eterno rival de Lewis, con aspecto del clásico villano nórdico al que Bruce Willis tirotea en el minuto 94 de la película, estaba a su lado. Y lo que es peor (ahora en cámara lenta), Kubica empezó a tomar ventaja y a moverse de un lado a otro delante de nuestro héroe. Como emulando a Sylvester Stallone, Lewis dio un rápido volantazo a la izquierda y se lanzó en picado por la línea exterior, trazando un elegante arco que le permitió adelantar no solo al malvado polaco (que, a decir verdad, parece muy buena gente), sino también al bicampeón del mundo Fernando Alonso, para hacerse con el tercer puesto. (Y ahí es cuando suena la clásica música de fondo emotiva.) Asistíamos al nacimiento de una estrella: Lewis Hamilton estaba manteniendo a Fernando Alonso a raya en la más pura tradición de los antiguos cómics de superhéroes. El doble campeón mundial estaba sudando tinta para doblegar al valiente debutante».
Sin duda era una noticia maravillosa. Todo cuando tenía que hacer Lewis era seguir demostrando que era digno merecedor de los elogios y el bombo publicitario crecientes, que ese podio en Melbourne no había sido casualidad, sino que había llegado para quedarse. Allí estaba el nuevo Schumacher, capaz de mantener la cabeza fría y, al mismo tiempo, añadir a la mezcla unas gotas de la legendaria temeridad de Senna. Tenía tres semanas para analizar su éxito inicial y ponerse a punto con un nuevo test en otro país lejano. La ciudad malasia de Sepang ansiaba la llegada de la joven estrella. La pregunta era si sería capaz de escapar ileso y mantener la frialdad en este caluroso y húmedo circuito construido en lo que antes era selva.