A medida que avanzaba la temporada, cada vez quedaba más claro que Lewis Hamilton había hecho mucho más que simplemente tener un enorme impacto personal en este deporte: sus gestas también habían transformado el devenir del automovilismo. De pronto se había puesto de moda un deporte que estaba estancado. Por primera vez en muchos años, nadie se perdía una carrera en la televisión, y el arrojo de Lewis había atraído a más aficionados de los que jamás se podía imaginar en la predecible era de Michael Schumacher. Yo mismo, sin ir más lejos, observé el espectacular impacto que Lewis había producido cuando, en septiembre del 2007, mi madre me telefoneó inesperadamente ¡para preguntarme en qué puesto iba en el GP de Italia en Monza! Hasta mis hijos, Frankie, de nueve años, y Jude, de siete, habían sucumbido al irresistible encanto del último héroe británico, e indefectiblemente ponían ITV1 los domingos para ver el desenlace de la segunda mitad de la temporada. Como por arte de magia, Lewis Hamilton había logrado que el automovilismo pasara de un deporte casi marginal a un espectáculo de masas. Y algunos, expertos en la materia incluidos, defenderían incluso que el de Stevenage se había erigido en un insólito salvador de la F1 y del GP del Reino Unido celebrado en Silverstone, en peligro de desaparición desde hacía un par de temporadas. En pocas palabras, Lewis había desatado un nivel de interés inusitado en el país desde que, a mediados de los noventa, Damon Hill se convirtiera en el último piloto británico en ganar un Mundial. El efecto Lewis se notaba incluso en las categorías base del automovilismo: los circuitos de karting, por ejemplo, estaban llenos de niños que querían correr en kart.
Un portavoz de ITV, el canal que posee los derechos de televisión de la F1, resumía así el impacto que había tenido Lewis: «Hamilton no solo gusta a los acérrimos de toda la vida, sino también al ciudadano de a pie. Es joven y negro, y eso se observa en los nuevos grupos demográficos que integran la audiencia». Según transcurría la temporada, los índices de audiencia de ITV durante los grandes premios casi se duplicaron, y la revista Autosport aseguró que las ventas se habían disparado como no ocurría desde hacía muchos años. Todo, reconocían, gracias a Hamilton.
Consciente de todo esto, pedí a Chris Hockley, experto en F1 y periodista del Sun, que investigara de qué manera Lewis había cambiado el contexto de la F1, haciéndola llegar a un público mucho más amplio. Sus explicaciones y revelaciones fueron de lo más interesante.
«No es ninguna coincidencia que, en este siglo XXI de sobrecarga informativa, los cuentos de hadas hayan vuelto a convertirse en éxitos de ventas. Y del mismo modo que Harry Potter o la mítica hazaña de los Hobbits se han apoderado de nuestra imaginación en el cine, el joven aventurero Lewis Carl Hamilton, así llamado por uno de los grandes héroes olímpicos de todos los tiempos, nos tiene pegados a la pequeña pantalla para ver el episodio más reciente de su increíble periplo. Hamilton no solo ha conseguido por sí solo devolver a la F1 a la cúspide del deporte mundial, sino que ha avivado la llama de este espectáculo y, por si fuera poco, ahora le está echando gasolina. Detrás de esas llamas está el comedido estilo de Lewis: un tipo tranquilo, meticuloso y sosegado, pese a la vorágine de eventos a la que se ha visto arrastrado. Tras conquistar la F1 en cuestión de semanas, su figura se ha proyectado tras compartir página con famosos en periódicos de todo el mundo. Cuando Bizarre (la sección de cotilleos del Sun) se hizo eco de la noche en que salió de juerga con los raperos P. Diddy y Pharrell Williams, Lewis supo que había aterrizado en el showbiz no solo como piloto de F1, sino como celebridad. Las chicas quieren besarle; las madres, achucharle; los padres lo admiran y los niños sueñan con ser como él. Su estratosférico ascenso ha disparado un 50 por ciento la audiencia televisiva de la F1 en el Reino Unido. Y la pasión por este deporte ha aumentado a nivel mundial, incluso en Estados Unidos, territorio por excelencia de la NASCAR, donde se han visto obligados a ver cómo un novato derrotaba al vigente campeón del mundo tras imponerse en el GP de Estados Unidos.
»En resumidas cuentas, Lewis ha devuelto el automovilismo a las masas. Pero lo ha hecho sin alterar su naturaleza. La F1, que durante años ha ligado su evolución a la ultramoderna tecnología aerodinámica que hace que adelantar sea una quimera, sigue reduciéndose, en buena medida, a una salida meteórica por salir airoso de la primera curva, seguida de un estirón a gran velocidad y algún cambio de orden que otro fruto de los repostajes. Por más superhéroe que lo consideremos, Lewis no puede influir excesivamente en eso.
»Entonces, ¿cómo se explica que tenga tanto tirón y que incluso esté salvando el pellejo a comentaristas de televisión que empezaban a quedarse sin recursos para narrar la monotonía de un automovilismo sin alma? Las respuestas, como es natural, son muchas y variadas, y cada una contribuye a lo que a la gente de la F1 le gusta denominar “el combo”. Como si de un modernísimo monoplaza se tratara, existe la posibilidad de desgranar sus distintos componentes. Pero, ¡ojo!, la lista va aumentando a diario...
»Su encanto. Empiezan a ser legendarias la amabilidad y educación —casi impropias de alguien de veintidós años— con que el apuesto Lewis afronta cualquier ráfaga de preguntas. “¿Cómo explicarías tu dominio al volante?”, le preguntan. A lo que responde: “Trato de hacer las cosas lo mejor que puedo”. Imposible que madres y abuelas no lo tengan en un pedestal. ¡Qué chico tan majo!
»Su modestia. La tímida sonrisa que nos regala cada vez que en la previa de un gran premio le entrevista un belicoso presentador de las noticias, más acostumbrado a tratar con sucesos atroces, que lo describe como un “fenómeno global” y lo compara con el superlativo Tiger Woods.
»Su convicción. Una confianza inquebrantable e impávida en su propia destreza a la hora de pilotar y para atreverse con situaciones impensables para el común de los mortales. Sería un tópico decir que esa convicción “se esconde” detrás de su carácter discreto. Y, además, sería falso. Por más humilde que sea, Lewis emana constantemente un aura rebosante de “brillo y confianza”, dos palabras que, por cierto, podrían encajar perfectamente con el eslogan de una marca de dentífrico.
»Recuerdo cuando lo conocí el año pasado en la ceremonia de entrega de los Premios Autosport, los Óscar del mundo del motor. Lewis, que acababa de ser anunciado como piloto del equipo McLaren Mercedes de F1 para el 2007, recibió allí otra medalla. Ron Dennis, jefe de McLaren, pronunció un extraño discurso en el que advirtió a Lewis que la prensa británica lo adularía con el siniestro propósito a largo plazo de machacarlo. Como colaborador de un tabloide, me sentí en la obligación de decirle a Lewis que Ron estaba pecando de paranoico y que íbamos a apoyarlo al 110 por ciento.
»Esperé mientras Dennis presentaba a Lewis al invitado de honor de la velada, Carlos Reutemann, antigua leyenda de Ferrari y destacado político en su Argentina natal. Acto seguido, intervine para tranquilizarlo cual amable tío que charla con su inocente sobrino. Lewis escuchó con paciencia y me dio las gracias asintiendo y mostrando su comprensión. No obstante, aunque no lo dijo, su serena mirada no dejó lugar a dudas de que tener el apoyo de los medios estaba muy bien, pero que en realidad no lo necesitaba para alcanzar su objetivo. Eso, simple y llanamente, se consigue en la pista. Era demasiado cortés como para criticar mi tono condescendiente, pero al alejarme de él lo cierto es que sentí cierta culpa.
»Su familia. El apoyo que Lewis ha recibido de su familia ya ha sido debidamente relatado. Su padre, Anthony, le es tan fiel que es prácticamente imposible ver a su hijo en un circuito sin su compañía. Ron Dennis, mentor de Lewis durante años, está considerado su segundo padre, aunque eso no impidió que por el paddock circule el rumor de que los Hamilton estaban decididos a cambiar de aires de no haber sido porque Dennis puso a Lewis en un McLaren en la temporada 2007. La devoción hacia su familia y su equipo parece haber inculcado en Lewis un sentido de obligación muy apreciado por millones de padres acostumbrados a hijos que crecen siendo unos desagradecidos.
»La crianza y educación de Lewis también han dado lugar a una estimulante ausencia de ego y a una honradez encantadora. A la pregunta de cómo se adaptaba a su meteórica fama respondió esto: “Solo tienes que ser tú mismo. Es el mejor consejo que podría darle a cualquiera. No importa delante de quién estés, ya se trate de la mismísima reina de Inglaterra”.
»Su actitud. Hoy en día se recurre mucho a esta palabra para referirse a jóvenes sin respeto. Pero no necesariamente tiene que ser así: Lewis tiene actitud, pero en sentido positivo. Descubrió su singular talento poco después de que su padre le regalara un kart a los seis años. Aunque se dedicó de lleno a correr, nunca abandonó los estudios. Tenía doce años cuando Dennis lo fichó para el Programa de Jóvenes Pilotos de McLaren. Y, desde entonces, pareciera que se ha dedicado a cosechar éxitos gracias a tanta gente como le brinda su apoyo y que se siente en la obligación de esforzarse al máximo por devolverles todo lo que le han dado.
»El principiante. Parte del atractivo de Lewis nace del hecho de que haya aparecido de la nada para plantarle cara a los grandes de la F1. Sin embargo, eso no es del todo así. Pese a su juventud, Lewis presume de una larga y exitosa trayectoria en las categorías inferiores del automovilismo, y ni su rapidez ni su osadía sorprenden en absoluto a los verdaderos adeptos a este deporte. Ahora bien, aunque el automovilismo representa una enorme industria global con infinidad de categorías, es también cierto que la mayoría de la gente solo conoce la F1. Y, por lo tanto, casi nadie sabía de la existencia de Lewis hasta que realizó su espectacular debut en el GP de Australia. Por eso, aunque bajo el patrocinio de McLaren sea el novato mejor preparado de la F1, se le sigue viendo como un recién llegado, un principiante que, por cierto, ha hecho acto de presencia en un momento muy oportuno, siguiendo la estela ni más ni menos que de Michael Schumacher, un piloto sin igual que jamás encandiló al público como Senna, Mansell o Hamilton. Muchos aficionados desearían que Schuey hubiera atrasado su retirada un año para que Lewis pudiera medirse con él, algo en lo que seguramente coinciden ambos. Y quién sabe si, después de todo, Schumacher no se plantea la vuelta a los circuitos...
»También conviene observar el contraste entre Lewis y su compañero de equipo, Fernando Alonso, bicampeón del mundo, un corredor fabuloso que despierta la admiración de aficionados de todo el mundo. Pero, aun así, es incapaz de calar en el público más allá de en su España natal.
»Su normalidad. Matt Bishop, editor jefe de la reputada revista F1 Racing, cree que el revuelo en torno a Lewis se debe a su forma de ser “absolutamente normal”. Un chaval que creció en un entorno sin privilegios, con “una cautivadora humildad tan espontánea como su increíblemente natural estilo de pilotaje”. Me quedo siempre con alguien así, con un piloto como Lewis, que tiene ese talento inherente a las superestrellas de hacer que lo atípico parezca normal.
»Eso nos lleva de vuelta a la comparación con Tiger Woods, quien pareciera que gana los torneos de golf sin despeinarse, ¿verdad? Pues en absoluto es así. Hay cientos de magníficos golfistas preparados para ganarle, pero se esfuerza como un jabato por superarles. Hace que parezca cosa de un momento y, acto seguido, encoge los hombros como si nada. Os suena familiar, ¿verdad?
»Sus reconocimientos. El escandaloso desembarco de Lewis en la F1 no solo deja atónito al ciudadano medio de a pie. Les ha parecido más impresionante si cabe a grandes leyendas de este deporte, que no han dudado en expresarlo en voz alta, lo que a su vez repercute en la conciencia colectiva. Un buen ejemplo son las declaraciones de Stirling Moss, quien aseguró “sentirse halagado de que la gente le comparara con Lewis”.
»Nigel Mansell apoda a Lewis el Elegido. Y Damon Hill afirma que “nunca había visto un debutante tan bueno”, mientras Niki Lauda asegura que “es el mejor piloto en la actualidad, con más potencial todavía del que le presuponen los medios británicos”. Por suerte, a base de pura destreza, Lewis fue capaz de sacudirse rápidamente la etiqueta de “primer piloto negro de F1 de la historia”. Eddie Jordan, exjefe del equipo, supo resumirlo de forma concisa: “Todos los indicadores apuntan a que es formidable. Es negro, es atractivo, ¡es una pasada!”.
»Esto, después de tanto análisis, nos lleva a concluir que Lewis se había convertido en el paradigma de lo molón. Incluso su abuso del verbo “molar” molaba. Sin ir más lejos, al hablar de su noche de parranda con P. Diddy y compañía, dijo: “Lo más raro de todo era que la fiesta estaba llena de famosos y, sin embargo, parecía que yo era el centro de atención. Esperaba encontrarme con que yo era el gran desconocido, el tipo del que apenas sabían nada. Pero la gente no dejaba de acercarse a pedirme mi número y a preguntarme si yo quería el suyo. ¿Acaso no mola eso?”.
»¡Claro que mola, Lewis! Mola tanto como que David y Victoria Beckham te deseen suerte para la carrera del GP de Gran Bretaña. Parece como si ni siquiera él se terminara de creer lo que le está pasando. Y, por supuesto, no tiene miedo a reconocerlo en todas sus entrevistas y apariciones televisivas posteriores a sus carreras. “Estoy haciendo un sueño realidad”, repite hasta la saciedad. Es un tema explotado enérgicamente por Vodafone, el principal sponsor de McLaren. En uno de sus anuncios de televisión aparece Lewis de pequeño pilotando una nave espacial en la que persigue su mayor sueño. Y mientras los otros chicos van quedando uno a uno por el camino, él resiste estoicamente a los mandos de la nave hasta que esta se transforma en un monoplaza de McLaren.
»Pero, claro, nosotros, el común de los mortales, sabemos que no estamos preparados. Conocemos nuestras propias limitaciones, pero nos alegramos de que haya quien pueda conseguirlo, alguien capaz de demostrar que se puede conseguir. Y, para colmo, es alguien tan “absolutamente normal” y agradable que irremediablemente nos unimos a Lewis en su cuento de hadas y nos sentimos parte de este. También nosotros estamos haciendo un sueño realidad. Y ¿acaso no le gusta eso a todo el mundo?»
Por supuesto que sí, Chris, claro que sí... El seguimiento que había hecho de la trayectoria de Lewis en la F1 durante el último año también había revelado que suscitaba gran interés entre muchos jóvenes. En junio del 2007, por ejemplo, los alumnos de un colegio de Norfolk disfrutaron de un día de automovilismo como consecuencia directa de la influencia que Lewis estaba teniendo en la F1. Le habían visto por televisión encaramarse a lo alto de la clasificación del Mundial y al director del centro le había parecido muy oportuno invitar a una escudería local para que les enseñara cómo era un coche de carreras de verdad.
Los alumnos quedaron atónitos al ver el monoplaza con el que Comtec Racing competía en la Fórmula Renault 3.5. La escudería, con sede cerca de Attleborough, había ganado el campeonato de pilotos en su primera participación en las Series Mundiales del 2006. Jonathan Lewis, propietario del equipo de Norfolk, habló de lo importante que el automovilismo había sido en su vida y los dejó sentarse en su adorado bólido de 290 000 euros. También hizo mención a la influencia de Lewis Hamilton entre los jóvenes y los animó a perseguir sus intereses. «Me sorprendió lo mucho que saben de automovilismo. Todos conocían a Lewis Hamilton, referente obligado de este deporte. A los más pequeños les encantó, y los alumnos algo mayores hicieron preguntas realmente inteligentes. La mejor de todas fue “¿Por qué lo haces?”. Y, claro, ¿cómo respondes a eso?»
El director, Simon Wakeman, aseguró que a los niños les había parecido una experiencia fantástica, apasionante, sobre todo a los más pequeños, que estaban fascinados con la idea de poder sentarse en un coche de carreras e imaginar por un momento que eran pilotos. «¡Todos quieren ser algún día como Lewis Hamilton!»
El padre de Lewis, Anthony, se mostraba encantado de ver que su hijo era un modelo a seguir entre los jóvenes y de cómo estaba acercando el deporte a toda una nueva generación. Según afirmó, era algo que los llenaba de felicidad, tanto a él como al propio Lewis: «Recuerdo cuando era pequeño y no tenía nada. Y cuando Lewis apenas era un niño seguíamos sin tener nada. Nos encontramos con esta oportunidad y aquí estamos. Cada día es un sueño, algo que debemos disfrutar y apreciar. Me gustaría que la historia de Lewis sirviera de inspiración para otros chicos, que sepan que, si tienes un sueño y te esfuerzas al máximo, tal vez puedas hacerlo realidad. De pequeño hizo muchos sacrificios para perseguir su sueño, pero el éxito no le ha cambiado: sigue siendo el mismo tipo, ahora está en la élite de la F1, sí, pero seguirá siendo así siempre. Es importante que se mantenga concentrado y que siga ganando para dar ejemplo a otros chicos y chicas que no tienen nada y que quieren conseguir algo en la vida. Quiero que vean a Lewis y sepan que, si trabajas duro y te sacrificas, tus sueños se pueden cumplir.
»Lewis no se siente una superestrella. Él sigue siendo el de siempre y sería bueno que nada de eso cambiara. Todavía vive con la familia. Aquí no hay yates ni fiestas desenfrenadas. Su vida se limita a trabajar con ahínco para lograr su objetivo: ganar el Campeonato Mundial de F1. Está completamente entregado a su carrera. No se le pasa por la cabeza que, como ya ha llegado a la máxima categoría, puede relajarse y vivir a todo tren. Está aquí para competir y eso es todo lo que desea hacer. Él mismo lo ha dicho: “No he venido para ser segundo”. Si fuese así, se dejaría llevar, iría a fiestas, se echaría a tomar el sol y luego diría: “Vaya, este fin de semana tengo carrera, ¿verdad? En cinco minutos estoy allí”. Nada más lejos de la realidad.
»Primero soñaba con llegar a la F1 y, luego, con ser campeón. Su máximo sueño es ganar el Campeonato Mundial. Tenemos una oportunidad única y Lewis está tratando de aprovecharla al máximo. Esto no es la lotería. No consiste en comprar un décimo y esperar que haya suerte. Se trata de tener un sueño y no desviarse de la trayectoria. Tenemos mucha suerte de poder estar donde estamos. No vamos a pecar de arrogantes y desperdiciar la oportunidad. Es por eso por lo que quiero que los niños que tengan ilusiones y aspiraciones vean a Lewis como una inspiración».
Apenas dos semanas después del inicio de la temporada, antes de que el impacto de Lewis en la F1 se pudiera calibrar verdaderamente, Flavio Briatore, el jefe de Renault, manifestó la sensación de que estaba volviéndose un espectáculo tedioso. «Por lo general, es aburrido —comentó—, lo que no deja de ser algo desmoralizante.» Un par de meses después, el italiano tendría razones para dar las gracias a Hamilton, aunque al inicio de la campaña dijo lo siguiente: «Una carrera de hora y media termina haciéndose larga porque el 90 por ciento de las veces los últimos treinta minutos terminan siendo muy aburridos. Cada vez que ocurre algo emocionante es por razones externas: porque ha empezado a diluviar, ha habido un accidente o algo por el estilo. Sigo sin entender por qué no tratamos de lograr que todas las carreras sean entretenidas».
Mark Sharman, director de ITV Sport, como es natural, discrepó de la idea de que el automovilismo se había vuelto aburrido, aunque también tenía motivos para estar agradecido a Lewis Hamilton, sobre todo por la manera en que había acercado a una avalancha de nuevos aficionados y, en consecuencia, disparado los índices de audiencia de dicho canal privado. Para cuando hubo de celebrarse el GP de Gran Bretaña, las cifras de audiencia de ITV habían aumentado considerablemente respecto al año anterior: 7,7 millones de espectadores habían visto el GP de Estados Unidos frente a los 5,4 millones del 2006. Y los números del GP de Gran Bretaña en Silverstone no hicieron sino demostrar el impacto que Lewis estaba teniendo: ITV1 consiguió picos de audiencia de 5,1 millones de espectadores, mientras que la final individual masculina de Wimbledon, televisada simultáneamente por la BBC1, apenas reunió a 2,2 millones.
Mark Blundell, expiloto y principal analista de ITV, coincidía en que Lewis era la superestrella que la F1 necesitaba con urgencia para salir de la crisis: «Es el primer piloto negro. Hay muchas expectativas en torno a su figura tras haber vencido en la GP2 Series el año pasado. Y, aun así, nos limitamos a decir lo buen piloto que es». Chris Maume, columnista televisivo del Independent, resumía así la repercusión de Lewis tras el GP de Estados Unidos: «Mientras la cámara enfocaba las gradas repletas de fanáticos del automovilismo en Indianápolis en los minutos previos al inicio del GP de Estados Unidos, Mark Blundell señaló a Steve Ryder que Lewis Hamilton había traído consigo un público muy distinto al habitual de la F1. Así es: en los diez años que llevo haciendo esta columna, no recuerdo haber escrito una sola frase sobre eso (a menos que fuera “Dios mío, ¡qué tostón!”). Y hasta el sábado de la semana pasada, diría que nunca antes me había molestado en ver un segundo de una sesión clasificatoria, lo cual no deja de ser extraño para alguien como yo, nacido cinco días después de que Fangio conquistara su último gran premio. Hamilton me tiene enganchado».
Damon Hill tenía claro que Lewis Hamilton desempeñaría un papel fundamental a la hora de garantizar el futuro del GP de Gran Bretaña en Silverstone. El efecto Lewis había arrastrado a 42 000 aficionados el viernes, a 80 000 el sábado y, el domingo, con todas las localidades vendidas, a 85 000. Los precios de las entradas oscilaban entre 116 y 300 euros. Se decía también que las ventas online de gorras (23,50 euros) y camisetas (32 euros) de Lewis estaban disparadas. Según Hill, la venta de entradas —consecuencia directa del impacto de Lewis en los prolegómenos de la edición del 2007— era la prueba de lo importante que seguía siendo la llegada del Gran Circo en Inglaterra: «Estoy contento como el que más por el potencial y el futuro que tiene por delante, y, por primera vez desde que yo lo hiciera en 1996, un piloto británico llegará a Silverstone liderando el Mundial [...] Perdón si no paro de hablar de Lewis, pero entenderán que como presidente del Club Británico de Pilotos de Carreras (BRDC) mi labor también consista en eso. La ampliación del contrato del gran premio más allá del 2009 pasa por un plan de renovación de las instalaciones en consonancia con la clase de recintos deportivos que hoy en día esperan los aficionados al deporte de todo el mundo. Es un momento crucial para el GP de este país. No lograr estos objetivos ni alcanzar un acuerdo viable y sostenible con la dirección de la F1 podría suponer la pérdida de este evento. No me cabe la menor duda de que la F1 seguiría adelante sin nosotros. Tenemos, en cualquier caso, el deber de proteger este recinto para todos los deportes de motor. Es una decisión muy difícil.
»A nadie le puede sorprender, por lo tanto, que esté entusiasmado por la llegada de Lewis Hamilton. Mentiría si no dijera que su aparición ha sido muy oportuna, es una demostración del poder del individuo en un mundo de organizaciones».
Robert Brooks, director del BRDC, se hizo eco de esas opiniones: «Personas como Lewis están ayudándonos mucho. El efecto Hamilton es muy positivo y valioso para conservar el GP de Gran Bretaña». El analista comercial Alan Switzer compartía con ambos que el éxito de Hamilton podía impulsar Silverstone a nuevas cotas de popularidad. Para Switzer, director del Grupo de Negocios Deportivos de Deloitte, «los héroes locales pueden tener un enorme impacto en la salud financiera de un deporte. El éxito de Lewis Hamilton ha contribuido a relanzar el GP de Gran Bretaña, hoy el tercer mayor evento deportivo del Reino Unido en cuanto a cifras de asistencia, solo superado por Wimbledon y la Royal Ascot. Si Lewis lograra consolidar su éxito, el automovilismo presumiblemente experimentaría un notable aumento de ingresos, en particular una vez expiraran los vigentes contratos de derechos de retransmisión y los acuerdos de patrocinio. Cadenas y empresas competirán por asociarse con un icono mundial del deporte potencialmente muy atractivo. Supuestamente, el actual contrato de ITV por los derechos de retransmisión de la F1 tiene un valor de casi 30 millones de euros al año. Pero, gracias al impacto de Lewis, ese valor podría incrementarse sustancialmente una vez concluya, a finales de la temporada 2010».
Switzer creía que Silverstone también saldría beneficiado, pues la BRDC, propietaria del circuito, haría lo posible por cerrar un nuevo contrato una vez expirara el acuerdo en el 2009: «A nivel más local, el aumento en los ingresos por la venta de entradas y gastos secundarios constituiría una parte importante de la financiación disponible para la remodelación de Silverstone. Esto es algo necesario para que Silverstone siga siendo sede de un gran premio e, incluso, para aumentar su aforo. La aparición de Fernando Alonso, por ejemplo, fue el factor clave para que el GP de España atraiga a más de 340 000 espectadores, la mayor cifra de asistencia de cualquier carrera de F1», comentó en aquel entonces.
El efecto Hamilton también explicaba el repentino crecimiento de las apuestas en los prolegómenos de Silverstone. Las casas de apuestas informaron de que en la edición del año anterior el movimiento llegó apenas a la mitad que en el 2007: la aparición de un aspirante británico al título y el aumento de la emoción en las carreras se habían hecho notar. Según David Williams, portavoz de la casa de apuestas Ladbrokes, «antes de la primera carrera de Hamilton era difícil prever un boom de las apuestas, pero estas se multiplicaron tras el primer podio del piloto inglés. Las apuestas para la segunda carrera aumentaron el 75 por ciento en todos los canales y este año —en referencia al 2007— ha roto todos los registros de facturación. En el GP de Gran Bretaña se ha apostado más dinero por Hamilton que por todos los demás pilotos juntos».
El aumento de las apuestas demostraba la influencia sumamente positiva que estaba teniendo el joven piloto en todos los ámbitos de su deporte. Las apuestas a que ganaba el título de pilotos, por ejemplo, estaban 8 a 13. También se apostaba 9 a 2 a que hacía podio en cada gran premio, 11 a 10 a que ganaba más carreras que ningún otro piloto británico (Nigel Mansell tenía el récord, con 31) y 10 a 1 a que batía el récord de 91 victorias en grandes premios de Michael Schumacher. Miraras donde miraras, allí estaba Lewis Hamilton. Era el hombre del momento, la persona con la que estaba en deuda un ejército de trabajadores de la industria de la F1.
La F1 estaba en auge y el público no dudaba en reconocer que su interés se debía a una sola persona. El londinense Neil Adamson, aficionado ya de antes, admitía que Lewis lo había llevado todo a un nuevo nivel: «A ninguno de mis amigos le gustaba la F1, así que me aficioné de casualidad. Empecé a seguirla por televisión y me enganchó. He animado a algún amigo a ver una carrera juntos, pero siempre me dicen que no tienen tiempo para eso. Simplemente, no comparten mi pasión. Yo, en cambio, veo las carreras, aunque sean a las 2.00. Ojalá pudiera ir a todos los grandes premios, pero tengo una familia y un comercio que atender, por lo que no dispongo del tiempo necesario. Hace años fui a Silverstone, en los tiempos de Nigel Mansell. Fue una pasada, no solo la carrera, sino el espectáculo en sí. La gente y el ambiente eran fascinantes».
Julian Phillips, aficionado de Bury, una localidad cercana a Mánchester, comentaba que «tanto si te gusta este deporte como si no, hay que reconocer que es increíble lo que Lewis ha hecho. El deporte en sí es aburrido, pero no se le puede quitar mérito. Nadie, por más bueno que sea, llega, gana y termina en el podio tantas veces. Tienes que ser muy especial para romper tantos récords en tan poco tiempo. Solo le vale ganar. Y que nadie me venga con que es porque corre en un McLaren. ¡Incluso con Honda terminaría en mejor lugar que sus pilotos actuales! Está llamado a pasar a la posteridad».
Louis Graham, de Cornwall, condensó de esta manera el formidable efecto de Hamilton: «Su llegada es una muy buena noticia para el automovilismo británico. Ha contribuido a dar relieve a un deporte que estaba bajando estrepitosamente en los índices de audiencia y ha logrado enganchar a miles de nuevos aficionados. Además, es muy buen tipo, algo poco habitual con tantas superestrellas arrogantes como hay. Hamilton es la prueba de que la buena gente a veces gana».
Ahí quedan esos sentimientos compartidos por tantos, Lewis...