El domingo 15 de noviembre del 2020, Lewis Hamilton pasó a los anales de la historia de la Fórmula 1, junto a Michael Schumacher, tras proclamarse por séptima vez campeón del Mundial de Pilotos en el GP de Turquía, en el circuito de Istanbul Park, en Tuzla. El mes anterior, el británico ya había superado al alemán en número de carreras ganadas: Schumacher sumó a lo largo de su trayectoria un total de 91, mientras que Hamilton rebasó con creces la centena en el 2021. Con aquel triunfo en Turquía, pues, Lewis Hamilton se convertía en el piloto más laureado de la historia de la Fórmula 1. El piloto británico era muy consciente de lo que suponía aquel séptimo título, que se sumaba a los del 2008, 2014, 2015, 2017, 2018 y 2019: «Es increíble haber logrado igualar a Michael en número de títulos. Este séptimo campeonato se lo dedico a todos los niños que sueñan con lograr lo imposible: sabed que también está al alcance de vuestra mano». El de Stevenage había demostrado ser el mejor piloto sobre la faz de la Tierra. El chaval de orígenes humildes había alcanzado estatus de superestrella, de figura de talla mundial. Su rostro aparecía en carteles publicitarios de todo el mundo, ocupaba la portada de revistas que nada tenían que ver con el automovilismo y los programas de entrevistas se lo rifaban.
Lewis Hamilton se había convertido en el primer fenómeno de masas de la historia de la F1, una celebridad en toda regla. Era mucho más que un simple piloto de carreras, por más que se hubiera labrado un nombre gracias al automovilismo. Sin embargo, el camino al éxito no había estado exento de obstáculos: el período de seis años sin títulos, entre su primera y su segunda corona, fue un verdadero calvario. También, entre medias, Lewis discutió con su padre, Anthony (terminaron reconciliándose en el 2014); asistió a la marcha de McLaren de su mentor, Ron Dennis; y a la postre terminaría abandonando él mismo el legendario equipo en el que había desarrollado su carrera desde niño. En el 2013, Lewis fichó por la entonces emergente escudería Mercedes (paradójicamente, para sustituir a Schumacher) y el éxito fue inmediato. Aun así, había expertos que sugerían que, pese a ser ganador indiscutible al volante, jamás conquistaría a la afición británica. Sostenían que, además de ser muy altanero, tenía demasiado apego al dinero, a la ostentación y al mundo del espectáculo como para que le tuvieran en estima. Aquella idea se diluyó tras ser elegido en dos ocasiones (2014 y 2020) Deportista del Año de la BBC: un galardón decidido única y exclusivamente por el público. Y, como colofón a un magnífico 2020, también fue distinguido como miembro de la Orden del Imperio Británico.
La temporada 2021 auguraba un trepidante duelo entre Lewis Hamilton y Max Verstappen, «el holandés volador», con la codiciada octava corona del inglés en juego. El enfrentamiento entre el aspirante de 23 años y la leyenda de 35 superó todas las expectativas y brindó uno de los finales de Mundial más disputados y emocionantes de los últimos años. El decisivo gran premio de Abu Dabi quedará grabado en la memoria de los aficionados como uno de los hitos de la historia de la Fórmula 1 y, aunque vio cómo se le escapaba la victoria en el último suspiro, Lewis Hamilton volvió a demostrar la grandeza del piloto más laureado de todos los tiempos.
FRANK WORRALL
Londres, 2021