¿Quién sabía que la muerte era algo así?
Reflexiona un muchacho recolocando un miembro
y baja la vista pensativamente
hacia un ojo. Un ojo que mira
indiferente en torno al Paraíso
que resulta estar
por todas partes.
¿Quién sabía
que aprenderíamos tanto
y que nuestro viaje
—por la forma en que se ven las cosas—
nunca acabará?
Todavía están peleando
y matándonos
allá abajo. No saben que
nunca morimos.
Pero ¿ellos sí?
Y ¿es esta la forma
en que la vida los castiga?
¿que nunca se los conozca por lo que
dan al mundo,
que es mucho,
sino por lo que toman?
¿Cuál es el mensaje
para nuestros padres
nuestros compañeros de clase
nuestros amigos?
¡Cuánto amor tienen
por nosotros, los caídos!
¡Cuánto sufrimiento
nuestras muertes
han causado!
¡Si al menos pudiésemos dejar caer
esa pluma
prometida a Yoko Ono
por John Lennon!*
¡Anunciando el prometido
que jamás defrauda
o desaparece!
Somos los dichosos
que hemos ido a la Gloria.
¿Cómo juzgamos
a quienes nos asesinaron?
¿Cómo decimos a nuestras familias
que este no es el fin?
Que es el aliento inmortal
de la Vida el que ahora
nos sostiene
en una paz
que no tiene nombre
ni forma;
Vida inagotable
que se abre de nuevo
al morir:
Vida que presencia
todo
eternamente:
y es totalmente flexible
en su Eternidad.
* Se dice que John Lennon prometió a su amada Yoko que si él descubría qué era el “cielo” tras su muerte, se lo haría saber dejando caer una pluma.