Cuando llegamos al mundo, el primer órgano que desarrollamos es el corazón, una máquina perfecta que nos da vida a través de su ritmo. Se ha descubierto científicamente que el corazón tiene un poder electromagnético mucho más alto que el cerebro, y que las emociones que experimentamos afectan el ritmo cardiaco.
Emociones como el amor, la paz, la gratitud, mantienen un ritmo con cadencia; las emociones como el enojo, la rabia, el coraje, lo afectan, alteran su ritmo.
Es un hecho que experimentar emociones positivas logra que tu corazón funcione mejor que las emociones negativas. Varios estudios del Instituto de Heart Math logran observar estos cambios a través de electrocardiogramas, llegando a la conclusión de que el estado de perfección de una persona debe de ser vivir la vida en cohesión. Esto significa vivir en un estado de actividad, energía y emociones positivas que nos mantienen sanos. Para lograr esto, la respiración profunda es esencial.
En muchas culturas milenarias, incluyendo la maya y la azteca, se hace hincapié en que el corazón es el centro del ser, la fuente de la intuición, la sabiduría espiritual y la conexión con lo divino.
El corazón tiene por sí solo su propio sistema nervioso y más de cuarenta mil neuronas. Esto le da capacidad de tener su propio sistema de pensamiento y la capacidad de tomar decisiones y crea diferentes hormonas como la oxitocina que nos hace sentir tan bien.
Se ha dicho que el cerebro le manda órdenes al corazón, pero no que el cerebro reciba órdenes del corazón.
Los cambios que estamos viviendo en la era de Acuario están manifestándose en que cada día más gente se guía en mayor proporción por el corazón que por la razón. El corazón es el centro de la unidad de la consciencia y el cerebro el de la dualidad de la consciencia. Cuando tomamos decisiones desde el cerebro, sentimos dualidad y encontramos opuestos; si tomamos decisiones desde el corazón, son más coherentes y unificadas. Escucha a tu corazón y guíate por lo que él te dice, ya que es la ventana a la unidad, la expansión y el amor incondicional.
El acto sexual es la conexión más íntima que tenemos como seres humanos. Es en donde nos conectamos tal y como somos, dejando a un lado historias, el ego, las inseguridades y donde simplemente somos. Al saber direccionar esta energía orgásmica hacia el corazón, puedes tener la oportunidad de sanar emociones y de liberar bloqueos; abres tu corazón y lo vuelves receptivo al amor, aprendes a recibir y estás dispuesto a dar sin expectativas.
Por naturaleza, las mujeres y los hombres tenemos diferentes maneras de abrir el corazón. Algunas teorías dicen que la mujer se comunica primero con él, y que el hombre abre la puerta del suyo a través de la penetración. Baba Dez, uno de los maestros de la sexualidad sagrada chamánica, dice que la mente es la puerta al corazón de las mujeres, ya que mentalmente deben de entender la relación para permitir abrirlo. Cualquiera que sea la teoría, nos toma tiempo llegar a tener la confianza para abrir nuestro corazón, que hemos cerrado durante mucho tiempo debido a los golpes de la vida.
Las puertas para abrir el corazón que a continuación menciono, te ayudarán a crear conciencia de cómo te sientes y te dará la posibilidad de apoyar a las personas para abrir el suyo. Es importante hacerlo sin esperar nada a cambio y con el fin de crear más amor y luz en el mundo.
La puerta al corazón de la mujer
La puerta al corazón del hombre
Abrir el corazón es indispensable para vivir una sexualidad sana y experimentar orgasmos de corazón. Cuando hacemos el amor, la conexión con nuestro corazón activa las sensaciones, libera las emociones, y nos vuelve más sensuales y amorosos.
Lo que pasa con él se refleja en nuestro desempeño sexual, expandiéndonos, dándonos más placer y liberándonos de nuestras culpas y miedos. Si hacemos el amor con el corazón no sólo hacemos circular el amor entre la pareja, sino que expandimos ese amor y luz al mundo.