ACERCA DEL ECO

Se acepta, generalmente, que el eco es la repetición de un sonido, por reflexión de las ondas sonoras. Es decir, que el eco es un reflejo parcial, como un destello, mientras que al reflejo controlado se le llama comúnmente «buena acústica» o, simplemente, «acústica», en mera metonimia. Como quien dice, un espejo sonoro. Inclusive se ha extendido el término eco a las ondas de radar, cuando son reflejadas por un obstáculo opaco, pero, me pregunto, ¿se ha preguntado alguien más si es posible hablar de un eco oloroso? Muchas veces, la fuente de un aroma—o más corrientemente, de un hedor—se localiza lejos de sus efectos, como demostrara concluyentemente Mark Twain, en su disquisición filodórica «1601», texto que, desgraciadamente, nunca se ha tomado en cuenta en los círculos científicos. (Espero que esta breve digresión sirva de base de lanzamiento a una futura o futuras discusiones sobre este tema.) Me permito solamente dejar una pista, para que la rastreen esos sabuesos de la ciencia que son los investigadores experimentales: nada más que con quitarle una nimia i a la palabra «ruido» se convierte en algo positivamente rudo. No así, por supuesto, en inglés, donde, una vez más, podrán adelantársenos en el campo de la investigación científica con sólo molestarse, usando el mismo método, para transformar noise en nose.