Informe sobre miopes

Resulta alarmante el alto índice de miopía que se registra por este tiempo entre los habitantes de la ciudad. Cuánto quisiéramos que fuera sólo literalmente, pero lo cierto es que la gente de esta villa “no ve más allá de sus narices”. Y lo que más preocupa a las autoridades es que el hecho ha provocado, por igual, una creciente ola de monotonía, de cruel y atroz tedio en nuestros conciudadanos. O sea que la gente –– según las frías estadísticas –– está pereciendo a causa de un mal que, una vez instalado en el cuerpo, y sobre todo en el alma de un ser humano, trae letales consecuencias: el aburrimiento.

 

Consultado sobre el tema, un experto del Instituto para la Visión de la Realidad ha hecho el siguiente análisis. Algunos lo juzgarán demasiado crudo, severo e incluso inhumano, pero es contrario al Código de Ética del Periodista alterar las declaraciones de los entrevistados: “De ningún modo nos sorprende la situación. Es más, era de esperarse. Dígame, joven, ¿qué puede ver un hombre que, precisamente, no ve más allá de sus narices. La respuesta, como usted ya ha podido deducir, es de una elementalidad flagrante: la nariz. Cualquier intento de observar otro paisaje, de deleitarse con formas diferentes en el horizonte, tropieza, en quienes padecen de este mal, con esa visión. Lastimosamente, lo que sigue para la víctima es un grave ataque de “absoluta ceguera”, la inevitable monotonía y el desenlace que de sobra conoce la opinión pública: la muerte en vida, singular forma de perecer en la que el paciente continúa por tiempo indeterminado ejerciendo algunas funciones, entre las cuales, por supuesto, no se cuenta la de sentir, pues ésta está vinculada en forma estrecha con la visión.”

 

Acerca de las medidas que se están tomando para contrarrestar el temido flagelo, esto fue lo que manifestó nuestro experto (reitero: no faltará quien lo encuentre demasiado crudo, severo e incluso inhumano, pero es contrario al Código de Ética del Periodista alterar las declaraciones de los entrevistados): “Lo habíamos prevenido en nuestra pasada asamblea anual, cuyo tema central se ocupó en estudiar, de una manera sistemática y profunda, la visión del hombre. Allí, con oportunidad, lanzamos una agresiva campaña que advertía: Es urgente que amplíe su visión de las cosas. También fuimos enfáticos cuando preguntamos: ¿Tiene usted una visión reducida de la realidad? ¡Está a tiempo de corregirla! Pero, como bien se sabe por la abundante información que circula por estos días, parece ser que nuestras advertencias fueron a dar a oídos sordos.”

 

A ojos miopes, hubiera sido mejor decir, pero ya se sabe: es contrario al Código de Ética del Periodista alterar las declaraciones de los entrevistados para con ellas hacer juegos de palabras que pudieran herir su sensibilidad y la del hipotético lector.

 

Las lapidarias palabras del entrevistado antes de perderse por los atiborrados pasillos le pusieron el punto final a esta entrevista, y parecen apagar las pocas luces de esperanza respecto a tan capital asunto:

 

–– Ahora, nada es más inútil que lamentarnos –– fue su exacta conclusión.