París, 2 de enero de 1974
Mi querido Lezama:
No quiero que este nuevo año avance demasiado sin que María Luisa y tú reciban mi gran abrazo y todos mis mejores deseos, a los que también se suma Ugné.
Hace ya bastante tiempo que no tengo noticias directas de ti, pero todos los viajeros conocidos, cubanos o extranjeros, me van haciendo saber algo de tu vida. Me alegró mucho ver en un periódico de Buenos Aires una reseña sobre la edición de Mallarmé que lleva un estudio tuyo; voy a pedir el libro de inmediato, pues aquí en París sería difícil conseguirlo.
He pasado muchos meses difíciles, con una enormidad de trabajo resultante de mi largo viaje por América Latina, a lo que se sumó la tragedia de Chile y la necesidad de hacer todo lo posible por combatir ese estado de cosas y prestar ayuda a los refugiados que llegan a Francia y a otros países de Europa. Ya te imaginas que nada de eso es fácil, pero con todo se van consiguiendo algunas cosas. Como siempre, lo más terrible es la lucha contra el olvido; la gente se cansa hasta de las peores tragedias, y pasa a otros temas. Hay que insistir cotidianamente ante los periodistas para que se sigan ocupando de Chile y mantengan alerta la opinión. Tenemos el propósito de celebrar dentro de dos o tres meses una especie de Congreso Cultural, destinado a denunciar los crímenes de la Junta; ojalá podamos tener un gran eco internacional; por el momento sólo me ocupo de este tipo de cosas, como ves.
De todos modos, aprovechando que debía pasar cinco semanas en esa congelada y calvinista ciudad que se llama Ginebra, donde no hay absolutamente nada que hacer, terminé un libro de cuentos que espero publicar dentro de los próximos meses; huelga decirte que te lo haré llegar de inmediato.
Vi a Roberto Altmann en una exposición (de Guido Llinás, con hermosas xilografías) y me dijo que te había enviado algunos medicamentos que necesitabas. Ya sabes que siempre cuentas conmigo para eso si fuese necesario. El nuevo agregado cultural de la embajada cubana, Raúl Rodríguez, es un excelente amigo, y lo mismo Ortega, el nuevo embajador; de manera que podríamos contar con la valija diplomática para hacerte llegar rápidamente lo que necesitaras. No lo olvides.
Si un día estás en vena, mándame dos líneas para saber algo directamente de ti.
Un gran abrazo para María Luisa y hasta siempre (un siempre que se hace esperar, pero tú ya sabes) con todo el afecto de tu amigo
Julio
9, rue de l’Eperon
PARIS VI
París, L [sic] de enero de 1974
Querida Esther:
Me ocurre no reconocer en la calle a los amigos, pero la distracción de mis ojos no tiene nada que ver con la fidelidad de mi recuerdo y de mi afecto. Por eso me apresuro a cumplir lo prometido, y aquí tienes los datos de las dos personas de quienes hablamos la otra noche.
Mi muy admirada María Zambrano vive en:
La pièze-Crozet. 01 GEX (FRANCE)
Teléfono: 41-0050.
El chileno Antonio Skármeta, cuentista formidable si los hay, está en:
FILMVERLAG
Tengstrasse 37
8 MUNCHEN 40 (REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA)
Y, puesto que te interesan mis “datos” de orden editorial, y sin temer que me acuses de narcisista, aprovecho para decirte que una profesora norteamericana que se llama Evelyn Picon Garfield estuvo en mi rancho de Saignon el año pasado, y de esa visita salió un libro en español de entrevistas conmigo. Creo saber que algún editor mexicano o español sabe del asunto, pero no me parece que estén demasiado decididos a publicar ese libro. Por si las moscas, te pongo al tanto. Agrego que (como se lo he dicho a la autora) ese libro en su versión española no podría editarse sin una detallada revisión mía, pues aunque es quizá lo más interesante y vivo que se ha escrito sobre mí, la chica escribe en un español americanizado y habría que mejorarle el estilo y corregir algunos errores de interpretación. Ella, por supuesto, estaría más que de acuerdo, y yo aceptaría pasarme un mes largo corrigiendo el libro (son más de 200 páginas a máquina) siempre que alguien me pagara algo. Si después de todos estos baldazos de agua fría te interesa todavía la cosa, aquí tienes las señas:
Evelyn Picon Garfield
7 Sandra Circle
Westfield, New Jersey 07090 (U.S.A.)
Fue muy agradable encontrarte, encontrar a Esteban,297 y también a Calice (si se escribe así), que me pareció una chica sensible e inteligente, especie que no abunda. En estos días le pongo unas líneas a Ana María298 para que se porte bien.
Hasta siempre, con muchos deseos de ver la Prosa en pequeño formato, y con abrazos para Esteban y para ti de tu siempre amigo,
Julio
París, 15 de enero de 1973299
Mi querida Esther:
Gracias por tu cariñoso mensaje, y me alegro de que mis indicaciones en materia de teatro y de exposiciones resultaron positivas.
Anoche, pocas horas después de recibir tu carta, vi a Antonio Skármeta que pasó un día en París; te imaginas si estaba contento con la noticia, y cuántas copas de beaujolais nos bebimos Ugné, él y yo en homenaje a ti, a Cristina300 y a Lumen. Eres un gran cronopio, y conste que el diploma te lo da el mismísimo padre de esas criaturas que poco abundan bajo el sol.
Tomo nota de que le escribirás a Evelyn, ya verás si la cosa te parece viable; tal como está, el texto necesita de mi supervisión, pero sigo creyendo que jamás se fue tan lejos en la indagación de algunas “constantes” de mi (y de la) literatura.
Me muero de ganas de ver la Prosa con minifalda. Dame noticias del Poe cuando tengas respuesta de Jaime Salinas.301
Un abrazo para Esteban, y para ti todo el cariño de tu amigo
Julio
Un inglés acaba de leer a Umberto Eco editado por ti.302 Si hubiera un ejemplar a tiro, ¿podrías hacérmelo enviar? Parece que el tema cae de lleno en mis preocupaciones (según el inglés en cuestión). Gracias desde ahora.
París, 15 de enero de 1974
Mis queridos Marina y Paco:
De muchas cosas tendría que hablarles, pero como siempre metido hasta las orejas en los problemas que a todos nos conciernen, me limitaré a cosas prácticas.
Paco, recibí el número de la revista con tu espléndido trabajo sobre la poesía sueca actual. Muchas gracias, va a darme unas horas de lectura que mucha falta me hacen en estos tiempos sin poesía ni luz. La edición, además, es hermosa, muy poco frecuente en este tipo de antologías.
Estuve en casa de Silva Cáceres303 y Birgitt Leander, que me dieron el hermoso poster con el texto de Pablo. De nuevo muchas gracias. Justamente yo estaba preparando un texto para Crisis de Buenos Aires,304 y decidí incorporar ese texto que en mi opinión se vuelve una profecía, una premonición terrible de lo que iba a suceder poco después en Chile. ¡Pensar que Pablo lo escribió lleno de alegría, cuando ustedes le regalaron el cronopio de felpa que tan feliz lo hizo y que me mostró con tanto amor! Pero es siempre lo mismo; los poetas saben, aunque sea en un plano que escapa a su propia conciencia, y lo dicen. Esa voz de mando suya a los cronopios del mundo para luchar contra las fuerzas del mal y de la estupidez, cobra un valor casi terrible en esta hora. Por eso me alegra tanto que ustedes hayan hecho este poster, del que saqué fotografías y mandé a Crisis para que la revista lo publique en seguida a toda página. Les mandaré ejemplares cuando aparezca.
Última cosa: Aquí en París empezamos a preparar una especie de Congreso por Chile, que se haría a comienzos de mayo con la participación más amplia posible de intelectuales, científicos y artistas. Personalmente me interesa una cosa: una publicación, especie de “libro negro” que condene definitivamente a la Junta. Testimonios, documentos, algunos ensayos; un libro de ataque más que de análisis, porque me parece que el momento exige eso.
[…]
Vi a Artur Lundkvist y a María305 en casa de Silva Cáceres, y pasé un buen rato con ellos. Los recordamos a ustedes mucho, y en realidad esa reunión fue parte del Club de los Cronopios, con permiso de sus haltas hautoridades.
Marina, Paco, compañeros todos. Hasta siempre, con mi gratitud y mi cariño.
Y un grandísimo abrazo,
Julio
París, 16 de enero de 1973306
Mi querido Ariel:
Cuando leas estas líneas, ya Antonio307 habrá hablado con vos; eso te explicará que, por desgracia, esta carta sea muy breve y no conteste como yo lo quisiera a tu larga y hermosa carta que tanto me conmovió leer. Creo que el diálogo vendrá pronto, y que será lo que queremos y necesitamos los dos; por ahora, como ya te lo habrá dicho Antonio, “las papas queman” y hay cosas inmediatas que hacer.
El “libro negro” que planeamos (y de cuya edición en español, paralela a la francesa, me hago responsable) va a ser un hecho dentro de dos meses. Dos meses es muy poco tiempo para un trabajo de esa envergadura (en estos días irá un guión explicativo más amplio para Antonio y para vos); es decir que lo primero, URGENTÍSIMO, es que ustedes me hagan llegar todo texto, documento, testimonio, foto, etc., que crean útil para un libro destinado a atacar a la Junta.
Desde hoy trabajo a full time en esto; tendremos una oficina y una secretaría para preparar el manuscrito; dentro de pocas semanas tendrá que estar listo.
Cuento con ustedes: mándame en seguida, sin preocuparte de cuestiones de detalle o de estilo, lo que tengas ahí que te parezca útil. Avísale a Soriano, a gente amiga como él para que nos den una mano; si tienes material periodístico de Chile (anterior al golpe) también será útil para mostrar al lector los antecedentes del caso.
Un texto tuyo sería más que bienvenido, y lo mismo en el caso de Antonio. Toda referencia a la quema de libros, a la labor de Quimantú, etc. En fin, creo que te das cuenta del alcance que queremos darle a la cosa.
Espero. Escribiré en seguida para acusar recibo y pedir otras cosas si fuera necesario.
Un beso para María Angélica. Ugné los abraza.
Te quiere,
Julio
19 de enero de 1974
Querido Ariel:
Espero que recibiste mi carta de anteayer.
Segundo pedido, en este caso muy concreto. Trataremos de publicar sendas páginas de Volodia, Altamirano y Henríquez.308 Como es lógico, hay que completar con un testimonio del MAPU.309 Entiendo que a vos y a tus amigos les toca decidir quién puede o tiene que escribir esas páginas en nombre del MAPU.
No se trata de nada caudaloso (ensayo, etc.) sino de una declaración o síntesis de la posición del MAPU frente a las circunstancias actuales. Ustedes sabrán mejor que nadie lo que hay que decir y la forma de decirlo.
Puesto que tendré que traducirlo al francés para la edición de París, huelga decirte que no se puede perder tiempo; la brevedad de esta carta es, por desgracia, una prueba del ritmo en que me estoy moviendo.
Abrazos,
Julio
París, 26 de enero de 1973310
Bichito, las florecitas llegaron secas y descoloridas, pero tenían un vago perfume lejano que me pareció más próximo a ti misma que a ellas, como si algo de tus dedos hubiera quedado allí mientras las cortabas y las ponías en la carta. Gracias por ellas y por tu carta que, como todas las tuyas, me hace bien y me alegra. Estoy hundido hasta las orejas en ese “libro negro” sobre Chile en que trabajo con un grupo de amigos; me he instalado en un “receso” literario completo para dedicarme full time a ese trabajo; pero ya ves que encuentro unos minutos para responderte y hacerte una cosquillita en la punta de la nariz.
La entrevista311 quedó muy bien impresa, y comprendo que estés contenta; en cuanto a tu plan futuro, me conmueve tanta dedicación a mis libros y te deseo que lo lleves a cabo por ti misma más que por mí, aunque desde luego me hará muy feliz leerlo algún día. Dentro de dos meses estaré de nuevo bastante libre, sobre todo cuando lleguen los días de Saignon; ya sabes, pues, que podré contestar a cualquier problema o tema en el que pueda ayudarte.
Tu amiga Flora312 no me escribió, pero dile de mi parte que su preferencia por 62 me llena de alegría, ya que es menos frecuente de lo que parece. Y volviendo a ti, espero poder leer alguna vez tu estudio sobre Manuel, si lo terminas; creo que también allí verás una cantidad de esas cosas que tú sabes descubrir con tanta inquietante agudeza, oh pequeño buzo de mis sargazos más hondos. (Gran burrada, porque los sargazos flotan y no tienen nada de hondos; ¿pero quién me prueba que no continúan hacia abajo? Me acuerdo del cuento del filósofo hindú que explicaba que la Tierra descansa sobre el lomo de un elefante, y del yanqui que le preguntó sobre qué se apoyaba el elefante. “Sobre otro elefante”, dijo el sabio. “¿Y el otro sobre qué se apoya?”. “Sobre otro elefante”. “Ah, muy bien, pero, ¿sobre qué se apoya ese elefante?”. Y entonces el hindú: “No more questions, American: it’s elephants all the way down”.)313
Te envidio Mingus y todo el jazz que has estado escuchando, aquí no pasa gran cosa por ese lado, pero me desquito con buenos discos. Y ya, bichito, me vuelvo a mi libro negro. Ah, una noticia: en Ginebra, el mes pasado, aproveché una conferencia en que no había nada que hacer, y un cómodo flat en el que estaba absolutamente solo, para terminar un libro de cuentos, que daré a editar en estos días y que se llama Octaedro. Ningún cuento tenía un título extensible a todo el libro, y como son ocho, pensé en el cuerpo geométrico y me gustó la idea de un poliedro de ocho caras y ocho visiones diferentes dando una unidad final.
Me alegro de que vivas, aunque no tanto de que te hayas cortado el pelo, auto-Dalila malísima; pero a lo mejor te queda muy bien y haces conquistas fulgurantes. Sí, me alegro de que vivas y trabajes y me escribas de cuando en cuando. Un beso muy para ti del viejo poeta que te quiere,
Julio
París, 31 de enero de 1973314
Querido Ariel:
Me llega tu carta con el apéndice que le agregaste al recibir la mía. Una vez más te contesto rápidamente porque estamos en plena labor y hay montañas de trabajo.
Gracias por las informaciones que son muy valiosas. A mi vez te señalo que nuestro plazo para sacar el libro es demasiado corto para aprovechar muchas de las sugestiones que me haces sobre envío de materiales, muchos de los cuales llegarían seguramente tarde (hay que tener el manuscrito listo hacia el 20 de marzo, y en francés; piensa solamente en la tarea de traducir textos y verás).315 Por eso, al margen de que Antonio y tú puedan enviarnos lo que tengan a mano y les parezca válido, lo más importante para nosotros es precisamente lo que olvidaste responder en tu carta: te pedimos que nos obtuvieras unas páginas de alguien que represente autorizadamente al MAPU. La idea es publicar textos de los representantes de las 4 formaciones más importantes de la izquierda chilena. Están hechos los trámites y pedidos con respecto a Volodia, Altamirano y Henríquez; comprenderás si nos urge tener y traducir el texto correspondiente al MAPU. Por favor, decidan algo sobre esto, pues si finalmente no llega ese texto tendremos que cambiar de fórmula ya que la ausencia de ese texto o testimonio abriría paso a todas las suspicacias.
Tomo nota del libro de Alcalde;316 me parece excelente que estén saliendo muchos libros, más o menos buenos, pues todos irán sirviendo para algo.
Te haré llegar (en francés) una esquema general de nuestro libro, para que veas lo que contiene; mañana tendré ejemplares fotocopiados, e irá uno; pero ahora te despacho estas líneas urgentes, ya que lo que te digo más arriba se vuelve realmente grave y exige una definición inmediata.
(Ya verás en ese outline que algunas de tus sugestiones sobre el libro están ya contenidas en nuestra idea general; leeré tu carta a los compañeros del grupo, y agregaremos lo que haga falta a nuestro sumario.)
Abrazos, que se resuelvan los problemas de documentación.317 Será maravilloso tenerte con nosotros en marzo, Ariel gran loco querido.
Un beso para María Angélica, otro abrazo para vos
Julio
Ugné les manda muchos cariños.
16 de febrero de 1974
Querido Ariel:
Llegó cable de Donald.318 Este pato es un prodigio.
El plazo para entregar el libro al editor vence en los primeros días de marzo (con posibilidad de incorporar o sustituir algunas cosas, lo cual deja posibilidades eventuales, pero sin que podamos abusar, pues una imprenta francesa es lo más parecido a un barco de galeotes, y no hay bromas que valgan con estos gallos).
Por eso la carta de Alcalde me dio una gran alegría en cuanto a su próxima presencia personal, pues podrá ver la cosa y aconsejarnos, pero en cambio dudo de que podamos aprovechar de su generosa oferta de pasarnos los materiales que traerá consigo; sin embargo, es posible que haya tiempo de traducir e incorporar cosas vitales; siempre hay tiempo para eso, si hace falta.
Estuve en contacto con García Márquez por lo del tribunal Russell. Gracias por el dato. Dudo de que esos textos nos lleguen a tiempo, pero te diré que con el informe de los tres juristas internacionales, que ya tenemos en francés, hay lo básico para resolver muchos aspectos de este tema.
Desde luego, si ese compañero que se ofreció para escribir algunas páginas complementarias para nosotros, lo hace, lo aprovecharemos si llega a tiempo. Esto es una carrera contra el reloj, como ves.
En suma, manden todo lo que quieran, pero no después del 26 de febrero, pues llegaría tarde.
Daniel Waksman me escribe desde México, donde me consiguió un texto de la Tencha,319 quien me lo envió personalmente junto con una hermosa carta que reproduciré en parte en el libro. Daniel está feliz de saberte en Buenos Aires.
He estado con Armando, que nos da una mano formidable; es un poco como si también tú estuvieras. Me dice que te verá prontísimo.
Y ya. Claro que venceremos.
Un abrazo grande a María Angélica, cariños de Ugné, y todo mi afecto,
Julio
Hurra por Moros! Lo recibí ayer, gracias. Un día tendremos que contar toda esta historia, viejo.
París, 17 de febrero de 1974
Querida Evie:
Me pides que no te deje tanto tiempo sin noticias, pero la culpa no es mía: estoy, con un grupo de amigos, metido hasta las orejas en un “libro negro” contra la Junta de Chile, y casi no tenemos tiempo de respirar. De todos modos te envío unas líneas para que no me creas ingrato ni olvidadizo, y para agradecerte tu carta de mediados de enero.
Supongo que ya estás con toda la familia en Boston, según me anunciabas. ¿Cómo anda la affirmative action? Suena muy raro para mí, pero tu explicación del trabajo me permitió comprenderlo mejor. Espero que no te olvides del español en el curso de tus nuevas tareas…
Contesto a tu pregunta. El nuevo libro se llama Octaedro y, como su nombre deja suponer, contiene ocho relatos. Va a aparecer en mayo, publicado por Alianza de Madrid y, creo, Sudamericana de Buenos Aires (harán una especie de coedición). Ya veré que te envíen un ejemplar apenas salga. Por el momento estoy completamente fuera de toda literatura, pues el drama de Chile me obliga a dar todo lo que tengo en materia de trabajo.
Ya me dirás si Ester Tusquets te contestó sobre tu libro. Entre tanto recibe todo mi afecto y mi amistad, y saluda a Luis y a los niños de mi parte. Ugné les envía cariños.
Un abrazo del viejo poeta,
Julio
París, 28 de febrero de 1974
Mi querida hermana:
Recibí tu carta y la comprendí perfectamente. Bien hubiera querido poder darte el gusto, y sobre todo haber estado cerca de mamá y de vos para su cumpleaños. Desgraciadamente, echá un vistazo a lo que ocurre en torno a vos en la Argentina, y creo que comprenderás que por el momento es absolutamente imposible que yo vaya a Buenos Aires. La razón es muy sencilla: he dicho y digo cosas que son demasiado conocidas en los medios “oficiales”, y que dado el cariz que ha tomado la política en estos momentos, me crearían una situación insoportable, por no decir peligrosa.
Mi fe en la Argentina no ha cambiado, y sé que iremos saliendo del paso y volviendo a un panorama donde no haya violencia y donde no se cometan actos abominables todos los días. Pero hasta que ese momento llegue, sería tonto que yo fuera a meterme de cabeza en una posible trampa; creo que si eso sucediera, vos serías la primera en lamentar haberme pedido que fuera. Tratá de comprender que hay cosas que van mucho más allá del plano familiar, por desgracia, y que lo que yo estoy haciendo a mi manera me obliga a seguir una conducta que no puedo cambiar ni torcer. Te repito, sé que volveremos a vernos, a tomar mate junto a doña Herminia; pero no será en este mes de marzo, y soy el primero en lamentarlo.
Creo prudente que guardes estas reflexiones para vos sola, y que no las dés a conocer.* En todo caso, escribime siempre que quieras, ya sabés que soy tu amigo además de tu hermano y que haré todo lo posible por aclararte cualquier cosa difícil de comprender. Vivimos tiempos terribles, y hay que proceder con la mayor inteligencia posible frente al desborde de odios y de violencias. Pero el sol volverá a salir, verás.
Hasta siempre, con un beso muy fuerte de tu hermano
Julio
4 de marzo de 1974
Bichito Ana María:
Dos líneas solamente, estamos en la última semana del editing del libro, y es la locura total. En principio hacia el 15 estará dado al editor y yo tal vez pueda respirar un poco (aunque después empieza la edición en español, pero de todos modos trataré de descansar un poco). Es decir que si vienes como te lo propones, pienso que estaré en París (digo “pienso” porque en estos tiempos nada es seguro y, como dicen los mexicanos, lo más seguro es que quién sabe…).
Pero si sé que vienes, trataré de estar; mejor dicho, estaré, aunque no sea todo el tiempo de tu estancia aquí. Claro que me gustaría verte, bichito, y hablar largo contigo. De modo que avísame en seguida si vienes.
Lo de Keats me parece absurdo, pero si insistes y prometes no reírte demasiado (aunque en realidad si te ríes es cosa tuya y no mía, y no me importará en absoluto) podrás mirar el manuscrito en tu hotel.320 No te lo dejaré copiar ni llevar, es algo demasiado viejo y fuera de mí (aunque de alguna manera siempre en mí, pero ya ni me acuerdo de lo que dice). De modo que ya sabes, podrás verlo si vienes. Brr.
Un beso,
y otro,
y dos más
Julio
París, 17 de marzo de 1974
Señor Lelio Basso
ROMA
Querido Lelio Basso:
Acabo de recibir su carta del 7 del corriente.
La invitación a formar parte del Jurado del Tribunal Russell II es un honor que agradezco al Comité Ejecutivo y a usted personalmente. Aceptar esa invitación me parece mi deber más elemental, y me es muy grato hacerle saber que estoy dispuesto a asistir a la reunión de Roma y a prestar mi más amplia colaboración a las tareas del Tribunal.
Nos veremos, pues, muy pronto. Entre tanto, reciba mis saludos más cordiales, y toda mi solidaridad.
Julio Cortázar
9, rue de l’Eperon
PARIS XVI
Tel: ODEON – 44 44
París, 17 de marzo de 1974 (día de San Patricio y por lo tanto de grandes borracheras en New York)
Félix, gaucho peludo, Félix el de los dedos ágiles para la bordona y otras tripas de gato (de gato Félix, por ejemplo), hombre de cosquillas y resquemores, qué gran jodido eres, hermanito! Y digo eres y no sos, nada más que para castigarte por tus dudas y desconfianzas. ¿Qué recontracarajo es eso de que yo ando enojado? No solamente no ando enojado con el señor Félix Grande y su circunstancia (o sea la barra brava de la calle Alenza) sino que suelo ponerme triste al pensar en cómo pasa el tiempo y lo poco que nos vemos; me sucede cada vez que escucho tangos o flamenco o King Oliver, de golpe un ramalazo del recuerdo y otra vez esa escalera y esas voces, realmente tú y los tuyos son la muerte en tres tomos.
Todo esto para decirte que la única explicación es LA POLÍTICA, viejo. Hace meses y meses que no duermo, que hago mal el amor, que como asquerosos sándwiches en cafés de mala muerte, todo eso entre dos reuniones, un telegrama a algún ministro, un capítulo del “libro negro” que acabamos de terminar contra la mala junta chilena (¿conocés el tango Mala junta?); y con todo eso, ¿cómo querés que me quede tiempo para escribir, no ya literatura, simplemente escribirle a los amigos? Sé que te tengo olvidao, arrumbao, tirao en lo más negro del silencio, oh gaucho retobado. Pero comprendé, sé que comprenderás que incluso esta carta se la estoy arrancando a un tiempo tiránico que me obliga a tragarme dos mil páginas de informes antes de irme a Roma a fin de mes como Jurado (sic, y resic, y recoño) del Tribunal Russell, junto con el coronel de Macondo y otros cronopios igualmente enloquecidos, para tratar de meterle un poco más de leña a Pinochet (que mis amigos franceses llaman groseramente pine au cul, vos fijate en qué compañías uno anda, si se entera mi tía la maestra me retira el saludo y el dulce de leche que siempre me manda para mi cumpleaños).
Recibí los mensajes polifirmados por la barra, Jean y Raquel, y me hicieron mucho bien aunque no los contesté probablemente por las razones supra. Ahora tu carta me hace rebién, porque necesito sentir cerca a mis amigos. Mirá, creo que en mayo (hacia fines) voy a ir a Madriz porque Jaime Salinas, otro cronopio insensato, publicará Octaedro que, como su nombre lo indica, es un libro de cuentos de vuestro servidor. Jaime tiene la absurda esperanza de que yo firme libros o algo así, cuando mi intención es solamente la de ir a beber con los amigos entre los cuales espero contar con los moradores de Alenza.* De modo que quedáis advertidos, oh hidalgos y gentes de pro; como decimos en mis pagos, “preparen el pomo/ que viene Momo”. Es buena noticia, ¿no? Para mí es de las mejores de estos tiempos malditos.
Y basta, y date por más que servido, payador, de esta larguísima misiva (tusiva, mejor, porque te la franqueo y te la regalo); la he escrito contra viento y marea, contra generales y coroneles. Besos a Paquita, saludos a la afición, y espero que hasta pronto, siempre que usted condescienda a creer que no estoy enojado y que tengo tantas ganas de verlo.
Un gran abrazo, hermano,
Julio
¿Ya se le sanó el dedito a monseñor Añoveros?321
París, 24 de marzo de 1974
Mi querido Paco:
Ya debes estar pensando que el pater cronopios se ha convertido en un triste fama que ni siquiera contesta las cartas de los amigos. Pues no, che. Si de algo he tenido ganas es de escribirte, pero no ha sido posible hasta este domingo de primavera en que me condeno a quedarme en mi departamento y hacer frente a una correspondencia evaluable en metros cúbicos (y en el odio acendrado de los carteros del barrio, hartos de traer cartas y paquetes al distinguido escritor sudamericano, mala puñalá le den). Terminamos el “libro negro” hace una semana y media, pero Gallimard encontró que era demasiado largo y hubo que improvisarse sastre, sacar las tijeras y recortar mangas y capirotes, tarea siempre lúgubre. En fin, la faena está terminada y el libro en la imprenta; ahora vendrán las pruebas y otras jorobas, pero ya lo gordo está hecho y uffff!!!!
Claro que eso no quiere decir nada en el fondo. Yo pensaba tomarme dos o tres semanas de respiro (acariciando solapada y subrepticiamente la ilusión de un salto a Suecia) cuando me cayó por la cabeza una invitación (que olía a orden imperiosa) de sumarme al jurado del Tribunal Russell. Moraleja, el viernes me tomo un avión a Roma, y allí estaré hasta el 7 o el 8 de abril, con gente formidable pero también con mucha TV y otros horrores audiovisuales que me erizan por adelantado, trabajando en la sesión dedicada al Brasil y a Chile. Imposible no ir, claro; no me quejo, pero el descanso se fue al diablo, tengo unas ojeras que me llegan hasta la barba, razón por la cual se tiene la impresión de que la barba se me ha subido hasta los ojos, y así vamos, cuate.
En fin, llegó tu carta tan amiga, llegó el texto de González Bermejo que me conmovió profundamente, llegaron los papeles y documentos que me enviaste, y a todo eso trato de responder o por lo menos de acusar recibo en estas líneas.
Como hay muchas cosas importantes, corto las efusiones y me concentro (como dice mi tía cuando se dispone a hacer un flan).
Aclaraciones sobre texto/textos sobre Pablo. Lo que envié a Crisis fue una serie de fotos del poster; me pasé media hora sacándole fotos para que los muchachos allá eligieran la más reproducible, y espero que Galeano la haya incluido con los otros materiales que le envié; todavía no me llegó Crisis, pero sé que ha salido mi trabajo, que incluye una auto-entrevista322 en la que digo algunas cosas que espero te parecerán bien, y pongo el poster de Pablo como documento, además de una explicación sobre su origen. Como supongo que me mandarán varios ejemplares de la revista, te despacharé uno en seguida. En cuanto a “Neruda entre nosotros”, el texto que le di a Artur y que le hizo decir (harto verdaderamente) a Marina que yo era un sentimental, va a salir en Plural de México, si es que no ha salido ya.323 Puesto que quieres traducirlo con Artur para una revista sueca, go ahead, boys, pues se considera que es el texto definitivo, coma más o menos. Y gracias por tener la suerte de que sean ustedes los que me traduzcan.
[…]
Bueno, creo que por el momento es lo principal. No, lo principal se queda en parte en ese rollito de la cinta que no alcanza a pasar por detrás de las letras de la máquina, pero no son tiempos para entrar en lo personal, en recuento de lecturas, en pruebas mágicas de amistad y afecto. Ya vendrá el día, verás, y además después del ultimátum que representa la promesa de Marina, es evidente que iré al Club y demostraré tangiblemente mi existencia tan puesta en duda por algunos miembros escépticos. Dile a Marina que cumpliré mi promesa, y que tendrán que aguantarme en los nuevos locales del Club; lo lamentarán, pero será tarde. Llorarán en los rincones, acordándose del antiguo local donde jamás me habían visto entrar. Ellos lo habrán querido; hágase su voluntad en Estocolmo.
Hasta pronto, Paco, con abrazos para todos ustedes,
Julio
París, 9 de abril de 1974
Mi querido Greg:
La noticia de que vas a traducir a mi Manuelito es de esas que me reconcilian con la vida y sus alrededores. Ahora que es un hecho confirmado, puedo confesar que tuve mucho miedo. No porque otros traductores sean malos ni mucho menos, pero es que yo contigo me siento en terreno fraternal e inmediato, sé que me entiendes admirablemente y que yo “paso” al inglés sin esfuerzo, como si directamente hubiera escrito en ese idioma y no en mi criollo rioplatense; te imaginas, pues, la alegría que me das.
Contrariamente a lo que pareces esperar, yo pienso que el libro no te va a dar demasiado trabajo. Cuando mi traductora francesa se puso a pelear con Manuel, estaba muy preocupada, pero bastaron una o dos sesiones de trabajo con ella para que todos los problemas se resolvieran. By the way, la versión francesa saldrá antes de dos meses,324 y si quieres te envío un ejemplar; no te hará falta de manera directa, lo sé, pero siempre puede ser una referencia para que veas cómo se resolvieron algunos problemas concretos. Por otra parte, no tienes más que proceder como en los casos anteriores y mandarme preguntas, yo te contestaré as soon as possible y ya verás que sale una versión del carajo como dicen en el caimancito del Caribe.
Oh sí, tu relato sobre la muerte de Odría325 me dejó pensativo; parecería que tu máquina suiza tiene rayos láser bien dirigidos. ¿No tendrías uno especial para Pinochet? La otra noche me desperté de golpe y vi una especie de poema que dice más o menos:
Si yo fuera una mujer chilena
y me naciera un hijo,
antes que llamarlo Augusto
lo llamaría Hijo de Puta,
sin contar que si lo llamara Augusto
entonces los demás lo llamarían Hijo de Puta.
Después de tan genial improvisación, me volví a dormir sumamente satisfecho.
No me extraña lo que me dices de Paradiso: los lectores y los críticos son en general haraganes, no hacen el esfuerzo intelectual y estético que requiere semejante libro. ¿Tú crees que hay mucha gente que aprecie los cuentos más difíciles de John Barth, por ejemplo? Lo dudo, en todo caso aquí todavía no encontré a nadie. Oye, el Gordo Cósmico debe estar felicísimo de que lo hayas traducido, se lo voy a comentar apenas le escriba. Un amigo lo fue a visitar un día en que en la calle estaban haciendo saltar el pavimento con barrenos eléctricos, y Lezama tenía un terrible ataque de asma. Cuando mi amigo le preguntó: “¿Cómo está, maestro?”, le contestó esto: “Pues aquí me tienes, con mi chaleco mozartiano en pleno apocalipsis wagneriano”. Como ves, una perfecta frase de Paradiso…
Si ves de nuevo a Sara, dale un beso de mi parte. Y más besos para Clem y Clara. Que Manuel no se te suba demasiado al escritorio para revolverte los papeles, y un gran abrazo de tu amigo
Julio
París, 10 de abril de 1974
Bichito, squirrelita, bichito lejano pero tan aquí, tu voz y tu perfume y cada pedacito de tu piel siguen en este salón, en esta alfombra, cerca de este fuego, pegados a los libros y a los discos; no te merezco, soy el lejano, el que te mira desde el otro lado […]. Y así, ya ves, estoy repitiendo simétricamente el comienzo de tu carta, sin habérmelo propuesto, pero tampoco tú te lo propusiste, era acaso necesario que hiciéramos una vez más el amor desde las palabras por sobre el mar, tendiendo un puente vertiginoso de murmullos y tactos.
Y para que la simetría sea perfecta, también aquí dejo un doble espacio como tú y también te digo: “Absolutamente piantado, che Ana María…” Pero más que piantado debería decir enfermo o cansado, volví ayer de Roma donde ocho días de escuchar a los testigos del Tribunal Russell me crisparon el estómago y me tensaron los nervios hasta lo insoportable. Me voy a ir a descansar a la isla de Ré, en el Atlántico, donde una semana de caminar por las playas y leer algunos libros me devolverán alguna tranquilidad. Me alegró que llegaras bien a New York (los aviones siempre me inquietan) y quiero que sepas que encontré los papeles delante de mi puerta y que no faltaba ni siquiera una hoja. Ahora me quedo pensando en qué va a salir de todo esto; y cuando digo todo esto no hablo solamente de Keats ni de El examen, sino del clima en que te moverás para tejer todo lo que aquí anduviste buscando como una arañita minuciosa (no tan minuciosa, tu último interrogatorio era más bien tonto, digamos la verdad, hubiéramos podido hablar dos días por lo menos a base de las preguntas que me hacías, y no es fácil contestar a alguien que te pregunta algo con ojos mojados o intercalando fragmentos de coplas entre dos frases, hay que admitir que somos dos piantados dignos el uno del otro, squirrelita).
En fin, ya se verá, sé que tengo en vos una rabdomante invencible, y que todo lo que haya podido decirte se volverá fragmento de un mosaico total; no es un elogio fácil, es la llana, hermosa verdad.
Te beso, bichito,
Julio
París, 27 de abril de 1974
Querida Ana María:
Dos líneas para agradecerte tu carta y tus envíos. No estoy en buenas condiciones para escribirte todo lo que quisiera, pues desde ayer Ugné está internada en un hospital, con una infección misteriosa que nadie termina de localizar, pero que evidentemente es grave. Espero un diagnóstico más preciso entre hoy y mañana, y entre tanto procuro trabajar para distraerme; tus textos, que leí esta mañana, me ayudaron a sentirme mejor, y quería decírtelo.
No me parece de ninguna manera que tu trabajo sobre mi novela326 merezca los calificativos que le prodigas; es posible que sea parcial, y en alguna medida despistará a los que sólo se limiten a él; pero el enfoque me parece perfectamente válido, y mi cariño personal por Lonstein se ve acrecentado por la forma en que lo valoras y lo sitúas dentro de la “axiología” del libro. Nadie lo ha hecho hasta ahora ni por asomo, y pienso que los buenos críticos tendrán muy en cuenta esas páginas si llega la hora de trabajos de conjunto. Hay, además, todo lo que has creído descubrir a través de tu lectura de El examen, y que como me ocurre siempre, me sorprende a mí y por momentos me da casi miedo. De un libro olvidado, del que sólo me quedan algunos jirones de recuerdo, tú extraes constantes, recurrencias y paralelismos que tu implacable inteligencia sitúa dentro de conjuntos y de complejos que debo aceptar, como ya he aceptado muchas otras versiones tuyas de mi trabajo.
Ya ves, me gustaría hablarte mucho más de todo eso pero no podré hacerlo ahora; quería decirte que no tengo ningún inconveniente en que cites mis explicaciones verbales o los fragmentos de El examen; cuando te doy algo, es para que lo uses sin restricciones, quiero que lo sepas para siempre.
El texto sobre Borges es muy fascinante también, menos tentative en su atmósfera (pero en cambio el otro me gusta más por el estilo, tus bruscos arrebatos de humor, el tono de comunicación directa con el lector que estableces de entrada, tu intervención personal en la cosa). Eres un temible, encantador bichito sabio. (No te enojes, está dicho tan de veras.)
Cuando encuentre el texto sobre “Ómnibus”327 te daré el nombre y señas de la autora, ahora creo que anda perdido en Saignon o algo así. ¿Ya estás bien de esa gripe? No me das la impresión de estar muy bien todavía; mándame dos líneas cuando tengas un rato. Dile a Flora que telefonee cuando venga, si estoy en París la veré con mucho gusto; en principio me quedo hasta el veinte de mayo más o menos.
Hasta pronto, un beso y mi cariño,
Julio
París, 28 de abril de 1974
Mi querido Paco:
Gracias por las noticias328 y los documentos. Muy bellas las fotos de Murieta, a Pablo le hubieran gustado mucho, estoy seguro.
Por supuesto puedes pasar el texto sobre Neruda a cualquiera de tus amigos españoles (u otros) a quienes pueda interesarles, para que dispongan libremente de él. Plural, la revista mexicana fundada por Octavio Paz, acaba de publicarlo, pero no tiene ningún copyright, de modo que yo lo cedo a quien lo quiera puesto que se trata de contribuir a la causa chilena.
Espero que la inauguración de los nuevos locales cronopiescos haya resultado simpática, y que en la sangría no haya flotado repentinamente un sapo o un cuello de celuloide, como suele suceder en las fiestas organizadas por cronopios. Quiero agregar, además, que el triunfo futbolístico del equipo de los Cronopios me llena de orgullo, máxime cuando el score es de 5 a 2…
Muchos cariños para Marina y los demás cronopios, y un gran abrazo de tu amigo
París, 8 de junio de 1974
Querido Sosnowski:
Tengo tantas deudas con usted que no sé cómo empezar estas líneas. Digo líneas y no carta, porque mañana me voy a Nueva York para asistir a la reunión del PEN sobre problemas de la traducción, y estoy “tapado” de obligaciones de último momento. De todos modos, no quiero irme sin que sepa que ahora voy a poder leer su libro sobre mí,329 puesto que estaré en Saignon a fines de junio y será una de mis primeras lecturas.
Además acabo de recibir Hispamérica, donde veo su trabajo sobre Manuel.330 Decirle que me gusta sería un estúpido understatement;331 la encuentro realmente formidable como indagación de intenciones profundas, y acertada en todas sus partes. Si algo me gusta es que usted logra dar la medida de la importancia que le ha concedido a esas intenciones, sin necesidad de incurrir en la adjetivación usual que a mí más bien me impacienta. Y además me llena de alegría que Manuel, sobre el cual se han dicho ya tantas tonterías e inopias, encuentre ahora su crítico más lúcido (pienso también en Ángel Rama, que buscó otras perspectivas y trabajó con otros parámetros).
Ya ve si le estoy agradecido; ahora, cuando haya leído bien su libro (lo miré hace tres meses, a la carrera, sin entrar en él pero dándome una primera idea general) podré escribirle una carta. Que ésta, por ahora, sea lo que es un kleenex con relación a un pañuelo de verdad.
Hasta siempre, con un abrazo
Julio
Cariños a los grandes Escarabajos cuando vuelva a verlos. No he olvidado lo que escribió Liliana sobre Manuel, en los días en que había más malentendidos que pizzerías en Buenos Aires.
Amigo Juan E. González:332
Las preguntas que me hacés con la sana intención de publicar las respuestas en La Gaceta, están muy bien pero al mismo tiempo me aburren como me pasa con muchas otras cosas buenas, por ejemplo Vivaldi. Quiero decir que a lo largo de estos años he contestado infinitas veces a cuestiones centradas en los mismos problemas, y como no dudo de que esas respuestas han sido leídas y comentadas, me parece que volver sobre esos temas es sumar el aburrimiento de los lectores al mío propio. Por eso te propongo una variante que sos libre de agitar con entusiasmo o proyectar cual piedra de catapulta al canasto más próximo; en dos palabras, ¿te cuento un viajecito a Nueva York que acabo de hacer por razones nada turísticas como verás?
Pasa que un día estoy leyendo las últimas investigaciones sobre el conde Drácula (el verdadero, que les batió todos los récords a los turcos en materia de empalamientos, y por si fuera poco a costa de sus propios traseros) cuando me llega una invitación de mi amigo, gran traductor e inconmensurable cronopio Gregory Rabassa, proponiéndome colaborar en un coloquio sobre las versiones made in Usa de escritores latinoamericanos. No sé si frecuentás el tema; yo sí, desde hace mucho, y desde la doble perspectiva del doctor Jekyll y de mister Hyde, puesto que siempre fui traductor para el puchero y autor para divertirme, y nada alcanzo a leer sin que mi ojo izquierdo esté clavado en el original invisible mientras el derecho vigila la traducción visible, cosa a veces deprimente y que en todo caso incita al suicidio a mi pobre oculista. Ocurre así que las versiones norteamericanas o inglesas de Asturias, Sábato, Silvina Bullrich, Vargas Llosa, Borges, Marta Lynch, Manuel Puig, Domingo Faustino Sarmiento, Manuel Mujica Láinez, Onetti, Neruda, Fuentes, Mariátegui, García Márquez y yo mismo (como la memoria es falible, quizá alguno de los citados no fue traducido todavía, pero ya vendrá), me llevaron a meditar sobre nuestras incomunicaciones intercontinentales, y a decirme que la falta de cercanías psicológicas, más que idiomáticas, era responsable de las muchas monstruosidades cariñosamente cometidas por los trujamanes de Londres o de Nueva York. Este coloquio, organizado por el Center for Inter-American Relations y el PEN Club neoyorkino, y presidido por Rabassa que conoce como nadie este tipo de problemas, era la primera tentativa para salir de la mera comunicación por escrito, el traductor que quiere saber el significado de “mina que te manyo de hace rato” y el escritor que le resuelve el problema con mucho franqueo por avión pero pocos resultados en el plano más profundo de las atmósferas, de las vivencias latinoamericanas en la realidad y en la escritura. Por eso en vez de confiar otra carta al osado piloto de un jumbo de la TWA, me subí yo mismo a eso que parece un hotel volante y en el que en siete horas y media se dicta un curso acelerado de vida norteamericana, empezando por la horrenda comida y siguiendo por dos películas que sólo resultan divertidas si, como yo, se busca astutamente un asiento desde el cual se las puede seguir simultáneamente y fabricarse una historia que ocurre al mismo tiempo en la guerra de Corea y en un hipódromo de Saratoga.
Como verás después, asistir al coloquio no era mi única intención; me importaba conocer mejor a ciertas personas, tomar un contacto directo y operacional con quienes participan en nuestra lucha contra el imperialismo y suelen sentirse, enclavados en pleno sistema watergatiano, distantes y frustrados y tan yanquis. Como siempre en estos casos, el coloquio sirvió para crear vínculos mentales y afectivos más que para resolver problemas que sólo esos vínculos podrán ir elucidando con el tiempo. Autores, editores, editors, lectores y traductores (enumerados por orden alfabético) cambiaron pareceres de carácter intelectual, profesional y económico a lo largo de tres días; los debates sirvieron para verificar el creciente interés que nuestras literaturas suscitan desde hace algunos años en los Estados Unidos, y por lo tanto el valor cultural, es decir político, que están adquiriendo las buenas traducciones de nuestros libros.
Aquí conviene establecer dos planos claramente definidos: el de la obra creadora que entra en los Estados Unidos por la vía de su traducción (tema del coloquio), y el de los intelectuales latinoamericanos que entran a su vez por la vía de los contratos universitarios, las becas y las fundaciones. En el primer caso, nada mejor, política y culturalmente hablando, que nuestras literaturas se abran camino en cualquier parte, puesto que lo universal me parece la meta del hombre del futuro, y detesto los localismos y patriotismos que sólo encubren inferioridades parroquiales. En el segundo caso, nos enfrentamos con una de las claves de nuestras relaciones intercontinentales, y eso representa para cada uno de nosotros un problema de conciencia ideológica y personal que más que nunca hay que mirar de frente.
En el pasado decenio y lo que va de éste, la emigración de cerebros latinoamericanos ha sido indudablemente uno de los objetivos mayores de la política norteamericana, apoyada por la insuficiencia de estímulos científicos y artísticos en nuestros países y el margen de libertad de expresión y de retribución económica ofrecido por las universidades y los centros científicos y culturales de los Estados Unidos. Todas las avideces posibles, salvo la ideológica, incitaron a esta emigración que empobrece ineluctablemente a los países latinoamericanos. Un criterio “liberal” más que caduco sigue dictando la tendencia de muchos escritores, profesores, investigadores y artistas a aprovechar becas, dólares, tribunas y laboratorios con el pretexto de que la cultura es universal y que el perfeccionamiento en física nuclear o un curso sobre Martín Fierro en Columbia o en Berkeley es tan útil para nosotros como sus equivalentes en La Plata o en San Marcos, sin hablar de la diferencia de sueldos y de status profesional. Desde luego esa labor cultural da buenos resultados, pero los da en proporción abrumadora para los norteamericanos; el criterio humanista y liberal quiere ver en eso un progresivo acercamiento espiritual de todo el continente, lo cual es muy cierto y muy inútil al mismo tiempo, puesto que los amos del destino político no asisten ni de lejos a esos cursos (incluso los pagan con intenciones muy diferentes), y sólo las normas del capitalismo siguen y seguirán determinando la explotación de nuestros países hasta el día en que una solución (que no tendrá nada de “liberal”) acabe con el sistema. En esas condiciones, que ningún intelectual puede ignorar, la emigración de cerebros supone por lo menos una parte de indiferencia culpable, cuando no algo mucho peor. Me perdonarás que me cite en este contexto, pero no puedo emplear un lenguaje tan claro sin demostrar mi derecho a hacerlo. Hacia 1966, creo, la universidad de Columbia me invitó a dictar cursos en condiciones que Europa y nuestros países no han ofrecido jamás. Contesté todo lo que te digo más arriba, y recibí una carta del decano Franck McShane que me conmovió por su comprensión y me llevó a creer que un día, cuando hayamos logrado nuestras auténticas soberanías en todos los planos, podremos ir a Columbia o a cualquier otra universidad norteamericana porque allí nos estará esperando mucha gente que piensa y siente como nosotros. Pero no antes, aunque nos honren y sobre todo nos paguen como ellos lo hacen.
No es por casualidad que, apenas desembarcado en Nueva York, varios latinoamericanos, profesores y estudiantes, me preguntaron con una sorpresa que encerraba muchas otras cosas: “¡Cómo! ¿Entonces se decidió por fin a venir a los Estados Unidos?”. Los hubiera llenado de alegría saber que yo había aceptado un contrato, y sin duda los decepcionó enterarse de que sólo estaba ahí para cumplir con una obligación no remunerada y cuya segunda finalidad era para mí otra muy diferente: Chile.
Ya has de saber que en París se trabaja intensamente por la causa del pueblo chileno; por ejemplo, en estos últimos meses, un grupo de europeos y latinoamericanos preparó un libro titulado: Chili, le dossier noir, que se publicará en septiembre en Francia y será seguido por ediciones en español (Siglo XXI, México) y otros idiomas. Cuando terminamos esa larga tarea, decidimos organizar para fines de este año o principios del próximo lo que se llamará Primer Encuentro Cultural Antifascista de Santiago, homenaje a un congreso que debió hacerse en Chile por iniciativa de Salvador Allende, Pablo Neruda y otros dirigentes e intelectuales, y que tendrá en París no sólo ese valor de homenaje sino que será una tribuna de combate contra la junta militar de Pinochet y contra todos sus cómplices interiores y exteriores. Esto lo expliqué en el último día del coloquio de Nueva York, entendiendo que en las circunstancias actuales todo trabajo de tipo cultural como el allí realizado tiene que ser también un trabajo de tipo político, aunque algunas personas se manifestaran desconcertadas frente a algo que evidentemente no figuraba en el orden del día de las entidades organizadoras.
En su gran mayoría, el público comprendió y reaccionó con un entusiasmo que justificó de sobra este viajecito, pues desde el brutal zarpazo fascista del 11 de septiembre, los grupos de izquierda de los Estados Unidos han tratado de colaborar lo más posible en una lucha común. Es evidente, sin embargo, que el apoyo a la causa democrática de Chile se cumple demasiado esporádicamente, y que entre Nueva York y París, por no citar más que un caso, no existen contactos suficientemente eficaces. El Encuentro Cultural permitirá nuevos enlaces políticos y culturales entre personas y grupos de los más diversos países del globo, y definirá un tipo de combate que debe salir de lo ordinario; así lo comprendieron quienes escucharon mi informe, y también los representantes del sistema, en la medida en que el comunicado de prensa del PEN Club no fue reproducido por ningún periódico importante del país. Juego muy claro por ambas partes, como se ve.
Si te hablo de esto es porque se me ocurre que en la Argentina no hay todavía información suficiente sobre estas actividades, y que vale la pena adelantarse al trabajo que en estos momentos cumple nuestra secretaría en París. Personalmente, y al margen de lo que los organizadores directos puedan decidir (los partidos políticos de izquierda de Francia apoyan la iniciativa, y a ellos les tocará el montaje material del Encuentro), entiendo que una reunión destinada a denunciar y a combatir el neofascismo imperante en tantos países, y a oponerse específicamente a la junta militar de Chile que tan definidamente lo muestra en acción, tiene que constituir un claro desafío y una prueba abrumadora de vitalidad y de imaginación. ¿Para qué otra tribuna, otro congreso en el que desfilarán los oradores presumibles dirigiéndose a un público igualmente presumible? La idea es darle a este encuentro un valor de taller, de creación popular, de manifestación de todas las vivencias, los anhelos, las pulsiones humanas contra las cuales se alza el fascismo en nombre del miedo, de la jerarquía y de la obediencia. Grupos de teatro, brigadas de pintura colectiva, conferencias, música, cine, danza, ediciones populares, mesas redondas, a todo eso invitamos y todo eso queremos. Que la junta recoja nuestro desafío si se cree dueña de la verdad, y organice un encuentro al que acudan hombres y mujeres como los que vendrán a decir su palabra o a cantar sus canciones con nosotros; a ver si Ernesto Cardenal, García Márquez, Chico Buarque, Alejo Carpentier, Jorge Amado, Atahualpa Yupanqui, Glauber Rocha, Carlos Fuentes, para no citar más que a unos pocos, están con ellos… Bromas aparte, creo que se entiende el valor de desafío aquí contenido, pero es útil subrayarlo porque contrariamente a lo que podría suponerse no siempre se lleva la cuenta de quiénes están con la noche y quiénes con el día. El liberal de turno observará corrosivamente que un regimiento puede más que cualquier congreso antifascista; aquí solamente diré que no somos inocentes, y que cada uno tiene su manera propia de entrenarse, de cumplir sus maniobras, como se verá un día de éstos; por el momento invitamos a estar con nosotros, a enviar sugestiones y a colaborar en todo lo posible para que el Encuentro pruebe su verdadera fuerza, que es la del pueblo desde cada uno de sus individuos.
Esta carta ya es más larga que un día sin vino, de modo que terminaré diciéndote que hacía un calor bárbaro en (Nueva) York, cuyo paréntesis viene de que cada vez la veo más vieja, más sucia y sin embargo más humana, como si en los catorce años que pasaron desde mi primera visita los neoyorkinos hubieran asimilado por lo menos subliminalmente cosas tales como perder la guerra en Vietnam, compartir el poder absoluto con otros pesos pesados de este mundo, y descubrir que no sólo el vicepresidente tiene que rajar por fraude, sino que el presidente lo está dejando atrás en la materia, todo lo cual parecería que les ha hecho bajar un tanto la cresta aunque no hay que fiarse por las dudas. En todo caso se advierte una atmósfera más convivible en la calle, en los bares y hasta en los taxis; salvo, claro está, en un lugar llamado el University Club donde me alojaron, y que se parece extraordinariamente a la sala de las momias del British Museum. Fijate que no se puede tomar el desayuno sin saco y corbata, y que las mujeres tienen que esperar en la recepción, pobrecitas. Inútil agregar que ahí no dije una sola palabra sobre Chile, ya se sabe que a las momias y a los momios no les gusta que las cosas cambien.
Un abrazo de tu amigo
Julio
P. D. Por supuesto escuché jazz todas las noches, con la suerte de que en mitad de una hermosa descarga de Lee Konitz, apareció un trompetista que se sumó al cuarteto con aprobación universal. Parecía cara conocida, y vaya si lo era: Chet Baker, más inspirado que nunca. En cambio cedí al error sensiblero de escuchar a Roy Eldridge en el bar de Jimmy Ryan; así como hay libros de Julio Verne que no deben releerse, también hay gloriosos pasados que exigen el respetuoso homenaje de la ausencia.
Saignon, 28 de junio de 1974
Querido Ariel:
Esta mañana hablé por teléfono con Mario Muchnik. Supe por él que: 1) Tus compañeros no cumplieron la palabra dada con tanta firmeza el día de la reunión en casa de Mario, y que entregaron con atraso el texto para el dossier noir. 2) Que el texto en sí no responde a lo decidido ese día, y que por lo tanto plantea un grave problema de edición, desde que Gallimard nos había fijado una fecha definitiva para la entrega de la versión francesa, y ahora nos vemos frente a una falta total de tiempo.
Todo esto podría imputarse al trabajo, al cansancio y al desorden. Yo personalmente, y por razones de confianza y de amistad hacia ti, creo que se trata de algo bastante más grave, y quiero que quede claramente dicho.
La persona que te representó en la reunión –Balcells–333 nos impresionó como idóneo, inteligente y serio. Jamás pensamos que los resultados de su entrevista con nosotros serían los que te expongo más arriba. Me limitaré a un solo ejemplo. En un momento dado, cuando estábamos estableciendo de común acuerdo (y luego de animadas discusiones) el esquema general de ese epílogo del libro, yo señalé que de ninguna manera habría que olvidar una mención de la reunión del Tribunal Russell en Roma, en la cual se condenó a la junta y se reunió una material impresionante sobre el terror imperante en Chile. Apenas lo señalé tu compañero me respondió rápidamente: “Por supuesto, es obvio que en el texto habrá una mención precisa sobre eso”. Mario me indica ahora que no hay la menor referencia a la cuestión.
Me limito a ese solo ejemplo, pero me parece aleccionante. Faltando a otras obligaciones, ocho o nueve autores del libro nos reunimos para ayudarlos a ustedes a preparar un plan de trabajo que debía sernos entregado en una fecha precisa. Ni la fecha se cumplió, ni lo estipulado en la reunión. ¿Qué nos queda por pensar?
Si yo fuera un mal pensado, podría imaginar que en el fondo ese libro no les interesa demasiado. ¿Por qué no decirlo directa y claramente? Prefiero pensar que no es así, pero entonces caemos en lo de siempre: la estabilidad de los regímenes de derecha tiene sus mejores aliados en la confusión, el desorden, la palabrería y las rencillas de quienes pretenden vencerlos. Esto te dolerá, lo sé, pero no olvides que en estos 23 años de vida en Francia, me he codeado diariamente con los republicanos españoles que todavía siguen reuniéndose en cafés o vagas oficinas para sacar a Franco del poder de un día para otro. No quiero ni debo hacer comparaciones, pero la analogía es evidente; si no se empieza por ser eficaz y cumplir la palabra dada, los que salen ganando son siempre los Pinochet.
Mi conversación con Mario334 me dejó tan deprimido que no pude menos de pensar que si el golpe hubiera sido en la Argentina y no en Chile, y ustedes los chilenos nos estuvieran ayudando aquí a los argentinos, yo personalmente me privaría de todo reposo con tal de cumplir una palabra dada a ustedes. Puede ser que los “europeos” no seamos demasiado útiles para la causa de Chile, pero hemos tratado y tratamos de ayudar. Lo que acaba de ocurrir con respecto al libro negro me deja pensativo sobre los sentimientos que algunos de tus compañeros puedan tener sobre esa ayuda; pero en ese caso sería mejor que lo dijeran de una buena vez. Yo por mi parte seguiría en la brecha, porque eso nadie me lo puede impedir; pero sabría que estoy más solo, y que no debo perder tiempo preparando planes que luego no se cumplen o se cumplen mal.
Todo esto no te toca para nada personalmente, te imaginas, pero era mi deber decírtelo, y desde luego te autorizo a que hagas lo que quieras con este mensaje. Nadie acepta las críticas más que yo (preguntarle a Fidel Castro y a Haydée Santa María, por ejemplo); mi lealtad va hacia las causas, hacia el pueblo, y jamás se ve alterada por fallas individuales. Yo me siento tan chileno como ustedes, simplemente porque soy latinoamericano.
Que estés bien, y que todo se arregle de la mejor manera. Un abrazo grande,
Julio
Saignon, 1 de julio de 1974
Mocosita mona:
Espero que te haya ido muy bien en Venecia, y que no hayas sido raptada a golpes de remo por un gondolero emprendedor. Yo esperé la postal con el León de San Marcos o por lo menos el Puente de los Suspiros, pero nada; vos por ahorrarte 25 liras hacés cualquier cosa, desgracia humana.
Aquí sopla un mistral de las polainas, pero yo me organizo y despacho entre quince y cuarenta cartas por día, lo que te dará idea de mi moratoria epistolar; aunque siempre duermo mal en este sitio, mi conciencia está más descargada al saber que la gente recibe lo que le debo, y al final terminaré apoliyando como bien lo necesito. Lástima que me salió un flemón en la mejilia izquierda, que estropea todas mis posibilidades con las majorettes de la ciudad, y en cambio me cuesta mis buenos mangos con el doctor Fresco, dentista.
Recibí una inmortal carta de Ploquin en respuesta a la que te leí en casa (acerca del pago a Cossard). El pobre está tan resentido con el cliente que le ha salido y que debe creer completamente piantado, que me dice: “Compte tenu des circonstances, ma première réaction est de dire que le règlement des honoraires de mon confrère Cossard incombe a Madame Cortazar”, pero agrega melancólico: “mais vous êtes seul juge de ce qu’il convient de faire”.335 Cumplido este desahogo, que comprendo de sobra, agrega que no tengo más que confirmarle mi decisión y que le escribirá a Cossard a fin de que le mande la cuenta, que a su vez me pasará. Con lo cual podés dedicarte a acariciar a Timoteo y a leer a Corín Tellado sin preocuparte más de la cosa.
Voy a ir a comienzos de septiembre a París, y espero verte aunque sea un ratito. Estaré entre el 8 y el 10, pues participo en un programa de la TV sobre Chile; acepté, pues me dará la ocasión de hablar sobre Chile, y no es cosa de perderse la oportunidad.
Cuando tengás un momento, escribí o mandá fruta. Aquí en la radio lo van matando rápido a Perón, parece que la cosa no durará mucho según los augures. ¡Mujeres argentinas, de pie, Isabelita os representa! Y pensar que la gente cree que solamente los sueños son fantásticos y descabellados…
Gatita, te acaricio muchísimo ese pedacito que tenés entre la nariz y la boca, y también ahí te beso,
Julio
Saignon, 1 de julio de 1974
Mi querido Félix:
Gracias por tu hermoso texto sobre Pablo, en el que decís muchas cosas que era necesario decir, sin trabas ni falsas vergüenzas ni respetos mal entendidos. Si de algo estoy seguro, es que Neruda habría valorado esas páginas como las valoro yo; muchas veces le oí hablar sin rencor, incluso con simpatía, de quienes señalaban lealmente discrepancias y contradicciones. Cuando empecé a leer las referencias a la figura civil de Pablo, tuve miedo de que te dejaras llevar por la indignación frente a ciertos ataques de la infamia, y que le hicieras el honor de citarlo a ese inmenso hijo de puta que es el uruguayo Ricardo Paseyro. Afortunadamente no lo mencionás, que es exactamente lo que más lo puede enloquecer de rabia. No sabés cuánto me alegro.
Con respecto a la dirección que necesitabas, la persona más indicada en estos momentos es Ariel Dorfman. Como se está mudando de casa una vez por mes, lo más rápido y seguro es telefonear a Marcio Moreira Alves (727-19 24), cuyo domicilio es 48, rue Copernic, París 16. Marcio indicará la forma más simple de encontrar a Dorfman.
Estoy en Saignon desde hace tres días, con un enorme trabajo chilenofílico que cumplir, pero espero que la soledad de mi rancho me ayudará. Cariños a Paquita y a la barra brava, y para vos un gran abrazo de
Julio
Pequeño problema: al preparar cartas atrasadas para responderlas, descubro con horror una de Maravall336 del mes de marzo (!!) en que me pide un texto sobre el flaco Onetti. Imposible hacerlo ahora, aparte de que entre Onetti y yo hay un afecto basado en tácitos pactos de silencio, que sólo he roto para defenderlo cuando estaba en la gayola.337 ¿Le explicarías vos mismo, gaucho generoso, la situación a Maravall? ¿O al leer este párrafo me estás rajando la primera puteada?
Saignon, 1 de julio de 1974
Mi querido Ángel:
Si algo valoro en vos, aparte de los valores intelectuales y morales, es tu sentido de la amistad. Deberías estar enojado conmigo, puesto que no solamente te debo carta desde hace mucho, sino que incluso había cosas que podríamos haber hecho juntos, y que acaso esperabas con algún interés. No te pediré disculpas, porque no me siento enteramente culpable; pienso que Pinochet lo es más que yo. Hace meses y meses que en París y otros lugares me dedico a full-time a trabajar por la causa de Chile, primero participando en la confección de un libro negro que Gallimard publicará en septiembre y Siglo XXI poco después; luego me tocó ir como jurado del tribunal Russell a Roma, después Jaime Salinas me pidió que pasara unos días en Madrid con motivo de la salida de un libro de cuentos, y viejas razones de amistad me obligaron a aceptar; por último (?) pasé diez días en New York, trabajando en una conferencia dirigida por Greg Rabassa y que se ocupó del espinoso e importante problema de la traducción de los autores latinoamericanos en los Estados Unidos. Decidí ir –después de tantos años de negativas basadas en mi voluntad de no contribuir al brain-drain– puesto que era una gran oportunidad de hablar directamente con traductores y editors yanquis, y creo que nuestro trabajo fue útil, aparte de que el último día les largué una pequeña bomba en favor de Chile y los enrolé en un encuentro cultural que estamos organizando aquí en París a fin de año, y del que ya irás recibiendo noticias en la medida en que el subdesarrollo de los organizadores logre montar adecuadamente una secretaría que por el momento es más bien un quilombo. Uf. Ya ves. ¿Creés realmente que yo tenía que disculparme ante vos?
Bueno, tu idea de la “antología absurda”338 (Angelus dixit) me parece excelente, tal vez por lo de absurda. Me gusta que hayas pensado en “Las puertas del cielo”, pues es uno de los cuentos viejos que me siguen gustando a pesar de su clarísimo trasfondo reaccionario que responde a lo que yo era en los años cuarenta, antiperonista ciego a toda sacudida social, exquisitamente contrario a los “cabecitas negras”, etc. Pero lo mismo me parece un buen cuento, y siempre me jodieron las interpretaciones neoperonistas de los Viñas and Co., hechas como si yo lo hubiera escrito ayer por la noche. Sé que tu estudio será otra cosa, sobre todo después de tu crítica a Libro de Manuel; cuando vos me pegás es como si lo hiciera Carlos Monzón, eso se respeta, che.
Ojalá Marta y vos se vengan a París a fin de año; ya nos pondremos al día en unas cuantas horas de charla. Ugné está trabajando para Gallimard como free-lance, cosa mucho mejor para su salud mental y física; ahora, en el ranchito del sur, tratamos de poner al día nuestros infinitos atrasos epistolares, textos sueltos, etc., y creo que incluso llegaremos a descansar de veras algunas semanas.
Hasta pronto, Ángel, con un abrazo fuerte para Marta y otro de esos que ya sabés de tu amigo
Julio
Saignon, 12 de julio de 1974
Mi querido Ariel:
Lo primero, una buena noticia. He recibido un cable de Ernesto Cardenal: “Escribí anteriormente aceptando convocatoria; cuenten conmigo”. Por lo tanto, podés incorporarlo sin problema a nuestra lista.
Lo segundo: Tenés muchísima razón en buena parte de lo que me decís en tu carta. No es bueno escribir sobre caliente, como lo hice yo, porque se es injusto innecesariamente. De todos modos, creo que tu reacción te muestra como lo que sos, un amigo y un luchador. No te voy a pedir disculpas porque mi cólera (empleo a sabiendas la palabra, creo que estamos metidos todos en algo muy grande, y mis temores del momento se traducían en una especie de rabia, por estar lejos y desconectado), fue un producto del gran deseo que tengo de que todo salga bien, cada vez mejor y más rápido. Vos (y ahora Mario)339 me han dado todos los elementos para saber que mis juicios eran precipitados; si de algo puedo excusarme es de eso, porque a mis años debería tener la cabeza más fría. Me temo, ay, que eso no ocurrirá jamás.
Ugné me contó su diálogo con vos, y las últimas noticias; también ella va a escribirte.
Apenas tenga una lista más completa, te la enviaré como complemento de las que te pasé cuando nos vimos por última vez, a fin de que la secretaría pueda enviar una información cada vez más eficaz en el plano de la difusión del Encuentro. Por la TV vi dos series de imágenes y comentarios sobre la reunión de comienzos de mes; me pareció –y me alegré– que le “daban mucha antena”, como dicen los franceses, y que los espectadores se hicieron una idea bastante clara de lo que pasaba. El diálogo con Enríquez340 fue en ese sentido excelente, y los pasajes de la intervención final de Miterrand.
Peco de lacónico, lo sé; pero mi correo peca de desmesurado, y tengo centenares de cartas atrasadas. ¿Nos veremos en Avignon o Saignon? Lo espero mucho, Ariel; ya nos diremos todo lo que la cosecha diaria va juntando en la memoria.
Un gran abrazo a María Angélica, y para vos todo el cariño de tu amigo
Julio
Se me olvidaba lo más importante: el texto redactado por Mario con tu ayuda me pareció excelente. Ugné le sumó una o dos pequeñas aclaraciones de detalle para el lector francés. Yo creo que ese texto cierra dignamente el libro.
Saignon, 19 de julio de 1974
Compañera Condesa:
Me da mucha vergüenza escribirte tan tarde, por fin vine a Saignon huyendo de todo lo que me cayó sobre la cresta al volver de Nueva York y encontrarme mi pisito cubierto de telegramas, cartas y paquetes. Despaché y contesté lo más urgente, tuve algunas reuniones sobre lo de Chile, metí mis cosas en Fafner el gran dragón que es mi aliado en estos casos (yo creo que se piensa que soy el mismísimo Sigfrido y que me tiene miedo) y salí pitando para el rancho, con Ugné por supuesto y el niño, que necesitaban también descanso.
Aquí tuve que escribir una serie de textos y entrevistas prometidos a diversas personas, entre ellos una interview muy larga para Diacritics,341 que terminé anteayer; entre tanto iban llegando tus papelitos, tus programas de jazz (you cruel gal!), ayer llegó la chica que le ofrece todo a Julio, y hay que ver todo lo que tiene, en efecto. ¿Te imaginas hacer el amor con una muchacha de seis brazos? ¿La forma en que podría emplear las seis manos y los treinta dedos? Compañera Condesa, eres una sádica, un híbrido de squirrel y rattlesnake. There, you deserved it.342 Pero yo lo mismo te quiero mucho, squirrelita […].
Bichito bonito, felicitaciones por tu appointment. ¿Es decir que ahora tengo que tratar con más respeto a la profesora full-time? ¿Decirle solamente “compañera Condesa”, “Doc Hernández”, “Prof Bichito”, u otras fórmulas majestuosas? Voy a tratar de entrar en seguida en la Sociedad de Escritores de Buenos Aires, para que a tu vez tengas que hacerme una reverencia cada vez que me encuentres; by the way, esa sociedad tiene una sigla que me viene al pelo: SADE.
¿Ya estás en la isba, el periquito se porta bien? (Quise escribir “isla” y me salió “isba”… Ah, la política, la coexistencia pacífica!)
Bueno, y ahora Andrés + Lonstein = Manuel.343 Lo leí anoche, lo releí esta mañana. Yo creo, mi querida (y esto tienes que entenderlo sin la menor referencia a nuestra amistad, a nuestro cariño, tal como si lo escribiera a un desconocido) que has hecho un trabajo muy extraordinario. Sabes de sobra que no entiendo más que la superficie de esos grandes buceos en los que te aventuras, y que no creo ser un buen crítico de tu crítica. No importa, tengo antenas y no soy tonto, y además algo sé de lo que llevo escrito y de lo que soy. Por eso, si empleo la palabra “extraordinario”, no estoy simplemente pasando los dedos por el teclado.
Fíjate que cuando empecé a recibir algunos trabajos orientados en la línea en que se orienta el tuyo (aquella muchacha que analizó “Ómnibus” con perspectiva junguiana, etc.) mi primera reacción fue ambigua; lo sigue siendo en parte, porque siento como si esos desciframientos probaran un determinismo, una falta de libertad del escritor, una sujeción a veces humillante a dictados de “abajo” (tú entiendes); es precisamente una de las cosas que le digo a Roberto González Echeverría, que me entrevistó para Diacritics. Pero a medida que te leo a ti –y ya van muchas páginas– ese sentimiento va cambiando, se vuelve cada vez más positivo. En otras palabras, creo que tienes razón en buscar por donde buscas y en la forma que buscas. Viejas lecturas casi olvidadas vuelven al recuerdo, sumándose a lo que dices, a las citas que incluyes, a las estructuras que vas descubriendo; y de alguna manera me pregunto, tontamente, cómo no vi algunas de las cosas que tú ves. Y me alegro de no haberlas visto, porque entonces no habría escrito como escribí. Vaya a saber si podré alguna vez “conciliar la posibilidad Lonstein con la posibilidad Andrés”, pero en todo caso esa conciliación deberá ser el resultado de una inocencia en mi trabajo; por suerte, cuando estoy en lo mío, jamás reflexiono como sabes, en todo caso no reflexiono sobre las raíces o las metas de lo que estoy haciendo; creo que como Parsifal, der Reine, der Tor,344 sólo en la inocencia y la tontería haré mi camino.
Te anoté dos o tres pequeñas cosas que encontré a lo largo de la lectura. Cuando dices al comienzo que “J. C. conscientemente se sentó a escribir un libro político”, te equivocas. Yo me senté a resolver sobre todo el problema de Andrés (muchos de cuyos soliloquios del comienzo habían sido escritos en hojas sueltas y sin idea de otra cosa); al mismo tiempo comprendí que se me daba la posibilidad de hacer tarea política sin renunciar a la novelística, y decidí intentarlo; pero tu frase es demasiado asertórica y parcial.
(By the way, Rosario Ferré es bastante macaneadora, ¿no? Eso de que sólo se puede escribir sobre cosas que se han vivido personalmente es una gansada primaria.345 ¿Cómo puede ignorar que precisamente son los guerrilleros los que jamás han escrito ni escribirán un gran libro sobre la guerrilla, y que la literatura no es cuestión de conocimiento factual de lo que se cuenta, sino de ese otro conocimiento en el que la palabra se vuelve casi un demiurgo? ¡Cortázar nunca ha sido secuestrado! Dan ganas de reírse, realmente, compañera Condesa.)
Creo que tu Saúl Sobsnoski se escribe Sosnowsky.
En tu larga cita de mi Keats, p. 4, descubrí asombrado que en 1949 yo escribía increíblemente bien, y que en efecto, como lo dices, mi camino en la creación estaba claramente determinado por lo que ya en esa época veía a través de Keats, estudiando su poesía.
Me dejaste helado al aclarar que Manuel significa “Dios con nosotros”. Como decía un personaje de Joyce Cary, loado sea el Cordero.
Es cierto, es curioso que Manuel se llame como Traveler; me di cuenta después, pero a la luz de las disertaciones de Doc Hernández uno comprende que después y antes no quieren decir nada, ¿verdad?
Me dejaste superhelado con eso de que los secuestradores son doce. Pero usted me va a matar de una hemiplejia, m’hijita.
Nunca me hiciste llegar el trabajo de Malva Filer,346 con ese nombre de pila tan bonito que tiene esa nena.
Los juegos verbales de Lonstein no son “geniales” (p. 13); mida bien sus palabras, squirrelita.
En cambio Marcos protesta por ser solamente definido como típico hombre de acción. Yo creo que a pesar del esquematismo en que, ay, lo dejé, Marcos alcanza a ser más que eso; no olvides sus largos diálogos la noche en que hace el amor con Ludmilla; no hay nada de extraordinario, lo sé, y sin embargo Marcos piensa por su cuenta, se inquieta, y además (esto tienes que reconocerlo) es el único, antes que el mismo Andrés, en comprender intuitivamente la lección de Lonstein; lo dice más de una vez, y lo prueba dejándolo hacer lo que los otros consideran locuras o pérdidas de tiempo. Marcos sabe que Lonstein es de alguna manera la conciencia de la acción, y lo respeta por eso.
Muy bella toda la parte sobre “la sombra” que –paradójicamente– ilumina tantas cosas…
Ya no me acuerdo por qué Abel se llamó así en El examen; tu explicación del simbolismo puede ser exacta, pero en esa época (ahora mismo, después de empezar diciendo que no me acordaba, acabo de acordarme), el nombre Abel me rondaba después que en Mendoza conocí vagamente a un tipo terrible, un invertido que corría desnudo por las calles a la madrugada y tenía unos ojos espantosamente penetrantes. La idea de ser acechado, perseguido por alguien como ese Abel me obsesionó un tiempo, y creo que fue eso lo que me hizo darle el nombre a mi personaje, que por cierto no tenía nada de invertido puesto que había pretendido a Clara.
Creo que la repetición de Andrés Fava viene de dos cosas. Primero, un sentimiento de justicia, puesto que El examen quedó inédito y siempre me dolió por Andrés; y ésta es la segunda cosa, puesto que Andrés (“andros”, el hombre) me representa profundamente en los dos casos, y por eso la única vez que en Manuel se cita su apellido decidí automáticamente repetir el nombre completo de la primera novela.
Todo esto te sorprenderá, pues tú misma señalas que en París te dije que los dos Andrés no eran el mismo personaje. Anoche puse una nota al margen, que dice: “Mentí sin quererlo, no sé por qué mentí. De hecho, Andrés es siempre el mismo Andrés, veinticinco años más tarde”.
Tú piensas que Abel mata a Andrés en El examen. Como al final de Manuel, hay una ambigüedad deliberada en las frases finales; pero para mí la cosa es muy diferente, y es justo que te la diga. Andrés ayuda a escaparse a Clara y a Juan, y con ese acto se sacrifica porque ama a Clara. A partir de ese instante ya no le interesa vivir, y es por eso que Abel puede llegar hasta él. Pero cuando Andrés agarra la pistola, no es a Abel a quien mata; se mata a sí mismo (y naturalmente Abel es destruido a la vez, puesto que no tenía una realidad independiente).
Tu teoría se repite en la p. 26, te lo señalo por si decides cambiar algo.
Creo que esto es todo en materia de pequeños detalles. Decirte que tu ensayo está muy bien escrito es casi obvio, sé que lo sabes pues ni tú ni yo tenemos falsas modestias. ¿Vas a dejar las citas en inglés? Piensa que el trabajo está escrito en español, y que convendría una traducción de las citas en forma de footnotes;347 te lo digo porque aquí en Europa, muchos eventuales lectores futuros no saben inglés. Que se joroben, dirás tú. En realidad tienes razón, pero tus citas son muy extensas y muy fundamentales, y su no comprensión debilitaría enormemente tu propio discurso; piensa en eso.
Squirrelita, no te enojes por la extensión de este palimpsesto (en bello papel japonés, te habrás fijado). Escríbeme pronto con noticias de tu salud, porque esos sofocos y mareos de que me hablaste me dejaron inquieto. ¿Ya estás realmente bien? Mándame unas líneas aunque sea, me gustará saber que recibiste ésta y que estás bien.
Cariños a la muy gentil Sonia, que me dejó un recuerdo muy dulce. ¿Sabes que aquella noche me atajó un tremendo negro, sereno de la casa, que desconfió de mí porque yo no daba con los ascensores con esa hora y ese cansancio, y que me acompañó hasta la esquina, muy amable pero decidido a verificar si realmente yo tomaba un taxi y me iba? It was rather eery. We spoke of the Frazier-Coleman fight, he seemed to love box, and he looked like a prizefighter.348
Muchos besos,
Julio
Saignon, 30 de julio de 1974
Querido Eduardo:
Contesto tu carta a Buenos Aires, puesto que no pude hacerlo antes y creo que allá la recibirás sin problema. En este primer mes de Saignon he tenido que sacarme de encima una cantidad de trabajos acumulados, tanto personales como políticos; el encuentro cultural* que preparamos para fin de año en París es un laburo de las polainas, incluso lejos de París, y además le había prometido textos a Novoa y a Nierman349 para sus libros de arte, debía cuatro respuestas a montones de preguntas derivadas de mi viaje a Madrid y a Nueva York… ¿Para qué seguir? Vivo realmente au jour le jour, y no lo lamento; contrariamente a vos, que una vez más te extendés en lamentaciones, yo prefiero aguantar a mi manera y hasta hoy nadie me ha probado que me equivoco. Lo que no impide que diversas neuras se manifiesten al borde de mis 60 años, que cumpliré dentro de cuatro semanas; si vitalmente me siento más joven que cuando tenía 25, las meninges están viejas, los fantasmas del inconsciente se toman cada vez más sus revanchas en forma de atroces pesadillas y diversas formas de vague à l’âme,350 que estará mal escrito pero es bien cierto. En fin, tu carta me gustó porque aunque te has pasado años dándole vueltas al asunto pocas veces lo habías agarrado de frente como esta vez. El problema con vos (y eso te honra) es que no se te puede decir nada que vos mismo no te hayas dicho antes. ¿Pero es eso una prueba de honradez o una última estratagema para escurrir el bulto? Acepto lo primero, y sin embargo, me cuesta comprenderte en muchos aspectos de tu vida, porque tu split personality351 cotidiana, tu doctor Jekyll y tu mister Hyde compartiendo los mismos calzoncillos, me resultan casi inaprehensibles. Vos sos tu hermano siamés, y claro que no resulta cómodo, y que la gente preferiría una elección más sartreana y definitiva de una cosa o de la otra; pienso que eso explica lo que tanto te duele, el alejamiento de muchos de tus antiguos amigos, la dificultad de mantener con vos una relación que se vuelve una especie de ménage à trois en el plano de la amistad, dos Eduardos contra X o Z. En ningún ring de este mundo aceptarían a un boxeador con cuatro brazos, por eso Shiva no se presentó nunca, si me perdonás el mal chiste.
Es muy cierto que esa despedida telefónica fue horrible, y a mí me dejó tan asqueado como a vos. Pero la diferencia es que yo estoy más acostumbrado, por lo visto, puesto que no fui yo el que tuvo la idea de escribirte. Creo que de cinco veces que te he telefoneado en estos tiempos, cuatro llamadas te sorprendieron apurado, con gente al lado, incómodo y lacónico. Por tu parte, sé que me llamaste algunas veces y no pude charlar con vos en la forma en que evidentemente lo deseabas; yo también tenía problemas urgentes e inmediatos. Puede ser que en el futuro dispongamos de más tiempo y podamos vernos con esa alargada negligencia de los buenos amigos; pero incluso así, y te lo he dicho creo que desde siempre, tu tensión, tu impaciencia, vuelven difícil eso que yo amo por encima de todo: vagar con alguien a quien quiero, demorarme largamente delante de un vaso de vino o a las orillas del Sena, entrar en las librerías, mirar a la gente, sentirse vivir sin apuro. Se diría que todo eso te es imposible, en todo caso conmigo, y no soy hombre de forzarle la mano a nadie, sin contar que con vos sería imposible.
Pero, y eso deberías saberlo, yo no estoy deliberadamente lejos de vos ni de nadie; simplemente tenemos órbitas muy diferentes, no creo que a vos te gusten las mujeres con quienes ando o la mayoría de mis amigos, y a mí siempre tus amigos más asiduos me parecieron perfectamente incompatibles, desde la lejanísima época de Babino hasta tus colegas unesquianos. ¿Qué se puede hacer contra eso? Ya no tenemos la libertad, el tiempo y las ganas de hacer un viaje juntos para ver si al final se reanuda un diálogo (suponiendo que alguna vez lo haya habido); estamos en la situación paradójica de dos hombres que se conocen entre ellos como poquísimas personas pueden conocerlos, y sin embargo se imponen o padecen una distancia insalvable. Mirá, el día en que me invitaste a ver tus hermosísimos cuadros (by the way, estoy seguro que tu exposición será un gran éxito, y me hace feliz el pensarlo desde ahora), evidentemente no era culpa tuya que hubiera cuatro o cinco personas más presentes, puesto que estabas como siempre acorralado por el trabajo y el tiempo; pero ingenuamente yo había esperado encontrarte solo, distenderme largamente delante de cada pintura, bebiendo con vos y sin necesidad de hablar siquiera, en un contacto por dentro o desde toda una vida tan llena de encuentros y desencuentros entre vos y yo. En cambio tuve que aguantarme la frivolidad insoportable de la mayoría de los presentes (los pobres son excelentes, y tengo con ellos la mejor relación posible, pero ninguna amistad, absolutamente ninguna) y el resultado fue como estar en una galería de pintura, ni más ni menos. Ya ves: culpa de nadie, pero siempre, de una manera o de otra, siempre así. Y a vos te habrá pasado conmigo, porque si algo quiero dejar claro aquí es que no estoy hablando unilateralmente; sólo que, claro, cuando se trata de vos me duele muy adentro, hay tantas cosas que vuelven desde un tiempo en que la vida parecía empezar y terminar con vos.
Well, well. Ya está bien. Gracias por tu carta, que te dejó muy cerca de esa imagen que no quiero perder y que no perderé. Que lo pases bien en la Argentina y en el Brasil, alguna vez mandá un papelito mensajero, y ya nos veremos en las brumas galas hacia fin de año. Un abrazo, un gran abrazo,
Julio
Saignon, 31 de julio de 1974
Querido Juan:
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Estos garabatos más arriba se deben a que se me trabó la máquina eléctrica y en esos casos la desgraciada se pone a hacer lo que se le da la gana; pero parecería que mis insultos la han amedrentado, ya ves.
No sé si estas líneas te pescarán antes de que subas al avión, pero en todo caso pienso que las recibirás antes o después.
Para qué pedirte disculpas por este largo silencio, o, todavía peor, aburrirte con la explicación interminable de los motivos. La Argentina, Chile, un libro de cuentos, una serie de viajes, el Tribunal Russell… La vida se nos va yendo en esas cosas, aunque no lo lamento porque creo que hay que ayudar lo más posible a salir de tanto pantano en que anda metido el homo sapiens. Sapiens mon cul.
Me parece genial que vayas a investigar algo a Pigüé, y por supuesto me encanta la idea de que te llegues hasta Puán para localizar una mancuspia, que espero regales al zoológico de Vincennes como pasó con un cierto pingüino turquesa.352
Inútil decirte que me gustará verte a tu regreso, para que me cuentes la Argentina, gran viuda indecisa que parece agazaparse detrás de sus velos negros. Mirá, Juan, no tendré ningún inconveniente en ir a Toulouse el año que viene para charlar con los estudiantes en la forma en que ya lo hicimos una vez. Lo hice en Rennes, por pedido de Fell y Bensoussan,353 y estoy dispuesto a repetirlo con ustedes, tan viejos amigos. De modo que hablaremos de la cosa a la vuelta.
Que tu viaje sea agradable, divertite en Pigüé, y hasta siempre, con un gran abrazo,
Julio
Si comprás discos para vos, ¿me podrías traer el último de Susana Rinaldi? Salió hace 2 o 3 meses. No te hagas problema si te resulta complicado.
Saignon, 3 de agosto de 1974
Mi querido Jaime:
Recibí en estos días un sobre lleno de reseñas de Octaedro, envío que indudablemente responde a tus instrucciones y que te agradezco mucho.
Te diré que recibir el envío me llenó de vergüenza, porque sé muy bien que hubiera debido escribirte hace mucho para darte las gracias por tu maravillosa hospitalidad, y decirte una vez más lo bien que me había sentido cerca de ti. Vivo un tiempo en el que el tiempo se me escurre entre los dedos, y aunque no es una excusa, creo que de todos modos lo comprenderás. Incluso aquí en Saignon, todavía no he terminado de cumplir con una serie de obligaciones atrasadas, que me llevan muchas horas de máquina y la desagradable sensación de que lo mejor del verano se me pierde entre cuatro paredes.
He leído las reseñas, y las encuentro muy generosas y entusiastas; vamos a ver lo que piensan ahora mis compatriotas, pues la edición argentina acaba de salir aunque todavía no he visto ejemplares.
¿Cuándo te veremos en París? Avísanos con tiempo, yo estaré allá a comienzos de octubre. Por cierto que mi breve paso por Madrid desencadenó una avalancha epistolar que se suma a mis obligaciones de este tiempo; pero había cartas muy bellas y muy inteligentes, todo lo cual aumenta mi alegría de haber estado contigo y haber despertado en algunas personas el deseo de escribirme.
Ugné te abraza, está bien y también trabaja duro en sus programas de radio y sus reseñas para el Figaro. Hasta pronto, espero, y recibe un gran abrazo de tu amigo,
Julio
Las fotos de Daniel Gil354 son espléndidas.
Saignon, 5 de agosto de 1974
Srta. Rosario Santos
Review
NEW YORK
Querida Rosario:
Me alegro de que la foto de Lezama Lima sea utilizable, pues yo temí que no pudieran reproducirla por su imperfección técnica.
En cuanto a la publicación de un fragmento de mi ensayo sobre Lezama, personalmente no tengo el menor inconveniente, y me siento muy feliz de participar en ese número dedicado al gran Gordo Cósmico.355 Sin embargo, como los derechos están en manos del editor (Siglo XXI de México) voy a enviarle dos líneas al gerente, Arnaldo Orfila Reynal, para decirle que he autorizado a Review, de manera de que no haya malentendidos ni protestas.
Sí, claro, me gustaría recibir la traducción de los pasajes que se publiquen; tal vez podré hacer algunas sugestiones útiles, dada la dificultad que plantea siempre Lezama en el plano de la escritura.
Gracias por tus noticias, y hasta siempre, con especiales saludos para Ronald356 y un abrazo para ti de tu amigo
Julio Cortázar
Saignon, 24 de agosto de 1974
Mi querida Laura:
Espero que recibiste el texto para Change,357 aunque tal vez andas de vacaciones y mi carta te espera en Verrières.
De todas maneras te envío este nuevo mensaje para decirte lo siguiente: Aline Elmayan y Antoine Kapell, unos muy buenos amigos míos y editores de hermosos libros de arte, quieren hacer una edición con reproducciones de pinturas del mexicano Leonardo Nierman.358 Me pidieron un texto “paralelo”, es decir un texto que de alguna manera guarde una relación analógica con el tipo de pintura que hace Nierman.
A mí me gustó la idea, porque sus cuadros evocan una cierta manera de ver el mundo que tuve en mi infancia, y que todavía dura en muchos planos. Escribí un texto de 5/6 páginas, y Kapell quisiera saber si te gustaría traducirlo para su edición, pagándote naturalmente los honorarios que corresponden y que tú fijarías.
Ya conoces de sobra el problema de siempre: los editores están siempre apurados. Si crees que puedes ocuparte de mi texto (te repito que es muy corto) dímelo, y te lo envío a mi vuelta de correo; en todo caso, dame a conocer en seguida tu decisión, pues si no puedes habrá que buscar otro traductor, cosa difícil dado el carácter del texto, fácil para ti que tanto me conoces, pero difícil para un tercero que no seguirá mi ritmo y mis pequeños juegos verbales.
Y si aceptas, ya te imaginas lo agradecido que te quedo una vez más…
Ayer me llegó un ejemplar del Livre de Manuel. Ha quedado muy hermoso, y estoy lleno de orgullo por ti y por nuestro trabajo en común. Ya verás que valía la pena pelear con Gallimard para que volvieran a componer el libro de manera que fuese fiel al original.
Espero verte pronto, y espero que estén pasando un buen verano y que los pájaros canten mucho en La Marinière.
Cariños a todos, y un abrazo grande para ti de
Julio
Veo mucho aquí a los Yurkievich y a los Bareiro. ¡El Luberon está completamente colonizado por los latinoamericanos!
Saignon, 30 de agosto de 1974
Bichito Ana María:
Ya sé, ya sé, te contesto muy tarde. Estás enojadísima. Te queda apenas un hilito de cariño para el cronopio repugnante que se olvida de la compañera Condesa. Diez uñas morales se clavan en mi espina dorsal, sin hablar del mordisco en la nariz. No cabe duda, Prof Bichito está muy enojada.
Llegó tu carta de hace (rubor) un mes. Y después el sobre con las fotocopias de Jung. Terminé de leerlas esta mañana, y te agradezco mucho que me las hayas enviado. Me pides un comentario, pero, ¿qué puedo decirte de útil yo? Aunque te parezca una horrible vanidad, en el fondo esas páginas no me enseñaron nada que la vida no me hubiese dado antes. Lo importante, claro, es que Jung va al fondo de la cosa, la estructura y trata de lanzarla más allá de las experiencias individuales que todo sujeto intuitivo tiene con frecuencia. (Un pequeño ejemplo de la semana pasada: Ugné me dice de pronto: “Ahí está esa caja con todos los materiales necesarios para fabricar soportes de plexiglás dentro de los cuales se pueden poner fósiles o insectos; hace un año que la tenemos y nunca nos decidimos a emplearla”. Yo asiento, pensando que sería tan divertido encerrar objetos absurdos como si fueran valiosísimos tesoros. Pienso también en los hermosos insectos de Saignon, que podríamos conservar en cubos transparentes. Me doy vuelta para salir del salón, y a un metro, sobre el reborde de la ventana, hay una maravillosa libélula muerta.)
Hay una parte del estudio de Jung que yo conocía mucho más desarrollada, en el prólogo al I-Ching que escribió para la edición Wilhelm de la Bollingen Series, y que Paul Blackburn me regaló hace diez años. Me gustó volver a encontrar sus reflexiones sobre ese “juego” prodigioso. No pude seguir con atención las muchas páginas con el experimento astrológico sobre las parejas, y creo que tú tampoco porque no encontré subrayados; pero las conclusiones son muy claras, y no creo necesario seguir los detalles matemáticos. Por cierto que tu propio ejemplo de Synchronicity me pareció bastante terrible, y no seré yo el que te acuse (como casi me desafías a hacerlo) de loca. La madeja en que estuviste metida con Graciela, Raúl y los otros, me es demasiado familiar. Creo haberte contado esa constelación en que entraron Blackburn, su reloj pulsera, su último poema y mi accidente de auto en Saignon. Y además, tú has de sentirlo igual que yo, si nos tendiéramos más a fondo en esa dirección, percibiríamos continuamente mucho de lo que la sensata inteligencia elimina rápidamente para mantener la salud mental de la especie.
En los ejemplos de la conclusión, sobre todo el de la mujer en coma que se vio a sí misma como si mirara desde el cielo raso, me llamó la atención que Jung no aludiera a las experiencias con los alucinógenos. Michaux, por ejemplo, tiene ejemplos personales muy parecidos (en una playa, toma mescalina mientras ve jugar a un chico con una pelota, y de golpe es la pelota, es decir que sube y baja viendo las escenas de la playa con una nitidez incomparable –cito de Connaissance dans les gouffres). Y Castaneda, claro, con docenas de ejemplos de ese tipo que probarían una visión extra-cerebral como lo supone Jung.
Squirrelita, sigo algunas horas después. Me voy a Viena dos semanas en septiembre (¿influencia de Jung?) pero a partir de fines de septiembre estaré de vuelta en Saignon donde me quedaré todo octubre; es decir que mi vuelta a París se hará a comienzos de noviembre. Tengo muy en cuenta lo que me dices sobre tu posible viaje en marzo, y aunque el futuro sólo puede ser conocido a través de la sincronicidad, y ésta por el momento no es voluntaria ni fácil, se me ocurre que nada impedirá que podamos vernos en marzo en París. Me da risa que me pidas tan solemnemente que te “reserve” un week-end. Claro que te lo “reservaré”, señorita coordinadora. Y además, como dices, si se arregla la cosa con Cuba, iré a tu isba para ver si es tan bonita como la imagino desde aquí. Esto que te digo no es broma; Nueva York tiene mucho de fascinante para mí, y además quisiera explorar el país de norte a sur, si las condiciones se prestan. En fin, por el momento me alegra pensar que vendrás un día a Francia y que podré verte; tal vez entonces puedas interrogarme a tu gusto sobre cosas que te interesan en tu trabajo ya que te quejas de que la última vez no fue posible porque, etc., etc.
Para la correspondencia, lo mejor será que escribas a la rue de l’Eperon, de allí me reexpiden las cartas rápidamente. Ah, Malva Filer me envió su libro359 (que, ahora estoy segurísimo, no tenía) con una carta en la que hace una referencia a ti. Le echaré un vistazo a su trabajo, aunque antes tengo que leer el libro de Joaquín Roy,360 que está hace dos meses sobre la mesa. ¡Es tanto más divertido leer cuentos o poemas o novelas! Pero a veces aparecen por ahí unas squirrelitas que ven las cosas con antenas diferentes, y entonces sí me gusta leer lo que hacen; obsérvese que aquí el plural se emplea solamente para hacer rabiar a la única y exclusiva squirrelita.
Tu carta era muy bella, sabes. Como tus ojos o tus manos (inter alia). No estoy bromeando ahora. Tampoco es broma este beso que te doy, bichito lejano,
Julio
Saignon, 5 de septiembre de 1974
Querido tocayo:
Me alegraron mucho tus noticias, y te agradezco que me las hayas hecho llegar.
Inútil decirte que desde aquí he seguido a través de la prensa el proceso de incorporación de la prensa peruana a las mayorías nacionales. Por supuesto que en Europa se oyen las campanas más contradictorias, lo que entra en el juego previsible. Personalmente, me alegro de que haya sucedido así, y estoy seguro de que puede ser un factor positivo e incluso decisivo en ese gran salto que el Perú se muestra tan dispuesto a dar en su historia.
Con respecto a tus dos pedidos: Estás autorizado a valerte de los textos míos que hayan podido publicarse en otras revistas, en la medida en que no haya problemas entre ellas y Suceso.
En cuanto a colaboraciones inéditas, en este momento no escribo nada porque me dedico totalmente a colaborar en la organización del Encuentro Cultural de Santiago, que haremos en marzo próximo en París para luchar contra la junta chilena. Es un trabajo complicado y difícil, que me llevará todo mi tiempo en los meses que siguen. En este sentido, voy a indicar a la secretaría del Encuentro que te incluyan en su fichero para que vayas recibiendo toda la información sobre ese congreso, a fin de que puedas ayudarnos a darle la máxima difusión posible.
Cuando me llegue de nuevo la hora de escribir por mi cuenta y riesgo, me será muy grato enviarte textos para tus columnas.
Avisaré a Saúl y a los otros amigos del contenido de tu carta, a fin de que también colaboren contigo.
Hasta siempre, mucho éxito, y un abrazo,
Julio Cortázar
Viena, 16 de septiembre de 1974
Mi querido Jaime:
Estoy por un par de semanas trabajando para las Naciones Unidas, tras de lo cual me volveré a Saignon para completar mis vacaciones.
Recibí un ejemplar de la edición argentina de Octaedro. Apenas lo abrí, me quedé con la tapa en la mano; realmente la “industria argentina” no se ha lucido… Pero me dicen que el libro marcha muy bien por mis pagos, a pesar de las circunstancias bastante horribles por las que está pasando la Argentina.
Quería decirte que si en tu programa de traducciones del francés al español puede serte útil otro traductor de buena calidad, mi amigo Arnaldo Calveyra, un argentino, podría darte satisfacción. Simplemente tenlo en cuenta si hubiera una oportunidad, y no te molestes en responderme. Calveyra no espera nada, es una gestión que yo hago por mi cuenta a fin de ayudarlo porque conozco sus méritos.
No sé cuándo nos veremos de nuevo, espero que no pase demasiado tiempo. Que estas líneas te encuentren muy bien, y que siempre haya palomas en los tejados de tu balcón.
Un gran abrazo de tu amigo
Julio
Amigo Valadés:
Ya estarías pensando que soy un vago o un desagradecido; en realidad lo soy (vago, no desagradecido) pero esta vez mi culpa viene precisamente de lo contrario, de estar trabajando como un forzado en muchas cosas nada literarias pero que me parecen necesarias e impostergables, por ejemplo pegarle con todo a la junta chilena. De modo que pasó el tiempo y se juntaron cartas y libros de amigos; ahora me vine a Viena a trabajar dos semanas, y como siempre que se está en una oficina que se respeta, hay tiempo de sobra para poner la correspondencia al día. La burocracia tiene también sus ventajas, siempre que no pase de dos semanas.
Gracias por tus envíos. De tus libros, leí La muerte tiene permiso, y me gustó mucho el ritmo de todos tus cuentos, la economía de medios con que llegas al fondo de cada situación, y desde luego ese lenguaje de tu tierra que siempre me atrajo. En cuanto al Libro de la imaginación, ya puedes suponer si me fascinó, al punto que no quise terminarlo en seguida y lo dividí en raciones cotidianas para que me durara lo más posible. Creo que nuestra América necesita cada vez más libros como esos, que invitan a las grandes escapatorias imaginarias; todos debemos agradecerte la paciencia y el buen gusto de esa selección de textos; y me hace feliz figurar entre ellos y sentirme metido dentro del libro que estoy leyendo.
Te agradezco también que me pidas un cuento. Después de los de Octaedro no he estado en vena de escribir, y no tengo nada para darte; pero me acordaré de tu deseo, y cuando se me dé algún cuento nuevo te lo enviaré para tu revista, de la que no te digo nada pues ya lo sabes por Cristina.
Recibiré con mucho gusto El Cuento, que me permitirá seguir desde Europa lo que se sigue haciendo en ese terreno entre nosotros. Quedamos así en contacto, y aquí te va un saludo muy cordial de tu lector y amigo.
Julio Cortázar
Saignon, 30 de septiembre de 1974
Querida Elena Soriano:
Me encuentro con su carta al volver de viaje, por lo cual le pido me excuse del retardo involuntario.
Ando de un lado a otro, tratando de ser útil a la causa del pueblo chileno. Comprenderá usted que no estoy con ánimos ni tiempo para escribir un texto como el que usted desea.
Sé muy bien que para una revista, la condición de inédito es sine qua non. De todos modos, y teniendo en cuenta que la difusión de ciertas publicaciones es mínima en muchos casos cuando se trata de una revista latinoamericana, le señalo que Plural, la revista de Octavio Paz, publicó en su número 34, de julio de este año, un texto bastante largo que se titula “Homenaje a una joven bruja”, y donde se trata, entre otras cosas, de la “cosificación” de la mujer en el plano de los espectáculos eróticos. Si a ustedes les parece que ese trabajo merece ser difundido en España sin descalificación para El Urogallo (en la medida que no se trata de un inédito), cuenta usted desde ahora con mi autorización para publicarlo.361 No quiero cobrar nada por él, y la única condición amistosa que estipularía es que el texto sea reproducido tal cual. (No hay, a priori, nada que pueda escandalizar a las barbadas señoritas de la censura española.)
Y, si no se puede, paciencia. He tratado de ser útil, y de mostrarle mi admiración por El Urogallo.
Un saludo muy cordial.
Julio Cortázar
Saignon, 30 de septiembre de 1974
Querido bichito:
No, no te contaré Viena. Incluso es un milagro que pueda enviarte estas líneas, pero lo hago porque me alegró tu larga carta y tus noticias, y como tal vez se abra un largo silencio entre los dos, prefiero que conozcas la situación. Acabo de volver de Austria, pero parto dentro de cuatro días en auto a Venecia, para asistir a las jornadas pro-Chile que se harán en la Bienal; vuelvo luego a Saignon para cerrar la casa, y regreso a París para volar a Caracas donde entre el 17 y el 20 de octubre habrá otro congreso pro-Chile. Luego París de vuelta, y ahí la conferencia de la Unesco, en la que espero estar más tranquilo y escribirte con más calma. There.
Me alentó, me alegró todo lo que me contás. Qué bueno es que en los USA pasen cosas así, haya gente que se tira a la calle y protesta. Ya habrás leído sobre la ola monstruosa de asesinatos en la Argentina (todo se encadena y responde al mismo brote fascista, a la CIA y a todo lo que sabemos). En este mismo momento alguien viene a decirme que escuchó por radio que en la Argentina asesinaron al general Prats. Y así vamos, compañera condesa…
O sea que nos escribiremos con más calma dentro de un tiempo; tengo tantas cosas que hacer que ahora me sería imposible. Ya comprenderás, vos desde la isba gentil (que conoceré un día, vaya si conoceré, incluso mi rincón secreto) pensarás a veces en tu viejo amigo que va de un sitio a otro tratando de poner la cara para hacer algo por tanto desdichado que padece tormento en nuestras tierras. Acabo de leer que dos senadores llegan a La Habana para hablar con Fidel; la cosa se va armando, como me lo decís en tu carta. Ojalá, ojalá, cómo vamos a festejarlo vos y yo, qué tranca, qué mamúa, qué sbornia, qué machada, qué curda nos vamos a pescar juntos con cuanta bebida haya a mano. Cantaremos y bailaremos […], pequeña coordinadora latinoamericana.
Te abrazo mucho, te beso donde tú decidas que tengo que besarte, y que ojalá sea allí donde estoy pensando. Trépate mucho a los árboles, squirrelita, y cómete todas las nueces de la tierra, tú que las mereces.
Así, siempre,
Julio
Saignon, 2 de octubre de 1974
Topotita:
Aquí te mando una cuenta de Pascal, a quien por lo visto no le basta con los pensamientos.
Volví de Viena pasando por Ginebra, en avión y en tren, y naturalmente al llegar me encontré un telegrama de los chilenos de París pidiéndome que vaya a la bienal de Venecia este sábado, pues hay una serie de actos en favor de Chile. Si me hubieran escrito a Viena, cosa que podían hacer, me hubiera evitado este absurdo viaje.
No tengo confirmado el viaje a Caracas, pero me temo que sea seguro, en cuyo caso volveré a París sobre el 10 o el 11, después del trayecto Venecia-Saignon en auto. No quiero pensar en el trabajo que todo esto significa, me consuelo al lado de la chimenea (hace un frío bárbaro) y preparo papeles y paquetes.
En París me contarás tus proyectos inmobiliarios, y me mostrarás la casa del Grand Meaulnes, que me ha dejado muy intrigado.
¿No tendría Maribel ese recorte de la revista de fotografía de que me hablás? En todo caso los datos, para pedir que me la envíen, me gustaría verla.
En Viena compartí la oficina con Meana,362 que pronto verás aparecer en la Unesco; está muy bien, más joven y ágil mentalmente (no hablo de la inteligencia pura, porque ésa siempre la tuvo agilísima, sino de una cierta permeabilidad a otras cosas). Pedro363 se portó como un ángel, y en conjunto no lamento haber ido puesto que se trataba de una especie de exorcismo después de una ausencia voluntaria de tres años, y creo que hice bien en volver.
Te telefonearé apenas llegue a París, pero no sé la fecha, será hacia el 10 si voy finalmente a Caracas.
Gracias por haberle escrito a doña Herminia, sé lo feliz que la hace tener noticias tuyas. Sé buena, no engordés demasiado, dejá de oxigenarte el pelo, y leé a Beppe Fenoglio si no lo conocés ya (dadas tus erudiciones italianas) que me parece muy bueno.
Un beso grande,
Julio
Cariños de Niní364 y Pedro, Norma, Pili e Isabelita.365
Saignon, 3 de octubre de 1974
Mi querida Rosario:
Me diste una gran alegría con tu carta tan tuya, sin hablar del recorte según el cual me he convertido en un Premio Nobel un tanto eslavo…
Sé muy bien, querida, que estoy en deuda contigo. Una gran deuda imperdonable. Pero si te hago una mera síntesis de lo que ha sido mi vida en estos meses, comprenderás mi silencio. Acabo de volver de Viena, donde pasé un mes trabajando, y esta tarde salgo para Venecia donde la Bienal organiza una serie de actos en solidaridad con Chile. Sé que debo ir, e iré. Pero lo peor viene luego, y es que dentro de diez días tengo que volar a… Caracas, tremendo viaje para asistir a otro gran congreso, esta vez de periodistas de izquierda, en defensa de Chile. Ya te darás cuenta del descalabro que este tipo de vida provoca en la correspondencia personal. Sé que llegará el día en que podré escribirte más largo y contarte cosas que realmente te interesen, en vez de este horario de aviones y de trenes que te hago ahora.
En mi próxima espero poder darte detalles concretos sobre nuestra reunión; por el momento sólo sé que se hará en marzo del 75 en vez de diciembre de este año como te había dicho en Nueva York. Me alienta mucho lo que me dices sobre el deseo de participar y colaborar que tiene mucha gente en los Estados Unidos, y estoy seguro de que ese encuentro dará resultados muy positivos. Recordarás que te hablé de un “libro negro” que habíamos escrito en París antes de mi viaje. Pues bien, fui a presentarlo en la TV francesa (primera vez que afrontaba una cámara, y ojalá sea la última) y asistí a una mesa redonda que tuvo mucha difusión. Pues bien, esas cosas, además de lo mucho que trabajaron mis compañeros, hizo que el libro se agotara en menos de dos meses; esta mañana supe que el editor lo está reimprimiendo. Como ves, creo que tanto trabajo no se pierde, y que a la larga dará sus frutos; claro que entre tanto los fascistas hacen volar por el aire al general Prats…
Rosario querida, una vez más sé buena y perdóname este laconismo. Me duele saber que no podrás venir a Europa, pero algo me dice que volveremos a vernos antes de mucho, en Nueva York o en algún otro lado. Sé que será así, y que me sentiré muy feliz viéndote otra vez, paseando y charlando como aprendimos a hacerlo en mi breve, demasiado breve estancia en tu ciudad terrible y fascinante. Comparte mi optimismo, y verás que volveremos a encontrarnos.
Mándame unas líneas, yo vuelvo a París a fines de octubre y esperaré allí tus noticias; entonces sé que podré escribirte la carta que mereces.
Me acuerdo de tantas cosas, y te beso con todo mi afecto,
Julio
Jean Strouse me envió el artículo de Ronald on translations. Me gustó mucho, díselo, con un abrazo de mi parte.
París, 15 de noviembre de 1974
Querida Myriam:
Lo de querida no es mera retórica epistolar. Creo que nunca le agradeceré bastante que me haya dado los libros de José Balza, puesto que él había preferido no hacerlo por el momento y yo me hubiera marchado de Caracas sin saber nada de un escritor que me parece digno de ser conocido.
No sé cuándo le llegarán estas líneas, pues aquí hay una interminable huelga de correos; acudo a un amigo que se va a España para que desde allí le envíe estas líneas de saludo y de agradecimiento. Si algo lamento es no haberla conocido más y mejor a usted, puesto que finalmente todo se redujo a unas pocas frases en circunstancias nada propicias para un diálogo de verdad. Otra vez, acaso; acaso alguna vez usted se dé una vuelta por Francia, o yo vuelva a Caracas; de todos modos, sepa que tiene un amigo en París, y que me será muy grato encontrarme con usted.
Estoy, como siempre en estos tiempos, “tapado” de trabajo, y esta carta será forzosamente breve; sin embargo quisiera que sepa –y se lo diga a Balza– cuánto me ha impresionado su obra. Dejaré de lado Marzo anterior que me parece, a pesar del mal juego de palabras, anterior a Setecientas palmeras. Aquí está el novelista por fin plenamente definido, y la lectura de la novela es una experiencia a la vez honda y fascinante. Uso los términos a sabiendas, porque en la literatura latinoamericana actual suele haber mucha fascinación sin hondura, y quizá también lo contrario, aunque esto último parezca poco probable.
¿Empiezo –dentro de este falso telegrama que es mi carta– por el único reparo que le hago a Balza? Creo que todavía hay en él demasiado método en la armazón de ese admirable mosaico que es Setecientas palmeras. Cada sector, digamos, de la totalidad, me da la impresión de destacarse demasiado en el momento en que reaparece a lo largo del relato. Comparativamente, siento que a Balza le falta todavía esa técnica del “fundido”, como dicen los pintores, y que un Vargas Llosa domina tan soberanamente cuando mezcla y articula los diferentes estratos de su narración en La casa verde o en Conversación en la Catedral. En la novela de Balza, cada tesela del mosaico se recorta excesivamente con respecto a la anterior y a la posterior. Myriam, esto puede ser una opción deliberada de Balza, en cuyo caso mi crítica pierde sentido; para mí, sin embargo, un relato en el fondo tan “unitivo”, en el que cada plano explica de alguna manera los otros, exigiría un fundido capaz de lograr ese deslizamiento de la lectura que me parece faltar aquí.
Todo lo demás es positivo: el tema (los temas), la atmósfera admirable que va logrando el libro y que obliga a una lectura continua y apasionada; y el lenguaje, de una gran belleza no sólo formal sino inventiva en ese otro sentido que para mí al menos tiene el gran lenguaje de la creación, esas transgresiones fecundas, y esos bruscos hundimientos en las raíces de la psiquis. Pienso, porque la subrayé interminablemente, en la página 50, donde se habla del amor; pero hay muchos otros pasajes que también podría citar y que se han fijado en mi memoria.
Con todo eso, la novela es una obra de alguien que está en el umbral de una madurez ya presente o previsible en cada pasaje; le tengo fe a Balza, creo que su obra futura será para él y para nosotros una gran experiencia. Por cosas así, alguna vez me gustaría conocer su trabajo sobre él; casi no tengo tiempo para leer, pero lo encontraré para cualquier texto que usted quiera enviarme o darme algún día.
Gracias por haberme hablado, por su mucha gentileza. En ese torbellino caraqueño, donde la literatura estaba forzosamente relegada por razones que conocemos de sobra y que son vitales, mi encuentro con Balza y con usted, por mínimos que hayan sido, quedan como islas muy verdes en el mapa de ese viaje demasido corto.
Un abrazo de su amigo
Julio Cortázar
9, rue de l’Eperon PARIS VI
París, 30 de noviembre de 1974
Por razones derivadas de la huelga de correos en Francia, La Opinión me hace llegar una mera síntesis de algunas opiniones vertidas acerca de mi obra literaria y mi conducta personal. Esas opiniones ni siquiera están firmadas y no pasan de un mero embrión. La más elemental honradez con respecto a pareceres que sólo me llegan truncos me impide intentar una respuesta coherente.
De todos modos, dadas las circunstancias, propongo a La Opinión el juego siguiente: la reproducción literal de su télex y mi comentario a sus cincos puntos, a los que me refiero con arreglo a las letras correspondientes:368
a) Tres ediciones de comidas exóticas me parecen excesivas para la salud de los lectores, pero todo tiene un lado bueno, puesto que tres ediciones de “lenguaje elitista” prueban que en la Argentina no sólo se apunta alto al escribir sino también al leer y que las “élites” lo son cada vez menos, como lo prueban tantas otras cosas que están pasando en el país.
b) Un escritor que merezca ese nombre no tiene un “costado verbal”; todo su ser converge a su obra, incluida su conducta humana y política. En cuanto a lo de la línea de fuego, cada cual debería saber dónde está la que le concierne, sin caer en ese vocabulario tremendista que sólo traduce resentimiento.
c) Lo mismo podría decirle yo a usted, señor: usted no me ve con sus ojos, y su vocabulario se queda tan pancho.
d) No quiero calificar a la persona que trata de “beneficencia” un gesto coherente con otros muchos gestos. Se me ocurre que la mayoría de los lectores se dará el gusto de elegir el epíteto que le corresponde.
e) Esta última opinión deja atrás a todas las precedentes por su insuperable macaneo. No soy ningún “exiliado” y, por lo tanto, nunca necesité “ganarme” el exilio. Vine a Francia porque me dio la gana. En cuanto a las razones del Premio Médicis, cualquiera que tenga una idea elemental de quiénes forman el jurado, sabrá que ha sido atribuido por motivos exclusivamente literarios y porque a esos señores les pareció una excelente novela y se divirtieron y emocionaron con ella sin preocuparse de otra cosa. La “moda de las revoluciones” no interesa aquí. Están mucho más preocupados por la moda “retro”. Venga y verá.
Julio Cortázar
París, 12 de diciembre de 1974
Gauchísimo Félix:
Se terminó la huelga postal, y yo tirado por el suelo porque cada cinco minutos suena el timbre y dos o tres viriles carteros me echan por la cabeza varios metros cúbicos de paquetes, cartas y periódicos atrasados. Joder con la arpita, como decía un amigo porteño. En fin, también las avalanchas traen sus florcitas mezcladas con las piedras, por ejemplo tu carta y esta misma mañana el paquete con las separatas y la revista. Todo eso consuela de lo otro, por ejemplo las noticias sobre la Argentina que ahora se condensan en forma de cien o doscientos periódicos atrasados que voy mirando con un nudo en la garganta y preguntándome cómo es posible que mi país haya llegado a esa pesadilla diurna en la que para peor todo el mundo da la impresión de moverse con una gran naturalidad. Un país donde los cadáveres sufren de manía ambulatoria, van y vienen, los roban y los devuelven, los entierran y los exhuman, como en un horrible cuento de zombies o de vodú. Sin hablar de la recurrencia increíble de un hombre que un día soñó con dejarle el poder a una mujer, y estuvo a punto de hacerlo salvo que una leucemia se cruzó en el camino, y entonces pasaron más de veinte años y ese mismo hombre volvió a tener el mismo sueño y esta vez lo realizó a cambio de su propia muerte. Y todo eso mientras dos muchachos se matan a balazos en cualquier esquina rosada, y los dos caen gritando que son peronistas; al final, claro, la confusión del lenguaje para coronarlo todo…
Ya ves que estoy un poco mufado, pero aparte de eso me defiendo despues de las muchas fatigas del premio Médicis, que como sabrás me sirvió para donar el dinero a la resistencia chilena y conseguir así la TV y los diarios que se ocuparon bastante de la noticia. Todavía le debo entrevistas a las radios belgas, canadienses y alemanas; pero gracias a McLuhan he aprendido que en estos tiempos ningún gesto tiene sentido político si no se convierte en noticia, y por eso aprovecho cuanto micrófono llega hasta mí para repetir incansablemente: Chile, Chile, Chile. Inútil decirte que en este juego la literatura se está yendo al quinto carajo, y que no tengo tiempo para escribir nada. A ratos lo lamento; no por nada se es un pequeño burgués incurable.
El texto de tu tocayo Flores369 me gustó mucho y se lo diré por carta. Tu proyecto de dedicarme un numero de los Cuadernos con el falaz pretexto de mis sesenta años me ha dejado sin habla, cosa que te viene muy bien, pues si me fuera posible articular algo frente a tan nefasto propósito, jamás puteada tan homérica hubiera nacido de cuerdas vocales. Comprenderás que todo esto intenta disimular mis lágrimas de varón, y todo lo que se me remueve en las entretelas del recuerdo y el cariño a cada una de tus insensatas iniciativas. ¿Pero qué puedo yo contra la libertad de prensa en España? Acataré el número cuando llegue el día, y pensaré como buen criollo: “No somos nada, pero qué amigos tenemos…”
Lo del Congreso está en remojo de barbas hasta la semana que viene; las broncas entre la izquierda francesa (sin hablar de las que hay en la chilena, ayayay y recoño!) nos han jabonado bastante el piso. La idea es largarnos ahora a lo espontáneo, porque sabrás que estuve 10 días en Caracas, hablé con los venezolanos, y hay ahí ganas de ayudar en todos los planos, empezando por el material que es imprescindible. Los suecos arriman también el hombro, y los franceses harán lo suyo. En resumen: no me creas olvidadizo, ya tendrás informes. Y como adelanto te envío ahora mismo el Dossier noir que ha tenido una buena venta aquí y ha sido útil en muchos planos.
El amigo de González me vio y me dio todos los papeles; muchas gracias. Y hasta siempre, compañero, con un beso para la Paquita que espero que esté escribiendo “como fierro”, al igual que vos. Abrazos a la barra de Alenza, que es flor de trenza. Ugné os dice en lituano: Adléti stávask, que andá a saber que significa pero que suena a cariño largo.
Un gran abrazo,
Julio
París, 12 de diciembre de 1974
Pajarito:
Por fin se acabó esta jodida huelga y me llegó tu carta (junto con ocho metros cúbicos de correspondencia, maldita sea mi suerte). Sabés, aludo a tu carta del 17 de octubre, o sea casi a la época de la caída de Troya; pero no importa, era tu carta y me llenó de alegría, mucho más que tu llamada telefónica tan triste y abatida. Bichito, ¿estás bien, se te pasó la mufa? Parecías tan desanimada, y yo que soy un idiota en el teléfono (among other places) no supe qué decirte, me tomaste tan de sorpresa y lo único que hubiera podido ser claro y convincente en mí eran mis manos o mi boca, para que sintieras y entendieras y otra vez volvieras a reírte como a mí me gusta que te rías. Perdóname, entonces, y dime pronto que estás bien como lo estabas en esa carta tan vital y alegre de octubre.
Cosas prácticas: Me alegro de que las organizaciones de ayuda a Chile se hayan ligado en tu país (bueno, lo de tu país ya lo entiendes, no saques las uñas). Aquí lo del Congreso está todavía en veremos, porque las broncas de la izquierda francesa (y la chilena, ay) frenan todo trabajo rápido. En Caracas aproveché bien el tiempo para hablar con gentes que pueden ayudar en todos los planos, y la response fue formidable. Con eso, la ayuda de Suecia, y la de los franceses en general, más lo que harán ustedes y muchos otros, sacaremos el proyecto adelante. Te mandaré noticias concretas apenas las tenga, pero soy optimista y creo que valdrá la pena.
¿Sobreviviste al congreso de los surrealistas? La sola idea de un congreso parecido me espanta, pero a lo mejor pasaron cosas formidables, tienes que contarme. ¿Ya estás en tu isba con Agripino Malaleche? La descripción que me hacés de lo que me espera en ella es casi inquietante, oh Dalila de huracanes y naufragios. Pero me gusta tanto cuando me hablás así, porque es como la madeleine de Proust, […].
Nuestro caimancito anda bien, lo sabes, la OEA se fue al quinto carajo a pesar de las votaciones, y creo que los cubanos sabrán aprovechar a fondo el buen momento para seguir despegando en el plano económico que fue siempre su gran problema. Tengo muchas ganas de ir, pero espero que las cosas queden bien claras y que haya algo concreto que hacer en la isla; no creo que pase mucho tiempo. Ah, entre tanto leí la última novela de Alejo, que me pareció más bien un catálogo. ¿Vos la leíste? Los venezolanos me regalaron un disco de Soledad Bravo, que estuvo en Cuba y conoció a Pablito Milanés y a Silvio Rodríguez, canta muy bien sus canciones, que son bellas y originales. Si no lo podés conseguir en N.Y. (se llama Canciones de la nueva trova cubana, y fue grabado en Caracas) decímelo y trataré de grabártelo en cassette.
Bichito, tengo que contestar (-.ç_è” cartas y un telegrama ((me olvidé de apretar la tecla de las mayúsculas y la cifra salió medio cuneiforme)) ). Perdoname entonces que ésta no sea más larga; quise simplemente que supieras de mí. Cuidate, no estés triste, y si te sentís desanimada, date vos misma una palmadita en la cola y pensá que soy yo, el viejo poeta, que te castiga suavecito para darte ánimos. (Se ruega, doctora, no extraer consecuencias sádicas de esta frase que es dulce y buena e inocente.)
Un beso,
Julio
297 Esteban Busquets, traductor y editor.
298 Ana María Moix, escritora catalana.
299 La carta está mal fechada. Es de 1974.
300 Cristina Peri Rossi, poeta y narradora uruguaya, que a la sazón trabajaba en Lumen.
301 Alianza Editorial publicó la prosa de Poe traducida por Cortázar.
302 En la Biblioteca Julio Cortázar de la Fundación Juan March, en Madrid, se conserva un ejemplar de La estructura ausente: una introducción a la semiótica, publicado por Lumen en 1973. El mismo año Lumen editó Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas.
303 Raúl Silva Cáceres, profesor y crítico chileno.
304 “Estamos como queremos o los monstruos en acción”, Crisis, n.º 11, Buenos Aires, marzo de 1974; texto incluido en Papeles inesperados.
305 Escritor, traductor y crítico literario, miembro de la Academia Sueca, y su esposa, la poeta Maria Wine.
306 La carta está mal fechada. Es de 1974.
307 Antonio Skármeta.
308 Volodia Teitelboim, Carlos Altamirano y Miguel Enríquez.
309 Movimiento de Acción Popular Unitaria, partido en el que militaba Dorfman.
310 La carta está mal fechada. Es de 1974.
311 Ana María Hernández: “Conversación con Julio Cortázar”, Nueva Narrativa Hispanoamericana, 3, n.º 2, Garden City (Nueva York), septiembre de 1973.
312 Flora H. Schiminovich, hispanista.
313 No preguntes más, americano. Por mucho que bajes, siempre elefantes.
314 La carta está mal fechada. Es de 1974.
315 Dorfman esperaba información clandestina; esos informes los llevó en marzo de 1974 al Tribunal Russell en Roma.
316 Alfonso Alcalde, escritor chileno.
317 Dorfman estaba sin pasaporte.
318 Dorfman había escrito a Cortázar un cable firmado P. Donald, clave que aludía a un libro que había escrito con Armand Mattelart sobre el personaje animado.
319 Hortensia Bussi, “La Tencha”, viuda de Salvador Allende.
* Salvo a Aurora en quien podés tener toda la confianza, y también a mamá si lo creés oportuno.
320 Desde 1991 el original forma parte de la John Keats Collection de la Houghton Library de la Universidad de Harvard, en Cambridge (Massachusetts).
* De Alenza y de Alianza, que publica el libro.
Antonio Añoveros Ataún, obispo de Bilbao, había “señalado con el dedo” al dictador Franco.
322 “Estamos como queremos o los monstruos en acción”.
323 El texto, recogido en Obras completas, vol. VI (Obra crítica), apareció en Plural, n.º 30, México, marzo de 1974.
324 Livre de Manuel, París, Gallimard, 1974; traducción de Laure Guille-Bataillon.
325 Manuel Apolinario Odría, dictador peruano fallecido en febrero de 1974.
326 “Cortázar: el libro de Lonstein”. No hay constancia de su publicación.
327 Probablemente alude al artículo de Lilia Dapaz Strout: “Casamiento ritual y mito del hermafrodita en ‘Ómnibus’, de Cortázar”, que la autora le envió en mayo de 1972 y fue después publicado en Anales de Literatura Hispanoamericana, n.º 2-3, Madrid, 1973-1974.
328 En el sobre que contenía esta carta, Cortázar escribió como remite: “Cronopio Contento. SAIGNON84400 APT FRANCE”.
329 Julio Cortázar, una búsqueda mítica, Buenos Aires, Ediciones Noé, 1973.
330 “Libro de Manuel”, Hispamérica, n.º 7, Tacoma Park (Maryland), 1974.
331 Eufemismo.
332 Se conserva una copia de esta carta con el título “Sobre un coloquio en Nueva York y otros encuentros”.
333 Fernando Balcells, sociólogo chileno.
334 Mario Muchnik.
335 “Teniendo en cuenta las circunstancias, mi primera reacción es decir que el pago de los honorarios de mi cofrade Cossard incumbe a la señora Cortázar”, pero agrega melancólico: “pero usted es el único que decide lo que conviene hacer”.
336 José Antonio Maravall, ensayista español, director de Cuadernos Hispanoamericanos.
337 “Un pueblo llamado Onetti”, El Día, México, 29 de marzo de 1974, y Cuadernos para el Diálogo, n.º 128, Madrid, mayo de 1974.
338 Se refiere a Ángel Rama, ed.: Primeros cuentos de diez maestros latinoamericanos, Barcelona, Planeta, 1975.
339 Mario Muchnik.
340 Edgardo Enríquez, ex rector de la Universidad de Concepción y ministro de Educación de Salvador Allende.
341 Lucille Kerr, Roberto González Echevarría y David I. Grossvogel: “Interview/Julio Cortázar”, Diacritics, Ithaca (Nueva York), invierno de 1974.
342 Un híbrido de ardilla y serpiente de cascabel. Toma, te lo has merecido.
343 Ana María Hernández: “Cortázar: El libro de Andrés + Lonstein = Manuel”, Nueva Narrativa Hispanoamericana, 5, n.o 1-2, Garden City (Nueva York), 1975.
344 El bobo puro.
345 Alude al artículo de Rosario Ferré: “Julio Cortázar: Libro de Manuel”, Zona de Carga y Descarga, n.º 6, San Juan de Puerto Rico, 1973.
346 “Las transformaciones del yo en la obra de Julio Cortázar”, Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 242, febrero de 1970.
347 Notas al pie.
348 Fue bastante inquietante. Hablamos del combate Frazier-Coleman, parecía amar el box, y tenía el aire de un campeón.
* Pro Chile.
349 Los textos dedicados a los pintores Leopoldo Novoa y Leonardo Nierman (“De otros usos del cáñamo” y “Las grandes transparencias”) fueron incluidos en Territorios.
350 Avoir du vague à l’âme: sentir nostalgia.
351 Doble personalidad.
352 Alusión a un episodio de Libro de Manuel.
353 Claude Fell y Albert Bensoussan.
354 Diseñador español, portadista de las colecciones “Alianza Tres” y “El libro de bolsillo” de Alianza Editorial.
355 “An Approach to Lezama Lima”, Review, n.º 14, Nueva York, otoño de 1974.
356 Ronald Christ, director del programa de Literatura del Center fon Inter-American Relations y de su publicación Review. Rosario Santos era su asistente.
357 “Liliane pleurant”, Change, n.º 18, París, 1974.
358 Las grandes transparencias, Greenwich (Connecticut), Lublin Graphics, 1975.
359 Malva E. Filer: Los mundos de Julio Cortázar, Nueva York, Las Américas, 1970.
360 Joaquín Roy: Julio Cortázar ante su sociedad, Barcelona, Península, 1974.
361 Apareció en El Urogallo, año 6, n.º 31-32, Madrid, enero-abril de 1975.
362 Luis Meana, revisor de la Unesco.
363 Pedro Herzberg, jefe de la sección de español de la Unesco.
364 Mujer de Pedro Herzberg.
365 Compañeras de la Unesco.
366 Tarjeta postal sin fecha, con matasellos en el sobre: “París 20/11/74”.
367 Aparecida en Ucrania Literaria, n.º 12, 1974.
368 La carta de respuesta de Cortázar apareció en La Opinión Cultural, Buenos Aires, 8 de diciembre de 1974. El texto del télex, de fecha 29 de noviembre de 1974, era el siguiente:
Debido al Premio Médicis conferido al Libro de Manuel y a la donación del monto del premio (950 dólares) a la resistencia chilena, han vuelto a suscitarse en Buenos Aires algunas discusiones sobre el viejo tema del revolucionario que vive lejos del escenario de la revolución.
Aunque usted tal vez diga que ya respondió a las críticas largamente (en Carta a Fernández Retamar y otros textos), esta vez surgieron algunos puntos de vista novedosos. Si no le resultan así, sin duda la situación política argentina es novedosa y quizá su literatura aparezca modificada por ella.
Las argumentaciones son las que siguen:
a) El lenguaje del Libro de Manuel es elitista y parece más destinado al lucimiento intelectual que a establecer algún puente con el lector latinoamericano, a quien el libro acaba resultándole una comida exótica.
b) En Latinoamérica no se entiende bien que un revolucionario se vaya tan lejos de la línea de fuego, y prefiera ser representado por sus libros o por la firma al pie de algunos manifiestos que en estas latitudes tienen poca o ninguna repercusión. No es que nadie le exija vivir aquí: es que, ante la declaración de su condición revolucionaria, se le exige comprometerse con todo el ser y no sólo con el costado verbal del ser.
c) Sus contactos con América Latina han acabado por ser exclusivamente intelectuales, por aquello de que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
d) La donación del premio a la resistencia chilena es vista de reojo. Toda beneficencia –sobre todo de la izquierda– tiende a lavar de culpas la conciencia.
e) Ser revolucionario en París parece ser la ubicación más cómoda y beneficiosa para quien no se ha ganado el exilio (el suyo empezó siendo un viaje más cultural que político, en 1952), y el Premio Médicis es la señal del interés que las metrópolis sienten por la moda de las revoluciones, que allá hacen ruido pero que aquí no ejercen el menor efecto.
La mayoría de estas opiniones, firmadas por críticos y narradores argentinos, se publicarán en la entrega de La Opinión Cultural que aparece el 8 de diciembre. Le rogamos que nos haga llegar sus puntos de vista antes del próximo miércoles 4 por la noche, para que no suene en el diario una sola campana.
369 Félix Gabriel Flores: “El lirismo metafísico de Julio Cortázar”, Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 289, Madrid, julio-agosto de 1974.