S

 

 

 

 

 

sacapotras

 

1. m. coloq. Mal cirujano.

 

Eso no, ¡voto a tal! —respondió don Quijote (y arrojóle, como tenía de costumbre)—; y ésa es una muy gran malicia, o bellaquería, por mejor decir: la reina Madásima fue muy principal señora, y no se ha de presumir que tan alta princesa se había de amancebar con un sacapotras; y quien lo contrario entendiere, miente como muy gran bellaco.

 

MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha

 

 

salacidad

 

(Del lat. salacĭtas, -ātis).

 

1. f. Inclinación vehemente a la lascivia.

 

Pero hasta esos recuerdos locos de su juventud estrafalaria lo dejaban impávido, como si la última parranda hubiera agotado sus cuotas de salacidad, y sólo le hubiera quedado el premio maravilloso de poder evocarlas sin amarguras ni arrepentimientos.

 

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, Cien años de soledad

 

 

salaz

 

(Del lat. salax, -ācis).

 

1. adj. Muy inclinado a la lujuria.

 

La elección del tema —la libídine o apetito lascivo a través del tiempo y de las edades del hombre— no obedece a un deseo de llevar a la escena asuntos escabrosos que despierten ningún interés insano, alusiones salaces que halaguen el gusto es tragado y pervertido de nuestras ciudades.

 

ANTONIO MACHADO, Juan de Mairena

 

 

saltatriz

 

(Del lat. saltatrix, -īcis).

 

1. f. Mujer que tenía por profesión saltar y bailar.

 

Encogiose de hombros; hizo con la siniestra el ademán del que arroja algo lejos de sí y se alejó a paso activo, desigual, airado. Minutos después dio órdenes. Aquella noche, festín. Y los mejores vinos, y las saltatrices y meretrices más expertas.

 

EMILIA PARDO BAZÁN, Dulce sueño

 

 

sandio, dia

 

(De or. inc.).

 

1. adj. Necio o simple. U. t. c. s.

 

Es vagamunda esta era;

no hay moza que servir quiera,

ni mozo que por su yerro

no se ande a la flor del berro,

él sandio, y ella altanera.

 

MIGUEL DE CERVANTES, Pedro de Urdemalas

 

 

sangriza

 

1. f. Menstruo de la hembra.

 

Para Graciela fue más simple: en uno de tantos pueblos que favorecieron su paso, y en la madrugada, me descubrió en el susto, en el hálito y en el fastidio de la sangriza que le manaba por primera vez de la genitalidad inmaculada.

 

ELMER J. HERNÁNDEZ, Intersticios

 

 

saturnino, na

 

(De Saturno).

 

1. adj. Dicho de una persona: Triste y taciturna.

2. adj. Med. Dicho de una enfermedad: Producida por intoxicación con una sal de plomo.

3. adj. Quím. Perteneciente o relativo al plomo.

 

Veréis la una faz muy humana cuando la otra muy grave; tan jovial ésta cuan saturnina aquélla.

 

BALTASAR GRACIÁN, El criticón

 

 

semicapro

 

(Del lat. semicăper, -pri).

 

1. m. Monstruo fabuloso, medio cabra o cabrón y medio hombre.

 

Bajaba entre sí el joven admirando

armado a Pan, o semicapro a Marte,

en el pastor mentidos, que con arte

culto principio dio al discurso, cuando

rémora de sus pasos fue su oído,

dulcemente impedido

de canoro instrumento, que pulsado

era de una serrana junto a un tronco,

sobre un arroyo de quejarse ronco,

mudo sus ondas, cuando no enfrenado.

 

LUIS DE GÓNGORA, Soledad Primera

 

 

senescente

 

(Del lat. senescens, -entis).

 

1. adj. Que empieza a envejecer.

 

Si yo fuera joven, no seguiría adelante, porque ¿qué vale toda la ciencia antes estos dos hechos tan sencillos: que esta joven es bonita y que se rinde a ciertas proclividades? Pero, puesto que si no senil soy senescente, me sobrepongo a las flaquezas de la carne, completo el giro y examino a la muchacha desde los cuatro puntos cardinales.

 

RAMÓN PÉREZ DE AYALA, Belarmino y Apolonio

 

 

sepancuantos

 

(De las palabras sepan cuantos, con que generalmente principiaban los edictos, amonestaciones, cartas reales, etc.).

 

1. m. coloq. Castigo, zurra.

 

Sirvan de ramo a sufridora frente

las aspas de la tuya, hosquillo fiero,

no a sepancuantos de civil tintero,

ni en pretina escolástica pendiente.

 

LOPE DE VEGA, A la braveza de un toro que rompió la guarda tudesca

 

 

sicalipsis

 

(Del gr. σῦκον, higo, y ἄλειψις, acción de untar, frotar).

 

1. f. Malicia sexual, picardía erótica.

 

Regina era una rubia airosa, aseñoritada como pocas, instruidita, soñadora por naturaleza y también por haber leído bastante historia, novela, versos, cosas de amores...; amén de su afición al teatro, insaciable; no al teatro alegre ni sicalíptico: a los dramas y a las comedias serias y sentimentales.

 

EMILIA PARDO BAZÁN, La boda

 

 

sicofanta

 

(Del lat. sycophanta, y este del gr. συκοφάντης).

 

1. m. Impostor, calumniador.

 

La vieja seguía mirando al suelo, compungida. Ticu se afanaba por convencerles del estado realmente normal en que se sentía. Pero era en vano. Los guardias, a una voz, clamaron: ¡Eres un sicofanta! Has calumniado a la nobleza. ¡Maldito del Sol. ¡Gusano pestilente! ¡Carcoma del Oráculo Sagrado!

 

CÉSAR VALLEJO, El adivino

 

 

sílabo

 

(Del lat. sillăbus).

 

1. m. Índice, lista, catálogo.

 

Sepa el discreto graduarlos, y para esto tenga bien repasada la categoría de los héroes, el catálogo de la fama. Hizo el sílabo de los jubilados Plutarco en sus Paralelas, de los modernos Paulo Jovio en sus Elogios.

 

BALTASAR GRACIÁN, El héroe

 

 

sinecura

 

(Del lat. sine cura, sin cuidado).

 

1. f. Empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo.

 

Gente había que admiraba su retórica y ponía en cuarentena sus ideas, viendo en ellas un ariete contra las posiciones, los privilegios y las sinecuras; otros lo aceptaban todo y alababan fondo y forma.

 

BENITO PÉREZ GALDÓS, Prim

 

 

singulto

 

(Del lat. singultus).

 

1. m. sollozo.

2. m. Biol. hipo.

 

Fingió toda figura de tal suerte,

que, muriéndose, apenas fue creída

en los singultos de su trance fuerte.

Porque como tan bien fingió en la vida,

lo mismo imaginaron en la muerte,

porque aun la muerte pareció fingida.

 

LOPE DE VEGA, A la muerte de una dama, representante única

 

 

sinología

 

1. f. Estudio de las lenguas y culturas de China.

 

Stephen Albert me observaba, sonriente. Era (ya lo dije) muy alto, de rasgos afilados, de ojos grises y barba gris. Algo de sacerdote había en él y también de marino; después me refirió que había sido misionero en Tientsin «antes de aspirar a sinólogo».

 

JORGE LUIS BORGES, Ficciones

 

 

sirle

 

(De or. prerromano).

 

1. m. Excremento del ganado lanar y cabrío.

 

Los rebaños cruzaban el campo buscando las lomas y dejaban sus huellas por los senderos: sirle y vedijuelas, y la tierra pezuñada en corto.

 

IGNACIO ALDECOA, Caballo de pica

 

 

sitibundo, da

 

(Del b. lat. sitibundus, y este del lat. sitire, estar sediento).

 

1. adj. poét. Que tiene sed.

 

Un corazón que para el nuestro sea

luz de esa vida y centro de ese mundo,

hogar del alma, santa panacea

y abrevadero al labio sitibundo...

 

RAFAEL POMBO, Preludio de primavera

 

 

sofaldar

 

(De so3 y falda).

 

1. tr. Alzar las faldas.

2. tr. Levantar algo para descubrir otra cosa.

 

Contra el talle de jazmín,

un brazo en jarra elegante;

caído el otro adelante,

sofaldaba el faldellín;

y era de verse el candor

de esos rostros de ángel cuando

iba en los pies retozando

un demonio tentador.

 

RAFAEL POMBO, El bambuco

 

 

sopitipando

 

1. m. coloq. Accidente, desmayo.

 

Quedándose así cortá, ar momento meno pensao, verá usté; un sopitipando, o un mal del corasón. Yorará. Déjeme usté a mí... Capás soy de haser yorar a un guijarro.

 

EMILIA PARDO BAZÁN, Doña Milagros

 

 

sororal

 

1. adj. Perteneciente o relativo a la hermana.

 

Franca, cristalina,

alma sororal,

entre la neblina

de mi dolor y de mi mal!

 

RUBÉN DARÍO, A Francisca

 

 

subitáneo, a

 

(Del lat. subitanĕus).

 

1. adj. Que sucede súbitamente.

 

¿E sabes, tú triste Plutón, que faré?

Abriré las bocas por do te goviernas,

e con mis palabras tus fondas cavernas

de luz subitánea te las feriré;

obedesçedme, si non llamaré

a Demogorgón, el qual invocado,

treme la tierra, ca tiene tal fado

que a las Estigias non mantiene fe.

 

JUAN DE MENA, Laberinto de fortuna

 

 

súcubo

 

(Del lat. *succŭbus, según incŭbus).

 

1. adj. Dicho de un espíritu, diablo o demonio: Que, según la superstición vulgar, tiene comercio carnal con un varón, bajo la apariencia de mujer.

 

Si entre los demonios los hay íncubos y súcubos, ¿quién te dice que no los habrá también entre los ángeles? La capacidad erótica de los demonios no les vino con el castigo, sino que les resulta de su naturaleza angélica.

 

GONZALO TORRENTE BALLESTER, Yo no soy yo, evidentemente

 

 

suntuoso, sa

 

(Del lat. sumptuōsus).

 

1. adj. Grande y costoso.

2. adj. Dicho de una persona: Magnífica en su gasto y porte.

 

Un hombre está mirando a una mujer,

está mirándola inmediatamente,

con su mal de tierra suntuosa

y la mira a dos manos

y la tumba a dos pechos

y la mueve a dos hombres.

 

CÉSAR VALLEJO, Un hombre está mirando a una mujer

 

 

superno, na

 

(Del lat. supernus).

 

1. adj. Supremo o más alto.

 

Parecia que mirando las estrellas,

clavada boca arriba en aquel suelo,

estaba a contemplar el curso dellas;

d’allí nos alejábamos, y el cielo

rompia con gritos ella y convocaba

de las cornejas el superno vuelo;

en un solo momento s’ajuntaba

una gran muchedumbre presurosa

a socorrer la que en el suelo estaba.

 

GARCILASO DE LA VEGA, Égloga II

 

 

suripanta

 

1. f. despect. Mujer ruin, moralmente despreciable.

2. f. desus. Mujer que actuaba de corista o de comparsa en el teatro.

 

Allí estaban casi todos los jóvenes periodistas, empleados y poetas; cuanta cursi hay en Madrid, esto es, todas las señoras y señoritas de poquísimo dinero que aspiran a ser notadas o conocidas en la buena sociedad, o dígase en la sociedad de más dinero, por mala que sea; muchas familias honradas de la clase media, sin otras aspiraciones que las de aspirar el aire fresco y distraerse un poco oyendo la música; las suripantas o heteras de todos los grados y categorías, con tal de haberse encontrado poseedoras de una peseta a la hora de entrar; multitud de hombres políticos notables de los quince o veinte partidos que hay en España; un centenar de generales; no pocos diputados, senadores y ministros; y, por último, aquella parte del beau monde que aún no había salido a veranear, que prometía salir, o que se hallaba tan segura de su crédito de pudiente que no temía comprometerle pasando en Madrid un verano.

 

JUAN VALERA, Pasarse de listo

 

 

surto, ta

 

(Del lat. vulg. *surctus, por surrectus, part. pas. de surgĕre).

 

1. adj. Tranquilo, en reposo, en silencio.

 

Yo acepté, desde luego; tenía la seguridad de que no me había de pasar nada. Nombré de padrinos a un condiscípulo de San Fernando y a un oficial inglés de Marina que comía en el hotel y que estaba en un navío surto en la bahía de Cádiz.

 

PÍO BAROJA, Las inquietudes de Shanti Andía