¿Cuántas veces pretendemos en la vida? Pretendemos que todo está bien, pretendemos vivir en el gozo y en el bienestar cuando en realidad lo que hacemos es ocultar nuestras emociones. Pretendemos ser algo pero nos olvidamos de ser reales. Las emociones son parte de nuestra humanidad, y evadirlas o reprimirlas sólo nos aleja de nuestra verdadera esencia.
Si continuamos evadiendo lo que sentimos e intentamos evitar emociones como el enojo, la furia y el coraje, no somos seres completos con la capacidad de crear espacio en nuestro cuerpo, espíritu y mente para realmente ser.
Recuerda: La verdadera intimidad nace en el espacio del ser, no en el acto de pretender.
El auténtico yo vive en un cuerpo emocional que experimenta eso: emociones. No sólo aquellas que clasificamos positivas como el amor, el gozo, la felicidad y el éxtasis; sino también sus opuestos como la ira, el coraje, el enojo, la tristeza y el duelo. Todas ellas son parte de nosotros e integrarlas es parte del proceso para obtener un acercamiento mayor con nuestra verdadera esencia. Cuando las reconocemos, las enfrentamos, las sentimos y las dejamos ir nos abren un abanico más amplio para poder expresarnos y, sobre todo, para poder transformarlas en compasión y amor.
Es natural que en nuestras relaciones deseemos obtener la aceptación y validez de los demás, y en ese deseo nos olvidamos de sentir ciertas emociones para darle placer a nuestras parejas, padres, amigos y familia. Porque las relaciones deben estar cobijadas con respeto, honestidad y verdadera intimidad, con base en la plena aceptación de tu ser; si no te aceptas a ti mismo, ¿cómo vas a poder aceptar a los demás? Si no liberas estas emociones que las relaciones manifiestan en ti, tu vaso de agua se va llenando y entonces explotas volviéndote un ser que reacciona ante los demás con enojos, chantajes y discusiones basados en tu propia problemática y en la experiencia de lo que sucede en tu yo interno. Entendamos que ser una persona “emocionalmente inteligente” te volverá un ente que siente pero no reacciona.
Existen un sinfín de técnicas para poder liberar tus emociones sin necesidad de desquitarte o culpar a los demás de expresiones causadas en tu vida por tus creencias, tu familia y tu pasado. Liberarlas te hará independizarte del pasado para que vivas en el presente como un ser lleno de luz que acepta su sombra y que es capaz de transformarla en amor.
Ejercitar tu conciencia es la herramienta más poderosa para saber diferenciar qué es real y que no. Las técnicas como la meditación y herramientas para mover las emociones en tu cuerpo como el baile, el sonido y la relajación te ayudan a no dejar emociones atoradas en tu sistema y liberarlas.
En este proceso no importa realmente la historia ni el porqué; se trata más bien de sentir esas emociones, moverlas energéticamente y dejar que salgan de tu cuerpo físico y energético para abrir espacio a nuevas sensaciones, emociones y sentirte más liviano.
Muchas veces, cuando juzgamos a alguien, lo hacemos desde historias que ni siquiera nos pertenecen, y son condicionadas por la sociedad, la iglesia, nuestra familia; en otras ocasiones, juzgamos esas partes de nosotros que son nuestra sombra y al hacerlo vemos en los demás aquello que no queremos ver de nosotros mismos. A eso se le llama proyección.
Una emoción son sentimientos o reacciones que tenemos cuando pasa algo con el entorno o con alguien, y está relacionada con nuestro ego; un sentimiento está relacionado con el amor, la rabia, la paz. Una sensación, por otro lado, es algo físico y que percibimos con nuestros sentidos: escalofríos, calor, frío.
Las sensaciones o sentimientos podemos sentirlos inmediatamente bajo alguna circunstancia. Las emociones son las que han sido guardadas por mucho tiempo en nuestro cuerpo y son las que tenemos que trabajar para soltar y dejar ir, así nuestra capacidad de estar en comunión con nuestro cuerpo emocional se potencializa y las sensaciones y sensualidad en nuestro ser se despiertan aún más.
Cuando nos relacionamos sexualmente y sentimos emociones como la culpabilidad, pensando que estamos haciendo algo mal, que no está alineado con nuestro corazón, o cuando hacemos algo que nuestro corazón quiere pero nuestra mente nos dice que está mal, apreciamos una incongruencia que no nos permite experimentar el placer en su totalidad y crea bloqueos que nos vuelven insensibles.
Si no somos honestos y no estamos alerta a las emociones que pasan en nuestro interior, nos convertimos en amantes que viven su sexualidad en piloto automático: comenzamos a tener sexo sin conciencia o utilizamos el alcohol y las drogas para evadir o tapar estas emociones y tener la gratificación instantánea de que todo está bien.
Emocionalmente entramos en un estado de estrés que nos aleja de la tranquilidad y nos llena de miedo. Comenzamos a sentirnos incómodos y nuestro cuerpo se contrae. Estos síntomas son avisos de que no estamos alineados con nuestro verdadero deseo y con el amor. Cuando sientas esto, respira, mueve la energía y pregúntate qué es lo que realmente quieres. Lo que tú quieres, no tus papás, pareja, amigos… Cuando eres honesto contigo mismo y con tu pareja, tu sexualidad fluirá desde el amor.
Las emociones y sentimientos siempre están con nosotros. Muchas veces, cuando hacemos el amor, se activan o potencializan.
Si viviste enojo, euforia o alguna emoción extrema durante el día, dejarla afuera de la alcoba es importante, ya que algunas de ellas se activan haciéndonos llorar o bloqueando el placer.
La agresividad pasiva nos va envolviendo cuando no hablamos con claridad y no expresamos lo que estamos sintiendo. Para llevar una sexualidad sana es de suma importancia hablar y expresarnos. Si vamos juntando en nuestro cuerpo emocional enojos, o nuestros sentimientos nos invaden hasta tener alguna pelea, nuestra libido disminuye y proyectamos en nuestra pareja que algo está pasando dentro de nosotros. Reprimir enojo, coraje y rencor duerme las sensaciones, e impide experimentar el placer en su totalidad.
Antes de hacer el amor medita en soledad por cinco minutos y checa qué es lo que está pasando dentro de ti, cómo te sientes, si sigues con emociones del día o si tienes algún miedo o te sientes incómodo. Libéralas con movimientos y meditación antes de crear tu espacio sagrado. Una vez que te sientas listo, crea una burbuja con tu pareja, y en conjunto cada uno exprese cómo se siente y después, invita a las emociones que quieres que te acompañen en tu experiencia (puede ser amor, sensualidad, paz, conexión, diversión). La idea es crear un espacio en donde te sientas cómodo y no atraer tu problemática del mundo externo o interno al arte de amar. Si llegas a sentir emociones, simplemente respira y libéralas comunicándole a tu pareja que necesitas su apoyo para hacerlo.