EN LA CINEMANTECA DE CUBA

Había noches cinemáticas inenarrables, como aquella durante la proyección de Fiebre (o tal vez fuera La inundación), en que la película se interrumpía a cada momento y la pantalla (y toda la sala) quedaba en un negro que convertía ver cine en un momento embarazoso. Ocurrió tanto que Germán Puig, presidente, se vio obligado a explicar por qué se detenía tanto la película—en realidad afectada de vejez progresiva en sus bordes. Así en la próxima parada se oyó de pronto a una voz cavernosa decir: «Las interrupciones son debidas a las perforaciones», y no decir más, dejando la explicación en una frase memorable o famous last words.

En otra ocasión, en otro lugar, Jaime Soriano traducía los letreritos en inglés, esta vez en programa doble. En el intermedio, las luces encendidas, se le oyó decir la frase solitaria: «Y ahora unos minutos mientras preparamos la caída de la casa Usher».

Esa querida cinemanteca no cinemateca proveía en cada sesión una sorpresa imperecedera.