E

 

 

 

 

 

ebúrneo, a

 

(Del lat. eburnĕus).

 

1. adj. De marfil.

2. adj. poét. Parecido al marfil.

 

Ven, dulce amiga, que tu amor imploro:

luzca en tus ojos esplendor sereno,

y baje en ondas al ebúrneo seno

de tus cabellos fúlgidos el oro.

 

JOSÉ MARÍA HEREDIA, A mi querida

 

 

echacantos

 

(De echar y canto2).

 

1. m. coloq. Hombre despreciable y que nada supone en el mundo.

 

¿Pues cómo, maldito, lo que es justo será reprehensible, ni ridículo? ¿Ves tú que eres más veces echacantos que tira-piedras?

 

FRANCISCO DE QUEVEDO, Tira la piedra y esconde la mano

 

 

ecuménico, ca

 

(Del lat. oecumenĭcus, y este del gr.οἰκουμενικός).

 

1. adj. Universal, que se extiende a todo el orbe.

 

Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos;

formen todos un solo haz de energía ecuménica.

 

RUBÉN DARÍO, «Salutación del optimista»

 

 

efugio

 

(Del lat. effugĭum).

 

1. m. Evasión, salida, recurso para sortear una dificultad.

 

¡Ay, señor!, las leyes son recientes y claras, y no dejan efugio alguno al que acepta un desafío.

 

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS, El delincuente honrado

 

 

efundir

 

(Del lat. effundĕre).

 

1. tr. p. us. Derramar, verter un líquido.

2. tr. ant. Expresar, decir algo.

 

Tras los cerros surcados por cándidas neblinas, la nube formaba un telón de seda malva donde efundía la luz pulverizaciones de azafrán. Encima, exornando menudos pliegues, desflocábanse copitos de oro claro. Una amarillez sulfurosa entibió aquel matiz. Bajo haces de luz grisácea, un escalón de montaña apareció aterciopelado de tierno verde.

 

LEOPOLDO LUGONES, La guerra gaucha

 

 

egresar

 

1. intr. Salir de alguna parte.

 

Parece mentira cómo pasa la vida: cualquiera diría que fue ayer que estaba usted bailando con Susan en la fiesta aquella. Estaba usted soltero, recién egresado...

 

ALFREDO BRYCE ECHENIQUE, Un mundo para Julius

 

 

elación

 

(Del lat. elatĭo, -ōnis).

 

1. f. Hablando del espíritu y del ánimo, elevación, grandeza.

2. f. Hinchazón de estilo y lenguaje.

3. f. p. us. Altivez, presunción, soberbia.

 

Así do quier los simulacros viles

de la opresión cayeron;

pues los humanos pechos, quebrantando

los vínculos serviles,

que su elación divina comprimían

en sacrosanto fuego se encendieron.

 

ESTEBAN ECHEVERRÍA, Los consuelos

 

 

emascular

 

(Del lat. emasculăre).

 

1. tr. capar (|| los órganos genitales).

 

Osado el que penetra en la carne femenina, ¿cómo podrá permanecer entero tras la cópula? Vagina dentada, castración afectiva, emasculación posesiva, mío, mío, tú eres mío.

 

LUIS MARTÍN-SANTOS, Tiempo de silencio

 

 

emboriado, da

 

1. adj. neblinoso.

 

Los azulejos verdes, la ventana por la que penetraba la claridad del mediodía, la toalla colgada como un ahorcado, el espejo emboriado como los ojos de un ciego.

 

RICARDO GARCÍA NIETO, El chillido de los ángeles

 

 

empíreo, a

 

(Del lat. empyrĕus, y este del gr. ἐμπύριος, inflamado).

 

1. adj. Celestial, divino.

2. adj. Se dice del cielo o de las esferas concéntricas en que los antiguos suponían que se movían los astros. U. m. c. s.

3. m. Cielo, paraíso.

 

Levanta la cabeza y sus labios se remueven un poco. No ve las estrellas en el cielo con los ojos terrenales; pero su espíritu está próximo a la liberación definitiva. Y dentro de poco el alma volará por el empíreo, más allá de las estrellas fulgentes, hacia la eternidad.

 

AZORÍN, Discurso de recepción en la Real Academia Española

 

 

encalabrinar

 

(De en- y el dialect. calabrina, hedor de cadáver).

 

1. tr. Dicho especialmente de un olor o de un vapor: Causar turbación en una persona o en su cabeza. U. t. c. prnl.

2. tr. Hacer concebir a alguien falsas esperanzas.

3. tr. Excitar, irritar. Encalabrinar los nervios. U. t. c. prnl.

4. prnl. coloq. Enamorarse perdidamente.

5. prnl. coloq. Obstinarse, empeñarse en algo sin darse a razones.

 

Tiene temporadas, señora; a veces el ataque es muy ligero, y otras se pone tan encalabrinado que sólo de pasar por delante del Matadero le baila el párpado y empieza a decir disparates.

 

BENITO PÉREZ GALDÓS, Fortunata y Jacinta

 

 

encante

 

(Del cat. en cant, en cuanto).

 

1. m. Lugar en que se hacen ventas en pública subasta.

2. m. p. us. Venta en pública subasta.

 

A paso lento recorrieron el pintoresco sitio, descendiendo por la escalinata que conduce a la Plaza de San Sebastián, notable porque en ella se celebra encante general tres veces a la semana.

 

MANUEL ANGELÓN, Los misterios del pueblo español durante veinte siglos

 

 

engaviar

 

(De en- y gavia).

 

1. tr. Subir a lo alto. U. t. c. prnl.

 

El convento viejo de San Juan de la Peña, con su claustro engaviado en una sobrecogedora espelunca del paraje más abrupto de la tierra, es monumento sin parangón en España y con muy contadas parejuras por esos mundos de Dios.

 

FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ, Gárgoris y Habidis

 

 

entrelubricán

 

(De entre- y lubricán).

 

1. m. p. us. Crepúsculo vespertino.

 

Ahora sí que necesito hacer verdaderamente párrafo aparte. Ayer, en el entrelubricán, crepúsculo vespertino, llamé al aparcero; puse en sus manos unos billetes de banco y le pedí que sin más tardar fuera a la ciudad y comprara una cabrita.

 

AZORÍN, Cada cosa en su sitio

 

 

enquiridión

 

(Del lat. enchiridĭon, y este del gr. ἐγχειρίδιον, manual).

 

1. m. Libro manual.

 

Microcósmote Dios de enquiridiones,

y quiere te investiguen por medallas

como priscos, estigmas o antiguallas,

por desitinerar vates tirones.

 

FRANCISCO DE QUEVEDO, ¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones?

 

 

estridular

 

(Der. del lat. stridŭlus, chirriante).

 

1. intr. Producir estridor, rechinar, chirriar.

 

Creciendo el bochorno, estridulaban ya por las arboledas algunas cigarras.

 

LEOPOLDO LUGONES, La guerra gaucha

 

 

entelerido, da

 

(De or. inc.).

 

1. adj. Sobrecogido de frío o de pavor.

2. adj. And., Hond. y Ven. Enteco, flaco, enclenque.

 

La hazaña y la aventura

cercando un corazón entelerido...

montes de piedra dura

—eco y eco— mi voz ha repetido.

 

ANTONIO MACHADO, Elogios

 

 

epulón

 

(Del lat. epŭlo, -ōnis).

 

1. m. Hombre que come y se regala mucho.

 

Mas si es harta desdicha y harta pena,

triste blanco a desaires y empellones,

mendigar (por su culpa o por la ajena)

las migajas de altivos epulones,

que devoran tal vez en una cena

lo que nutrir pudiera a mil peones;

también en la pobreza cabe abuso,

y aunque lo compadezco no lo excuso.

 

BRETÓN DE LOS HERREROS, La desvergüenza, poema joco-serio

 

 

ergástula

 

1. f. En la antigua Roma, cárcel de esclavos.

 

Nadie le oye. Y su voz, no oída, suena siempre con proféticos dejos, anunciando el advenimiento de un mundo mejor que se elabora entre maldiciones y miserias, en recintos lúgubres, en ergástulas corrompidas, en abismos negros, poblados por humanidades brutales y feroces.

 

JOAQUÍN DICENTA, Galerna

 

 

erostratismo

 

(De Eróstrato, ciudadano efesio que, en el año 356 a. C., incendió el templo de Ártemis en Éfeso por afán de notoriedad).

 

1. m. Manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre.

 

Hay quien anhela hasta el patíbulo para cobrar fama, aunque sea infame: avidus malae famae, que dijo Tácito. Y este erostratismo, ¿qué es en el fondo, sino ansia de inmortalidad, ya que no de sustancia y bulto, al menos de nombre y sombra?

 

MIGUEL DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida

 

 

erubescencia

 

(Del lat. erubescentĭa).

 

1. f. Rubor, vergüenza.

 

Ella entonces la faz vuelve,

esquiva el pecho ligera

y le tiñe las mejillas

sonrosada erubescencia,

que a ser de día causara

sin duda envidia y vergüenza

a las rosas que mirándola

se alzaban en la ribera.

 

FRANCISCO GAVIDIA, Poesía

 

 

escatimoso, sa

 

1. adj. p. us. Malicioso, astuto y mezquino.

 

Después de sentarse y pedir cinco botellas de aguardiente —«no se trata de ser escatimoso, pues, compadritos», dice Domingo Domínguez—, la cabrona, una peruana que encaramada en sus tacones no sobrepasa el metro veinte de estatura, les manda tres mujeres más a la mesa.

 

HERNÁN RIVERA LETELIER, Santa María de las flores negras

 

 

escurrimbres

 

(De escurrir1).

 

1. f. pl. coloq. Últimas gotas de un líquido que han quedado en una vasija.

 

Para sepultarla ya se entreabre la tierra; ¡oh! mírala rodar despeñada desde la cúspide; de grado o mal su grado, ha de apurar vuelta de arriba abajo, las amargas escurrimbres de la ira divina.

 

JACINTO VERDAGUER, La Atlántida

 

 

esmegma

 

(Del gr. σμῆγμα, líquido detersorio, der. de σμήχειν, limpiar enjugando).

 

1. m. Secreción de las glándulas prepuciales.

 

¿Huele la rosa a rosas en la oscuridad? Esta rosa exhalaba esmegma, esencia que los sexólogos insisten que es fétida.

 

GUILLERMO CABRERA INFANTE, La Habana para un infante difunto

 

 

esparcido, da

 

(Del part. de esparcir).

 

1. adj. Festivo, franco en el trato, alegre, divertido.

 

La tercera, porque el amor apetece que el acto sea brevísimo, porque se cumple más presto, y tiene tanta más fuerza y valor cuanto es más espiritual, porque la virtud unida más fuerte es que esparcida.

 

SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama de amor viva

 

 

espelunca

 

(Del lat. spelunca).

 

1. f. Cueva, gruta, concavidad tenebrosa.

 

Lo llevó así a una espelunca y lo prendió. Después, vestido con traje de mando, ordenó al centurión que se acercara a él, hizo que lo tonsuraran y le dijo: advierte a tus amos que alimenten a sus esclavos para que no se den al latrocinio.

 

JULIO CARO BAROJA, Ensayo sobre literatura de cordel

 

 

estangurria

 

(Del ant. estrangurria; cf. estranguria).

 

1. f. Micción dolorosa.

2. f. Cañón pequeño o vejiga que suele ponerse quien padece esta enfermedad para recoger las gotas de la orina.

 

Mirad bien a la cara a ese cantarillo quebrado, que se orina con estangurria; que él nos ahorra, para traer la plata, de la tabaola del Océano y de los peligros de una borrasca; y con una rueda, de velas y pilotos.

 

FRANCISCO DE QUEVEDO, La fortuna con seso y la hora de todos

 

 

estevado, da

 

1. adj. Que tiene las piernas arqueadas a semejanza de la esteva, de tal modo que, con los pies juntos, quedan separadas las rodillas. U. t. c. s.

 

De Roldán, o Rotolando, o Orlando, que con todos estos nombres le nombran las historias, soy de parecer y me afirmo que fue de mediana estatura, ancho de espaldas, algo estevado, moreno de rostro y barbitaheño, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora; corto de razones, pero muy comedido y bien criado.

 

MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha

 

 

estólido, da

 

(Del lat. stolĭdus).

 

1. adj. Falto de razón y discurso. U. t. c. s.

 

Frustradas tantas bellas ideas, declaró que los habitantes de Vilamar eran unos animales, unos brutos estólidos, partidarios del abominable tiempo del absolutismo, sin otro móvil que el bajo interés pecuniario; enemigos de todo progreso social y de toda mejora; despreciables rutineros, que no merecían llamarse aldeanos y mucho menos ciudadanos libres.

 

FERNÁN CABALLERO, La gaviota

 

 

estrenuo, nua

 

(Del lat. strenŭus).

 

1. adj. Fuerte, ágil, valeroso, esforzado.

 

Vengamos al cuarto, segundo Magón,

estrenuo, valiente, fiero e belicoso,

magnífico, franco, de gran corazón,

gentil de persona, afable, fermoso.

 

MARQUÉS DE SANTILLANA, Comedieta de Ponça

 

 

estro

 

(Del lat. oestrus, y este del gr. οἶστρος, tábano, aguijón).

 

1. m. Inspiración ardiente del poeta o del artista.

2. m. Mosca parda vellosa, cuyas larvas son parásitos internos de mamíferos. Hay varias especies, que atacan a distinto tipo de ganado, como el estro de la oveja, del buey, etc.

3. m. Zool. Período de celo o ardor sexual de los mamíferos.

 

¿Quién ha cantado en más ricos hemistiquios el oleaje sonoro de los alejandrinos? Como Carducci, que lleno el fuego de su estro, entona su cántico Ave o Rima, como Sainte Beuve, que a manera de Ronsard celebra ese mismo encanto musical de la consonancia, Augusto de Armas, con el más elevado deleite, alaba la forma del verbo francés en que han escrito tantas obras maestras y tantos tesoros literarios; alaba el instrumento que ha hecho resonar desde el Poema de Alejandro hasta las colosales armonías de La leyenda de los siglos.

 

RUBÉN DARÍO, Los raros

 

 

estuoso, sa

 

(Del lat. aestuōsus).

 

1. adj. p. us. Caluroso, ardiente, como encendido o abrasado. U. m. en leng. poét.

 

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos

pura yema infantil innumerable, madre.

 

CÉSAR VALLEJO, Trilce

 

 

estupro

 

(Del lat. stuprum).

 

1. m. Der. Coito con persona mayor de 12 años y menor de 18, prevaliéndose de superioridad, originada por cualquier relación o situación.

2. m. Der. Acceso carnal con persona mayor de 12 años y menor de 16, conseguido con engaño.

3. m. Der. Por equiparación legal, algún caso de incesto.

4. m. Antiguamente, coito con soltera núbil o con viuda, logrado sin su libre consentimiento.

 

Pero todo esto, la destrucción de las catedrales, la ruina de las hagiografías, los retablos astillados, las sibilas decapitadas, el incendio, la dinamita, el estupro, el crimen, eran poca cosa ante la nunca vista tragedia de los niños sin manos.

 

ALEJO CARPENTIER, El recurso del método

 

 

eutrapelia

 

(Del gr. εὐτραπελία, broma amable).

 

1. f. Virtud que modera el exceso de las diversiones o entretenimientos.

2. f. Donaire o jocosidad urbana e inofensiva.

3. f. Discurso, juego u ocupación inocente, que se toma por vía de recreación honesta con templanza.

 

Alegraba tanto el verle y regocijaba que antes de oírle hablar ya estaba el ánimo soltando puntos de jolgorio y eutrapelia.

 

EUGENIO NOEL, Vidas de santos

 

 

eviterno, na

 

(Del lat. aeviternus).

 

1. adj. Rel. Que, habiendo comenzado en el tiempo, no tendrá fin; como los ángeles y las almas racionales.

 

La comarca toda, el tiempo bueno, el color de cosechas de la tarde limón, y también alguna masada que por aquí reconocía mi alma, todo comenzaba a agitarme en nostálgicos éxtasis filiales, y casi podían ajárseme los labios para hozar el pezón eviterno, siempre lácteo de la madre; sí, siempre lácteo, hasta más allá de la muerte.

 

CÉSAR VALLEJO, Más allá de la vida y la muerte

 

 

exangüe

 

(Del lat. exsanguis).

 

1. adj. Desangrado, falto de sangre.

2. adj. Sin ninguna fuerza, aniquilado.

3. adj. muerto (|| que ha perdido la vida).

 

Solo queda leve hilo de sangre de un muerto, mendigo, harapiento y seco, la exangüe corriente del río, color de hierro igual que este ocaso rojo sobre el que La Estrella, desarmada, negra y podrida, al cielo la quilla mellada, recorta como una espina de pescado su quemada mole, en donde juegan, cuan en mi pobre corazón las ansias, los niños de los carabineros.

 

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Platero y yo

 

 

excogitar

 

(Del lat. excogitāre).

 

1. tr. Hallar o encontrar algo con el discurso y la meditación.

 

Así es que se limita a decir, que, sabedor, como jefe de policía, de que el general salía del castillo algunas noches por la poterna, disfrazado y solo, pues no se fiaba de nadie, a observar si el enemigo intentaba alguna sorpresa, excogitó aquella diabólica trama para estafar, como estafó a los carlistas en la cantidad de veinticinco mil duros; añade que vio a su honrado padre de usted morir como un héroe: indica los testigos que pueden declararlo todo, y concluye pidiéndole a usted perdón... ¡a fin de que Dios pueda perdonarlo a él!

 

PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN, El escándalo

 

 

exegeta o exégeta

 

(Del gr. ἐξηγητής).

 

1. com. Persona que interpreta o expone un texto.

 

Y así resulta que esos exegetas tachados de racionalismo —no me refiero, claro está, a los sistemáticos detractores del cristianismo, como Nietzsche, o a los espíritus ligeros que escriben disertaciones tratando de probar que el Cristo no existió, que fue discípulo de Buda, u otra fantasmagoría por el estilo—, esos exegetas han demostrado en su religioso culto a la verdad una religiosidad mucho mayor que sus sistemáticos refutadores y detractores.

 

MIGUEL DE UNAMUNO, Verdad y vida

 

 

exinanido, da

 

(Del lat. exinanītus, part. pas. de exinanīre, consumir).

 

1. adj. p. us. Notablemente falto de vigor.

 

La ciudad, ebria de luna, era un bello producto de contraste. Brotaba de la tierra dibujada en claroscuros ofensivos. Era un espectáculo fosforescente y pálido, con algo de endeble, de exinanido y de nostálgico.

 

MIGUEL DELIBES, La sombra del ciprés es alargada