Solo podemos imaginar
lo que estos dos
—Francisco y Fidel—
en verdad tenían por
decirse uno al otro.
El Papa preguntándose
quién es realmente el Santo Padre aquí,
ya que todo lo que él
predica como sagrado
Fidel ya lo ha
logrado.
Fidel
hallando humor
en las inconfundibles raíces italianas
del argentino
y pensando mordazmente
pero callando
cortésmente,
como buen jesuita
y Revolucionario que es:
mi pueblo ha sufrido
largo tiempo:
no arruines esto.
Dios, te llevó una eternidad
llegar a ser papa,
lo imagino decir
en voz alta.
¡Sabes que así fue!
podría responder Francisco.
Y tú sabes
exactamente por qué:
ese lugar donde trabajo es una guarida
de asesinos y ladrones.
Y si sus líos no hubiesen
salido a la luz:
pruebas de
sacerdotes que preñaban
en el pasado
y sodomizan a monaguillos blancos
en el presente;
y gente que empieza a notar
la cantidad de oro y
propiedades robados
que poseemos (bastante para dar casa, alimentar y vestir
a casi todos los pobres del planeta)
jamás me hubieran
puesto aquí.
Con Cambio Climático
o sin Cambio Climático.
Lo sé, dice Fidel.
Son así de listos.
Solía preguntarme cómo
lo soportabas: sentado al fondo
todos esos años
mientras ellos gobernaban
el mundo desde cada
parlamento y cada trono.
Horrorosamente, por cierto,
podemos agregar.
Y ¿qué sobre el asunto de las disculpas
con que siempre salen?
Son culpables de la tortura y la muerte
de la Tierra y Su Gente en todas partes.
Las Casas, por lo pronto, nos ha contado
parte de lo peor.
¡Y ahora quieren librarse
con una disculpa!
Algunos ni eso quieren hacer, dice Francisco.
Si los violados y explotados
recobraran las tierras y bienes que les robaron
de manos de tus compañeros clérigos
y los sacaran brutalmente de sus casas
y hogares tras matar a sus padres
y esclavizar a sus hijos,
¿estarían satisfechos ellos con una disculpa?
Oh, más bien que ha sido un desafío.
Puedo testificarlo, dice Francisco,
apartando una cámara.
Y uno personal para mí:
no es agradable,
en especial cuando envejeces,
reconocer tu papel
de Conquistador
del Espíritu.
¡Un conquistador
de los mismos espíritus y almas de la gente!
La propia definición de “diablo”
pienso a veces.
Cuando la gente se inclina ante mí
quiero gritarles: inclinarse
ante sus amos
es lo primero que los obligaron a hacer:
¡Pónganse en pie!
¡Y qué extraño que quieran que bese a sus niños!
Es escalofriante, dice Fidel. Ni que nuestra gente
ignorara la quema de brujas
y la Inquisición. Aun si no han estudiado
de las Reservas del Norte y
los internados para indios.
Pero anímate. ¿Quién podía haber imaginado
cómo es realmente el mundo
cuando éramos niños?
Somos viejos ahora, pero a pesar de todo lo que aprendimos,
buena parte espantoso y atemorizador, incluso
aterrador,
hicimos con la Vida
lo mejor que pudimos.
La perfección tendrá
que esperar a la próxima encarnación.
Y quiero decir del mundo, no solo nuestra.