París, 3 de enero de 1972223
Mi querida Lida:
Tu larga carta merece una respuesta que no puedo darte ahora, con un pie en el estribo del Boeing y la valija sin hacer. Prefiero decirte algo que, al menos yo, prefiero y espero mucho: verte personalmente en Mendoza (o en donde vos quieras) en marzo. No sé si te expliqué mis planes de viaje, que todavía no son definitivos en cuanto al orden del itinerario, pero en síntesis, y después de semanas en Brasil, Perú y naturalmente Chile, quiero entrar en la Argentina por la cordillera (que crucé en auto en 1942 y quiero volver a ver en la misma forma) y detenerme unos días en Mendoza para verte, ver a Sergio Sergi y a Gladys Adams, y tal vez a Graciela si está ahí en ese momento, aunque supongo que más bien la encontraré en Buenos Aires. Estos nombres no son excluyentes de varios otros, antiguos alumnos que se acuerdan de mí vaya a saber por qué absurdas razones pero entrañables; es decir que me quedaré un poco a la sombra de tus álamos antes de pegar el salto a la humedad del río color de león.
Como ves, de aquí a primero de marzo no hay más que unas semanas. ¿Estarás en Mendoza? Lo doy por seguro, no me queda otro remedio para defender la esperanza de encontrarme con vos; y entonces hablaremos largo de tus proyectos, y pienso que será mucho mejor que una carta apresurada como la que tendría que escribirte ahora.
Hasta pronto, entonces, y no te olvides de que me gustan enormemente las empanadas mendocinas; yo para las indirectas no tengo rival, como podrás apreciar.
Bromas aparte (aunque no era una broma, señora), les deseo a todos ustedes esa felicidad tan exilada de este mundo pero que algún día haremos volver entre todos.
Un fuerte abrazo de tu amigo
Julio
París, 10 de enero de 1973
Topotita ojerosa aunque resplandeciente:
El año 73 empieza en plena mierda como era previsible (cf. telegramas de Hanoi, etc) pero yo recibí tu carta y eso ya es mucho y vale por más de cuatro postales de circunstancias. Estoy con el pie en el estribo de la Varig, y por eso necesito que recibas estas líneas que serán seguidas de mensajes más breves desde diversas etapas de este viaje absurdo, fascinante, vomitante y a lo mejor maravilloso, andá a saber. Empiezo, para liquidarlas rápido, con las cuestiones prákticas y después hablamos de Miguel Ángel (Asturias, of course).
Vi a Maître Ploquin, que se rió mucho de tu carta (no le guardes rencor, los abogados son seres poco proclives a reír, y es bueno que de cuando en cuando tengan motivo). Primero, en la carta que le enviarás a Maître Cossard pidiéndole sus servicios, podés tranquilamente hacer saltar la frase sobre el domicile conjugal, pero en realidad no se trata de Général Beuret sino del domicilio actual del marido, o sea la rue de l’Eperon que, evidentemente, se te importa un comino. O sea que al hacerse el juicio, el domicilio conyugal es el del marido (oh, Napoleon machista!); pero, Maître Ploquin dixit: si eso tranquiliza a Perla/Aurora, suprimís la frase y ya está.
Segunda cosa importante, la de los impuestos. Con arreglo a la ley francesa, al disolverse la comunidad de bienes, se paga un derecho del 1 por ciento, o sea una suma poco importante y que por lo demás estará a cargo mío. Ploquin está averiguando si existe una convención franco-argentina (que cree más que probable) en el sentido de que al pagar ese impuesto en Francia, no hay nada que pagar en la Argentina; se me ocurre que Perla podría también averiguar si existe esa convención, pero de todos modos Ploquin te va a mandar una carta para Perla con las explicaciones que haya obtenido aquí. En principio, habiéndonos casado en Francia y divorciándonos también en Francia, el Estado argentino no tiene arte ni parte en la cuestión; pero, te repito, Ploquin ignora las leyes criollas, y en ese sentido les toca a ustedes indagar. Me dijo, además, que al disolverse la comunidad de bienes, la estimación del valor de los inmuebles se hace por debajo de la realidad, de manera que incluso ese 1 por ciento es insignificante.
Como yo llegaré a B.A en los primeros días de marzo, discutiremos juntos y con Perla los detalles, pero entre tanto sería bueno que envíes la carta a Maître Cossard, y que te vayas procurando los documentos que te indiqué: Partida de nacimiento, certificado de nacionalidad. Yo he entregado ya todos mis papeles, y cuando vuelva a París en abril, será bueno que los dos abogados puedan liquidar el asunto sin más problemas. De todos modos no te preocupes demasiado, ya lo discutiremos allí si hay problemas de detalle.
Completamente de acuerdo en que Maribel y María Esther proporcionen las dos attestations necesarias; yo las redactaré, y llegado el momento se las haremos escribir y firmar, puesto que ahora están ausentes (Maribel rondaba por España y la morocha, según vos, pasea por Tucumán). Yo creo que con esto quedan aclarados los puntos capitales de tu carta. Y está muy bien que hayas encontrado esos sobres, que serán útiles.
Te decía que salgo de viaje el martes 16. Ugné me va acompañar hasta Chile, pues la ORTF y Le Monde le han dado trabajo y podrá hacer entrevistas y grabar cuestiones políticas y culturales. Luego, ella se vuelve a Francia y yo entro en la Argentina por dos meses. El itinerario (en sus grandes líneas) es así: De París a Quito, donde estaré unos días, luego el Perú (15 días por lo menos), Brasil (otro tanto), y Chile; es decir que a fines de abril, habré terminado mi viaje en Chile, y pasaré a la Argentina vía Mendoza, donde tengo amigos y me quedaré unos días, para descolgarme después en Buenos Aires. No sé todavía dónde ni cómo voy a vivir en Buenos Aires, pero supongo que se arreglará fácil con Porrúa y quizá vos y en todo caso otros amigos; empezaré por un hotel cualunque y después se irá viendo, no es un problema grave ni mucho menos.
Como te imaginás, no puedo darte ninguna dirección de tránsito, pero no creo que importe; te enviaré mensajitos desde un lado y otro para que sepas de mis movimientos, y desde Santiago te hablaré por teléfono previo telegrama de aviso (o desde Mendoza, mejor). En Brasil voy a ir a Sao Paulo, donde me esperan las cohortes de mis traductores, autores de tesis y otros peligrosos fanáticos de las letras; iré a Bahía, iré a Río y probablemente a Brasilia. En el Perú trataré de ver lo más posible, y en Chile no tengo idea porque llegaré en plena campaña electoral y andá vos a saber por dónde voy a andar y con quiénes.
Bueno, yo creo que por ahora es todo. Me alegré tanto de lo que me contaste sobre tu visita a doña Herminia, que espero se va a convencer ahora de que iré a verla; le mandaré unas líneas en estos días, pero si le telefoneás dale estas noticias para que sepa.
La dirección de Jaime Salinas es: Alianza Editorial, Milán 38, Madrid 7. Yo creo que hacés muy bien en escribirle, porque es un gran tipo y puede ser muy útil en el plano de las traducciones.
Te imaginarás cómo seguí la rauda ida y la menos rauda vuelta del Líder. Aquí los comentaristas más avezados coinciden en que el globito se desinfló forever, pero lo malo es la confusión que ha seguido y lo que eso significa como triunfo del otro lado. En fin, imposible hacer otros comentarios por el momento, ya hablaremos.
Monona, que estés bien. Yo sigo sobre mis dos largas piernas, aunque de a ratos se me cansan; escribo cuentos para olvidarme de muchas cosas, pero lo malo es que es entonces cuando más me acuerdo. No somos nada.
Que las playas, los tritones, los faunos de los pinares, los dioses alegres y benévolos te ayuden a pasar un buen verano; quemate mucho, aunque no se notará, sé buena y dormí con las manitas debajo de la almohada.
Muchos besos, siempre,
París, 14 de enero de 1973
Querido Saúl:
Como nunca se sabe, te ruego que en caso necesario te valgas de la autorización que te da esta carta.
En uno de los placards del salón de mi departamento (abajo de donde están los discos de jazz) encontrarás montones de papeles. Te ruego disponer de ellos como mejor te parezca. Ya sé que Max Brod no quema nunca lo que le pide Kafka, y yo tampoco quemaría papeles que me dejaras. Pero sé de tu sensibilidad y tu inteligencia para elegir y juzgar.
Optimista como siempre, confío en que a fines de abril quemaremos una sola cosa: estas líneas, mientras nos tomamos un trago juntos.
Te quiere, los quiere,
Julio
París, 16 de enero de 1973
Querida Evelyn:
Me voy a América Latina por tres meses y medio, de manera que será imposible contestarle lo que desea hasta mi vuelta. A fines de abril estaré de regreso en París, y entonces espero carta suya con todas las preguntas, para tratar de ayudarla en lo que me sea posible.
Perdóneme el laconismo, pero salgo esta misma noche en un avión nocturno, y no quiero hacerlo sin antes enviarle estas líneas de saludo y amistad.
Hasta pronto, un abrazo de su amigo:
Julio Cortázar
Querido Lezama, estoy con Ugné en el Perú, y pienso mucho en ti cada vez que me enfrento con ese increíble oleaje congelado que son las ruinas incaicas. Cuánto me gustaría que estuvieras también aquí, en estos techos del mundo.
Ugné te abraza
y también
Julio
Querido Mario:
He visto Arequipa, y pensé mucho en ti caminando por esa ciudad tan hermosa. Te imaginé muchacho en esas calles, en ese viejo Colegio Nacional. Y me acordé, viendo a las increíblemente bellas arequipeñas, que alguna vez me habías hecho su elogio. Incluso te quedaste corto…
Por todo eso me parece imprescindible hacer llegar estas FELICES PASCUAS un poco fuera del tiempo, pero que lo mismo son obra primorosa del Comité de Damas Rotarias (una dama rotando… suena medio fishy,226 ¿no?).
En Quito, en Lima, en Cuzco, los inevitables periodistas y jóvenes nos “imaginan” peleados a muerte, y concretamente hacen referencias a duras “polémicas” entre tú y yo. No es difícil rastrear la mecánica de esto. Traté de dejar bien claro la situación, señalando convergencias y divergencias, pero es obvio que la tensión política lleva más y más a una manipulación de los escritores conocidos. En el Perú los jóvenes (no todos, desde luego) te critican duro por las mismas o parecidas razones que se ensañan conmigo en la Argentina. Bueno, tu país me cayó padre, estuve en el Cuzco, en Puno, vi las ruinas que te imaginas y me enamoré para siempre del sebiche y del pisco sauer. José Miguel fue nuestro ángel tutelar y barbudo, y hasta se aguantó un match de box para darme gusto. Estamos bien, te escribo desde… Brasilia. Seguimos a Chile y la Argentina.
Abrazos de Ugné y míos para Patricia y mis sobrinos. Te quiere,
Julio
Mendoza, Argentina, 11/3/73
Amigo Bada:
Su carta de enero me llegó hace cuatro días a Santiago de Chile. Como proeza postal no se puede pedir más.
Me alegró tener noticia de usted y leer sus textos, sin hablar del efecto que me produjo comprobar que la versión alemana de Los premios227 es horrenda (ya me lo habían dicho, y está escrito que en Alemania mis libros tropiezan con influencias astrales maléficas, porque no pegan una, los pobres ángeles).
Me divirtió su cuento, y me gustó realmente mucho El viaducto, la técnica y sus resultados. ¿Pasó al aire en versión alemana? Si escribe otros textos radiales, me gustaría conocerlos. O cualquier otra cosa, claro.
Libre se muere, porque nació mal y eso no se arregla. No tengo nada que ver con ella.
Prosa del observatorio es un libro nuevo, muy breve y con fotos. Pronto saldrá en pocket-book,228 porque la edición original es cara. Si no lo consigue avíseme, se lo mando desde París, donde estaré a partir de mayo. Y aquí se acaba la carta por las razones de siempre (multiplicadas por 100 en la Argentina, país de inflación).
Un abrazo de
Julio
Cortázar, 9 rue de l’Eperon París VI
SE ACEPTAN Y CANJEAN MONSTROSUARIOS
Mendoza (Argentina) le 11 mars 1973
Chère Manja,
J’ai assistè à Santiago au beau triomphe de l’Unité Populaire, j’ai vu Allende et j’ai fumé avec lui le cigare de la victoire (d’ailleurs un cadeau de Fidel!). Ce soir je suis le scrutin des elections argentines et j’espère des nouvelles de celui de la France. C’est vraiment trop, ma parole! Ici, à 20 heures (je t’écris dans le bar de l’hôtel) je sens déjà que les péronistes ont vaincu de loin. C’est déjà ça… mais la situation reste confuse. Je serai demain à Buenos Aires, mon bouquin sort ces jours-ci et ce sera une belle (?) bagarre au tour de lui. Donc, tu vois, pas trop de temps pour te parler de ce merveilleux voyage, mais on remettra ça à Paris, j’espère.
Tu vas bien, les choses vont bien de ton côté? Envoie moi un petit mot c/o Editorial Sudamericana,
Humberto I, 545
Buenos Aires
je voudrais savoir de toi. Je suis bien, tellement vivant que j’ai presque peur. Fais-moi un beau sourire,
je t’embrasse229
Julio
Buenos Aires, 21 de marzo de 1973
Querido Arnaldo:
Aquí estoy en Buenos Aires, peleando duro. Ya lo irás sabiendo por otros conductos, ahora no tengo tiempo para explicarte nada. Es un gran momento en la Argentina, y hay que aprovecharlo a fondo; ojalá los resultados se hagan ver pronto.
Estas líneas obedecen a una cuestión práctica, concretamente la carta que ya habrás recibido de Barral Editores con respecto a tu autorización para el empleo de algunos textos míos en un volumen de ensayos (cuya versión brasileña va a salir muy pronto). En otra oportunidad te opusiste a la inclusión de esos textos; ahora entiendo que las razones que te señala Barral son atendibles, y te pido que reflexiones antes de responder; creo, si te conozco bien, que estarás de acuerdo.
Voy a estar en contacto estrecho con Héctor Schmucler; cualquier cosa urgente, podés hacérmela llegar por su conducto, o escribiéndome a: Maipú 763, 2º, K.
Espero que todo vaya bien por tu lado, y que volvamos a vernos pronto en algún lugar del planeta. Mis afectos a Laurette,230 y para vos un abrazo de tu amigo
Julio Cortázar
París, 19/4/73
Alicia muy querida:
Que estos cuartetos231 que los dos amamos tanto te recuerden mi cariño y mi gratitud.
Como te sé buena y generosa, descuento que Sara, María Cristina y María Rosa podrán escuchar también esta música, y por eso las sumo aquí al gran abrazo que te mando, con la nostalgia de estar tan lejos,
Julio
Saignon, le 2 Mai, 1973
Maître Jean-Jacques Ploquin
PARIS
Cher Maître,
Conformément à vos instructions, j’ai rédigé le brouillon des lettres et des attestations nécessaires pour cette affaire.
J’espère qu’entre-temps j’aurait reçu de Buenos Aires la sommation qu’il faut avoir, ainsi que les autres pièces que doit fournir Aurora. Pourtant, avant de lui écrire pour la presser là-dessus, je pense qu’il serait utile que vous me donniez le “feu vert” sur les textes que je vous envoie (et dont vous saurez excuser la “traduction” française!!). Je veux dire par là que, ayant une version approuvé par vous,* je pourrais l’envoyer à Aurora, de façon à qu’elle puisse transmettre le texte des deux attestation la concernant à ses amies Concha et Pueyo, qui résident toutes les deux à Paris.
J’espère avoir respecté la chronologie que vous aviez établie. J’ai essayé de rendre les lettres le plus naturelles possibles. Voilà, j’attend votre décision.
Merci encore une fois, et croyez moi votre ami très reconnai-sant,232
Julio Cortázar
84 Saignon.
París, 8 de mayo de 1973
Querida Evelyn:
Hace unos días volví de la Argentina, y encontré su carta en París.
Me alegran mucho las buenas noticias que me da sobre sus planes futuros y la publicación por Gredos de su excelente trabajo.233 Los españoles parecen haberse entusiasmado conmigo, pues hace poco ha salido un libro de un argentino llamado Juan Carlos Curutchet,234 igualmente publicado en España. En cuanto a su trabajo, entiendo que su índole muy especial lo convertirá en un elemento muy valioso para los que se interesan por el mundo surrealista y sus avatares en las letras actuales. Felicitaciones.
Estaré en Saignon en julio. Si se decide a venir a charlar conmigo, avíseme con tiempo, y dígame por dónde y cómo va a llegar para ir a buscarla en auto (probablemente a Avignon, que es el punto usual para llegar a mis pagos). Si decide viajar en auto, le señalo que la ciudad más próxima a mi pueblito se llama Apt, a 50 kilómetros de Avignon. De todos modos, prevéngame con tiempo suficiente, pues es una época en que suelo irme a pasar días enteros en las playas de la Camargue, y además está el festival de Avignon al que también voy seguido.
Hasta pronto, entonces. Un abrazo muy cordial de su amigo,
Julio
Para escribir o telegrafiar directamente, basta poner mi nombre y luego: 84 SAIGNON, FRANCE. Aunque parezca mentira, las cartas llegan muy bien.
París, 9 de mayo de 1973
Mi querido Ángel:
Ugné me dio a leer tu larga carta, que tanto me concierne, y que te agradezco como todo lo que siempre me llega de vos. No pierdo tiempo en enviarte estas líneas, porque entiendo que las cosas han llegado a un punto en América Latina que nuestro deber es precisamente reaccionar inmediatamente para tratar de ser útiles en la medida de nuestras posibilidades; y entiendo que mi diálogo con vos puede formar parte de esta acción positiva.
Hay dos temas. El primero es el de mi libro, y en ese sentido todas tus observaciones me parecen sumamente justas y las comparto sin buscar pelos en la leche. Tal vez tu visión de los latinoamericanos en Europa sea demasiado dura, porque en estos últimos meses, por lo menos, ha habido y hay gente que trata de hacer lo más posible sin que los sentimientos de culpa constituyan el motor o el exutorio de su tarea. Sin embargo es bien posible que al trazar esa liviana cross-section de la Joda y sus integrantes yo haya retratado al mismo tiempo algo que en el fondo es menos importante que lo imaginado y querido por ese grupo de gente. Pero la verdadera explicación es otra; personalmente, si quería llevar a cabo una narración dentro de esas líneas, no podía hacerlo fuera del perímetro europeo, e incluso quitándole toda verosimilitud fáctica gracias a mi tendencia inventiva, con pingüinos y operativos absurdos. En ningún momento quise dar la impresión de que aquí pueden realmente ocurrir cosas parecidas con protagonistas latinoamericanos (de hecho no han ocurrido, y ni falta que hace probablemente); la intención era que el lector se adentrara en un territorio lo bastante fascinante desde el punto de vista novelesco (y para eso tenía que trabajar en terreno conocido, incluso inventándolo todo) a fin de que el impacto de lo otro (documentación, denuncia de la tortura, defensa de lo que vos y yo entendemos como único y legítimo camino revolucionario, sin pérdidas ontológicas) alcanzara de lleno al lector argentino y latinoamericano. Tu crítica me prueba que esto lo has visto claramente, y me basta; los múltiples defectos del libro cuentan menos para mí que el propósito para el cual lo escribí, y que creo se está logrando. La primera edición de treinta mil ejemplares está agotada sin haber salido casi de Buenos Aires, y el libro se vende no sólo en librerías sino en los kioskos de diarios; una de las cosas más conmovedoras para mí ha sido que los vendedores de esos kioskos me reconocían en la calle y me llamaban para hablar conmigo y anunciarme que todo el mundo compraba el libro. Es casi terrible sentir un poder semejante sobre un pueblo, una especie de fantasma bruscamente reencarnado y que la gente busca e interroga. Desde luego el hecho de haber ido a la CGT de los Argentinos (la de Ongaro)235 para decir que los derechos del libro servirían para ayudar a los presos políticos, es la causa principal de ese interés; pero si alguna conclusión puedo extraer entre muchas otras sobre las que deberíamos hablar alguna vez, es que entre nosotros es posible escribir un libro sin sacrificar a la facilidad tan reclamada por los demagogos de izquierda, y lograr no obstante que la gente lo lea y se haga una idea suficientemente clara de él. Huelga decirte que los demagogos han reaccionado tal como yo lo preveía: el curita Mujica, uno de los del tercer mundo, se despacha a su gusto en Crisis,236 que ya te habrá llegado, y el mismo Ongaro –aunque con un tono muy diferente– no disimula su incomodidad. ¿Pero qué podemos hacer vos, yo y tantos otros? ¿Escribir también nuestra elegía a los muertos de Trelew? Yo prefiero ayudar a mi manera, porque también hay muchos (ingenuamente, acaso, te diría que son muchísimos) que nos comprenden.
La segunda cuestión es lo del boom, y aquí sí quisiera hacer algo útil con tu ayuda. Veo que no estás de acuerdo con mis declaraciones y que incluso pensás escribir de nuevo sobre el tema. El problema es que yo no tengo tus textos (o texto) sobre esa cuestión, y necesitaría que me lo enviaras lo antes posible; estoy empezando a leer el libro de José Donoso,237 y pienso que conocer tus opiniones es fundamental para mí y para las secuelas de la cuestión. ¿Por qué discutir o polemizar sin primero tener todas las cartas en la mano? Si contesté como has leído a la lluvia de preguntas que me esperaban sobre ese tema, es porque de inmediato verifiqué y confirmé la mala leche subyacente en esa curiosidad. Pero me faltan elementos de juicio, y mis pareceres (ya inaugurados en el coloquio de Royaumont)238 deberán ser revisados a la luz de los tuyos y acaso los de Donoso, no sé. Por eso te pido que me mandes tus textos en seguida, y yo te escribiré apenas me haga una idea precisa del asunto; acaso fuera útil que dialogáramos públicamente, aunque cada día se me hace más duro y penoso ese tipo de menesteres; pero también eso es la revolución, y también eso es nuestro trabajo, y vos lo sabés mejor que nadie.
De todas maneras, ojo: a esta altura de las cosas, volver sobre el boom puede ser frívolo e inútil (aunque no lo sea nuestro intercambio o divergencia de opiniones en las cartas o charlas que podamos cruzar). De ninguna manera creo útil ni necesario el libro de Donoso, que deliberadamente, con algo de suicidio al pedo, escamotea toda referencia al panorama político latinoamericano, al hecho esencial de que también el boom, mírese como se mire, es un hecho histórico y político. (Digo esto porque entre la primera y la segunda página de esta carta terminé de leer el libro, y ya sé de qué se trata y cómo se trata.) Por eso me interesa más que nunca conocer tu punto de vista. Mirá, hay algo de positivo en lo que está pasando en estos meses; a mi manera, equivocándome según vos, creo haber liquidado en un noventa por ciento esa malsana curiosidad de los periodistas (espejo de los lectores) sobre el boom en nuestros países. La prueba es que después de mis respuestas en Ecuador y Perú, que fueron rápidamente reproducidas en la Argentina, casi nadie volvió a plantearme la consabida pregunta (así como también liquidé ese estúpido asunto de mi naturalización francesa). A todo el mundo le sorprendió que un protagonista involuntario pero centralísimo del boom como yo, respondiera con tanta prescindencia e insistiera maniáticamente en los aspectos positivos, revolucionarios, de ese fenómeno. Por resentimiento y por ignorancia, parecería que a nadie se le había ocurrido mirar el lado bueno de esa toma de conciencia continental en materia de literatura. Lo que me falta es corregir probablemente la perspectiva del asunto, ajustarla mejor; pero sigo creyendo que frente a lo bueno del boom, sus aspectos crematísticos o “mafiosos” (que por lo demás el mismo Donoso destruye minuciosamente) son de segunda importancia. En fin, no puedo seguir hablando del asunto sin haberte leído antes; a lo mejor nos toca polemizar, cosa que me disgusta desde el vamos, por la polémica en sí, porque seas vos el posible antagonista, y last but no least, PORQUE ME PARECE UNA CUESTIÓN QUE YA SE HA QUEDADO ATRÁS. Los “grandes” del boom ya hemos hecho nuestra obra, aunque nos quede el derecho de seguir escribiendo; hay otra generación que tiene que decir y ya está diciendo su palabra. ¿Vamos a hablar de hot jazz cuando la gente de hoy sólo se interesa por el free jazz? Yo no sirvo para las nostalgias y las pervivencias; me creo atrás, liquidado en un sentido de buen parricidio freudiano (imagen que he empleado varias veces, y con razón). Pero insisto en conocer tus puntos de vista, y ya veremos luego si vale la pena, en un plano actual y revolucionario, de seguir ventilando el asunto.
Esta carta ha sido escrita al raje, vos sabrás rastrear lo que acaso cuenta en ella. Y comprender, como siempre, mi amistad y mi confianza. Cariños a Marta, escribime cuando tengas un rato, y para los dos el gran abrazo de
Julio
París, 14 de mayo de 1973
Estimado Antonio Planells:
Muchas gracias por su envío, que acabo de leer.
Me parece que su interpretación de “Las ménades”239 es perfectamente justa. En la época en que yo iba casi diariamente a los conciertos de Buenos Aires (y de uno de ellos salió el cuento, escrito casi de inmediato) me impresionaba una extraña sensación de amenaza que me parecía advertir en el histérico entusiasmo del público. Esto llegó a su límite cuando Arturo Toscanini dirigió conciertos en el Colón, y llegué a sentir algo muy parecido al miedo. Mi propio entusiasmo, provocado casi siempre por los compositores y no por los intérpretes (que suelen desplazar a los primeros en el ánimo de los oyentes, cosa por lo demás comprensible y muchas veces justa), se sentía como aislado en una especie de jungla de alaridos de la que procuraba alejarme lo antes posible. Usted ha visto muy bien el paso de la ceremonia social a la ritual, con sus consecuencias; y me alegra que haya entendido sin rodeos el canibalismo final, pues algunos críticos han preferido eufemismos más fáciles, que desvirtúan completamente el tono y la intención del relato.
Es muy curioso –y reconfortante– que en el último párrafo vea usted el cuento como posible dimensión de lo cinematográfico. A tal punto tiene razón, que le agradará saber que Luis Buñuel me escribió hace más de quince años, con la intención de hacer un sketch en una película que contendría otros episodios. Estaba entusiasmado con la idea, y naturalmente dispuesto a dar rienda suelta a un sadismo delirante en las últimas secuencias. Los censores españoles, según parece, eran menos sádicos que nosotros, y no hubo película. Lástima, ¿no?
Gracias de nuevo por su trabajo, y créame su lector y amigo,
Julio Cortázar
París, 25 de mayo (Oíd, mortales, el grito
sagrado;;;!) de 1973
Querido Juan:
Los tales servicios de seguridad están completamente piantados, pero qué le vamos a hacer. Te agradezco mucho que me hayas indicado este artículo del Canard,240 porque realmente no tiene desperdicio. Desde luego habrá que hacer algo, pero por el momento yo me dedico principalmente a reírme, lo que te probará sobre todo mi inconsciencia.
En cuanto a ustedes, jamás habría imaginado que personas a quienes yo creía respetables, consagrados a sus tareas intelectuales y docentes, estuvieran encubriendo siniestras maquinaciones destinadas a favorecer la cría de ovejas en la región de Larzac. Está escrito que ya no se puede creer en nada.
Bromas aparte, la cosa es más bien triste, pero no creo que debamos ponernos excesivamente lúgubres. Tomo buena nota de lo que me decís sobre tus deseos de que colabore en Caravelle (aunque esa nave, ahora, me da la impresión de estar tripulada por patibularios piratas con la pata de palo de rigor y la venda en un ojo. Che, ¿por qué no aprovechan para publicar La isla del tesoro, Huracán en Jamaica, o cualquier otro clásico del género? Me parecen los más capacitados para eso en este momento…).
Mandame las entrevistas de Viñas y de Orgambide, y ya veremos.241 Me voy la semana que viene a Saignon, y cuando tenga esos papeles veremos si vale la pena contestarle una vez más a Viñas (a quién ya le paré el carro en la revista de Sosnowsky, no sé si la viste) o si lo dejamos hablar tranquilo nomás. Me dio un poco de pena comprobar en Buenos Aires hasta qué punto los “pensadores” tipo Viñas, Sábato, etc., son olímpicamente ignorados por gente que está en otra cosa más inmediata e importante. Curiosamente, la indiferencia de la gente alcanza simultáneamente a gente tan dispar como Murena y Viñas; esas secuelas ideológicas de Martínez Estrada, aunque polarizadas y antagónicas, huelen en ambos casos a puro racionalismo abstracto, construcciones mentales geométricas que no reemplazan las verdaderas intuiciones sobre la realidad latinoamericana, mucho más presentes en cualquier frase del Che o en los versos de algunos poetas que en las famosas teorías viñescas del “viaje y retorno”, de “París-Argentina”, y otras geometrías bien gratuitas.
Quedamos así, entonces. Gracias de nuevo por tus informes, Jamaica John (a menos que seas John Long Silver), y un abrazo de Senacherib Edén, que adopta el inocente seudónimo de
Julio
Captain Kidd - 9, rue de l’Eperon PARIS VI.
París, 26 de mayo de 1973
Mi querido Ariel:
Lo que sucedió es todavía más hermoso de lo que imaginas. El día en que nos despedimos, Ugné me dijo: “Ariel me ha confiado un secreto a condición de que no te lo diga hasta tu vuelta a París”. Me pareció bien, me alegró saber que más tarde sabría alguna otra cosa de ti, y me olvidé del asunto. En Buenos Aires leí las novelas del premio,242 y casi de inmediato puse aparte a Moros en la costa, porque las primeras cincuenta páginas me parecieron tan buenas que no quise seguir hasta no tener una idea más o menos precisa del resto de los libros. Tendrás que creerme o no creerme, pero jamás se me ocurrió que el libro fuese tuyo. Primero pensé en Antonio,243 que como aparecía citado por ahí, me daba la impresión de estar jugando (se juega mucho en ese libro, algo sabes, ¿no?) y echando cortinas de humo. Una o dos veces (ahora había retomado el libro para leerlo entero) me pregunté si no sería tuyo, pero deseché la idea porque de alguna manera pensaba que lo habría sabido en Chile, no tanto por ti mismo sino por el contexto de nuestras charlas, o alguna alusión amistosa. A la hora de las votaciones, decidí que ese libro era mi premio, y me topé con Walsh, igualmente decidido a que el premio fuese la novela de Paco Urondo (excelente, pero a mi juicio muy por debajo de mi premio). Roa Bastos era un gran entusiasta de tu libro, no así Onetti, que lo encontraba brillante pero descosido (desde su perspectiva ya definitiva, digamos, tenía razón, pero ni Roa ni yo pensábamos que las “novelas” debieran ajustarse a criterios de unidad de ninguna naturaleza, sino a las aperturas en todas direcciones que pudieran darle al lector). Como Walsh se emperró en su voto, en el que jugaban razones políticas importantes (Urondo preso, lo sabes) yo hice una cuestión de fondo y me obstiné a mi vez en defender la calidad y no la circunstancia histórica de un libro. Fue entonces que Onetti y Roa decidieron votar por Los tigres de la memoria,244 que desde luego Roa y yo teníamos en los primeros puestos e íbamos a recomendar para que se publicara. Ya ves que, como en tantos concursos, el ganador fue producto del desacuerdo sobre los dos mejores libros, pero la verdad es que la cosa no era tan grave pues todos los nombrados eran buenos libros; y ahora, para mi alegría, me entero de la decisión de Sudamericana de ampliar el premio para que tú y Paco Urondo entren también como premiados.
Ahora viene lo más hermoso. Firmé el acta a las dos de la tarde del 28 de abril, y a las siete tomé el avión para París. Eso significa que volví a Francia sin saber quién era “Arcángel”, y la verdad es que me tenía sin cuidado; estaba feliz de haber defendido y votado el para mí más hermoso y necesario libro de todos los presentados, y el hecho de que fuera un chileno se sumaba a mi alegría. En Orly me esperaba Ugné, y en el auto de vuelta cambiamos las primeras impresiones. Fue entonces, te das cuenta, al escuchar la historia de mi voto, que ella me contó tu secreto y yo supe que eras el autor de la novela. Sabes, fue como un instante perfecto, una culminación de algo muy hermoso. Haber batallado por un libro sin interés amistoso, sin la inevitable presión sentimental, y descubrir quién era el verdadero autor… Nunca me sentí más recompensado, más seguro de haber hecho algo justo y bueno. Tú ves, en el caso de Urondo, las incidencias amistosas habían revelado que era el autor de la novela defendida por Walsh, y yo me vi obligado a plantear el asunto ante el jurado pues no era justo que se conociera el autor de un libro premiable mientras los restantes eran arcángeles, juanitos pérez y otros seudónimos. En tu caso nadie sabía nada, Ugné había guardado tu secreto… Nunca le agradeceré bastante que lo haya hecho; y ella misma está feliz, ahora.
Bueno, dicho todo esto me voy a poner feroz, porque no es cosa que te la lleves tan de arriba, monstruo disfrazado de arcángel. Yo que tú, ahora que el libro se va a publicar y se habrá ido decantando en tu memoria, tomaría unas grandes tijeras y le haría varios cortes; imposible decir dónde ni cómo, pues tendría que tenerlo a la vista y además no tengo nada que enseñarte. Sé, con todo, que hay con frecuencia un exceso, un entusiasmo que alarga o repite situaciones; acaso en la parte “documental” (cierta o inventada), en todo caso nunca en lo estrictamente narrativo, que siempre me pareció perfecto. Ya verás tú, Pestalozzi de tu propio hijo.
Me pregunto ahora si no te desencantará que yo no haya sentido que el libro era tuyo. Me refugio en el hecho de que, en tanto jurado, me alegra haber batallado por ese libro sin tener la sospecha de quién era el autor. Hubo una noche, leyéndolo hasta muy tarde, en que me cruzó por la cabeza que era un trabajo de Antonio y tuyo, divirtiéndose como locos en alternar capítulos, injertarse pasajes… Lo deseché, porque de todas maneras había una unidad profunda en el todo; y volví a mi teoría skarmetiana. Te diré que no era un problema que me preocupara; la calidad del libro era lo único importante para mí, y que respondiera tan ricamente a la realidad chilena y latinoamericana con todos esos elementos que alguien como Onetti, anclado en una visión ya coagulada de lo literario, no quería admitir. Ahora, si querés, lamento un poco no haber tenido la suficiente intuición para adivinar que la obra sólo podía ser tuya. Pero allá me hubiera incomodado a la hora de defenderla, me hubiera preguntado si no hacía lo mismo que Walsh, batirse también por el amigo. Es mejor que las cosas hayan sido así, aunque la ingenua idea que pareces tener sobre mis antenas y mis radares se venga un poco al suelo. Lo que cuenta es lo que dices al final de tu carta: entre nosotros hay, habrá siempre puentes. No serán de persona a persona en todos los casos, pero ya ves que las hay de persona a obra, de hombre a palabra. ¿No es en el fondo la misma cosa? De cualquier manera que lo mire, me siento muy feliz de que hayas procedido como procediste conmigo en esa circunstancia, y que yo haya sabido encontrar el mejor libro del concurso sin necesidad de hormonas amistosas.
Mi viejo, ya sé que estás ocupado. Yo también, y cómo. Volveremos a escribirnos, a vernos, a comer en el encantador restaurante al que nos llevaste el último día. Dale un beso a María Angélica* y a tu niño, sigue siendo Ariel. Te abrazo mucho,
Julio
Ugné dice que te escribe y les envía un beso por adelantado.
Business: También Ugné; yo les tengo un santo horror. Pero me alegra saber que los cuentos están ya en la imprenta.
París, 26 de mayo de 1973
Querida Evelyn:
Estoy muy contento de que podamos encontrarnos y charlar en mi ranchito de Saignon. La época, es decir comienzos de julio, es buena, pues en general hace buen tiempo en la Provenza, y usted podrá aprovechar para conocer los pueblitos de los alrededores que son muy hermosos y acogedores.
Desde el punto de vista práctico, tomo nota de sus indicaciones. Cuando sepa exactamente qué día llega a Avignon, envíeme un telegrama (las cartas suelen llegar después que los viajeros) desde Barcelona. Como dirección, basta poner simplemente: Julio Cortázar. 84 Saignon (Francia).
Yo iré entonces a esperarla a Avignon, y la traeré (o los traeré, si viene acompañada como me dice que podría ocurrir) a mi pueblo. En cuanto al alojamiento, me hubiera encantado recibirla en el rancho, pero ya verá que no es posible, de manera que le guardaré una habitación doble en el hotel. No sé todavía dónde, pues en Saignon mismo hay un solo y pequeño hotel (excelente, pero minúsculo, de modo que sólo podría reservar habitación si usted me avisara mucho antes el día de su llegada). Si no puedo conseguir habitación en Saignon, le reservaré en Apt, la ciudad que está al pie de Saignon, a tres kilómetros, y donde hay varios hoteles.
Bueno, por ahora creo que estos informes le bastarán. A partir de ahora escríbame o cablegrafíe a la dirección indicada, pues me voy allá dentro de cinco días.
Muchas gracias por Review,245 y hasta pronto, deseándole un feliz viaje. Un abrazo de su amigo
Julio
Saignon, 5 de junio de 1973
Topotita:
No entiendo nada. En tu última carta, que no tengo a la vista pero que data de mediados de mayo, me decías que ibas a enviarme los papeles de Perla tres días después. Inútil agregar que llegó el momento de irme de París sin haber recibido nada, y sin embargo yo te había explicado claramente en Buenos Aires que esa cuestión era mejor dejarla en marcha antes de venirme a Saignon.
Que sos distraída, lo sé. Que el envío se haya extraviado, me parece difícil puesto que sin duda lo mandarías certificado. Incluso esta mañana me llegó a Saignon, reexpedida de París, la revista Siete Días con tu comentario sobre las estupideces que dice Martelli sobre el premio (qué cretino, pero a la vez qué prueba de la mierda en que se mueve la literatura y la política en la Argentina, país de chimentos venenosos si los hubo).
En suma, no sé qué pensar, y te pido que hagas lo necesario para que yo reciba el documento lo antes posible. Aunque faltándome, fui a verlo a Ploquin para dejar todo arreglado antes de las vacaciones (me obsesiona un poco la idea de otra chimenea en la cabeza sin haber tenido tiempo de dejar mis cosas en orden para bien de todo el mundo). La visita fue útil pues de ahí salió un claro esquema de lo que falta por hacer. Apenas reciba tus papeles, te enviaré todos los detalles pues vos tenés a tu vez que escribir al otro abogado, etc. (te daré todos los modelos para simplificar tu trabajo). Podés decirle también a Perla que le hice a Ploquin las dos preguntas que me pidió que le hiciera; las responderé cuando te envíe la totalidad de las cosas, para que no haya nuevas bifurcaciones y pérdidas de tiempo; en todo caso puedo decirte a vos que no hay ningún problema por el lado que preocupaba a Perla, tanto en lo que se refiere a mi eventual testamento como a mi todavía más eventual nuevo matrimonio.
Me duele tener que volver sobre el asunto, pero si no se tratara de vos, pensaría que te distraés deliberadamente, y en cambio sé de sobra que simplemente te dormís encima del mate o de las novelas de la baronesa de Orczy y dejás correr los días, especie de lirón lleno de pelusas. Te agradezco mucho el envío de la revista con las dos entrevistas, que no tienen desperdicio. La de Martelli, por el oportunismo peronista de la nueva hora; la de Victoria, por la boludez ínsita. Il faut du tout pour faire une patrie…
Saignon está lluvioso pero más, mucho más tranquilo que París. Todavía sigo con el cansancio argentino, empecé un nuevo tratamiento contra las jaquecas, que se están vengando de cartas como ésta, inter alia, pero en conjunto voy tirando. Me llegó una inteligente crítica de Jorge Ruffinelli sobre el libro, en Marcha.246 Aquí los sucesos de Buenos Aires hicieron tanta roncha que los de Gallimard me esperaban con el contrato en la mano, y Laure ya lo está traduciendo (la pobre!) para que salga a fin de año. Los italianos se agitan por su lado. Ah, vi a los Calvino, fui a su casa y charlé con ellos y con Carlos247 que estaba también; los encontré bien a todos, y Carlos con un bigote de inspector británico.
Bueno, en otra te diré otras cosas, incluso de la Argentina en su nueva hora que, bien mirado, no es tan nueva. Espero prontas noticias y te tiro de las orejas, pero despacito, oh sí, oh sí, con un gran beso resbaloso,
Julio
Doña Herminia me escribió que operaron a Pepita; parece que es grave. Pero ella me da la impresión de estar bien.
Saignon, 5 de junio de 1973
Señor Jorge Ruffinelli
Mi querido Jorge:
Ya no me acuerdo bien si nos tuteábamos, pero después de tu texto en Marcha sobre Libro de Manuel, siento como si no tutearte fuese una especie de injuria, y desde luego te pido un tratamiento recíproco.
Casi nunca escribo a los que se ocupan de mis libros, lo hagan bien o mal; sigo creyendo que los libros tienen que “vivir su vida”, pero en este caso la vida de Manuel está demasiado ligada a tanto que nos duele y nos exalta que no puedo quedarme callado ante una crítica como la tuya. No seré yo quien se moleste en contestar a los vómitos de un Revol en La Nación,248 o a la bien intencionada estupidez del padre Mujica en Crisis (lo que no me impedirá llegada la ocasión, y por razones políticas y no literarias, hacer saber lo que deduzco de posiciones tan ciegas y tan suicidas); hoy, frente a tu texto, me siento más que recompensado por el largo y difícil trabajo que significó el Libro de Manuel, trabajo que desgraciadamente no se traduce en todos los resultados que yo hubiera querido. Vos sos el primero en señalarlo, y muy bien; trabajar “contra el reloj” va también en contra de la literatura a menos de tener un ritmo de producción que a mí me falta. Dado el tema del libro, me era imposible concederme el tiempo necesario para reescribir muchas partes y ver la novela en su conjunto; incluso mi intención era que el libro se publicara mucho antes, pero las pruebas que me enviaron eran tan defectuosas que tuve que resignarme a esperar varios meses más, y sin poder ya introducir modificaciones de fondo.
Tu enfoque de mi intención y sus resultados me parece el único justo, porque en ningún momento separás la doble razón historia-arte que me llevó a escribir el libro. De inmediato te das cuenta de que el humor, el absurdo, los elementos oníricos, eróticos y lúdicos del relato son tan válidos como el “mensaje”, y que éste a su vez sólo puede llegar como tal (viniendo de un escritor como yo y no de un ideólogo puro) si emana de la atmósfera total de la novela. Que sólo se consiga a medias, soy el primero en saberlo, y tenés razón cuando decís, entre otras cosas, que personajes como la pobre Susana sólo parecen estar ahí para traducir noticias. Luchando contra factores que puedo calificar de cotidianos, tuve que optar por uno o dos personajes en los que la personalidad y los sentimientos se desarrollarían con mayor profundidad, y creo que tanto Lonstein como Andrés (y Marcos en su terreno) están bien dibujados en la medida de mis fuerzas. También tenés razón cuando denunciás la duplicación “rayuelesca” del libro; la razón es simple aunque no constituye una excusa, y se debe a que las dificultades de la tentativa (esa convergencia a que se alude en la nota preliminar) me llevaron a simplificar el tratamiento novelesco situándolo en un terreno que me es familiar y que “llevo adentro” para usar el término. De todos mis libros, Rayuela es lo que creo más mío y te aseguro que en estos diez años posteriores a su publicación he tenido que luchar mucho para no dejarme llevar por la tentación de “rayuelizar” mucho de lo que escribí. Pienso que un escritor debe renovarse, explicación que te merecés de sobra.
En el fondo, lo que más me conmueve y me recompensa en tu crítica es tu lúcida y honrada manera de verme a mí como persona y no solamente como escritor; tu visión de las dudas de Andrés-Cortázar, el sueño del cubano (que yo soñé antes de escribir el libro y que en un momento dado de la escritura saltó de la memoria para mostrarme que era la clave que definiría la actitud final de Andrés), son cosas que me prueban, en estos tiempos de dubious battle, que hay críticos capaces de ver claro en algo que tanto se presta a los maniqueísmos baratos de que yo y muchos otros somos objeto en la Argentina y el resto del continente. Creo que no necesitás que te dé las gracias por nada; esta carta es en todo caso una prueba de mi alegría y de mi esperanza; porque contra viento y marea seguiré haciendo lo que creo que debo hacer, equivocándome muchas veces; en todo caso, como Andrés, estoy ya “despierto” al final del sueño, y creo que mi paso por Buenos Aires en marzo y abril no fue ningún sueño sino una activa vigilia en más de un terreno.
Bueno, aquí me quedo como siempre, leyendo Marcha que tanto me informa sobre nuestros problemas, y a su disposición “para lo que guste mandar” (qué lindas vienen esas frases, así de golpe y sabrosas). Hasta otra vez, con un abrazo muy fuerte de tu amigo
Julio
Saignon, 5 de junio de 1973
Mi querido Gabo:
Te envío adjunta una carta de Ariel Dorfman, que por lo visto no tenía tu dirección.
Ya verás en ella que también yo he tratado de colaborar en el formidable trabajo que Dorfman y sus compañeros están haciendo en el campo de la cultura en Chile. Cuando estuve allá en marzo, antes de las elecciones, me impresionó ver los kioskos en Santiago y las ciudades del interior; gracias a ediciones baratísimas, que directamente le hacen la competencia a las revistas y a Corín Tellado (inter alia), la gente empieza a tener verdadero acceso a los escritores que vale la pena leer. Comprendo de sobra, pues, que Ariel te pida lo que te pide en su carta;249 ojalá estés de acuerdo, porque la batalla es en verdad extraordinaria y merece ser ganada de punta a punta.
No sé si ésta te encontrará en tus feudos barceloneses, pues el Águila Azteca, que cenó con nosotros y se dispone a ser padre (para lo cual enarbola una sonrisa casi angelical que me ha dejado absolutamente estupefacto) me dijo que te ibas a no sé dónde pero en todo caso allende el proceloso Atlántico. De todos modos, supongo que te reexpiden el correo (en aviones especiales, of course, dado su presumible tonelaje) y que estas líneas llegarán a tus manos.
Estamos bien, yo muy cansado de mi periplo latinoamericano, exaltante y útil para mí pero a la vez muy parecido a quince rounds contra Kid Pambelé. Por cierto que este jodido, que creo compatriota tuyo aunque vive en Venezuela, derrotó a mi gran campeón Nicolino Locce, cosa que me produjo una depresión duradera.
Imposible resumirte mi experiencia argentina; eso habría que hablarlo largo, y ojalá pueda ser pronto, si te dignas tenerme al tanto de tus movimientos y posibilidades.
Un beso para Mercedes y abrazos a los muchachos. Hasta siempre, con mi invariable cariño,
Julio
84 Saignon
Saignon, 5 de junio de 1973
Mi querido Ariel:
Te envío copia de mi carta a Gabo; misión cumplida, ojalá que con éxito.
Espero que recibiste mi anterior, que te habrá curado de tu temor de que no me llegara la tuya. En el interín han pasado cosas buenas, como sabes, o sea que tu novela también tuvo su premio y será editada. Ni qué decirte lo que eso me alegra, aunque ahora, por cosas que van pasando, empiezo a palpar los entretelones del premio y me cuesta contener la bronca y el asco frente a tanta miseria. Por supuesto nada de eso tiene que ver con los resultados en sí, que por suerte fueron lo que debían ser, pero resulta penoso descubrir, post facto, cuánto hijo de puta se agazapa detrás de las puertas. Para no darte más que un ejemplo: el ganador absoluto, Juan Carlos Martelli, entrevistado por Siete Días, declara con toda sangre fría que “Cortázar llegó de Chile con la intención de darle el premio a la novela de Dorfman”, agregando como argumento de convicción que “Onetti le hizo notar que el libro chileno era muy cortazariano”, y completando esta incursión en la infamia con lo siguiente: “por lo demás es sabido que Dorfman tiene en prensa un libro sobre Cortázar”. Si todo esto no te hace vomitar, es porque la naturaleza te protege especialmente.
Por supuesto, la cosa no importa; ya llegará el día de remacharle el clavo a ese imbécil; lo importante es no trenzarse en polémicas o aclaraciones, porque este tipo de gente busca precisamente eso para salir de su mediocre escalafón literario. Pero me interesa que vos, que sabés muy bien cómo pasaron las cosas, estés enterado. Me alegro de tu premio y de la edición, pues entre otras cosas servirá para mostrarle a mucha gente que, mal que le pese a Onetti, tu libro es mejor que el de Martelli.
Basta de bilis. Estoy en Saignon, te agradezco las noticias sobre todo lo que están haciendo en Chile, y te digo que cuando vaya en septiembre, como es mi intención, me las arreglaré para recalar en Santiago y verte, ver a los amigos, estar ahí unos días y echar una mano si puedo. Ya sé que la cosa es difícil y dura y grave; pero también sé que ustedes no duermen.
Un beso para Angélica (ahora sí, ahora leí su nombre en tu carta; pero, ¿no es en realidad María Angélica? Monstruo, ¿me dejarás siempre en la duda?)
y un abrazo muy grande de tu
Julio
Todo el verano en: 84 Saignon. Aunque parezca mentira, las cartas llegan.
Saignon, 5 de junio de 1973
Bichito Ana María:
Te debo tantas respuestas, tantas cosas. Sí, es la primavera aquí y me acuerdo, sabés, me acuerdo mucho. En Buenos Aires recibí tu arcoiris-para-armar; no lo armé porque esas semanas no estaban para arcoiris, pero lo tengo aquí y voy a armarlo y colgarlo en mi cuarto de trabajo para que gire y baile como si fuese un pedacito de vos. Hace apenas una semana que vuelvo a mí mismo después de ese viaje extenuante por Ecuador, Perú, Brasil, Chile y la Argentina, del que no te hablaré aquí porque no podría decirte nada demasiado válido; solamente que hice bien en ir, que fue una experiencia admirable para mí, que aprendí muchas cosas, y que creo ver con más claridad ese panorama latinoamericano por el cual he querido y quiero luchar. El Libro de Manuel se publicó coincidiendo con mi llegada, y todo su contenido polémico entró en juego después que, públicamente, cedí mis derechos de autor para la defensa de los prisioneros políticos argentinos. La primera edición se agotó en pocos días, yo sostuve interminables diálogos con grupos de cincuenta o sesenta jóvenes en plena efervescencia política, aguanté entrevistas periodísticas y radiofónicas para apoyar el proyecto de ley de amnistía… Aquí, ya de vuelta, tuve la alegría de saber que todos los presos habían sido liberados el mismo día de la toma de gobierno por Cámpora; claro que esto no resuelve el fondo del problema, y que la lucha seguirá cada vez más dura en otros planos, pero ya es mucho haber abofeteado inequívocamente a los gorilas y devuelto la libertad a esos muchachos que tanto se jugaron por el triunfo de los civiles. Ah, tendría tanto que contarte, y no es posible; todavía me dura la fatiga, duermo poco, tengo una enormidad de trabajo atrasado; pero basta de quejas, bichito, ahora quiero escribirte un rato sobre otras cosas.
Tu última carta se me quedó en París en un portafolio que olvidé y que me traerán a fines de esta semana; me refiero a la carta que acompañaba el poema sobre el cual no debo decirte nada, de conformidad con tus órdenes. Está bien, bichito, no digo nada. No, no, Ana María, no digo nada, ya ves que no digo nada, que no digo absolutamente nada. Pero es otra vez tu perfume, aunque como estás viendo no digo nada, bichito.
En cambio tengo aquí y acabo de leer tu “Woman as Medium”,250 y lo encuentro fascinante. Como crítica eres de una inteligencia y una lucidez que tú, estoy seguro, negarías enérgicamente. Convéncete, es así, no puedes nada contra eso. En veinte páginas llegas a decir mucho más que tantos larguísimos estudios tachonados de citas, autoridades y pedantería; vas directamente al grano, eliminas en lo posible las referencias “escolares”, y el resultado es lo que más me gusta en ese tipo de trabajos: una materia clara, sólida, sin rodeos inútiles. Por supuesto, muchos de tus hallazgos me asombran pero ya me ha sucedido frente a la labor de otros buenos críticos. Para no darte más que un ejemplo, nunca se me había ocurrido que Nadja y Rayuela empezaban las dos con una pregunta. Y tampoco, en un plano consciente, que la Maga fuese dentro de una perspectiva junguiana lo que tan claramente muestras.
Me dices que de la p. 10 a la 20 hay el caos; yo no lo veo así, y pienso que poco tendrías que cambiar en esa parte, que leí con una perfecta sensación de coherencia; pero usted, bichito, es sabia y severa, y sin duda yo me equivoco; en todo caso esa parte me pareció muy rica y necesaria, sobre todo al final cuando buscas el verdadero sentido del presumible suicidio de la Maga en el río.
Te señalo un error en la p. 9, hacia el final. La explicación de “Axolotl” por una obsesión mía no es exacta; en realidad se trata de “Circe”, aunque no sé si te hablé en detalle del asunto; si lo necesitas, dímelo y te lo contaré.
¿Quién es Malva Filer? La citas y aludes a un trabajo suyo que no conozco. ¿Sería posible pedírselo, o darme su dirección para que yo lo haga directamente?
Donde me dejaste absolutamente sin aliento es en la página 23, cuando haces el esquema comparativo de los capítulos 41 y 52. Bichito, que un escritor trabaje sin saber lo que está escribiendo, y que sólo lo descubra el día en que alguien, más lúcido que él, muestra lo que tú has mostrado ahí… Es vertiginoso, tiene algo de horrible y de maravilloso a la vez. Es como la negación de la libertad en el creador. Entonces, ¿todo lo que escribimos está ya decidido desde otras potencias que las que actúan superficialmente mientras escribimos? Trato de acordarme, de pensar en lo que me pasaba por la cabeza mientras escribía Rayuela; y no, no era así, no había ningún esquema, ninguna relación prevista entre esos dos capítulos, como tampoco la había en el capítulo del tablón, y en el que luego suprimí… ¿Quién escribe nuestros libros, Ana María?
Bichito, ya sabes que siempre esperaré noticias tuyas, textos tuyos. Perdóname este largo silencio involuntario, vuelvo de penosas, admirables, extenuantes jornadas. Pero no te olvidé nunca, te siento cerca, y lo que acabo de leer te acerca todavía más.
Escríbeme, sé feliz, te abrazo mucho,
Julio
Saignon, 8 de junio de 1973
Mi querido Félix:
Quiero agradecerte tus dos envíos, pero sobre todo “Vino profundo”. Ya sabes que no tengo el elogio fácil, y ninguna amistad me hace perder el sentido crítico. Félix, tu texto es uno de los más hermosos que he leído jamás en español. Se siente que allí has llegado, que estás tocando fondo, que te has liberado admirablemente de todo lo que no lleva a destino. Si subrayo esto es porque tu prosa de años atrás me parecía aún poco densa, demasiado pormenorizante, llena de meandros; hoy cada palabra está ahí porque el contacto con tu vivencia, con tu deseo, es total. Dios mío, qué torpemente te digo todo esto; tendrías que haber estado aquí anoche cuando leí esas páginas, y haberme mirado en los ojos cuando las terminé; pienso que mi cara te hubiese dicho más que estas palabras.
Me dices que estás escribiendo un libro sobre el cante, y me pregunto si este texto no será parte de él, y además me pregunto otra cosa, si todo el libro no será como este texto, y entonces me siento feliz por adelantado. Pero aunque no lo sea, lo que has escrito aquí es definitivo y perfecto, no necesita más; es, precisamente, como uno de esos grandes momentos del cante, cuando todo parece interrumpirse en torno a esa voz absoluta, y uno siente que vida y muerte, dicha y desdicha, cesan de ser términos contradictorios, se encuentran en ese minuto fuera del tiempo que es, después de todo, nuestro único acceso a la inmortalidad. Yo lo he vivido con la Niña de los Peines, con Pepe el de la Matrona, con Manolo Caracol… Soy muy ignorante en el género, pero la música cuenta como pocas cosas para mí, y creo que no me equivoco cuando escucho algo que me hace dar el gran salto, el verdadero trip. Tu texto ha sido exactamente como si un gran cantaor estuviera ahí; ¿podríamos, podrías pedirle más que eso?
Gracias, te quiero mucho. Un abrazo para Paquita y para ti,
Julio
Para qué hablar de lo otro; le has remachado el clavo a fondo a ese triste monsieur, cuyo elogio a mi obra me llena de torvas proclividades al harakiri.
Saignon, 19 de junio de 1973
Querida Evelyn:
Recibí su carta y me alegro mucho de que vengan a mis valles. Los estaré esperando el 9 de julio (que es la fiesta patria argentina, by the way!) en Avignon, y les reservaré hotel en Apt o en Saignon mismo, aunque esto último me parece difícil.
Nos reconoceremos sin dificultad; en todo caso, la puerta de salida en Avignon es el obligado lugar de encuentro a la llegada de los trenes.
Trataré de reconstruir para usted la cronología de mis cuentos; creo que tengo todos los libros aquí, de modo que no será difícil.
Mi mujer, Ugné, tiene la intención de escribir un libro de entretiens conmigo, naturalmente en francés; como estará aquí cuando usted llegue, pienso que nuestras charlas le serán útiles para su libro, si usted permite que también ella las grabe para fijar el recuerdo; eso le permitirá ganar tiempo en algunos aspectos, aunque naturalmente su tema es mucho más general y amplio que el suyo.251 Tenemos aquí un grabador, de modo que los haremos andar al mismo tiempo.
Hasta pronto, pues, buen viaje a España y buen arribo a Saignon. Dígale a Audrey que le mando un beso, y que me gustaría mucho recibir una carta o dibujo de ella.
Mis saludos a Luis, y un abrazo para usted de su amigo
Julio
Saignon, 21 de junio de 1973
Querido Antonio:
Me gustaría que le echaras una mirada a estas páginas252 y me dijeras, sin la menor concesión, lo que te parecen.
Como me ocurre siempre, he escrito cosas de las que no tenía la menor idea cinco minutos antes. Tu obra, cuyas reproducciones pude examinar larga y cuidadosamente, es el motor de estos textos, pero ya verás que salvo en uno o dos casos no hay ninguna relación directa. Lo que se trata es de ver si a pesar de eso tú crees que estas páginas pueden ir en el libro.
Como verás en la pequeña introducción, la idea es que cada texto ocupe una página (la idea de “estampa de escritura” de la que se habla allí); en general los textos tienen dimensiones que creo permitirían esa distribución gráfica, pero se trata de un problema de ajuste con la idea y el ritmo general del libro, y de eso no sé nada; también en este caso tendrás que ver si mi idea funciona o no.
Mándame dos líneas, pues quisiera saber lo que piensas. Le he dado una copia a Ugné, que tiene que ver a Rivière253 la semana que viene, pensando que a éste le interesará saber que el texto ha sido escrito, longitud, etc. Pero su inclusión queda, te lo repito, supeditada a tu punto de vista.
Ugné le hablará a Rivière del problema que plantea la traducción, porque como verás esos pequeños textos reposan profundamente en la escritura, y habrá que hacer una versión que me interesaría ver de cerca, ayudando si es posible al traductor en caso necesario; por supuesto Ugné le dirá a Rivière que estoy a su disposición en este sentido.
Eso es todo por ahora, con mis deseos de que Mercedes y tú estén muy bien. Hasta siempre, con un abrazo para los dos de
Julio
84 Saignon
Saignon, 24 de junio de 1973
Mi querido doctor Lastra:
Su lapicera, estimado doctor, es una maravilla de finura gráfica y epistolar; créame que desde mi lejana juventud, cuando los argentinos equiparábamos la verdadera cultura al arte de trazar letras góticas o redondillas con ayuda de plumas cucharita o pelikan número tres, no me había sido dada la alegría de leer una misiva tan primorosamente labrada por una mano en la que la pluma se vuelve revoloteo de lírica mariposa para depositar en la blancura de la página las flores de un lenguaje a la vez refinado y denso. Vos mirá si eso se puede comparar con la grosería de esta máquina eléctrica, que además me junta las palabras y arma una especie de empaste (sin hablar de las tachaduras, como habrás verificado).
Por Misette Godard ya estaba enterado de los progresos del espectáculo de Rita Renoir,254 que en mis tiempos era mucho más tímido (por parte del público); me alegro, porque desde luego siempre estuvo en sus intenciones, pero la verdad es que para mí lo que cuenta ahí es La sorcière, donde el único que está de veras desnudo es el diablo.
Ugné verá al médico esta semana, pero será una médica que le recomendé yo (no se me ponga celoso, doctor Lastra, no hubo interferencia sino que cada uno hizo su buena acción por su lado y ella eligió); está aquí conmigo, y se siente muy bien como siempre que viene a Saignon. No así su servidor, que está pasando por una serie de jaquecas de esas que te cuadriculan la cabeza y el alma; lo gracioso es que coinciden con un nuevo tratamiento, cosa quizá explicable pero nada divertida.
Me alegro de saber que ya tienen planeadas las vacaciones, que les vendrán muy bien a los tres. De cuando en cuando mandá alguna noticia, no se me pierda, doctor.
Un beso para Monique, otro para Beltrán, y todo mi cariño para los tres,
Julio
No me llegaron los ejemplares de Manuel, de modo que la deuda sigue pendiente.
Saignon, 30 de junio de 1973
Bichito Ana María,
Llegaron tus dos grandes flores amarillas, que de inmediato procedieron a transmitirme los diversos mensajes de sus pétalos; después se fueron al jardín y se mezclaron con las otras, que sin duda van a aprender también a hablar, lo que me recuerda en este mismo segundo aquella deliciosa escena de Green Pastures, de Mark Connelly, en que “the Lawd” recorre el Paraíso y se detiene ante un cantero lleno de florecitas blancas. “How are you, little flowers?”, pregunta el Señor con su voz de bajo profundo. Y un coro de vocecitas agudísimas responde: “We’re okey, Lawd”.
Bichito, espero que tu viaje fue agradable y que descansaste de veras. Yo llevo un mes en Saignon y todavía me sigue la fatiga latinoamericana, y especialmente bonaerense; tengo jaquecas muy penosas, duermo mal, pero creo que voy saliendo del pozo ahora que empieza a hacer el tiempo que conociste hace un año. Un año, pequeña viajera; los grandes árboles de Bonnieux te recuerdan, y tantas otras cosas, vasos, ventanas, unos ojos “un poco separados” como apunta Ana María Hernández en uno de sus estudios.
Y claro, el estudio255 llegó junto con las flores, y acabo de leerlo. Ahora comprendo mucho mejor la razón de ese tema que te preocupaba cuando viniste (y que da título al trabajo); sin duda debí desilusionarte entonces porque no entré en eso, no lo sentí ni lo entendí como ahora. Es lo de siempre, señora crítica, y usted lo sabe de sobra. Nosotros los piantados no tenemos idea de lo que hacemos, y sobre todo somos incapaces de “relacionar” (que según parece es la base y casi la definición de la inteligencia, con lo cual estamos como queremos…). Sí, ahora que sigo tu análisis “relacional” de cuentos y novelas, descubro, acepto, e incluso asumo esas constantes de las que nunca fui consciente. Me pides mi impresión y te diré que, como siempre cuando me muestran (quiero decir, me muestran a mí mismo, me ponen delante de mí mismo) siento algo parecido al miedo; cuando cesa, le sigue una gran alegría, un sentimiento de haber hecho algo que justifica por un lado la lectura y por otro los trabajos como el tuyo. No es narcisismo, pero tampoco adolezco de falsas modestias, lo sabes bien.
Metódicamente, te diré que el estudio sobre “La puerta condenada” me parece impecable. En cuanto a “Una flor amarilla”, aunque más adelante (p. 19) dices que el personaje “participa para causar la muerte (de Luc)”, me parece que en el estudio hay una gran ambigüedad en este terreno. Es cierto que eso no te interesa demasiado, pero tu resumen del final del cuento lo veo falseado por no haber visto y dicho claramente que el personaje le confiesa al narrador que él mató a Luc. Bastaría cambiar la frase referente a la muerte de Luc para que el lector se sitúe mejor en lo que sigue.
Más complicado es el caso de “Relato con un fondo de agua”. En este cuento (uno de mis primeros, por cierto, parcialmente reescrito años después pero sin ningún cambio básico)256 la clave es la relación homosexual entre el narrador y Lucio; como jamás aludes a ella, porque acaso no te interesa para tu análisis, te la señalo de todos modos. Esquemáticamente, mi hilo narrativo se basó en esta secuencia: El narrador siente que va a perder a Lucio. El narrador sueña el sueño del ahogado. Cuando invita a pasear a Lucio por la isla, los dos saben que algo va a suceder entre ellos. Cuando Lucio lo acusa de haberle robado su sueño, y el narrador “ve” el final, es decir se ve a sí mismo ahogado, comprende que Lucio ha pensado en matarlo, que lo está pensando más que nunca ahora que de alguna manera ha sido descubierto. Entonces el narrador mata a Lucio, cambia un ahogado por otro. Pero Lucio empieza a “volver”, y son las […]257
Saignon, 30 de junio de 1973
Mi querida Gladys, me disponía a contestar tu anterior cuando recibo tus líneas. Fijate que yo lo sabía. Irracionalmente, claro, pero estaba tan seguro de que Sergio y yo nos habíamos visto por última vez. Tal vez me sirve de consuelo pensar que si fui a Mendoza fue por él, porque sabía que deseaba verme y recordar viejos tiempos. Y creeme que viví algunos momentos muy penosos, oprimido por la sensación de lo irreversible, de lo casi póstumo (para Sergio y para mí, para ese encuentro después de tantísimos años).
Ahora comprenderás cuánta paz me trae el haber pasado con ustedes ese par de días. Siempre recordaré la alegría infantil de Sergio, su manera de mirarme y de hablarme. También a mí, como a vos, me consuela que haya muerto rápidamente; la vejez le dolía demasiado.
Mi querida, te abrazo mucho, abraza tú a Juan y a sus hijos por mí, con todo mi afecto. Ahora mismo le envío unas líneas a Fernando, de quien me sentí tan amigo, tan próximo.
Todo mi cariño,
Julio
Saignon, 16 de julio de 1973
Cher Maître,
Lamenté no verte en París durante los tres días en que me aguanté una llamada reunión de expertos de la Unesco, que por lo demás fue muy interesante y me enseñó un montón de cosas. Pero las sesiones eran largas, yo tenía que ver a mucha gente por la noche, y no pude conectarme contigo (tu despacho suele ser un pozo de silencio). Me encontré con Cantón y Adoum258 en los pasillos, entre dos cafés, pero vos ya se sabe que vas poco al bar, ascético como te ha hecho la madre natura.
Aquí en Saignon empiezo a ver argentinos por todas partes, Tomasello primero y ahora Saúl, todos ellos quemándose al sol como lagartos y largando los chicos al campo. Mi patrón Silva pasó tres días con Colette, mientras yo estaba solo, y tuve el renovado privilegio de gustar de sus pizzas, empanadas y asados legendarios. Mario Muchnik pasó también con su mujer, antes de que al pobre le robaran en Italia todas sus máquinas fotográficas. Y para variar de nacionalidad, tuve durante cinco días a una norteamericana que ya hizo una tesis sobre tu servidor, y prepara un libro y otras cosas en inglés y en español; armada de incontables minicassettes, me sometió a un cordial asedio que espero dé algún resultado interesante. Ahora Ugné y yo estamos solos y tratando de descansar lo más posible, porque a los dos nos dura todavía la fatiga latinoamericana.
Hablando de lo cual, la sustitución del Tío por el Papi259 ha sido más rápida de lo previsto, cosa que me inquieta considerablemente; se advierte un vuelco a lo viejo, al sistema vertical y paternalista, a los pactos con la espada y la guita. Ayer alguien me preguntó si las comisiones para la defensa de los presos políticos se habían disuelto y yo quedaba en libertad de disponer de los derechos de mi libro con otros fines; no pude menos que pensar melancólicamente que a lo mejor pronto habrá nuevas comisiones que ayudar en Buenos Aires… Pero no nos adelantemos; creo que el pesimismo es nuestro peor enemigo en la Argentina, y no quiero sumarme a él sin razones de fondo.
¿Qué hacés con el sol del verano, te vas a España o a Marruecos? No te aconsejo Mozambique. Tampoco Holanda, donde según Le Monde hay una violencia callejera temible. Parece que violan a las muchachas en plena calle, ante la indiferencia de los espectadores. Una madre ha publicado en un diario una serie de “instrucciones a las muchachas amenazadas de violación” que no tiene desperdicio y que en el fondo son muy sensatas, pues consisten en fingir aceptación (el relax and enjoy it de los ingleses) y en el momento crucial descargar un buen rodillazo allí donde más duele, o (y esto es sublime) aferrar con las manos el objeto más claramente visible y romperlo en dos…
Leo una extraña y bella novela de Ingeborg Bachmann, Malina (Seuil). Te la recomiendo, si te interesa la esquizofrenia bien entendida.
Mandá alguna noticia, no te hagas morder por los perros de la vida, viví. Un abrazo fuerte.
Julio
Saignon, 18 de julio de 1973
Topotita laboriosa:
Aquí tenés los elementos para preparar todo lo que habrá que entregarle al abogado. En resumen, y para que te vayas orientando, se trata de lo siguiente:
Cuando tengas todo listo (ya ves que no es gran cosa como trabajo físico) lo mejor será que me mandes todo certificado a Saignon, donde yo juntaré mis propios testimonios y entregaré el dossier a Ploquin/Cossard (ya te dije que trabajan juntos).
Por las dudas, quedate con copia de todo, aunque no creo que la carta se extravíe.
Bueno, para hablar de otra cosa: te acordarás de lo que te conté del Canard Enchainé y mis lógicas preocupaciones. Por suerte todo salió bien y el ministro de la Población firmó anteayer mi naturalización (contra el parecer de sus consejeros, según supe, pues decían que mi artículo en Le Monde260 probaba que mi principal interés seguía siendo la Argentina; pero el ministro firmó igual, y me ha quitado un gran peso de encima). En cuanto a la Argentina, más leo los diarios, más me convenzo de que la cosa está fotuta para un rato; plus ça a voulu changer, plus ce sera la même chose… hasta vaya a saber cuándo. Supongo que compartís mi melancolía, y que tampoco te hacés ilusiones.
¿Podrías mandarme la dirección estival de los Calvino? Tengo un libro de un argentino para hacerle llegar a Italo, y quisiera cumplir con el pedido.
Monona, escribime cartitas de cuando en cuando, la Unesco se inventó para eso, reconocélo. Descansá, comé, ve lindas cosas, y hasta pronto, con un beso,
Julio
Saignon, 22 de julio de 1973
Querida Esther:
Aquí te devuelvo las pruebas de la Prosa, que he leído con toda la atención de que soy capaz.
Aparte de las muchas correcciones ya hechas en las pruebas, he encontrado por mi parte unas cuantas erratas que he señalado. Quiero decirte que en conjunto, esas pruebas me parecen todavía un tanto peligrosas; quiero decir que haría falta un juego de pruebas finales, para evitar que se deslicen errores graves a último momento. Me permito pedirte, pues, que me hagas enviar nuevas pruebas, pues tal como veo éstas, no creo que se les pueda dar el “visto bueno” definitivo.
Te diré que una de las cosas que más me preocupa es la cuestión de los espacios en blanco. Por triste experiencia sé que suelen ignorarse a último momento, y que las pruebas finales deberían incluirlos para evitar todo error. Hay asimismo un par de erratas de esas que yo califico de “diabólicas” (porque es evidente que el diablo se encarga de ellas, con su astucia y su humor habitual). Por todo ello, te reitero mi pedido de ver nuevas pruebas, cuya devolución me comprometo a hacer a vuelta de correo, evitándote así más demoras.
Espero, pues, tus noticias, con el deseo de que todo vaya bien por tu lado, y la esperanza de que podamos vernos personalmente algún día.
Un abrazo fuerte de tu amigo,
Julio
Estaré en: 84 Saignon, hasta fines de agosto.
Saignon, 10/8/73
Querido Antonio:
Ugné te devolverá la documentación, que he mirado con toda atención. Desde luego apenas vuelva a París me comunicaré con Yves Rivière, pero pienso que antes de eso (o sea, septiembre) te haré llegar lo que haya escrito para tu libro, a fin de que me digas si sirve o no. Por supuesto me gustaría verte en Cuenca, y te agradezco la hospitalidad, pero pienso que pasaré el verano sin moverme de aquí; todavía estoy agotado por los tres meses latinoamericanos, y necesito reposo.
No tengo la menor idea de lo que voy a escribir, pero hay signos que conozco bien, una inquietud, un dar vueltas en torno a la nada… de golpe todo cuajará como siempre.
Mis afectos a tu mujer, buen verano para los dos, y un abrazo de tu amigo
Julio
Saignon, 12 de agosto de 1973
Querido Jaime:
Tienes mucha razón, me encantó esa telepatía que nos llevó a nuestras máquinas de escribir después de tanto tiempo; me alegró, además, tu plan de descanso y vacaciones con Bergsson261 en Escocia. Yo envidio muchísimo a cualquier persona que vaya a Escocia, aunque en realidad poco me costaría hacerlo alguna vez; creo que la culpa la tiene el festival de Edimburgo, pues hace quince años que me propongo ir en ese momento, después no puedo por algún motivo o porque se me olvida, y el resto del año no me parece época propicia para visitar los highlands y las altas sombras de Bob Burns y Walter Scott. De modo que les deseo un hermoso viaje, y tal vez lo que cuentes, algún día me decida a no esperar el condenado festival e irme de una vez a mirar cómo son los kilt de cerca y el scotch bebido en su propia fuente.
Tomo buena nota de lo que me dices sobre el proyecto de Néstor262 sobre René Daumal, y sé muy bien que si en definitiva no te conviene para Alianza Tres, le darás algún buen consejo a Néstor en materia de otros editores posibles.
Ugné me da a leer tu carta donde le hablas de la posible reseña sobre el Libro de Manuel. Tienes toda la razón, hay que evitar las duplicaciones y repeticiones. Por eso, anoche hablé con Saúl Yurkievich, que pasa sus vacaciones aquí cerca. La cosa es así: Saúl tiene el proyecto de escribir un trabajo para Plural, pues Octavio Paz se lo pidió antes de que se editara el libro, pero desde entonces no ha recibido más precisiones y piensa que, por su parte, le agradaría más trabajar ahora mismo (necesitará un mes en total) para la Revista de Occidente.263 Si posteriormente los de Plural le reiteraran el pedido, Saúl se compromete ante ti y ante mí a no enviar el mismo texto, sino estudiar el libro desde otro ángulo y con otras intenciones. Curiosamente la idea lo entusiasma, pero como es un ensayista nato, comprendo muy bien que le guste la posibilidad de volver sobre un tema y prolongar su desarrollo en nuevas direcciones.
Si con estas precisiones te sigue interesando que Yurkievich haga la reseña, entiendo que no es necesario que me contestes; hazlo solamente en caso negativo, para avisarle a Saúl que no empiece a trabajar.
Aprovecho estas líneas para sumarme vigorosamente a lo que te dice Ugné en su petit mot. Nada de preocuparte por esa cuestión de derechos, Jaime; todo va muy bien, no hay prisa. Me alegra pensar que quizá puedas encontrarte unas horas con Ugné en París; ella te abrazará también por mí. Mis mejores afectos para Bergsson, buenas vacaciones, y hasta siempre, con el cariño de
Julio
Saignon, 13 de agosto de 1973
Querido Greg:
Acabo de terminar la lectura de tu espléndida y divertida traducción de mi texto264 para el libro de Ricci. En mi opinión suena muy bien y tiene toda la fidelidad y el humor que siempre logran tus versiones. Darte una vez más las gracias sería casi monótono, pero quiero que sepas que estoy muy feliz con esas páginas.
He ido aclarando lo mejor posible los pequeños problemas que se te planteaban. Como siempre, leí todo con la mayor atención posible, y verás que encontré unas cuantas cosas que me pareció necesario señalarte, para que puedas ajustar mejor tu traducción. Si algo no estuviese claro, mándame dos líneas y ya veremos, pero estoy seguro de que pescarás “al vuelo” todo lo que te digo.
Hay un detalle para mí importante, y son los espacios entre los diferentes episodios o momentos del texto. Te los fui marcando con lápiz verde, pues en tu copia todo está corrido y tengo miedo de que la imprenta de Ricci meta la pata a última hora. Por eso te ruego que les envíes una copia con los espacios en blanco claramente indicados.
Me llamó la atención en la primera página que pusieras “for Shredni Vashtar, etc.”265 con minúscula, debajo de mi nombre. En realidad es una dedicatoria que debería figurar con mayúscula, y un poco más separada de mi nombre.
Me divertí mucho con tus historias de mariposas y otros temas vinculados con mi texto. ¿Por qué no lo escribimos juntos? De haberlo sabido antes, te hubiera propuesto sumar nuestras experiencias zoológicas y de otra naturaleza, y Ricci hubiera salido ganando, estoy seguro. Lo de la larva de gypsy moth266 es muy curioso, puesto que reproduce exactamente la situación que yo conocí en la época de las mangas de langostas en la Argentina.
Hablando de lo cual, ya habrás visto qué burdel es mi pobre país. Aunque recibo bastante información desde allá, te aseguro que termino por no comprender nada. Entre Watergate en el norte y Perón en el sur, estamos bien jodidos todos (sin hablar de Garrastazu Médici y otros hijos de puta). What a world, man.
¿No tienes una versión escrita de tu curso sobre “Devils, Monsters, and Madmen”?267 Es una coincidencia bastante hermosa entre tus preocupaciones recientes y las mías. Si por casualidad guardaras textos de ese curso, ya sabes que aquí tienes un lector empecinado, goloso y ávido de emociones fuertes. Ah, me alegro de lo que piensan tus estudiantes sobre Lovecraft; yo le tengo mucho respeto, pero me joroba su nivel “gótico” tan primario; veo que tú eres más indulgente, y está muy bien. Yo lo soy con autores que muchos desprecian, y no me arrepiento en absoluto; cada cual sabe por qué y cómo ama.
Trataré de conectarme este otoño con Nélida, vía Balcells. La verdad es que me gustaría conocerla personalmente, y espero que así sea.
Muy buena tu historia del werewolf268 italiano. Tienes mucha razón, la magia sigue en buena salud, y nosotros hemos estado conectados mucho más de lo que imaginábamos en estos últimos tiempos…
Greg, amigo, dale un gran abrazo a Clem de mi parte, y dile que espero que sus nuevas tareas no le den demasiado trabajo. Espero que toda la familia esté muy bien, y aquí te mando un gran abrazo con todo mi afecto de siempre,
Julio
Saignon, 17 de agosto de 1973
Mi querida Laura:
Creo que esta vez he tardado un poco más en devolverte las páginas. Discúlpame, pero antes tuve que revisar la versión inglesa de un texto muy largo, y eso me llevó bastante tiempo. Creo, con todo, que mi retraso no te resultará demasiado perjudicial.
Nada puedo agregar hoy a lo que ya te dije cuando me enviaste la primera parte. Sigues traduciéndome con una soltura admirable (y muy necesaria en un libro como éste), y tengo la impresión de que todo pasa muy bien al francés.
He leído cada frase, y en muchos casos en que me pareció que podía ayudarte, lo he hecho aunque no me hubieras hecho ninguna indicación. Creo que en general no hay ningún problema complicado, y que te bastará echar una ojeada a mis indicaciones para ajustar definitivamente tu versión.
Demás está que te diga que el cartoon de la gallina y el gallo es lo mejor del libro; lástima que no podamos incluirlo en la versión francesa. Te diré que comprendo cada vez más tu punto de vista, pues no eres la única en protestar por el machismo latinoamericano que como ves se infiltra incluso en quienes quisieran ir más allá y tener una visión más amplia y justa del dominio erótico. La cosa empezó hace tres años, cuando diversas lectoras o amigas me reprocharon aquello del “lector-hembra” de Rayuela. Hice amende honorable, incluso en un reportaje por escrito, pero ahora al releer el Libro de Manuel compruebo una vez más que el erotismo está visto de manera prácticamente exclusiva desde el punto de vista masculino, y que las mujeres, a pesar de mi amor y mi respeto, están siempre un poco “reificadas” o cosificadas, como quieras llamarle.
¿Qué hacer? Hay los momentos extremos del erotismo, en que me resulta imposible situarme en la perspectiva de la mujer, a pesar de tener bastante imaginación; automáticamente resuelvo la escena desde una perpectiva masculina. Por lo demás, como bien has podido verlo, tanto Ludmilla como Francine le dicen más de cuatro verdades a Andrés, y creo que eso habría que tenerlo en cuenta antes de lapidarme del todo…
Querida Laura, gracias de nuevo por tu trabajo tan sensible, por tu increíble aproximación a mi manera de escribir. Espero verte pronto en París o en Verrières (volveré hacia el 7 de septiembre), y hasta entonces, pues, con mis afectos para los hombres de tu casa, y un abrazo muy estrecho de tu amigo
Julio
Dile a Vincent que no tengo idea de dónde queda ese misterioso país filatélico que me citaste en tu carta anterior…
Saignon, 28 de agosto de 1973
Topotita:
Desde hoy podés llamarme Guk, por otro nombre camello declarado indeseable.269 La policía argelina me paró en el aeropuerto y me mandó de vuelta a Francia, con lo cual te escribo desde Saignon. No hay razones políticas ni nada parecido, sino la idiotez usual de las Naciones Unidas y el terror pánico de los argelinos ante la posibilidad de secuestros y atentados. Yo tenía que recibir el contrato o por lo menos una carta de los argelinos en el curso de la semana pasada, con lo cual hubiera podido pasar, puesto que desde aquí una visa había que conseguirla en Marsella (si la conseguía, pues todo va así) y eso significaba dos viajes aparte del tercero, o sea a Argel. Cuando llegué allá, me bastó ver el aeródromo convertido en una fortaleza para dudar de mis posibilidades, pues los imbéciles de Ginebra no tenían a nadie como agente de enlace, y los policías, luego de verificar que en sus “servicios” (Interior, Relaciones Exteriores, y no sé qué más) yo no figuraba en ninguna lista de la conferencia, me pusieron dos soldados a tres pasos y me quitaron el pasaporte, metiéndome en un avión a las cinco de la mañana, con lo cual pasé 24 horas sin dormir, y menos mal que tenía el libro de Castañeda sobre las enseñanzas de Don Juan, el brujo yaqui, que me ayudó a fuerza de sabiduría a soportar esas horas infernales, matizadas con el olor a patas de los doscientos argelinos que tomaban el avión conmigo para reintegrarse a sus tareas en Marsella. Al llegar a Saignon mandé un telegrama a Ginebra, y ahora escribo una carta exponiendo los hechos y reclamando el pago de los gastos de viaje, que son bien elevados. Pobre Guk, se siente frustrado y abatido, porque además era su cumpleaños y hay que reconocer que jamás en su vida lo cumplió de esa manera.
Topo, te mando estas líneas porque el abogado me reclama con toda urgencia las atestaciones, por razones de fecha de presentación de los dossiers. Por favor, mové a dos amigas, aunque no sean las que estaban de vacaciones, no tiene la menor importancia siempre que escriban y firmen esos textos, Y MÁNDALOS AQUÍ A VUELTA DE CORREO, junto con lo que te faltaba a vos, o sea la carta a “tu” abogado; releé bien mis instrucciones recientes, y apurate, por favor; parece, además, que la cosa se enchufa también con mi dossier de naturalización, pues si bien el ministro la firmó, hay trámites que hacer en la policía, y dada la bronca que debe tener Marcellin270 (su gente, en todo caso) parece que mi iniciación del proceso legal es definitivo, es decir favorable para mí (esta frase salió sibilina; quiero decir que si Ploquin presenta el dossier nuestro en tribunales, eso me ayuda indirectamente para liquidar la otra cuestión, vos andá a saber pero son los hombres sabios que lo dicen).
Decime también cuáles son tus planes, no me has hablado de eso y quisiera verte antes de que te vayas para charlar mucho. Por favor, rajá a conseguir esos documentos (que las chicas se rompan y lo hagan en francés y en español, total son cortitas y vos les pagás un whisky). Espero urgentemente tu envío. Después te escribiré cosas más divertidas.
Muchos besos,
Julio
Saignon, 28 de agosto de 1973
Mi querida Liliana:
Me diste una gran alegría con tu carta y con la crítica de la novela.271 Las alegrías no abundan para los argentinos en esta temporada, como vos misma lo decís en tu carta, y en todo caso para mí la lectura cotidiana de los diarios franceses y de La Opinión que me mandan por avión y llega en seguida, se va sumando a lo largo del día para dejarme con un gusto a tumba en la boca. Vos hablás de pesadilla, pero ojalá lo fuera; en realidad es mucho peor, quiero decir que es eso, que es la realidad. No creas que me siento pesimista ni mucho menos; yo creo precisamente que la bronca y hasta la desesperación son signos de optimismo, de negarse a aceptar lo que está pasando. El versito inventado por Abelardo suena lúgubremente profético después de las últimas noticias sobre la agarrada entre manifestantes y canas en el centro, pero mientras algunos compatriotas lo ven como prueba de que todo se fue al quinto carajo, yo pienso en la cosa en sí, en los manifestantes que le meten cócteles molotov a los canas; para mí es la permanencia de una actitud y de una voluntad, que a la hora de la caída de máscaras y mascarones (y de tanta ilusión fácil) va a depurarse y a buscar su verdadero camino que, desde luego, no pasa por la calle Gaspar Campos. (Hago un paréntesis del que me disculpo por anticipado, Liliana querida. En estos años, algunas cartas privadas mías fueron publicadas por gente entusiasta que las creía merecedoras de más de un lector. Me consta que a vos no se te ocurriría hacerlo, ni mucho menos a Abelardo o a otros amigos del Escarabajo, pero prefiero –reiterando mis excusas, porque uno ha sido bien criado, qué joder– decirlo con todas las letras. Hace unas semanas Ruffinelli publicó en Marcha una carta privada sin mi autorización,272 en la que entre otras cosas yo aludía a la bienintencionada estupidez del padre Mujica (sic). Me molesta que eso se haya publicado, porque es algo que de decirlo, debería decírselo directamente a Mujica, sin que se filtre cómodamente a través de una carta personal. Por eso me obligo a tomar todas las precauciones, aunque vos te estés teniendo los ijares de risa, como diría el marqués de Santillana, incluso poniéndole una h a ijares.) Y para volver, ya fuera del paréntesis, al padre Mujica, la tapa que le has puesto en tu ensayo es de las que ni siquiera necesitan clavos. Vos y yo vamos derechitos al infierno, es un hecho, vieja; lo que nos vamos a divertir ahí abajo acordándonos de todo esto…
Bueno, qué te puedo decir, Liliana. En estas últimas semanas leí una buena nota de José Miguel Oviedo sobre Manuel,273 y poco después otra mucho más amplia y a fondo de Ángel Rama (en Plural, la revista de Octavio Paz).274 Ahora me llega tu trabajo completo, y tengo la impresión de que vos, como argentina y como alguien que mira la cosa desde el fondo mismo de la salsa, ponés el dedo en lo que realmente cuenta; porque aunque subtitules tu trabajo con la referencia a una lectura “literaria” del libro, las comillas están dando la pauta de lo que has visto, de lo que vas a probar incontestablemente, y de cómo sos capaz de liquidar todos los equívocos para ver en esa novela lo que el autor buscó a su manera y con sus recursos limitados y propios. Sin irte por las ramas; dejando bien claro desde las primeras líneas que estás frente a una novela, irrenunciablemente una novela como Andrés es irrenunciablemente Andrés, en la que lo político se incorpora como hace diez o doce años lo metafísico se incorporó a Rayuela. Una sola frase incidental lo aclara perfectamente, cuando decís que “no hay intención de novelar acontecimientos… o aportar datos realistas acerca de cómo se debe organizar la guerrilla urbana”. Es tan obvio que, como bien lo has visto, había que decirlo; una de las cosas que más me conmueven en tu trabajo es que vas demoliendo una por una las increíbles pruebas de mala fe (iba a escribir mala leche) que han dictado buena parte de las “críticas” publicadas. Como higiene intelectual, tu trabajo cumple una tarea cada vez más necesaria entre nosotros, y cuando se leen cosas como la que citás de Leo Bleger, según el cual “Cortázar parece creer que la lucha política es un hecho lúdico”, cada párrafo de tu ensayo hace polvo tanta idiotez y tanto oculto rencor.
Ah, tenés tanta razón en tu crítica de los no-personajes, de la uniformidad de su lenguaje. Hacés bien en tratar esto en detalle y aportar tus pruebas; los justos palos que me das en ese terreno dan todavía más fuerza a todo lo que te comento más arriba, es decir a tu exacta ubicación del libro. Releyendo las pruebas finales, sentí que de haber tenido más tiempo hubiera podido ahondar más en los personajes, porque ya los conocía y los diferenciaba, cosa que al principio es siempre difícil; pero Manuel, por razones obvias, fue una carrera contra el reloj (incluso salió cinco meses después de lo que yo hubiera querido) y muchas cosas, acaso las más importantes, me resultaron esquemáticas y truncas. Claro, el que te dije, Lonstein y Andrés eran mis emanaciones directas, en sentido plotiniano, y ahí la cosa pudo andar mejor, lo mismo que en el caso de Francine aunque ya en menor medida. ¿Sabés con quién hubiera querido ser justo, ser realmente un gran escritor? Con Ludmilla, siempre frenada un paso más acá de su cumplimiento como personaje; y también con Marcos, tan encerrado en unas pocas situaciones que no alcanzaron a definirlo mejor. Todo esto no es ninguna disculpa, sino que te lo explico de escritor a escritor; siempre escribí tomándome todo el tiempo necesario, y dicho de paso, ésa es la razón principal de que siempre me haya ganado la vida con la Unesco y otros conchabos parecidos, para que jamás una necesidad de derechos de autor me obligara a acelerar un libro; pero aquí se jugaba otro juego, había Trelew, había tanta cosa que no me dejaba dormir. El libro salió perdiendo, pero tu estimación crítica me dice que, a pesar de todo, valía la pena correr contra las agujas aunque no llegara primero ni mucho menos.
Bueno, podría llenar otra página pero pienso que has comprendido mi reacción y mis sentimientos. Aquí en Saignon (menos tranquilo que otros años, porque me llamaron a la conferencia de países no alineados de Argelia, fui a base de un cable de las Naciones Unidas para hacerles revisiones durante dos semanas, y los argelinos me pararon en el aeródromo y me mandaron de vuelta en el primer avión, experiencia curiosa que ya te contaré en detalle si nos vemos uno de estos años. El rechazo no fue por razones políticas sino porque yo no tenía visa, y eso un policía de aeródromo no lo acepta aunque seas Paulo VI. Hablando del cual Papa, sabrás quizás que aquí mismito en mi pueblo veraniego, un danés quiere filmar La vida amorosa de Jesucristo, y que se ha armado una de esas podridas que para qué. Creo que no podrá hacerla; lástima, yo me ofrecía para Judas o San Juan Bautista, según las necesidades, y mi mujer Ugné hubiera dado una María Magdalena de esas que hacen sangrar los ojos…).
A falta de cine, leo lo más que puedo, y me pongo al día en materia de ghost stories, un viejo hobby; tenía siete antologías acumuladas! Una de las primeras cosas que hice aquí, apenas descansé del viaje latinoamericano que me dejó exhausto y bastante enfermo, fue leer tu Acuario, del que sólo conocía algunos relatos. Me gustó poder tener una idea conjunta de tus cuentos, y hay varios que no se me irán ya de la memoria. “Ahora”, por ejemplo, “Casi un melodrama”, tan bien escrito aunque ya el título prueba lo que vos misma pensás de la acción, y prácticamente toda la serie de “Las peras del mal”, que me parece un gran salto adelante en muchos planos. Ah, de los anteriores me impresiona “Yokasta”, pero “Trayectoria de un ángel” me parece lo contrario de “Casi un melodrama”, es decir que la historia es una gran maravilla pero hay algo en su narración que no me camina del todo; te hubiera tirado del pelo cuando la terminé. Decime, de paso, ¿me equivoco o tus conjugaciones son a veces un poco raras? A mí me suena mal una cosa como ésta: “…y dijo que todo estaba bien; después, más tranquilos, íbamos a hablar todo lo que yo quiera” (en vez de “quisiera”). Te lo pregunto porque eso se repite muchas veces, digamos cinco o seis, y cada vez me hizo pegar un respingo. Pelos en la leche, claro, pero la leche es tan rica sin pelos, ¿no?
(Si tuviera que elegir uno de los cuentos para la isla desierta, primero lo pasaría muy mal, porque tengo tres, pero creo que al final me quedaría con “La llave”.)
Y BASTA DE LATA. Es raro que yo escriba tan largo, sobre todo teniendo en cuenta que a mi lado se alza ominosa una torre de Pisa formada por docenas de cartas, la mayoría urgentes. Pero vos, ya ves. Privilegiada, claro. Para ella, todo. Sí, para ella todo. Y el cariño de
Julio
Abrazos a Abelardo, que ganó el torneo de ajedrez del que me hablás. Aguardo paciente que las olas arrojen a la playa el Escarabajo en viaje.
Perdí o tiré el sobre con tu dirección, de modo que mando la carta al coleóptero. Speriamo bene…
Saignon, 29 de agosto de 1973
Querido Osvaldo:
Aquí en mi rancho meridional he tenido tiempo de ponerme un poco al día en materia de lecturas atrasadas, una vez terminada la serie de gripes y otras consecuencias somopsiquiátricas de mi largo viaje latinoamericano. Tu libro275 me llegó justo cuando empezaban mis vacaciones sureñas, y fue uno de esos regalos que aceleran a fondo cualquier convalecencia.
Apenas terminé de leerlo, me cayeron también una o dos reseñas del libro, y no me sorprendió –dada la inevitable y quizá necesaria deformación de la óptica argentina en materia de valoración literaria– que los autores llenaran párrafos y párrafos con referencias a la “desmitificación de la sociedad americana”, como se decía ya en la contratapa. Es evidente que en estos tiempos ese aspecto de cualquier libro pasa a primer plano, pero lo que me molestó y me molesta es que ese primer plano tiende a dejar en la penumbra, cuando no en la sombra, el hecho obvio, hermoso y alentador de que has escrito una muy excelente novela. Quizá hayan aparecido estudios más concentrados en el aspecto literario de tu libro, que todavía no conozco; a juzgar por lo que pude ver hasta ahora, se diría que Osvaldo Soriano, lleno de odio hacia el establishment yanqui, se sentó a la máquina y montó una ídem destinada a denunciarlo y a demolerlo. Pamplinas. Si algún olfato tengo, ese olfato me dice que Osvaldo Soriano, viejo enamorado de una literatura norteamericana que también demolía a su manera el sistema pero que no se escribía para eso, e igualmente viejo enamorado de un cine en el que habitan nuestras más melancólicas nostalgias de juventud, se sentó a la máquina y produjo una larga, admirable ceremonia de evocación de muertos queridos, y que mientras escribía su libro en algún cuarto con poca luz y mucho humo, Stan y Marlowe y Oliver se paseaban en silencio, mirándolo mirarlos.
Si con eso alcanzo a decirte algo, me sentiré muy feliz. No soy crítico, no entiendo nada de valoraciones analíticas. Tu libro es para mí ese imposible que no puedo impedirme soñar: una nueva vieja película, una nueva vieja novela de Chandler. No estoy diciendo que sea un libro anacrónico, sino que es un libro muy nuevo y muy nuestro, que cumple el milagro de convocar antiguas sombras queridas. Y después, claro está, todo lo otro que tanto subrayan los artículos que he leído: mostración del horror con aire acondicionado, la abyecta realidad del Watergate way of life, etc.
Te agradezco como lector el incesante, perfecto humor de tu prosa, de las situaciones y los sobreentendidos; sin él tu novela no hubiera tenido sentido. Los diálogos, en esa especie de translatese deliberado pero en el que has ido metiendo tu propio estilo, le dan al relato su ubicación perfecta y esa verosimilitud de lo absurdo que es privilegio de los mejores novelistas, empezando por el mismo Chandler. Y aquí me paro, compañero, porque creo haberte comunicado lo más secreto y evasivo de mis sentimientos frente a tu libro. No era fácil, porque esos sentimientos nacen del clima profundo del relato, imposible de precisar racionalmente. Yo también, al doblar la última página, me he sentido triste, solitario y final. Pero encender otro cigarrillo y volver a llenar el vaso eran pequeñas ceremonias reconfortantes, el signo de que la vida estaba aún ahí, que me había dado tiempo a leer un hermoso libro.
Te abraza,
Julio
Saignon, 5 de septiembre de 1973
Mi querido Ángel:
Ya ves cómo se ha pasado el verano sin que me llegara el momento de volver a escribirte. Si lo hago hoy es por una razón muy concreta y que me llena de alegría, pero quiero empezar por decirte que cuando recibí tu último envío (el número de Zona Franca con tu carta sobre el problema del boom), estaba bastante enfermo y sin ganas de ponerme a trabajar; ahora me doy cuenta hasta qué punto el viaje por América Latina y especialmente los dos meses en la Argentina me chuparon la sangre, dejándome en un estado del que he ido saliendo poco a poco a lo largo de estos meses. Por eso, sobre todo, no me puse a trabajar en lo que te había dicho cuando te pedí tu texto, y no sé si voy a hacerlo ahora, a menos que haya razones imperiosas que me lo exijan. No es del boom que quiero ocuparme en esta carta, sino de tu crítica del Libro de Manuel que acabo de leer en Plural.
Después de una primera etapa que podríamos calificar de imbécil (el artículo de Revol en La Nación, digamos como ejemplo) se ha abierto una segunda que merece por fin el nombre de crítica. No tengo todo lo que se ha publicado, pero puedo citarte una nota de Oviedo por un lado, y otra de Liliana Heker en El escarabajo de oro, que por lo menos procuran situar el libro en una perspectiva que lo arranque de la escupida o de la compadrada de los padres Mujica de este mundo. Faltaba (y de ahí la alegría a que aludo al principio de mi carta) un trabajo como el tuyo; faltaba esa lectura que siempre he admirado en vos, y que consiste en ignorar todo lo marginal de un libro y su contexto histórico para inmediatamente plantarse críticamente en el centro de la cuestión y buscar ahí lo que pueda darle un sentido a la obra.
Si te hiciera falta una prueba de que no estoy cumpliendo un mero ritual de cortesía, te diría que el párrafo que gira en torno a la “noción de convergencia” según la noción freudiana es definitorio para mí de tu alcance y tu hondura como crítico. Nadie ha visto tan exactamente la vigencia todopoderosa de una “poética” en ese o en cualquier otro libro mío; tenés perfecta razón, y me divierte incluso acordarme de que en otra parte276 yo había hablado del “foco de convergencia” (creo que a propósito de Lezama Lima) pero curiosamente sin conocer la noción freudiana y, en cambio, recogiendo la idea de “punto vélico” de Victor Hugo.
A renglón seguido, cuando señalás la no-integración del plano “papelitos” con el narrativo, tenés muchísima razón. En un largo texto que escribí mientras corregía las últimas pruebas, y que Julio Ortega piensa incluir en un libro sobre la cocina de los escritores,277 creo que me referí en detalle a ese problema, y un día te divertirá corroborar en él tu clara visión del asunto. Ingenuamente pensé que mi lectura cotidiana de los diarios me permitiría, a la hora de volver a la novela en marcha, transvasar en los personajes mis propias reacciones, permearlos a esa obsesionante presencia de lo histórico. Pero no tardé en darme cuenta de que su reacción no iba más allá del comentario circunstancial, y que yo no era capaz de la convergencia total que había buscado. Bien habrás visto que mis personajes son primarios (con la posible excepción de Andrés, claro, y subsidiariamente de Lonstein, por razones de alter-ego), porque esa carrera contra el reloj que fue la escritura del libro no me dejó trabajarlos como hubiera querido. Yo, que siempre he odiado el periodismo y que en mi juventud me negué de plano a hacerlo, sé que de alguna manera he hecho periodismo novelesco en este libro, por lo menos técnicamente; la imprenta esperaba, es decir el lector que no debía quedar demasiado retrasado con respecto a los sucesos. Y como mis costumbres fueron siempre la fiaca, tomarse su tiempo, escribir cuando me daba la gana, este ritmo forzoso se volvió contra mis esperanzas, aunque me permitió lo que para mí era más importante, es decir publicar el libro en el momento necesario. Sin contar que también tuve mis desquites en eso que vos calificás de admirables fragmentos narrativos, porque tampoco era cosa de dejarle todo a las finalidades pragmáticas, qué diablos; por ahí tuve mis horas de goce, dejé avanzar a mi manera algunas páginas que, pienso, sostienen un poco más los múltiples puntos débiles que vos y yo vemos en el resto.
Tenés enormemente razón en eso de la “óptica jubilosamente masculina” que hará rabiar a nuestra Jean Franco278 como ya lo ha hecho con diversas mujeres que me han propulsado el libro en plena cara. Te confieso que no me di cuenta, porque mi cariño por las figuras de Ludmilla y de Francine me ocultó paradójicamente el hecho de que todos los enfoques eróticos las cosifican parcialmente; pero lo que quizá no se ha visto es que antes y después, ellas son en gran medida las que hacen marcar el paso a los hombres en juego, en todo caso Ludmilla con relación a Andrés y, a manera de contragolpe, la resignada Francine. Creo, además, que en la relación Marcos-Ludmilla, a pesar de que no pasa de un nivel primario pues los hechos los separan pocas horas después de haberlos reunido, es una relación en la que hay una doble y libre aceptación del otro, sin subordinación alguna. En cuanto a la outrance279 de las situaciones eróticas, has visto muy bien que forman parte del lado polémico del libro en cuanto a una visión revolucionaria, por desgracia tan distante de la que se practica de hecho en cualquiera de las sociedades llamadas de izquierda. (Me hizo gracia tu referencia al paralelismo con el film de Bertolucci;280 cuando lo vi me paralizó esa simetría casi misteriosa, como nacida de una oscura necesidad sentida simultáneamente por dos artistas que no se conocen pero que viven a fondo su tiempo, lo que viene a ser una forma de conocimiento recíproco.)
Quisiera decirte para ir terminando que tu interpretación del fracaso narrativo del final del libro es muy justa. No quiero jactarme de sacrificio alguno, pero me conozco como narrador y sé que de haberlo querido, hubiese podido hacer de los episodios finales algo eficazmente novelesco, morder en plena garganta del lector y dejarlo marcado. Pero sentí que en ese punto los documentos debían cumplir esa tarea, las largas columnas paralelas sobre la tortura en la Argentina y en Vietnam; si el lector no era capaz de incorporarlas a su experiencia de lectura, tanto peor para él; no quise darle cocina, le planté la materia prima en las narices, y allá él. Claro que estéticamente… Pero ya nos entendemos, verdad. Me costó, coño si me costó.
Bueno, recojo el guante final, querido Ángel; ojalá la vida me dé ocasión de escribir todavía en cumplimiento de ese “compromiso” con que cerrás tu crítica. Vos y yo no necesitamos darnos las gracias por nada, y por eso no agregaré frases inútiles. Pero sí un abrazo muy grande que te lleve el cariño de
Julio
Cariños a Marta.
Abrazos de Ugné para los dos.
Saignon, 6 de septiembre de 1973
Topito:
Llegaron los papeles, pero no entiendo nada. Vos misma te has dado cuenta de que no es posible presentar dos attestation iguales. Me decís que estás haciendo escribir otra, ¿pero con qué texto? Yo estaba convencido de haberte enviado DOS TEXTOS DIFERENTES, aprobados y corregidos por Ploquin. Pienso que debés tenerlos, fijate bien y procedé con toda la celeridad que puedas, pues esto abre otro paréntesis que retarda demasiado este asunto.
Aclaremos: Lo que yo te pedí en mi última fue que, por las dudas, las gordas hicieran cada una su atestación en francés y en español, para ganar tiempo y facilitar a Ploquin el documento que le conviniera más. Pero te repito: los textos de cada una deben ser individuales y no coincidir, porque parecería que se han puesto de acuerdo en escribir la misma carta. En resumen:
Atestación A, en francés y español
Atestación B, en francés y español.
Como ya tenemos una, la que me has enviado, hay que conseguir la segunda y se acabó.
Te prometo una muy larga carta con noticias apenas reciba el documento; ahora salgo rajando a despachar esto por expreso. Me alegra tanto saber que te veré en octubre y que podremos pasear un poco y charlar.
Muchos besos,
Julio
Por las dudas te devuelvo todo lo que me mandaste. Vos arreglá el asunto y me enviás todos los papeles. Te mando también los borradores que yo había guardado aquí. A lo mejor yo metí la pata y sólo te mandé uno. Ojalá ahora vos tenés todos los elementos. Certificá tu carta.
Saignon, 8 de septiembre de 1973
Amigo Bada:
Por cincuenta razones, imposible escribirle largo. Pero le agradezco su carta, aunque su libro sobre la generación del 39 no me llegó (o llegó a París y no me [lo] reexpidieron a mi rancho sureño: lo verificaré el mes que viene cuando vuelva). No se extrañe entonces de mi silencio sobre él.
Rápidamente: le agradezco la idea de ensayar una adaptación radiofónica de algún cuento mío. Si anda todavía con ganas, hágala y hablaremos; sus puntos de vista me interesan, aunque a mí no se me ocurra intentar nada por ese lado.
Si no le prestaron el Libro de Manuel, avise y le hago llegar un ejemplar; en esta semana espero un envío de Buenos Aires.
Perdón por el laconismo, pero peor sería el silencio total, y usted no lo merece. En cambio, claro, un abrazo de su amigo
Julio Cortázar
Saignon, 15 de septiembre de 1973
Mi querido Antonio:
Perdóname por este largo silencio; he andado medio enfermo, y no hablemos de las noticias de Chile y tanta otra cosa que contribuye a llenarnos de amargura y melancolía. Pero en ningún momento olvidé lo que te debía, y he aprovechado un rato de calma para pasar en limpio y poner en orden lo que espero será mi contribución definitiva para tu libro.
Digo definitiva porque tanto Rivière (a Ugné) como tú a mí, señalaron que los textos que te había enviado en junio eran demasiado breves para el equilibrio del libro. Como verás, he agregado otros cuatro, pienso que ahora la cosa puede andar bien.
Notarás también el obligado cambio de título, y la supresión de la breve nota introductoria281 que, ahora que la releo, me suena más bien innecesaria; desde luego, si a ti te gusta y quieres guardarla, no me opongo en absoluto, puesto que allí digo a mi manera lo que pienso de tu obra. Pero sigo creyendo que la obra habla por sí misma y que no necesita de mis palabras.
He ordenado los pequeños relatos en la forma en que verás, pero también ahí te dejo libertad para que ajustes el todo de acuerdo con las necesides gráficas.
Volveré a París a comienzos de octubre. Confío en verte pronto y charlar largo.
Con mis afectos para Mercedes, un gran abrazo de tu amigo
Julio
P.D. Esta carta debería ir a Cuenca, pero te alcanza ahora en París.
Otro abrazo
Julio
Saignon, 20 de septiembre de 1973
Queridísima Ida:
El Superlativo tiene dos razones de ser: su verdad, y la eliminación de la antipática rima interna. Dicho esto, tengo que confesarte que tu carta (reexpedida con mucho atraso a mi rancho provenzal) me cae en mal momento. Los sucesos de Chile me quitan toda posibilidad de pensar en otra cosa, y lo que en otra circunstancia hubiera sido algo así como un dulce deber para con vos y con Felisberto, se me vuelve hoy un agua amarga y difícil.
No puedo, comprendés, sentarme a escribir sobre Felisberto, volver mentalmente a ese pasado en que fui entrando en su mundo secreto, los años cincuenta cuando descubrí que alguien, ahí enfrente, había escrito una de las obras más alucinantes de nuestro tiempo. Pero tampoco quiero que imagines una evasión de mi parte, y te escribo a vos, entonces, porque sé que comprenderás esta imposibilidad momentánea, este volver incesante del corazón a un país destrozado por esos colmillos que tanto conocemos los latinoamericanos.
Me duele ser tan flojo: debería aceptar de lleno esta ocasión de contribuir a lo que estás preparando para Crisis, y mostrarte mi ya tan vieja intimidad con el mundo de Felisberto; pero ese mundo es precisamente el que se cae a pedazos junto con los muros de la Moneda, el que tanto nos costará volver a alzar bajo cielos mejores. Lo haremos, podés estar segura, yo sé que en nuestras tierras llegarán de nuevo días en que leer novelas y cuentos, caminar sin rumbo, poner la radio para escuchar música y no los informativos del momento, será un justo derecho de todos los hombres. Pero esta noche no puedo abrir un libro de Felisberto, hay como una veda, una obligación de otra cosa; y sin embargo no es sustitución ni olvido, porque sin escritores como él no valdría la pena buscar otra vida y otra hora.
En fin, perdoname que te falle esta vez, yo creo que comprenderás, que también Felisberto comprendería. Lo quiero demasiado como para hacer literatura, sería imperdonablemente fácil.
Un gran abrazo de tu amigo
Julio Cortázar
Saignon, 20 de septiembre de 1973
Querida Esther:
No estoy en condiciones de escribir nada para tu edición de Mafalda, pero quiero agradecerte que me lo hayas propuesto tan amistosamente. Si de algo te sirviera para tu edición, te ofrezco este pequeño recuerdo de mi viaje por América Latina. En el Perú, creo, un periodista me hizo numerosas preguntas y entre ellas la siguiente: “¿Qué piensa usted de Mafalda?”. Le contesté: “Eso no tiene la menor importancia. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí”. Si te sirviera para una contratapa, o algo así, te lo regalo con todo gusto.
Me alegro de saber que la Prosa está en pruebas finales; mándamelas a París, pues me vuelvo dentro de dos días.
Hasta siempre, con un gran abrazo de tu amigo
Julio Cortázar
Suponiendo que te interesara lo de arriba, dímelo y te lo redactaré mejor, pues no tengo aquí el reportaje en cuestión.
Paris, October 10, 1973
Dear Louis,
You know my English, so be patient and try to understand.
I’m having a hell of a life (Chile, of course, we are trying to help, and Argentina –we are trying to swallow) so I’m unable to write long. I just want to say that I received Evie’s interview, which I’m going to read as soon as possible, and your wonderful Commodore record, which I heard last night. Boy, those Hawkins recordings are marvelous, thank your very, very much; I never saw that record here, so you can imagine my happiness.
Sorry you have to travel too much from Boston to New Jersey, it must be a bore for sure. Anyway, if you have a long weekend with your family, it looks fine for everybody, no?
Please tell Evie that I’ll write her as soon I have gone through her lengthy interview. I just took a sidelong glance and it looked fine, but I’m going to peruse it with an eagle’s eye!
As I promised you in Saignon, here is the Michel Portal record, you’ll get a rough idea of what they are doing here. I send also an Argentine new combo, which is not bad for those nights when everybody has a couple of daiquiris and feels south-american bound…
Thank you again, Lou, and282
un abrazo fuerte de tu amigo
Julio
París, 15 de octubre de 1973
Evie querida:
Espero que Louis haya recibido ya los discos que le envié. Allí, en un breve mensaje, le pedía que te avisara que ya estaba en mis manos la transcripción de tu entrevista.283 Quiero ahora decirte muy rápidamente algunas cosas que creo importantes.
En primer lugar, Ugné no recibió noticias tuyas sobre los problemas prácticos que me habías planteado a mí, y eso me sorprende, pues te repito que por razones obvias es necesario que mis asuntos editoriales pasen por sus manos y no por las mías. Trata, pues, de llegar a una solución definitiva sobre cosas que yo no entiendo, pero que Ugné y tú pueden resolver bien.
En segundo lugar, me dices que tienes que enviar el manuscrito de la entrevista a Orfila a fines de septiembre, es decir que ya habrías debido enviarlo. Me pides “sugerencias o cambios tan pronto como sea posible”. Y es entonces que tengo que decirte algo importante, en beneficio tuyo y mío.
He leído sesenta páginas del texto. Me parece formidable. No sólo por la forma en que tus preguntas me acorralaron y me obligaron, muchas veces por primera vez, a ir hasta el fondo de mí mismo (del “yo” que conozco, en todo caso), sino porque para mi gran sorpresa, estoy leyendo este larguísimo texto con un gran interés. Para mí eso es un síntoma capital, porque creo haberte dicho francamente que la mayoría de las cosas que se escriben sobre mí, o que yo mismo digo, me aburren enormemente cuando me llegan en forma impresa. No soy narcisista, y prefiero leer cosas de otros o sobre otros. En este caso, ya ves, me fascina la lectura, y si no fuera que paso los días y las noches ocupándome del problema chileno (y argentino), tratando de ayudar con otras gentes de aquí a las víctimas de ese horror, estoy seguro de que ya habría terminado de leer íntegramente el texto.
Pese a ello, me han bastado esas 60 páginas para llegar a una conclusión precisa: dentro de la perspectiva latinoamericana, es decir, de lectores de lengua española, el texto no puede ser publicado de ninguna manera en la forma en que resulta de la transcripción.
No sólo surgen problemas de construcción, ligeros desajustes de tu parte en materia de desinencias verbales o de sintaxis, sino que los peores errores nacen de mí. Como siempre, en las grabaciones, hay repeticiones, sobras, tonterías, cuatro frases que pueden concentrarse en una sola (sin que pierda su “tono oral”, ojo!).
Ergo, un editing riguroso y severo tiene que llevarse a cabo para que el libro se convierta en lo que puede ser; algo realmente fascinante en muchos aspectos, y en el que tu conducción y orientación van dando lo mejor que jamás se hizo conmigo en ese plano.
Ahora bien, ¿quién es capaz de hacer ese editing? Tú no, ya que has hecho lo tuyo y lo has hecho más que bien. Ahora entran en juego materias estéticas, ritmos de la lengua, swing del habla latinoamericana. Ahora hace falta que alguien pese cada frase y la ajuste cadenciosamente, sin quitarle la espontaneidad pero dándole ese impacto que produce el efecto profundo por el cual pasan las intuiciones y las ideas.
Para ese editing no me fío de nadie sino de mí mismo. No me importa que me creas vanidoso, sé que no será así. Prefiero que pienses que me gustaría hacerlo por ti y por mí; y más que por nosotros dos, por mi continente y sus lectores. Hay que darles un bello libro, pues de lo contrario no valdría la pena. Sé que yo puedo hacerlo sin cambiar nada en materia de espontaneidad, sin suprimir ni agregar nada; basta de sobra con lo que hay allí, pero todo está dicho de una manera muchas veces torpe, repetitiva, inútil y fatigosa. Hay que trabajar limpiamente el texto, y el resultado será extraordinario, puedes creerme.
Estoy dispuesto, a pesar de todas mis tareas, a dedicarle un mes o seis semanas al editing, y proporcionarte un texto definitivo. Si Orfila, en caso de que acepte la edición, está de acuerdo, me pondría a trabajar apenas se resolviera este aspecto del asunto.
No he hablado con Ugné de esto, pues está por unos días cuidando sus plantas en Saignon y sólo vuelve mañana, pero lo mismo te escribo a reserva de las modalidades futuras. Es lógico que Ugné, frente a esta edición mía, me diga que el editor debería compensarme por un mes o seis semanas de trabajo; son aspectos prácticos que Orfila y ustedes dos, llegado el momento, resolverán como corresponde. Digamos que si yo gano dos mil quinientos dólares por mes en la Unesco, cuando acepto un contrato con ellos, cualquier editor debería acreditarme una lump sum284 equivalente por un trabajo global de editing que me tomaría por lo menos un mes de trabajo. Pero eso ya lo verán ustedes, yo prefiero simplemente decirte que el manuscrito tal como aparece ahora no puede ser publicado tal cual, como tú misma me lo dices en tu carta; pero lo importante es que, frente a la calidad de tu trabajo, yo no acepto otro “editor” que Cortázar himself.
Y ahora seguiré leyendo, anotando y preparando el material para ese trabajo, si se lleva a cabo. Te adelanto algo sencillamente increíble, pero tan lógico dentro de la perspectiva de mis libros y mi persona. ¿Te acuerdas de esa parte en que te cuento que un señor mexicano, en casa de Allende, juró haberme visto en la TV mexicana, entrevistado por una muchacha rubia? Era en febrero de este año. Pues bien, hace una semana, Y POR PRIMERA VEZ EN MI VIDA, acepté dejarme entrevistar por la televisión, pues me daba la oportunidad de atacar a la Junta militar de Chile, hablar de Pablo Neruda, y definir mi idea de la revolución en América Latina. Me filmaron aquí, en París, hace seis días. La persona que me entrevistó se llama Silvia Lemus,285 y es una muchacha rubia. Y me entrevistó para la televisión de México.
Como ves, sería imprescindible que al llegar a esa parte de nuestra entrevista, yo pusiera una nota al pie narrando lo que acaba de suceder. Believe it or not, Evie, but I know you’ll believe it.
Espero que el concierto del Gato haya sido muy bueno. Cuéntame. Escribe. Yo sigo leyendo, entre tanto. Si hay que sincronizar algo con Orfila (por ejemplo, que sea yo mismo que le ofrezca el editing a cambio de mi OK para la publicación) avísame. Haré todo lo necesario.
Mis cariños a los niños, un abrazo para Louis, y para ti toda la admiración y el afecto de tu amigo
Julio
Yes, you are Garfreud, now I’m sure!286
15/10/73
Querido Antonio:
Me alegro tanto de que te agraden los textos. Si quieres guardar el “prefacio”, guárdalo, y en ese caso invierte el orden de los textos para que lo primero sea “Riesgos de las biografías”. De hecho, ordena los textos como prefieras. Feu vert pour toi.
No, señor, no tengo el portafolio de los aforismos, claro que no lo tengo. Ah ah.
Sí, tristes días. Pero verás, veremos.
Un abrazo
Julio
Cariños a Mercedes.
París, 25 de octubre de 1973
Querido Mario:
Pantaleón287 todavía no ha llamado a mi puerta, el maldito (lo deben tener ocupado las chicas), pero en cambio confío en que Manuel ya haya pegado unos berridos sobre tu felpudo; déjalo entrar, es un buen pibe; yo seguiré esperando a Pantaleón, sé que al final llegará.
Una vez te atraje desde Londres a una mesa redonda que salió bastante jodida como te acordarás; no estaba en mis intenciones, pero comprenderé que esta nueva incitación pueda erizarte los pelos. De todos modos tengo el deber de pedírtelo. Por el membrete288 verás de lo que se trata, pero la cosa consiste en lograr que escritores latinoamericanos se hagan presentes en cualquiera de los días de la exposición, con objeto de dedicar libros que serán vendidos en pro de la causa chilena. Me es imposible escribir a todo el mundo, y por eso te ruego que te tomes el trabajo de informar de esto a gentes que podrían venir y colaborar en ese sentido, y que tú tienes a tiro de teléfono.*
Yo me voy a Ginebra a trabajar por ocho semanas, pero vendré a París para estar el 17, último día de la exposición, y dedicar libros. Si coincidiéramos sería formidable, because gran palique bien regado en bistró simpático; pero desde luego sería mucho esperar, y me limito a decírtelo como un gran deseo.
Cualquier decisión que tomes, te ruego hacerla saber a:
Mario Muchnik
5, rue Biscornet, 4ème (París XII)
Saúl Yurkievich 48, rue Pernety, Apt. B, 2ème étage
París XIV - Teléfono 567-5595
Si vinieras, tráete una valija con ejemplares en español, y avísale a tu editor de París que alguien irá a comprar las versiones en francés con el descuento máximo.
Sé que hablaste de Chile en la TV española. Casi al mismo tiempo, yo lo hacía para la TV mexicana. Si todo esto sirviera de algo… Pero sí, servirá; no hacerlo sería infame, y hay tantos que no hacen nada.
Mis afectos para Patricia y mis sobrinos, y para ti el abrazo fuerte de siempre de tu
Julio
París, 25 de octubre de 1973
Bichito lejano:
Sí, mi silencio ha sido y será todavía forzoso; incluso esta carta, que quisiera larga, no pasará de unas líneas. Desde el golpe en Chile, aquí en París hacemos todo lo posible por ayudar a los que van llegando, a los que hay que sacar, y tantas otras cosas que te imaginarás. El resultado es un continuo ir y venir, conferencias de prensa, textos, traducciones, reuniones, en fin, te imaginas. El martes que viene me voy por dos meses a Ginebra, a ganarme unos dólares en una conferencia; allí creo que a pesar de la oficina estaré más tranquilo que en París, y que podré ocuparme de responder con algún detalle a tus múltiples preguntas; ahora me sería totalmente imposible.
De todos modos, veo que tienes mucha prisa por dos cuestiones, y te las resumo rápidamente para permitirte seguir adelante, a reserva de que volvamos otro día sobre el tema.
Outline del libro sobre Keats: Más de 600 páginas a máquina. La idea fue vivir mano a mano con Keats, sentirlo contemporáneo y presente; es decir que muchas veces el estudio se corta para tocar otros temas (muerte de André Gide, por ejemplo, recuerdos de viaje a Venecia, múltiples alusiones a la literatura contemporánea, a amigos, a Buenos Aires, caminatas con Keats por los barrios porteños). Y simultáneamente con eso, una ingenua tentativa de scholarship, análisis de poemas, interpretaciones, utilización de una bibliografía relativamente completa pero en la que faltaban bastantes especialistas en Keats, es decir que desde el plano académico el libro no es “serio” en la medida en que debería serlo. Tentativa de vivir a un poeta por medio de la poesía, escribiendo desde su mundo, leyendo sus admirables cartas como si yo hubiera sido el destinatario, y contestándolas. Ya te imaginas el baúl de turco que puede dar todo eso.
¿En cuáles poemas me concentré más? Creo que en las grandes odas, sobre todo “To a Grecian Urn”, que ya había estudiado por separado unos años antes. También “Endymion” y “The Eve of St. Agnes”. Trabajé bastante sobre “Hyperion”, creo.
EDGAR ALLAN POE: Nunca lo “estudié profundamente”. Lo leí de niño y me marcó para siempre. Volví a él mucho después, ahora en inglés, y cuando lo traduje leí bastante bibliografía. La traducción la hice en 1953, en Roma; en las bibliotecas del British Council y de la USIS, me prestaron muchos libros útiles sobre Poe, para completar mi información.
Bichito, imposible seguir hoy. Trataré de completarte la información desde Ginebra, cuando esté más tranquilo. Me alegra saberte bien, y estás muy española en la foto a pesar de los pantalones nada hispánicos.
Un beso grande de tu
Julio
Ginebra, 5/11/73
Querido Eduardo:
Ya ves, me fui sin que nos encontráramos. Malos tiempos son éstos, Sancho, pero vendrán mejores.
Este texto debe ser ya conocido en París, pero por las dudas te lo mando.289 Es auténtico: fue transcripto de la cinta magnetofónica registrada en Radio Magallanes. Dos o tres palabras confusas han sido puestas basándose en el contexto.
Pronto te mandaré un texto sobre Neruda que estoy escribiendo para Europe.290 Pienso que en líneas generales, por lo menos, coincidirás conmigo. He tratado de decir el efecto (poco conocido en Europa) que causó la poesía de Neruda entre los jóvenes argentinos, nosotros. El gran terremoto de Residencia, la marca que nos dejó.
Ginebra, más hórrida y calvinista que nunca. Pero tomé un flat por 2 meses y trabajo lo más que puedo cuando vuelvo de la oficina. Y leo, ocupación que casi había olvidado estos últimos meses.
Estaré el 17 en París para firmar libros en la Expo-vente. Ojalá nos veamos allí y podamos irnos a tomar un trago y charlar.
Un abrazo,
Julio
Résidence St. James (Apt 32)
3 rue Versonnex
Genève Suisse
Ginebra, 14 de noviembre de 1973
Querida Graciela:
Recibí tu postal de Lima. Una tarde encontré un papelito debajo de mi puerta; era una amiga tuya que trató de verme y dejó un mensaje melancólico. Ya ves que el contacto no está perdido aunque, como vos misma me decís, no supimos vernos de verdad en Buenos Aires; culpas recíprocas, inútiles de explicar ahora. Lo que más lamenté fue el malentendido final, que Azcuy291 y vos me estuvieran esperando en un café cuando yo tenía tantos deseos de hablar con ustedes. En el fondo nada de eso importa; a lo mejor, como Lord Chesterfield y Madame de Sevigné, estamos destinados a escribirnos; la verdad es que en Buenos Aires todos vivíamos demasiado crispados en esas semanas, y yo me pregunto todavía cómo sobreviví a ese aluvión maravilloso y temible a la vez. Ahora hay otro aluvión, pero triste y angustioso: en París, ahora en Ginebra, hacemos todo lo posible para ayudar a los exilados de Chile que empiezan a llegar por centenares. No me siento nada orgulloso de la conducta de la Argentina frente al putsch, aunque los políticos puedan explicarla acaso. Todo me parece tan ambiguo por allá; acaso si un día tenés ganas de contarme cosas, me dés una idea más precisa de lo que está pasando. Desde luego, mi proyecto de ir en septiembre se auto-anuló; estoy seguro de que hubiera metido la pata de entrada, y prefiero esperar, haciendo entre tanto lo que pueda desde aquí. Perón nos acusa de “dirigir la guerrilla desde París”, pequeña frase que imagino para consumo interno, pero que nos ha jodido inmensamente en nuestra labor, porque le ha venido al pelo a la policía francesa para apretar todavía más las clavijas. Bueno, volveré a París en diciembre, y un día reanudaremos una correspondencia más agradable. Mis afectos a todos los tuyos, me acuerdo de aquella noche en tu casa, el perfume de los árboles en la calle, muchas cosas; estoy contento de haber estado allí, sabés.
Un abrazo,
Julio
Ginebra, 9 de diciembre de 1973
Claribel querida:
Perdoná el retraso, negra, pero ya ves que estoy en esta asquerosa ciudad calvinista, trabajando, y que las cartas me llegan medio rezagadas. Inmediatamente te he hecho la cartita adjunta, que no sé si servirá. Vos decís que tiene que ser “cortita”, y lo es; pero si preferís otra redacción, avisame en seguida y hago otra. Por experiencia, sin embargo, creo que este tipo de cartas no debe ser demasiado efusivo, porque resulta contraproducente.
Vuelvo a París antes de fin de mes, y espero tener pronto noticias tuyas y que lo de Alemania salga bien, sería formidable. Vi a Aurora cada vez que fui a París en los week-ends, y creo que renunció a ir a Deyà, pero no me dio explicaciones mayores. En cuanto a nosotros, nunca dejamos de acariciar la idea de ir a verlos, y en una de esas quién te dice, ¿no? Pero tengo tanto, tanto trabajo con los chilenos… Y hay que hacerlo, claro.
Hasta pronto, un abrazo para Bud y la parte de la tribu que esté cerca de los Jefes Mayores. Un especialísimo beso para “mamita”.
Muchos cariños para ti de
Julio
Ginebra, 9 de diciembre de 1973
Mi querida Esther:
Dos líneas desde esta aburrida ciudad calvinista en la que me aguanto una conferencia igualmente aburrida hasta dentro de dos semanas. Te escribo porque he recibido noticias de Antonio Skármeta, el cuentista chileno, que está ahora en Alemania y en situación no demasiado fácil. Me dice que pasó por Barcelona y vio a varios editores (no sé si tú entre ellos) a fin de tratar de que le publiquen un tomo de cuentos (sabes sin duda que es un magnífico narrador y que ganó el premio de la Casa de las Américas de hace unos años). Por su carta se deduce que no obtuvo respuesta positiva de nadie.
Me gustaría que leyeras algunos de sus cuentos y pensaras en la posibilidad de hacer algo por él en Lumen. Pocas veces recomiendo a autores, porque conozco de sobra los problemas editoriales, pero en este caso el editor puede tener la seguridad de que Skármeta es un excelente narrador. Quizá, en caso de que tu programa no se ajuste a algo así, podrías darle una mano con algún colega de Barcelona; de todas maneras, y desde ya muchas gracias por lo que puedas hacer.
Tengo muchas ganas de ver mi prosita del observatorio en libro de bolsillo; ¿ya está listo?292
Vuelvo a París hacia el 20 de este mes, por suerte; pero todo tiene su ventaja, y en este páramo protestante he terminado un tomo de cuentos.293 ¿Se lo dedico a Calvino? Van a creer que se trata de Italo y no de Jean. ¿Se lo dedico a los dos?
Mis cariños a todos los tuyos, y un gran abrazo
Julio Cortázar
Ginebra, 21 de diciembre de 1973
Querido José Miguel:
Recibí ayer tu carta, y por la noche nos estuvimos acordando mucho de ti con José Ángel Valente. Te agradezco el mensaje, y le voy a escribir en seguida a tu amigo Páramo. Por desgracia deberé decirle que por culpa de un contrato que firmé sin mirar hace ocho años, un productor inglés que resultó un truhán tiene todos los derechos sobre “La autopista del sur” y no hay abogado que haya encontrado hasta ahora salida a tan triste asunto. Para colmo, es el cuento que más me piden los cineastas, y cada vez tengo que explicar la misma cosa.
Espero verte en París en enero, yo vuelvo dentro de unos días. Mis afectos a los tuyos, y que el 74 sea algo mejor que este año miserable en que tantas ilusiones han muerto.
Te abrazo fuerte,
Julio
Ginebra, 21 de diciembre de 1973
Mi querido Ariel:
Bueno, ya está. Saliste, y en todo caso nadie me quita eso; desde septiembre has sido el protagonista de una pesadilla interminable, porque ahora bien puedo decirte que tuve mucho, pero mucho miedo por ti y por María Angélica. Toda discriminación es horrible, pero inevitablemente tú y Skármeta y Daniel Waksman y unos pocos más eran mis amigos en Santiago, y lógicamente el destino de tantos miles de chilenos se concentraba en ustedes cada vez que abría temerosamente el diario en busca de últimas noticias. Todos ustedes han salido, y aquí se sigue haciendo lo posible porque los que quedan puedan hacerlo también; es bueno que sepas que la solidaridad francesa (sin hablar de la de Suecia y otros países, por supuesto) ha sido muy grande; en el caso de Francia, en el plano privado, pues el gobierno no se ha movido demasiado. Nosotros, los que en París trabajamos para Chile, nos hemos valido del apoyo privado en múltiples sectores, y te repito que ha sido generoso y ha dado algunos frutos; por desgracia todo está tan por debajo de la realidad, de las cifras, de la sangre. En este mismo momento leo que han baleado al ministro de agricultura del gobierno de Allende, refugiado en la embajada de Cuba; se asomó a la ventana y le plantaron una bala en la cabeza. Ante cosas así, uno deja caer los brazos; pero hay que levantarlos otra vez, como tú mismo lo dices en tu carta, y seguir adelante.
Hoy no podré escribirte largo, esto es sólo para que sepas de mi alegría, y para coordinar actividades, pues me vuelvo a París donde queremos organizar una especie de Congreso cultural centrado en el proceso chileno. Era una idea de Allende (y de Neruda y Matta) y alguna vez debió hacerse en Santiago, pero luego resultó imposible; hemos pensado que si lo organizamos bien, con el apoyo de la izquierda en su conjunto (lo que no es simple!), ese congreso podría luego repetirse en otras capitales y dar pie a una ofensiva permanente contra los gorilas. Me gustaría dirigir una publicación294 de enorme difusión, que fuera a todas las manos, documentando la verdad, afirmando nuestro camino; a partir de ahora me dedico exclusivamente a eso, y ojalá consiga el apoyo necesario para lanzar todo lo que me parece necesario en torno de esta idea del Congreso. Por supuesto, te tendré al corriente pues necesitaré tu ayuda y la de tantos otros compañeros.
Aquí en París hay 3 comités principales que se ocupan de Chile; son 3 por la inevitable discrepancia entre comunistas, trotskistas y “gauchistas”. El Congreso se haría bajo la égida y la infraestructura del partido socialista francés, lo cual permitiría a las tres fracciones de la izquierda concurrir sin celos recíprocos, todo esto teóricamente como te imaginas. Te lo digo porque tomo muy en cuenta tus referencias a la acción que tú y tus compañeros están iniciando allá, en el doble plano de la propaganda y las finanzas; si vinieras, como me dices que es posible, podríamos coordinar mucho mejor algunas cosas, pero también podemos discutirlas por carta. En todo caso, cuando me escribas, trata de concretar preguntas o datos; entremos en un terreno de trabajo. Y en cuanto al otro terreno, ése en el que podríamos hablar durante días y días tú y yo, dejémoslo ahora de lado por tareas más urgentes. Cuentas conmigo y con Ugné para lo que sea. Tenme al corriente, yo vuelvo ahora a París y ahí puedes escribir sin problema.
Ojalá hayan llegado tus papeles y manuscritos. Un beso para María Angélica, y para ti todo el afecto de
Julio
Di a Sudamericana que me manden tu libro por avión.
París, 31 de diciembre de 1973
Mi querida Evie:
Estarás enojadísima conmigo. Me imagino tus cejas muy juntas, los puños apretados, y un aire severísimo, mientras piensas: This Julio, what a disgusting cat. Tienes muchísima razón, pero puedo darte algunas razones para mi largo silencio. Estuve enfermo, con una serie de jaquecas bastante penosas, y luego tuve que irme a Ginebra por un mes y medio a trabajar en una conferencia como revisor de traducciones; andaba necesitando un poco de dinero, pues los editores no me mandaron mucho en esta temporada, y allí me pagaban un sueldo formidable por no hacer absolutamente nada, lo cual como te imaginarás es la fórmula ideal para un cronopio.
Para peor, en Ginebra me puse a terminar ese libro de cuentos del que te hablé en Saignon… y lo terminé. Pero eso fue a costa de mi correspondencia, y hoy le debo cartas a todo el mundo. Pienso que te agradará saber que terminé el libro, y que la noticia contribuirá a que me perdones.
De todos modos, no soy tan disgusting como tal vez te imaginas. Le escribí a Orfila Reynal (Siglo XXI) a propósito de tus entrevistas en español. Me contestó una carta pesimista pero que puedo comprender; dice que en México no puede editar un libro sobre un escritor argentino, porque el nacionalismo mexicano es tan intenso, que lo acusarán de preferir a sus compatriotas (creo que sabes que Orfila es argentino). De manera que esa idea se ha ido al agua.
Sin embargo, sin desanimarme, acabo de escribirle a Esther Tusquets, una amiga catalana que tiene una gran editorial en Barcelona, y que me publicó Prosa del observatorio. Le hablé de tu libro, en los mismos términos en que lo había hecho con Orfila, es decir, indicándole que era formidable y que yo estaba dispuesto a revisar personalmente la parte idiomática. Vamos a ver lo que contesta; por lo pronto le he dado tu nombre y dirección, y si te escribe me gustaría que me lo hagas saber en seguida para poder darte una mano desde aquí.
Entre tanto, como estoy un poco más libre después de haber terminado los cuentos, me puse a leer tu Cortázar en inglés,295 y lo terminé hace cinco minutos. Me pareció buenísimo, y hasta a mí me interesó (ya sabes que en general me aburre mucho lo que escriben sobre mí). Encontré tres o cuatro cosas que creo puedes corregir o mejorar, y te las señalo ahora mismo antes de que se me olviden; son insignificantes, pero tú que tienes una conciencia tan grande de tu trabajo comprenderás que debía señalártelas.
– En la “Chronology”, donde me nombras director de la Cámara del Libro, creo que deberías poner manager (gerente), pues ése era mi cargo. Unas líneas más abajo se habla de directorship.
– En Estados Unidos, End of the Game apareció después de The Winners y Hopscotch. Tú lo sitúas en 1963, pero está mal.
– P. 6. El poeta alemán Rainer María Rilke.
– P. 68-70. En tu estudio de “The Other Heaven”, me parece que no has señalado algo que para mí es claro: el “sudamericano” que aparece a veces en los bares, y de cuya muerte en un cuarto de hotel se habla luego es Lautréamont en persona. Todos los detalles lo prueban, para quien conozca lo poco que se sabe sobre el Conde: su aspecto físico (alto, muy joven, pálido, con los hombros un poco caídos) y su muerte (se sabe cómo era el cuarto del hotel, y yo seguí la descripción); además Lautréamont vivía en el Barrio de la Bolsa en la misma época del cuento. La vaga teoría que el protagonista alcanza a intuir al final, es que la muerte del “sudamericano” prueba que él, el narrador, y Laurent el asesino, son meras proyecciones mentales de Lautréamont. Al morir éste, Laurent es apresado (o sea que va a desaparecer a su vez) y el narrador “muere” con respecto a París, puesto que ya no puede volver y tendrá que conformarse con la mediocridad de la vida en Buenos Aires.
Of course, nada de esto es lógico, pero no es algo que tenga que explicarte a ti que me conoces tan bien. Simplemente me pareció que el lector podría no darse cuenta de mi interpretación del relato. Quizá me equivoque, ya me lo dirás.
– P. 115. No estoy de acuerdo en que califiques a Hélène de “hermafrodita”. Este término se emplea siempre para ciertos estados intersexuales con claras definiciones anatómicas (coincidencia de los dos sexos en una persona). Hélène es totalmente mujer desde el punto de vista anatómico y fisiológico. Psicológicamente es una lesbiana, pero eso no tiene nada que ver con la anatomía. Arregla en seguida esa equivocación, porque ya sabes que Hélène es peligrosa, y no me gustaría que se te apareciera para vengarse.
– P. 117. Dices: “The “paredros” –a word which has no meaning in Spanish–… etc.” No es así. Paredro es un término de la egiptología, pero los libros en español sobre el tema lo emplean siempre. El paredro es una especie de doble del dios egipcio, o más bien una divinidad asociada, que puede complementar o reemplazar o asistir a la divinidad en ciertas circunstancias. Basado en eso, yo le di a la palabra un uso extrarreligioso.
– P. 119. La condesa Bathori vivió en la casa de la Blutgasse, en Viena, aunque la mayoría de sus crímenes fueron cometidos en su castillo. Hoy ya no queda nada de la casa, salvo una parte de los sótanos (donde probablemente se cometieron asesinatos y torturas).
– P. 129. En las dos últimas líneas, haces la distinción entre “coger” y “joder” en su sentido sexual. Pero creo que para que el lector comprenda lo de la “Joda”, deberías agregar que para los argentinos, “joder” no tiene sentido sexual y en cambio significa “fastidiar”, “jorobar”, “molestar”. Por ejemplo: “Tendré que ir a esa reunión. ¡Qué joda!”. También significa “burla”, “tomadura de pelo” entre nosotros. “A Juancito lo tomaron para la joda” (“se burlaron de él”). De esos dos sentidos (fastidiar y burlarse) nace mi Joda, en la que el secuestro participará de ambas cosas.
– P. 130. El mensaje del cubano no es Enough!, sino Wake up (“despertate”).
– Yo habré inventado el glíglico y el lenguaje de Lonstein, but you are beating me for a long chalk in page 138, eight lines from below.296 Me reí muchísimo al llegar a esa línea.
Y ESO ES TODO, Profesor Garfield. ¿No estás enojada conmigo, verdad? Mira, esta noche termina el año, y espero que el próximo amanezca para ti y los tuyos con una gran sonrisa y mucha felicidad. Dile a Lou que le mando un gran saludo, besa a los niños de parte de este raro tío que tienen en Francia, y mándame noticias cuando quieras o puedas.
Un gran abrazo de
Julio
Ugné está en Berlín, of all places. No sé si contestó o no a tu carta; se lo preguntaré cuando vuelva dentro de dos días.
Graciela, te debo tantas cartas que, como diría Macedonio, ésta ya casi no cabe. Pero son tiempos de ráfaga y multiplicación; no sé cómo vivo aunque todavía sé por qué. El afecto y el recuerdo siguen ahí, y la melancolía del fin de año te pone en las manos esta palomita con todo el cariño de
Julio
222 Ivan Generalić, pintor croata.
223 La carta está mal fechada. Es de 1973.
224 Tarjeta postal sin fecha, matasellos de París 17 de enero de 1973.
225 Cher Maître,
Vos mirá de lo que son capaces las Damas Rotarias (una dama rotando suena medio feo, ¿no?). Aquí estoy, en Brasilia, enviándote con atraso este delicado testimonio de arte arequipeño. Por cierto, Arequipa es una ciudad maravillosa, que tal vez hayas conocido en tus
misiones huneskianas. Y ahora, después de sobrevivir al aluvión ecuatoriano y peruano, voy conociendo este Brasil (Ouro Preto, Congonhas, Río, Sao Paulo, Brasilia) y mañana estaré en Bahía con Caetano Veloso y los otros cronopios de la música. Hace un calor del quinto carajo pero Niemeyer, qué gran tipo! Vuelvo a Sao Paulo donde los poetas (miles!) me llevarán a sus países concretistas, con Haroldo de Campos y Décio Pignatari a la cabeza. Todo es una inmensa locura, el Cusco, Otavalo en el Ecuador, la gente, la bebida, la amistad, las noches con estrellas enormes.
Un abrazo grande
226 Sospechoso.
227 Die Gewinner, Berlín, Luchterhand, 1966; traducción de Christa Wegen.
228 La primera edición de bolsillo es de 1974.
229 Mendoza (Argentina), 11 de marzo de 1973
Querida Manja:
Asistí en Santiago al espléndido triunfo de la Unidad Popular, estuve con Allende y fumé con él el cigarro de la victoria (¡un regalo de Fidel!). Esta noche seguiré el escrutinio de las elecciones argentinas y espero noticias del de Francia. ¡Es realmente demasiado, palabra! Aquí son las 20 horas (te escribo en el bar del hotel), y veo ya que los peronistas han ganado de lejos. Es algo… pero la situación sigue siendo confusa. Mañana estaré en Buenos Aires, mi libro sale en estos días y se armará un buen (?) barullo. Ya ves que no tengo demasiado tiempo para hablar de este maravilloso viaje, quedará para París, espero.
¿Estás bien, todo va como debe por tu lado? Mándame unas líneas c/o Editorial Sudamericana,
Humberto I, 545
Buenos Aires
quisiera tener noticias tuyas. Estoy bien, con tanta energía que casi me da miedo. Dedícame una bonita sonrisa,
te beso.
230 Laurette Séjourné, antropóloga francesa.
231 Se refiere a los seis cuartetos de Béla Bartók interpretados por el Cuarteto Végh.
* Il s’agit des deux attestations (Concha et Pueyo) et la lettre d’Aurora à moi. [Se trata de dos testimonios (Concha y Pueyo) y la carta de Aurora dirigida a mí.]
Saignon, 2 de mayo de 1973
Doctor Jean-Jacques Ploquin
PARÍS
Estimado Doctor:
Siguiendo sus instrucciones, he redactado el borrador de las cartas y de los testimonios necesarios para este asunto.
Espero que entretanto recibiré de Buenos Aires el requerimiento necesario, así como los otros documentos que debe presentar Aurora. No obstante, antes de escribirle para que se apresure, creo que sería útil que usted me diera “luz verde” con respecto a los textos que le envío, y espero que me disculpe la “traducción” al francés (!!). Con esto quiero decir que cuando tenga una versión aprobada por usted podría enviársela a Aurora para que ella pueda transmitir el texto de los dos testimonios de sus amigas Concha y Pueyo, residentes las dos en París.
Espero haber respetado la cronología que usted fijó. He tratado de que las cartas tengan la mayor naturalidad. Espero la decisión de usted.
Gracias una vez más, y crea en mi más sincera amistad.
233 ¿Es Julio Cortázar un surrealista?, Madrid, Gredos, 1975.
234 Julio Cortázar o la crítica de la razón pragmática, Madrid, Editora Nacional, 1972.
235 Raimundo Ongaro, dirigente del gremio gráfico, lideró una fracción de la Confederación General del Trabajo (CGT).
236 Carlos Mugica: “¿Qué opina del Libro de Manuel de Julio Cortázar?”, Crisis, n.º 1, Buenos Aires, mayo de 1973.
237 Historia personal del boom, Anagrama, Barcelona, 1972.
238 Se refiere al “Coloquio de Royaumont” celebrado en el Institute des Hautes Études, en París, en diciembre de 1972.
239 “Narración y música en ‘Las ménades’ de Julio Cortázar”, Explicación de Textos Literarios, II, n.º 2, Sacramento (California), 1974.
240 Le Canard Enchaîné, periódico satírico francés, comentaba el informe de un inspector de la policía secreta en el que se aludía a un “conocido escritor argentino” que servía de enlace con los servicios de inteligencia cubanos.
241 Se refiere a las entrevistas a David Viñas y Pedro Orgambide, “La literatura argentina cuestionada”, aparecidas en Caravelle, n.º 20, 1973.
242 Concurso de novela latinoamericana convocado por la editorial Sudamericana y el diario La Opinión.
243 Antonio Skármeta.
244 Novela de Juan Carlos Martelli.
* Dios mío, ¿y si fuera María Antonia? Perdón, querida chilenita, soy bobo para los nombres. No te enojas, ¿eh? Dile a Ariel que no te enojas conmigo.
245 Picon Garfield le había mandado el número de Review de invierno de 1972 donde aparecía su artículo sobre Cortázar “The Exquisite Cadaver of Surrealism”.
246 Jorge Ruffinelli: “Cortázar: la novela ingresa en la historia”, Marcha, Montevideo, 25 de mayo de 1973.
247 Carlos Courau.
248 Enrique Luis Revol: “Arena en los ojos”, La Nación, suplemento literario, Buenos Aires, 6 de mayo de 1973.
249 Dorfman pedía a García Márquez la cesión gratuita de los derechos de algunos cuentos y de una novela para Empresa Editora Nacional Quimantú Ltda. En esa editorial apareció en julio de 1973 Reunión, selección de relatos de Cortázar con una tirada de 50.000 ejemplares.
250 “Woman as Medium: A Comparative Study of André Breton’s Nadja and Julio Cortázar Rayuela”. No hay constancia de su publicación.
251 No hay noticia de ningún libro de entrevistas de Ugné Karvelis a Cortázar.
252 Se trataba de los textos recopilados en Territorios bajo el título “Diez palotes surtidos diez”.
253 Yves Rivière, editor.
254 Al espectáculo Le Diable dedicó el texto “Homenaje a una joven bruja”, recogido en Territorios.
255 Probablemente alude a “Niños muertos y adolescentes violados. Estudio de un tema de Cortázar”, de cuya publicación no hay constancia (se conserva un ejemplar mecanografiado en la Universidad de Poitiers).
256 La primera versión, de 1941, formaba parte del volumen de relatos La otra orilla, de publicación póstuma, donde inadvertidamente no se incluyó. Dado que la primera versión fue enteramente reescrita en la segunda edición de Final del juego (Sudamericana, 1964), decidimos incluirla en Papeles inesperados.
257 La continuación de esta carta se ha perdido.
258 Edgardo Cantón, compositor argentino, y Jorge Enrique Adoum, escritor ecuatoriano.
259 Alude al cambio de gobierno en la Argentina, cuando el presidente Héctor Cámpora renunció para posibilitar la asunción de Perón.
260 “La dinámica del 11 de marzo”, reproducido en Papeles inesperados.
261 Gudbergur Bergsson, novelista y traductor islandés.
262 Néstor Sánchez, escritor y traductor argentino. Cortázar reseñó su novela Cómico de la lengua en Cambio, n.º 2, México, enero-febrero-marzo de 1976; reseña incluida en Obras completas, vol. VI (Obra crítica).
263 Saúl Yurkievich: “Los tanteos mánticos de Julio Cortázar”, Revista de Occidente, n.° 131, Madrid, febrero de 1974.
264 “Paseo entre las jaulas”.
265 “Shredni Vashtar”, cuento de Saki.
266 Polilla gitana.
267 “Demonios, monstruos y locos”.
268 Hombre lobo.
269 Alusión a “Camello declarado indeseable”, texto de Historias de cronopios y de famas.
270 Raymond Marcellin, ministro del Interior.
271 Liliana Heker: “Apunte para una lectura literaria de Libro de Manuel”, El Escarabajo de Oro, n.º 46, Buenos Aires, junio de 1973.
272 Julio Cortázar: “Carta a Jorge Ruffinelli (sobre Libro de Manuel)”, Marcha, Montevideo, 15 de junio de 1973. (Es la carta de 5 de junio de 1973 reproducida en este volumen.)
273 José Miguel Oviedo: “Cortázar: la revolución es el juego”, El Comercio, suplemento dominical, Lima, 22 de julio de 1973.
274 Ángel Rama: “Cortázar: el libro de las divergencias”, Plural, n.º 22, México, julio de 1973.
275 Triste, solitario y final, Buenos Aires, Corregidor, 1973.
276 “Del sentimiento de lo fantástico”, en La vuelta al día en ochenta mundos.
277 “Corrección de pruebas en la Alta Provenza”, en Julio Ortega, ed.: Convergencias / Divergencias / Incidencias, Barcelona, Tusquets Editores, 1973; texto incluido en Obras completas, vol. VI (Obra crítica).
278 Crítica literaria inglesa.
279 Crudeza.
280 El último tango en París, de Bernardo Bertolucci.
281 “Razones y métodos”.
282 París, 10 de octubre de 1973
Querido Louis:
Tú conoces mi inglés, de modo que ten paciencia y trata de entender.
Llevo una vida infernal (Chile, naturalmente, tratamos de ayudar, y Argentina –tratamos de aguantar), de modo que no puedo escribirte largo. Sólo quiero decirte que recibí la entrevista de Evie, que leeré lo antes posible, y tu maravilloso disco Comodore que escuché anoche. Viejo, esos discos de Hawkins son maravillosos, muchas, muchas gracias; nunca vi aquí ese disco, de modo que puedes imaginarte mi felicidad.
Lamento que tengas que viajar tanto de Boston a New Jersey, ha de ser aburridísimo. De todas maneras, si tienes el fin de semana largo en familia, está bien para todo el mundo, ¿no?
Por favor dile a Evie que le escribiré en cuanto haya terminado su larga entrevista. Sólo le eché una mirada y me pareció muy bien, pero voy a examinarla con ojo de lince.
Como te prometí en Saignon, ahí va el disco de Michel Portal, tendrás una vaga idea de lo que se está haciendo aquí. Te mando también un nuevo combo de Argentina, que no está mal para esas noches en que todo el mundo se ha tomado un par de daiquiris y tiene ganas de dar un salto a Sudamérica…
Nuevamente gracias, Lou, y
283 Cortázar por Cortázar, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1978.
284 Cantidad global.
285 Silvia Lemus, periodista mexicana, segunda esposa de Carlos Fuentes.
286 Sí, tú eres Garfreud, ahora estoy seguro!
287 Alusión al personaje de la novela de Mario Vargas Llosa Pantaleón y las visitadoras.
288 La carta está escrita en un papel con el membrete: “DU13 AL17 NOVEMBRE1973 DANS LA SALLE C-44 RUE DE RENNES -75006 PARIS / VIVA CHILE / EXPOSITION-VENTE / SOUTIEN À LA RESISTANCE / AIDE AUX VICTIMES DE LA REPRESSION”.
* Edwards, Donoso, Gabo etc.
289 La carta está mecanografiada al dorso de una fotocopia de “El último discurso del Presidente Salvador Allende”.
290 “Neruda parmi nous”, Europe, n.º 537-538, París, enero-febrero de 1974.
291 Eduardo Azcuy, poeta.
292 La segunda edición de Prosa del observatorio apareció en 1974 en la colección “Palabra Menor”, de Lumen, en un formato más pequeño.
293 Octaedro, Madrid, Alianza Editorial, 1974; Buenos Aires, Sudamericana, 1974.
294 VV. AA.: Chili, le dossier noir, París, Gallimard, 1974.
295 Julio Cortázar, Nueva York, Frederick Ungar Publishing Company, 1975.
296 Pero tú me ganas de lejos en la página 138, en la octava línea empezando desde abajo.