Las horas previas al segundo gran premio de su vida, en Sepang, el 8 de abril del 2007, Lewis Hamilton ya estaba a mil revoluciones. Si Melbourne había sido una introducción relativamente fácil al estresante mundo del automovilismo de alta competición, sumado a que apenas se esperaba nada de él en su carrera de debut, las circunstancias eran totalmente distintas en el ambiente sumamente húmedo del país asiático. A esas alturas todo el mundo sabía que Ron Dennis y McLaren habían estado escondiendo y cultivando un fenómeno, y que Lewis Hamilton no era el típico jovencito arrojado sin más a la trituradora de la F1. En absoluto. Estaba más cerca de ser un producto casi acabado antes incluso de haber echado a andar. Un piloto sin parangón que no solo había cumplido con las expectativas, sino que las había superado.
Sepang era el ejemplo perfecto de la visión de Bernie Ecclestone, director de la F1, para el desarrollo de este deporte. La pista había sido expresamente construida en 1999 en una zona que antes era selva. Era formidable, el primero de una nueva generación de circuitos ultramodernos que destacaban por su alta tecnología. También formaba parte de la estrategia del Gobierno de Malasia para atraer nuevas inversiones al país: a mediados de la década de 1990, el entonces primer ministro, Mahathir Mohamad, estableció que para el 2020 Malasia sería una nación industrializada, y consideró que la mejor manera de lograrlo sería promoviendo la industria automotriz.
Petronas, la mayor petrolera del país, empezó a invertir grandes sumas en la F1 cuando Sauber y Proton, el fabricante nacional de automóviles, trajo Lotus Engineering al país. Mohamad mandó construir una pista de velocidad en el marco de ese proyecto. Eso sí, no sería una pista cualquiera. En colaboración con Bernie Ecclestone, aspiraba a crear un nuevo estilo de circuito que sería la envidia de todo el mundo en cuanto a instalaciones y tecnología. Situado a poco más de 3 km de Kuala Lumpur, no defraudó: su combinación de largas rectas muy rápidas y curvas cerradas lo convertían en todo un desafío para los pilotos. Se podía adelantar, pero dominar el circuito exigía un pilotaje de alto nivel.
Aquel húmedo domingo, el circuito del futuro recibía al piloto del futuro. Lewis Hamilton, que había llegado en mitad de un calor sofocante el jueves previo a la carrera, estaba sorprendido por el grado de interés que había suscitado. Su discreto estilo de vida era pasado: todo el mundo en Sepang preguntaba por él. El interés no venía solo del Reino Unido: estadounidenses y alemanes también querían saber más, lo mismo que los anfitriones asiáticos. Estaba muy solicitado. Su tercer puesto en Melbourne explicaba el entusiasmo, pero su personalidad y trato amable suponían también un gran atractivo para una prensa y una afición que se habían distanciado de los pilotos durante el apogeo de Schumacher.
Este joven prodigio, negro y británico, representaba una agradable antítesis de la fría arrogancia, e incluso ausencia total de empatía, que algunos atribuían al alemán. Lewis, por el contrario, era cercano, cordial y, sobre todo, nada pretencioso. Suponía un giro radical en el mundo de la F1.
Nada más llegar, le preguntaron cuáles eran sus sensaciones. ¿Sería capaz de repetir la actuación de Melbourne o tal vez dejaría caer que había sido cosa del azar? Su respuesta fue reveladora. Dijo que no había ido a Sepang a especular con números, sino a ganar: «No hay ninguna prisa; todavía tenemos 16 carreras por delante. Pero estoy aquí para ganar, ya sea el primer fin de semana o el último. Solo me conformaré cuando llegue la victoria. Por lo que he visto de la pista antes de los test, puedo decir que parece un circuito fantástico. Su trazado, con curvas de distintas velocidades, permite rodar a buen ritmo. Y, además, es muy ancho, lo que promete mucho espectáculo».
A la pregunta de cómo estaba llevando tanta fama, Lewis respondió estar muy relajado, aunque parecía una experiencia extracorporal, como si estuviera sentado viéndose a sí mismo. El día anterior había visto en la ciudad un gigantesco cartel suyo y le resultaba «un poco extraño recibir tanta atención».
Por supuesto, estaba en desventaja natural en Sepang respecto a Alonso y a los otros pilotos: salvo por los test de la semana anterior, nunca había pilotado en ese circuito. Y sería exactamente igual cuando finalmente desembarcaran en Estados Unidos. Tenía cierta idea de cómo era gracias al simulador de McLaren en Woking, pero su única experiencia de primera mano había sido durante las pruebas, mientras que Alonso, por ejemplo, había ganado en Malasia en el 2005 y, en el 2006, había terminado segundo detrás de Giancarlo Fisichella. Estaba en clara desventaja, pero ¿acaso eso le preocupaba? El domingo terminó segundo, tras su compañero de equipo, Alonso, y con otros ocho puntos en su haber en la carrera por el título. Como diría el periodista deportivo Murray Walker: «Impresionante».
Lewis estaba encantado con cómo estaban yendo las cosas ya en los entrenamientos previos, y sentía que se había aclimatado bien: «Pese a ser mi primer GP de Malasia, tuve ocasión de conocer bien el circuito durante los test de la semana pasada. El calor y la humedad son como imaginaba, y para eso me he preparado. El entrenamiento de hoy ha sido bastante lineal, pero hemos dado varios pasos adelante. Las condiciones del circuito cambian constantemente, lo que complica encontrar el equilibrio adecuado. Estoy con muchas ganas de que llegue la sesión clasificatoria de mañana».
Felipe Massa consiguió la pole con Ferrari tras una sensacional última vuelta. El brasileño enmendó su error en la clasificación de Melbourne con un tiempo de 1:35.043, 0,267 segundos por delante de Alonso. Raikkonen fue tercero con 1:35.479 y Hamilton, cuarto, con 1:36.045. Una buena muestra de lo bien que estaba pilotando Lewis fue que sus compatriotas David Coulthard y Jenson Button, ambos mucho más experimentados que él, terminaran en los puestos 13.º y 14.º, respectivamente.
Tras la clasificatoria, Lewis reconoció haber levantado el pie cuando empezó a llover. Podría haber hecho un mejor papel, pero no quería correr riesgos en un circuito mojado. «El coche fue estupendamente —afirmó el británico— y estamos con la mirada puesta en el domingo. Soy optimista respecto de la carrera. Además, saldré por el lado limpio de la pista. Creo que podríamos haber copado la primera fila de la parrilla. Sin embargo, durante mi séptima vuelta empezó a chispear. Ya piloté con lluvia en los test de la semana pasada y sabía que la pista podía volverse resbaladiza, así que traté de no forzar.»
Durante la carrera hizo gala nuevamente de un pilotaje muy maduro y acompasado que le permitió terminar 17,5 segundos por detrás del ganador, Alonso. Fue la primera victoria del crack español con McLaren, que superaba así a Kimi Raikkonen en la clasificación, y, también, la primera del equipo desde el GP de Japón del 2005. Hamilton supo resistir a las embestidas finales de Raikkonen para confirmar su segundo podio consecutivo. Y tras pasar de cuarto a segundo en la primera vuelta, Lewis también se libró de un voluntarioso Massa. El brasileño había tratado de rebasar al inglés en la sexta vuelta, pero se pasó de frenada en una curva y se salió de la pista, lo que le retrasó hasta el quinto puesto.
El doblete de McLaren fue una enfática declaración de intenciones a Ferrari tras su triunfo en Melbourne. Ferrari reconoció que, aunque contaba con un coche más rápido, sus pilotos no habían podido con la pareja Alonso-Lewis. Como era de esperar a tenor del calor y la humedad, Lewis terminó exhausto, pero, aun así, fue coherente en sus declaraciones. Había sido la carrera más difícil en la que se había visto: «Defendí mi posición y, por suerte, logré mantener a Felipe y a Kimi detrás de mí. Supuso un gran esfuerzo y, además, hacía mucho calor en el cockpit. Tras una buena salida, conseguí adelantar a los Ferrari para ponerme segundo. Felipe me atacó, pero se salió de la pista y mantuve la segunda plaza. Kimi intentó darme caza en las últimas vueltas aprovechando que estaba teniendo problemas con el equilibrio del coche. ¡Fue una carrera brutal! Ya puedo decir que tengo experiencia pilotando en estas condiciones. El año que viene estaré mejor preparado todavía. Ver por el retrovisor a los dos Ferrari, detrás de ti, a sabiendas de que han empezado más ligeros de combustible y que son más rápidos que tú... Tuve que emplearme a fondo, sin cometer errores hasta la última vuelta. Y, luego, sacar fuerzas de flaqueza, pero sin desfondarme para aguantar hasta el final. Defenderse es diez veces más difícil que tratar de adelantar a alguien cuando tienes a dos tipos más ligeros y quizá algo más rápidos. Ahora hay que centrarse en Baréin. Mi enhorabuena a Fernando, lo ha hecho muy bien».
Antes incluso de que los coches estuvieran metidos en los camiones, Ron Dennis ya estaba planificando el GP de Baréin. Y en un hueco dijo lo siguiente sobre el segundo puesto logrado por Hamilton: «Lewis sigue demostrando por qué se justifica el entusiasmo de todos aquellos que hemos trabajado con él durante años».
Baréin llegaba solo una semana después de Sepang, lo que apenas daba tiempo a Lewis para recuperarse del calvario de Malasia. Tocaba otro flamante circuito de última generación —conocido como Sakhir, en la desértica ciudad de Manama—, diseñado por un arquitecto especializado en la F1 con la intención de introducir el deporte en Oriente Próximo. En el 2004, Baréin se convirtió en el primer país de la región en albergar un gran premio de F1, y Lewis no necesitó mucho tiempo para aclimatarse. Claro que el circuito no le era nuevo: aquí había sellado una de sus mayores gestas antes de dar el salto a la categoría reina. En diciembre del 2004 venció en la primera edición del Superprix de Baréin de F3 tras empezar en el puesto 11.º. Haciendo un trabajo impecable subió hasta el cuarto puesto en la primera vuelta y, en la última, rebasó a sus dos grandes rivales, Nico Rosberg y Jamie Green, para hacerse con la victoria.
El recuerdo de aquella carrera le hizo albergar la esperanza de que podía repetir la proeza. Como en Malasia, demostró mucho temple pese al calor sofocante. Los meses de preparación física en Woking claramente habían dado frutos: su cuerpo había alcanzado un grado de recuperación sobresaliente desde la semana previa, cuando había terminado agotado tras la carrera de Sepang.
Con la vuelta al trabajo en Baréin, su padre, Anthony, expresó su satisfacción, pero también cautela. Aquel segundo puesto en Malasia lo había convertido en el primer piloto en hacer podio en las dos primeras carreras en las que participaba desde que otro británico, Peter Arundell, lo lograra en 1964. Eso llevó a Anthony a expresar su inquietud: «Tengo miedo a lo que pueda suceder. Está siendo una locura».
Lewis fue, de nuevo, el centro de atención de la prensa mundial que se había dado cita en el desierto. Y no los defraudó al responderles con aplomo lo que podían esperar de él: estaba a punto de hacer historia al convertirse en el primer piloto en subir tres veces seguidas al podio en su debut en F1, y en absoluto descartaba la posibilidad de ganar en su tercera participación. Jenson Button, el anterior predilecto de la afición británica, había necesitado 113 participaciones para ganar una carrera. Lewis, en cambio, era todo serenidad y confianza: «Estoy esforzándome al máximo. Tal vez sea este fin de semana, en la última carrera del año o, quizá, el año próximo. Hasta ahora no he cometido errores, pero es algo inevitable cuando llevas el coche al límite y tratas de superarte a ti mismo. En algún momento cometeré alguno».
El entrenamiento fue rodado gracias a la misteriosa habilidad que lo acompañaba a la hora de adaptarse a cualquier circuito. Tras unas cuantas vueltas para acostumbrarse a la pista de Sakhir, dijo: «La sesión de hoy ha sido muy positiva. En el primer entrenamiento la pista estaba muy sucia y resbaladiza, así que no valía la pena perder demasiado tiempo con los reglajes. En la segunda sesión hemos podido rodar más tiempo y hacer ajustes. Creo que he sido más rápido y regular que en otras tandas largas, lo cual invita al optimismo. Tenemos bastantes datos para analizar, así que, de momento, todo perfecto».
¿Cómo no iba a estar todo perfecto? Lewis se encontraba tercero en la clasificación de pilotos, cuatro puntos por detrás de Alonso y Raikkonen, y McLaren lideraba la tabla de constructores con 32 puntos, nueve más que Ferrari. La pregunta era si sería capaz de prolongar su sensacional inicio. La sesión de clasificación indicaba que sí. La pole volvía a ser para Massa, pero Lewis se había colado en la primera fila de la parrilla por primera vez en su carrera. Alonso ya empezaba a murmurar y a fruncir el ceño de forma ostensible: el novato había superado por primera vez al doble campeón del mundo, su compañero más experimentado, y lo había hecho con el mismo coche. Esto supuso un punto de inflexión en su relación con Alonso. Aunque el asturiano, de entrada, había estado contento de tener un escudero menos experimentado, ahora, por primera vez, lo veía con otros ojos: de respeto a regañadientes y, posiblemente, temor.
Tras la clasificación, Lewis estaba, inevitablemente, eufórico: «Salir de la primera fila en mi tercer gran premio es algo increíble. Pero mi vuelta no ha sido para tanto. Al principio de la temporada he hecho mejores vueltas. La clasificación es muy dura, de mucha exigencia, y tienes que darlo absolutamente todo en la última vuelta. El viento cambia constantemente: a veces es de cola y, otras, viene cruzado. Me siento bastante tranquilo viendo cómo están yendo las cosas. Las sensaciones son buenas y estoy contento de estar donde estoy. Pero en la carrera no nos van a regalar nada. La primera curva promete ser complicada, ya que es muy estrecha. Pese a todo, ya he corrido en este circuito y me siento algo más cómodo. Tengo claro que la carrera de mañana va a estar muy reñida».
Al final hizo un papel todavía mejor, y tras la carrera del domingo quedó empatado a puntos en lo alto de la tabla. Massa logró la victoria (la tercera de su carrera) después de haber salido desde la pole con su Ferrari. Lewis acabó segundo, solo 2,3 segundos detrás del brasileño, y Raikkonen, tercero, a 8,5 segundos de Lewis. Alonso, consternado, cruzó la meta en quinto lugar. El resultado dio lugar a un triple empate a 22 puntos entre Alonso, Raikkonen y Hamilton.
Lewis admitió que estaba batiendo récords: «Estoy muy feliz por el resultado de hoy. Hacer tres podios de tres carreras posibles es fantástico. No hay duda de que hemos reducido las distancias con Ferrari y sé que todos van a seguir arrimando el hombro para mejorar todavía más de cara al GP de España. Pude seguir el ritmo a Felipe en mi primer tramo de carrera, pero tras el ecuador tuve muchos problemas con el equilibrio del coche. A eso hubo que sumar problemas de subviraje y el no poder frenar tan tarde como hubiera deseado. Sin embargo, tras el segundo repostaje —cuando cambié a gomas duras— recuperé intensidad. He disfrutado mucho de la carrera de hoy y, con unas cuantas vueltas más, quizá podría haberle disputado el triunfo a Felipe».
Alonso trató de salvar la cara en lo que había sido un resultado pobre para sus intereses, culpando al coche y afirmando que revertiría la situación para la siguiente parada: Barcelona, donde corría como local: «En parte estoy contento porque me voy con cuatro puntos y sigo liderando el campeonato, lo cual es importante. La carrera no ha salido como esperaba, pero son cosas que pasan. Me costó llevar el ritmo y conseguir un buen agarre, factores que te impiden pilotar como querrías. Uno siempre empieza la carrera pensando que puede ganar, pero tras seis o siete vueltas sabía que no iba a ser fácil. No pude mantener el ritmo ni de los Ferrari ni de Lewis, y al final tuve que conformarme con el quinto puesto. Ahora solo quiero pensar en las próximas dos semanas y en el trabajo que llevaremos a cabo para seguir mejorando el coche antes de correr en Barcelona», sentenció.
Ron Dennis procuró no hurgar en la herida, evitando exaltar el formidable logro de Lewis: «Aunque no podemos decir que haya sido un día perfecto, nos marchamos de Baréin encabezando ambos campeonatos, algo estupendo para el equipo. Fernando sufrió con el equilibrio de su coche y no terminamos de ajustar los reglajes. Lewis se sintió más cómodo e hizo una muy buena carrera».
Era momento de darse un respiro de tanta actividad. Lewis y el equipo McLaren partieron de Baréin rumbo a Inglaterra poco después de finalizar la carrera del 15 de abril. Tenía por delante casi un mes lejos de los circuitos hasta la carrera de Barcelona, prevista para el 13 de mayo. Pero de ninguna de las maneras iba a ser un mes de vacaciones. Podía volver a casa y desconectar un par de días antes de regresar a Woking, donde debía continuar con los entrenamientos y las pruebas.
Alonso también estaba ocupado, en su caso recuperándose del golpe que había supuesto ser derrotado por su número dos. Volvió a España a lamerse las heridas, decidido a recobrar el mando cuando se reanudara la contienda en el Circuit de Catalunya.
Situada media hora al norte de Barcelona, esta pista, inaugurada en 1991, ocupaba ya un lugar especial en el corazón del asturiano, pues el año anterior había ganado la carrera con su Renault y encaraba la cita del 2007 con mucha confianza. Había aplaudido, además, los cambios realizados al circuito para el 2007, incluida una estrecha chicane que habían añadido para que fuera un punto de adelantamiento: «Echaré de menos las dos últimas curvas, porque como piloto prefiero las curvas rápidas, ya que son más divertidas. Sin embargo, debería permitirnos aprovechar el rebufo en la recta principal antes de intentar adelantar en la primera curva, lo cual siempre es de agradecer. Uno de los inconvenientes del trazado es que adelantar siempre ha sido muy difícil, ya que las dos curvas previas a la recta principal se tomaban a gran velocidad, lo que dificultaba aproximarse al piloto de delante. Eso ahora va a cambiar».
También dejó claro que no esperaba que Hamilton lo superara corriendo en casa, dando a entender que el mes alejado de la F1 le había ayudado a superar la desilusión de Sakhir. «No hice una buena carrera en Baréin —aseguró—, pero a principios de esta semana hemos hecho unos test muy valiosos que nos van a ayudar a entender cómo rinde el coche en el Circuit de Catalunya y esos cambios en el trazado.»
Cuando Lewis llegó a Barcelona, parecía como si no le importara lo más mínimo lo que Alonso pudiera pensar o decir en público. Los años de férreo entrenamiento con McLaren le habían enseñado que en lo único que había que centrarse era en uno mismo. Al inicio de los primeros libres se mostró tan accesible como de costumbre, aunque reconoció que la fama lo había sorprendido. Los efectos de la popularidad en su vida cotidiana se habían hecho notar cuando al fin pudo darse un respiro entre Baréin y Barcelona en su casa familiar de Tewin (Hertfordshire). «Me resultó extraño volver siendo lo que la gente llama una “celebridad” —comentaba—. Al llegar a casa había fotógrafos esperándome en la puerta. Hacen guardia en sus coches de las ocho de la mañana a las seis de la tarde. Es muy raro, pero así son las cosas. Por suerte para mí, aún no he llegado a la cima y no me siento acosado. Eso sí, poco a poco, la gente empieza a reconocerme cuando voy por la calle.»
Otra muestra de su encanto: ninguna de las típicas quejas sobre los inconvenientes de ser una estrella, más bien la aceptación de que así son las cosas cuando uno es objeto de interés público. Un ejemplo que algunas «estrellas» harían bien en seguir. El periodista Piers Morgan me dijo en una ocasión que lo que más detestaba de los famosos era que se quejaran de ser fotografiados y de tener que responder a preguntas sobre su vida privada. «¡Es parte de ser famoso! ¡Si no soportas el calor, salte de la cocina, y punto!» No podría estar más de acuerdo con esa opinión.
Y hablando de estrellas, varias grandes leyendas de la F1 se apresuraron a felicitar a nuestro joven piloto durante los entrenamientos en Barcelona. El mítico Jackie Stewart abrió el camino: «En estos momentos corre para uno de los mejores equipos del mundo y lo hace con un coche competitivo. Sin embargo, ha sido capaz de conseguir más logros en un breve lapso de tiempo que ningún otro piloto en sus inicios en la F1. No es nada sencillo empezar en la F1 y plantarle cara a las grandes figuras del momento. Que un piloto novato haga eso con tal consistencia, y sin cometer los errores propios de un principiante, tiene mucho mérito. No es raro que un piloto lo haga muy bien en su primer año y, luego, tenga un bache en el segundo. Eso es de esperar. Pero, en el caso de Lewis Hamilton, estoy convencido de que en los próximos tres años entrará en la pelea por el título y, quizá, incluso lo gane».
También se unió al coro de alabanzas Michael Schumacher, que viajaba a España para asistir a su primer gran premio desde su retirada. Afirmó haber seguido a Lewis incluso cuando corría en la GP2: «Está haciendo un magnífico trabajo. Está muy bien preparado y es rápido. No me sorprende después de haber visto sus carreras el año pasado. Lo que quizá sí sorprende es que mantenga ese nivel de regularidad, pero ahí lo tienes...».
A Schumacher no le faltaba razón: en los primeros entrenamientos libres, Lewis se destacó tras completar una vuelta cuatro décimas de segundo más rápido que Alonso. Sabía que aquello era un desafío al asturiano y, esbozando una gran sonrisa, dijo: «Hemos terminado nuestro programa de planificación previa centrándonos en los neumáticos y los reglajes. Todo ha ido bien. Marqué mi mejor tiempo al comienzo de la sesión y, después, he mantenido la consistencia, lo que me da confianza de cara al fin de semana».
Al día siguiente, una vez finalizada la sesión clasificatoria, le bajaron un poco de las nubes: Massa había logrado otra pole tras firmar un tiempo de 1:21.421, mientras que Alonso se aseguraba la segunda plaza de la parrilla con un registro de 1:21.451. Raikkonen era tercero con 1:21.723 y Lewis, cuarto, con 1:21.785.
La afición española se llevó una decepción después de que Alonso no lograra la pole, pero él era bastante optimista. Tal vez tenía que ver con el hecho de que hubiera recuperado el protagonismo en detrimento de su número dos, a quien veía cada vez más como un rival en potencia que como el fiel escudero que esperaba. «Por ahora, las cosas nos están saliendo bien. El coche está rodando estupendamente y acabar en la primera fila es la confirmación del ritmo competitivo que hemos tenido todo el fin de semana. Con suerte veremos una lucha muy disputada, lo que no hace sino demostrar lo reñida que está la competición. No podría haberle sacado más jugo al coche. Mis dos vueltas clasificatorias fueron buenas. Ya veremos mañana.»
De nuevo, culpaba al coche, no a sí mismo, por no haber rodado más rápido o no haber sido mejor. Lewis se abstuvo de hacer comentarios. Se retiró a su autocaravana y pensó en cómo mejorar la jornada siguiente. Por su parte no había reproches, sino un enorme empeño por demostrar su valía cuando de verdad había que hacerlo. Y eso es precisamente lo que hizo el domingo. Pese a salir en cuarto lugar de la parrilla, venció a Alonso en su tierra: otro hito para la colección. Massa sumó otra victoria, con un tiempo final de 1:31:36.230. Lewis, segundo, entró 6,79 segundos detrás del brasileño, y Alonso, tercero, a casi 11 segundos del inglés.
Esto poco tenía que ver con el victorioso regreso a casa que Alonso imaginaba. Y peor aún era el hecho de que Lewis hubiera conseguido hacer su cuarto podio consecutivo (era su tercer segundo puesto seguido), lo que lo convertía no solo en líder en solitario del campeonato, sino también en el más joven de la historia en ostentar ese honor. Seguirían más malas noticias después de que la investigación de McLaren confirmara que Alonso solo podía culparse a sí mismo de haber sido superado por Lewis: su roce con Massa en la primera curva de la primera vuelta lo había hecho salirse a la grava. El error lo mandó al cuarto lugar y provocó que se dañara uno de los deflectores aerodinámicos de la parte derecha del chasis.
El liderato en solitario de Hamilton fue un momento muy emotivo para todo McLaren. Había roto un récord que hasta entonces ostentaba el fundador del equipo, Bruce McLaren. Lewis era apenas un mes y dos días más joven que el neozelandés cuando ganó su legendario gran premio en Argentina en 1960. Aunque no era fácil rebajar la sensación de euforia que le producía la situación, el inglés hizo todo lo que pudo por conservar la calma tras generalizarse la opinión de que podía ser campeón del mundo en su primera temporada. «No diría que esto me da alas para pensar que puedo ganar el Mundial en mi primer año, pero desde luego es una buena noticia. No deja de ser mi temporada de debut y, como es natural, habrá altibajos. Si seguimos sumando podios, tal vez podamos hacer algo importante», remachó Lewis.
En la carrera, tras una buena salida que le permitió adelantar a Raikkonen antes de entrar en la primera curva, se colocó acto seguido en segunda posición al beneficiarse del roce entre Alonso y Massa. Lewis reconocería luego que tener un buen comienzo era fundamental para sus aspiraciones de hacer podio: «La clave estaba en asegurarme la mejor posición posible en la primera curva. Apenas había espacio cuando [Alonso] volvió a la pista, pero conseguí pasar. En los primeros compases me costó calentar los neumáticos y el coche tendía a sobrevirar ligeramente. Pero tras completar varias vueltas, las cosas mejoraron considerablemente. La diferencia con Felipe, eso sí, ya era demasiado grande. En el segundo stint me perjudicó el tráfico, pero es algo que a veces ocurre. Tuvimos buen ritmo en el tramo final. Hemos sabido mejorar y mis aspiraciones siguen intactas. Es increíble correr en mi cuarto gran premio, frente a todos estos grandes pilotos, y salir liderando el campeonato. El equipo ha trabajado muy duro desde Baréin, y aunque no hemos ganado, creo que tenemos que mantener la cabeza muy alta: somos líderes en ambas clasificaciones».
Alonso, por su parte, en esa ocasión achacó la derrota a los neumáticos. Y aunque reconoció haber cometido un error en la primera curva, fue incapaz de apoyar o elogiar a su compañero: «Todas mis opciones de ganar se esfumaron después del incidente en la primera curva. Nada más salir me fui hacia el borde de la pista, conseguí ir a rebufo de Felipe y atacarle en la primera curva, ya que iba medio coche por delante. Sin embargo, tras tocarnos tuve que irme a la grava para evitar un accidente. Los dos tuvimos suerte de terminar la carrera. A raíz de eso, caí hasta el cuarto puesto en la segunda curva. Tuve que adaptarme a los daños que había sufrido el coche, que a su vez afectaron al equilibrio de este durante el resto de la carrera. En el segundo tramo perdí más tiempo todavía a causa de los neumáticos».
Ron Dennis se veía de nuevo en una situación difícilmente imaginable: el novato había vuelto a poner contra las cuerdas a su flamante fichaje multimillonario. Y una vez más hizo gala de su capacidad táctica para evitar reprochar a Alonso el error en la primera vuelta. Las alabanzas a Lewis también fueron comedidas: «Para el equipo es todo un logro afrontar el inminente GP de Mónaco encabezando ambos campeonatos. Nuestro ritmo fue algo flojo en el sector medio. Y la carrera de Fernando se vio dificultada tras dañar un deflector al tratar de rebasar a Massa en la primera curva. Lewis volvió a ofrecer una buena actuación. Y, como es de imaginar, seguiremos apretando en nuestro programa de perfeccionamiento para poner al equipo en la mejor posición posible para ganar tantas carreras restantes como sea posible».
¿Lewis volvió a ofrecer una buena actuación? ¡Cualquiera habría dicho que acabó en el puesto 15.º! Norbert Haug, director de Mercedes Motorsport, fue algo más espléndido en sus elogios: «Es fantástico que Lewis y Fernando lideren la clasificación de pilotos tras solo cuatro carreras. ¡Enhorabuena y gracias a todo el equipo por mandar también en la tabla de constructores! Lewis ha vuelto a hacer un trabajo sensacional: seguiremos esforzándonos para tratar de ir a más. Esperamos con impaciencia la próxima carrera, en Mónaco, dentro de dos semanas».
Un editorial de F1 Pit Box remarcaba que Hamilton podía entonces ganar el título de manera opuesta a como lo consiguió Alonso en el 2005: «Lewis Hamilton es líder de la clasificación. Su sorprendente año de debut continúa tras otra carrera fabulosa. Aun cuando su elección de neumáticos parecía estar pasándole factura en el tramo final de carrera, se negó a rendirse y mantuvo la diferencia frente a Alonso, pese a rodar este más rápido gracias a sus gomas más duras. Esto se asemeja a cuando Alonso cimentó su primer campeonato gracias a una racha de segundos puestos tras apuntarse unas cuantas victorias. No veo por qué Hamilton no podría hacer lo mismo, pero a la inversa».
Lewis Hamilton ya estaba con la mirada puesta en Mónaco. Comandaba la clasificación de pilotos con 30 puntos, por delante de Alonso (28), Massa (27) y Raikkonen (22), obligado a abandonar en la décima vuelta debido a un problema mecánico. Además, en Montecarlo siempre había estado abonado a la victoria: el año anterior había ganado en la GP2 y, en el 2005, fue primero en el GP de Mónaco de F3. Estaba decidido a lograr el triplete. Sin embargo, lo que comenzó como un sueño se convirtió en algo bastante perturbador. Algo que ni él, ni Alonso, ni Ron Dennis podían haber anticipado en su primera temporada al terminar una polémica carrera en la ciudad de los casinos. Ahora bien, según se acercaba el momento, surgió otro aspecto más positivo con relación a su primera campaña. Cada vez estaba más claro que había cambiado el panorama de la F1 a mejor, o, como algunos aseguraban, incluso la había salvado...